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Comentarios al capítulo VII del libro "Trujillo, mi padre en mis memorias", de Angelita Trujillo [VII de VII]

El nombre de Trujillo debe permanecer junto al de Satanás (VII de VII/Último). Es necesario anular todos los intentos de Angelita Trujillo y sus secuaces de santificar a su padre. Trujillo asesinó más de veinte mil seres humanos, y ella es tan cómplice como sus hijos y otros familiares que han disfrutado, con el dinero del pueblo dominicano, de vidas propias de la más distinguida aristocracia de la época medieval

…Sin embargo, podemos suponer que si hoy en día, a pesar de todos los adelantos tecnológicos, aun resulta difícil detectar las manzanas podridas de un barril, mucho más difícil (resultaba, NH) por aquellos años, con técnicas primitivas, poco refinadas y poco eficientes” (Angelita Trujillo, Trujillo, mi padre en mis memorias, Pág. 340, Cap. VII, 1ra Edición, 2009). Con estas palabras pretende Angelita Trujillo justificar la dificultad del régimen en depurar a los "comunistas"; se embarca en la tarea de validar los muertos que se producirían por la “decapitación de la hidra comunista que amenazaba el orden establecido”. Su padre, Rafael L. Trujillo, “…por convicción personal y deber constitucional tenía que actuar en defensa de los ideales patrios” (Pág. 341). Es el argumento para disculpar las monstruosidades del tirano; intenta encubrir la matanza que se desató en los últimos años de la dictadura contra una juventud que comprendió que había llegado el momento de poner punto final al terror, al miedo y a los asesinatos.

Incapaz de razonar, dice en la página 343 que República Dominicana era gobernada por “un régimen autocrático”. Según la Real Academia Española (RAE) "régimen autocrático" es un “sistema de gobierno en el cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley”, definición que es diametralmente opuesta a lo que la Sra. Trujillo consigna: “Constitucionalmente nuestro sistema de gobierno está llamado a ser democrático y mi papá era firme creyente de que era el sistema o forma de gobierno más conveniente para el pueblo dominicano, no porque fuera perfecto, pero era la mejor opción (sic)”.

Comunismo es, para ella, sinónimo de desgracia; y es entendible: primero por sus orígenes y segundo por el lugar en el que reside, que no es más que el punto de concentración de la derecha fascista y la ignorancia funcional de toda América. Expresa, con palabras que buscan protagonismo, que: “En cuanto a nosotros en 1946 mi papá le había escrito al secretario de Interior recomendándole tomar todas las providencias de lugar para permitir y garantizar a los componentes de los grupos comunistas la libre realización de cuantas actividades lícitas estimaran útiles para formar un partido político que pueda ser legalmente reconocido (sic)” (Pág. 346), ocultando las verdaderas intenciones de Trujillo: crear el ambiente para que los comunistas dominicanos se descubrieran y fueran asesinados. Y fue exactamente lo que ocurrió: “Fiel a sí mismo, Trujillo se sobrepasó, elogió públicamente a Stalin, solicitó, en carta abierta, la legalización del Partido Comunista; y pocos meses después, cuando vio que el pueblo acudía a los mítines que celebraban los comunistas enarboló el sable y volvió a ser el despiadado perseguidor de siempre. Centenares de hombres fueron asesinados, colgados en los caminos, echados a los presidios. El tirano desató el terror en todo el país. Las embajadas y legaciones latinoamericanas se llenaron de refugiados. A seguidas se proclamó campeón del anticomunismo… ”. (Juan Bosch, Póker de espanto en el Caribe, Págs. 56-57, 1ra Edición, 1988, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, RD).

Particularmente me han contado y me alegra saber que muchos de los inflamados con esa locura de juventud hoy son personas superadas, gente de bien, con familias muy lindas y sirviéndoles al país en los diversos campos de carrera con que abonan el ambiente democrático, legado incuestionable de mi padre… Los predicamentos del régimen de Trujillo eran la paz y la tranquilidad que disfrutaba el pueblo dominicano” (Pág. 348). ¿No es una desvergüenza señalar que el ambiente democrático es un “legado incuestionable” de Trujillo? Con tan irracionales palabras busca tirar por la borda la entrega y el sacrificio de las hermanas Mirabal, del coronel Rafael Fernández Domínguez, de Manolo Tavárez Justo, del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, de Juan Bosch, de José Francisco Peña Gómez, de Juan Miguel Román, del coronel Juan María Lora Fernández, de Otto Morales, de Amín Abel Hasbún, de Maximiliano Gómez, de Guido Gil y de miles más -puros e íntegros dominicanos- que lucharon contra Trujillo, el Consejo de Estado, el Triunvirato y Balaguer para, a partir de 1978, establecer la democracia en la República Dominicana.

Debemos inferir –para fortalecer sus malsanos juicios- que los regímenes de Adolfo Hitler, Joseph Stalin, Jorge Ubico, Francisco Franco, Fulgencio Batista, Idi Amin Dada, Marcos Pérez Jiménez, Mao Tse-tung, Anastacio Somoza, Augusto Pinochet, Alfredo Stroessner y Jorge Videla, para citar algunos, brindaban "la paz y la tranquilidad" que disfrutaban los pueblos de Alemania, Unión Soviética, Guatemala, España, Cuba, Uganda, Venezuela, China, Nicaragua, Chile, Paraguay y Argentina respectivamente. Evidentemente que había “paz y tranquilidad” en esos países, igual que en República Dominicana, pero, para establecerlas, las dictaduras que dichos personajes encabezaron asesinaron más de 35 millones de personas. ¿Qué significan esas muertes para Angelita Trujillo? Si por lo elevada de la cifra no puede procesarla, tendríamos que preguntarle entonces, con relación a su propio lar, si tienen algún significado los más de 20 mil muertos que hubo bajo el régimen de terror que encabezó su padre “para que el pueblo dominicano disfrutara de paz y tranquilidad”.

Es asombroso el irrespeto a la memoria de quienes combatieron la dictadura. Señala, en el mamotreto repleto de mentiras y fábulas -mal redactado y tendencioso, con muy pocos argumentos de categoría histórica en el que se hace evidente la colaboración de otros con sus mismas deficiencias intelectuales, "capaces" de mostrar ridículas contradicciones, en ocasiones hasta en la misma página, con la mayor desconsideración a quien la Historia habrá de hacer merecido reconocimiento por su desprendimiento, tenacidad, valor y entrega por la causa libertaria del pueblo dominicano-, que “El General Juan Rodríguez (era un, NH) acaudalado hacendado muy conocido por su contumaz lucha contra el Gobierno de mi padre y principal organizador de las fracasadas expediciones de Cayo Confites, Luperón y cuantas travesuras más pudieron ocurrírsele (sic)” (Pág. 356).

Como la mayoría de los dominicanos desconoce al general Juan Rodríguez, y a manera de homenaje, presentamos un corto relato de su vida que ilumina su histórico nombre frente al cinismo de la autora de "Trujillo, mi padre en mis memorias".
En junio de 1949 debió Trujillo sofocar una incursión armada procedente de Guatemala. Tres grupos debieron arribar: el primero y mayor, conformado por 37 combatientes, comandado por Juancito Rodríguez, debía desembarcar en Constanza o en otro lugar de La Vega; el segundo, dirigido por Miguel Ángel Ramírez Alcántara, de 25 hombres, aterrizaría en San Juan de la Maguana; y el tercero y menor, de 12 valientes, capitaneado por Horacio Julio Ornes, lo haría por Luperón. Este último grupo acuatizó el 19 de junio en un hidroavión y estaba compuesto por ocho dominicanos, un costarricense y tres nicaragüenses. “El principal contingente que venía en otros dos aviones quedó entrampado en el trayecto. Una nave, en la que viajaba el general Juan Rodríguez (a quien la autora, en forma despectiva, se refiere como el ejecutor de “cuantas travesuras más pudieron ocurrírsele”)... debió aterrizar de emergencia en una playa de la península de Yucatán… (y) la otra fue apresada en… Cozumel… siendo detenidos sus ocupantes, encabezados por el general Miguel Ángel Ramírez Alcántara…” (José del Castillo Pichardo, www.diariolibre.com, 16 agosto de 2008. Paréntesis míos, NH).

El fracaso de Cayo Confites, en septiembre de 1947, sirvió de experiencia al general Juan Rodríguez, quien se había constituido en un baluarte logístico y financiero de las agrupaciones que en el exilio pretendían, por una u otra vía, acabar con la tiranía. “En esta oportunidad… se hizo asesorar por un grupo de republicanos veteranos de la Guerra Civil Española y de la resistencia francesa contra los nazis, entre los cuales estaba el teniente coronel Alberto Bayo, quien luego entrenaría a Fidel Castro y al Che Guevara… Nueva vez, el general Rodríguez -con su dinero, liderazgo y tenacidad- figuraba como el jefe supremo de la revolución, secundado en el plano militar por(Miguel Ángel) Ramírez, (Horacio Julio) Ornes y (el doctor Eufemio) Fernández (jefe de la policía secreta de Cuba bajo la presidencia de Carlos Prío Socarrás). Por su ascendencia en la política de Centroamérica se granjeó el respaldo pleno del gobierno de Juan José Arévalo en Guatemala y el más discreto de José Figueres en Costa Rica. Completó su esquema designando como delegado en Cuba a Juan Bosch -influyente en el entorno del presidente Carlos Prío-, y… en México al Dr. José Antonio Bonilla Atiles, quien diligenció la colaboración… del gobierno mexicano… La conexión de esta empresa con Costa Rica tuvo su origen en la revolución… que llevó a Figueres al poder, la cual se benefició de las armas devueltas por el gobierno cubano a Juancito Rodríguez, quien tenía su base en Guatemala y había logrado el reintegro de parte del arsenal de Cayo Confites en su calidad de jefe y principal financista de esa expedición… ” (José del Castillo… Ibíd. Paréntesis míos, NH).

El general Juancito Rodríguez García nació en Moca en 1886 y era uno de los hombres más ricos del país. En 1930, temiendo sufrir represalias contra su familia, aceptó la postulación como Senador del partido del dictador en ciernes; en 1935 se resiste a firmar la condena de un diputado y en 1946 tuvo que exiliarse por no conseguir apoyo dentro del país en su lucha contra el régimen. Se suicidó en Cuba el 19 de noviembre de 1960. “Perdió toda esperanza de volver, no tenía un centavo, le habían matado a su hijo. Embargado por la tristeza, se pegó un tiro”, dice su hija María Mercedes (Pucha) Rodríguez Vásquez, quien casó con Horacio Julio Ornes Coiscou (Ángela Peña, Hoy, 11 de diciembre de 2009).
Con el título “Caudal de mi Papá” inicia Angelita Trujillo la página 360. Presentamos una por una las razones que expone (hasta la página 364).
Es una verdad absoluta que el Consejo de Estado tenía en sus manos toda clase de pruebas fidedignas, irrefutables, de que mi papá no tenía cuentas de bancos fuera del país, ni bienes de ninguna otra naturaleza. Y verdad absoluta también que, estos señores del Consejo de Estado, tenían en sus manos pruebas contundentes, irrebatibles, y concluyentes que mi papá fue pulcro, respetuoso y celoso de los bienes del Estado (sic)”.

…Las múltiples empresas de mi padre generaban un inmenso caudal que podía depositar donde quisiera porque era dinero suyo. Pero lo dejaba en el país”.

A Ramfis… lograron molestarlo, aunque por breve tiempo. En el yate había unas cajas personales suyas y en ella estaban sus relaciones bancarias… pero mi hermano pudo identificar la legítima procedencia de esos fondos…”.

…Los beneficios de esas empresas
(Azucarera Haina y Hacienda Fundación, NH) los usaba y los empleaba a discreción suya porque eran suyos.”

Y es aquí donde yerran por ignorancia unos, por malignidad otros al decir que los dineros que gastaba mi papá eran dineros del pueblo…”.

A boca llena puedo declarar que nunca recibí asignación del gobierno, ni supe lo que era una contrata o cosa por el estilo, jamás. Igualmente Radhamés, Ramfis y mi mamá… Ramfis era propietario fundador de la Chocolatera y los Molinos dominicanos y poseía acciones en otras empresas. Lo mismo mi hermano Radhamés. Mi mamá asociada con mi tío Paco tenía participación en muchísimas empresas…”.

Nosotros, después de muerto mi papá, sabíamos que nos marcharíamos del país, ya que a Ramfis no le interesaba el poder político, por consiguiente, bien pudimos haber vendido nuestras propiedades al Estado…”.

…El historiador Euclides Gutiérrez Félix escribe en su libro 'Monarca sin Corona' que a la muerte de mi papá, entre mi mamá y los tres hermanos Trujillo Martínez teníamos en el exterior un balance aproximado de sesenta o setenta millones de dólares. Suma irrisoria si se compara con lo que en pocos años acumula cualquier funcionario público hoy en día.” (sic).No quisimos romper la secuencia; mucho fue el esfuerzo realizado para plasmar, en este orden, sin interrupción, las nauseabundas expresiones acerca de "la fortuna hecha". Decíamos que la obra de Angelita “es un mamotreto” lleno de "contradicciones, en ocasiones hasta en la misma página", y eso es lo que vemos en el intento de justificar la fortuna de su padre: habla de la no existencia de dinero en el exterior al mismo tiempo que valida lo que señala Euclides Gutiérrez Félix: “a la muerte de mi papá… teníamos en el exterior un balance aproximado de sesenta o setenta millones de dólares”, cantidad a la que se refiere como “suma irrisoria si se compara con lo que en pocos años acumula cualquier funcionario público hoy en día”. (¡Sin comentarios!).

Juan Bosch divide en tres etapas la acumulación originaria en el país: la primera, ejecutada por el Imperio español, que entregó a los conquistadores los indios y las tierras que estos poseían; la segunda, ejecutada por Estados Unidos en el período de la intervención (1916 a 1924), permitiendo a estos el control absoluto del Estado dominicano; y la tercera, ejecutada por Trujillo (ver comentarios al capítulo IV), que usó el poder del Estado para “convertirse en el hombre más rico de la historia dominicana, y para lograr sus fines aplicó en todo lo que podía producirle dinero los métodos propios de la acumulación originaria” (Juan Bosch, Las dictaduras dominicanas, Pág. 198, 1ra Edición, 1988, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, RD).

Trujillo se enriquecía a sí mismo…”. Puso en ejecución, valiéndose de los vicios que le proporcionó la deformación social dominicana, métodos de acumulación originaria desconocidos hasta ese momento. “Uno de ellos era mandar un emisario a las casas de comercio más importantes para que le enviaran dinero en cantidades que a veces alcanzaban a ser más del 25 por ciento de los beneficios anuales de esas firmas… Compraba terrenos y negocios que le vendía al Estado por varias veces lo que le habían costado, monopolizó la venta de carne de res en la capital de la República y acabó siendo el propietario monopolista de muchas industrias, como por ejemplo la de cigarrillos, y durante una época, a través del llamado Banquito de María Martínez, monopolizó también los préstamos -con intereses altísimos- a los empleados públicos, que debido a la escasa circulación de dinero en los años 1930 a 1940 y tantos, tenían que acudir a prestamistas usureros para terminar cada mes con un desahogo engañoso. Ese monopolio fue creado valiéndose de una ley que declaraba prohibida la usura ejercida por particulares”. (Citas: Juan Bosch, El PLD, colección de estudios sociales, Págs. 190-191, 3ra Edición, 1998, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, RD).

La madera era una riqueza extraordinaria que existía en la Cordillera Central. La explotación de los pinos quien la inició fue el hermano de Trujillo, José Arismendi (Petán), quien “desde 1931 ó 1932 estableció un impuesto de un peso que había que pagársele por cada tronco de pino que los dueños de aserraderos cortaban… Ahora bien, el que se enriqueció en varios millones de pesos poniendo en práctica y ampliando mediante el uso del poder del Estado el impuesto creado por su hermano, fue el dictador, que puso los ojos en esa fuente de acumulación originaria especialmente después que empezó en Europa la guerra de 1939” (Ibíd. Pág. 194).

Los recursos económicos obtenidos por Trujillo en esta forma de acumulación originaria eran extraordinarios: Trujillo compraba a precios irrisorios porciones enormes de terreno en las cordilleras sembradas de pino debido a que no había vías de comunicación y se hacía imposible el acceso a las mismas. El Estado le proporcionaba las carreteras sin que él invirtiera un centavo; se hacía muy lucrativo el negocio de la madera. “El pago destinado a Trujillo se hacía en efectivo en la llamada Oficina Particular del generalísimo, que estaba bajo la dirección de la misma persona que rindió el informe del cual hemos copiado los datos sobre el sector maderero de la fortuna de Trujillo”. El tirano se apoyaba en el poder del Estado, y ese poder le sirvió para monopolizar el “mercado de la carne y la leche de la capital del país, que era donde estaba concentrada la mayor cantidad de población urbana; la fabricación y venta de cemento, la de harina de trigo, la de pinturas, la de cigarrillos, la navegación marítima de altura. En un tercio de siglo, la República Dominicana padeció las consecuencias de la implantación de dos tipos de acumulación diferentes, aunque estrechamente vinculados, que en buena lógica debieron haberse producido en un tiempo de dos, de tres siglos, y que para darse revueltos tenían que presentarse guiados por una mano más dura e implacable que el acero: A eso se debió que la dictadura de Rafael L. Trujillo fuera excepcionalmente dura e implacable”. (Ibíd. Pág. 198).

Así se hizo la fortuna de Rafael Leónidas Trujillo Molina. La obra concebida por su hija parece estar destinada a niños que aún no han desarrollado la capacidad de discernir o a los que muy bien podrían enmarcarse en el dominio de los inhabilitados. “La economía de la nación ha sido puesta al servicio de los negocios personales de Trujillo, a tal extremo que cuando alguna de sus empresas arroja pérdidas se la hace comprar por el Estado a precios altos y a seguidas el Estado se la vende a precios bajos. En este sentido, además de ser el productor y el consumidor obligado de sus negocios, el pueblo dominicano es la garantía última de todas las empresas financieras, industriales y comerciales del dictador. Como jefe político, jefe militar y amo de la economía dominicana, Rafael Leónidas Trujillo tiene un poder casi omnímodo. Puede asegurarse que lo único en que su voluntad no es determinante en el país es en dar la vida, puesto que da la muerte, la riqueza y la miseria. Esta situación de señor único en el campo militar, en el político y en el económico, le confiere potestad absoluta sobre el pueblo dominicano… El atraso social, cultural, económico y político del pueblo dominicano ha aumentado durante los treinta años de régimen trujillista, si bien el país ha progresado como hacienda personal del dictador (sic)”. (Juan Bosch, La fortuna de Trujillo, Págs. 58-59, 1ra Edición, 1985, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, RD).

Respecto a los luchadores que desde el exilio combatieron la tiranía de su padre, y a los líderes y gobiernos que apoyaron las causas libertarias, se expresa en forma malintencionada y deshonesta. Conforma ridículas y desconsideradas teorías acerca de Fidel Castro, la Unión Soviética y el comunismo, procurando ubicar en el radicalismo ideológico a los héroes de la Raza Inmortal (que ofrendaron sus vidas en la invasión del 14 de junio de 1959), íntegros combatientes ajenos a ideologías que sólo luchaban por la eliminación de la dictadura y la implementación de un régimen democrático con libertades plenas y justicia social.

Sin el mayor reparo refiere que “la finalidad de la Legión del Caribe (ver comentarios al capítulo VI), además de catapultar a sus dirigentes políticamente, era impulsar regímenes de izquierda en América Latina, pensamiento que chocaba frontalmente con el gobierno autocrático derechista de mi papá (anteriormente había dicho que era democrático, NH). Ellos, sostenían y daban franco apoyo a los enemigos del gobierno de mi papá en el exterior, promoviendo insolentemente el derrocamiento del gobierno dominicano. En 1947, entre Betancourt de Venezuela, Arévalo de Guatemala, Figueres de Costa Rica, Grau de San Martín de Cuba junto a Elie Lescot y Dumarsais Estimé de Haití, concertaron un estrecho pacto de agresión contra la República Dominicana. De manera que lo que hacía mi papá era, pagarle con la misma moneda. El señor Betancourt, al asumir el poder en Venezuela con más vigor maquinaba maldades contra el gobierno de mi padre (sic)”. (Pág. 396).

Despacha con soberbia torpeza los intentos de su padre por matar a Rómulo Betancourt, José Figueres y Juan José Arévalo e ignora a la persona que los agrupaba en la lucha por la implementación en la República Dominicana de un régimen democrático que proporcionara a sus aterrorizados habitantes libertades plenas y justa distribución de la riqueza: nos referimos al profesor Juan Bosch, figura que con su formación democrática, intelecto y capacidad política propiciaba, junto a Víctor Raúl Haya de la Torre y Luis Muñoz Marín (además de Figueres y Betancourt), un frente democrático para combatir las dictaduras y apoyar a los que luchaban por deponerlas. Decía Fidel Castro, sobre Juan Bosch, que era un “prominente líder dominicano” al que conoció en Cayo Confites “, donde nos entrenamos, y pude conversar mucho con él. No era el jefe de la expedición, pero sí la más prestigiosa personalidad entre los dominicanos…” (Fidel Castro, La historia real y el desafío de los periodistas cubanos, 3 de julio de 2008).

La "escritora" Angelita Trujillo ignora a Bosch, pero lo hace útil para lo que sirve a sus intereses. Emite juicios risibles sobre Rómulo Betancourt; define el atentado del que fue objeto por orden de su papá (al explotar una bomba en el carro en el que circulaba) como un “simple” -y sin mayores consecuencias- “conflicto” (Pág. 403). Que desdeñe a Bosch no sorprende; es parte de la agenda en la que se embarcan ella y los voceros remunerados que intentan manchar su nombre, "sus más avezados discípulos" entre ellos. Con Minerva Mirabal hace lo mismo que con Bosch; en la página 424 muestra un párrafo de un discurso, "escrito en letra de María Teresa" que se estima "fue leído por Minerva el 24 de octubre de 1953, en Salcedo, con motivo de un acto trujillista que se realizó allí, al conmemorarse, como en todo el país, el natalicio del tirano" (William Galván, "Minerva Mirabal: Historia de una heroína", Pág. 191, 5ta Edición, 2011, Editora Búho, Santo Domingo, RD).

Expone las expresiones de Minerva Mirabal, elogiando la tiranía exclusivamente para salvar su vida y la de su familia, y lo hace con el convencimiento de que esas palabras "salían del corazón": “Que fatigada y sedienta por una lucha de siglos, esta Patria de nuestros amores había sido víctima de todas las traiciones y había recorrido toda una larga calle de amarguras, con la pesada cruz de muchas ingratitudes a cuestas. La época luctuosa que siguió a su nacimiento rosado de ideales, retrasó su crecimiento, aniquiló su infancia y destrozó su corazón en las guerras fratricidas. Hoy puede, al fin, levantar la frente con orgullo y proclamar ante el mundo libre, que ha alcanzado la felicidad que tanto anhelara para ella el padre augusto Juan Pablo Duarte. ¡Contemplad el hermoso panorama del bienestar nacional! Trujillo, cual surtidor inagotable, ha colmado esas ansias de felicidad y, adelantándose a su época como los grandes predestinados, realiza en veinte años el sueño de un siglo” (Pág. 424).

Debemos imaginar que está plenamente convencida de que por ese reconocimiento a la "magnánima obra de su padre" permanecen aún vivas Minerva y sus hermanas Patria y María Teresa ("Las Mirabal, el mayor y más doloroso símbolo de la resistencia", conocidas también como Las Mariposas). ¿Tendrá noción de lo que sucedió el 25 de noviembre de 1960, fecha que alumbró -por tan valientes mujeres vilmente asesinadas por el sátrapa- el 'Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer'?

Confiamos que los detractores de Juan Bosch no procedan de igual forma con Minerva Mirabal; la agenda que está en curso es una bien definida por el núcleo Trujillo, encabezado por Angelita y secundado por los que se adhieren a las causas más oscuras de nuestra historia, ya sea por simpatías propias, producto de la ignorancia y el desconocimiento, o por la venta de la poca conciencia que albergan, prestándose a nutrir los “mal haberes” de la oligarquía y el caliesaje.

Ha sido ardua la tarea de concluir la lectura de este ignominioso libro. El último capítulo es encubridor, fabulador, irresponsable, nauseabundo y disparatoso -en niveles superiores a los anteriores-; a fin de cuentas lo que persigue la autora es lavar la imagen de Trujillo lanzando fango a figuras como el profesor Bosch y Minerva Mirabal. De las pocas cosas ciertas que hay en él, una la podemos encontrar en la página 429, en la que manifiesta que “vivía en un mundo de fantasías”. Indudablemente; es el mundo en el que se desarrolló. Ya lo habíamos expresado en los comentarios del capítulo VI: “...Su vida transcurrió en barcos, yates, aviones, caballos, carros de lujo y alfombras rojas, desde donde todo se ve color de rosa”. (El lector no debe confundir la aristocrática vida de la que disfrutó con los malsanos vicios que prohijó de su origen pequeñoburgués).

Trujillo fue muerto a balazos el 30 de mayo del 1961 mientras circulaba por la Avenida George Washington. Los actores principales de la gesta heroica fueron Antonio de la Maza, Juan Tomás Díaz, Modesto Díaz, Luis Manuel Cáceres (Tunti), Roberto Pastoriza, Huáscar Tejeda, teniente Amado García Guerrero, Salvador Estrella Sadhalá, Pedro Livio Cedeño, Antonio Imbert Barreras, Luís Amiama Tió y otros. “La gesta fue heroica pues mucho valor y determinación había que tener para llevarla a cabo, aunque dos de sus actores, los únicos sobrevivientes, no merezcan ser llamados "próceres", debido a su participación directa en el derrocamiento de Juan Bosch en 1963 y al apoyo incondicional que brindaron a la invasión norteamericana del 1965, presidiendo, uno de ellos, el llamado Gobierno de Reconstrucción Nacional, que, además de oponerse a la restauración de la institucionalidad con el retorno del profesor Juan Bosch al poder, se enfrentó a los constitucionalistas y accionó en su contra aliado a las tropas invasoras” (NH, El Día de la Libertad, 31 de mayo de 2008). ¡Gloria eterna a nuestros próceres que llevaron a cabo tan heroica gesta!

El nombre de Trujillo debe permanecer junto al de Satanás, que debe estar sufriendo con el monstruo que le hace compañía. Es necesario anular todos los intentos de Angelita Trujillo y sus secuaces de santificar a su padre. Trujillo asesinó más de veinte mil seres humanos, y ella es tan cómplice como sus hijos y otros familiares que han disfrutado, con el dinero del pueblo dominicano, de vidas propias de la más distinguida aristocracia de la época medieval.

No podemos concluir sin mostrar a los dominicanos y al mundo la carta que Juan Bosch envió al tirano el 27 de febrero de 1961, 93 días antes de su ejecución, y en la que, con clara visión y científica interpretación, delineaba la culminación de una de las tiranías más feroces que conoce la historia universal moderna.
Póker de Espanto en el Caribe, obra maestra de Juan Bosch donde retrata con precisión milimétrica la perversa figura de Rafael Leónidas Trujillo Molina

Carta de Juan Bosch a Trujillo
27 de febrero de 1961

General:

En este día, la república que usted gobierna cumple ciento diecisiete años. De ellos, treinta y uno los ha pasado bajo su mando; y esto quiere decir que durante más de un cuarto de su vida republicana el pueblo de Santo Domingo ha vivido sometido al régimen que usted creó y que usted ha mantenido con espantoso tesón.

Tal vez usted no haya pensado que ese régimen haya podido durar gracias, entre otras cosas, a que la República Dominicana es parte de la América Latina; y debido a su paciencia evangélica para sufrir atropellos, la América Latina ha permanecido durante la mayor parte de este siglo fuera del foco de interés de la política mundial. Nuestros países no eran peligrosos; y por tanto no había por qué preocuparse de ellos. En esa atmósfera de laissez faire (dejar hacer), usted podía permanecer en el poder por tiempo indefinido; podía aspirar a estar gobernando todavía en Santo Domingo al cumplirse el sesquicentenario de la república, si los dioses le daban vida para tanto.

Pero la atmósfera política del Hemisferio sufrió un cambio brusco a partir del 1º de enero de 1959. Sea cual sea la opinión que se tenga de Fidel Castro, la historia tendrá que reconocerle que ha desempeñado un papel de primera magnitud en ese cambio de atmósfera continental, pues a él le correspondió la función de transformar a pueblos pacientes en pueblos peligrosos. Ya no somos tierras sin importancia, que pueden ser mantenidas fuera del foco de interés mundial. Ahora hay que pensar en nosotros y elaborar toda una teoría política y social que pueda satisfacer el hambre de libertad, de justicia y de pan del hombre americano.

Esa nueva teoría es un aliado moral de los dominicanos que luchan contra el régimen que usted ha fundado; y aunque llevado por su instinto realista y tal vez ofuscado por la desviación profesional de hombre de poder, usted puede negarse a reconocer el valor político de tal aliado, es imposible que no se dé cuenta de la tremenda fuerza que significa la unión de ese factor con la voluntad democrática del pueblo dominicano y con los errores que usted ha cometido y viene cometiendo en sus relaciones con el mundo americano.

La fuerza resultante de la suma de los tres factores mencionados va a actuar precisamente cuando comienza la crisis para usted; sus adversarios se levantan de una postración de treinta y un años en el momento en que usted queda abandonado a su suerte en medio de una atmósfera política y social que no ofrece ya alimento a sus pulmones. En este instante histórico, su caso puede ser comparado al del ágil, fuerte, agresivo y voraz tiburón, conformado por miles de años para ser el terror de los mares, al que el inesperado cataclismo le ha cambiado el agua de mar por ácido sulfúrico; ese tiburón no puede seguir viviendo.

No piense que al referirme al tiburón lo he hecho con ánimo de establecer comparaciones peyorativas para usted. Lo he mencionado porque es un ejemplo de ser vivo nacido para atacar y vencer, como estoy seguro que piensa de sí mismo. Y ya ve que ese arrogante vencedor de los abismos marítimos puede ser inutilizado y destruido por un cambio en su ambiente natural, imagen fiel del caso en que usted se encuentra ahora.

Pero sucede que el destino de sus últimos días como dictador de la República Dominicana puede reflejarse con sangre o sin ella en el pueblo de Santo Domingo. Si usted admite que la atmósfera política de la América Latina ha cambiado, que en el nuevo ambiente no hay aire para usted, y emigra a aguas más seguras para su naturaleza individual, nuestro país puede recibir el 27 de febrero de 1962 en paz y con optimismo; si usted no lo admite y se empeña en seguir tiranizándolo, el próximo aniversario de la república será caótico y sangriento; y de ser así, el caos y la sangre llegarán más allá del umbral de su propia casa, y escribo casa con el sentido usado en los textos bíblicos.

Es todo cuanto quería decirle, hoy, aniversario de la fundación de la República Dominicana. [Míos son los paréntesis y las itálicas, NH]
Además de analizar la obra de Angelita Trujillo nos propusimos honrar la memoria de Juan Bosch usando cuanto escribió en su lucha contra la tiranía. Las citas abarcan los 31 años de dictadura y ponen de relieve el papel protagónico que ejerció en el exilio combatiendo al déspota de Rafael Leónidas Trujillo Molina. El boschismo ha sido la herramienta con la que analizamos las clases que sustentaron la tiranía y definimos las inclinaciones del tirano en una sociedad en la que implementó, a sangre y fuego, el desarrollo capitalista.

Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
4 de julio de 2010