EE. UU. y la democracia de la fuerza. Con sus drogas, Estados Unidos pervierte a la humanidad, envenena a su propia población y la enajena, manteniéndola al margen de las decisiones que lo convierten en un poder intervencionista, ejecutor de crímenes horrendos y usurpador de recursos foráneos |
El ensañamiento con Venezuela es parte de una estrategia de hegemonía global por parte del Pentágono; aunque la gran mayoría lo ignore, es un desafío abierto a los poderes que China y Rusia han ido alcanzando. El control de los recursos de Venezuela por EE. UU. implica ventaja económica, reducción en los costos de los combustibles y, con toda certeza, la salida de la nación con las mayores reservas de petróleo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
No son pocos los intelectuales, directores de cine, artistas y periodistas norteamericanos que han comprendido la maquinación que hay detrás de los problemas que afectan a Venezuela y cómo su propio pueblo debe ser quien los solucione; acusan al pernicioso sistema en el que viven de intervenir en asuntos que no son de su incumbencia y de pretender apropiarse de los recursos petroleros que hay en tierra venezolana. Si el pueblo norteamericano -no los pocos leídos y preocupados- no fuera tan ignorante y retraído, podría constituirse en fuerza capaz de frenar los desafueros que comete el imperio.