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.- Fidel Castro


Preponderancia histórica y política de Fidel Castro, líder de la Revolución cubana de 1959 que dio al traste con la servil y corrupta dictadura de Fulgencio Batista


Fidel Castro: La invasión de Playa Girón significó no la primera agresión imperialista a un pueblo de América Latina, significó no el primer acto de barbarie de los imperialistas yankis, no su primera salvajada, no su primer acto intervencionista; agresiones, intervenciones, salvajadas y crímenes, habían cometido muchos contra pueblos hermanos de América Latina. Son muy pocos los pueblos de este continente que no sepan lo que es la intervención, la piratería, el filibusterismo y el zarpazo de los yankis, comenzando por Puerto Rico, país latinoamericano al que convirtieron en una colonia. Playa Girón significó la primera derrota del imperialismo yanki en la América Latina, y —como dijo recientemente el compañero Guevara—: 'la primera, mas no la última'. Nuevas derrotas recibirán los imperialistas; las recibirán en nuestra tierra si nos agreden, y las recibirán en otras tierras, en manos de otros pueblos a los cuales esclavizan (DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO EN LA CELEBRACIÓN DEL TERCER ANIVERSARIO DE LA VICTORIA DEL PUEBLO DE CUBA EN PLAYA GIRÓN/19 DE ABRIL DE 1964)




Trayectoria revolucionaria

.- Espíritu guerrillero, fidelidad, fe
.- En la Sierra Maestra

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.- Producción y defensa
.- Solidaridad, internacionalismo proletario y defensa

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.- Defensa, derechos, niñez
.- Fidel, militante revolucionario

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.- Revolución, defensa, internacionalismo


Tomado de:


Resumir en breve espacio ocho décadas de su fecunda vida es un propósito inalcanzable. Por eso ni siquiera pretendimos hacer un esbozo biográfico. Cuando más, un breve repaso de su trayectoria como revolucionario, término que sintetiza muchos otros méritos, cualidades y virtudes de uno de los más importantes protagonistas de la Historia de Cuba y del mundo.
Es tarea difícil para cualquiera, más para sus compatriotas, definirlo. No solo por el desafío de encontrar las palabras exactas. Su rechazo al elogio y a que se califique con su nombre o su apellido la Revolución, es de sobra conocido. De Martí, siempre ha dicho preferir más que ninguna otra la afirmación de que “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”.

Pero es más difícil, en ocasiones como esta, abstenerse del reconocimiento público que merece su aporte a la Revolución que, juntos y bajo su guía, resistiendo siempre, seguimos haciendo por esta Patria que es la Humanidad. No reconocerle sus méritos, sería negarnos a la justicia que con los hechos de su propia existencia nos ha enseñado.

Valgan entonces las imágenes siguientes, acompañadas de expresiones de su pensamiento a lo largo de estos años, como homenaje de esta revista por las ocho décadas de su vertical, digna y fecunda vida, querido Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

.- Espíritu guerrillero, fidelidad, fe

“Yo nací en 1926, el 13 de agosto; creo que como a las 2:00 de la madrugada. Parece que la noche pudo haber influido después en mi espíritu guerrillero, en la actividad revolucionaria”.

“Estoy completamente de acuerdo con mi nombre, por la fidelidad y por la fe. Unos tienen una fe religiosa y otros otra; pero sí he sido un hombre de fe, confianza, optimismo”.

“Creo que toda la vida tuve una idea de lo justo y de lo injusto, y bastante temprano porque lo vi y lo sufrí. Creo que el ejercicio físico y el deporte también pueden enseñar: el rigor, la capacidad de soportar un esfuerzo grande, la voluntad de alcanzar un objetivo, la disciplina que uno se impone a sí mismo” (Fidel y la religión. Conversaciones con Frei Betto).

Fidel tras el presidio

“Quien está hablando aborrece con toda su alma la vanidad pueril y no están ni su ánimo ni su temperamento para poses de tribuno ni sensacionalismo de ninguna índole. En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no la ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos. Condenadme, no importa, La historia me absolverá” (La historia me absolverá. Alegato de defensa en el juicio del Moncada, 16 de octubre de 1953).

“Con todo el respeto y la admiración de quien parte mañana para emprender una lucha de la que no se regresa o se regresa con la tiranía descabezada a los pies”. Dedicatoria de una foto, fechada el 6 de julio de 1955.

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.- En la Sierra Maestra

“Ya estoy haciendo las maletas para marcharme de Cuba, aunque hasta el dinero del pasaporte he tenido que pedirlo prestado, porque no se va ningún millonario, sino un cubano que todo lo ha dado y lo dará por Cuba. Volveremos cuando podamos traerle a nuestro pueblo la libertad y el derecho a vivir decorosamente, sin despotismo y sin hambre”.

“Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero” (Carta a Celia Sánchez. Sierra Maestra, junio 5 de 1958).

Revolución triunfante

En la Sierra Maestra, con sus compañeros de lucha, haciendo realidad las ideas que ya había expresado en el Manifiesto La Historia me absolverá: “Somos cubanos, y ser cubano implica un deber, no cumplirlo es un crimen y es traición”.

Durante los meses de febrero y marzo de 1958, me vi en la necesidad de dedicar atención a un flujo creciente de periodistas, tanto cubanos como extranjeros, llegados a la Sierra. Nuestra lucha en las montañas de Oriente ya era motivo de interés en el mundo. Entre los visitantes recibidos se contaron el argentino Jorge Ricardo Masetti, autor después de un hermoso libro sobre nuestra lucha; el ecuatoriano Ricardo Bastidas, asesinado por los cuerpos represivos de la tiranía batistiana; el mexicano Manuel Camín y el uruguayo Carlos María Gutiérrez, quienes publicaron buenos reportajes en la prensa de sus países; el español Enrique Meneses, autor de algunas de las fotos emblemáticas de la lucha en la Sierra; los norteamericanos Homer Bigart, Ray Brennan y otros (Fidel Castro/Cuba Debate).

Con Celia Sánchez, combatiente insustituible ("la flor más autóctona de la Revolución", como se le conocía. Sería imposible escribir la historia de Fidel Castro sin reflejar a la vez la vida de Celia Sánchez).

Celia organizó en 1956 una red humana de apoyo a los expedicionarios del yate Granma, y al morir, en 1980, dejó una estela de simpatía por su modestia, amor a la naturaleza, atención a los humildes y vocación martiana (Cuba Debate).

La Caravana de la Libertad, que entró a La Habana con Fidel a la cabeza aquel histórico 8 de enero de 1959, abrió una época nueva para los destinos de la Patria.

La Caravana de la Libertad salió de Santiago de Cuba el 2 de enero de 1959, visitando cada pueblo a su paso, hasta llegar a La Habana el 8 de enero, recorriendo en total más de 1,000 kilómetros. "Estamos en un momento decisivo de nuestra historia. La tiranía ha sido derrotada. La alegría es inmensa; sin embargo, queda mucho por hacer todavía. No nos engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil. Quizás en lo adelante, todo sea más difícil" (Fidel Castro).

La Ley de Reforma Agraria comenzó a solucionar lo que llamó en La Historia me absolverá como “el problema de la tierra”.

A escasos cuatro meses y medio del triunfo revolucionario, el 17 de mayo de 1959 fue proclamada la Reforma Agraria, que proscribió el latifundio y gratuitamente convirtió en propietarias a 150,000 familias que tenían que pagar por las parcelas que cultivaban. Otras 200,000 resultaron beneficiadas mediante formas de posesión que no implicaron la propiedad. ¿Cuántos se beneficiaron? Millones, pero sobre todo la patria recobraba para sí y para sus hijos el derecho a la tierra. ¿A qué precio? La sangre y el sacrificio de generaciones de cubanos. Mas no fue suficiente, la Ley lesionaba los intereses de la oligarquía de los latifundistas, a pesar de que en su concepción no había primado un espíritu de revancha y reconocía el derecho a la indemnización por los bienes expropiados a pagar en bonos (Cuba Debate).

Contra Fidel ni en la pelota, aseguró Camilo Cienfuegos resumiendo un sentimiento de fidelidad presente en todo su pueblo.

Camilo Cienfuegos procedía de una familia española acomodada; desde 1954 formó parte de grupos universitarios contrarios al régimen de Batista. Fue fichado por la policía política y hubo de emigrar a Estados Unidos y luego a México, donde se integró en el grupo revolucionario que organizaba Fidel Castro. Fue el compañero de cien batallas –como lo catalogara el Che-, el hombre de confianza de Fidel en los momentos difíciles de la guerra y el luchador abnegado que hizo siempre del sacrificio un instrumento para templar su carácter y forjar el de la tropa... Camilo era Camilo, señor de la vanguardia, guerrillero completo que se imponía por esa guerra con colorido que sabía hacer. Amigo inseparable del Che, dedicó los días finales de su vida a denunciar la conspiración promovida por el traidor Huber Matos en Camagüey. Solo contaba con 27 años de edad cuando, aquel 28 de octubre de 1959, desapareció en el mar rebelde para resurgir en una bella tradición que cada año llena las aguas cubanas de flores (Radio Cadena Agramonte).

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.- Producción y defensa

Asumiendo las más comunes de las funciones del pueblo, siempre dispuesto a fomentar con su ejemplo las tareas prioritarias de la Revolución.

"La Revolución que estamos haciendo nosotros no es la Revolución que nosotros queremos; la Revolución que nosotros queremos es la Revolución que van a hacer ustedes. La sociedad que nosotros vivimos no es la sociedad que nosotros queremos. La sociedad que nosotros queremos es la sociedad en la que van a vivir ustedes. A nosotros nos ha correspondido el privilegio de empezar a hacer esa Revolución, a nosotros nos ha correspondido la oportunidad de comenzar. A ustedes sí que les corresponderá el privilegio de llevarla adelante. A nosotros nos han correspondido tal vez los momentos más duros, los más difíciles; nos ha tocado el momento de la Revolución en que las ideas tienen que abrirse paso por entre el bosque de los prejuicios, de los hábitos, de las costumbres y de las ideas de la sociedad vieja. A nosotros nos ha correspondido lidiar con toda la herencia que nos dejó el pasado. Pero en cambio, confesamos que nosotros sentimos una emoción profunda; nosotros sentimos una compensación muy grande cuando empezamos a ver en ustedes, cuando empezamos a ver en este contingente inmenso de jóvenes, los frutos de la Revolución que estamos haciendo." (Fidel Castro)

Durante todos estos años de Revolución, se ha multiplicado también en las tareas productivas: lo mismo en la zafra azucarera, que sembrando pinos en Mayarí, para fomentar la importantísima reforestación de la Isla.

"Se ha organizado el Ministerio de la Industria Azucarera, la industria azucarera ha sido colocada en el lugar jerárquico que le corresponde dentro de nuestra economía, y el trabajo de los azucareros es ya el más importante trabajo de nuestra economía. Yo sé que ustedes aman la industria azucarera, yo sé que ustedes aman la caña, yo sé que ustedes aman el azúcar, yo sé que ustedes estaban anhelando esta oportunidad; esta oportunidad por fin se presenta. ¡Ahora a cumplir los acuerdos, a tomar estos acuerdos con espíritu, a tomar estos acuerdos con honor! ¡Comprometamos nuestro honor de revolucionarios en este programa...! (DISCURSO EN LA PLENARIA NACIONAL AZUCARERA CONVOCADA POR EL SNTIA Y EL MINAZ, EN EL SALON DE ACTOS DEL PALACIO DE LOS TRABAJADORES/Fidel Castro/[10 de Octubre de 1964).

En Playa Girón comandó las tropas que inflingieron la primera gran derrota al imperialismo en América, para que la primavera pudiera seguir limpia y feliz, como dijo el poeta.

"La invasión de Playa Girón significó no la primera agresión imperialista a un pueblo de América Latina, significó no el primer acto de barbarie de los imperialistas yankis, no su primera salvajada, no su primer acto intervencionista; agresiones, intervenciones, salvajadas y crímenes, habían cometido muchos contra pueblos hermanos de América Latina. Son muy pocos los pueblos de este continente que no sepan lo que es la intervención, la piratería, el filibusterismo y el zarpazo de los yankis, comenzando por Puerto Rico, país latinoamericano al que convirtieron en una colonia. Playa Girón significó la primera derrota del imperialismo yanki en la América Latina, y —como dijo recientemente el compañero Guevara—: “la primera, mas no la última”. Nuevas derrotas recibirán los imperialistas; las recibirán en nuestra tierra si nos agreden, y las recibirán en otras tierras, en manos de otros pueblos a los cuales esclavizan (DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO EN LA CELEBRACIÓN DEL TERCER ANIVERSARIO DE LA VICTORIA DEL PUEBLO DE CUBA EN PLAYA GIRÓN/19 DE ABRIL DE 1964).

"¡Hoy más que nunca, me siento orgulloso de ser hijo de este pueblo!", aseguró Fidel durante la comparecencia donde explicó a los cubanos detalles de las conversaciones sostenidas con el Secretario General interino de las Naciones Unidas, U Thant, a propósito de la crisis de los cohetes.

“Si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo al que trataré de ser fiel hasta la última consecuencia de mis actos”, le escribió el Che en su carta de despedida, cuando partió a entregar sus esfuerzos en “otras tierras del mundo”.

Unidad para la defensa

“La dispersión de las fuerzas es la muerte de la Revolución; la unión de todos los revolucionarios es la muerte de la dictadura” (Artículo BASTA YA DE MENTIRAS, escrito en la prisión de Miguel Schultz, México, el 9 de julio de 1956).

“¿Que es firme la posición de la Revolución? ¡Firmísima! Y sin vacilaciones de ninguna índole. ¿Que nosotros vamos a seguir llevando nuestra Revolución adelante? ¡Vamos a seguir llevándola adelante, sin pestañar y sin vacilaciones, y sin dar un solo paso atrás, ni para coger impulso como dice el pueblo!” (Día Internacional de los Trabajadores, Plaza de la Revolución. José Martí, La Habana 1ro de mayo de 1961).

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.- Solidaridad, internacionalismo proletario y defensa

Ha llevado la solidaridad y el internacionalismo proletario hasta cotas muy altas. En la foto, durante una visita a Viet Nam, en 1973.

“Las balas pueden tronchar vidas. Las balas enemigas y traicioneras pueden atravesar el pecho, pueden atravesar la frente, pueden atravesar la carne, pueden atravesar los huesos, pueden atravesar el corazón, pueden inmolar a un hombre. ¡Pero lo que no podrán jamás esas balas criminales será inmolar las ideas, tronchar la causa, atravesar la bandera y la justicia que esos hombres defendieron con sus cuerpos!".

“¡Los hombres podemos caer, pero las ideas que defendemos no caerán jamás!” (Honras fúnebres de combatientes caídos en lucha contra un grupo mercenario. Poblado La Máquina, Gran Tierra, Baracoa, 19 de abril de 1970).

Hablar mucho con los jóvenes ha sido siempre principio y placer.

Fidel Castro advirtió a los jóvenes que "las ideas revolucionarias deben estar siempre en guardia a medida que la humanidad multiplique sus conocimientos", luego de explicar cómo influyeron en él los idearios de Marx y Lenin. "Las nuevas generaciones de jóvenes cubanos harán llegar su mensaje, que nació de la experiencia vivida por su Patria, cumplirán un deber sagrado que le impuso la época que les correspondió vivir. Lo harán con humildad y con la verdad en la mano, sin la estúpida creencia en superioridades raciales o nacionales de índole alguna. Me he preguntado muchas veces: ¿Por qué tienen que morir nuestros niños y nuestros adolescentes? ¿Por qué tienen que morir nuestros jóvenes? ¿Por qué tienen que desaparecer las inteligencias donde tantas virtudes podrían sembrarse y cultivarse? ¿Por qué tienen que morir sus padres en guerras fratricidas?".

“¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desparecido la filosofía de la guerra!” (Discurso pronunciado en la ONU, 26 de septiembre de 1960).

"En el discurso del premier Nikita Jruschov hay una afirmación que nos llamó poderosamente la atención, por el valor que encierra, y fue cuando dijo que "la Unión Soviética no tenía colonias, ni tenía inversiones en ningún país". ¡Ah!, qué formidable sería nuestro mundo, nuestro mundo hoy amenazado de cataclismos, si los delegados de todas las naciones pudieran decir igual: "¡Nuestro país no tiene ninguna colonia, ni tiene ninguna inversión en ningún país extranjero!". ¿Para qué darle más vuelta a la cuestión? Este es el quid de la cosa, incluso, el quid de la paz y de la guerra, el quid de la carrera armamentista o del desarme. Las guerras, desde el principio de la humanidad, han surgido, fundamentalmente, por una razón: el deseo de unos de despojar a otros de sus riquezas. ¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra! ¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!"

“Si queremos un modelo de hombre, un modelo de hombre que pertenece al futuro, ¡de corazón digo que ese modelo sin una sola mancha en su conducta, sin una sola mancha en su actitud, sin una sola mancha en su actuación, ese modelo es el Che!”

Che, hombre futuro, siglo XXI

“No hay hombres cobardes ni hombres valientes, no hay pueblos cobardes o pueblos valientes, no hay soldados cobardes o soldados valientes. El valor depende de la motivación que el hombre tiene, que el soldado tiene. Cuando el soldado defiende su Patria, cuando defiende una causa justa es muy valiente. Cuando el soldado se ve obligado a defender una mala causa, a cometer un crimen o un acto de agresión, a la larga se desmoraliza, no es valiente” (Discurso pronunciado en la Plaza 1 de Mayo, Luanda, Angola, 27 de marzo de 1977).

"Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla” (Despedida de duelo de las víctimas del crimen de Barbados, 15 de octubre de 1976).

Conmoverá por siempre el sabotaje de un avión de cubana frente a las costas de Barbados que ocasionó la muerte a 73 personas. El 6 de octubre de 1976 es una fecha que el pueblo de Cuba evoca de manera dolorosa y considera lo ocurrido aquel día un acto de barbarie del imperialismo yanqui, el enemigo número uno de la humanidad, "el monstruo revuelto y brutal" como lo definió muy bien José Martí. La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos no escogió para realizar el sabotaje a una unidad militar, ni siquiera a una nave de las Fuerzas Aéreas Revolucionarias (FAR) de Cuba, sino a un avión de pasajeros donde viajaban ciudadanos de varios países, entre ellos los integrantes del equipo juvenil de esgrima de Cuba. Este solo hecho bastaría para acusar al vecino poderoso de genocida, pero antes y después del crimen de Barbados ocurrieron otros dirigidos igualmente contra personas indefensas. Recordemos a los habitantes de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagazaki, bombardeadas atómicamente durante la Segunda Guerra Mundial. "No podemos decir que el dolor se comparte. El dolor se multiplica. Millones de cubanos lloramos hoy junto a los seres queridos de las víctimas del abominable crimen. ¡Y cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla!" [Fidel Castro (Cultura Hlg Cuba)].

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.- Defensa, derechos, niñez

Ha sido, desde los días de la Sierra, firme apoyo para la incorporación de la mujer en todos los frentes de la Patria.

"Cuando nosotros llegamos esta noche aquí, le dije a un compañero que este fenómeno de las mujeres en la Revolución era una revolución dentro de otra revolución. Y si a nosotros nos preguntaran qué es lo más revolucionario que está haciendo la Revolución, responderíamos que lo más revolucionario que está haciendo la Revolución es precisamente esto; es decir, la revolución que está teniendo lugar en las mujeres de nuestro país. Si nos preguntaran cuáles son las cosas que más nos han enseñado en la Revolución, responderíamos que una de las lecciones más interesantes que los revolucionarios estamos recibiendo en la Revolución es la lección que nos están dando las mujeres... ¡Que vivan las mujeres cubanas! ¡Qué viva el espíritu revolucionario, la disciplina, la devoción de las mujeres cubanas! ¡Que viva la revolución femenina dentro de la Revolución socialista!" (DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO EN LA CLAUSURA DE LA V PLENARIA NACIONAL DE LA FMC/9 DE DICIEMBRE DE 1966).

La prédica martiana de que “nada es más importante que un niño”, acompaña a la Revolución Cubana desde su nacimiento.

“Las armas son únicamente el recurso forzoso que nos impone la necesidad de defendernos frente a las amenazas y las agresiones del enemigo. Las glorias a las que aspira nuestro pueblo son las del trabajo creador. ¡Sabremos luchar por ellas!” (Clausura de la reunión de la Presidencia del Consejo Mundial de la Paz. Palacio de las Convenciones, Ciudad de La Habana, 21 de abril de 1981).

“Nunca hemos aspirado a que nos entreguen las gloriosas banderas y los principios que el movimiento revolucionario ha sabido defender a lo largo de su heroica y hermosa historia, pero si el destino nos asignara el papel de quedar un día entre los últimos defensores del socialismo, en un mundo donde el imperio yanki lograra encarnar los sueños de Hitler de dominar el mundo, sabríamos defender hasta la última gota de sangre este baluarte” (Ceremonia nacional de despedida de duelo a combatientes internacionalistas, 7 de diciembre de 1989).

Fidel, Chávez y los acuerdos de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), han inaugurado una nueva era para el continente.

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA) se creó el 14 de diciembre de 2004 por un acuerdo suscrito en La Habana entre los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Cuba, Fidel Castro, con la finalidad de implementar un modelo de comercio que enfatizara la cooperación, la liberación y la justicia, en lugar de la explotación, la dominación y la opresión. Fue propuesta por primera vez en ese mismo mes de 2001 por el mandatario venezolano. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América nace como una respuesta a la propuesta de crear un Área de Libre Comercio en las Américas. En un marcado contraste al modelo neoliberal que Estados Unidos trató de imponer, el ALBA se basa en la solidaridad y la ayuda mutua (Correo del Orinoco).

El béisbol, pasión irresistible en toda su trayectoria revolucionaria.

Privilegio de dirigir Cuba

"No es cuestión de hombres. Ha sido un privilegio para muchos de nosotros haber estado aquí en la Revolución durante muchos años. Es un honor el que nos hacen los imperialistas cuando nos quieren expulsar de la Revolución, cuando nos quieren expulsar de la patria, cuando nos quieren expulsar de nuestras responsabilidades, porque saben que con nosotros no hay arreglo indigno. ¡Pero se equivocan! ¡No importa los que estén aquí; detrás de los que están aquí, vendrán otros como ustedes y serán iguales o mejores que nosotros! Pueden desaparecernos uno a uno y tendrán que llegar hasta el último; y el último, junto al último tronco, con el último fusil, como decía Martí, combatiendo" (Acto de entrega de la Declaración de los Mambises del Siglo XX, Plaza de la Revolución, José Martí, 15 de marzo de 1997).

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.- Fidel, militante revolucionario

“Fundador, jefe y guía de nuestro Partido y del primer Estado socialista de América”. Así lo reconoció el Primer Congreso del PCC en 1975.

"Nosotros, todos los compañeros del Comité Central, del Buró Político, del Secretariado, y los delegados al Congreso, hemos vivido días de emociones que parecían insuperables. Pero al llegar hoy a esta Plaza, hemos visto la más grande concentración en la historia de la Revolución. Y ello nos indica la atención, el interés con que nuestro pueblo ha seguido el Congreso, lo cual expresa en la tarde de hoy. Y lo que nuestro pueblo siente, experimenta en este acto, es esa sensación de seguridad, de continuidad histórica que brinda nuestro Partido; lo que nuestro pueblo quiere expresar en el día de hoy es que siente y que comprende que la Revolución es más fuerte y la Revolución es más segura que nunca. Lo que nuestro pueblo siente y expresa es esa convicción de que el país ha avanzado, que la Revolución es indestructible, que la Revolución se organiza, se institucionaliza y avanza hacia el porvenir, sin que ya nada ni nadie la pueda detener. Lo que nuestro pueblo expresa es la confianza en sí mismo, la convicción que alberga acerca de su porvenir. Nuestro pueblo expresa hoy la seguridad en el futuro, que ve a través de su Partido, el Partido Comunista de Cuba. Nuestro pueblo sabe quiénes integran el Partido, sabe que esos militantes fueron seleccionados en los centros de trabajo con la activa participación de las masas; sabe que en el Partido militan los mejores obreros, sabe que en el Partido militan los mejores ciudadanos, y sabe que para el Congreso los comunistas eligieron entre los mejores comunistas para trazar la línea del Partido. Y por eso, nuestro pueblo se siente representado en el Partido. Pero además, las tesis más importantes fueron discutidas con todo el pueblo. El pueblo participó en la elaboración de esas tesis y en la elaboración de la política de los años futuros. ¡Y por eso sabe que las tesis y los acuerdos del Congreso son sus tesis y son sus acuerdos!" (DISCURSO PRONUNCIADO POR FIDEL CASTRO EN LA CLAUSURA DEL PRIMER CONGRESO DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA/22 DE DICIEMBRE DE 1975).

Siempre en la primera línea.

Más de un millón de personas se congregaron en La Habana para protestar contra la Sección de Intereses, la sede diplomática estadounidense que proyectaba en un panel mensajes sobre derechos humanos de Martin Luther King, Mahatma Gandhi y hasta del propio genocida George Busch. Se movilizaron, junto a Fidel Castro, el dirigente sandinista Daniel Ortega y el niño Elián González. Con su tradicional uniforme verde olivo, Fidel ocupó un podio en la Tribuna Anti-imperialista, instalada frente a la Sección de Intereses, para dirigirse a la población. Castro convocó la movilización en protesta por las provocaciones de EE. UU., y acusó al gobierno del presidente George W. Bush de intentar romper los precarios lazos que mantiene con La Habana y de planear liberar al terrorista Luis Posada Carriles, principal organizador y autor intelectual, junto a Orlando Bosch, del brutal atentado contra un avión de Cubana de Aviación, frente a las costas de Barbados, el 6 de octubre de 1976, en el que perdieron la vida 73 personas. "Las provocaciones de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana son un grosero ultraje a la dignidad del pueblo cubano".

A la batalla por la liberación del pequeño Elián González, inicio de nuestra Batalla de Ideas; dedicó cuerpo, alma e inteligencia.

El 21 de noviembre de 1999 Elizabeth Brotón se embarcó con su hijo Elián en una lancha clandestina con el propósito de llegar a Miami. El bote zozobró en pleno estrecho de la Florida con 14 pasajeros a bordo. Elián, que entonces tenía cinco años, sobrevivió milagrosamente al naufragio, aferrado a un neumático, en un mar infestado de tiburones; estuvo 48 horas a la deriva, hasta que unos pescadores estadounidenses lo encontraron, el 25 de noviembre, día de Acción de Gracias en Estados Unidos. El niño fue secuestrado por contrarrevolucionarios en Miami con el apoyo de familiares lejanos, lo que originó una agria disputa con Juan Miguel González, su padre, residente en Cuba. El exilio convirtió el caso Elián en una bandera anticastrista y "luchó" ante los tribunales de EE. UU. para que el pequeño se quedase en Miami. En Cuba, la batalla por su regreso la encabezó Fidel Castro con una campaña patriótica sin precedentes; tras siete meses de disputas legales, Elián regresó con su padre a Cuba (Resumen de prensa de varias fuentes).

«Removeremos cielo y tierra!, y la responsabilidad total por cada átomo de sufrimiento del niño, y no solo del niño, del padre que sufre terriblemente, en especial cuando no lo dejan ni hablar por teléfono, y los abuelos que sufren terriblemente, y los compañeritos de escuela, que son 900 y sufren terriblemente, como sé que sufren los millones de pioneros que hay en nuestro país, es de las autoridades de Estados Unidos...

«Nuestro arsenal de armas inteligentes es infinito, porque cada uno de ustedes, cuando desfila o cuando va allí a una concentración y grita: "Devuelvan a Elián", "Que Elián regrese", "Salvemos a Elián", "Liberen a Elián", está usando armas inteligentes contra las cuales no hay defensa posible» (Fidel Castro).

“Creo que mi contribución a la Revolución Cubana consiste en haber realizado una síntesis de las ideas de Martí y del marxismo-leninismo, y haberla aplicado consecuentemente en nuestra lucha”, le dijo en entrevista a Frei Betto.

Contribución; Aporte; Revolución;
Batalla de ideas


“Puesto que usted ha decidido que nuestra suerte está echada, tengo el placer de despedirme como los gladiadores romanos que iban a combatir en el circo: Salve, César, los que van a morir te saludan".

“Sólo lamento que no podría siquiera verle la cara, porque en ese caso usted estaría a miles de kilómetros de distancia, y yo estaré en la primera línea para morir combatiendo en defensa de mi patria” (Proclama de un adversario al gobierno de los Estados Unidos, Tribuna Antiimperialista, 14 de mayo del 2004).

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.- Revolución, defensa, internacionalismo

"Mientras exista el imperialismo, el Partido, el Estado y el pueblo les prestarán a los servicios de la defensa la máxima atención. La historia enseña con demasiada elocuencia que los que olvidan este principio no sobreviven al error” (Del Informe Central al Primer Congreso del Partido, 1975).

Durante la Operación Tributo, el Comandante en Jefe, junto a todos los cubanos, rindió homenaje a los soldados internacionalistas caídos.

La Operación Tributo fue realizada en Cuba en 1989 para identificar, trasladar de regreso a territorio nacional y dar sepultura a los restos mortales de los cubanos caídos en misiones internacionalistas en otros países, símbolo de que una época se cerraba en la historia de la revolución cubana. Durante los años de esta ayuda solidaria, el Gobierno cubano informaba a los familiares de la muerte de un combatiente, en combate o por accidentes y enfermedad. Pero resultaba imposible en medio de la guerra, en tierras lejanas, repatriar los cadáveres y sepultarlos en sus lugares de origen. Ya el General de Ejército Raúl Castro, Ministro de las FAR, el 12 de diciembre de 1976 había dicho: "De Angola nos llevaremos la entrañable amistad que nos une a esa heroica nación y el agradecimiento de su pueblo y los restos mortales de nuestros queridos hermanos caídos en el cumplimiento del deber". La tarea se hizo posible tras la victoria cubana en la Guerra de Angola, y la firma de los acuerdos de paz en diciembre de 1988 (Cuba Militar, la enciclopedia militar cubana).

“Esa bandera, ese cielo y esta tierra, la defenderemos al precio que sea necesario y al costo que sea necesario”, aseveró Fidel el 1ro de mayo de 1964.

"El día en que todos los pueblos del mundo se reúnan y digan que desaparezca la soberanía sobre el espacio aéreo, nosotros decimos: que desaparezca la soberanía del espacio aéreo. Incluso, el día que todos los pueblos del mundo se reunieran y dijeran: que desaparezcan las banderas, nosotros diríamos con el mundo: desaparezcan las banderas. El día que los pueblos del mundo tuvieran una ley para todo el mundo, nosotros acataríamos esa ley. Pero mientras el concepto de soberanía exista como prerrogativa de las naciones y de los pueblos independientes, y como derecho de todos los pueblos, nosotros no aceptaremos la exclusión de nuestro pueblo de ese derecho. Mientras el mundo se rija por esos principios, mientras el mundo se rija por esos conceptos, y sean los conceptos que tengan validez universal porque son universalmente aceptados y consagrados por los pueblos, nosotros no aceptamos que se nos prive de ninguno de esos derechos, nosotros no renunciaremos a ninguno de esos derechos. Y por lo tanto, ¡esa bandera, y ese cielo, y esa tierra, los defenderemos al precio que sea necesario y al costo que sea necesario! ¿Quiere esto decir que nosotros como gobernantes del pueblo queremos llevar al pueblo a callejones sin salida? ¡No! ¿Que queremos llevar al pueblo a derramar su sangre por conceptos personales? ¡No! Entiéndase de una vez que nosotros no exponemos criterios personales, no exponemos sentimientos personales, porque en aras de sentimientos personales nosotros nunca sacrificaríamos una sola gota de sangre de nadie." (DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE FIDEL CASTRO EN CONMEMORACION AL DIA INTERNACIONAL DE LOS TRABAJADORES/1º DE MAYO DE 1964)..

Y el último, junto al último tronco, con el último fusil, como decía Martí, combatiendo.

“El camino siempre será difícil y requerirá el esfuerzo inteligente de todos. Desconfío de las sendas aparentemente fáciles de la apologética, o la autoflagelación como antítesis. Prepararse siempre para la peor de las variantes. Ser tan prudentes en el éxito como firmes en la adversidad es un principio que no puede olvidarse. El adversario a derrotar es sumamente fuerte, pero lo hemos mantenido a raya durante medio siglo”.
“No es cuestión de hombres. Ha sido un privilegio para muchos de nosotros haber estado aquí en la Revolución durante muchos años. Es un honor el que nos hacen los imperialistas cuando nos quieren expulsar de la Revolución, cuando nos quieren expulsar de la patria, cuando nos quieren expulsar de nuestras responsabilidades, porque saben que con nosotros no hay arreglo indigno. ¡Pero se equivocan! ¡No importa los que estén aquí; detrás de los que están aquí, vendrán otros como ustedes y serán iguales o mejores que nosotros! Pueden desaparecernos uno a uno y tendrán que llegar hasta el último; y el último, junto al último tronco, con el último fusil, como decía Martí, combatiendo” (Acto de entrega de la Declaración de los Mambises del Siglo XX, Plaza de la Revolución José Martí, 15 de marzo de 1997).
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La mayor crisis de la era nuclear

I.- Surge una idea audaz e inesperada
II.- Nacimiento y aprobación de la Operación “Anadir”

***

III.- Algunos errores de apreciación
IV.- ¡Manos a la obra!

***

V.- Una reunión histórica y una decisión de última hora
VI.- La travesía, ¿en qué condiciones?

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VII.- Ocupando posiciones
VIII.- Si estamos haciendo una cosa absolutamente legal, absolutamente justa, ¿por qué ocultarlo?

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IX.- Si Jruschov hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la crisis
X.- No puede haber política sin ética



XI.- Un secreto compartido por miles y miles de personas
XII.- Nunca rendiremos cuentas de nuestra soberanía

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XIII.- La clave que nunca se usó: “Al Director: la cosecha de caña de azúcar marcha con éxito”
XIV.- La histeria se desencadena

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XV.- Atacar o no atacar, he ahí la cuestión
XVI.- Bloqueo, pero después el golpe aéreo

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XVII.- La Crisis en pleno apogeo
XVIII.- ¿Había llegado la hora para una invasión a Cuba?

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XIX.- Crecen las tensiones; se desata la guerra mediática
XX.- La respuesta de la Revolución

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XXI.- El hacha de piedra estaba al doblar de la esquina
XXII.- Moscú ofrece fórmulas incoherentes para solucionar la Crisis, sin contar con Cuba

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XXIII.- Controversia sobre la orden que derribó al U-2
XXIV.- ¿Por qué, después de todo, no atacamos a Cuba mañana lunes?



Octubre de 1962
La mayor crisis de la era nuclear

Tomado de Granma


I.- Surge una idea audaz e inesperada

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

En una ocasión, Anastas Mikoyan, primer vice Primer Ministro de la URSS, refiriéndose al apoyo de la dirigencia soviética a la Revolución Cubana, expresó que los comunistas de la vieja guardia llevaban muchos años esperando que otro país hiciera una revolución socialista por generación espontánea, entonces inesperadamente Cuba la realizó sin que interviniera "la mano de Moscú" para nada, por lo que todos estaban como niños con un juguete nuevo... Puede ser que no lo dijera con esas palabras textuales, pero este era el sentido.

FIDEL Y NIKITA JRUSCHOV

Nikita Jruschov no fue indiferente ante la nueva Cuba y su joven líder revolucionario. El Primer Ministro de la URSS recibía por distintas vías una amplia información sobre la situación existente alrededor de Cuba y estaba convencido de que después de la derrota de Playa Girón los Estados Unidos organizarían de nuevo la invasión, apostando solamente a la victoria en esta ocasión.

ENTRE TEMORES E INTERROGANTES

No se han fijado con exactitud el momento, las circunstancias y ni siquiera el lugar en que el líder soviético tomó su célebre decisión, pero una serie de indicios y publicaciones apuntan a que esto sucedió en abril de 1962. En sus memorias, publicadas entre los años 1990 y 1995 por la revista 'Cuestiones de historia', Jruschov plantea que estaba seguro de que una nueva acción sería organizada con grandes fuerzas; incluso pensaba que si utilizaban de nuevo a los contrarrevolucionarios, con ellos irían las tropas estadounidenses, pero con el uniforme de los cubanos. Luego, mientras se aclaraba quiénes habían actuado en realidad, ya el asunto habría concluido. Podrían haber distintas variantes de agresión, incluyendo la invasión directa por los Estados Unidos o una autoagresión en la Base Naval de Guantánamo. Qué sentido tendría después tratar de aclarar quién tenía la razón, si ya no existiría Fidel y en La Habana se habría instalado un nuevo Batista para hablar en nombre del pueblo cubano; el asunto ya habría concluido. Solo quedaría hacer una condena de carácter moral, mas cuando algo se decide por la fuerza de las armas la moral es desechada.

Había que hacer algo extra por la seguridad de Cuba, ¿pero qué? ¿con alguna declaración o advertencia? Pero eso no hubiera causado un gran efecto en los agresores si no llegaran a sentir tras esa advertencia una fuerza real. Habría que emprender una acción de importancia. ¿Cómo salvar a Cuba teniendo en cuenta la ubicación geográfica de la URSS, su lejanía con respecto a Cuba y la cercanía de esta a los Estados Unidos? La situación era difícil.

Ahora bien, ¿eran fundados estos temores del líder soviético? Si creemos a Robert McNamara, secretario de Defensa en el gabinete de Kennedy, resulta que no. Él declaró que nunca hubo el propósito de invadir a Cuba y lo hizo en dos ocasiones, en las reuniones celebradas entre norteamericanos, soviéticos y cubanos en 1987 y 1992 para analizar los acontecimientos. Mas Pierre Salinger, uno de los colaboradores íntimos de Kennedy, escribió en el periódico International Herald Tribune: "Tengo gran respeto por el señor McNamara, pero su insistencia en que los Estados Unidos nunca intentaron invadir a Cuba hace caso omiso de los hechos"(1)...

Indudablemente, los hechos pregonaban una agresión, y por aquellos días se desarrollaba a plena marcha la Operación Mangosta, cuyo objetivo final era la invasión de Cuba. Según el calendario aprobado, entre abril y julio se fortalecería la actividad clandestina en la Isla; en correspondencia con esto, se incrementó la infiltración de grupos de espías y especialistas para crear las condiciones que permitieran unificar las organizaciones contrarrevolucionarias que actuaban en el país, entrenar a los integrantes de las bandas, las que eran más de setenta en aquellos momentos en las regiones montañosas, y recibir los cientos de toneladas de armas, municiones y explosivos que ya se estaban introduciendo por las costas para preparar el levantamiento popular que se planeaba. Se incrementaban rápidamente las actividades terroristas y de sabotaje; para tener una idea de la intensidad que alcanzaron, baste señalar que en solo catorce meses, desde la aprobación de la Operación por el presidente Kennedy en noviembre de 1961 hasta enero de 1963, se realizaron 5,780 acciones contra Cuba, de las cuales 716 fueron sabotajes de envergadura contra grandes objetivos económicos(2). Es decir, unas trece diarias, dos de ellas de primera importancia. En esa época los acontecimientos se desarrollaban intensamente, y cada noche los cubanos se iban a la cama con la incertidumbre de lo que podría pasar al día siguiente.

Se calcula que los primeros planes de contingencia contra Cuba, que el Presidente había solicitado a la Junta de Jefes de Estados Mayores, fueron presentados a su aprobación a principios de abril de 1962, pues el día 10 Kennedy ratificó al cabecilla contrarrevolucionario Miró Cardona la disposición de su Gobierno de resolver el problema cubano por medio de las armas. En correspondencia con esto, se comenzaron el adiestramiento de las posibles fuerzas participantes y la preparación de los estados mayores para dirigir grandes operaciones de desembarco aéreo y naval en teatros militares similares al cubano. Al mismo tiempo, la CIA redoblaba sus esfuerzos en la recolección de información de inteligencia sobre las capacidades defensivas de Cuba, especialmente en lo relacionado con la composición y posibilidades del armamento que se recibía de la URSS; también la Marina y la Fuerza Aérea norteamericanas intensificaban la exploración radioelectrónica y aérea del territorio cubano, mientras que los emigrados que llegaban a los Estados Unidos eran interrogados minuciosamente para encontrar informaciones útiles sobre la situación interna en la Isla.

El día 19 comenzó la maniobra "Quick Kick" ("Patada Rápida") del Ejército estadounidense, la que se desarrolló en la costa este del país con la participación de 300 aviones, 83 embarcaciones de guerra y 40 mil hombres. Kennedy viajó a bordo del portaaviones Enterprise, de propulsión nuclear, para inspeccionar directamente la marcha de las maniobras, en las que participaban además otros tres portaaviones. El supuesto táctico del ejercicio era el derrocamiento de un gobierno caribeño hostil a los Estados Unidos y el desembarco anfibio que lo culminó se realizó en la isla puertorriqueña de Vieques... ¡Más claro, el agua!

LA INSPIRACIÓN

Mientras tanto, a mediados de abril, según cuenta Fedor Burlatski, quien trabajaba en el Comité Central y en el equipo personal de Jruschov, el mariscal Rodion Malinovski, ministro de Defensa de la URSS, estaba descansando en Crimea, costa del Mar Negro, con el Primer Ministro y le habló de los cohetes nucleares "Júpiter" de los Estados Unidos, emplazados cerca de allí en el territorio de Turquía, los que podían alcanzar blancos en la URSS en solo diez minutos, mientras que los cohetes intercontinentales soviéticos, desde el territorio de la URSS, demorarían unos 25 minutos en alcanzar sus blancos en los Estados Unidos. Según esta exposición, Jruschov reflexionó durante unos segundos y dijo que ellos también podían crear una situación similar a los norteamericanos, ubicando cohetes nucleares en Cuba. "Después de todo —añadió— los norteamericanos no nos pidieron permiso para situar esos armamentos junto a la frontera de la URSS"(3).

¡Aquella podría ser la solución tan buscada!...

Jruschov continúa relatando en sus memorias que pensó en lo que sucedería si se ponían de acuerdo con los dirigentes cubanos e instalaban allí cohetes nucleares. Después de mucha meditación sobre el tema, llegó a la conclusión de que si lo hacían todo en secreto y los estadounidenses se enteraban cuando los cohetes ya estuvieran emplazados y listos para el combate, tendrían que pensarlo muy bien antes de decidirse a atacar, pues eso ya sería enfrentarse directamente con la Unión Soviética. Pensaba que esto podría contener a los norteamericanos. Además, no sería nada nuevo, en 1957 la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) había decidido emplazar cohetes estadounidenses en Europa en contra de los intereses de la URSS y sin escuchar sus protestas; después Eisenhower concertó un acuerdo con Turquía para instalar allí 15 cohetes nucleares del tipo "Júpiter" y Kennedy autorizó su emplazamiento en 1961; fueron operacionales en marzo o abril de 1962. También concertaron acuerdos similares para instalar 30 "Júpiter" en Italia y 60 "Thor" en Inglaterra.

Los cohetes "Júpiter" tenían un alcance aproximado de 1,500 kilómetros, por lo que ubicados en el territorio de los Estados Unidos no podían alcanzar el territorio de la URSS, pero al ser emplazados en Europa adquirían un carácter estratégico, pues podían batir blancos en una gran parte de la zona europea de la Unión Soviética.

Por aquellos días, Jruschov razonaba que no estaría mal pagarles a los norteamericanos con su propia moneda; así ellos podrían experimentar lo que significaba esa situación. Los soviéticos ya se habían acostumbrado a ella, mas los Estados Unidos desde hacía mucho tiempo no tenían guerras en su territorio. Participaban en muchas guerras, pero enriqueciéndose, ganando miles de millones con costos mínimos en vidas de sus ciudadanos y sin experimentar ninguna destrucción en su país... Andaba pensando en todo aquello y poco a poco esas ideas maduraban dentro de él. Se formaba su opinión personal, y llegó al convencimiento de que no era posible garantizar la defensa de Cuba con armamentos convencionales, solo los cohetes nucleares podían resultar un medio seguro para contener una posible agresión.

Es necesario señalar que de acuerdo con las 'Memorias de Jruschov', estos razonamientos fueron hechos por él en el mes de mayo, durante su visita a Bulgaria, mas todo indica que sucedió en abril.

Los testigos afirman que Anastas Mikoyan fue el primero a quien Jruschov confió sus ideas. Al respecto Serguei, hijo de Mikoyan que actuaba como su secretario particular, escribió que una tarde a fines de abril su padre objetó la idea de instalar los cohetes en Cuba, mientras paseaba con Jruschov por el jardín de su residencia en las colinas "Lenin", en las afueras de Moscú, pues creía que ese paso conduciría a una nueva escalada de la tensión entre la URSS y los Estados Unidos, que los cohetes serían descubiertos antes de estar listos y que los norteamericanos no permitirían bajo ninguna circunstancia que fueran emplazados junto a su territorio; además, pensaba que Fidel Castro no los aceptaría por los riesgos militares y políticos que implicaba tener armas nucleares en su país. También se afirma que, por el contrario, la idea de Jruschov contó con el apoyo de Malinovski.

EL PROCESO DE AUTOCONVENCIMIENTO

A pesar de los planteamientos en contra de Mikoyan, el Primer Ministro soviético decidió poner manos a la obra. Para tratar de esclarecer la posición de la dirección cubana, y en primer lugar la del comandante Fidel Castro, en los primeros días de mayo se decidió llamar a Moscú al consejero de la Embajada soviética en Cuba, Alexei Alexeiev, quien por recomendación de Mikoyan era analizado por aquel entonces para el cargo de Embajador en la Isla. Alexeiev había sido el primer funcionario soviético que se había entrevistado con los dirigentes cubanos en octubre de 1959, y gracias a sus elevadas cualidades personales, a su preparación profesional y al conocimiento del idioma español, logró establecer buenas relaciones personales con Fidel Castro, con su hermano Raúl, con Ernesto Che Guevara y con otros líderes de la Revolución Cubana.

En los momentos en que Alexeiev se preparaba para su viaje a la Patria, el día 3 de mayo, el Secretario General de la OTAN planteó que estaba en estudio la decisión de Estados Unidos de dotar de armamentos nucleares a la Organización, para convertirla en una nueva potencia atómica. Tres días más tarde, la OTAN anunció que los norteamericanos habían confirmado su determinación de proporcionar armas nucleares a la Organización, entregándoles submarinos con cohetes "Polaris"; manifestaron también que los estadounidenses habían accedido a que, paulatinamente, la RFA (República Federal de Alemania) recibiera armamento nuclear a través de la OTAN. Estos acontecimientos no podían hacer más que reafirmar a Jruschov en su decisión.

El 7 de mayo, Alexandr Alexeiev fue nombrado nuevo Embajador en Cuba, aunque el nombramiento no fue publicado de momento y Serguei Kudriatsev continuó desempeñando esas funciones temporalmente. Este día, además, el senador norteamericano George Smathers abogó porque el presidente Kennedy arreciara su política agresiva contra Cuba para demostrar que los Estados Unidos no admitirían que un país comunista fuera aceptado en el Hemisferio. Al día siguiente, los norteamericanos comenzaron en la región la operación de entrenamiento "Whip Lash", en la que participaron varias armas con decenas de miles de soldados, y concluyó la preparación de otro ejercicio militar en el Caribe, denominado "Júpiter Springs", que era un asalto de paracaidistas.

Poco después de su designación, Alexeiev llegó a Moscú y fue invitado de inmediato al Kremlin para una conversación con Jruschov. En distintos artículos y en sus memorias, Alexeiev ha contado la historia de ese encuentro. Al inicio de la conversación, el Primer Ministro le comunicó la decisión de nombrarlo Embajador en Cuba, después, durante más de una hora, Alexeiev le informó de la situación existente en la Isla y respondió múltiples preguntas sobre un amplio círculo de aspectos; su interlocutor hablaba con gran simpatía de la dirección revolucionaria cubana y estaba al corriente de lo que allí ocurría, no solo por los informes de la Embajada, sino por encuentros que tenía con muchos soviéticos que habían visitado Cuba, incluyendo a su hija Rada y a su yerno Adzhubei. Como conclusión de la entrevista, Jruschov le deseó éxitos en su nuevo cargo y dijo que harían todo lo posible por ayudar al pueblo cubano a defender sus conquistas. Durante ese encuentro no se habló sobre los cohetes, pero el líder soviético le dijo que le avisaría para encontrarse de nuevo junto con otros dirigentes.

A mediados de mes, un grupo de unidades militares norteamericanas llevaron a cabo, en el estado de Carolina del Norte, otro ejercicio de entrenamiento que fue denominado Demolex (Ejercicio de Demolición). Mientras tanto, el día 14 partió Nikita Jruschov hacia Bulgaria, al frente de una delegación en la que se encontraba el ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, Andrei Gromiko. Continúa contando Jruschov en sus memorias que ya en Bulgaria, participando en múltiples actividades y viajando por el país, en su mente se mantenía clavado un pensamiento obsesivo: ¿qué sería de Cuba?, ¿llegarían a perderla? Eso hubiera sido un duro golpe que nos hubiera aislado de los países latinoamericanos y hubiera socavado nuestro prestigio. ¿Qué pensarían después de ellos? La Unión Soviética, una gran potencia que no había sido capaz de hacer nada por un aliado en peligro, aparte de vanas declaraciones, protestas y de la presentación del problema en la ONU, como sucede habitualmente cuando no sucede nada. En esos días, la necesidad de emplazar cohetes nucleares soviéticos en Cuba para garantizar su defensa se iba enraizando fuertemente en la mente de Jruschov, preocupado con la oleada de informes de inteligencia sobre los planes norteamericanos para una nueva invasión a la Isla. Cada vez se convencía más de que no era posible defenderla con armas convencionales; solo los cohetes nucleares serían capaces de proporcionar una disuasión eficaz.

Años más tarde, Gromiko relató que durante el viaje de regreso a Moscú, el Primer Ministro le expuso su idea de proponerle a Cuba la instalación de los cohetes atómicos; en su criterio, solo eso podría salvarla como estado independiente, pues Washington parecía decidido a realizar una invasión directa. Gromiko le planteó que los riesgos eran muchos y las posibilidades de éxito pocas.

EL PLANTEAMIENTO

El 21 de mayo de 1962 se efectuó en Moscú una reunión del Consejo de Defensa a la que fue invitado el Embajador en Cuba, Alexander Alexeiev. El Consejo era presidido por Nikita Jruschov en su calidad de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de la URSS por ser el Jefe de Estado. Lo integraban, además, Frol Kozlov y Leonid Brezhnev, secretarios del CC del PCUS (Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética); Nikolai Kosiguin y Anastas Mikoyan, miembros del Presidium del CC (años después el Presidium sería denominado Buró Político); el ministro de Defensa de la URSS, mariscal Rodion Malinovski, su primer sustituto, mariscal Andrei Grechko, y por el jefe de la Dirección Política Principal del Ejército Soviético y la Marina, general de ejército Epishev. El primer sustituto del jefe del EMG (Estado Mayor General) y jefe de la Dirección Principal de Operaciones, coronel general Semion Ivanov, era el secretario del Consejo.

En la reunión, Alexeiev recuerda que repitió los informes que le había suministrado a Jruschov anteriormente y este le hizo muchas preguntas, en especial sobre la capacidad defensiva de Cuba y sobre la decisión del pueblo y de los gobernantes de oponer resistencia a las presiones norteamericanas. Evaluando la situación político-militar existente, los participantes en la reunión constataron que el potencial militar de los norteamericanos superaba muchas veces las posibilidades combativas del Ejército cubano; también era incomparable la experiencia en la conducción de las acciones combativas en gran escala de estos ejércitos. Teniendo en cuenta esos factores, la conclusión solo podía ser una: el pueblo cubano no tiene posibilidades de defender su país con las fuerzas propias ante una agresión de los Estados Unidos. Jruschov planteó que no podíamos confiarnos en que Fidel Castro también vencería contra una segunda invasión, pues esta vez enviarían gran cantidad de efectivos de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en cualquier variante que emplearan y desembarcarían en varios puntos simultáneamente. También había que tener en cuenta que la Isla tenía más de mil kilómetros de largo, pero era muy estrecha, solo alrededor de cincuenta kilómetros en algunos puntos, por lo que era muy vulnerable a los desembarcos navales.

Entonces le preguntó a Alexeiev su opinión de cómo reaccionaría Fidel si le proponían instalar cohetes nucleares soviéticos en Cuba; este se quedó estupefacto y se desconcertó inicialmente ante la inesperada pregunta, pero advirtió que era poco probable que estuviera de acuerdo, pues la estrategia defensiva de la Revolución se basaba en la disposición combativa y en el espíritu de sacrificio del pueblo, así como en el apoyo de los países no alineados y de una amplia opinión pública mundial, sobre todo en América Latina, mientras que la instalación de los cohetes privaría a Cuba de ese apoyo y le ocasionaría una pérdida política en la arena mundial.

Al escuchar la respuesta, Jruschov dijo que la Unión Soviética apoyaría a Cuba en cualquier caso y con todos los medios posibles, pero que tenía información fidedigna acerca de la invasión que se estaba preparando, y que difícilmente se lograría detener a los norteamericanos con medios convencionales de lucha. Razonó acerca de que para impedir la intervención de los estadounidenses era necesario encontrar un medio de disuasión que hiciera desistir a los Estados Unidos de la realización de sus planes y que pusiera a Cuba en el foco de la política mundial. Expresó que las advertencias y las declaraciones en defensa de Cuba en la ONU no eran suficientes, que tenían que emplear un medio de disuasión que hiciera comprender a los norteamericanos que si atacaban a Cuba no solo tendrían que vérselas con un pueblo indomable, sino también con todo el poderío militar de la Unión Soviética, y resumió que semejante medio de disuasión solamente podía ser el arma nuclear. Subrayó que esa operación no perseguiría el objetivo de desencadenar una guerra, sino solo el de contener al agresor. Expresó que esa operación debía ser realizada en el más estricto secreto para que los cohetes no fueran detectados antes de estar listos para el combate, de modo que los estadounidenses no pudieran adelantarse y organizar antes el desembarco; él confiaba en que se podrían transportar e instalar los cohetes sin que se supiera nada al respecto, hasta que todo fuera un hecho consumado. Planteó su seguridad de que los norteamericanos, que eran una gente pragmática, no se lanzarían a un riesgo irracional, del mismo modo que los soviéticos entonces tampoco podían hacer nada contra los cohetes de los Estados Unidos que apuntaban a la URSS desde Turquía e Italia. (Nota del Autor: la vida se encargaría de demostrar que esta apreciación constituyó un serio error de cálculo). También expresó que todo debía hacerse público en noviembre, después de las elecciones parciales al Congreso de los Estados Unidos, cuando él visitara Cuba y participara en la Asamblea General de la ONU.

En sus memorias, Jruschov plantea que al terminar su exposición propuso que aquella cuestión no se decidiera en ese momento, pues los demás no estaban preparados para tomar una decisión sobre algo de tanta importancia. Se haría otra reunión en un plazo breve; mientras tanto debían sopesarlo todo muy bien, pues semejante acción traería muchos acontecimientos desconocidos e imprevistos. Querían garantizar la seguridad de Cuba, pero podían verse arrastrados a la guerra y eso también habría que tenerlo en cuenta. Si Cuba era derrotada sería un duro golpe, mas peor sería si la Unión Soviética era destruida y tenía que restablecerse de nuevo. Para el movimiento comunista internacional esto sería un daño mucho mayor que la pérdida de Cuba.

El Consejo de Defensa decidió que la proposición fuera elaborada para presentarla en una próxima reunión. Ese mismo día, Jruschov ordenó al secretario del Consejo, coronel general Ivanov, que preparara la proposición para instalar los cohetes en Cuba. En esencia este documento era, en forma concisa, el plan de la futura operación. El contenido de la nota a elaborar se reducía a lo siguiente: en primer lugar, la fundamentación de la necesidad de fortalecer la defensa militar de Cuba, señalando que con el objetivo de frustrar la invasión en ciernes la parte soviética enviaba, al territorio de un Estado soberano, determinado contingente de tropas; en segundo lugar, la nota debía contener en rasgos generales las tropas que serían enviadas a Cuba, su plan de preparación y envío, señalando los medios para hacerlo, los plazos de realización y los ejecutores, así como las medidas para garantizar el carácter secreto de las actividades a realizar.

Para elaborar la proposición fue designado el jefe de la dirección de operaciones, mayor general Anatoli Gribkov, y resultaron incluidos además en el grupo de trabajo el mayor general Eliseiev y el coronel Kotov. Comenzaron a trabajar de inmediato, bajo la dirección del coronel general Ivanov, y terminaron en la noche del día 23 la versión inicial de la proposición para crear una Agrupación de Tropas Soviéticas en la isla de Cuba, cuya misión era cooperar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) para impedir la agresión enemiga.

(*)Teniente Coronel (R) y fundador de las Tropas Coheteriles.

1 Salinger, Pierre: Kennedy and Cuba, the Pressure to Invade was Fierce. Periódico International Herald Tribune, 6 de febrero de 1989.

2 Demanda del pueblo de Cuba al... Ob. Cit., p. 22.

3 Garthoff, Raymond L.: Reflections on the Cuban Missile Crisis. Edición revisada. The Brookings Institution, Washington, DC, 1989, p. 12
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II.- Nacimiento y aprobación de la Operación “Anadir”

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

El 24 de mayo de 1962 se celebró en Moscú una sesión ampliada del Consejo de Defensa de la URSS, en la que estuvieron presentes los integrantes del Presidium del Comité Central del Partido, sus secretarios y la dirección del Ministerio de Defensa. En la reunión fue analizada la proposición para el traslado del arma nuclear a Cuba.

FIDEL CONVERSA CON ANASTAS MIKOYAN. A SU LADO, ARMANDO HART

Para el cumplimiento de la misión planteada se propuso asignar las fuerzas siguientes: l) de las Tropas Coheteriles Estratégicas, una división coheteril; 2) de las Tropas Terrestres, cuatro regimientos de infantería motorizada; 3) de la Fuerza Aérea, dos regimientos de cohetes alados tácticos, un regimiento de helicópteros y una escuadrilla independiente de bombarderos ligeros; 4) de las Tropas de la Defensa Antiaérea, dos divisiones coheteriles antiaéreas, dos batallones radiotécnicos y un regimiento de aviación de caza; 5) de la Marina de Guerra, una escuadra integrada por dos cruceros, cuatro destructores y once submarinos, una brigada de lanchas coheteras, un regimiento coheteril de defensa costera y un regimiento de aviación equipado con minas y torpedos.

La Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS) también contaría con una serie de unidades de aseguramiento combativo, entre las que se pueden citar un regimiento de comunicaciones, dos batallones de tanques independientes, un batallón de zapadores, uno de reconocimiento, uno de radio, otro de microondas y un grupo independiente de artillería antiaérea de 100 mm. Además de estas unidades, la Agrupación tendría un escuadrón de aviones de transporte, dos bases flotantes para los submarinos, dos barcos de carga, dos tanqueros y dos barcos talleres para las unidades navales.

La cantidad total de efectivos de la Agrupación sería de alrededor de 53 mil hombres y para su traslado se requeriría de no menos de 80 barcos del Ministerio de Marina Mercante de la URSS. El movimiento de las tropas y el armamento se efectuaría desde mediados de julio hasta principios de noviembre, cuando se haría pública su presencia en Cuba.

Se propuso que todas las medidas relacionadas con la actividad se realizaran bajo la denominación convencional de Operación "Anadir". Esto se hacía con fines de encubrimiento, pues el río Anadir vertía sus aguas, o sus hielos, en el estrecho de Bering y se quería utilizar la leyenda de que todos los movimientos de tropas que se producirían formaban parte de un entrenamiento estratégico con el traslado de tropas y armamento hacia la región del norte lejano del país. También se proponía que para reforzar la leyenda se cargaran en los barcos partidas de esquies, ropa de abrigo especial, trineos, estufas, botas de fieltro y otros objetos característicos para emplear en un clima muy frío.

Inicialmente Jruschov presentó sus consideraciones; a continuación el mariscal Malinovski dio lectura a la nota con las proposiciones y después se pasó al debate, en el que intervinieron muchos de los presentes, incluyendo a Mikoyan que planteó sus argumentos acerca de que aquel era un paso muy peligroso y que resultaría casi imposible que el traslado y emplazamiento de los proyectiles nucleares en Cuba se pudiera efectuar en secreto.

Se consideró que el traslado de los cohetes a Cuba era una acción en defensa de un aliado y de una posición avanzada en peligro, interpretándose que las frecuentes amenazas a la Isla eran una prueba de que Kennedy se proponía aprovechar la ventaja nuclear de su país para que Moscú se viera obligada a abandonar a Cuba, por lo que la ejecución de la Operación sería para defender las conquistas de la Revolución Cubana, pero también la reafirmación de la credibilidad de la URSS como superpotencia, ya que de otra forma Cuba se perdería y eso afectaría el prestigio del país. Si los estadounidenses hubieran desembarcado en aquellos momentos en la Isla, la Unión Soviética se hubiera visto precisada a comenzar la guerra o a resignarse con la derrota. No se podía iniciar una guerra tan devastadora, pero tampoco se podían resignar con la derrota, pues ¿cómo hubiera reaccionado el campo socialista si los norteamericanos ocupaban a uno de sus integrantes?, ¿comprenderían la pasividad de la URSS en ese caso? Había que encontrar una variante que impidiera la agresión a Cuba y no desencadenara una guerra, y esa variante podría ser el traslado de los cohetes. Había que tener en cuenta que la fuerza militar solo se podía frenar con la fuerza militar.

Además, existía el antecedente de que la URSS nunca había emplazado armas nucleares en otros países en el pasado, pero en aquellos momentos los presentes tenían en cuenta que su nación estaba rodeada de bases militares y que había cohetes norteamericanos de alcance medio en Europa que apuntaban contra su territorio, por lo que la aparición de cohetes soviéticos similares en Cuba no era más que una medida necesaria para equilibrar el nivel de riesgo nuclear de ambas partes, además de que contribuiría a compensar en algo el atraso que tenían en este tipo de armamentos con respecto a los norteamericanos. Por otro lado, siempre estaba presente la pregunta: ¿por qué los Estados Unidos podían tener sus cohetes en Europa y la Unión Soviética no podía tenerlos en Cuba?

En definitiva, la proposición fue debatida y analizada desde distintos puntos de vista, hasta que llegaron a la conclusión de que era conveniente instalar los cohetes nucleares en la Isla, haciéndolo en secreto y colocando a Estados Unidos ante el hecho consumado. Con esto, además de proteger a la Revolución Cubana, la URSS ganaría prestigio en el contexto de la rivalidad mundial entre las superpotencias, demostrando que podía extender su poderío para proteger a un amigo distante.

Como consecuencia de las medidas extremas de secreto adoptadas, todos los documentos se confeccionaban a mano y en un solo ejemplar; incluso había sido elaborada así la nota con la proposición que acababan de debatir. Como constancia de la decisión tomada en aquella reunión, se conservó un documento muy escueto, elaborado a mano por el secretario del Consejo de Defensa en el reverso de la propia nota de la proposición, en el que se decía que la Operación "Anadir" había sido aprobada por unanimidad, que el documento se conservara en el Ministerio de Defensa de la URSS y se ratificara después de recibir la aprobación de Fidel Castro, por lo que se enviaría una comisión a Cuba para efectuar conversaciones. A continuación aparecían las firmas de todos los integrantes del Presidium(1).

LA VISITA A CUBA

La comisión estaba presidida por Sharaf Rashidov, miembro suplente del Comité Central y primer secretario del Partido Comunista en Uzbekistán, e integrada además por el mariscal Serguei Biriuzov, jefe de las Tropas Coheteriles Estratégicas, y Alexander Alexeiev. Al decir de Alexeiev, todos estaban convencidos de que Fidel no daría su consentimiento. También fueron incluidos en la comisión los generales Ushakov y Agueiev y otros especialistas, los que llevaban la misión de hacer un rápido reconocimiento preliminar de los puertos de descarga, los aeródromos para la aviación y las regiones previstas para el emplazamiento de los cohetes.

De esta forma, tenemos que la decisión preliminar estaba tomada. Las Fuerzas Armadas de la Unión Soviética, y las de Rusia en general en toda su historia, nunca habían ejecutado una operación como aquella; hasta el momento se habían trasladado grandes contingentes de tropas solamente por tierra, en esto tenían mucha experiencia, pero en esa ocasión tendrían que llevar una agrupación de más de 50 mil efectivos allende el océano, a la distancia de diez mil kilómetros, en secreto y a un ritmo vertiginoso.

Como vimos anteriormente, en el calendario aprobado en marzo para la ejecución de la Operación "Mangosta", estaba previsto que en octubre de 1962 se produciría la revuelta generalizada del "sufrido pueblo de Cuba", y la intervención decisiva de los Estados Unidos en cualquiera de las variantes previstas para posibilitar el derrocamiento del régimen de Castro; esto significaba que ya desde esa época, cuando aún no había cohetes soviéticos en Cuba y ni siquiera se había hecho tal propuesta, estaba decidido que en octubre de ese año estallaría una crisis de dimensiones extraordinarias en el Caribe... Solo que los planificadores de la CIA y el Pentágono no podían ser capaces de imaginar cuáles serían verdaderamente las características que tendría dicha crisis. Surge en estas condiciones la pregunta: ¿quién fue el culpable de los hechos dramáticos que se desarrollaron en el Caribe varios meses después, el que preparó en secreto el ataque a Cuba o aquel que organizó en secreto su defensa? La respuesta solo puede ser una: si no se hubiera producido la amenaza, no habría sido necesaria la defensa.

El 26 de mayo el mariscal Malinovski ratificó la relación de las personas que se autorizaban para el trabajo en el plan de la Operación "Anadir". Aunque en el Estado Mayor General sobraban tareas para una veintena de oficiales solo autorizaron a cinco personas: el coronel general Ivanov, los generales Gribkov, Povali y Eliseiev y el coronel Kotov.

El 29 de mayo llegó a La Habana una delegación de alto nivel, presidida por Sharaf Rashidov e integrada por especialistas en hidrotécnica fundamentalmente, los que brindarían su colaboración para resolver los problemas de hidráulica existentes en la agricultura cubana, agravados por la sequía que afectaba al país, según publicó el periódico Revolución. Uno de los integrantes de la delegación era el ingeniero Petrov, más conocido en su casa como Seriozha (diminutivo cariñoso de Serguei) Biriuzov, mariscal de la Unión Soviética y jefe de las Tropas Coheteriles Estratégicas, quien viajó con ese seudónimo para no llamar la atención de los servicios secretos extranjeros.

Ese mismo día Alexeiev contactó con el Comandante Raúl Castro y por la noche la delegación se encontró con el Primer Ministro, Comandante en Jefe Fidel Castro. Este ha contado en más de una ocasión que durante la entrevista le preguntaron qué él creía que sería necesario para evitar una invasión de los Estados Unidos; la respuesta fue que la mejor forma sería si los Estados Unidos supieran que una invasión a Cuba significaría la guerra con la Unión Soviética. Entonces plantearon que eso no podía garantizarse con palabras o promesas, que solo podía lograrse con un hecho muy demostrativo de la decisión de los soviéticos y que ese hecho solo podía ser el emplazamiento de sus proyectiles nucleares en la Isla. El Comandante Fidel Castro ha expresado que en ese momento entendió que ellos estaban interesados en instalar los proyectiles, pues eso habría significado un cambio en la correlación de fuerzas y una mejoría en la posición militar de la Unión Soviética y de todo el campo socialista. El dirigente cubano hizo algunas preguntas y planteó que necesitaba reunir a la Dirección del país para informar y tomar una decisión.

La reunión fue organizada rápidamente: "A mí, personalmente, no me gustaba la presencia de esa base militar soviética en Cuba, por una razón de imagen de Cuba, de imagen de la Revolución Cubana. Pero no lo analizamos como una cuestión de gusto o no, sino desde el punto de vista ético y moral. Vimos aquello desde otro ángulo: si deseamos que los soviéticos nos apoyen en caso de una agresión, sería inmoral oponernos a la presencia de esas armas en nuestro país, puesto que esas armas fortalecen también a la Unión Soviética. Ese fue el argumento que analizamos en la Dirección de nuestro Gobierno y de nuestro Partido, el argumento moral, y que constituía un deber. Por eso dimos una respuesta positiva"(2).

Al día siguiente, 30 de mayo, se efectuó el segundo encuentro, en el que el líder cubano planteó: "Si hacen falta esos proyectiles aquí para fortalecer las defensas de la Unión Soviética y del campo socialista, y, además, sirven para prevenir una agresión militar directa por parte de Estados Unidos contra Cuba, se pueden instalar en nuestro país los proyectiles que sean necesarios. Todos los proyectiles que sean necesarios"(3).

Ahora bien, surge la pregunta siguiente: ¿había necesidad de llevar los cohetes nucleares a Cuba?, es decir, ¿existía otra alternativa que no fuera la seleccionada? Sobre esto se continúa discutiendo en la actualidad y se han vertido múltiples criterios, por lo que el autor también quiere exponer el suyo. Alguien ha planteado que está convencido de que no había que llevar los cohetes a la Isla, que los dirigentes de los Estados Unidos, la URSS y Cuba se debieron sentar a la mesa de negociaciones con el Secretario General de la ONU, para solucionar las cuestiones en disputa. Esto se dice fácil, pero era algo difícil instrumentarlo. El problema hubiera radicado en llevar a los dirigentes de los Estados Unidos a esa reunión.

También se dice que se podría haber firmado un acuerdo militar y que los soviéticos plantearan que una agresión a Cuba equivalía a una agresión a la URSS. Aunque se dijera lo que se dijera, difícilmente los norteamericanos se hubieran detenido solo ante papeles y palabras, pues estaban convencidos de que podrían liquidar el problema rápidamente y presentar al mundo un hecho consumado, y de que ni la Unión Soviética ni nadie comenzaría una guerra cuando ya no hubiera objetivo que defender, solo porque un acuerdo estuviera escrito en un papel, máxime sabiendo que tenían una gran desventaja en el balance de los armamentos nucleares.

El problema era que los dirigentes norteamericanos se sentían tan humillados después de la derrota de Girón, estaban tan comprometidos con la campaña contra Cuba en que se habían embarcado por despreciarla, por considerar inaceptables sus actos soberanos en el feudo de su traspatio más seguro, y se encontraban tan convencidos de que podrían solucionar con facilidad el problema empleando toda su fuerza, que sería virtualmente imposible desviarlos del camino trazado, a no ser de una forma que hiciera evidente la confrontación directa con la URSS, o lo que era más importante, el temor a que algunos de los cohetes que se emplazaran en la Isla pudieran ser lanzados sin autorización contra los Estados Unidos en caso de un ataque, con el resultado de centenares de miles o millones de víctimas y grandes destrucciones en su país.

Adelantándonos un poco a los acontecimientos, diremos que durante la crisis que se desencadenó meses más tarde, una parte de los dirigentes norteamericanos estaba por el ataque, afrontando todos los riesgos, pues consideraban que ni en la situación que se creó la URSS iría a una guerra por Cuba. Tal vez la única otra forma efectiva de impedir la agresión hubiera sido equipar a las Fuerzas Armadas cubanas con armas nucleares tácticas, que no amenazarían el territorio de los Estados Unidos y harían impagable el costo en bajas de una invasión con tropas estadounidenses.

En lugar de la necesidad de disuadir a los Estados Unidos para que no interviniera en Cuba, muchos historiadores plantean con insistencia otras dos causas principales para que los soviéticos tomaran la decisión de emplazar sus cohetes en la Isla: 1) dar una respuesta al despliegue de armas nucleares norteamericanas en Europa, haciendo uso del "igual derecho" a desplegar las suyas en territorio adyacente a los Estados Unidos y 2) la necesidad de compensar el enorme desbalance que entonces favorecía a los Estados Unidos en el número de armas nucleares y de los medios para su traslado.

El primero de estos planteamientos constituía una aspiración justa de la URSS, difícil de rebatir a la luz del principio de la igualdad de derechos de las naciones recogido en la Carta de la ONU, y ponía a los Estados Unidos en situación de "igual peligro", aunque no parece justificar por sí solo la decisión de llevar los cohetes a Cuba, con los riesgos que dicha acción entrañaba; claro, que si ese efecto se producía por carambola, como un resultado colateral de la decisión de enviarlos para defender a la Revolución Cubana, sería bienvenido. El segundo planteamiento es esgrimido por muchos como la razón verdadera oculta de la acción emprendida; este tiene que ver con algo llamado correlación de fuerzas y requiere un análisis más detallado.

LA APROBACIÓN DEFINITIVA

El 4 de junio de 1962 el Ministro de Defensa de la URSS ratificó el plan calendario para la preparación de la Operación "Anadir", el que contenía decenas de medidas de carácter organizativo, entre ellas las indicaciones generales para la formación, completamiento y preparación de las unidades participantes, la organización del embarque y, sobre todo, el aseguramiento para mantener el carácter secreto del traslado de las tropas, así como el plan de enmascaramiento operativo elaborado con representantes del Comité de Seguridad del Estado (KGB, siglas en ruso) y del Ministerio de Relaciones Exteriores. En el cumplimiento del plan participaron muchos ministerios y departamentos, incluyendo al Consejo de Ministros de la URSS, los estados mayores de los Tipos de Fuerzas Armadas, así como las direcciones principales y centrales del Ministerio de Defensa y el Estado Mayor General. El jefe del EMG, mariscal Matvei Zajarov, y el grupo operativo compuesto por los generales Ivanov, Povali, Gribkov y Eliseiev y el coronel Kotov, fueron responsabilizados por el control del cumplimiento del plan.

Hay que decir que los especialistas que integraban la delegación soviética presidida por Rashidov, que visitó a Cuba para entrevistarse con Fidel Castro, no contaron con el tiempo necesario para realizar el reconocimiento detallado de la región que había sido seleccionada por los mapas desde Moscú para el emplazamiento de la división coheteril, lo que posteriormente incidió en forma negativa en la determinación de las posiciones concretas de las unidades y en la ejecución de los trabajos de ingeniería que resultarían necesarios para preparar los emplazamientos y efectuar su enmascaramiento.

Cuando la delegación militar regresó de Cuba con la aprobación del Comandante Fidel Castro, fue organizada rápidamente una nueva reunión del Presidium del Comité Central. Esta se efectuó en la mañana del 10 de junio de 1962. En la reunión estuvieron presentes todos los miembros efectivos y los candidatos a miembro del Presidium, además de los integrantes del Consejo de Defensa. Rashidov y el mariscal Biriuzov informaron sobre los resultados de su trabajo, manifestando que en Cuba se podrían emplazar fácilmente y en secreto los cohetes, ya que allí... ¡había muchos palmares! Conclusión asombrosa por su incultura militar, en opinión del general Anatoli Gribkov, que fue aceptada sin chistar por todos los presentes. La cuestión consiste en que, mirando las cosas con demasiada benevolencia, se podría aceptar que un cohete pudiera confundirse con una palma, pues sus formas eran parecidas, aunque los primeros resultaban mucho más gruesos y algo más altos que la mayoría de las palmas. Sin embargo, el problema radicaba en que los cohetes solo se colocan en posición vertical cuando van a ser lanzados o durante los entrenamientos, permaneciendo la mayoría absoluta del tiempo en posición horizontal, y no es fácil enmascarar sus voluminosos cuerpos cilíndricos de más de veinte metros de largo.

Además, por si esto fuera poco, los cohetes no están solos en las posiciones de lanzamiento, es más, constituyen la mínima parte de toda la parafernalia que los acompaña, integrada por los equipos que los colocan en posición vertical para el lanzamiento, la propia posición de fuego con su plataforma de concreto, los equipos necesarios para abastecerlos con los componentes del combustible coheteril, el refugio reforzado donde se conservan las cabezas de combate nucleares, diversos medios de transporte, las obras ingenieras para la protección del personal y el campamento para el mismo, los medios de generación eléctrica y el humo que despiden sus motores, los caminos de acceso al emplazamiento y los interiores, con los movimientos de tierra necesarios, la red de cables eléctricos imprescindibles para el funcionamiento de los equipos, etcétera. Y las características del paisaje y la vegetación existentes en la Isla no eran precisamente las mejores para lograr un buen enmascaramiento, como se demostraría meses después, cuando ya sería demasiado tarde, pues no se habían previsto los medios artificiales que hubieran sido necesarios para lograr que los emplazamientos fueran invisibles desde el aire, cosa demasiado difícil si no imposible de conseguir en las condiciones de Cuba.

El mariscal Biriuzov manifestó además que había regresado del viaje con la impresión de que los dirigentes de Cuba se consideraban mucho más como benefactores de la Unión Soviética y de su causa que como sus protegidos; era como si Cuba ayudara a la Unión Soviética para que esta alcanzara sus propios objetivos y no al revés.

A continuación se efectuó un breve debate y el mariscal Malinovski dio lectura a la nota con la proposición. Fue sometida a votación y se aprobó por unanimidad. En el acta manuscrita que se confeccionó aparecían en primer lugar las firmas de Nikita Jruschov y Alexei Kosiguin, seguidas por las restantes. Estaba confirmada definitivamente la proposición aprobada de forma preliminar el 24 de mayo: enviar a Cuba un contingente con cohetes nucleares de alcance medio e intermedio para garantizar la defensa de la Isla, disuadiendo al posible agresor.

(*) Teniente coronel (R) y fundador de las Tropas Coheteriles

1 Al borde del abismo nuclear. Colectivo de autores. Editora Gregori-Peidzh. Moscú, Federación de Rusia, 1998, p. 52.

2 Shriver, María; Misiles en el Caribe, entrevista a Fidel Castro. Editora Política. La Habana, Cuba, 1993, p. 9 y 10.

3 Idem.

4 Al borde del abismo... Ob. Cit. p. 149.


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III.- Algunos errores de apreciación

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

El legendario mariscal Gueorgui Zhukov, basándose en su amplia experiencia como el jefe militar soviético más destacado durante la Segunda Guerra Mundial, caracterizó así algunas de las particularidades del arte militar que son necesarias para alcanzar la victoria:

EL PRESIDENTE KENNEDY (A LA IZQUIERDA) Y ROBERT MCNAMARA, JEFE DEL PENTÁGONO

Primero –Tener un conocimiento excelente del enemigo, evaluar correctamente sus ideas, fuerzas y medios, tener en cuenta de qué es capaz, de qué no es capaz y en qué se le puede atrapar. Todo esto se alcanza mediante la exploración ininterrumpida y profunda.

Segundo –Conocer al detalle las fuerzas propias, su preparación cuidadosa para el combate; lograr la preparación multilateral de la jefatura y los estados mayores, así como la elaboración oportuna de todas las variantes de las acciones futuras.

Tercero –Lograr la sorpresa operativa y táctica, induciendo a error al enemigo con respecto a nuestras intenciones verdaderas; actuar con tanta rapidez que el enemigo se retrase en todas partes y caiga con esto en una situación difícil.

Cuarto –El cálculo exacto de las fuerzas y medios en dependencia de la misión planteada. A las tropas no se les pueden plantear misiones superiores a sus fuerzas. Esto no da nada, con la excepción de pérdidas injustificadas y la disminución del espíritu combativo.

Quinto – Lograr el aseguramiento adecuado. No se debe realizar una operación que no se encuentre bien preparada en el aspecto material.

Durante la planificación y realización de la Operación "Anadir" se cometieron diversos errores, la mayoría de los cuales se produjeron en el EMG, en los Estados Mayores Principales de los Tipos de Fuerzas Armadas y en el Estado Mayor de la Agrupación de Tropas Soviéticas en Cuba. He aquí algunos de esos errores.

En violación del primer principio enunciado por el mariscal Zhukov, hay que reconocer que la jefatura soviética poseía una noción insuficientemente profunda y detallada sobre la idea estratégica del enemigo, tanto antes como después de la llegada de las tropas a Cuba. Se tenía la opinión bien fundamentada de que se preparaba una agresión en gran escala contra Cuba, pero se desconocía con qué medios se efectuaría la misma, especialmente no se tenía un juicio acertado de la cantidad de medios aéreos y navales que la apoyarían. La composición numérica y el armamento del presumible "ejército de invasión" norteamericano solo fueron conocidos por la dirección militar soviética varios años después de la Crisis. Este desconocimiento provocó el incumplimiento del cuarto principio, por lo que eran claramente insuficientes los medios de defensa antiaérea y navales con que fue dotada la Agrupación.

Además, es necesario señalar que la situación de las tropas en la Isla era muy vulnerable en el plano militar, debido a la gran distancia, a la falta de espacio estratégico para la maniobra y la retirada, y a la imposibilidad de recibir refuerzos y suministros después que se iniciaran las acciones combativas, ya que la Marina de Guerra soviética era inferior a la estadounidense. Incluso el acceso de los submarinos resultaba muy difícil, pues había muchos cayos, bajíos y arrecifes por donde los submarinos no podrían pasar, ni navegando sumergidos, si los estrechos pasos eran controlados por el enemigo, que poseía una enorme superioridad de medios antisubmarinos en la región. Claro que el mando soviético no se había propuesto el objetivo de desarrollar una batalla contra Estados Unidos en las costas de Cuba, sino el de protegerla, disuadiendo el ataque en ciernes, pero cualquier cosa podía suceder, y si, contra todos los pronósticos, se producía el ataque, las tropas soviéticas estarían en clara desventaja si no se utilizaban las armas nucleares, lo que era inaceptable a todas luces.

Además, se hizo la apreciación de que cuando los norteamericanos descubrieran el hecho consumado de que los cohetes estaban en disposición combativa en Cuba, lo aceptarían porque eran una gente práctica. Apreciación que no tuvo en cuenta el aspecto psicológico de la cuestión para los estadounidenses, que lo consideraron como si alguien estuviera apuntándoles a la cabeza con una escopeta cargada desde el cuarto de desahogo de su propia casa. La vida demostró que este fue un grave error, que también se daba de narices con el primer principio enunciado por el glorioso mariscal.

En violación del segundo principio, de una forma inexplicable no se previeron planes de contingencia para el caso en que los norteamericanos detectaran los cohetes antes de que se encontraran en disposición combativa. Al parecer, se confió injustificadamente en la seguridad que Jruschov tenía de que esto no sucedería. Sin embargo, esta fue una deficiencia muy importante que pudo costar muy caro, pues se dejaba la iniciativa en manos de los norteamericanos si los lograban descubrir antes de tiempo, lo que en definitiva sucedió.

ALGUNAS ESPECULACIONES DEL AUTOR

La definición clásica de Clauzewitz plantea que la guerra es la continuación de la política estatal por "otros medios". Ahora bien, qué se encierra en esos "otros medios". Evidentemente, estos son los armamentos que se utilizan durante las guerras y las personas que los manipulan. Durante muchos años, los especialistas consideraron esta definición como una verdad innegable, pero ella empezó a resquebrajarse con el surgimiento y ulterior desarrollo del arma nuclear, la que comenzó a ser acumulada en grandes cantidades por las potencias que la poseían, principalmente por los Estados Unidos y la Unión Soviética. Ya a inicios de los años sesenta se había acumulado tal cantidad de armas nucleares que la definición de Clauzewitz comenzaba a fallar, pues si se desencadenaba una guerra mundial en las nuevas condiciones, existía el peligro real de que esta no fuera la continuación de la política por otros medios, sino que significaría el final de cualquier política y la exterminación mutua total de las partes beligerantes e incluso de la civilización en su conjunto, según planteaban algunos especialistas.

Por aquella época el mundo se encontraba inmerso en lo más profundo de la "guerra fría", la que consistía en tratar de alterar la correlación de fuerzas derrocando el poder del adversario mediante la actividad subversiva y la penetración económica, ideológica y técnica, es decir, era una guerra solapada que se desarrollaba empleando todos los medios disponibles, con la excepción de las armas. Pero entonces, ¿cuál era el rol de las armas nucleares en la "guerra fría"? En las nuevas condiciones estas se convirtieron en un medio de chantaje, de presión y de amenazas, tanto contra estados aislados, como contra el mundo en su conjunto. Así sucedió desde los albores de la era nuclear, cuando el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki fue ejecutado con la intención evidente de intimidar a la Unión Soviética y mostrar a otros estados la potencia inigualable de la nueva arma de los norteamericanos. Este rol de medio de chantaje se mantuvo hasta finales de 1962, cuando los propios creadores de la terrible arma experimentaron la perspectiva segura de que podía destruirlos a ellos también y a la política que habían engendrado.

Los Estados Unidos no solo poseyeron el monopolio de las armas nucleares durante cuatro años y fueron los primeros y los únicos en experimentar en combate las cualidades destructoras de las mismas, sino que también fueron los primeros en elaborar la doctrina militar con el empleo del arma nuclear en la guerra, cuando la teoría del primer golpe se convirtió en la base de su estrategia. Incluso en los años setenta y ochenta del siglo pasado, la URSS planteó de forma unilateral y pública su compromiso de no ser los primeros en emplear el arma nuclear y propusieron insistentemente la concertación de un tratado al respecto, pero los norteamericanos siempre se negaron a ello.

En julio de 1949 la Unión Soviética detonó su primer artefacto nuclear; a partir de entonces se desató la mayor carrera armamentista de la historia, en la que, como es lógico, los estadounidenses partían con cuatro años de ventaja y con una industria intacta, sobre la que no había caído ni una sola bomba durante la Segunda Guerra Mundial, mientras que la de la URSS había sido parcialmente devastada. De modo que a mediados de los años cincuenta, los Estados Unidos tenían una amplia ventaja en armas nucleares y una poderosa flota de bombarderos pesados y medianos estacionados en distintas partes del mundo, en la cercanía del territorio soviético.

Por entonces, la estrategia militar norteamericana era la de la Represalia Masiva, la que reflejaba las características de la correlación de fuerzas existente. Esa estrategia sufrió un duro golpe en 1957, cuando los soviéticos fueron los primeros en realizar exitosamente el lanzamiento de un cohete intercontinental, mientras que los Estados Unidos enlazaban un fracaso con otro, fallando en cinco ocasiones durante ese año. Adicionalmente, en octubre del propio año 57, la Unión Soviética puso en órbita el primer satélite del mundo y poco después lanzó al espacio a la perra Laika, al tiempo que millones de televidentes vieron alarmados cómo se frustraba otro intento norteamericano por lanzar su primer satélite, el cual explotaba después de un corto ascenso. Cundió el pánico, tanto en los medios oficiales como en la opinión pública, pregonándose que los estadounidenses estaban a la zaga de su principal enemigo. Comenzó a hablarse de la llamada "brecha de los cohetes", supuestamente existente entre los dos países a favor de la Unión Soviética. Ese estado de ánimo, reforzado por los frecuentes alardes propagandísticos de los soviéticos, y especialmente de Jruschov, respecto a que poseían una extraordinaria superioridad en cohetes, fue explotado inteligentemente por los gobiernos de turno en los Estados Unidos para obtener del Congreso enormes asignaciones para gastos militares.

Sobre los alardes de Jruschov, su hijo, Serguei, reveló que en algún momento Nikita Sergueievich dijo que en cierto lugar del sur los soviéticos hacían cohetes como salchichas, y en ese caso él mismo le había preguntado: ¿cómo puedes decir eso si solo tenemos unos pocos? Obteniendo la respuesta siguiente: lo importante es que los americanos lo crean, así no nos van a atacar. Sobre esta consideración se estructuró toda una política, mediante la cual los soviéticos amenazaban con unos cohetes que no poseían(1). Al parecer, esta era una política simplista y errónea, con la ayuda de la cual solo se podría mantener engañados a los pueblos, a los de los adversarios y al propio, así como a los pueblos y a los dirigentes de los países aliados, pues era de suponer que el gobierno de los Estados Unidos tendría otras vías de información que le permitirían conocer la verdad tarde o temprano. Esto comenzó a suceder durante los años 1959-1960, a lo largo de los cuales los norteamericanos se fueron percatando de la realidad por distintas vías, principalmente mediante el espionaje y los vuelos de reconocimiento de los aviones U-2. En 1961, las primeras misiones eficaces de reconocimiento utilizando satélites confirmaron las sospechas: los Estados Unidos tenían una superioridad aproximada de 4 a 1 en cohetes intercontinentales.

Ray Cline, exsubdirector de la CIA, señaló que en Estados Unidos creían que los soviéticos tenían cientos de misiles, pero las fotos tomadas por los satélites demostraron que no era así, pues en Estados Unidos se había organizado un sistema muy rápido para producir cohetes, muy superior al de los soviéticos(2). No se ha revelado la fecha en que la URSS conoció la realidad de la situación estratégica; una cosa sí es notoria: aunque desconocieran con exactitud lo que tenían sus adversarios, los altos dirigentes de la Unión Soviética siempre estuvieron muy claros del globo que estaban inflando en la materia ante la opinión pública internacional.

Según declaraciones de Robert McNamara, secretario de Defensa en el Gobierno de Kennedy, en octubre de 1962 los Estados Unidos tenían 229 cohetes intercontinentales y 105 de alcance medio e intermedio emplazados en Turquía, Italia e Inglaterra; nueve submarinos con 16 cohetes del tipo Polaris A-2 cada uno, los que podían recorrer una distancia de alrededor de 1,500 kilómetros, para un total de otros 144 proyectiles de alcance medio que podían alcanzar el territorio de la URSS; poseían además 1,500 bombarderos con bases en distintos lugares del globo, 600 de los cuales eran bombarderos pesados B-52. En total, teniendo en cuenta los cohetes y bombas de todos los tipos, los Estados Unidos tenían una superioridad de 17 a 1 en armas nucleares con respecto a la URSS(3).

Por su parte, de acuerdo con datos publicados en 1999(4), en octubre de 1962 las Fuerzas Armadas de la URSS contaban con los medios siguientes: 48 cohetes intercontinentales; 543 cohetes de alcance medio, 36 de los cuales se encontraban en Cuba y podían alcanzar el territorio de los Estados Unidos; 208 bombarderos estratégicos pesados, 80 de ellos de propulsión a propela; 486 bombarderos medios, 96 de los cuales podían alcanzar el territorio de los Estados Unidos, y 80 cohetes instalados en submarinos, la mayoría con un alcance de solo varios cientos de kilómetros. Es necesario señalar que los submarinos portacohetes soviéticos de la época solamente llevaban 2-4 proyectiles, y que la mayoría de estos eran cohetes alados, los que podían ser derribados con los medios de la defensa antiaérea, mientras que los 144 cohetes de los submarinos norteamericanos eran balísticos, y no se contaba con medios defensivos que fueran capaces de derribarlos.

Comparando estos datos se puede constatar la amplia superioridad que poseían los Estados Unidos en fuerzas nucleares estratégicas, pero también se podría llegar a la conclusión de que, verdaderamente, el objetivo principal de la Operación "Anadir" podría ser el de compensar en parte el balance estratégico con el adversario. Nada más erróneo.

Durante los días de la Crisis, los especialistas norteamericanos calculaban que con los cohetes en Cuba, incluso en el caso en que los soviéticos lograran asestar un primer golpe nuclear sorpresivo, podrían destruir solo alrededor de un 30 % más de medios estratégicos norteamericanos que si no estuvieran sus cohetes en la Isla; pero hasta en ese caso la superioridad estratégica de los estadounidenses continuaría siendo aplastante, por lo que no se justificaba semejante traslado solamente para intentar equilibrar las fuerzas de ambas partes.

EN UNA GUERRA NUCLEAR NO HABRÍA VENCEDORES

Generalmente se considera que la paridad en medios nucleares estratégicos entre las dos superpotencias fue alcanzada por la Unión Soviética a mediados de los años setenta, pues ya en ese momento cada una de las partes podía causar a la otra un daño aproximadamente similar. Sin embargo, como expresó Robert McNamara en la Conferencia Tripartita de La Habana en 1992, se puede considerar que la paridad nuclear ya existía en la práctica en octubre de 1962, a pesar de la desproporción en la cantidad de armas, debido a que la paridad existe en realidad cuando cada parte posee una capacidad de respuesta tal, incluso después de recibir un primer golpe nuclear sorpresivo, que le permita hacer un daño lo suficientemente grande al adversario, de modo que la magnitud de ese daño resulte inaceptable para el que piense en la posibilidad de lanzar un ataque por sorpresa.

Es difícil imaginarse lo que hubiera sucedido en el territorio norteamericano si se hubiera desatado una guerra nuclear. Hay que tener en cuenta que las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945 causaron en segundos unas 300,000 bajas entre muertos y heridos y arrasaron ambas ciudades casi por completo; las potencias de aquellas bombas eran de 13 y 20 kilotones respectivamente, siendo una explosión nuclear de 20 kilotones equivalente a la explosión de 20,000 toneladas de TNT. Sin embargo, en caso de que se hubiera desencadenado una guerra nuclear en 1962 el territorio de los Estados Unidos podría haber sido alcanzado por varias decenas de cohetes intercontinentales, con cargas que podían ser de hasta 5-10 megatones, siendo una explosión de un megatón equivalente a la explosión de un millón de toneladas de TNT. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que una explosión de 5 megatones sería 385 veces más potente que la bomba que arrasó a Hiroshima, y la de 10 megatones sería 770 veces más potente que la misma. Incluso viendo fotos o imágenes fílmicas documentales de lo que sucedió en esa ciudad japonesa, es difícil representarse lo que hubiera sucedido en una ciudad norteamericana con explosiones de semejante potencia. Pero esto sería multiplicado por varias decenas de explosiones semejantes dispersas por todo el territorio del país, a lo que habría que agregar las explosiones provocadas por las bombas y cohetes lanzados por los aviones que lograran llegar, más las de los cohetes lanzados por los submarinos que hubieran quedado indemnes.

Mas hasta ahora solo nos hemos referido a la potencia de las explosiones, pero habría que considerar también las afectaciones provocadas por los demás factores destructivos específicos de las explosiones atómicas en cada uno de los lugares en que se produjeran, tales como la radiación penetrante y la contaminación radiactiva del terreno que envenenarían el agua, los alimentos y todo lo vivo durante centenares y millares de años, cubriendo con las cenizas radiactivas llevadas por el aire enormes extensiones; la onda expansiva de fuerza inimaginable que se desplazaría a velocidades supersónicas, destruyéndolo todo a su paso en kilómetros a la redonda; la radiación luminosa o fogonazo de la explosión, capaz de incendiar bosques y distintos materiales y de cegar personas y animales u ocasionarles horribles quemaduras a grandes distancias... y, ¿para qué seguir? Todo eso unido a la falta de atención médica, pues serían millones y millones de muertos, heridos y enfermos de radiotoxemia, entre los que también se encontraría parte de los médicos y demás personal de salud, añadiéndose a ello la destrucción de grandes cantidades de hospitales y otras instituciones médicas. A esto habría que agregar, entre otras cosas, lo que consideran muchos científicos que aseguran que las miles de toneladas de polvo que se elevarían a la atmósfera la saturarían, dificultando el paso de los rayos solares durante un tiempo prolongado, lo que provocaría un invierno artificial, algo así como lo que exterminó a los dinosaurios según una de las teorías en boga... En fin, el infierno en la tierra multiplicado por mil, de forma que los sobrevivientes envidiarían a los muertos, como se decía en un filme norteamericano. En la Unión Soviética sucedería un cuadro similar, solo que multiplicado varias veces, además de que los cohetes de alcance medio y los bombarderos medianos soviéticos también hubieran atacado las bases militares norteamericanas estacionadas en diversos países europeos y asiáticos.

No en balde en cierta ocasión, durante el año 1963, el presidente Kennedy expresó irónicamente durante una conferencia de prensa que los Estados Unidos eran más poderosos que la Unión Soviética, pues podían matar varias veces todo lo vivo existente en la URSS, mientras que los soviéticos solamente eran capaces de exterminar una vez todo lo vivo en los Estados Unidos. De lo expresado se desprende que no es posible la guerra nuclear mundial, ya que en la misma no habría vencedores.

Cuentan que en el centro de Hiroshima hay un parque de superficie de granito muy cercano al epicentro de la explosión de 1945. Después del estallido de la bomba nuclear, que fue aéreo, la superficie del parque quedó rugosa, pero en los lugares donde había personas aquella superficie quedó lisa, pues parte de la energía se había consumido en desintegrar sus cuerpos, quedando impresas de esta forma sus figuras como manchas lisas rodeadas por el granito rugoso. Este lugar es llamado el Parque de las Sombras, y habría que preguntarse en aras de qué los norteamericanos necesitarían plagar su país de parques semejantes... ¡Lo mejor será siempre evitar las guerras nucleares!

Por todas estas razones, Robert McNamara consideraba, al igual que otros muchos especialistas, que el traslado de los cohetes nucleares soviéticos a Cuba no alteraba el equilibrio estratégico en la práctica, aunque la amenaza de una catástrofe nuclear aumentó considerablemente en aquellos momentos. Entonces surge la pregunta: ¿para qué se iban a llevar los cohetes al otro lado del océano, buscando compensar en parte el atraso de la Unión Soviética en armamentos nucleares, si con los cohetes en Cuba esto no se lograba? La respuesta solo puede ser una: los cohetes no se llevaron a Cuba por una necesidad militar, la dirección soviética no tenía intenciones de utilizarlos en acciones combativas, lo que estaba previsto era contener la agresión norteamericana con el solo hecho de la presencia de las Tropas Coheteriles Estratégicas en la Isla. Además, por una apreciación errónea consideraban que los estadounidenses no reaccionarían como lo hicieron, y, como en el otro caso, si cumpliendo ese objetivo fundamental se obtenía el resultado colateral de compensar en parte el desbalance existente en armas nucleares, esto sería bienvenido.

Es necesario señalar que desde abril hasta junio la aviación norteamericana había efectuado 150 sobrevuelos a barcos mercantes soviéticos en los accesos a Cuba, mientras que los oficiales de los buques de la Marina de Guerra de Estados Unidos habían interrogado a los marinos soviéticos en 20 ocasiones, en franca violación de lo establecido para la navegación en aguas internacionales. Por aquella época ya transmitían contra la Isla más de diez emisoras radiales, como parte de la guerra psicológica; con la ayuda de estas emisoras se orientaba sistemáticamente cómo realizar sabotajes, actos terroristas, la técnica de la propagación de rumores falsos, se intentaba desacreditar a los dirigentes revolucionarios y a su obra, y hasta se impartían orientaciones de cómo convertirse en un espía eficiente. Para el mes de junio, la CIA ejecutó al menos doce operaciones de infiltración de agentes en territorio cubano y continuó los suministros de armas y explosivos para la futura insurrección general. También hay que tener en cuenta que el primer semestre de 1962 terminaba con un rotundo fracaso para los esfuerzos de la Operación "Mangosta" por organizar un ejército clandestino en las montañas de Cuba; las bandas que quedaban, después de la última ofensiva iniciada en marzo contra ellas, trataban de pasar inadvertidas, esperando que acabaran de llegar los norteamericanos para que les sacaran las castañas del fuego.

(*) Teniente coronel ® y fundador de las Tropas Coheteriles.

1 Declaraciones hechas por Serguei Jruschov en la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre, celebrada en La Habana, Cuba, en 1992.

2 Declaraciones hechas por Ray Cline en la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre, celebrada en La Habana, Cuba, en 1992.

3 Declaraciones de Robert McNamara en la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre, celebrada en Moscú en enero de 1989.

4 Operación Estratégica "Anadir" ¿Cómo fue? Memorias y referencias. Colectivo de autores. Poligrafresursi. Moscú, Federación de Rusia, 1999.


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IV.- ¡Manos a la obra!

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

El 10 de junio de 1962 comenzó la movilización de las tropas que ya estaban designadas para integrar la Agrupación, así como los preparativos para enviar a los puertos de embarque y trasladar a Cuba al personal y al material de guerra. Por orden del ministro de Defensa en la Dirección Principal de Operaciones del Estado Mayor General (EMG) fue creada una sección especial para la Operación "Anadir", la que estaba integrada por oficiales de las distintas dependencias. En aquellos momentos las palabras que estaban a la orden del día para todos los que participaban en la naciente Operación eran la rapidez y el secreto.

Los militares soviéticos se enfrentaban a un reto grande: reunir y preparar un contingente de más de 50 mil hombres, con las armas, equipos, suministros y todo el apoyo necesario para una estancia prolongada en el extranjero; encontrar los barcos mercantes para su traslado, prepararlos, hacerlos a la mar y asegurarles una buena recepción y las condiciones de trabajo mínimas a su llegada a Cuba. Todo ello en una forma encubierta y ejecutándolo en unos cinco meses a partir de aquel día.

Desde ese momento el círculo de colaboradores se amplió a los diversos servicios, pero aunque se informó a los más altos oficiales que la Operación estaba relacionada con Cuba, solo unos pocos recibieron datos precisos sobre la naturaleza exacta de la misión.

En breves plazos se elaboraron gráficos de estricto cumplimiento para la preparación de las unidades para la marcha, su carga en los medios ferroviarios, el traslado a los puertos designados, el embarque y la salida al mar de los barcos mercantes. Todo ello con plazos precisos de cumplimiento. Se señaló el día 12 de julio de 1962 como la fecha de salida del primer barco.

LÍNEAS DE ALCANCE DE LOS COHETES R-12 Y R-14 EMPLAZADOS EN CUBA

En aquel periodo se analizó cuidadosamente la decisión de incluir armas nucleares tácticas como refuerzo de las unidades que se enviarían a Cuba. Aunque estos armamentos no se encontraban entre los que se asi gnaban a las fuerzas soviéticas estacionadas fuera de la URSS, se estimó que las tropas en el Caribe, tan distantes de los refuerzos, podrían necesitarlos en el campo de batalla. Así tenemos que la presencia de los cohetes de alcance medio e intermedio tendría el propósito de impedir una agresión estadounidense contra Cuba, mientras que las armas nucleares tácticas se enviarían para el caso de que la disuasión fallara, para ser utilizadas contra las cabezas de playa donde estuvieran desembarcando los norteamericanos y contra las concentraciones de buques de la flota invasora, es decir, no fueron consideradas como armas disuasivas, sino de combate, para asegurar que las tropas que se encontrarían en una posición expuesta tendrían los medios más eficaces para luchar contra un ataque. Cualquiera diría que no se tuvo en cuenta que su utilización también podría ser el detonante de una escalada incontrolada de acciones y reacciones que condujera a la guerra nuclear, pues era impredecible lo que pudiera suceder si una de aquellas cargas nucleares tácticas era disparada contra una concentración de fuerzas que estuviera desembarcando y miles de militares norteamericanos eran volatilizados en el fuego de los átomos desintegrados. Era impredecible lo que pudiera suceder en ese caso, pero pronosticable con un elevado porcentaje de certeza.

También se prestó atención al aseguramiento de retaguardia de la Operación, pues habría que planificar y organizar en breves plazos, bajo la dirección de la Jefatura de Retaguardia de las Fuerzas Armadas, los aseguramientos material, de transporte, técnico, médico, financiero y de otros tipos. Era necesario crear las reservas de medios materiales, organizar el avituallamiento corriente, crear nuevos almacenes, talleres, instituciones médicas y otros órganos, así como completar la reserva intocable de la Agrupación sobre la base de cálculo de un año de consumo.

Entre los problemas que requerían una atención de primer orden estaban los relacionados con la organización de las transportaciones ferroviarias y navales. De acuerdo con la idea del EMG era inminente la transportación por ferrocarril hacia los puertos del total de hombres de la Agrupación, más una inmensa cantidad de técnica y armamento (cohetes, artillería, tanques, aviones, bombas, proyectiles y municiones de todo tipo, alimentos, vestuario, materiales de construcción y toda una relación prácticamente interminable). Se requería una planificación cuidadosa de la cantidad de vagones necesarios (de pasajeros, de carga cerrados y plataformas, cisternas, refrigerados y de otros tipos especiales). Un cálculo preliminar indicaba que se necesitarían unos 21 mil vagones. Había que determinar las estaciones ferroviarias de carga y descarga, las fechas y horas de llegada a las mismas, el gráfico de expedición de los convoyes, los plazos de carga y descarga y otras mil cuestiones.

El 11 de junio de 1962, en la oficina del primer sustituto del Presidente del Consejo de Ministros de la URSS, Alexei Kosiguin, se efectuó una reunión con la dirección de las Fuerzas Armadas, en la que se examinaron las cuestiones relacionadas con el cumplimiento de lo aprobado el día anterior para asegurar la planificación, preparación y traslado de las tropas a Cuba: cuánto, qué, cuándo y cómo era necesario trasladar, y para esto cuáles medidas había que adoptar para garantizar el cumplimiento de la operación y el carácter encubierto de las actividades.

Una misión de la mayor importancia y complejidad fue planteada a la Marina Mercante. En la tarde del propio día 11, Alexei Kosiguin le comunicó al ministro de Marina Mercante, Víctor Bakaev, que era inminente una gran operación militar en Cuba, la que requeriría el aseguramiento con barcos mercantes para la transportación de personal y armamento. Le planteó la misión de confeccionar el plan de traslado hacia la Isla. Había muy poco tiempo para ello, pues debía presentarlo el 15, solo cuatro días después. Por si eso fuera poco, le informó también que por razones de seguridad, en la preparación del plan solamente podría participar un funcionario del ministerio. Bakaev seleccionó a su sustituto, E. Karamzin, hombre de gran experiencia y preparación que respondió a la confianza depositada en él. Según los datos preliminares aportados por el EMG, sería necesario transportar más de 50 mil pasajeros y 230 mil toneladas de carga durante el periodo de julio a noviembre.

Karamzin realizó el trabajo en una oficina del EMG con un grupo de especialistas militares. Allí puntualizaron los volúmenes, el carácter y los plazos para los traslados de las cargas por mar, y estudiaron la situación operativa existente en las rutas marítimas, incluyendo las de Cuba, que en aquel periodo eran servidas por más de 50 barcos. En total fue necesario emplear 85 embarcaciones que realizaron 185 travesías. Pero en aquellos momentos muchos de ellos se encontraban navegando por todos los océanos del mundo, por lo que hubo que reunirlos en un breve plazo, prepararlos en la forma adecuada teniendo en cuenta la naturaleza de las cargas y enviarlos oportunamente a los puertos de embarque. Incluso resultó imprescindible fletar algunos barcos de otros países para asumir parte de las transportaciones que los barcos soviéticos seleccionados tenían planificadas para los próximos meses.

Los barcos se concentraron en puertos soviéticos sin que nadie supiera a ciencia cierta con qué objetivo se hacía. Al respecto resulta característico el relato siguiente del capitán de la motonave "Serguei Botkin": cuenta el capitán que habían llevado carga a Indonesia y de allí se dirigieron a Singapur para abastecerse de combustible y recoger caucho en puertos de Malasia para transportarlo al Mar Negro. En Singapur recibió una comunicación de la compañía naviera en la que le indicaban que no tomara carga después de recibir el combustible y siguiera en lastre hasta el Mar Negro. Al cumplir los requisitos aduaneros, un chino, que era el agente local de la compañía naviera soviética, constantemente se encogía de hombros, suspiraba y abría los brazos: "No entiendo nada. Todos los barcos soviéticos se van a casa vacíos y arrendamos barcos extranjeros para transportar sus cargamentos. Las pérdidas son colosales". Pero el capitán no podía responderle, estaba tan intrigado como el chino en cuestión.

Se intentó asegurar el carácter encubierto de los traslados observando el gráfico regular de movimiento de trenes que estaba previsto para la región occidental de la URSS, así como manteniendo la intensidad planificada del movimiento de barcos hacia Cuba (lo que no se pudo cumplir completamente debido al gran volumen de cargas a trasladar y al reducido intervalo de tiempo disponible para hacerlo).

DE LAS UNIDADES Y SU ARMAMENTO

El 13 de junio, el Ministro de Defensa firmó las directivas dirigidas a los jefes de las Tropas Coheteriles Estratégicas, las Fuerzas Aéreas, las Tropas de la Defensa Antiaérea, las Tropas Terrestres y la Marina de Guerra. En ellas se exponían de forma concreta las tareas fundamentales de cada Tipo de Fuerzas Armadas durante el periodo de preparación para el cumplimiento de la misión combativa, la composición numérica, los tipos de armamento y técnica de combate, los plazos de preparación para el envío, el volumen de abastecimiento técnico-material y otras medidas relacionadas con la ejecución de la Operación "Anadir", especificándose que todas las actividades se llevarían a cabo en total secreto.

Con el fin de garantizar el secreto, todas las disposiciones se entregaban personalmente, utilizando emisarios entre el EMG y las unidades y los puertos de embarque; se prohibió la utilización de los medios de comunicaciones, y para el cumplimiento de las medidas indicadas solo era admitido un círculo de personas estrictamente limitado, los que eran prevenidos acerca del especial secreto del trabajo que realizaban, limitándose al máximo las personas que sabían el objetivo real de la operación; para el resto del personal aquello era una maniobra estratégica para el traslado de tropas por mar hacia regiones de clima muy frío en el norte lejano del país; para el enmascaramiento operativo se hicieron participar medios de radio que con sus transmisiones imitaron el despliegue de puntos de dirección y la concentración de tropas en regiones falsas. Además, en el último momento se entregaron a las tropas recomendaciones para la explotación y conservación del armamento, la técnica y las municiones en las condiciones del clima tropical, las que desempeñaron un rol positivo, pero fueron insuficientes.

La selección del personal para el cumplimiento de la "comisión de servicios especial", como se denominaba entonces a la misión internacionalista en Cuba, se hizo sobre la base de exigencias incrementadas que establecían severas limitaciones, en correspondencia con una directiva especial del Ministerio de Defensa y las exigencias del Comité de Seguridad del Estado (KGB), adjunto al Consejo de Ministros de la URSS. Con esto se perseguía el objetivo de que se enviaran a Cuba oficiales, sargentos y soldados confiables, bien preparados en los aspectos moral, técnico-militar y físico. Sin embargo, estas exigencias complicaron hasta el límite la etapa preparatoria y en ocasiones, dañaron la preparación combativa. En muchos estados mayores, unidades de combate y dotaciones fue sustituido hasta el 35-55 % del personal(1), por lo que hubo que prepararlos y cohesionarlos de nuevo para llevar la preparación al menos hasta la evaluación de satisfactorio. Esta situación afectó principalmente a las dotaciones de cohetes estratégicos y antiaéreos, unidades radiotécnicas y cohetes de defensa costera, entre otras, por lo que en ocasiones hubo que entrenarlas con urgencia al llegar a Cuba, cuando debían haber estado en máxima disposición combativa.

La composición de las tropas y los tipos de armamento fueron los siguientes:

TROPAS COHETERILES ESTRATÉGICAS

Una división coheteril equipada con cohetes nucleares de alcance medio e intermedio. La división fue estructurada con regimientos y bases técnicas pertenecientes a los ejércitos coheteriles de Vinnitsa (Ucrania) y Smolensk (República Federativa Soviética de Rusia), mientras que el estado mayor correspondía a la División Romenskaya del ejército de Smolensk, condecorada con las órdenes de "Suvorov" y "Kutuzov"; estaba compuesta por cinco regimientos, tres equipados con cohetes de alcance medio del tipo R-12 (SS-4 según la denominación de la OTAN) y dos con cohetes de alcance intermedio R-14 (SS-5). Cada regimiento se encontraba organizado en dos grupos de combate, los que poseían una batería radiotécnica y cuatro rampas de lanzamiento. Para cada regimiento había una base técnica coheteril, cuya misión fundamental consistía en garantizar la correcta explotación de las cabezas de combate nucleares de los cohetes, el aseguramiento de las condiciones establecidas de conservación, su mantenimiento y la realización de las comprobaciones periódicas de las mismas. La división fue reforzada con una base móvil de reparaciones, un batallón de zapadores y un grupo de artillería antiaérea de 100 mm. La división estaba integrada por aproximadamente 11 mil efectivos, de los cuales 1,900 eran oficiales. Su jefe era el mayor general Igor Statsenko.

En total la división coheteril estratégica tenía 40 rampas de lanzamiento (RL), 24 de ellas para cohetes de alcance medio R-12 y 16 para los cohetes de alcance intermedio R-14. El módulo de cohetes era de 36 cohetes R-12 y 24 del tipo R-14, a razón de un cohete por rampa y uno de reserva para dos rampas de lanzamiento. Los regimientos equipados con cohetes R-12 tenían un cohete de instrucción para cada grupo de combate, para un total de seis cohetes de instrucción.

Los cohetes R-12 podían batir blancos que se encontraran a distancias de 700 a 2,100 kilómetros; para cada grupo de combate se establecía la dirección principal de lanzamiento, y los blancos a batir se podían encontrar ubicados por acimut hasta 13 grados a la izquierda y 23 grados a la derecha de esa dirección principal, lo que se debía a condiciones técnicas relacionadas con la existencia de una batería radiotécnica para las cuatro rampas de lanzamiento de cada grupo de combate. Uno de estos grupos había participado en las maniobras experimentales del año 1961, en las que había efectuado el primer lanzamiento, en el polígono de Novaya Ziemlia, de un cohete R-12 con cabeza nuclear de combate desde una posición de campaña. Igualmente, una de las brigadas de ensamblaje de las bases técnicas coheteriles fue la que preparó la carga nuclear de combate para ese cohete. Además, todas las dotaciones de los regimientos y bases técnicas tenían experiencia en la preparación y realización de lanzamientos con cohetes de instrucción, adquirida en el polígono de Kapustin Yar. Los cohetes R-12 tenían una longitud y diámetro de 22.1 y 1.65 metros respectivamente, por lo que difícilmente podrían confundirse con las palmas. La potencia de la carga nuclear de un cohete R-12 era de un megatón, es decir, 77 veces más poderosa que la bomba que arrasó a Hiroshima.

En los emplazamientos los cohetes habitualmente no se encuentran en posición vertical en las rampas de lanzamiento, están en posición horizontal sobre carretillas tecnológicas especiales, ubicados en lugares protegidos cercanos a las RL; las cabezas de combate nucleares no están instaladas en ellos por razones de seguridad y porque las mismas requieren de condiciones especiales de conservación; si los cohetes son de combustible líquido no se encuentran abastecidos con sus componentes: el combustible propiamente dicho y el oxidante, pues estos son muy agresivos, especialmente el oxidante, y a partir del momento en que el cohete es abastecido por primera vez se limita considerablemente su plazo de vida útil, como consecuencia del desarrollo del proceso de corrosión en los tanques, por esta causa los cohetes solamente son abastecidos en los minutos precedentes al lanzamiento. Si la carga nuclear se encontrara en el refugio preparado especialmente para ellas en el emplazamiento del grupo de combate, el plazo de tiempo necesario entre la recepción de la orden de lanzamiento y el momento en que este puede ser efectuado era de dos horas y treinta minutos para los cohetes R-12; este tiempo se desglosaba en dos horas y diez minutos para trasladar la carga hasta el cohete, acoplarla y colocarlo en posición vertical en la RL, más veinte minutos para introducir la tarea de vuelo hasta el blanco designado y abastecerlo con combustible.

Los cohetes de alcance intermedio R-14 podían batir blancos a las distancias de 1,900 a 4,500 kilómetros, tenían una longitud y diámetro de 24.4 y 2.4 metros, por lo que la probabilidad de que pudieran ser confundidos con palmas era aun menor. La potencia de la carga nuclear de los R-14 era de 1.65 megatones(2), es decir, 127 veces más potente que la bomba de Hiroshima.

Con los cohetes R-12 y R-14 emplazados en Cuba se podían batir blancos en toda la profundidad del territorio continental de los Estados Unidos. La misión de la división coheteril consistía en poner las unidades en disposición combativa en los plazos establecidos y estar lista para atacar los blancos importantes asignados en territorio de los Estados Unidos, lo que solo se haría en caso de recibir la orden expresa de Moscú al iniciarse la guerra.

FUERZA AÉREA

Estaba integrada por un escuadrón de bombarderos ligeros, un regimiento de helicópteros y dos regimientos de cohetes alados tácticos.

El escuadrón de bombarderos ligeros tenía 11 aviones IL-28, seis de ellos especialmente equipados para transportar bombas nucleares, y se enviaron a Cuba seis bombas nucleares de seis kilotones de potencia (0.45 de la bomba de Hiroshima). Esta carga útil podía ser transportada a una distancia de 200 millas (según la inteligencia norteamericana esa distancia era de 750 millas). Este era un avión obsoleto, de poca velocidad, bajo techo de vuelo y poca maniobrabilidad, que podía ser empleado, según los soviéticos, para la defensa costera, bajo la protección de la defensa antiaérea de las fuerzas propias, mas no podía cumplir misiones de bombardeo a gran distancia, debido a su vulnerabilidad. Ya habían sido retirados del armamento casi por completo.

El regimiento de helicópteros contaba con 33 máquinas del tipo MI-4 que estaban destinadas para la evacuación de heridos y enfermos, para realizar la exploración y para el traslado de personal y cargas de poco peso.

Los cohetes alados tácticos tierra-tierra eran del tipo FKR-1. Cada regimiento estaba integrado por dos grupos de combate y una batería técnica. El grupo de combate tenía dos baterías de dirección y cuatro rampas de lanzamiento. En total los dos regimientos contaban con 16 rampas y cinco cohetes cada una, para un total de 80 cohetes. Su alcance era de 150 kilómetros y la altura de vuelo podía variar de 300 metros a más de dos kilómetros, la que se regulaba en dependencia del relieve del terreno, tratando siempre de que el vuelo se realizara a la altura menor posible, para dificultar su localización y destrucción. Su velocidad de vuelo era de 0.8-0.9 Match. El blanco terrestre no se localizaba, se determinaba su posición por métodos geodésicos; la dirección del cohete consistía en establecer el acimut de vuelo hacia el blanco y señalarlo con el haz irradiado por la estación de dirección; el cohete volaba siguiendo esa dirección por el método de las señales de igual amplitud. El vuelo era recto y nivelado hasta el inicio de la picada sobre el blanco, no realizaba maniobras ni creaba interferencias para su protección durante el vuelo, por lo que podía ser derribado por una buena defensa antiaérea. La estación de dirección enviaba un mando de radio al cohete para iniciar la picada. La exactitud del tiro era elevada; en los tiros realizados en Cuba posteriormente el error no fue mayor de unas pocas decenas de metros. El peso de la carga de combate era de alrededor de una tonelada; con la carga convencional los fragmentos eran peligrosos hasta varios cientos de metros, pero resultaba poco efectivo el empleo de este cohete; otra cosa sería con las cargas nucleares de 5-12 kilotones (0.4-0.9 de la bomba de Hiroshima).

Los soviéticos enviaron a Cuba 80 cargas nucleares para los FKR, o sea, que había una carga convencional y una nuclear para cada cohete. Generalmente, los grupos de combate se encontraban en un lugar de ubicación permanente y tenían varias posiciones de lanzamiento preparadas. Si la distancia de maniobra no era muy grande (de varias decenas de kilómetros), esta se hacía con los cohetes equipados y abastecidos sobre las rampas de lanzamiento (RL), y estaban listos para el tiro en un plazo de aproximadamente una hora después de llegar a la posición; si la distancia de maniobra era grande los cohetes se llevaban en sus contenedores, sin estar equipados y abastecidos, en este caso el plazo para estar listos para el tiro era de varias horas. El cohete estaba construido sobre la base de un MIG-15 modificado y tenía un motor reactivo a pólvora para despegar de la rampa.

TROPAS DE LA DEFENSA ANTIAÉREA

Estaban integradas por dos divisiones coheteriles antiaéreas y un regimiento aéreo de cazainterceptores.

Las divisiones coheteriles antiaéreas procedían de la región del Volga y cada una de ellas estaba integrada por tres regimientos con cuatro grupos coheteriles SA-75 y un grupo técnico. Con este tipo de cohetes se podían derribar los aviones enemigos hasta una distancia de 34 kilómetros, si volaban con alturas no mayores de 27 kilómetros. En distintas obras se ha planteado que estos cohetes presentaban una seria limitación, consistente en que no podían disparar contra aviones que volaran a alturas menores de un kilómetro. En honor a la verdad tenemos que decir que esta afirmación no es correcta, la situación no era así... ¡era peor!, pues en realidad no podían disparar contra aviones que volaran a alturas menores de ¡DOS kilómetros! La efectividad del tiro contra aviones en alturas superiores era muy elevada, del orden de los 0.9 y más, es decir, teóricamente podían derribarse nueve de cada diez aviones a los que se les disparara.

La limitación del tiro por debajo de los dos kilómetros de altura se podía compensar formando agrupaciones coheteriles mixtas, integradas por grupos coheteriles SA-75 y otros grupos especiales para el tiro en bajas alturas. En aquella época ya los soviéticos tenían cohetes de bajas alturas, por ejemplo, los complejos S-125, que se habían comenzado a fabricar en 1960, y no está claro por qué no hicieron una agrupación mixta. Una causa podría ser que en aquellos tiempos fuera pequeña aún la cantidad de complejos de bajas alturas y no se decidieran a enviar una parte fuera de la URSS, porque ocupaban posiciones clave en la defensa antiaérea del país.

Otra forma de compensar la limitación del tiro a bajas alturas de los complejos SA-75 era empleando abundante artillería antiaérea de tiro rápido, con el objetivo de obligar a elevar la altura de vuelo de los aviones, pero la artillería antiaérea de la Agrupación de Tropas Soviéticas era ínfima, por lo que se puede concluir que su defensa antiaérea resultaba bastante débil. La causa es inexplicable hasta ahora.

En total los soviéticos trasladaron a Cuba 24 grupos coheteriles antiaéreos, cada uno de los cuales tenía seis rampas de lanzamiento, lo que hace un total de 144 RL. Habitualmente, para cumplir una misión por tiempo prolongado se asignaban dos módulos de cohetes para cada grupo coheteril. Un módulo era de 12 cohetes para un grupo, por lo que suponemos que se trasladó a Cuba una cantidad no menor de 576 cohetes antiaéreos para los complejos SA-75. Estos cohetes también eran de combustible líquido, y su vida útil se limitaba, al igual que en los cohetes de alcance medio, después de ser abastecidos por primera vez, principalmente a consecuencia de la agresividad del oxidante que corroía las paredes interiores del tanque del cohete. A modo de ejemplo podemos citar que la vida útil de un cohete antiaéreo SA-75, es decir, el plazo de tiempo en que el mismo puede ser explotado con seguridad, era de diez años en aquella época, pero esta se limitaba a solo dos años a partir del momento que fuera abastecido con oxidante por primera vez, aunque después ese líquido fuera evacuado y se neutralizara el tanque del cohete.

Cada división coheteril antiaérea contaba además con un batallón radiotécnico, equipado con radares de distintos tipos, mediante los cuales eran localizados los blancos aéreos y se transmitían sus trayectorias de vuelo y características a las demás unidades.

El regimiento aéreo de caza estaba equipado con cuarenta aviones MIG-21 F13, destinados para la intercepción de las aeronaves enemigas. Estos eran aviones modernos para la época, con características de vuelo de primera línea y armamento para el combate aéreo. Debían garantizar la lucha contra los aviones enemigos en cooperación con los grupos coheteriles antiaéreos y fundamentalmente en las zonas no protegidas por estos. El regimiento procedía de Kubinka, en la región de Moscú.

TROPAS TERRESTRES

Estaban integradas por cuatro regimientos de infantería motorizada que pertenecían a la región de Leningrado. Los regimientos estaban reforzados con batallones de tanques y tres de ellos contaban además con grupos de cohetes tácticos "Luna" de la región de Kiev. Cada regimiento tenía 2,500 hombres y estaba equipado con 31 tanques T-55, tres tanques anfibios PT-76, diez cañones autopropulsados SAU-100, diez carros blindados de reconocimiento, nueve morteros de 120 mm, nueve instalaciones de cohetes dirigidos antitanque, seis obuses de 122 mm, sesenta carros blindados para el transporte de tropas y baterías de artillería antiaérea de 57 mm con equipo de dirección del fuego. Los cohetes tácticos "Luna" eran balísticos y se utilizaban contra blancos terrestres, estaban autopropulsados sobre la base del tanque PT-76; su alcance era de 40-55 km. Cada grupo contaba con dos rampas de lanzamiento móviles y fueron enviados a Cuba 36 cohetes, 24 con cargas convencionales y 12 con cabezas de combate nucleares de tres kilotones, es decir, tenían una potencia igual a 0.23 de la bomba de Hiroshima(3). La misión fundamental de los regimientos de infantería motorizada consistía en proteger las unidades coheteriles y otras unidades de la Agrupación, así como al estado mayor de la misma, y cooperar con las FAR para aniquilar los desembarcos navales y aéreos del enemigo en caso de producirse.

MARINA DE GUERRA

Estaba compuesta por una escuadra de buques de superficie integrada por dos cruceros, dos destructores portacohetes y dos destructores regulares(4); una división de siete submarinos de ataque portacohetes, cada uno con tres cohetes R-13 de 540 kilómetros de alcance y cabeza de combate nuclear, cuatro torpedos con carga nuclear y torpedos con carga convencional; una brigada de cuatro submarinos regulares con torpedos de carga nuclear y convencional; una brigada de doce lanchas coheteras, cada lancha con dos cohetes de carga convencional y cuarenta kilómetros de alcance; un regimiento de bombarderos ligeros IL-28 equipados con minas y torpedos y un regimiento de cohetes alados de defensa costera tipo "Sopka", para ser utilizados contra barcos de superficie; el alcance de estos cohetes era de ochenta kilómetros y llevaban cargas de combate convencionales, aunque existen testimonios de algunos oficiales soviéticos de que para ellos se llevaron varias cabezas de combate nucleares, sin precisar su cantidad y potencia(5).

Los cohetes del complejo "Sopka" volaban a 300 metros de altura para dificultar su localización, pues podían ser derribados por los medios de defensa antiaérea. El regimiento radicaba en Poti, en el Mar Negro, y contaba con cuatro grupos de combate con dos rampas de lanzamiento cada uno; dos de los grupos de combate procedían de la región del Báltico. En total llegaron a Cuba 34 cohetes de este tipo, que empleaban un sistema de radiocorrección a distancia para la dirección del vuelo; este sistema se desconectaba al encontrarse el cohete a siete kilómetros del blanco, cuando comenzaba a funcionar una cabeza activa de radiolocalización para la autoconducción, instalada a bordo del cohete. Estaban construidos sobre la base de un MIG-15 modificado, tenían gran precisión de impacto y se consideraba que dos cohetes bastaban para hundir un blanco del tipo crucero, siendo necesario un solo cohete para embarcaciones de menores dimensiones.

Antes de pasar a otro aspecto, quisiera señalar que si las tropas soviéticas en Cuba hubieran tenido que defender los cohetes estratégicos y a sí mismas contra una invasión, sería difícil creer que se hubieran abstenido de emplear cualquiera de sus armas, combatiendo con una mano atada a la espalda, especialmente en las situaciones desesperadas que pudieran presentarse.

Estas eran, a rasgos generales, las unidades de la Agrupación de Tropas Soviéticas que debían cooperar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias para la defensa del país en caso de una agresión.

OTROS ASPECTOS DE LA PREPARACIÓN

Los órganos de retaguardia soviéticos se enfrentaban a una misión extraordinariamente voluminosa, por ejemplo, en las indicaciones del ministro de Defensa al jefe de Retaguardia de las Fuerzas Armadas de la URSS, mariscal de la Unión Soviética Bagramian, del 15 de junio de 1962, se ordenó, entre otras cosas, el envío a Cuba de: 31 mil 380 toneladas de combustible de los distintos tipos, 6,500 toneladas de víveres y 18 mil toneladas de productos de conservación prolongada, 5,000 tiendas de campaña, 215 vagones de municiones diversas, 11 vagones de piezas de repuesto para distintos equipos y 40 vagones de bombas de aviación. Además se ordenaba llevar a los puertos de embarque módulos de ropas de civil y entregarlos a los más de 50 mil efectivos que marchaban a Cuba.

Durante el periodo del 15 de junio al 15 de septiembre distintas fábricas confeccionaron contenedores navales especiales para la transportación de aviones de diversas características, helicópteros y cohetes alados tácticos y de defensa costera.

Para los complejos coheteriles de alcance medio R-12 se confeccionaron plazoletas de lanzamiento de hormigón, así como elementos desmontables de este material para confeccionar refugios y depósitos en las posiciones de los grupos de combate, lo que permitiría equipar la posición de lanzamiento en el transcurso de varios días.

Para los complejos coheteriles de alcance intermedio R-14, que tenían un sistema de posiciones de lanzamiento más complejo, estaba prevista su construcción en el lugar por especialistas constructores pertenecientes al Comité Estatal del Consejo de Ministros de la URSS para la Técnica de Defensa y la Radioelectrónica.

Una muestra del volumen de trabajo realizado por el estado mayor de las Tropas Coheteriles Estratégicas es la siguiente: durante la etapa preparatoria de la operación se realizaron cerca de 450 viajes de generales y otros oficiales del aparato central a las tropas.

El 20 de junio, el Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de la URSS aprobó la composición definitiva de la Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS) que participaría en la Operación "Anadir".

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles

1 Al borde del abismo... Ob. Cit. p. 61.

2 Diez Acosta, Tomás: Peligros y... Ob. Cit. p. 100.

3 Lechuga, Carlos: En el ojo de la tormenta. SI-MAR S. A. La Habana, Cuba, 1995, p. 89.

4 Gribkov, Anatoli y Smith, William: Operación ANADIR. Generales estadounidenses y soviéticos relatan la crisis de los cohetes en Cuba. Editado por Alfred Friendly, hijo. Edition q, inc. Chicago, Berlín, Tokio y Moscú.

5 Diez Acosta, Tomás: Peligros y... Ob. Cit. p. 101


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V.- Una reunión histórica y una decisión de última hora

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ *

El comandante Raúl Castro Ruz llegó a Moscú el 2 de julio de 1962, al frente de una delegación de alto nivel. El objetivo de la visita era sostener conversaciones con Nikita Jruschov y Rodion Malinovski para examinar las bases del acuerdo que sería concertado entre los dos países.

RAÚL, A SU LLEGADA A MOSCÚ, SOSTUVO CASI DE INMEDIATO UNA REUNIÓN CON NIKITA JRUSCHOV

Raúl reiteró el criterio y los argumentos del Comandante en Jefe Fidel Castro de hacer público el acuerdo militar cubano-soviético como acto soberano entre dos estados. No obstante, la parte soviética insistió en mantener la operación en secreto, algo imposible de lograr debido a su envergadura y al sobrevuelo sistemático de la aviación de exploración norteamericana sobre Cuba.

El 7 de julio de 1962 el mariscal Malinovski informó a Jruschov que el Ministerio de Defensa estaba listo para iniciar la Operación "Anadir" y este aprobó oficialmente el Plan de la Operación. Para ese momento ya estaban formados la jefatura y el estado mayor de la Agrupación de Tropas Soviéticas en Cuba, y se suponía que sería designado como jefe de la misma el teniente general Pavel Dankevich, de 44 años, comandante del ejército coheteril sobre la base del cual se habían creado el estado mayor de la Agrupación y la división coheteril estratégica. Estaba planificado un encuentro de Jruschov con la jefatura de la Agrupación, la que a continuación debía partir hacia Cuba en un vuelo especial.

En la reunión, además del mariscal Malinovski y el coronel general Ivanov, participaron el coronel general Davidkov, los tenientes generales Dankevich y Grechko, y los mayores generales Dementiev, Garbuz y Abashvili. Al llegar, Jruschov saludó a los presentes con un movimiento de la mano y comenzó su intervención. Habló alrededor de cuarenta minutos: emocionado, enérgico, convincente, acompañando su intervención con gestos, cautivando con su sinceridad, su lógica y su vehemencia, según relataron algunos de los participantes.

Nikita Sergueievich comenzó su intervención diciendo: "Nosotros en el Comité Central decidimos llenarle el camino de espinas a los Estados Unidos, instalar en Cuba nuestros cohetes para que ellos no puedan tragarse a la Isla de la Libertad. Tenemos el consentimiento de la parte cubana. El objetivo de esta operación es uno: ayudar a resistir a la Revolución Cubana, protegerla contra la agresión de los norteamericanos. La dirección política y militar de nuestro país, sopesando multilateralmente todas las circunstancias, no ve otro camino para impedir el ataque por parte de Norteamérica, el cual, de acuerdo con nuestras informaciones, se prepara intensamente. Cuando los cohetes estén instalados, ellos sentirán que si quieren castigar a Cuba tendrán que vérselas con nosotros"(1). Jruschov subrayó reiteradamente durante su intervención que el Gobierno soviético no pensaba en provocar un conflicto nuclear o en utilizar la plaza de armas de Cuba para asestar un golpe nuclear preventivo contra los Estados Unidos, repitió que no querían la guerra, que la cuestión acerca del empleo de los medios nucleares en caso de que surgiera una situación de crisis o de intervención norteamericana en Cuba sería decidida por Moscú y solo por Moscú. Y agregó: "Estar preparados, pero no golpear", señalando a continuación: "No los mandamos a la guerra, no la habrá, si no a defender a la Revolución Cubana, para que los norteamericanos sientan que hay fuerza para enfrentarlos"(2).

Después Jruschov explicó por qué se había decidido realizar toda la operación en secreto, y dijo que si lograban aferrarse en Cuba los norteamericanos se verían obligados a conformarse con lo sucedido, por eso las tropas en Cuba debían mantener una elevada disposición combativa y la voluntad de derrotar al agresor. Expresó que con los cubanos se estaba concertando un acuerdo, que sería publicado sin falta cuando los cohetes estuvieran instalados y agregó que Norteamérica solo reconocía la fuerza, por lo que era necesario garantizar el carácter secreto absoluto del rápido despliegue de las tropas, en especial de los complejos coheteriles.

Inesperadamente, dirigiéndose a los participantes en la reunión, Jruschov preguntó:
"¿Quién trabaja como asesor principal de Fidel?"

Se puso de pie el mayor general Alexei Dementiev, y lo interrogó:

"¿Qué usted considera, se podrá mantener en secreto la instalación de nuestros cohetes en Cuba?

"No, Nikita Sergueievich, eso no es posible" —fue la respuesta.

"¿Por qué?" —puntualizó el Primer Ministro.
Entonces, el general Dementiev argumentó de una forma precisa y fundamentada su punto de vista sobre aquel problema, acentuando la atención en el hecho de que el paisaje cubano no servía para ocultar la técnica coheteril. Expresó que las regiones de lanzamiento designadas representaban en sí llanuras planas sin grandes bosques, en los que no había dónde esconder un cohete. Cuando Dementiev planteó ese punto de vista, el ministro de Defensa lo empujó con el pie por debajo de la mesa, tratando de interrumpir sus manifestaciones ulteriores. El hecho radicaba en que el envío de los cohetes a Cuba era apoyado por el propio Malinovski. Mas para honra del asesor militar, quien conocía bien la situación cubana, el mismo mantuvo firmemente su punto de vista, aunque también comprendía que en aquel problema iba en contra, además, de la idea del propio Jruschov. Y al final de aquel análisis concluyó:

"Lo más probable es que se logren llevar los cohetes de una forma oculta, pero no será posible equipar las posiciones de lanzamiento y mucho menos mantener en ellas a los cohetes por tiempo prolongado en secreto para el enemigo"(3).

A juzgar por su reacción, los argumentos del general Dementiev produjeron una seria impresión en Jruschov, y aunque este no renunció a la idea de trasladar los cohetes hasta las puertas de los Estados Unidos, miró a Malinovski y dijo pensativo:

"Es necesario meditar."

En realidad, la observación de Jruschov solo significó la variación del plan de traslado de las unidades, de forma que cuando llegaran a Cuba las unidades coheteriles estratégicas estuviera mejor garantizada su protección.

Después Nikita Sergueievich pidió al teniente general Dankevich que relatara brevemente sobre su persona, sobre su paso por el servicio militar. Lo escuchó atentamente, sin hacer preguntas, y cuando este terminó, dijo inesperadamente para todos:

"Nosotros todavía lo pensaremos. Usted no se ofenda."

Más tarde se supo que en aquellos momentos, cuando se producía este encuentro, ya había sido llamado al Kremlin el general de ejército Issa Alexandrovich Pliev, quien hasta ese momento era el comandante de la Región Militar del Cáucaso Norte. Este mismo día Jruschov se entrevistó con el general Pliev, aprobó su designación como comandante de la Agrupación de Tropas Soviéticas en Cuba y firmó el documento en que se designaba a la jefatura de la misma, la partida de la cual hacia Cuba fue postergada para el día 10, de modo que el nuevo jefe pudiera actualizarse.

Por lo visto, era conveniente tener a un comandante de tropas generales, con experiencia y autoridad, a la cabeza de una Agrupación de muchos miles de hombres que era algo fuera de lo común, y en la composición de la cual estaban incluidas grandes unidades y unidades de distintos Tipos de Fuerzas Armadas. Entre los candidatos a ese cargo estaba el nombre del general Pliev, célebre jefe militar de la Gran Guerra Patria, condecorado dos veces con el título de Héroe de la Unión Soviética, quien tenía una experiencia considerable en el desarrollo de acciones combativas con maniobras. En el periodo posterior a la guerra había mandado exitosamente un ejército y una región militar.

De esta forma, la jefatura de la Agrupación quedó integrada en la forma siguiente:
Comandante en jefe de la Agrupación —general de ejército Issa Pliev;

Primer sustituto del comandante —teniente general Pavel Dankevich;

Jefe de la Dirección Política —mayor general Pavel Petrenko;

Jefe de estado mayor —teniente general Pavel Akindinov;

Sustituto del comandante y jefe del Grupo de Especialistas Militares Soviéticos en Cuba —mayor general Alexei Dementiev;

Sustituto del comandante para la Defensa Antiaérea —teniente general Stepan Grechko;

Sustituto del comandante para las Fuerzas Aéreas —coronel general Víctor Davidkov;

Sustituto del comandante para la Marina de Guerra —vicealmirante Gueorgui Abashvili;

Sustituto del comandante, ingeniero principal —mayor general Víctor Slizniev;

Sustituto del comandante para la Retaguardia —mayor general Nicolai Pilipenko;

Sustituto del comandante para la Preparación Combativa —mayor general Leonid Garbuz.
A finales de la primera decena de julio prácticamente había concluido la concentración de las unidades del primer escalón en los puertos de embarque, y comenzaba la carga de las tropas y el armamento en los barcos. En general, el proceso de carga en los barcos mercantes se efectuó de una forma organizada y en los plazos establecidos, aunque es necesario señalar que requería una excepcional precisión y coordinación en lo relacionado con la llegada de los barcos y las tropas a los puertos designados, pues la más mínima equivocación o demora interrumpía el tenso cronograma elaborado.

La técnica de combate era cargada en las bodegas de los barcos, mientras que en las cubiertas se colocaban medios comunes de transporte, equipos agrícolas o de otras ramas de la economía, tales como carros abastecedores de gasolina y aceite, agregados de soldadura, remolques con cargas diversas, cajas de dimensiones pequeñas y medianas y otros. Muchos de estos medios fueron pintados de distintos colores, en lugar del verde reglamentario, para que se parecieran más a medios de la economía. Los equipos especiales que no cabían en las bodegas se recubrían con tablas para que parecieran parte de la superestructura de los barcos; para evitar la exploración con medios infrarrojos las tablas se cubrían con láminas metálicas y estas se pintaban.

El día 10, el general Pliev partió en avión hacia Cuba con la jefatura de la Agrupación y parte del grupo avanzado de reconocimiento. Volaron bajo la cobertura de especialistas de la aviación civil. Cuando Jruschov, en presencia del mariscal Malinovski y el coronel general Ivanov, le impartía las últimas instrucciones, surgió la cuestión relacionada con el empleo de las armas nucleares tácticas; Nikita Sergueievich quedó pensativo unos instantes y a continuación otorgó a Pliev el derecho de emplearlas a su discreción en defensa de la Isla, recalcándole que eso sería en el caso en que no fuera posible establecer comunicación con Moscú, que debía ponderar muy bien la situación existente y solo entonces tomar una decisión; que en un asunto tan serio no debía haber prisa. Esta autorización fue hecha oralmente, de un modo no oficial. La forma en que se relata la toma de esta importantísima decisión en los materiales publicados al respecto, como si nadie se hubiera percatado hasta ese momento de que había que hacerlo, deja la impresión de que se estaban improvisando las cosas.

Jruschov le planteó además al general Pliev que solo Moscú podía decidir que se dispararan armas nucleares contra blancos situados en el territorio continental de los Estados Unidos, un acto que provocaría, casi con certeza, que Washington diera una respuesta nuclear total(4). Sin embargo, resulta evidente que el dirigente soviético veía con una óptica diferente a las armas nucleares tácticas que se emplearían en el campo de batalla. Posiblemente pensaba que con su corto alcance y baja potencia no constituían un gran riesgo de provocar represalias de mayor envergadura. De todos modos, no se puede dejar de considerar una posibilidad elevada de que cualquier explosión nuclear que se produjera en Cuba durante un combate con fuerzas norteamericanas podría haber provocado una respuesta nuclear, y no solo contra los soviéticos que se defendieran en Cuba.

¡A LA MAR!

El 12 de julio de 1962, los primeros barcos pusieron rumbo hacia costas aún desconocidas. Para todos estaba claro que aquella acción constituía una ayuda armada, pero nadie sabía a ciencia cierta a quién se le prestaría. El tiempo promedio de carga de las naves mercantes había sido de 2-3 días, en jornadas de 24 horas. Durante aquel intervalo, el personal hacía muchas preguntas a los integrantes de los grupos operativos sobre el lugar de destino y los objetivos del viaje; se les explicaba la gastada variante de los ejercicios estratégicos con el traslado de tropas y armamento por mar hacia el norte lejano, pero no quedaban satisfechos y preguntaban: "¿Entonces para qué nos recogen los carnés del partido y la juventud y los carnés militares?" Los capitanes de los barcos, que también estaban intrigados, preguntaban: "¿Para qué región debo solicitar los mapas y manuales de navegación?", y quedaban perplejos por la respuesta: "Para todo el mundo". Se había prohibido entrar en puertos intermedios durante la travesía, pasara lo que pasara, debían defenderse si fuerzas contrarrevolucionarias atacaban la nave y tenían que hundir el barco si existía el peligro de que fuese capturado. Se ordenó que los estrechos del Bósforo y los Dardanelos se pasaran sin prácticos, para limitar al máximo la estancia de extranjeros a bordo. Para esta ocasión se habían preparado regalos que contenían vodka, caviar y otras exquisiteces, los que se bajaban con una soga a los prácticos turcos, después de lo cual los capitanes recibían la autorización para continuar sin esfuerzo alguno.

El primer barco en pasar los estrechos fue el María Ulianova, que atravesó de noche la ciudad de Estambul; en ella bullía la vida nocturna y nadie sospechaba que en las entrañas de aquella pacífica embarcación se ocultaban unos hombres que iban a escribir la historia. Para la información externa se utilizaban diferentes leyendas: los barcos llevaban técnica agrícola, se dirigían a cualquier parte con carga o pasajeros y otras. La prensa también contribuyó a desinformar a la opinión pública mundial, pues publicó que habían aumentado las travesías de barcos mercantes a Cuba con productos alimenticios, medicamentos, etc.

Cuando los barcos iban a partir se entregaban al capitán dos sobres y un paquete, sellados y cosidos para mayor seguridad. Se les indicaba que se abriera el primer sobre después de salir de las aguas territoriales de la URSS, lo que debía hacerse con la presencia del capitán, del jefe del convoy militar y del funcionario del departamento especial del KGB que viajaba en la nave. Si, por ejemplo, la embarcación partía de uno de los puertos del Mar Negro, al abrir el primer sobre leían: "Abrir el segundo sobre después de pasar el estrecho de los Dardanelos". Cuando abrían el segundo encontraban un papel que decía: "Abrir el paquete después de pasar el estrecho de Gibraltar". Y al abrirlo encontraban la indicación: "Diríjase a Cuba, puerto de destino Cabañas". Allí también encontraban el material de estudio sobre Cuba y se indicaba que se comenzara el estudio del material con todo el personal, esclareciéndole la importancia del cumplimiento de aquella misión gubernamental especial. Se orientaba que durante la preparación del personal se aprovecharan los integrantes de las tripulaciones que hubieran estado antes en la isla de Cuba. La preocupación por el secreto se transmitió incluso a la última oración del documento que cada capitán y jefe de convoy militar abrieron en alta mar, pues decía que el mismo también debía ser destruido después de ser leído y explicado su contenido.

El documento fundamental que reglamentaba la travesía por mar era la "Instrucción al capitán del barco y al jefe del convoy militar", también aprobada por los ministros de Defensa y de Marina Mercante. Este documento otorgaba una responsabilidad enorme a los capitanes de barco, a ellos se subordinaba el jefe del convoy militar y todos sus integrantes. El capitán respondía por la travesía del barco en el mar y por la entrega del personal, el armamento, la técnica y otros bienes en el lugar de destino, y era el único que tenía derecho a tomar decisiones si se complicaba la situación durante el viaje, por cualquier causa.

Una de las cuestiones más complejas y difíciles de garantizar durante la realización de la Operación "Anadir", lo fue la relacionada con la protección y defensa de las tropas y sus medios durante el traslado a través del océano. Debido al carácter encubierto de la acción, no se podía ni hablar sobre el acompañamiento de los transportes con unidades de superficie de la Marina de Guerra, formando convoyes de barcos, mientras que los submarinos no podían cumplir esa función cabalmente, además de que serían descubiertos. Por esto, el EMG en sus planes operativos se basó fundamentalmente en el carácter encubierto: el traslado de la Agrupación de Tropas bajo las banderas de las transportaciones mercantes. No obstante, en cada nave el personal iba organizado y llevaba su armamento personal, por lo que siempre estaba garantizada una protección mínima ante algún ataque diversionista, pues llevaban fusiles automáticos, ametralladoras, lanzacohetes antitanque portátiles y otros medios, y, como veremos, más adelante se llegó a instalar cañones antiaéreos de pequeño calibre en las embarcaciones.

No obstante las medidas tomadas para preservar el secreto de la Operación, desde los primeros momentos surgieron pequeños errores y deficiencias en la coordinación que atentaban contra el logro de este objetivo. Por ejemplo, el dejar de tomar a bordo inesperadamente a los prácticos despertó sospechas de inmediato, ya que hasta aquellos momentos la compañía naviera no permitía que los barcos mercantes pasaran independientemente los estrechos, por lo que los turcos se tomaban el vodka, se deleitaban con el caviar e informaban a quien correspondía sobre aquella actitud sospechosa y fuera de lo acostumbrado; cuando el barco de pasajeros Admiral Najimov formalizaba los trámites para el paso por el estrecho del Bósforo, informaron que se dirigían al Golfo de Guinea con las tripulaciones de relevo para la flota pesquera, pero el funcionario turco que los atendía pidió que le dijeran al capitán que se dirigían a Cuba con turistas, y agregó: "Eso fue transmitido hoy por la Agencia TASS"; antes de embarcar, todos los viajeros recibían ropas de civil, pero resultó que a la abrumadora mayoría le daban camisas a cuadros, por lo que era como si siguieran uniformados: hasta por su ropa, además de la fisonomía y el idioma, los militares soviéticos se distinguían considerablemente entre la población cubana; luego los soldados bromeaban diciendo que participaban en una operación muy secreta denominada "camisas a cuadros". La cuestión se debía a que los especialistas en retaguardia del Ministerio de Defensa habían seleccionado una ropa de civil que no se ensuciara con facilidad.

Pero, además, debido a que los barcos transportaban personal y armamento fundamentalmente, quedaba vacía una gran parte de las bodegas; debido a esto, la carga de muchas embarcaciones resultaba considerablemente menor que sus capacidades y las líneas de flotación de las mismas se mantenían muy por encima del nivel del agua; esto, aparte de desenmascarante, era muy incómodo durante las travesías, pues disminuía la estabilidad de los barcos y estos se movían mucho, especialmente cuando había mal tiempo.

Por si todo ello fuera poco, el aumento brusco de la intensidad experimentado en los movimientos de la flota mercante soviética hacia Cuba en el verano de 1962, atrajo la atención de los servicios de inteligencia occidentales pertenecientes a la OTAN, que se dieron cuenta de que allí había "gato encerrado" y pusieron sobre aviso a sus colegas norteamericanos. De todos modos, pudieron determinar con alguna rapidez que había aumentado el envío de armamento a Cuba, lo que continuaron desconociendo, durante unos tres meses, fue que eran unidades de combate soviéticas, con todos sus medios, y que entre estos se incluía armamento nuclear de alcance medio.

El propio día 12 llegó a La Habana el grupo de dirección de la Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS), encabezado por el general de ejército Pliev. Sin embargo, allí fueron presentados como "especialistas de la agricultura"... habían cambiado de especialidad durante el viaje. En aquel grupo inicial estaba incluido el mayor general Statsenko con una avanzadilla de la división coheteril estratégica, para comenzar a trabajar en la selección de las zonas de emplazamiento de los regimientos y de las bases técnicas coheteriles.

Al día siguiente, el comandante Fidel Castro se reunió con todos ellos para darles la bienvenida y ofrecerles toda la cooperación necesaria. El 14 de julio de 1962 fue confeccionado el plan de trabajo de las avanzadas de reconocimiento, en el que se estipulaba que se iniciara el reconocimiento sobrevolando, primero, la parte occidental de Cuba, y luego, la central. Los trabajos de reconocimiento comenzaron de inmediato; en estas actividades participaron oficiales cubanos, que les sirvieron de guía y ayudaron a solucionar cualquier problema que se presentaba; también se les brindó aseguramiento con transporte y se garantizó la seguridad de los distintos grupos de trabajo en el terreno.

Mientras tanto, en la URSS se desplegaba un trabajo intenso en la selección, comprobación y preparación de las municiones nucleares, con el personal y el equipamiento organizados en tres brigadas. Para el módulo de combate a trasladar fue seleccionada, como regla, la mejor técnica nueva que poseyera la reserva máxima del plazo de garantía, que presentara resultados estables en las comprobaciones de control de los parámetros y ausencia de defectos en la hermetización de los embalajes, en los elementos de fijación, en las cubiertas protectoras y en los acoplamientos de los circuitos eléctricos y las líneas de vacío. El cumplimiento de todas las operaciones era controlado debidamente por especialistas de la más elevada calificación y los resultados de los trabajos realizados se registraban en el orden establecido. La elevada preparación profesional de los ejecutores y el control eficiente de todo el ciclo, en estricta correspondencia con lo establecido en la documentación técnica, garantizaban el estado cualitativo de las municiones nucleares y su disposición combativa en el futuro.

Aquel personal poseía una gran experiencia en la transportación de su técnica en medios automóviles, ferroviarios y aéreos. Sin embargo, no había experiencia en la preparación y el empleo de barcos para el traslado de municiones nucleares, por lo que había que solucionar este problema en un plazo breve, elaborando la documentación y los medios técnicos para realizar los trabajos de carga, descarga y transportación de los cargamentos especiales; había además que preparar las dotaciones que ejecutarían toda la maniobra, de forma que se cumplieran firmemente las exigencias establecidas por la seguridad nuclear.

(*) Teniente coronel ® y fundador de las Tropas Coheteriles

(1) Al borde del abismo... Op. Cit. p. 198.

(2) Idem, p. 199.

(3) Idem, p. 199.

(4) La Operación "Anadir". Generales soviéticos y norteamericanos... Ob. Cit.


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VI.- La travesía, ¿en qué condiciones?

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

El 16 de julio, en una conferencia de prensa con editores de periódicos estadounidenses, Nikita Jruschov planteó que en algún lugar en el sur los soviéticos fabricaban cohetes como salchichas y que con ellos podían hacer blanco en una mosca situada en el espacio... Aquello no era más que un alarde.

RAÚL EN LA UNIÓN SOVIÉTICA, ACOMPAÑADO  POR EL MARISCAL RODIÓN MALINOVSKI Y OTROS JEFES MILITARES SOVIÉTICOS. EL CIVIL A SU LADO ES NICOLAI PODGORNY, MIEMBRO DEL BURÓ POLÍTICO DEL PCUS

En esta fecha salió en avión hacia Cuba la parte fundamental del grupo de reconocimiento; en el aeropuerto se presentó la situación siguiente: los especialistas tenían pasaportes en los que se indicaban profesiones netamente civiles y relacionadas mayormente con actividades agrícolas, tales como agrónomos, operadores de maquinaria, especialistas en riego o en mejoramiento de suelos, etc. Mas cuando ya no había tiempo para hacer nada, se detectó que no se les habían informado con antelación las profesiones que les servirían de cobertura durante el viaje, y muchos de ellos no tenían ni la más vaga idea sobre estas, por lo que no hubieran podido responder nada sobre sus supuestas esferas de trabajo si hubiera surgido cualquier complicación durante el viaje, que hacía escala en Canadá y otros países capitalistas. Así que hubo que encomendarse con una plegaria al "Dios de los comunistas" y confiar en que no pasara nada... así fue, por suerte.

Por aquellos días un grupo de organizaciones contrarrevolucionarias cubanas ponía a punto los detalles de un plan de levantamiento que pretendían poner en práctica. El plan consistía en organizar grupos comando que tomarían varios lugares estratégicos de la capital del país, dinamitando las plantas eléctricas que abastecen la ciudad y otros objetivos vitales. Las armas ocupadas serían entregadas a otros militantes que esperarían por ellas para incorporarse a la sublevación. En esas circunstancias los norteamericanos tendrían un pretexto para intervenir y derrocarían al Gobierno Revolucionario. Entre los objetivos que se atacarían estaban la planta eléctrica de Tallapiedra, el Estado Mayor de las FAR, el aeropuerto, la Academia Naval del Mariel y los estudios de las estaciones de radio y televisión. La fecha escogida para la acción fue la del 30 de agosto. Por su parte, durante este mes el Departamento de Defensa de los Estados Unidos actualizó sus planes de contingencia para una invasión a Cuba y para los ataques aéreos en apoyo a una posible revuelta interna.

De forma simultánea con estos trajines conspirativos, los integrantes del primer escalón de las tropas soviéticas navegaban hacia Cuba...

La travesía hasta la Isla se prolongaba como promedio durante 15-20 días. La inmensa mayoría de los soldados y oficiales no había efectuado viajes por mar con anterioridad, y muchos de ellos pasaron por pruebas severas, obsequiadas por el océano y el trópico, así como por los que planificaron su traslado en aquellas condiciones; especialmente difíciles fueron las pruebas de los que tuvieron que soportar tormentas en el mar. Por esto en las memorias de los participantes de los sucesos del Caribe se refleja que la travesía les dejó una impresión imborrable, ¡para toda la vida!

Los soldados y oficiales se "acomodaban" apretados como "sardinas en lata" en los entrepuentes y bodegas de los cargueros; en aquellas estructuras metálicas cerradas casi por completo hacía un calor sofocante, con temperaturas que alcanzaban los 50º C (122º Fahrenheit) y más durante el día, cuando calentaba el Sol. El personal iba hacinado allí, atormentado por el calor y la ventilación insuficiente, con poca iluminación, sed constante, ya que el agua potable casi siempre estaba estrictamente racionada; no podía bañarse ni asearse debidamente, a pesar de que se encontraba en medio de los vómitos frecuentes de los mareados, que eran alrededor del 75 % de los viajeros; acompañados por el balanceo constante de aquellas cajas metálicas en que estaban encerrados; recibiendo los alimentos dos veces al día durante el horario nocturno y saliendo a cubierta solo de noche y por corto tiempo, en grupos de 20-25 hombres, para hacer un poco de ejercicios, lavarse con agua de mar y aprovechar por unos instantes el vivificante aire marino.

Las infecciones de la piel y las enfermedades estomacales estaban a la orden del día, lo que se agravaba por el hecho de que allí no había retretes, pues solo existían en la cubierta, en la zona de popa generalmente, donde se habían acondicionado algunos muy disimulados, a los que podían salir ordenadamente los que lo necesitaran y no más de dos-tres a la vez, les diera o no tiempo de esperar a los desesperados. Por suerte el enemigo no hacía exploración olfativa.

Durante las travesías se presentaron casos más serios de salud, por ejemplo, se hicieron a bordo varias operaciones de apendicitis. Sin embargo, a pesar de todos los pesares, la vida cotidiana en los barcos continuaba su ritmo normal: se daban clases sobre la técnica, conferencias y conversatorios sobre la actualidad política y otros aspectos de interés, se hacían simulacros de alarma, se exhibían películas, unos preferían leer en el tiempo libre, otros participaban en diversos juegos y hasta se organizaban conciertos de aficionados. Y así era ayer, hoy, mañana y pasado mañana... hasta completar más de dos semanas. Pero estas eran las magníficas condiciones existentes durante los días normales, cuando el sol brillaba y el viento era suave... ¡De los días de tormenta es mejor ni hablar!... Y algunos tuvieron que soportar hasta seis de ellos seguidos. De forma que al poner el pie en la Isla muchos juraban que nunca más volverían a viajar en barco, de lo que se olvidaban con rapidez al darse cuenta de que el regreso a casa sería seguramente en ese mismo medio de transporte. A pesar de todo, la inmensa mayoría no solo soportó con estoicismo, poniendo de manifiesto firmeza y entereza durante el largo viaje por mar, sino que al desembarcar mantenían inalterable su elevado espíritu y capacidad combativa.

Ahora bien, para el personal, posiblemente más difícil que soportar aquel ambiente era permanecer en la ignorancia de lo que sucedía afuera. Las tripulaciones de los barcos soviéticos, y en primer lugar sus capitanes, ya estaban adaptados psicológicamente a las acciones ilegales de los aviones y barcos en guerra norteamericanos. Ellos, violando las normas generalmente aceptadas de la navegación marítima internacional, realizaban sobrevuelos rasantes a los barcos soviéticos, algunos en alturas peligrosas que casi rozaban los mástiles; el ensordecedor rugido de los motores aéreos a reacción estremecía las cubiertas. Mientras tanto, los barcos de guerra norteamericanos maniobraban peligrosamente interceptando los cursos de los mercantes soviéticos, los acompañaban o los perseguían durante horas.

Eran frecuentes los casos en que exigían les comunicaran las denominaciones y cantidades de las cargas que transportaban o intentaban reiteradamente forzar la detención e inspección ilegal de las embarcaciones. Los capitanes de los mercantes les respondían que quiénes eran ellos y con qué derecho intentaban detener un barco soviético para inspeccionarlo en tiempo de paz y en aguas internacionales.

Hay que señalar que todas las provocaciones comenzaban todavía en el Mediterráneo o el Mar del Norte, continuaban en el Atlántico y se incrementaban hasta niveles increíbles casi hasta las aguas territoriales de Cuba. Y lo más importante en aquella situación anormal, era que los viajeros desconocían las verdaderas intenciones de los modernos piratas navales y aéreos, por lo que se mantenían durante horas con las armas listas para venderse caro si era necesario.

El 17 de julio, tras un intenso periodo de trabajo, el comandante Raúl Castro regresó a Cuba desde Moscú, dejando listo el Proyecto de Tratado entre los dos países, el que fue inicialado por Raúl y Malinovski y no se daría a conocer públicamente hasta la visita de Jruschov a Cuba en noviembre. En aquellos momentos el documento se titulaba "Tratado entre el Gobierno de la República de Cuba y el Gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas sobre la presencia de las Fuerzas Armadas soviéticas en el territorio de la República de Cuba". Se planteaba que tendría una validez de cinco años, sujeto a renovación o a terminación con un año de aviso por cualquiera de las partes; especificaba el papel defensivo de las tropas soviéticas, las obligaba a respetar las leyes cubanas y les concedía solo el uso temporal del terreno que se les asignara; también disponía que en caso de anulación, las instalaciones que se construyeran pasarían a ser propiedad cubana.

En el Proyecto de Tratado se mencionaba que las fuerzas soviéticas se enviaban a Cuba para reforzar la capacidad defensiva de esta ante el peligro de una agresión externa, por lo que en uso del derecho a la defensa individual o colectiva, estipulado en el artículo 51 de la Carta de la ONU, en caso de una agresión los Gobiernos de los dos países tomarían todas las medidas necesarias para rechazarla.

Sin embargo, se señalaba que: "Las partes están de acuerdo en que las unidades militares de cada uno de los Estados se encontrarán bajo el mando de sus Gobiernos respectivos, los que solucionarán coordinadamente las cuestiones relacionadas con el empleo de las fuerzas propias para hacer frente a la agresión exterior y restaurar la paz"(1). Esta era la deficiencia más importante de las fuerzas cubano-soviéticas y pudo conducir a consecuencias muy serias en condiciones combativas, pues faltaba una jefatura común, lo que traía consigo la solución independiente de las misiones estratégicas por las dos agrupaciones. De modo que las dos potentes fuerzas, encontrándose entrelazadas en un mismo territorio y realizando un objetivo único en la defensa, actuaban cada una según sus planes. En estas condiciones es muy difícil realizar la idea única de la defensa estratégica, y en el caso en que se desencadenaran las acciones combativas podrían producirse pérdidas injustificadas entre los defensores de la Isla.

Las causas de esta situación desventajosa parecen evidentes: los soviéticos no estaban dispuestos a poner sus armas nucleares bajo la subordinación de ningún tercero y para los cubanos resultaba impensable subordinarse a otro mando dentro de su propio país.

En definitiva el Tratado no llegó a firmarse, pero en la práctica sucedió como se planteaba, es decir, cada contingente estaba subordinado solamente a su Gobierno. Como consecuencia de lo establecido, las fuerzas soviéticas solo podrían utilizarse en acciones para rechazar la agresión por decisión de Moscú; únicamente por señales transmitidas desde el Centro el comandante de la ATS podría emplear el arma nuclear e incluso pasar las unidades coheteriles estratégicas a los distintos grados de preparación previstos; todos los documentos combativos se encontrarían en paquetes sellados que se abrirían para su ejecución por señales que se recibieran desde el EMG, en Moscú.

Durante su estancia en Moscú, y ante la negativa de hacer público inmediatamente el Tratado entre ambas naciones, el comandante Raúl Castro preguntó a Jruschov qué pasaría si la operación era descubierta mientras se desarrollaba. La respuesta del dirigente soviético fue que no había que preocuparse, pues si la operación era descubierta se enviaría a Cuba la Flota del Báltico.

Al parecer Jruschov no estaba preparado para esa pregunta y respondió lo primero que se le ocurrió, pues aquello era, al menos, poco serio. Si se producía una crisis inesperada en Cuba, mientras esta flota se preparaba y avituallaba para la campaña y después zarpaba para llegar a la región tropical del continente americano, se corría el peligro de que ya la crisis fuera historia antigua y estuviera debidamente registrada en los libros de texto de los escolares del mundo entero, además de que los medios combativos de la Flota del Báltico seguramente serían muy inferiores a los que los norteamericanos podrían movilizar rápidamente en el Atlántico, con la agravante de que la cercanía a sus costas les proporcionaría una abundante cobertura aérea, más un amplio y rápido apoyo logístico. Aquella respuesta no tenía pies ni cabeza y daba una sensación de improvisación preocupante. Acerca de esto el Comandante Fidel Castro comentó:

"Nosotros no estábamos pensando en la Flota del Báltico o que la Flota del Báltico fuera a resolver el problema, estábamos pensando en la voluntad soviética, en la decisión soviética, en el poderío soviético, lo que está expresando el líder de la Unión Soviética, que no había que preocuparse (...) es decir, lo que nos protegía a nosotros realmente era la fuerza global de la URSS"(2).

UNA MISIÓN IMPORTANTE, URGENTE Y VOLUMINOSA: EL RECONOCIMIENTO

El 18 de julio llegó a La Habana la parte fundamental del grupo de reconocimiento, trabajo que se reforzó considerablemente a partir de ese momento, cuando solo quedaban 8-12 días para la llegada de las unidades del primer escalón. La tarea era de gran importancia: prepararse en plazo tan breve para recibir a los que arribaran. Había que puntualizar los lugares de ubicación de las grandes unidades y de las unidades, los que se habían determinado aproximadamente por mapas en el EMG, en Moscú, conocer las condiciones de acantonamiento de las tropas, coordinar todas las cuestiones con las FAR cubanas y organizar el recibimiento de las tropas que llegaran.

Toda la actividad desplegada en el terreno por los grupos de reconocimiento era encubierta mediante diversas leyendas, por ejemplo, eran especialistas de la agricultura, se trabajaba para la construcción de un complejo de instrucción, eran grupos de prospección geológica, etc. El objetivo real de los trabajos se mantenía en el más absoluto secreto, sólo un grupo muy limitado de militares cubanos sabía en aquellos momentos de la próxima llegada de las tropas coheteriles estratégicas.

Al seleccionar las posiciones de las unidades se tenía en cuenta la posibilidad de cumplir las misiones combativas planteadas, la posibilidad de maniobrar en distintas direcciones, el enmascaramiento y el alojamiento normal de las tropas; además, también era importante la existencia de fuentes de agua en el lugar o sus alrededores y que hubiera redes de transmisión eléctrica en la cercanía. Finalmente, había una exigencia muy importante: que fuera necesario desplazar la menor cantidad posible de habitantes locales. Las zonas a escoger debían tener una extensión máxima de cuatro kilómetros cuadrados y la cantidad máxima de población a desplazar no debía exceder las 6-8 familias.

Pronto se esclareció que los bosques cubanos no servían para ubicar en ellos las unidades; estos resultaron ser pequeños y no garantizaban el enmascaramiento de las posiciones de combate contra la exploración aérea, además, en ellos la humedad era elevada, lo que influía negativamente en el mantenimiento y conservación de la técnica y sobre el estado físico del personal. En las condiciones de Cuba también fue prácticamente imposible el alojamiento de las tropas en refugios soterrados, lo que había sido planificado por el Estado Mayor General. En la Isla predominaban los terrenos rocosos que eran difíciles de trabajar o los arcillosos que quedaban intransitables por causa de las lluvias; estas eran copiosas y frecuentes y llenaban de agua rápidamente los huecos y zanjas que se abrían. Debido a esto, se tomó la decisión de alojar al personal en campamentos de tiendas de campaña, y posteriormente en construcciones ligeras de madera.

Después que el EMG de las FAR cubanas aprobaba las regiones seleccionadas para la ubicación de las unidades, se coordinaba con los representantes de las FAR lo relacionado con la protección de las mismas, la reparación y construcción de caminos y los trabajos de movimiento de tierra que se podían adelantar previamente con medios cubanos. Después se estudiaban cuidadosamente y se preparaban los itinerarios de desplazamiento del armamento y técnica militar desde los puertos de descarga hasta las regiones de dislocación seleccionadas. Se reforzaban los puentes y alcantarillas que no tuvieran la capacidad de carga necesaria o se acondicionaban vados en ríos y arroyos, se preparaban los puntos de concentración y los lugares para las paradas diurnas durante el desplazamiento, pues todos los movimientos se harían de noche, se establecían los lugares para almacenar los suministros necesarios y todo se coordinaba con los militares cubanos, los que también desplegaban una gran actividad en interés de la Operación.

Simultáneamente con el reconocimiento de las regiones de ubicación de las tropas, una parte de los oficiales comenzó el estudio detallado de los puertos de Cuba, con el objetivo de determinar sus posibilidades para la recepción de los transportes navales. Había que esclarecer el equipamiento de los atracaderos, la existencia de grúas y su capacidad de carga, el estado de las vías de acceso, las posibilidades de concentración de la técnica descargada, las posibilidades de realizar los trabajos de descarga de una forma oculta, la profundidad de los puertos, la existencia de instalaciones para el abastecimiento de los barcos con combustible y agua potable, el orden de protección de la técnica durante la descarga y en los puntos de concentración y mil cosas más. Como resultado del trabajo realizado fueron designados once puertos cubanos para recibir las tropas soviéticas: Bahía Honda, Cabañas, Mariel, La Habana, Matanzas, Isabela de Sagua, Nuevitas, Nicaro, Santiago de Cuba, Casilda y Cienfuegos .

En definitiva, a pesar de todas las complejidades y dificultades, las regiones de dislocación y los puertos fueron seleccionados y aprobados oportunamente; para el momento de la llegada de las tropas la jefatura de la ATS y los representantes de las unidades estaban listos para recibirlas.

El 24 de julio la URSS anunció que entre los meses de agosto y octubre efectuaría ensayos de nuevas armas nucleares soviéticas en los mares al norte del país, lo que se haría en respuesta a las pruebas efectuadas recientemente por los norteamericanos en el Pacífico.

Mientras, en Estados Unidos, el día 25, en un informe dirigido al Grupo Especial Ampliado en el que se analizaban los resultados de los planes de "Mangosta", el general Lansdale explicaba los avances obtenidos en las acciones políticas, económicas y psicológicas, así como en la preparación militar. Se refirió también a ciertos éxitos logrados por la CIA, como la infiltración de once grupos de agentes en la Isla para realizar sabotajes, hacer labor de inteligencia y tratar de reorganizar a las bandas que operaban en Cuba y estaban dispersas y desmoralizadas. Uno de los grupos infiltrados había organizado una estructura de 250 hombres en la provincia de Pinar del Río, pero la mayoría de los dirigentes estaban detenidos. A pesar de los contratiempos, se calificaba como "superior" la recopilación de inteligencia y las acciones que estaban dañando la economía cubana, así como al proyecto del Pentágono, que ya había establecido una capacidad de acciones militares contra Cuba. Asimismo propuso cuatro opciones para la fase siguiente:
a. Cancelar los planes operativos vigentes y tratar a Cuba como una nación más del bloque comunista, protegiendo al hemisferio de ella;

b. Ejercer todo tipo de presiones posibles: diplomáticas, económicas, psicológicas y otras para derrocar al régimen comunista de Castro sin el empleo abierto de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos;

c. Comprometerse con la ayuda a los cubanos para derrocar a Castro por fases, incluido el uso de la fuerza militar norteamericana, si se requiere, a última hora;

d. Utilizar una provocación y derrocar al régimen de Castro mediante la fuerza militar de Estados Unidos(3).
El 26 de julio de 1962, el Comandante Fidel Castro, al hablar en el acto por la conmemoración del noveno aniversario del Asalto al Cuartel Moncada, expresó:"¿Qué peligro queda a nuestra Revolución? Una invasión directa. Tenemos que prepararnos contra esa invasión directa, tenemos que organizar las defensas necesarias para rechazar una invasión directa de los imperialistas (...) Por lo tanto, la Revolución tiene que tomar medidas que garanticen la efectividad de la lucha y de la respuesta a cualquier ataque directo de los imperialistas yanquis (...) Nuestro pueblo debe prepararse para cualquier contingencia, para cualquier ataque; de manera que podamos decir: ¡Esta Isla no la podrán tomar jamás los imperialistas yanquis! (...) Correremos los riesgos que sean necesarios; correremos los peligros que sean necesarios; soportaremos los sacrificios que sean necesarios"(4).

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles.

(1) Lechuga, Carlos: En el ojo de la tormenta... Ob. Cit., p. 50.

(2) Diez Acosta, Tomás: La Crisis de los Misiles, 1962. Algunas reflexiones cubanas. Editorial Verde Olivo. La Habana, Cuba, 1997, p. 54.

(3) Variante B Ampliada. "Mangosta", 23 de agosto de 1962, p. 1.

(4) Castro Ruz, Fidel: Periódico Revolución, La Habana, Cuba, 27 de julio de 1962.


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VII.- Ocupando posiciones

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

El 26 de julio de 1962 arribó al puerto de Cabañas el "María Ulianova", primer barco que llegaba con tropas soviéticas. En los cinco días siguientes llegaron otros nueve mercantes con personal, armamento y técnica de las unidades del primer escalón; en uno de ellos, el "Latvia", que arribó el 29, llegó la parte fundamental del Estado Mayor de la Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS), por lo que a partir de ese momento ese estado mayor se dedicó de lleno a organizar el recibimiento y traslado de las tropas que llegaban a sus regiones de ubicación.

EL PRESIDENTE KENNEDY CON LA JUNTA DE JEFES DE ESTADOS MAYORES CONCIBIERON UNA INTERVENCIÓN MILITAR EN CUBA EN 1962

Cuando arribaba un barco con tropas, el grupo de recibimiento, designado por el jefe de la ATS, salía a su encuentro junto con el comandante del puerto en una lancha cubana. Puntualizaban el plan de descarga con el capitán y con el jefe del convoy militar, familiarizaban a los oficiales y a los conductores con las reglas y las particularidades del movimiento de vehículos por las carreteras de Cuba. El jefe del convoy militar recibía indicaciones sobre el orden de concentración y protección de la técnica en la zona del puerto, la realización de la marcha y la organización de la protección de la columna durante su desplazamiento, después de lo cual el barco se dirigía al atracadero.

Sin embargo, hay que decir que en los primeros momentos se produjeron incomprensiones, porque no habían sido establecidas contraseñas para los capitanes de las naves y los representantes de la ATS. Como resultado de esto, los primeros se vieron obligados a negarse a cumplir las indicaciones sobre el cambio de dirección de los transportes hacia otros puertos, pues no estaban seguros de que los que los recibían eran representantes de la jefatura. Hasta se dio el caso de que el capitán del "Jimik Zelinski", al acercarse una lancha cubana con el grupo de recibimiento, no solo no lo aceptó a bordo, sino que dio la vuelta y llevó el barco a mar abierto. Por suerte, este problema fue eliminado con rapidez y semejantes incidentes no se repitieron.

El territorio de los puertos era verificado cuidadosamente antes de iniciar la descarga de los barcos, y después se montaba la guardia asignada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) cubanas. La protección directa de los barcos era realizada por el personal de las unidades que llegaban. Los puertos eran protegidos por la parte del mar por puntos de fuego de los cubanos y algunos eran patrullados por guardacostas, también se utilizaban hombres rana que cada cierto tiempo revisaban los cascos de las embarcaciones y el fondo de la bahía, para evitar sabotajes con explosivos. La técnica y las cargas que tenían semejanza con las de la economía nacional se descargaban durante las 24 horas del día, mientras que cohetes, tanques, cañones y otra técnica militar especial solo se descargaban de noche.

El tiempo medio de descarga de los barcos fue de dos-cuatro días. Lo descargado se llevaba a regiones aisladas del puerto y de allí a los puntos de concentración, donde se esperaba el momento oportuno para formar las columnas y partir hacia las regiones de ubicación. En dependencia de la lejanía de estas, del tipo de carros y del carácter de las cargas a transportar, las columnas se componían de 15 a 30 carros.

Al principio todos los traslados se realizaban con transporte de los cubanos, después, cuando llegaron los medios de transporte de las unidades soviéticas, todos los traslados comenzaron a realizarse con estos. Es necesario señalar que se designaban representantes del mando cubano para ayudar a solucionar los problemas que se presentaran durante la marcha, para garantizar la seguridad del traslado a las regiones de emplazamiento y para brindar la cooperación necesaria hasta poner las unidades en disposición combativa. También se asignaban destacamentos de soldados cubanos para la protección de las caravanas y para la defensa de las zonas exteriores a los emplazamientos. Los representantes del Estado Mayor General cubano tenían amplias facultades con las autoridades locales, con las empresas de construcción y reparación de viales y con las unidades de las FAR, por lo que prestaban una ayuda apreciable en la solución de las dificultades. Hay que subrayar que las relaciones de trabajo de los jefes y soldados cubanos con los soviéticos se caracterizaron siempre por sentimientos recíprocos de simpatía, lo que creaba una atmósfera muy positiva. Los altos jefes cubanos se ganaron rápidamente a todos los soviéticos.

Antes de que las columnas salieran de los puertos, se colocaban puestos de observación y emboscadas compuestos por efectivos cubanos y soviéticos a lo largo de los itinerarios. Durante el desplazamiento de las columnas con las cargas más importantes se cerraban las carreteras en los sectores peligrosos, y en ocasiones estos eran patrullados por vehículos con personal armado. Para las marchas de varias jornadas se elegían previamente los lugares para pasar el día, los que eran protegidos cuidadosamente por tropas cubanas que imitaban la realización de maniobras. No se permitía la detención de las columnas en puntos poblados.

En algunos casos el personal de la ATS que acompañaba a las columnas se vestía con el uniforme cubano. Durante la realización de la marcha todas las órdenes se impartían en idioma español. Estaba rigurosamente prohibido pronunciar las denominaciones de las grandes unidades y unidades, así como los grados militares, especialmente en presencia de extraños. Las órdenes y disposiciones se transmitían personalmente en forma verbal o a través de oficiales de enlace.

He aquí también las primeras impresiones de uno de los soldados que arribaron en aquellos días: "Al llegar, mirábamos con curiosidad este mundo nuevo que parecía paradisíaco, lleno de trinos de pájaros; así como el movimiento reposado de la población local, como filmado en cámara lenta. Casi no se podía creer que esa era la tierra heroica por cuya libertad estaban dispuestos a sacrificar sus vidas miles de nuestros compatriotas. Por el camino hacia el punto de destino nos sorprendía la fuerza de los colores: veíamos palmas, diversos árboles desconocidos y un mar de flores, además de cubanos amables de todos los colores, desde el blanco y rubio hasta el negro azulado. Las muchachas eran extraordinariamente bonitas y nos resultaba extraño ver a las cubanas con los rolos puestos. Los cubanos no se preocupaban con los mosquitos, estaban acostumbrados e inmunizados, pero a nosotros nos devoraban vivos, sobre todo después que llovía. Su cantidad era increíble, parecía que estaban allí esperando que llegaran los rusos.

"Poco a poco nos acostumbramos a ver a los soldados cubanos en sus uniformes tropicales, de color verde olivo, almidonados y bien planchados, con sus botas altas y acordonadas que brillaban como espejos"(1).

El 30 de julio, la prensa de Estados Unidos divulgó planteamientos relacionados con Cuba del subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, Edwin Martín, los que fueron pronunciados en una entrevista para la revista US News and World Report. Entre los planteamientos se citaron los siguientes:

"No hay dudas de que la política de los Estados Unidos busca en primer lugar aislar a Cuba y evitar que esté en condiciones de hacer impacto en el resto de América Latina(...) En cooperación con la OEA y otros organismos internacionales, tomar medidas para darle al pueblo cubano la oportunidad de escoger el gobierno que desea, el que estamos seguros no sería el comunismo de Castro(...) Deseamos deshacernos de Castro y de la influencia comunista soviética en Cuba"(2).

Para los primeros días de agosto ya habían llegado dos regimientos de cohetes antiaéreos, uno de cohetes alados FKR, otro de infantería motorizada y el de los cohetes de defensa costera, todos los cuales se ubicaron inicialmente en la región occidental; llegaron además distintas unidades de aseguramiento y continuaban arribando unidades.

Por su parte, el Comandante Fidel Castro estudiaba el Proyecto de Tratado Militar entre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y Cuba; al respecto ha manifestado: "Cuando recibí el texto del Acuerdo me pareció que estaba escrito en un lenguaje errático, impolítico, le faltaba tacto y cuidado. Entonces lo empecé a reelaborar de mi puño y letra; como era algo muy secreto no queríamos utilizar mecanógrafos ni taquígrafos. Lo reelaboré para darle más fundamento, más solidez, para hacerlo mejor desde el punto de vista político. No era suficientemente cuidadoso con la soberanía del país"(3). Además de las correcciones propuestas también presentó tres variantes de título:
"Acuerdo entre el Gobierno de la República de Cuba y el Gobierno de la URSS sobre la colaboración militar para la defensa del territorio nacional de Cuba en caso de agresión".

"Sobre la participación de las Fuerzas Armadas soviéticas en la defensa del territorio nacional de Cuba en caso de agresión".

"Sobre la colaboración militar y la defensa mutua".
Hay que decir que las enmiendas introducidas fueron aleccionadoras en varios aspectos. En primer lugar, por la escrupulosidad con que se mantenían las posiciones de principios de la Revolución cubana en ese documento, de gran importancia para las relaciones internacionales de la Isla; después, la preocupación por aclarar cualquier duda que pudiera existir sobre el respeto a la soberanía e independencia del país y, por último, se planteaba la visión política que el Gobierno de La Habana tuvo desde los inicios del proceso y que mantuvo a lo largo del mismo.

En aquella época continuaban con plena vigencia las medidas encaminadas a garantizar el carácter encubierto de la Operación, las que permitieron conservar en secreto las dimensiones de la misma, así como la cantidad y composición de las tropas que arribaban. Es necesario señalar que una de esas medidas era en extremo impopular: la prohibición de la correspondencia con los familiares durante la primera etapa de la permanencia de las tropas en Cuba. La misma era soportada penosamente por soldados y oficiales, aunque contribuyera a mantener el secreto. Sin embargo, a pesar de todas las medidas que se tomaran, la aparición de nueva técnica militar y de personal desacostumbrado, así como las dificultades que se presentaron para el enmascaramiento, no permitieron ocultar por completo a las tropas que llegaban. Datos fragmentarios comenzaron a filtrarse rápidamente, con la ayuda del clandestinaje contrarrevolucionario cubano, hacia el medio de la emigración y, a través de este, a los departamentos norteamericanos correspondientes.

Debemos decir que desde los primeros tiempos al personal se le pagaba el salario doble en rublos y, a cuenta de esto, se entregaba una pequeña suma en moneda cubana. También es justo señalar que en esos primeros momentos todo el personal se encontraba en un vacío informativo: Radio Moscú se oía con mucha interferencia o no se oía, casi no entendían los periódicos ni las transmisiones radiales en español, además de que el mando superior no brindaba prácticamente ninguna información ni se recibía la prensa periódica de la URSS. Por suerte, pasado algún tiempo, la dirección política de la ATS comenzó a editar un boletín informativo que se distribuía en las unidades y pequeñas unidades. Pero hubo otra deficiencia que sí se mantuvo por largo tiempo; resultaba una ironía que se hubieran hecho grandes gastos para trasladar a Cuba una enorme cantidad de compleja técnica militar y varias decenas de miles de hombres, y sin embargo, casi no había traductores. Por ejemplo, en toda la división coheteril, que llegó a contar con algo menos de diez mil hombres y tenía dislocados los regimientos en las provincias de Pinar del Río y Las Villas, con la jefatura, el Estado Mayor y el almacén central de cargas nucleares en la provincia de La Habana, solo había un traductor en el Estado Mayor, que estaba ubicado en Bejucal, en la antigua Ciudad de los Niños del padre Testé.

El 8 de agosto de 1962, la Junta de Jefes de Estados Mayores y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos entregaron al Grupo Especial Ampliado (GEA) un documento denominado "Consecuencias de una intervención militar de los Estados Unidos en Cuba", para que se tuviera en cuenta al discutir la adopción de una de las alternativas propuestas por el general Lansdale el 25 de julio. Dos días más tarde el GEA acordó hacer al presidente Kennedy la proposición de aprobar la Variante B Ampliada para tratar de crear las condiciones para una subversión generalizada que provocara la ansiada crisis interna en Cuba, lo que sentaría las bases para una posible agresión militar a la Isla. Esto de la Variante B Ampliada no era más que un truco, pues esa alternativa no contemplaba originalmente la agresión militar directa, por lo que se le agregaba el apellido de "ampliada" con el fin de incluirla, en último caso y si las circunstancias lo aconsejaban.

Precisamente ese 10 de agosto, el director de la CIA, John McCone, envió un memorando al presidente Kennedy en el que expresaba su creencia de que los soviéticos desplegarían cohetes balísticos de alcance medio en Cuba. No estaba despistado el señor Director, pues ese mismo día y muy lejos de allí se iniciaban las operaciones de carga del convoy ferroviario que comenzaría el traslado del primer regimiento de la división coheteril, equipada con cohetes de alcance medio e intermedio, que sería enviada a Cuba. La carga a transportar para un solo regimiento coheteril era del orden de las 11 mil toneladas; para rebasificar un regimiento y una base técnica coheteril se requerían 19 convoyes ferroviarios y para su traslado por mar hacían falta cinco barcos mercantes y uno de pasajeros.

Cuando las unidades llegaban a sus lugares de ubicación se les planteaban tres misiones fundamentales: puntualizar lo relacionado con el empleo combativo de su armamento, preparar las posiciones para las acciones combativas y construir los campamentos militares.

En primer lugar se construyeron las posiciones de lanzamiento y técnicas de los cohetes antiaéreos, los cohetes alados tácticos FKR y los complejos coheteriles costeros "Sopka" en la medida en que llegaban estas unidades. Los grupos coheteriles antiaéreos y los grupos técnicos se instalaban en posiciones temporales desde las que garantizaban la disposición combativa permanente, después se comenzaba la construcción y equipamiento de las posiciones fundamentales, lo que se prolongaba durante 10 o 12 días en cada una e incluía los emplazamientos para las rampas de lanzamiento y los abrigos para las baterías radiotécnicas, los radares de exploración y para el personal. Los regimientos de cohetes FKR se concentraban en una base permanente y preparaban posiciones de lanzamiento en las distintas direcciones de las posibles acciones combativas; el personal de los cohetes costeros también preparaba sus posiciones de lanzamiento.

Es necesario señalar que todos estos trabajos se desarrollaban manteniendo en el máximo de tensión las fuerzas físicas y espirituales de los combatientes, trabajando en terrenos rocosos, que eran los predominantes y dificultaban las operaciones, en condiciones de elevada temperatura y humedad y con lluvias frecuentes y copiosas. Simultáneamente se construían las vías de acceso y los caminos internos de los emplazamientos, se abrían trincheras y se tendían cercas de alambre de púas; se prestaba gran atención a la colocación de obstáculos y barreras, y a la organización de la defensa circular de los emplazamientos, pues no se descartaba la posibilidad de tener que luchar contra grupos de saboteadores y de reconocimiento, así como contra los posibles ataques de bandas contrarrevolucionarias.

Aunque las unidades de la división coheteril estratégica aún no habían llegado, se trabajaba intensamente en la preparación de sus regiones de emplazamiento, las que habían sido seleccionadas para los tres regimientos de cohetes de alcance medio (CAM) al norte de Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal-Candelaria, provincia de Pinar del Río (dos regimientos), y en Sitiecito-Calabazar de Sagua, provincia de Las Villas (un regimiento), mientras que los dos regimientos de cohetes de alcance intermedio (CAIM) se ubicarían en Guanajay (meseta del Esperón), provincia de Pinar del Río, y Remedios-Zulueta, provincia de Las Villas.

Se asignaron equipos de las FAR cubanas con los que se construyeron nuevas vías de acceso a todas las zonas de emplazamiento y se mejoraron los caminos existentes; además, se prestó especial atención al estado de los puentes y alcantarillas, de modo que estuvieran preparados para el paso de los pesados medios técnicos coheteriles. Si no era posible reforzarlos donde hiciera falta, se preparaban vados en sus cercanías, reforzando las cuestas y pavimentando los lechos de las corrientes de agua.

También se efectuó un reconocimiento detallado de los puertos y se seleccionaron los de Mariel y Bahía Honda para los regimientos de la región occidental, el de Casilda para los de la región central y el de Matanzas para el estado mayor de la división coheteril y sus unidades de aseguramiento.

CAMPAMENTOS Y CONDICIONES

De forma simultánea se preparaban los campamentos para el personal. Teniendo en cuenta las propiedades del suelo rocoso y las frecuentes lluvias, lo que dificultaba en extremo la construcción rápida de la cantidad suficiente de refugios soterrados, se decidió acondicionar los campamentos para el periodo inicial utilizando tiendas de campaña fundamentalmente.

Aparte de la amenaza militar siempre presente, el entorno físico era verdaderamente hostil. En el periodo inicial los campamentos no tenían comodidades de ninguna clase y eran una mezcla de tiendas de campaña y remolques metálicos y de madera adaptados como vivienda. Resultaba difícil determinar qué cosa era peor. En las tiendas de campaña durante el día el calor era sofocante, aún cuando los toldos laterales estuviesen enrollados hacia arriba; el ambiente en su interior resultaba sencillamente insoportable. Mientras tanto, los remolques se calentaban tanto con el sol que eran inhabitables incluso de noche, cuando había que buscar refugio en algún lugar para protegerse de los enjambres de mosquitos. A esa hora los remolques parecían hornos y en las tiendas de campaña no corría una gota de aire, porque se bajaban los toldos laterales. Además, las copiosas y frecuentes lluvias lo inundaban todo, mojaban las camas, la ropa y demás pertenencias, y hacían intransitables las zonas rurales en que se encontraban los emplazamientos de las unidades. La gente era muy afectada por las altas temperaturas y la elevada humedad, las que provocaban una transpiración tremenda, así como por las picadas de los insectos; además, las matas de guao les ocasionaban llagas en la piel y fiebre si se ponían en contacto con ellas. Por las noches tenían que dormir con mosquiteros para escapar a los mosquitos, pero bajo ellos el calor era infernal, por lo que muchos mojaban las sábanas antes de acostarse, aunque estas se deterioraran con rapidez al igual que las colchonetas, pues eso mejoraba algo la situación durante un rato, mientras trataban de conciliar el sueño. De todos modos, en aquellas condiciones, durante el descanso nocturno el personal no tenía tiempo de restablecer los gastos físicos del día anterior, por lo que el cansancio se iba acumulando. A esto se unía la lejanía de su país y la sensación latente de que los separaba un océano inmenso de los lugares natales, la prohibición de la correspondencia con familiares y amigos, la falta de la prensa periódica y la escasez de información en general, especialmente durante las primeras semanas; la espera del inicio de las acciones combativas en cualquier momento, en un lugar en el que no tendrían a dónde retirarse y estaban prácticamente seguros de que no sobrevivirían.

Todo esto unido a los intercambios frecuentes de disparos, no habituales para ellos, y a las explosiones de granadas en zonas cercanas a las unidades, provocados por grupos o bandas contrarrevolucionarios o por confusiones del personal que hacía la guardia, principalmente de noche; pernoctando en campamentos rodeados por alambre de púas y con centinelas por todas partes. Por si eso fuera poco, en muchas unidades era aguda la escasez de agua potable o la de agua en general.

Las condiciones de acantonamiento en campaña y las particularidades del clima también se reflejaban en la calidad de la alimentación, en el estado de la salud y en la higiene del personal. Al partir hacia Cuba las unidades fueron abastecidas con productos alimenticios para 45 días; sin embargo, muchos de ellos se deterioraron con rapidez por la influencia de la temperatura y la humedad: los granos y las pastas alimenticias se ponían pegajosos, la carne y el pescado salados eran afectados por el moho, así como el pan; se abofaban las latas de muchas conservas, principalmente de carne, pescado y productos lácteos, la col agria se fermentaba, la mantequilla se derretía y hasta los cigarrillos se deterioraban. Una de las causas del deterioro masivo de productos alimenticios radicaba en que las unidades no contaban con suficientes equipos de refrigeración para conservarlos.

A todo lo expuesto hay que agregar que durante las primeras semanas de permanencia de las tropas en Cuba se creó una situación sanitario-epidemiológica desfavorable. Casi todas las unidades fueron afectadas por la disentería, y en casos aislados hasta el 40 o 50 % de los militares pasaron por los hospitales de campaña. La ola de enfermedades pudo ser liquidada mediante el control del estado sanitario existente en las cocinas y comedores, de la calidad de las fuentes de agua y de la higiene personal de los militares.

No obstante, independientemente de las circunstancias adversas, el espíritu combativo, la disciplina y la disposición del personal eran muy elevados. El personal trabajaba hasta extenuarse soportando grandes sobrecargas físicas y cumplía sus funciones con calidad, sin que se produjeran manifestaciones de pánico ni estados depresivos. En general se cumplían los cronogramas elaborados para poner las unidades en disposición combativa.

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles

(1) Operación Estratégica "Anadir" ¿Cómo... Ob. Cit.

(2) Escalante Font, Fabián: Cuba: la guerra secreta de la... Ob. Cit., p. 220.

(3) Shriver, María: Misiles en el... Ob. Cit


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VIII.- Si estamos haciendo una cosa absolutamente legal,
absolutamente justa, ¿por qué ocultarlo?

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

El estado mayor de la Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS) contaba con el Departamento de Aseguramiento Geodésico-Astronómico y con el Departamento Balístico. Además, en los regimientos coheteriles estaban las secciones de preparación de datos. Una parte de los oficiales del Departamento de Aseguramiento Geodésico-Astronómico fueron de los primeros que llegaron a Cuba con el grupo avanzado de reconocimiento, por lo que participaron directamente en la selección de las posiciones de lanzamiento de los regimientos.

FIDEL Y RAÚL CON EL GENERAL SOVIÉTICO ALEXEY DEMENTIEV

Durante el trabajo se determinaron las coordenadas geodésicas de todos los puntos de despegue; para los cohetes R-14 se realizaron además los trabajos gravimétricos para determinar la aceleración de la fuerza de gravedad y los valores de las desviaciones de la línea vertical respecto a la normal en cada punto de lanzamiento; las magnitudes de estas mediciones podrían parecer insignificantes (del orden de las décimas hasta algunos segundos de ángulo), pero influían mucho en la exactitud del impacto de la cabeza de combate nuclear en el objetivo. También se determinaron los acimut geodésicos de las direcciones de control y principal de orientación para la puntería de los cohetes, fijando estos datos en centros de hormigón antes de desplegar los grupos de combate coheteriles en las posiciones de lanzamiento, y se hicieron las definiciones astronómicas de esos acimut.

Durante la realización de esos trabajos de precisión, los integrantes del Departamento tuvieron que solucionar una serie de problemas que con frecuencia no eran comunes; entre otros se pueden citar los siguientes:
1. Los mapas topográficos de Cuba se basaban en el sistema estadounidense de coordenadas (elipsoide de Clark de 1866), por lo que fue necesario convertir las coordenadas al sistema soviético (elipsoide de Krasovski de 1942), ya que todos los cálculos previstos se hacían solamente para este sistema de coordenadas. Fue necesario elaborar el método para hacer la conversión de los sistemas de coordenadas.

2. Para reglar los gravímetros de acuerdo con la latitud de Cuba hubo que elaborar una metodología especial de calibración.

3. La considerable lejanía de las estaciones de radio soviéticas dificultaba la recepción con fidelidad de las señales de tiempo exacto, necesarias para determinar las correcciones de los cronómetros durante la ejecución de trabajos astronómicos de alta precisión, por lo que hubo que elaborar la metodología para utilizar las transmisiones de estaciones similares de los Estados Unidos.
Con los datos geodésicos suministrados, el Departamento de Balística de la ATS hizo todos los cálculos y preparó los datos preliminares necesarios para lanzar los cohetes desde cada una de las rampas de los cinco regimientos, determinando en cada caso el alcance, el acimut de lanzamiento y el volumen de la carga del cohete con los componentes del combustible, con lo que se confeccionaba la tarea de vuelo para cada cohete. Para la realización de estos cálculos se utilizaban los datos transmitidos por el Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de la URSS sobre los objetivos a impactar en el territorio de los Estados Unidos, las coordenadas geodésicas de los mismos y las direcciones principales de lanzamiento para cada grupo de combate de los regimientos. El acimut de lanzamiento de cada cohete estaba limitado por condiciones técnicas y no podía diferenciarse en más de 13 grados a la izquierda, o de 23 grados a la derecha, con respecto a la dirección principal de lanzamiento del grupo de combate respectivo. Es necesario señalar que en aquella época el aseguramiento con medios de computación era bajo en las Fuerzas Armadas soviéticas, por lo que todos estos cálculos voluminosos se realizaban a mano y con control de los resultados de los mismos "a dos manos".

A mediados de agosto, como continuidad de la política de realización de grandes entrenamientos militares en el área del Caribe y en otras regiones cercanas, durante los cuales se elaboraban y puntualizaban en la práctica los planes para el ataque a Cuba, la Fuerza Aérea norteamericana participó en el ejercicio "Swift Strike II", desarrollado en los estados de Carolina del Norte y del Sur con el objetivo de entrenar a las unidades en el apoyo aéreo a las tropas. En este entrenamiento tomaron parte cuatro divisiones del ejército, seis escuadrones de cazas tácticos, dos escuadrones de reconocimiento aéreo táctico y aviación de transporte, para un total de más de 70 mil efectivos y alrededor de 500 aviones.

Mientras tanto, continuaban llegando a Cuba las unidades soviéticas...

DE LAS FUERZAS DE APOYO Y SUS MISIONES CONCRETAS

Las Tropas Terrestres de la ATS estaban compuestas por cuatro regimientos independientes de infantería motorizada. Tenían la misión fundamental de proteger a los regimientos coheteriles estratégicos y las bases técnicas coheteriles, al almacén central de cargas nucleares y al estado mayor de la Agrupación, además de prestar ayuda a las FAR cubanas en el aniquilamiento de los desembarcos navales y aéreos del enemigo.

Dos de estos regimientos se encontraban ubicados en la región occidental de la Isla, en Artemisa y Managua, donde estaban las posiciones de tres regimientos coheteriles, el almacén central de cargas nucleares, el estado mayor de la Agrupación, un regimiento de cohetes alados tácticos FKR, la base principal de la Marina y diversas unidades de aseguramiento. Un tercer regimiento estaba en la región central de Cuba, en la zona de Remedios, cerca de las posiciones de otros dos regimientos coheteriles estratégicos, mientras que el cuarto regimiento se encontraba dislocado cerca de la ciudad de Holguín, al igual que otro regimiento de FKR, región oriental donde se encuentra enclavada la Base Naval de Guantánamo.

Las Tropas de la Defensa Antiaérea estaban integradas por dos divisiones coheteriles antiaéreas dotadas de complejos SA-75 y un regimiento de aviación de caza con MIG-21 F 13. Cada división coheteril antiaérea estaba formada por tres regimientos con cuatro grupos de combate y un grupo técnico cada uno. La misión de estas tropas consistía en cubrir el espacio aéreo contra las incursiones del enemigo. Una de las divisiones brindaba cobertura a la parte occidental de la Isla, hasta el límite de Caibarién-Trinidad, mientras que la otra cubría la parte oriental, al este de ese límite. Los complejos coheteriles antiaéreos SA-75 tenían un alcance de 34 kilómetros y los 24 grupos fueron emplazados con grandes distancias entre uno y otro, lo que permitía cubrir un área mayor, pero con una defensa débil.

Casi todos los grupos coheteriles eran solitarios, es decir, a la hora de combatir cada uno tendría que enfrentarse aisladamente a la aviación enemiga, sin la posibilidad de maniobrar con el poder de fuego con los grupos vecinos, ni de distribuir los blancos entre los integrantes de un orden combativo más denso. Esta distribución de los emplazamientos podría ser más eficiente durante la lucha contra ataques de aviones que realizaran vuelos independientes, como en el caso de las incursiones de las avionetas piratas, pero resultaría mucho menos efectivo en el caso de acciones de mayor envergadura de la aviación enemiga, que era precisamente lo que se podía esperar si se producía una agresión de los norteamericanos.

Entre las deficiencias de esta distribución de los grupos se pueden citar las siguientes: los regimientos de cohetes de alcance medio e intermedio ubicados en la región de Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal-Candelaria prácticamente no eran protegidos por los grupos coheteriles antiaéreos, pues estaban casi en el límite del alcance de los emplazados en Bahía Honda y Mariel, encontrándose entre ellos la Sierra del Rosario, con alturas de hasta 500 metros y más; el regimiento que se encontraba en el Esperón solo era protegido por el grupo de Mariel; lo mismo sucedía con los dos regimientos de cohetes estratégicos que estaban ubicados en la región central y con la base aérea de San Julián, en el extremo occidental de la Isla, pues cada uno de ellos solamente era protegido por un grupo antiaéreo; la región de la provincia de La Habana, incluida la capital, con el mayor potencial económico e industrial del país, la principal base aérea de la aviación cubana en San Antonio de los Baños, el almacén principal de cargas nucleares, el estado mayor de la ATS y otra serie de unidades importantes, solo era defendida por un grupo coheteril antiaéreo emplazado al este de la ciudad; la Base Aérea de Santa Clara, donde se encontraba el regimiento de MIG-21 F 13, no era protegida directamente por ningún grupo coheteril; mientras tanto, en la región de Sancti Spíritus-Ciego de Ávila-Camagüey-Nuevitas se encontraban seis grupos coheteriles que no defendían unidades militares de importancia o centros vitales para el país. Se podrían señalar otros problemas, pero al parecer con estos es suficiente.

Si a esas consideraciones sumamos la limitación citada anteriormente de que con esos cohetes no se podía tirar a blancos que volaran a alturas menores de dos kilómetros y la escasa artillería antiaérea con que contaba la ATS, podemos llegar a la conclusión de que eran bastante precarias sus posibilidades de lucha contra la aviación enemiga.

La única causa lógica que pudiera justificar la distribución de los grupos que fue asumida sería la intención de dar una cobertura muy débil a la mayor superficie posible del país, pero parece poco creíble esa pretensión a costa de que objetivos muy importantes quedaran casi sin protección y debido a que, de todos modos, más de la mitad del territorio de la Isla quedaba sin protección antiaérea directa; a no ser que los jefes soviéticos estuvieran tan convencidos de que no se iba a combatir, que no se prepararon adecuadamente para ello, lo que hubiera sido una irresponsabilidad de su parte.

Sencillamente, con la cantidad de grupos disponibles había que seleccionar los puntos más esenciales que era necesario proteger y concentrar los grupos coheteriles antiaéreos alrededor de ellos, asignando artillería antiaérea para otros objetivos de menor importancia, así como la aviación de caza soviética y cubana.

El regimiento de aviación de caza de la Agrupación tenía su base cerca de la ciudad de Santa Clara, en el centro de la Isla, lo que le permitía actuar tanto hacia La Habana, como hacia la dirección oriental.

De todos modos, es necesario señalar que las posibilidades potenciales de la aviación norteamericana superaban por mucho a las posibilidades de la defensa antiaérea de la Isla, en cualquier variante de ubicación de los grupos coheteriles que se adoptara, lo que constituía una violación flagrante del cuarto principio del arte militar enunciado por el mariscal Zhukov, en el que se plantea la necesidad del cálculo exacto de las fuerzas y medios en dependencia de la misión planteada.

La Fuerza Aérea de la Agrupación, integrada por la escuadrilla independiente de bombardeo, dos regimientos de cohetes alados tácticos tierra-tierra del tipo FKR y el regimiento de helicópteros, tenía la misión de destruir los desembarcos navales y aéreos del enemigo en cooperación con las tropas terrestres, con la Marina de Guerra y con las grandes unidades de las FAR cubanas.

Para cumplir esta misión un regimiento de cohetes alados FKR fue dislocado en la parte occidental de la isla, cerca de Quiebra Hacha, entre Mariel y Cabañas, y el otro en la parte oriental, en la zona de Mayarí Arriba, Sierra Cristal. Es necesario señalar que en realidad habría que desplazarlos hacia las posiciones de lanzamiento previamente preparadas que fueran ocupadas por los dos grupos de combate de cada regimiento. Se planificó el empleo de los regimientos de FKR contra los desembarcos navales, para lo cual se prepararon posiciones de lanzamiento que permitieran batir las zonas de desembarco más probables. Para lograr este objetivo se cooperaría con la escuadrilla independiente de bombardeo con aviones IL-28, con el regimiento de aviación de caza, con las tropas de la Marina de Guerra y con las grandes unidades cubanas.

El regimiento independiente de helicópteros se emplearía para la transportación de personal y cargas especiales, así como para la exploración y la dirección de las tropas.

A la Marina de Guerra le fue planteada la misión de destruir los barcos de guerra y los medios de desembarco del enemigo e impedir los desembarcos navales en las direcciones de La Habana, Banes y Cienfuegos, en cooperación con la Fuerza Aérea, las Tropas Terrestres y las FAR cubanas. Para esto contaba con un regimiento coheteril de defensa costera "Sopka", con una brigada de lanchas coheteras y con el regimiento de aviación con minas y torpedos, equipado con aviones IL-28. Los grupos coheteriles de defensa costera se ubicaron en Santa Cruz del Norte, Banes, Cienfuegos e Isla de Pinos. Desde el puerto de Mariel actuaban un grupo de ocho lanchas coheteras y además seis lanchas torpederas y dos barcos de lucha antisubmarina. En Banes actuaba un grupo de cuatro lanchas coheteras y dos barcos de lucha antisubmarina, mientras que en el puerto de Cienfuegos había seis lanchas torpederas y dos barcos de lucha antisubmarina. El regimiento de aviación con minas y torpedos tendría su base en San Julián, con aeropuertos de maniobra en Santa Clara y Holguín.

Cuando las unidades soviéticas ocupaban sus posiciones se verificaba el estado técnico de los medios de comunicaciones por radio, se ajustaban para el trabajo y se hacían pruebas muy breves de su funcionamiento, después de lo cual se mantenía el silencio de radio, prohibiendo la salida al aire de los mismos, lo que se hacía con el objetivo de evitar que los medios de escucha de los norteamericanos pudieran identificar las unidades y sus ubicaciones, con lo que se revelaría la composición de la Agrupación. Los medios fundamentales que poseían los norteamericanos para el monitoreo de las transmisiones radiales en Cuba, eran los barcos de patrullaje radiotécnico "Oxford" y "Sargent Müller", los que habitualmente navegaban a corta distancia del límite de las aguas territoriales de la Isla.

SECRETO Y ENGAÑO

Por aquellos días de mediados de agosto se hacía cada vez más claro para la dirección cubana que era un error el traslado en secreto de las tropas soviéticas con su armamento hacia Cuba, pues esta circunstancia engendraba desconfianza hacia lo que se hacía, hacia la política y los métodos de la Unión Soviética y dañaba la credibilidad de Cuba. Era algo que nos ponía en desventaja desde los puntos de vista político y práctico.

Entonces los soviéticos se metieron en la discusión con los estadounidenses acerca de si las armas que se llevaban a Cuba eran defensivas u ofensivas y eso fue un grave error, pues era una cuestión de criterios, ya que cualquier arma puede ser de una u otra naturaleza en dependencia de la forma en que se emplee.

Al respecto el comandante Fidel Castro expresó: "Nosotros no estábamos fuera de la ley, nosotros no estábamos fuera de la moral, nosotros estábamos actuando conforme a los principios de la ley internacional, de la moral internacional, estábamos haciendo cosas a las que teníamos el más absoluto derecho..."(1).

Por su parte el Gobierno cubano nunca entró en el juego de discutir si las armas eran ofensivas o no, reafirmando siempre su derecho soberano a disponer del tipo de armas que considerara convenientes, afirmando que nadie tenía derecho a establecer que tipo de armas podía o no podía tener nuestro país.

Pero la cuestión no era solo lo del secreto, pues muchas operaciones militares se hacen en secreto y es un principio el no permitir que el enemigo descubra las intenciones propias, sino que sencillamente se estaba mintiendo, se estaba engañando abiertamente al presidente Kennedy, y ese fue un error grave, muy importante. Eso nos hizo daño, pues se creó una atmósfera internacional hostil y se dejó la iniciativa a los Estados Unidos con las denuncias.

Coincidentemente, en los Estados Unidos se desarrollaba una escandalosa campaña propagandística contra Cuba y la Unión Soviética, la que era manipulada de acuerdo con sus intereses, participando en ella con sus declaraciones de manera creciente altos funcionarios del Gobierno, congresistas, líderes partidistas y otras personalidades; la campaña se hacía cada vez más belicosa y se exigía abiertamente la realización de acciones contra Cuba.

En esos mismos días de mediados de agosto, el belicismo contra la Isla adquirió un vigor inusitado. En el Congreso se demandaba con insistencia una acción de las Fuerzas Armadas norteamericanas, se incrementaban las operaciones clandestinas, la prensa infundía a la campaña una buena dosis de histerismo y se extremaba la vigilancia de los servicios de inteligencia, pues corrían rumores de actividades soviéticas fuera de lo normal en Cuba.

Entonces el comandante Ernesto Che Guevara y el capitán Emilio Aragonés Navarro fueron enviados a Moscú con el Proyecto de Acuerdo corregido y la proposición de publicarlo para tomar la iniciativa en la situación creada. Al respecto el comandante Fidel Castro planteó: "(...) se le ha dejado la iniciativa a Estados Unidos para crear todo un ambiente, toda una atmósfera de algo oculto, de algo que no es limpio, de algo que no es correcto. Entonces propongo publicar el Acuerdo, porque si nosotros estábamos haciendo una cosa absolutamente legal, absolutamente justa, ¿por qué teníamos que ocultarlo?(...) Me preocupaba mucho que al hacer una cosa legal se hiciera de forma que pareciera ilegal o inmoral. Estábamos haciendo una cosa legal, justa y moral, de acuerdo con la ley internacional, pero el manejo político no se estaba haciendo bien"(2).

No obstante, la decisión final del asunto se dejaba en manos de los soviéticos, pues se confiaba en su mayor experiencia.

Si se hubiera hecho lo planteado por la parte cubana el desarrollo ulterior de los acontecimientos hubiera sido muy distinto; incluso dos de los colaboradores más íntimos de Kennedy, Theodore Sorensen, su consejero especial, y McGeorge Bundy, asistente especial del presidente para la Seguridad Nacional, manifestaron posteriormente el criterio de que si se hubiera anunciado en la ONU que la Unión Soviética defendería a Cuba con proyectiles nucleares "hubiera sido una situación totalmente diferente" (Bundy) y "ciertamente hubiera sido más difícil para nosotros" (Sorensen)(3).

En Moscú le encomendaron al Estado Mayor General y al Ministerio de Relaciones Exteriores que analizaran las correcciones propuestas al Proyecto de Acuerdo y presentaran el informe correspondiente. Ahora bien, ¿cuáles eran los criterios de Jruschov sobre estas cuestiones del secreto y el engaño?, ¿en qué posiciones basaba su actuación? Al respecto expresó en sus memorias:
"Los estadounidenses, a través de los canales que teníamos con el presidente Kennedy, nos habían advertido que sospechaban que estábamos instalando cohetes en Cuba y nos preguntaban si era cierto. Nosotros negábamos todo aquello. Podrán decir que fue una perfidia. Lamentablemente, esta forma de diplomacia se mantiene en nuestros días y no habíamos inventado nada nuevo, sólo aplicábamos los mismos recursos que ellos utilizaban en contra nuestra. Cuando ellos decidieron instalar sus cohetes nucleares en Turquía, Italia e Inglaterra no tuvieron en cuenta nuestros intereses, ni atendieron a nuestras protestas, lo hicieron basándose en la fuerza. Negaban que estaban espiándonos y sus aviones sobrevolaban nuestro territorio. Incluso cuando derribamos un avión espía U-2 sobre nuestro país, en mayo de 1960, al principio intentaron negarlo, y solamente cuando presentamos al piloto, Powers, se vieron obligados a reconocerlo. Entonces el gobierno de Eisenhower proclamó arbitrariamente su derecho a realizar espionaje abierto contra otro país en tiempo de paz, alegando que eso respondía a sus intereses. Podrían citarse infinitos ejemplos de semejante conducta(...)

"En un encuentro privado el secretario de Estado de los Estados Unidos, Dean Rusk, le manifestó a Gromiko, nuestro ministro de Relaciones Exteriores, que pensaban que estábamos instalando cohetes en Cuba y advirtió que no lo permitirían, que en el país se estaba creando una situación interna al respecto y que el presidente Kennedy no podría pasarlo por alto. Dijo que estaban dispuestos a todo y no se detendrían ante nada, que valoráramos la situación y adoptáramos medidas para evitar el enfrentamiento fatal que podría ocurrir si realmente los cohetes estaban en Cuba(...)

"Nosotros teníamos más argumentos jurídicos y morales que Rusk, sin duda, pues en aquellos momentos ya hacía tiempo que estaban instalados en Turquía e Italia los cohetes estadounidenses con cargas nucleares. Lógicamente, Gromiko lo negó todo, para eso era un diplomático. A pesar de todo continuamos la transportación e instalación de las armas, seguimos haciendo nuestro trabajo. Nos basábamos en lo siguiente: una cosa son las amenazas y otra la guerra, una cosa es sospechar que hay cohetes y otra demostrarlo con hechos innegables, además, desde el punto de vista del derecho moral y jurídico no nos podían acusar, pues no hacíamos nada que no hubieran hecho ya los Estados Unidos. Los derechos y las posibilidades de nuestros países eran iguales"(4).
Al observar el desarrollo de la Operación "Anadir" hay que reconocer que el Estado Mayor General soviético no estudió detalladamente una serie de particularidades de Cuba, las que no se tuvieron en cuenta durante la planificación de la misma, como consecuencia de lo cual las tropas experimentaron dificultades considerables. Como ejemplos de tales omisiones se pueden citar los siguientes:

La red cubana de carreteras no permitía el paso libre de la técnica de combate de grandes dimensiones por los itinerarios a seguir desde los puertos de descarga hasta los lugares de dislocación de las unidades, por lo que hubo que solucionar sobre la marcha y como se pudo una serie de inconvenientes que se presentaron inesperadamente.

En general el paisaje cubano no podía garantizar el enmascaramiento seguro de las tropas y los equipos, y los medios reglamentarios existentes por plantilla para estos fines no bastaban para solucionar esta tarea por completo, por lo que las unidades se encontraban expuestas en mayor o menor grado a los medios de exploración enemigos.

Las centrales eléctricas cubanas generaban corriente eléctrica con frecuencia de 60 Hz, por lo que no se podía aprovechar la red eléctrica industrial para satisfacer las necesidades técnicas de las unidades soviéticas.

La mayor de estas omisiones consistió en que no se tuvo prácticamente en cuenta.

(*) Teniente coronel ® y fundador de las Tropas Coheteriles

(1) Declaraciones hechas por el comandante Fidel Castro en la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre, celebrada en La Habana, Cuba, en 1992.

(2) Shriver, María: Misiles en el... Ob. Cit.

(3) Blight, James G. y Welch, David A.: On the brink, Americans and Soviets Reexamine the Cuban Missile Crisis. The Noonday Press, New York, 1990

(4) Operación Estratégica "Anadir" ¿Cómo... Ob. Cit.


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IX.- Si Jruschov hubiera escuchado los planteamientos que
le hicimos no ocurre la crisis

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

Las elevadas temperatura y humedad, así como las copiosas y frecuentes lluvias tenían una fuerte influencia sobre el estado de conservación y el funcionamiento de muchos tipos de armamento, medios técnicos y de transporte. De acuerdo con sus características constructivas, estaba garantizada la confiabilidad de funcionamiento de los equipos soviéticos en las condiciones del continente Euroasiático, pero en las condiciones de Cuba no todos los medios técnicos resistieron el "examen tropical". En cierta medida esto se convirtió en un "punto neurálgico" para la Agrupación.

EL CHE Y ARAGONÉS EN SU REGRESO DE MOSCÚ EN SEPTIEMBRE DE 1962, ACOMPAÑADOS DEL EMBAJADOR SOVIÉTICO, ALEXIEV

Los equipos radiotécnicos se encontraban entre los más afectados por el clima tropical; debido a este se producía la disminución de la resistencia de aislamiento de los circuitos eléctricos, lo que afectaba especialmente durante las conexiones para el trabajo de las estaciones de radiolocalización y otros equipos complejos, de los agregados de alimentación eléctrica y diversos instrumentos; se recalentaban con frecuencia los motores eléctricos, alterándose su funcionamiento normal; los transformadores y rectificadores se ponían fuera de servicio antes de los plazos previstos por el fabricante; tenían lugar frecuentes cortocircuitos en las redes eléctricas de distribución y la elevada humedad del aire conducía a la alteración de las propiedades aislantes de los dieléctricos entre otras afectaciones. Además se ponían fuera de servicio con mayor frecuencia los abastecedores de combustible, los sistemas de estabilización del cañón en los tanques, las autogrúas, estaciones eléctricas móviles y otros medios técnicos.

En general, los sistemas e instrumentos hidráulicos resistían mal las elevadas temperaturas. Los medios de transporte y los equipos blindados también se ponían fuera de servicio con mayor frecuencia, pues además de los problemas con los amortiguadores hidráulicos, los motores de combustión interna se recalentaban y se fundían como consecuencia de insuficiencias en el funcionamiento de los sistemas de enfriamiento y engrase.

Las lanchas coheteras perdían sus características de velocidad y no podían desarrollar los 42 nudos previstos con 1,800 revoluciones del motor, ya que estos no se encontraban en condiciones de trabajar con la carga máxima de una forma sostenida a causa de la temperatura relativamente elevada del agua y por la imperfección del sistema de enfriamiento. Además, también se puso de manifiesto la influencia de un medio marino más agresivo, debido a lo cual los cuerpos de los barcos se cubrían con mayor rapidez de algas, conchas, etc., por lo que había que realizar su limpieza con mayor frecuencia.

Los helicópteros se elevaban trabajosamente, incluso con carga mínima a bordo, pues sus motores no desarrollaban la potencia necesaria en el clima tropical. Fue encontrado un método "no reglamentario" para solucionar el problema provisionalmente. El método consistía en incrementar la potencia mediante la regulación del sistema de suministro de combustible del motor, sin embargo, con esta manipulación aumentó el régimen de temperatura del equipo, se redujo el recurso técnico del mismo y creció el riesgo de fallo del motor del helicóptero, pero no había otra cosa que hacer hasta que la fábrica efectuara las adaptaciones necesarias.

Costaba considerables esfuerzos realizar el abastecimiento con aire seco de alta presión a los cohetes y otros equipos, en lo que incidía negativamente la elevada humedad del aire circundante, la que en Cuba llega a ser de hasta el 100 %.

Además, en las partes metálicas de los elementos y equipos surgían con gran rapidez el óxido y los hongos, especialmente en las superficies sin pintar.

No resultó fácil solucionar aquel conjunto de problemas ocasionados por la influencia del clima tropical. Fue necesario hacer más frecuentes los trabajos profilácticos que incluían el mantenimiento y la limpieza y engrase de los equipos, controlar en periodos más breves el funcionamiento de una serie de elementos y mecanismos, mejorar los sistemas de enfriamiento de los distintos tipos de motores, y buscar soluciones que permitieran mejorar la ventilación de los equipos eléctricos y radiotécnicos.

El 20 de agosto, el general Maxwell Taylor, quien ya era Presidente de la Junta de Jefes de Estados Mayores, comunicó al presidente Kennedy que no se veía posibilidad alguna de que el Gobierno cubano pudiera ser derrocado sin la intervención militar directa de Estados Unidos, por lo que el Grupo Especial Ampliado (GEA) recomendaba un curso aún más agresivo de la Operación "Mangosta". Entonces, Kennedy dio instrucciones para la elaboración de una variante ampliada de la segunda opción propuesta por el general Lansdale y planteó que su preparación era un asunto de urgencia.

PARTEN LOS COHETES

Dos días más tarde, en el puerto de Sebastopol comenzó la carga del barco mercante "Omsk" con los medios del primer regimiento equipado con cohetes de alcance medio R-12 que se trasladaría a Cuba. En dos días de trabajo ininterrumpido se cargaron 2,200 toneladas de carga, 166 unidades de técnica diversa y seis cohetes portadores de combate. En total para trasladar el regimiento y la base técnica coheteril al puerto de embarque se necesitaron 19 trenes, y para llevar los medios a Cuba se emplearon seis barcos; mientras que para trasladar todos los medios de la división, que incluían alrededor de 11,000 efectivos, unas 11,000 toneladas de cargas diversas y algo más de 1,600 unidades de técnica, a los puertos de embarque de Sebastopol, Nikolaev y Baltiisk, se utilizaron 111 trenes con 7,171 vagones, y 35 barcos mercantes para llevarlo todo al otro lado del océano.

Había que colocar los cohetes en las bodegas, pero las dimensiones de las escotillas no permitían su introducción en posición horizontal, por lo que hubo que cargarlos con un determinado ángulo de inclinación, que fue determinado previamente y verificado con una maqueta. En las bodegas, los cohetes fueron colocados en carretillas especiales de transportación y se fijaron con gran cuidado.

El día 23, McGeorge Bundy firmó a nombre del presidente Kennedy el Memorando de Seguridad Nacional 181, mediante el cual era aprobada la Variante B Ampliada propuesta por el general Lansdale; en este documento se solicitaba el estudio de las acciones a emprender a la luz de la evidencia de la nueva actividad del bloque soviético en Cuba, incluyendo: qué hacer con los cohetes Júpiter instalados en Turquía si la URSS colocaba ese tipo de armamento en Cuba, advirtiendo que los cohetes de Turquía eran defensivos y los de Cuba tendrían un carácter ofensivo (Nota del Autor: así que los de Turquía eran defensivos porque eran suyos, mientras que los de Cuba eran ofensivos porque pertenecían a los contrarios, buena "filosofía" aquella); un estudio del probable impacto militar, político y psicológico del despliegue en Cuba de cohetes capaces de alcanzar el territorio de los Estados Unidos y un estudio de las alternativas militares que podrían tomar para eliminar tales cohetes(1).

La Variante B aprobada estaba expuesta en la forma siguiente: "Ejercer todo tipo de presiones posibles, diplomáticas, económicas, psicológicas y otras, para derrocar al régimen comunista de Castro sin el empleo abierto del Ejército de los Estados Unidos". Esto incluía ataques biológicos y químicos para destruir las siembras de caña de azúcar, la recolección de datos de inteligencia, infiltraciones paramilitares, la falsificación de dinero y de libretas de abastecimiento, ataques a refinerías, la colocación de explosivos en establecimientos comerciales y fábricas; además, el GEA solicitó una relación de los posibles objetivos para realizar sabotajes en Cuba, entre los que se encontraba una gran mina de cobre cubana, presumiblemente la de Matahambre, en Pinar del Río. Con esto se intentaba nuevamente la fabricación, en las probetas y retortas subversivas norteamericanas, de un levantamiento contrarrevolucionario en todo el país, por lo que se infiltraron otra vez en la Isla cientos de toneladas de armas y decenas de agentes.

La adición de la palabra "Ampliada" daba mayor flexibilidad en relación con la existencia de los planes de contingencia del Pentágono para una invasión. Si no era necesario enviar las tropas con banderas desplegadas, se evitaría ese paso, pero si para garantizar la creación de un gobierno estable y amistoso había que intervenir con toda la fuerza militar, no se vacilaría en hacerlo. Si todo esto no era terrorismo de Estado, entonces, ¿qué era?

Entre tanto, solo este día, 23 de agosto, cuando habían transcurrido tres meses de la reunión conjunta del Presidium y el Consejo Militar en la que se había aprobado la Operación "Anadir" de forma preliminar, el KGB informó al Comité Central del PCUS que agencias de información y firmas occidentales propagaban informes acerca de la llegada a Cuba de soldados y barcos soviéticos con armamento. Se considera que los primeros datos sobre el despliegue militar soviético en Cuba fueron obtenidos por los estadounidenses mediante satélites espías y mediante la inteligencia germanoccidental, que les informó sobre el movimiento de barcos soviéticos con armamento hacia Cuba. Otra fuente de información fue la correspondencia de los emigrados cubanos con sus familiares en la Isla, los que aseguraban haber visto grandes caravanas militares en la madrugada, largos vehículos que transportaban cohetes cubiertos con lonas (seguramente cohetes antiaéreos, pues en esta época los de alcance medio no habían salido todavía de la URSS, aunque estaban a punto de hacerlo), así como que de algunas zonas se había sacado a la población residente en las mismas para otros lugares. Los cubanos que por esos días salían legal o ilegalmente del país hacia Estados Unidos eran interrogados minuciosamente en el centro de recepción establecido por la CIA en Opalocka, Florida.

Una cosa era evidente, las medidas adoptadas para preservar el carácter encubierto de la Operación habían evitado que durante la primera fase de la misma se filtrara información que indicara, sin lugar a dudas, a los servicios de inteligencia norteamericanos, la verdadera dimensión y el objetivo de la maniobra emprendida. No es que los aviones espía U-2 no volaran sobre Cuba en esos meses, sino que aún no se habían construido los emplazamientos coheteriles. Los estadounidenses sabían que los barcos transportaban medios militares y sospechaban que también iban tropas, pero no tenían la confirmación. Los barcos eran sometidos a una estrecha vigilancia, se tomaban fotografías de ellos desde las costas, desde otros barcos, desde aviones que volaban a baja altura; esto se hacía en el Mediterráneo y el Báltico, en el Atlántico y al acercarse a Cuba, pero todo aquel esfuerzo no fue capaz de revelar la verdad de lo que se hacía.

Precisamente, al amanecer de aquel 25 de agosto de 1962, había partido desde el puerto de Sebastopol el barco mercante "Omsk", en el que por primera vez salían de las fronteras de la URSS los cohetes estratégicos, para dirigirse en este caso a una larga travesía que los llevaría allende el océano. En los archivos del EMG de la URSS se conservó un documento relacionado con este momento: "Suplemento a las instrucciones para los capitanes de los barcos y los jefes de los convoyes militares que realizan la travesía por mar con cargas de los camaradas Biriusov y Boliatko" (Aclaración: mariscal Biriusov -comandante en jefe de las Tropas Coheteriles Estratégicas-, y coronel general Boliatko -jefe de la 12 Dirección Principal del Ministerio de Defensa que administraba las municiones nucleares-).

En el documento se complementaba el punto 11 de las instrucciones: "En el caso en que no sea posible liquidar el ataque, impidiendo el acceso al barco de personas ajenas, el jefe del convoy militar debe destruir todos los documentos que constituyan secreto militar y estatal.

"Cuando sea evidente la amenaza de la captura del barco por extranjeros, el capitán y el jefe del convoy militar deben tomar las medidas para el traslado organizado del personal a todos los medios de salvamento que se tengan y hundirán el barco, guiándose para esto por la Instrucción del Ministerio de la Marina Mercante que se adjunta"(2).

Es necesario señalar que durante esta travesía, uno de los problemas fundamentales que hubo que solucionar fue el de la transportación del oxidante para el combustible coheteril, producto "O-30", manteniendo su temperatura dentro de los límites establecidos. Este era un líquido muy agresivo e inestable. Para el enfriamiento del mismo fue preparada una estructura especial en la que se colocaban las cisternas con el oxidante cubiertas con lonas. Se construyó un sistema de conductos para garantizarles un buen flujo de aire en todo momento, y se succionaba agua del mar constantemente para mantener mojadas las lonas. Estaba previsto que si se detectaba la descomposición del "O-30", la cisterna afectada, con su contenido, debía ser lanzada por la borda para evitar su posible explosión y el surgimiento de un incendio. La temperatura límite permisible era de 35º C para el producto "O-30", pero momentos antes de la partida se recibió la información de que esta podía ser de hasta 55º C. No obstante, durante el viaje la temperatura del líquido nunca fue mayor de 28º C.

En un local del objeto "S" No. 713, que por sus dimensiones y configuración era equivalente a la bodega típica de un barco de carga, se elaboraron en la práctica los esquemas de ubicación y fijación de los cargamentos que serían trasladados.

Teniendo en cuenta sus diferentes tipos, las municiones nucleares se transportaban en embalajes metálicos individuales de cuatro clases, confeccionados siguiendo un principio único: una fuerte base inferior con elementos interiores para la fijación de la munición a ella, así como puntos externos para el izaje y la fijación a los medios de transporte, y una parte superior para la protección de la munición. Para ejecutar la manipulación de esa técnica durante el traslado fue preparada una dotación integrada por doce hombres, oficiales y soldados físicamente fuertes que dominaban bien los hábitos de trabajo durante la carga, descarga y transportación de los cargamentos especiales y que conocían las particularidades de los mismos, con lo que se garantizaba el cumplimiento con calidad de las exigencias de seguridad.

EL CHE SE REÚNE CON JRUSCHOV

El 27 de agosto tuvo lugar en Moscú una reunión del Comandante Ernesto Che Guevara y el capitán Emilio Aragonés con Jruschov. Para ese momento, el Proyecto de Acuerdo había sido enmendado teniendo en cuenta las proposiciones de la parte cubana, estaba impreso en los idiomas ruso y español, preparado para la firma y ulterior publicación, y se había adoptado para el mismo la primera variante de título propuesta por los cubanos: "Acuerdo entre el Gobierno de la República de Cuba y el Gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas sobre la colaboración militar para la defensa del territorio nacional de Cuba en caso de agresión". Además, fue presentada una carta con las firmas de Fidel Castro y Osvaldo Dorticós en la que se decía que el Gobierno de Cuba, sustentando una confianza especial hacia la persona de Ernesto Che Guevara de la Serna, lo investía de la plenitud del poder y le otorgaba el mandato para suscribir el Acuerdo militar a nombre y por encomienda de la República de Cuba.

Jruschov estuvo conforme con las correcciones propuestas por la parte cubana al Acuerdo, pero consideró inoportuno darlo a conocer entonces, cuando los medios de la división coheteril estratégica aún no estaban en la Isla, y recomendó a los cubanos que tuvieran calma, que sería más conveniente el anuncio cuando se hubieran emplazado los cohetes y la Operación ya fuera un hecho consumado que los norteamericanos no tendrían más remedio que aceptar. El dirigente soviético consideró, además, que el anuncio del Acuerdo en aquellos momentos sería un obstáculo para la actividad política de Kennedy, en instantes en que se desarrollaba la campaña para las elecciones congresionales en los Estados Unidos. De forma que el Acuerdo enmendado, solamente fue iniciado por el Che y Malinovski, los textos en ruso y español fueron colocados en carpetas rojas de ceremonia, atadas con cintas rojas y selladas con lacre gris que llevaba el distintivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de la URSS, donde esperarían hasta noviembre, después de la llegada de la escuadra de barcos de guerra a Cuba, cuando se efectuara la visita del Primer Ministro soviético a la Isla y se firmara el documento. En realidad, el texto del Acuerdo quedaría para dormir el sueño eterno de los archivos, pues nunca sería firmado.

Sobre esta decisión dijo posteriormente el comandante Fidel Castro: "Si Jruschov hubiera escuchado los planteamientos que le hicimos no ocurre la crisis, porque estábamos actuando dentro de la ley, dentro del derecho internacional, dentro de la moral; pero si tú dices una mentira, si tú engañas, entonces pierdes fuerza ante la opinión pública, pierdes fuerza moral, pierdes fuerza política"(3).

Entre las muchas incógnitas de la historia moderna está la relacionada con la posible reacción de los Estados Unidos si el Acuerdo de defensa soviético-cubano hubiera sido publicado en los primeros días de septiembre. Es posible que los norteamericanos se hubieran decidido a atacar la Isla de inmediato, antes que los soviéticos reforzaran más sus defensas, para que el Acuerdo no se pudiera llevar a la práctica, o que se hubiera producido una crisis mucho menos peligrosa que la que estalló siete semanas después. Por lo menos, el anuncio público hubiera quitado a Kennedy el argumento esgrimido exitosamente en octubre de que había sido víctima de un engaño. Una de las consecuencias podría haber sido la reconfiguración del despliegue soviético en Cuba, en una fuerza más pequeña y con una misión claramente defensiva.

El 29 de agosto, al responder en una conferencia de prensa a una pregunta sobre la vigencia de la Doctrina Monroe a la luz de la situación mundial y de la cubana en particular, el presidente Kennedy afirmó que para él significaba lo mismo que para los presidentes Monroe y Adams cuando la promulgaron, es decir, que se oponía a toda intervención de una potencia extranjera en el Hemisferio Occidental (NA: solo le faltó decir que en su criterio este pertenecía a los Estados Unidos, que lo consideraban como su propiedad privada), por eso se oponía a lo que ocurría en la Isla, por eso era necesario aislar a Cuba. Además expresó que no era partidario de que Cuba fuera invadida "por el momento", dejando en el aire la interpretación de la frase, por lo que se deducía que limitaba la agresión militar a factores de tiempo y circunstancias...(4).

Lo cierto es que la trasnochada Doctrina Monroe desempeñaba un papel importante en la justificación que se fabricaba para actuar contra Cuba y para cubrir la ilegalidad de las medidas que se tomaban. Al intervenir en la reunión celebrada en Cambridge en 1987 para analizar la crisis nuclear, McGeorge Bundy definió la importancia que todavía se le daba al dinosaurio político mencionado, cuando decía que el problema básico del gobierno norteamericano era que, repetidamente, se había tomado la posición pública de que la presencia de proyectiles "ofensivos" en Cuba era inaceptable, porque desde la proclamación de la Doctrina Monroe era un interés especial de los Estados Unidos la exclusión de cualquier potencia europea del Hemisferio Occidental. Por tanto —agregó— "era una poderosa realidad de nuestra conciencia política, independientemente de la cuestión legal internacional"(5). O más claro, "la doctrina proclamada unilateral y arbitrariamente en 1823 servía para evadir cualquier obligación internacional y para desconocer cualquier derecho soberano de un país americano si ataba las manos de Washington en el propósito de alcanzar los fines que se propusiera"(6).

Este mismo día, el vuelo de reconocimiento realizado por un avión U-2 detectó emplazamientos de cohetes antiaéreos en Cuba y una cantidad mayor que la esperada de personal militar soviético. Mientras tanto, unos veinte kilómetros por debajo del U-2 el Departamento de Seguridad del Estado cubano, conocedor del plan preparado por la contrarrevolución para realizar un levantamiento armado al día siguiente, detenía a los principales complotados, a quienes ocupó armas y pertrechos militares.

El día 31, el gobierno norteamericano emitió una declaración acusando a Cuba de haber atacado el día anterior a un avión de su Marina de Guerra sobre aguas internacionales, y advertía que si se repetían esos casos contra naves aéreas o embarcaciones de los Estados Unidos emplearían todos los medios necesarios para su protección y asegurarían el libre uso de dichas aguas. Las autoridades cubanas rechazaron la información por su falsedad y plantearon que no era más que un intento de crear un incidente que justificara ante la opinión pública un eventual ataque a Cuba(7).

Ese mismo día, el senador Kenneth Keating, republicano por New York, declaró que había evidencias de la instalación de cohetes soviéticos en Cuba, urgió a Kennedy a que actuara contra la Isla y propuso que un equipo de investigación de la OEA fuera enviado a Cuba. Ese discurso fue el primero de una serie de 25 que el senador pronunció sobre el mismo tema durante las siete semanas siguientes(8). Lo que no precisó el senador fue la forma en que el grupo penetraría en la Isla y cómo realizaría la investigación.

Este día partió desde el puerto de Sebastopol el barco mercante "Poltava" con el primer viaje para transportar personal y equipos del regimiento coheteril estratégico que se emplazaría en la zona de Candelaria-San Cristóbal, provincia de Pinar del Río. En el barco se llevaban grandes planchas de hormigón que serían utilizadas en Cuba como plataformas de lanzamiento de emergencia para los cohetes de alcance medio R-12. En esta misma fecha comenzó en la URSS el ejercicio "Tulpan", durante el cual se realizaron lanzamientos de cohetes portadores de ojivas nucleares de combate en el territorio del polígono de Aguinsk. Entre los cohetes lanzados estuvieron los R-14 que se preparaban para partir hacia Cuba. El ejercicio se prolongó hasta el 8 de septiembre y constituyó una parte de la respuesta soviética a la serie de pruebas nucleares efectuadas por los norteamericanos con anterioridad.

(*) Teniente coronel ® y fundador de la Tropas Coheteriles.

(1) Nathan, James A.: The Cuban Missile Crisis Revisited. St. Martin’s Press. New York, 1992, p. 58-59.

(2) Al borde del... Ob. Cit., p. 76.

(3) Shriver, María: Misiles en el... Ob. Cit.

(4) Periódico Revolución. La Habana, Cuba, 30 de agosto de 1962.

(5) Blight, James G. y Welch, David A.: On the brink... Ob. Cit. p. 244.

(6) Lechuga, Carlos: En el ojo de la... Ob. Cit. p. 53.

(7) Revista Bohemia. No 36. La Habana, Cuba. Septiembre 7 de 1962, p. 58.

(8) Diez Acosta, Tomás: Peligros y... Ob. Cit. p. 109-110.


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X.- No puede haber política sin ética

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

El 2 de septiembre de 1962 tres senadores estadounidenses hicieron declaraciones agresivas contra Cuba: George Smathers instó a que un contingente militar patrocinado por Estados Unidos e integrado por países del Hemisferio Occidental invadiera la Isla; Strom Thurmond apoyó la idea de una invasión y declaró que mientras más se esperara para expulsar al comunismo de Cuba, más difícil se haría la tarea; Kenneth Keating exigió de nuevo el envío de una misión de la OEA a Cuba para investigar las versiones sobre el montaje de bases de proyectiles soviéticos allí, pero no explicó cómo poner en práctica esa propuesta.

DESDE LOS PRIMEROS DÍAS DE SEPTIEMBRE DE 1962 CRECIÓ BRUSCAMENTE LA TENSIÓN ALREDEDOR DE CUBA, INCLUIDA LA REALIZACIÓN DE GRANDES MANIOBRAS MILITARES

Mientras tanto, en la URSS partía hacia el puerto de Sebastopol el primer convoy ferroviario que trasladaba los medios de la base técnica coheteril que abastecía al regimiento que ya se encontraba navegando hacia Cuba.

El día 3 fue publicado un comunicado al terminar las negociaciones entre la delegación integrada por Ernesto Che Guevara y Emilio Aragonés y el Presidente del Consejo de Ministros de la URSS, Nikita Jruschov. El comunicado incluía las medidas de ayuda a Cuba por la URSS, las que abarcaban los aspectos técnico, agrícola, hidráulico, siderúrgico y militar. En lo militar el Gobierno soviético señalaba haber llegado a acuerdos sobre la solicitud cubana de asistencia en armamentos y especialistas militares para el adiestramiento del personal militar cubano.

En esta fecha Cuba fue excluida ilegalmente de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), con las abstenciones de México y Brasil en la votación. Esta fue una violación de las bases jurídicas de la ALALC, cuyo artículo 58 especificaba que la misma quedaba abierta "a la adhesión de los demás estados latinoamericanos" y no tenía prevista la separación de alguno de sus integrantes.

El 4 de septiembre el Fiscal General, Robert Kennedy, se encontró con el Embajador soviético, Anatoli Dobrinin, y le expresó la preocupación del Presidente por el equipamiento militar soviético que estaba llegando a Cuba. Dobrinin le transmitió un mensaje de Jruschov de que no se emplazarían armamentos tierra-tierra en Cuba. Robert Kennedy comunicó lo dicho por el Embajador a Dean Rusk y a Robert McNamara, y sugirió que se hiciera una declaración de que Estados Unidos no toleraría la introducción de armamentos ofensivos en Cuba. Este mismo día el presidente Kennedy publicó una declaración de que un vuelo de reconocimiento había detectado emplazamientos de cohetes antiaéreos y un aumento sustancial del personal militar soviético en Cuba, planteaba preocupación por el reforzamiento del poderío militar del régimen de Castro, el que incluía gran cantidad de equipos electrónicos, lanchas con cohetes contra barcos y unos 3,500 militares soviéticos actualmente en Cuba para instalar los equipos y enseñar su uso. Manifestaba que no había pruebas de la existencia de fuerzas de combate organizadas en Cuba procedentes de otro país, de bases militares suministradas a Rusia, de la presencia de proyectiles tierra-tierra ni de otra capacidad ofensiva importante. Advertía que si la verdad fuese otra surgirían los más graves problemas, y expresaba que continuaba la política de Estados Unidos de no permitir al régimen de Castro exportar por la fuerza o con la amenaza de la fuerza sus propósitos agresivos, lo que se impediría por los medios necesarios.

La referencia a la capacidad ofensiva en la declaración fue premeditada. En el seno del Gobierno norteamericano se discutió mucho el asunto de la calificación de las armas; en respuesta a la pregunta que se le hizo sobre la conducta a seguir si los soviéticos instalaban proyectiles estratégicos en Cuba, Norman Schlei, asistente del Fiscal General, opinó que no era posible hacer nada "si los cohetes eran de índole defensiva", por lo que se comenzó a hablar de cohetes "ofensivos".

Sobre el engaño al presidente Kennedy, el Comandante Fidel Castro planteó posteriormente: "Jruschov le mandó a decir a Kennedy por distintas vías, le dio a entender, que no había armas estratégicas y que no había necesidad de armas estratégicas. Mi percepción es que Kennedy creyó los informes de Jruschov. A mi juicio este cometió un error grave de tipo político y de tipo ético, y creo que no puede haber política sin ética(...) Kennedy estaba en una posición muy difícil políticamente, puesto que creyó los mensajes de Jruschov, y recibía grandes presiones. Creo que al adversario no se le debe colocar en una situación de esa naturaleza y, realmente, Jruschov no tomó en cuenta que con esto colocaba a Kennedy en una situación inmanejable, en una situación muy difícil"(1).

CRECE BRUSCAMENTE LA TENSIÓN ALREDEDOR DE CUBA

El día 6 se informaba en un memorando de la CIA que se estaban construyendo en Cuba ocho emplazamientos para cohetes antiaéreos y se apreciaba que en la Isla se habían recibido ocho lanchas coheteras contra barcos como mínimo; se calculaba que la Fuerza Aérea cubana contaba con 60 cazas MIG, que una docena de ellos eran MIG-19, pero carecían de pruebas sobre la existencia de MIG-21 u otro tipo de avión. En realidad, la mayor parte de los MIG-21 ya estaba en Cuba y se ensamblaban y verificaban en tierra en el aeródromo de Santa Clara; todavía no se podían volar pues los tanques de combustible de los aviones estaban vacíos durante la transportación y habían surgido pequeñas cuarteaduras en los pliegues del tejido de goma de los mismos, por lo que presentaban salideros y fue necesario llevar tanques de combustible nuevos por avión desde la Unión Soviética.

Este día Theodore Sorensen, Consejero Especial del presidente Kennedy, se encontró con el Embajador soviético, Dobrinin. Este reiteró que la asistencia militar a Cuba era estrictamente defensiva y no representaba amenaza alguna para la seguridad de los Estados Unidos; también entregó un mensaje de Jruschov en el que prometía que los soviéticos no emprenderían ninguna actividad que "pudiera complicar la situación internacional" antes de las elecciones congresionales norteamericanas de noviembre. En esta fecha, además, varios senadores propusieron la realización de un bloqueo militar contra el embarque de material bélico a Cuba.

El 7 de septiembre los líderes del Congreso estadounidense solicitaron la adopción de una resolución que autorizara al presidente Kennedy a emplear las tropas si fuera necesario para enfrentarse a la amenaza del incremento militar comunista en Cuba. Además, Kennedy solicitó la aprobación del Congreso para, en caso necesario, llamar al servicio militar activo a 150 mil reservistas, por un plazo no mayor de doce meses, con el fin de facilitar respuestas rápidas y efectivas a los desafíos en cualquier parte del mundo libre; también el Comando Aéreo Táctico recibió la orden de formar un grupo de trabajo para elaborar un plan que coordinara un ataque aéreo a Cuba antes de lanzar un asalto anfibio.

Mientras tanto, en la Unión Soviética el último convoy ferroviario de la base técnica coheteril destinada a la región central llegaba al puerto de Sebastopol y en el océano Atlántico continuaban navegando hacia Cuba los barcos mercantes con elementos de dos regimientos coheteriles. En Miami uno de los dirigentes de las organizaciones contrarrevolucionarias cubanas comunicaba en una conferencia de prensa que cualquier barco mercante de bandera comunista que fuera detectado en aguas territoriales cubanas, independientemente de su pertenencia nacional, sería considerado un objetivo militar y atacado sin previo aviso.

¡LLEGARON "LOS CABEZONES"!

El 9 de septiembre de 1962 el barco mercante "Omsk" llegó al puerto de Casilda con los primeros elementos y 6 cohetes de combate R-12 del regimiento que se emplazaría en la región central de la Isla; a partir de ese día se inició la concentración de la división coheteril en Cuba, proceso que se prolongaría hasta el 22 de octubre. Comenzó a hablarse a partir de este momento de equipos desconocidos, tales como carro de empalme, torre automotor, juego de instrumentos de guiado, máquina de pruebas horizontales, graduador, erector (posicionador), equipos terrestres para la explotación de la ojiva y muchos otros.

El mayor general Igor Statsenko, jefe de la división coheteril, indicó al jefe del regimiento un lugar no lejano del puerto en que se concentraría toda la técnica y se comenzó la descarga. Era necesario trabajar con rapidez, pues la capacidad del puerto de Casilda solo permitía recibir un navío de carga, por lo que a medida que se descargaban, los equipos eran llevados en pequeños grupos hacia el área de concentración, de modo que cuando terminara la descarga el puerto quedara libre para el siguiente transporte.

De acuerdo con el plan de la división, los plazos para que los distintos regimientos estuvieran listos para el combate eran los siguientes:
El regimiento de Sitiecito-Calabazar de Sagua (región central), equipado con cohetes R-12, para el 20.10.62.

El regimiento de Candelaria-San Cristóbal (región occidental), equipado con cohetes R-12, para el 25.10.62.

El regimiento de Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal (región occidental), equipado con cohetes R-12, para el 1.11.62.

El primer grupo de combate del regimiento de Guanajay-Caimito (región occidental), equipado con cohetes R-14, para el 7.11.62; el segundo grupo de combate para el 1.12.62.

El primer grupo de combate del regimiento de Remedios-Zulueta (región central), equipado con cohetes R-14, para el 1.12.62; y el segundo grupo de combate para el 1.1.63.
En algún lugar de la Unión Soviética, donde se encontraba ubicado el objeto "S" No. 713, se había recibido días atrás la orden de enviar el primer convoy ferroviario con el personal, la técnica y los medios materiales para efectuar la recepción de la reserva de combate de municiones nucleares y colocarlas en el barco seleccionado. El puerto de embarque designado era el de Severomorsk, cercano a Murmansk. Allí, en el territorio de una unidad militar de la Flota del Norte, se había instalado el convoy de cabecera con los medios de aseguramiento necesarios y se comenzaban a recibir los convoyes que transportaban las municiones nucleares, los que llegarían sucesivamente con intervalos determinados. Un muelle en la bahía de Okolnaya fue asignado para efectuar la carga de las municiones en el barco.

Por aquellos días la CIA presentaba un Estimado Especial de Inteligencia de la Comunidad de Inteligencia de los Estados Unidos: "aunque los soviéticos obtendrían ventajas militares considerables emplazando cohetes de alcance medio e intermedio en Cuba, la política soviética no apoya el establecimiento de fuerzas nucleares en países extranjeros y estos se encuentran conscientes del gran riesgo de represalia por parte de Estados Unidos. Por lo que concluye que ese emplazamiento es improbable y la Unión Soviética no intenta convertir a Cuba en una base estratégica"(2). Mientras tanto, las grandes unidades y unidades de la Agrupación de Tropas Soviéticas en la Isla ocupaban los órdenes combativos, realizaban el acondicionamiento de las posiciones y se preparaban en general para rechazar al enemigo.

El 10 de septiembre, al intervenir en el Tercer Congreso Nacional de los Consejos Municipales de Educación, el Comandante Fidel Castro expresó entre otras cosas:
-Ante sus amenazas decimos: ¡Estamos dispuestos a morir junto a nuestro pueblo!... Pero lo que no sabemos es si el Gobierno de los Estados Unidos, los generales del Pentágono y los senadores que proclaman la guerra contra nuestra Patria están dispuestos a morir también.

-¿Cómo pueden pretender que frente a una política continuada de agresiones y de hostilidad Cuba no tratara de defenderse?

-Ellos hablan en nombre de su seguridad. ¡Ah! ¿Y la seguridad de nosotros acaso no cuenta? Ellos hablan de que somos un peligro para su seguridad, como si nosotros no tuviéramos derecho a decir que ellos son un peligro mayor para la nuestra. Ellos plantean su derecho a tomar todas las medidas que tiendan a su seguridad. ¿Y es que nosotros no tenemos ese mismo derecho?

-Sin embargo, nosotros no podemos proclamar ningún derecho a invadir ese país porque constituya un peligro para nosotros, pero ellos exhortan a invadir a nuestro país en aras de la "seguridad" de los Estados Unidos, como la cosa más natural del mundo.

-Nuestro país ha dado y dará cuantos pasos sean necesarios, dentro del derecho internacional y el uso de sus prerrogativas de nación soberana, para garantizar su seguridad frente a las amenazas de agresión imperialistas. Para eso no es necesaria la autorización ni instrucciones de Washington(3).
Esa noche frente a Cayo Francés, a 16 millas de Caibarién, una lancha pirata que huyó con rumbo norte atacó al barco cubano "San Pascual" y al de bandera inglesa "New Lane" . El primero recibió 18 impactos y el segundo 13. Al día siguiente una avioneta pirata atacó puntos situados en la costa norte, al este de la ciudad de La Habana.

En esta fecha la Agencia TASS difundió una declaración del Gobierno soviético que reafirmaba sus intenciones de prestar la ayuda militar necesaria a Cuba en caso de agresión y enfatizaba que solo utilizaría las armas en defensa de la soberanía de Cuba contra sus agresores; además afirmaba que: "la Unión Soviética no necesita trasladar a ningún otro país, por ejemplo a Cuba, los medios de que dispone para rechazar la agresión, para asestar el contragolpe. Nuestros recursos nucleares son tan potentes por su fuerza explosiva y (...) dispone de cohetes tan potentes para el transporte de esas ojivas nucleares, que no tiene necesidad de buscar un lugar para emplazarlos en cualquier otro punto, fuera de los límites de la Unión Soviética"(4).

Entre las reacciones de personalidades norteamericanas a esta declaración de TASS se pueden citar las siguientes:
-Dean Rusk: Este país no está asustado por la advertencia de Jruschov contra un ataque a Cuba. Procederemos como lo entendamos necesario.

-Senador Frank Lausche: La doctrina Monroe ha sido violada; apoyaré cualquier acción firme que el Presidente decida tomar en el caso de Cuba.

-Senador Mansfield: Nosotros decidiremos cuál será nuestra política exterior. No necesitamos ni queremos consejos gratuitos de la Unión Soviética.

-Senador Everett Dirksen: La advertencia soviética sobre Cuba es una amenaza desnuda que debe ser contestada en la misma forma.

-Senador Capehart: Kennedy tiene derecho a desembarcar tropas, tomar posesión de La Habana y ocupar el país.

-Senador Prescott Bush: el Congreso debe considerar que Estados Unidos tiene el derecho y la obligación de poner fin a la dominación comunista en Cuba, ya sea con la cooperación de otros países del Hemisferio o solos.
El 12 de septiembre terminó la descarga del "Omsk" y comenzó la maniobra nocturna hacia la región de emplazamiento del regimiento, la que se encontraba a más de 200 kilómetros del puerto de Casilda; estaba en la zona de Sitiecito y Calabazar de Sagua. El itinerario a seguir no se correspondía en muchos lugares con las exigencias establecidas, pues en distintos puntos no se garantizaba el radio de giro de 25 metros que necesitaban los autotrenes con los cohetes; atravesaba diversas poblaciones, por lo que hubo que preparar desvíos sobre la marcha, además de acondicionar vados en corrientes de agua y reforzar un puente; fue necesario retirar obstáculos tales como árboles y postes del tendido eléctrico; también hubo que ampliar algunas curvas y mejorar varios tramos. Aquella noche comenzó a desplazarse por primera vez por tierra cubana una columna de vehículos inusuales que transportaban una carga inusual. En algunos lugares fue necesario desenganchar los remolques y hacerlos girar a mano, con la ayuda de los cabrestantes (winches) de los vehículos.

Para prestar ayuda práctica durante la marcha fue designado un oficial cubano quien estaba investido de amplios poderes ante los gobiernos locales, con las organizaciones de construcción de caminos y con las unidades militares cubanas. Fue de gran ayuda. Los equipos solo se trasladaban de noche en pequeñas columnas; los militares y milicianos cubanos cubrían con anticipación las rutas por las que se desplazarían las columnas, simulaban maniobras de las unidades cubanas o cerraban la circulación alegando accidentes automovilísticos; alrededor de una hora antes de comenzar el traslado de una columna con cohetes se enviaban por rutas falsas otras columnas con remolques cubanos y vehículos grandes de carga.

No obstante, lo cierto era que los emplazamientos de los cohetes de alcance medio jamás se hubieran podido esconder por mucho tiempo. El terreno y el paisaje no permitían que quedaran ocultos, y los autotrenes con cohetes de más de veinte metros de longitud eran sencillamente demasiado grandes para pasar inadvertidos en los caminos vecinales y carreteras de Cuba, aunque solamente se movieran de madrugada; se podían cubrir con lonas, pero era imposible achicarlos. Cuando había que derribar o trasladar de lugar el bohío de un campesino o la casa de un poblado, aunque se construyeran nuevos y mejores, para que uno de los grandes remolques pudiera doblar en algún lugar estrecho, era lógico que los vecinos hablaran del asunto y que esas conversaciones llegaran a oídos del enemigo. Visto ahora retrospectivamente, puede parecer un milagro que el secreto se mantuviera durante todo un mes después de la llegada de los cohetes a la Isla.

El 13 de septiembre el presidente Kennedy hizo una declaración en la que amenazaba directamente a Cuba, planteando que si en algún momento el crecimiento del comunismo en la Isla ponía en peligro o interfería de algún modo a la seguridad estadounidense y de las naciones del Hemisferio, al convertirse en una base ofensiva de significación para la Unión Soviética, entonces haría todo para proteger esa seguridad; advirtiendo que si consideraba en algún momento emprender acciones militares contra el comunismo en Cuba, todo el armamento y los asesores militares suministrados por los comunistas no podrían cambiar las consecuencias(5).

El día 14 salió del puerto de Sebastopol el barco mercante "Metallurg Baikov" con la primera parte de las tropas y medios pertenecientes a la base técnica coheteril destinada al regimiento de la región central de Cuba. Este mismo día el mariscal Zajarov, jefe del Estado Mayor General, teniendo en cuenta la actitud agresiva de los medios aéreos y navales estadounidenses y de los contrarrevolucionarios cubanos, presentó a Jruschov la proposición de instalar en cada barco, para la autodefensa, dos cañones antiaéreos dobles de 23 mm con una reserva de 2,400 proyectiles para cada instalación; estos tenían un alcance de hasta 2,500 metros y perforaban un blindaje de 25 mm de espesor. La dotación de cada instalación era de tres hombres y habría que armar 34 barcos en total. Ese mismo día fue ratificada la proposición y los cañones se instalaron cuidadosamente enmascarados bajo cubiertas ligeras que se retiraban con facilidad, mas es necesario señalar que durante todo aquel periodo no se registró ningún ataque armado directo contra un barco soviético.

Al día siguiente, día 15, las primeras pequeñas unidades del regimiento coheteril estratégico de la región central ocuparon la región de emplazamiento. El general Statsenko planteó la misión de terminar el equipamiento ingeniero de los emplazamientos y preparar la técnica y el personal para realizar la guardia combativa a partir del 22 de octubre.

Simultáneamente, durante el mes de septiembre los norteamericanos ejecutaron en la región otro gran ejercicio militar denominado Júpiter Spring, el cual consistía en la realización de desembarcos aéreos con efectivos de tres divisiones del 18 Cuerpo Aerotransportado, principal unidad élite de los Estados Unidos para ese tipo de operaciones. Además, continuó el refuerzo del Comando del Atlántico, incluyendo el traslado de buques desde las Flotas del Mediterráneo y del Pacífico.

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles

(1) Shriver, María: Misiles en el... Ob. Cit.

(2) Blight, James G. y Welch, David A.: On the...

(3) Periódico Revolución. La Habana, Cuba, 11 de septiembre de 1962.

(4) Periódico Revolución. La Habana, Cuba, 12 de septiembre de 1962.

(5) Periódico Revolución. La Habana, Cuba, 14 de septiembre de 1962.


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XI.- Un secreto compartido por miles y miles de personas

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

Para trasladar las municiones nucleares a Cuba fue utilizado el barco mercante Indiguirka. El capitán del barco y el jefe del convoy militar tenían la orden de no permitir que los norteamericanos inspeccionaran la nave en ninguna circunstancia. Había un plan para el hundimiento rápido del barco en caso de peligro de captura. Entre la tripulación solo lo conocían el capitán y el primer mecánico.

UN ATAQUE A LOS BARCOS DEBÍA SER INTERPRETADO COMO UNA AGRESIÓN A LA UNIÓN SOVIÉTICA

Cumpliendo indicaciones directas del mando superior, la jefatura de la Flota del Norte, utilizando sus especialistas, realizó de forma encubierta la instalación de cargas de sustancias explosivas en el barco, en los lugares señalados por el mecánico principal; estas cargas servirían para efectuar la voladura del casco de la nave y el hundimiento rápido de la misma en el caso de que fuera ocupada por el enemigo. La dirección del sistema de voladura fue instalada en un local independiente ubicado junto al camarote del capitán, el cual se encontraba cerrado y sellado. El jefe del convoy militar, coronel Nicolai Beloborodov, tenía permanentemente las llaves del local y del equipo de voladura. En correspondencia con las instrucciones recibidas, debía tomar conjuntamente con el capitán la decisión acerca de la voladura del barco: el capitán informaría de ello al Centro, mientras que el jefe del convoy ejecutaría la decisión.

Con el objetivo de aumentar los medios de autodefensa del barco contra un posible ataque, esta fue la primera embarcación de la Flota Mercante de la URSS en la que fueron montadas las dos instalaciones de cañones antiaéreos dobles de 23 mm, una en el castillo de proa y la otra en la popa. La partida se produjo en la tarde del 16 de septiembre de 1962. Sobre este acontecimiento fue informado personalmente Nikita Jruschov. A partir de esa fecha, los capitanes de los barcos mercantes y los jefes de los convoyes militares tenían la orden de responder con fuego si una nave era atacada en el mar. El ataque, por barcos o aviones extranjeros debía ser interpretado como una agresión contra la Unión Soviética. Debían notificar de inmediato a Moscú y hacerle frente al ataque con las instalaciones de cañones dobles antiaéreos emplazadas de forma oculta en cada una de las embarcaciones. Los capitanes de los barcos soviéticos tenían autoridad para decidir si respondían o no con fuego al ataque, en dependencia de las circunstancias, y se les ordenó transmitir en texto abierto sus partes sobre la acción enemiga. Sin embargo, debían transmitir lo relacionado con su respuesta al ataque en forma codificada, para que Moscú pudiera presentar el incidente como un acto de piratería contra una nave pacífica y desarmada. Estaba claro que aquello era un riesgo, pues si se producía un incidente y se descubrían los cañones enmascarados a bordo de la nave, esta perdería todas sus ventajas legales para la protección a la luz de lo estipulado al respecto por el Derecho Internacional.

Afortunadamente, las actividades de vigilancia estadounidenses, aunque intensas hasta llegar casi al hostigamiento, nunca escalaron la violencia; mientras que las embarcaciones y avionetas piratas tripuladas por contrarrevolucionarios de origen cubano, a pesar de sus bravuconerías y declaraciones belicosas, no se arriesgaron a lanzarse, sabían que eso era jugar con candela y que podían quemarse; más valía continuar los ataques a embarcaciones de pescadores y a soñolientos puntos costeros durante la madrugada, aprovechando la sorpresa.

Este día llegó al puerto de Mariel la motonave Poltava, la que trasladó a Cuba los primeros elementos del regimiento coheteril estratégico que sería emplazado en la región de Candelaria-San Cristóbal, provincia de Pinar del Río, en la parte occidental de la Isla, incluyendo ocho cohetes de combate R-12. En general, la decisión de trasladar la división coheteril estratégica después que se trasladaron casi todas las grandes unidades y unidades de la Agrupación de Tropas Soviéticas en Cuba, no fue del todo acertada. Esto provocó que en el periodo de mediados de septiembre a octubre, a los puertos de la isla solo arribaron, fundamentalmente, buques con pequeñas unidades y medios técnicos de las Tropas Coheteriles Estratégicas. La gran acumulación de máquinas especiales y equipos de grandes dimensiones en los puertos de destino, por sí misma, no podía dejar de atraer la atención de la población local y, por ende, la de los agentes enemigos. Más racional hubiera sido que después de emplazadas algunas unidades que garantizaran la defensa antiaérea y terrestre mínima en una región, se trasladaran los medios coheteriles de la misma, y así sucesivamente; esto también hubiera posibilitado que el primer regimiento en llegar hubiera estado listo para el combate de dos a tres semanas antes de lo que se obtuvo mediante la variante de traslado que se utilizó. Otro detalle que dificultó las operaciones estuvo constituido por el hecho de que cada uno de los regimientos de las unidades coheteriles, y de todas las unidades en general, transportó los materiales de construcción que necesitaba: madera, cemento, piezas de metal, elementos prefabricados de concreto, etc., lo que hizo más engorrosos y prolongados los procesos de carga y descarga de los medios de las unidades en los puertos de la URSS y Cuba; hubiera sido mejor trasladar todos aquellos materiales de construcción de forma centralizada, como carga comercial, con lo que se aligeraban considerablemente estos procesos para las unidades de combate. Posteriormente, en Cuba se pudo hacer la distribución centralizada de estos medios por regiones.

Por aquellos días, los servicios de inteligencia norteamericanos recibieron los primeros informes más o menos dignos de crédito sobre la presencia de cohetes balísticos de alcance medio en la Isla.

TRATANDO DE APRETAR LAS TUERCAS

El 17 de septiembre se celebró una inusitada reunión conjunta de los Comités de Relaciones Exteriores y de Servicios Armados del Senado norteamericano para analizar la situación existente en Cuba y los proyectos presentados para invadir el país, invocando la Doctrina Monroe. La Reunión se prolongó durante cinco horas y estuvo tan concurrida que no alcanzaron los asientos para los legisladores y altos funcionarios del Gobierno que asistieron al debate. Los proyectos presentados ofrecían distintos matices, pero no alteraban el propósito central: invocar la Doctrina Monroe para agredir militarmente a Cuba, en última instancia, y probar inicialmente con un bloqueo naval del cual no se libra-rían ni los aliados de la OTAN(1). Todos estuvieron de acuerdo en la conveniencia de invocar la Doctrina Monroe a falta de otro basamento legal (NA: ¡¿o ilegal?!) al que pudieran apelar.

En la prensa se hizo una ruidosa campaña para actualizar la famosa doctrina. Pocos días después la revista Time propugnó el ataque militar a Cuba con gran despliegue, justificándolo con la Doctrina Monroe. Enumeraba gustosamente los nombres de los personajes políticos que la invocaban para poder atacar la Isla:
El senador republicano Kenneth Keating declaró en el Congreso que la Doctrina Monroe era la piedra angular de la política exterior norteamericana y había sido violada.

El representante demócrata O. C. Fisher demandaba el bloqueo naval de Cuba porque los soviéticos estaban violando la Doctrina Monroe.

El senador demócrata Thomas J. Dodd decía que los Estados Unidos debían invocar la Doctrina Monroe para proclamar un embargo total contra Cuba.

Spruille Braden, exsecretario asistente de Estado para Asuntos Interamericanos (y exEmbajador en Cuba), solicitaba la invasión militar en nombre de la Doctrina Monroe.

El exPresidente Harry S. Truman declaraba que "la razón por la cual tenemos problemas con Cuba es porque Eisenhower no había tenido agallas para imponer la Doctrina Monroe".

El senador Prescott Bush presentó una enmienda por la que se declaraba que los Estados Unidos tenían el derecho y la obligación de atacar a Cuba. Su enmienda haría saber a la Unión Soviética que la Doctrina Monroe no estaba muerta, sino que permanecía como una parte integral de la política exterior y como tal tenía que ser impuesta y respetada(2).
Es necesario señalar que semejante agitación belicista se encontraba en su apogeo antes de que se descubrieran los cohetes en Cuba, pues formaba parte de las medidas encaminadas a crear un estado de opinión nacional e internacional, que sirviera de telón de fondo al plan general de invasión que preparaba meticulosamente el Pentágono.

El propio día 17 salió del puerto de Feodosia, en el Mar Negro, el barco mercante Krasnograd, transportando la primera parte del personal y los medios técnicos del tercer regimiento de cohetes estratégicos, que se emplazaría en la zona de Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal, región occidental de Cuba. Entre los medios técnicos se encontraban seis cohetes R-12 de combate.

Por aquellos días se había presentado una situación extraordinaria en el regimiento aéreo de caza que acondicionaba sus posiciones en el aeródromo cercano a la ciudad de Santa Clara. La cuestión consistía en que, durante la planificación de la maniobra del regimiento, alguien había cometido un burdo error de cálculo, como consecuencia del cual los contenedores con los aviones de entrenamiento MIG-15 UTI fueron los últimos en llegar a Cuba en lugar de ser los primeros. La cosa era que ya estaban armados y listos para ser probados en vuelo varios de los cuarenta MIG-21 F13 con que contaba el regimiento y había llegado una parte de los pilotos, pero estos arribaron vencidos después de tan largo y lento viaje. En correspondencia con las normas soviéticas, cuando los pilotos de aviones de combate no vuelan regularmente y transcurre cierto intervalo de tiempo sin hacerlo, se considera que se han vencido para el vuelo, pues se pierden los hábitos necesarios en su peligrosa labor, en la que muchas cosas se hacen con frecuencia de una forma automática, instintiva casi, pues no hay tiempo para ponerse a pensar y razonar. Cuando esto le sucede a un piloto de combate tiene que realizar un ciclo de preparación para los vuelos, el que incluye obligatoriamente el pilotaje en aviones de entrenamiento biplazas como el MIG-15 UTI, con el objetivo de restablecer los hábitos perdidos o amodorrados.

En definitiva, el comandante del regimiento, coronel Nicolai Shivanov, se vio obligado a tomar una decisión arriesgada, pero necesaria: comenzar a volar en los aviones de combate sin el entrenamiento previo de los pilotos en los MIG-15 UTI. El 18 de septiembre, el navegante mayor del regimiento, teniente coronel Vladimir Grol, despegó con el primer avión, describió un círculo, se alejó más allá de los límites del aeródromo y luego pasó en vuelo rasante sobre la pista de aterrizaje, después de lo cual tomó tierra sin novedad. Entonces debe haber respirado con alivio el coronel Shivanov. Los vuelos de los demás pilotos también transcurrieron sin complicaciones. Pero si el destino hubiera querido que cualquiera de ellos se hubiera accidentado junto con su máquina, seguramente no le hubiera ido muy bien al osado comandante, ni teniendo en cuenta la situación, ni la disposición combativa ni nada, pues había tomado una decisión muy riesgosa.

Ese mismo día, mientras los pilotos soviéticos volaban en el cielo de Santa Clara, el exvicepresidente Richard M. Nixon, quien después de lo de Watergate y su renuncia obligada pasó a ser conocido como Dirty Dick, llamó a establecer una cuarentena para detener el incontenible flujo de armas desde la URSS hacia Cuba. Además, los aviones del Comando Aéreo Táctico norteamericano comenzaron a participar en los entrenamientos para respaldar un plan de contingencia de bombardeo a Cuba, conocido por la denominación codificada de OPLAN 312.

Al día siguiente, los Comités de Relaciones Exteriores y de Servicios Armados del Senado aprobaron el texto de una Resolución Conjunta que había sido propuesta sobre Cuba, en la que se autorizaba al Presidente para utilizar las tropas de ese país si fuera necesario con el objetivo de resistir a la agresión comunista contra el Hemisferio. Esta resolución fue aprobada el 20 de septiembre en el Senado norteamericano con votación de 86 a 1, era en realidad una "patente de corso" otorgada al presidente Kennedy; el documento le concedía la facultad de hacer uso de las armas a su discreción contra Cuba por sus supuestas actividades agresivas y subversivas en cualquier parte del Hemisferio, así como para impedir la creación o el uso en la Isla de una capacidad militar que pusiera en peligro la seguridad de Estados Unidos.

El día 21, en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, el ministro de Relaciones Exteriores soviético, Andrei Gromiko, advirtió que un ataque norteamericano contra Cuba significaría la guerra con la Unión Soviética.

El 22 de septiembre de 1962, la motonave Nikolaevsk llegó al puerto de Isabela de Sagua con los últimos elementos del regimiento aéreo de caza que estaba ubicado en los alrededores de la ciudad de Santa Clara. Ese mismo día arribó al puerto de Casilda la motonave Kimovsk, la que entre otras cosas transportaba ocho cohetes R-12, seis de ellos de combate y dos de instrucción, todos destinados al regimiento que se estaba emplazando en la región central de la Isla.

Refiriéndose al traslado en secreto de los cohetes estratégicos por las carreteras y caminos de Cuba, el Comandante en Jefe Fidel Castro expresó posteriormente: "Los cubanos cumplieron su parte en el mantenimiento del secreto. Ya era un secreto en que participaban miles de personas. Porque cuando empiezan a moverse tantas armas y tropas un gran número de personas recibe información. Tuvimos un trabajo muy duro para mantener la discreción. Todo el que sabía algo era aislado en alguna unidad militar. Pero llegó un momento en que era imposible aislarlos a todos debido a la cantidad; entonces se les pedía la máxima discreción. Pero llegó a ser un secreto compartido por miles y miles de gente. Para trasladar un proyectil de esa naturaleza hacen falta muchas cosas: camiones, choferes, puertos, grúas, etc. Al principio vinieron otros armamentos, pero cuando se hizo evidente que estábamos instalando esos proyectiles hubo que tomar muchas medidas de control. Pero hay un momento en que eso lo saben miles y lo sospechan decenas de miles; llega un momento en que es un secreto de todo el pueblo casi"(3).

A principios de la tercera decena de septiembre, en el barco mercante Fisik Vavilov, llegaron a Cuba las últimas unidades de la defensa antiaérea, con lo que se completaba la división que protegía la parte oriental de la Isla. El jefe de la división con su estado mayor y los órganos de dirección se instalaron en la ciudad de Camagüey, mientras que los estados mayores de los regimientos se ubicaron en Ciego de Ávila, Victoria de las Tunas y Santiago de Cuba. El plazo establecido para efectuar el despliegue total en el orden combativo de la división y para que todas las pequeñas unidades comenzaran a realizar la guardia combativa, abarcó desde el 23 de septiembre hasta el 20 de octubre.

Hay que señalar que ya en aquellos momentos se encontraban listos para el combate en sus emplazamientos fortificados más de la mitad de los 24 grupos coheteriles antiaéreos que integraban las dos divisiones, mas el mando soviético dio órdenes estrictas desde Moscú para que no se disparara contra los aviones de exploración del enemigo, con el objetivo de no empeorar una situación que ya era de por sí bastante tensa. Incluso se prohibió que los medios de radiolocalización de los grupos irradiaran al espacio, para evitar su detección por el enemigo y que este conociera previamente la composición y el orden combativo de las Tropas de la Defensa Antiaérea. En realidad, esta decisión no se justificó, pues aparte de la influencia negativa ocasionada por el hecho de que no se actuara contra los medios de exploración enemigos, este fue capaz de descubrir previamente, mediante la fotografía aérea, los emplazamientos de casi todos los grupos coheteriles antiaéreos, por lo que el enemigo conoció previamente la composición y el orden combativo de esas unidades.

Es posible que el alto mando soviético no se imaginara la calidad y el elevado grado de definición que tenían las imágenes de la superficie terrestre obtenidas por los medios fotográficos instalados en los aviones U-2, mientras estos volaban a alturas del orden de los veinte kilómetros; de otro modo no se concibe que pudieran dejarlos volar libremente y se mantuvieran confiados en que se preservaría el secreto de los emplazamientos de sus unidades, que se veían desde el aire como si fuera una gran pelota de baloncesto.

El 25 de septiembre, el Congreso norteamericano aprobó la resolución que otorgaba al presidente Kennedy la autoridad necesaria para llamar al servicio activo a 150,000 reservistas por un plazo no mayor de doce meses, si lo consideraba necesario. Al mismo tiempo, en Moscú, el Consejo de Defensa decidió suspender el envío a Cuba de la escuadra de barcos de superficie y de la división de submarinos portacohetes, lo que se debió a la preocupación por la capacidad soviética para suministrarles todo lo necesario si se desencadenaban las acciones combativas, además de que su presencia alarmaría grandemente a políticos y militares norteamericanos(4).

El día 26, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó la resolución conjunta sobre Cuba por 384 votos a favor y siete en contra. Esta resolución resumía toda la política de hostilidad que había caracterizado la conducta de los gobernantes norteamericanos en relación con Cuba, a partir del triunfo de la Revolución en la Isla; política que violaba los más elementales principios del Derecho Internacional, de la Carta de la ONU y hasta los más elementales conceptos de la ética y la hidalguía, pues proclamaba abiertamente el uso de la fuerza por una nación grande y poderosa contra un país pequeño y subdesarrollado.

UNA TAREA TITÁNICA: LA PREPARACIÓN DE LOS EMPLAZAMIENTOS

Por aquellos días ya se desarrollaba a todo tren la preparación de los emplazamientos en los dos regimientos de cohetes de alcance medio que estaban arribando. Era una misión muy voluminosa. Los trabajos se desarrollaban día y noche. Al oscurecer se comprobaba el estado de la técnica y se realizaban clases y ejercicios complejos en las posiciones de despegue para mantener o perfeccionar el nivel de preparación del personal. Cada regimiento estaba formado por dos grupos de combate, integrados por cuatro posiciones de lanzamiento cada uno.

En ellos había que acondicionar las cuatro rampas de lanzamiento, construir un silo de 25 metros de largo por 11 de ancho para almacenar las cabezas de combate nucleares; este silo se confeccionaba por el sistema de arcos prefabricados de hormigón. También había que preparar los pisos de concreto para almacenar los cohetes bajo tiendas de campaña, preparar los almacenes y el área de vivienda del personal, la que al inicio fue de tiendas de campaña, además de los puestos de mando de los jefes de los grupos de combate y de los regimientos, pues se decidió ubicar el estado mayor de cada regimiento en uno de sus grupos de combate.

Las rampas de lanzamiento se colocaron en línea irregular, en forma de zigzag, a una distancia de alrededor de doscientos metros entre ellas. El perímetro del área de cada grupo de combate fue rodeado por una cerca de alambre de púas con postes. Dentro de esa área la seguridad estaba a cargo de los soviéticos, que a cierta distancia construían garitas de vigilancia y puntos de control en las entradas. Estas cercas perimetrales fueron ubicadas a una distancia tal de las posiciones de lanzamiento que impedía que el disparo directo de las armas de infantería dañara los cohetes.

En aquellos momentos, el sistema empleado para garantizar el funcionamiento de cada rampa de lanzamiento estaba integrado por un conjunto de armamento, moderno para la época, que contaba con más de veinte medios técnicos diversos y 150 hombres para atenderlo.

En un corto intervalo de tiempo y en condiciones extenuantes de trabajo se realizó una tarea enorme: se construyeron las posiciones de lanzamiento con todos los elementos de hormigón que estaban previstos, más algunos senderos imprescindibles para que las carretillas con los cohetes y otros equipos no se atascaran como consecuencia de las frecuentes lluvias; se construyeron los depósitos para el almacenaje de las cabezas de combate nucleares; se prepararon doce kilómetros de caminos de gravilla para las comunicaciones internas de cada región de emplazamiento; se construyeron también las trincheras y refugios, tanto para la guardia, como para organizar la defensa circular de los emplazamientos; se efectuaron un promedio de más de mil voladuras en cada grupo de combate en terreno rocoso; se desplegaron los almacenes, las cocinas y comedores, y se prepararon las tiendas de campaña del área del campamento. Por cierto, es necesario señalar que estos conglomerados de tiendas de campaña se convirtieron en uno de los principales indicios desenmascarantes de las unidades.

Todo el trabajo se realizaba en condiciones de temperaturas de hasta 35º C y una humedad muy elevada, en ocasiones de casi el 100 %, lo que afectaba al personal. Por si esto fuera poco, el terreno rocoso brindaba tenaz resistencia a los medios de excavación llevados de la URSS, por lo que gran parte del trabajo había que hacerlo a mano, y dado el carácter tan secreto de la misión no solo estaban prohibidos los pases del personal, sino también el empleo de mano de obra cubana en los emplazamientos.

El volumen tan grande de trabajos ingenieros, ejecutados en extensiones de terreno relativamente pequeñas y en plazos limitados de tiempo, así como la aglomeración de una gran cantidad de equipos en los emplazamientos, dificultaron en extremo la realización oportuna de los trabajos de enmascaramiento que estaban previstos. Además, de los medios de enmascaramiento reglamentarios la división solamente contaba con redes de enmascaramiento, con cuya ayuda solo se podían enmascarar algunos equipos; también había que tener en cuenta que los colores de las cubiertas de policloruro de vinilo de las redes no se correspondían en absoluto con las condiciones locales. La realización de los trabajos de enmascaramiento de las posiciones de fuego se complicó más porque debido a las condiciones del terreno y climáticas se pavimentaron no solo las plataformas de lanzamiento, sino también los senderos para el desplazamiento de los posicionadores (erectores) y de las carretillas con los cohetes, con lo que aumentaba ostensiblemente el volumen de los trabajos de enmascaramiento, ya que no bastaba con enmascarar los distintos equipos ubicados en la zona de lanzamiento, sino que había que enmascarar toda la zona.

El 29 de septiembre llegó al puerto de Cienfuegos el barco mercante Metallurg Baikov con la primera remesa de personal y equipos de la base técnica coheteril destinada a la región central. Hay que decir que cada regimiento coheteril tenía su propia base técnica, incluidas las camionetas para la transportación de las cabezas de combate nucleares desde los depósitos de almacenamiento a los cohetes, una vez que se daba la orden de prepararlos para el tiro. Esa separación física de los componentes de las armas y del vehículo de reparto, incluidas las guardias especiales del KGB para las cabezas de combate nucleares almacenadas, eran las características normales del despliegue nuclear soviético hasta que posteriormente se desarrollaron salvaguardias más avanzadas.

Este mismo día llegaron al puerto de La Isabela los últimos elementos del regimiento de infantería motorizada correspondiente a la región central, el que ocupó sus posiciones no lejos de la ciudad de Remedios.

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles.

(1) US Declassified Documents on Cuba, 1961-1963. Depositados en el National Security Archive, Washington, D.C., pp. 10-11.

(2) Revista "Time". Estados Unidos, 21 de septiembre de 1962.

(3) Shriver, María: Misiles en el... Ob. Cit.

(4) Griibkov, Anatoli y Smith, William: Operación ANADIR. Generales soviéticos y Ob. Cit.


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XII.- Nunca rendiremos cuentas de nuestra soberanía

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

El 29 de septiembre de 1962 fue publicada una declaración con la respuesta dada por el Consejo de Ministros del Gobierno Revolucionario a la Resolución Conjunta del Congreso estadounidense; en esta se planteaba que Cuba jamás utilizaría sus medios legítimos de defensa con fines agresivos que pusieran en peligro la seguridad de los Estados Unidos; además, también se señalaba, entre otras cosas, las siguientes:

EL AVIÓN ESPÍA U-2. UNO FUE DERRIBADO EN LA UNIÓN SOVIÉTICA EN 1960, Y EL OTRO EN CUBA, EN 1962

· ¿Quién practica la subversión y quién es víctima de ella? ¿Estados Unidos, que organizó la invasión de abril de 1961? ¿Guatemala, donde se entrenaron los mercenarios? ¿Nicaragua, de donde partieron? ¿O Cuba, donde desembarcaron?

· Es igualmente absurda la amenaza de lanzar un ataque armado directo, si Cuba se fortaleciera militarmente hasta un grado que Estados Unidos se toma la libertad de determinar.

· No tenemos la menor intención de rendir cuentas o de consultar acerca de las armas que estimamos conveniente adquirir y sobre las medidas a tomar para defender el país, como no consultamos ni solicitamos autorización acerca del tipo de armas y de las medidas que tomamos cuando destruimos a los invasores de Playa Girón.

· ¿No nos asisten acaso los derechos que las normas, las leyes y principios internacionales reconocen a todo Estado soberano de cualquier parte del mundo?

· Nosotros no hemos adjudicado ni pensamos adjudicar a favor del Congreso de Estados Unidos ninguna prerrogativa soberana.

· Si el Gobierno de Estados Unidos no albergara intenciones agresivas contra nuestra Patria, no le interesaría la cantidad, calidad o clase de nuestras armas(1).

A fines de septiembre, el regimiento aéreo de caza tenía los cuarenta aviones MIG-21 F13 ensamblados y comprobados en vuelo, además de los seis MIG-15 UTI; tenía también debidamente preparados y actualizados a los 57 pilotos que integraban el personal de vuelo, por lo que el regimiento comenzó a cumplir el plan de preparación combativa y a realizar la guardia.

En la noche del 30 de septiembre de 1962, la 69 Brigada de Submarinos de la Flota del Norte se preparaba para una larga travesía; cada una de las cuatro embarcaciones diesel que la integraban estaba armada con 22 torpedos, uno de ellos con carga nuclear. A los comandantes de las cuatro naves les fueron entregados sobres sellados con las instrucciones y el punto de destino, los que debían ser abiertos después que se hicieran a la mar. Esto sucedía en el puerto de Gadzhievo, bahía de Sayda, ubicada en el Golfo de Kola, región de Murmansk.

Los submarinos partieron durante la madrugada del 1ro. de octubre, con intervalos de 30 minutos; se separaron de la base flotante y comenzaron la travesía hacia los puntos de destino de sus itinerarios. Se alejaron en medio de completa oscuridad, sin conectar sus luces de navegación y observando un riguroso silencio de radio. Se desplazaban silenciosamente con la ayuda de sus motores eléctricos; los motores diesel solo fueron arrancados después de salir de la bahía. Los sobres que contenían el itinerario de despliegue de la brigada fueron abiertos al salir del golfo de Kola, solo entonces los capitanes de las embarcaciones supieron que el objetivo final de la travesía era el puerto del Mariel, no lejos de La Habana, en la conocida Isla de la Libertad... a la que no llegarían nunca en aquella travesía, aunque aún desconocieran esta parte de la historia.

El gráfico de desplazamiento establecido era tenso, sin posibilidades de realizar ningún tipo de maniobras durante el trayecto, con tramos de control y una velocidad promedio de nueve nudos, la que era elevada para un submarino diesel. Se mantuvieron sumergidos durante casi toda la travesía, aunque con frecuencia había que emerger durante cierto tiempo para recargar las baterías de acumuladores. Durante estos periodos podían ser descubiertos con mayor facilidad, por lo que preferían hacer esta operación navegando a la profundidad de periscopio y utilizando el dispositivo de snorkel. También emergían en algunas ocasiones al pasar los puntos de control establecidos, desde los que era necesario informar utilizando los medios especiales para las comunicaciones secretas. La dirección de las naves era realizada por el Estado Mayor Principal de la Marina de Guerra.

La Comunidad de Inteligencia de Estados Unidos presentó un análisis el 1ro. de octubre de 1962, donde decía que había unidades de cohetes antiaéreos en las provincias de Oriente, Las Villas, La Habana y Pinar del Río. En Oriente y Las Villas existían bases aéreas y grandes unidades importantes de las fuerzas cubanas, La Habana era la capital del país y allí estaba la base aérea más importante, además de otros grandes objetivos militares y civiles, pero en la provincia de Pinar del Río no había nada importante conocido (Nota del Autor: con la excepción de las vegas del mejor tabaco del mundo) y precisamente allí se encontraban varios de los emplazamientos antiaéreos detectados. ¿Qué hacían en aquel lugar?

El análisis de la inteligencia estadounidense partía de informes recibidos, fundamentalmente mediante los interrogatorios de cubanos llegados a Estados Unidos durante las últimas semanas, en los cuales se aseguraba que en la parte central de la provincia de Pinar del Río había un área grande restringida que era controlada por personal militar soviético llegado recientemente; esas fuentes informaron que los cubanos que vivían allí habían sido evacuados. Además, las informaciones sobre el personal militar soviético en Cuba indicaban una mayor concentración de este en el extremo occidental de la Isla, mostrando mayor interés en Pinar del Río que en otras provincias. También había que tener en cuenta que informes no evaluados expresaban que cohetes soviéticos SS-4 o SS-5 podían estar en Cuba desde el 12 de septiembre o poco antes. Esos cohetes son muy parecidos externamente y la fuente no pudo precisarlo en el interrogatorio. La fuente dijo que el 12 de septiembre vio personalmente alrededor de veinte de estos cohetes en el extremo occidental de La Habana. (Nota del Autor: desde el día 9 había cohetes SS-4 en Cuba, pero solamente en el puerto de Casilda, al sur de la provincia de las Villas, a unos 300 kilómetros de La Habana, y solo eran seis; el día 12 comenzó la maniobra hacia la zona de Sitiecito-Calabazar de Sagua, en la misma provincia; probablemente la fuente vio varios cohetes antiaéreos cubiertos con lonas y los confundió).

Aunque este informe no estaba confirmado y no había otros reportes sobre la presencia de los cohetes señalados por las fuentes en Cuba, era significativo que si con centro en el área restringida indicada se trazaba un círculo de unos 2,000 kilómetros de radio (alcance considerado de los cohetes SS-4), el territorio abarcado incluía las ciudades de Filadelfia, Pittsburg, San Luis, Oklahoma, Dallas, San Antonio, Ciudad México, el Canal de Panamá y los campos petroleros de Maracaibo, en Venezuela. El análisis concluía señalando que la presencia de cohetes SS-4 operacionales en esa ubicación daría a los soviéticos una ventaja militar apreciable.

Este día, el secretario de Defensa, Robert McNamara, y el presidente de la Junta de Jefes de Estados Mayores, general Maxwell Taylor, discutieron los planes de contingencia para Cuba; como resultado de ello el almirante Dennison, jefe de la Flota del Atlántico, recibió la orden de hacer los preparativos para implementar el bloqueo de la Isla si era necesario; también se ordenó al Comando Aéreo Táctico que se preparara el ataque aéreo contra Cuba según el OPLAN 312 con alerta máxima para el 20 de octubre.

Mientras tanto, aquel 1ro. de octubre se completó el regimiento de infantería motorizada destinado a la región oriental, en un punto situado no lejos de la ciudad de Holguín, y el sistema de defensa antiaérea de la Agrupación de Tropas Soviéticas estuvo listo para el combate en su totalidad, aunque se mantenía la prohibición de irradiar al espacio con los distintos medios, lo que solamente podría hacerse por orden superior.

El 2 de octubre llegaron, en el barco mercante "Krasnograd", los seis cohetes R-12 restantes para el regimiento que se emplazaba en Candelaria-San Cristóbal; dos de ellos eran de instrucción.

Mientras esto sucedía en Cuba, en un área cercana a Puerto Rico comenzaba el ejercicio Blue Waters, con una duración de cuatro días y el objetivo de probar los procedimientos de mando y control para una operación militar en la que estuvieran envueltos el ejército, la marina y la aviación.

Al mismo tiempo, otro resumen de inteligencia sobre la reciente asistencia militar soviética a Cuba señalaba que: además de tanques, cañones autopropulsados y otros equipos de las fuerzas terrestres, se habían detectado quince emplazamientos de cohetes antiaéreos (NA: y los localizarían todos sin que fuera necesario que irradiaran un minuto) y tres de cohetes costeros antibuque; se estimaba que Cuba tenía 60 aviones MIG de modelos antiguos y al menos un interceptor avanzado MIG-21, de los que probablemente habría más en proceso de ensamblaje; se estimaba que la cantidad de MIG-21 podía llegar a 15-30 (NA: por aquellos días ya estaban ensamblados y volando los cuarenta aviones MIG-21); 16 lanchas "KOMAR" con dos cohetes de 30-40 kilómetros de alcance cada una. Se consideraba que habían llegado alrededor de 4,500 especialistas soviéticos (NA: en esos momentos la cantidad de soviéticos en Cuba era de poco más de 30 mil efectivos).

Este propio día 2 el secretario de Defensa envió al presidente de la Junta de Jefes de Estados Mayores (JJEM) un memorando en que le comunicaba las contingencias más probables en que podría ser necesaria una acción militar contra Cuba, en cuyas ideas se aprecia la característica prepotencia yanki:
a. Una acción soviética contra los derechos de occidente en Berlín que requiera una respuesta.

b. Evidencias de que el régimen de Castro haya permitido el despliegue de sistemas de armas ofensivas del bloque soviético.

c. Un ataque contra la Base de Guantánamo o contra aeronaves o navíos de los Estados Unidos.

d. Un levantamiento popular sustancial en Cuba que solicitara asistencia para recuperar la independencia.

e. Apoyo armado cubano a la subversión en otras partes del Hemisferio Occidental.

f. Una decisión del Presidente acerca de que los asuntos en Cuba eran incompatibles con el mantenimiento de la seguridad nacional de los Estados Unidos.
El documento también planteaba que se podía asumir que el objetivo político en cualquiera de esas contingencias podía ser:
1. Eliminar la amenaza a la seguridad de los Estados Unidos por parte de los sistemas de armas soviéticas existentes en Cuba.

2. Eliminar al régimen de Castro y establecer uno nuevo que respondiera a los deseos nacionales cubanos.
Y finalizaba acotando que comoquiera que el segundo objetivo era el más difícil de alcanzar y podía ser necesario si se quería lograr el primero permanentemente, la atención se debía enfocar en la capacidad de alcanzar ese segundo objetivo principalmente.

El día 3 fue publicado el comunicado final de la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de los países latinoamericanos, celebrada en Washington; en este se planteaba que la intervención de la Unión Soviética en Cuba amenazaba las instituciones democráticas del continente, y agregaron que era deseable intensificar la vigilancia individual y colectiva sobre la entrega de armas al régimen comunista de Cuba, las que pudieran ser empleadas con propósitos ofensivos contra el Hemisferio.

EN LAS VÍSPERAS

El 4 de octubre de 1962 el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Resolución Conjunta sobre Cuba, la que se convirtió en la Ley Pública 87-33, que representaba una verdadera declaración de guerra contra la Isla. En ella se expresaba la determinación de Estados Unidos de:
a. Impedir por cualesquiera medios que fuesen necesarios, incluso el uso de las armas, que el régimen de Cuba propague, mediante la fuerza o amenazas de fuerza, sus actividades agresivas y subversivas a cualquier parte de este Hemisferio.

b. Impedir la creación en Cuba de una capacidad militar, apoyada externamente, que ponga en peligro la seguridad de Estados Unidos.

c. Trabajar con la OEA y con los cubanos amantes de la libertad a fin de apoyar las aspiraciones de autodeterminación del pueblo de Cuba(2).
El Congreso, además, aprobó otra resolución que recomendaba a la OEA la adopción de un acuerdo en el que amenazara a Cuba con una acción colectiva si esta seguía reforzando sus defensas militares.

Este mismo día 4, el presidente Kennedy firmó una orden ejecutiva prohibiendo el uso de barcos estadounidenses o extranjeros en el comercio entre la URSS y Cuba. Se cerrarían los puertos de los Estados Unidos a las naves de cualquier país que se utilizaran para suministrar material militar a Cuba; así como a barcos que llevaran mercancías de "países comunistas" a la Isla; se penalizaría a compañías navieras que facilitaran buques para el comercio con Cuba de "países comunistas" y se prohibiría a naves propiedad de norteamericanos hacer cualquier tipo de comercio con Cuba.

Este mismo día el secretario de Defensa envió un memorando al Presidente, comunicándole el estimado de que no se esperaban pérdidas de aviones al atacar los emplazamientos de cohetes antiaéreos SA-2 (NA: denominación de la OTAN para los complejos SA-75), provocadas por el disparo de esos cohetes, pues las aeronaves atacantes volarían por debajo de su altura mínima efectiva, la que era considerada de alrededor de un kilómetro debido a limitaciones inherentes de los radares. Los emplazamientos serían atacados empleando bombas de 250, 500 y 2,000 libras, napalm y los cañones de los aviones.

También se produjo en esta fecha una reunión del Grupo Especial Ampliado de "Mangosta" en la que se informó que el Presidente estaba insatisfecho por la falta de acciones de sabotaje y se planteó que había estancamiento. Se dieron instrucciones al general Edward Lansdale, encargado de los esfuerzos clandestinos para derrocar al Gobierno cubano, incluyendo asesinar a Fidel Castro, de poner en práctica iniciativas nuevas y más dinámicas, realizar sabotajes inmediatamente, presentar un plan para el minado de los puertos y recomendaciones para los sobrevuelos que incluyeran el empleo de aviones U-2 en barridos completos (no misiones en la periferia o limitadas), combinadas con el empleo de otros tipos de aviones para el reconocimiento a bajas y medianas alturas y otras operaciones posibles de reconocimiento(3).

LAS CARGAS NUCLEARES SE HICIERON A LA TIERRA

Ese mismo 4 de octubre de 1962 el barco mercante "Indiguirka" llegó al puerto de Mariel transportando 36 cabezas de combate nucleares para los cohetes de alcance medio R-12, doce para los cohetes tácticos "Luna" y una parte de las destinadas a los cohetes alados tácticos tierra-tierra FKR, además de seis bombas nucleares de aviación. La descarga de las municiones nucleares se realizó en un muelle aislado de la bahía, donde fueron adoptadas rigurosas medidas de seguridad. Se descargaron durante tres noches consecutivas, junto con los medios necesarios para garantizar su disposición combativa. Por el día se descargaban los medios especiales y los medios de transporte de la unidad de las tropas técnico-nucleares perteneciente a la Marina de Guerra, la que fue ubicada en la zona del Mariel. Simultáneamente, en otros muelles de la bahía se desarrollaban intensos trabajos de descarga de otros medios, tales como huacales con aviones, contenedores con cohetes antiaéreos, tanques y cualquier cosa, lo que contribuía a enmascarar la "apacible" actividad que se efectuaba con las municiones nucleares.

El traslado de las mismas se efectuaba en pequeñas columnas de hasta 20-25 carros, las que solo se movían durante el día con el objetivo de disminuir la posibilidad de que se produjeran accidentes. Las municiones eran instaladas sobre camiones militares cubiertos con lonas, como regla, los que abundaban en las carreteras de Cuba en aquella época. Con fines de enmascaramiento en esos camiones también se cargaban medios de la economía, los que se colocaban de forma que quedaran bien visibles a través de la parte trasera del camión; además, se tomaban medidas para darles el aspecto de transportaciones militares comunes a estas caravanas, teniendo en cuenta que en todas las carreteras del país se encontraban prácticamente sobrecargas con movimientos similares.

¡Ahora sí se podía decir que había cohetes nucleares de alcance medio en Cuba! Hasta ese momento lo que había eran unos tabacones metálicos grandes que no servían ni para tirárselos por la cabeza a alguien, pues el cuerpo del cohete se quemaba durante la reentrada en las capas densas de la atmósfera; solamente llegaba al blanco la cabeza de combate con la carga nuclear.

Además, este día estuvo lista para el combate la primera rampa de lanzamiento en el regimiento coheteril estratégico emplazado en la región central de la Isla.

El 6 de octubre, durante una conversación sostenida entre el director de la CIA, John McCone, y el consejero especial del Presidente para Asuntos de la Seguridad Nacional, McGeorge Bundy, el primero planteaba que creía que los soviéticos terminarían estableciendo una capacidad ofensiva en Cuba, incluyendo cohetes de alcance medio, pues pensaba que establecer un mecanismo de defensa tan caro en Cuba no podía ser el objetivo final de los soviéticos, por lo que este debía ser: a) establecer una base ofensiva o b) insertar suficiente cantidad de especialistas militares soviéticos para arrebatarle la Isla a Castro y convertirla en un satélite totalmente controlado por ellos. Él pensaba que solo había dos alternativas posibles: una acción militar en el momento oportuno o un esfuerzo por separar a Castro de los comunistas.

Bundy, por su parte, planteó que pensaba que los soviéticos no llegarían tan lejos debido a los efectos mundiales que esas acciones podrían tener. En general sus puntos de vista eran de que tendrían que actuar militarmente (lo que le parecía intolerable) o habría que aprender a vivir con Castro y su Cuba, y ajustar sus políticas convenientemente. No estaba de acuerdo con incrementar sabotajes, sobrevuelos y otras acciones.

Mientras se desarrollaba esta conversación, en el puerto de Bahía Honda descargaba sus bártulos el primer viaje del tercer regimiento de cohetes de alcance medio, el que había llegado en el barco mercante "Metallurg Barden" y se emplazaría en Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal, en la provincia de Pinar del Río. Al día siguiente llegó al puerto de Mariel la motonave "Orenburg" con siete cohetes de combate R-12 para el regimiento que había comenzado a llegar a Cuba. En esos momentos había 28 cohetes de este tipo en la Isla, cuatro de ellos de instrucción.

En medio del clima de violencia reinante en aquellos días, la delegación cubana al XVII Periodo de Sesiones de la Asamblea General de la ONU, encabezada por el Presidente de la República de Cuba, Osvaldo Dorticós Torrado, denunció el 8 de octubre de 1962 la política agresiva de Estados Unidos contra la Revolución. Al respecto, Dorticós declaró:

Existen antecedentes, y se han producido declaraciones y resoluciones oficiales que autorizan y legitiman la agresión armada a Cuba (...) Frente a eso, ¿qué tenemos que decir? Diremos, señores delegados, ¡que Cuba sí se ha armado!; ¡tiene el derecho a armarse y a defenderse! Y la pregunta que importa es esta: ¿Por qué Cuba se ha armado? (...) Nos hemos armado porque tiene el pueblo de Cuba el derecho legítimo, que la historia le concede, de defender sus decisiones soberanas, de conducir a su país por los derroteros históricos que, en ejercicio de esa soberanía, ha escogido nuestro pueblo(4).

Además, Dorticós esclareció la posición de principios de Cuba al declarar:

No estamos obligados por nada a dar cuenta al Congreso norteamericano respecto a lo que hacemos para defender nuestra integridad territorial. Nos armamos en la forma que creamos conveniente para defender nuestra nación, no para agredir a nadie (...) Cuando un país pequeño como el mío, de seis millones de habitantes, a noventa millas de los Estados Unidos, se siente realmente amenazado, no tiene por qué rechazar la ayuda espontánea que se le ofrezca, ya venga de la reina Isabel de Inglaterra, del Emperador del Japón, del presidente Kubistchek (del Brasil) o de quienquiera que venga, porque por encima de toda consideración está el derecho irrestricto a la vida que tienen los pueblos (...) Si Estados Unidos fuera capaz de dar garantías de palabra y garantías en los hechos, de no realizar agresiones contra nuestro país, declaramos aquí solemnemente que sobrarían nuestras armas y nuestro ejército(5).

Como una reafirmación de las palabras de Dorticós, ese mismo día quedaba lista para el combate la segunda rampa de lanzamiento del regimiento de cohetes de alcance medio ubicado en la región central de Cuba, y comenzó a realizar la guardia combativa; además, llegó a la Isla el último barco que transportaba personal y medios técnicos del mismo, con lo que fue el primero de los tres regimientos que se completó, un mes después de comenzar su arribo. Entre tanto, mientras el Presidente cubano intervenía ante la Asamblea General de la ONU, el Congreso de Washington aprobaba otra ley por la cual se retiraba toda asistencia económica y militar a cualquier país que vendiera, suministrara o permitiera que un buque de su registro comerciara con Cuba, durante el tiempo en que estuviera gobernada "por el régimen de Castro". ¡Si los delegados a la Asamblea querían ejemplos de la actitud de Estados Unidos hacia Cuba, no tendrían que buscar mucho!... Hay que señalar que varios Gobiernos occidentales protestaron por esa y otras legislaciones que extendían extraterritorialmente la jurisdicción estadounidense a terceros países.

El 9 de octubre el presidente Kennedy aprobó un vuelo de doce minutos, y a veinte kilómetros de altura sobre Cuba, de un avión U-2, con el propósito de obtener evidencias concluyentes acerca del sospechado desarrollo de emplazamientos de cohetes balísticos de alcance medio en el área restringida de que se tenían noticias en la provincia de Pinar del Río. Se señaló que no había indicios de que los cohetes antiaéreos SA-2 ya fueran operacionales en Cuba, aunque habían pasado cerca de dos meses desde su primera instalación.

Hay que decir que, de acuerdo con las normativas de tiempo establecidas en aquella época para los cohetes antiaéreos que se encontraban en Cuba, cuando un grupo coheteril llegaba a un nuevo emplazamiento, disponía de un plazo de dos horas y media para estar listo a disparar contra los aviones enemigos. Cuando estos grupos llegaban a Cuba se emplazaban provisionalmente para que estuvieran listos para el combate, mientras se acondicionaban sus emplazamientos con fortificaciones ligeras, a los que se mudaban tan pronto eran terminados. En aquella fecha del 9 de octubre, hacía ocho días que estaban emplazados en sus posiciones fortificadas, y cumpliendo la guardia combativa, los 24 grupos que se trasladaron a la Isla.

Lo referente a que no había indicios de que los cohetes antiaéreos ya fueran operacionales constituye un buen ejemplo de lo mala que era la información que los norteamericanos tenían sobre lo que ocurría en Cuba, lo que los llevó a apreciaciones erróneas en más de una ocasión, y a tomar decisiones mal fundamentadas que se adoptaban sobre la base de semejantes apreciaciones.

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles

(1) Un pueblo invencible. Editorial José Martí. La Habana, Cuba, 1991, pp. 14 y 15.

(2) Sociedad Cubana de Derecho Internacional: Agresiones de Estados Unidos a Cuba revolucionaria. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, Cuba, 1969, p. 98.

(3) Relaciones Exteriores de los Estados Unidos 1961-1963. Volumen XI. La Crisis de los Misiles en Cuba y sus consecuencias. Oficina de Impresiones del Gobierno de los Estados Unidos. Washington, 1996. Documento 8.

(4) Dorticós Torrado, Osvaldo: Discurso pronunciado ante las Naciones Unidas en Nueva York, el 8 de octubre de 1962. Obra Revolucionaria, No. 29. Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1962, p. 14.

(5) Idem.


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XIII.- La clave que nunca se usó: “Al Director: la cosecha
de caña de azúcar marcha con éxito”

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

Los U-2 no habían vuelto a volar sobre Cuba desde el 29 de agosto, cuando fueron detectados los primeros emplazamientos de cohetes antiaéreos, por temor a que fueran derribados: el recuerdo del caso de Powers, piloto de U-2 derribado sobre la URSS el 1ro. de mayo de 1960, aún estaba fresco. Además, durante la mayor parte del mes de septiembre y principios de octubre reinó el mal tiempo en Cuba, con muchas nubes sobre la Isla, lo que impedía o hacía poco eficiente la toma de fotografías aéreas del territorio; incluso este vuelo, ya aprobado, fue suspendido durante varios días por las condiciones del tiempo.

UNA DE LAS CIENTOS DE FOTOGRAFÍAS TOMADAS POR EL AVIÓN ESPÍA U-2. ESTA VISTA CORRESPONDE A LOS EMPLAZAMIENTOS EN SAN CRISTÓBAL

El senador Keating presentó el 10 de octubre la acusación de que seis bases de cohetes balísticos de alcance intermedio habían sido construidas en Cuba. Este mismo día un comando de la organización contrarrevolucionaria Alfa 66, radicada con toda libertad en Miami, atacó el poblado de Isabela de Sagua con el resultado de varias personas inocentes muertas y heridas.

Mientras tanto, para esta fecha todas las municiones nucleares habían sido concentradas en las regiones de ubicación de las tropas, guardadas en los depósitos previstos y puestas bajo una protección segura, con lo que culminaba la etapa más compleja y muy peligrosa para la ejecución del aseguramiento técnico-nuclear de la Operación "Anadir": el traslado de las municiones a un territorio distante diez mil kilómetros de sus bases permanentes, el cual se encontraba sometido a la exploración aérea norteamericana y a la actividad de sus agentes clandestinos, prácticamente en estado de guerra.

Las 36 cabezas de combate nucleares de los cohetes R-12, varias decenas de ellas para los cohetes alados tácticos FKR y las seis bombas para los bombarderos ligeros IL-28, fueron guardadas en un polvorín subterráneo que se encontraba no lejos del poblado de Bejucal, unos 20 kilómetros al sur de la ciudad de La Habana. Posteriormente las bombas de aviación fueron trasladadas a un lugar más cercano al aeródromo de San Julián, donde estaban sus posibles usuarios. Las 12 cargas nucleares de los cohetes "Luna" se conservaron en la zona de Managua, mientras que una parte de las cargas destinadas al regimiento de FKR emplazado en la provincia de Oriente, trasladadas también en el "Indiguirka", fueron transportadas por ferrocarril hacia allá por el personal de la base técnica coheteril destinada a aquel regimiento. Esta base se instaló en los cuarteles de una escuela militar en la pequeña ciudad de Mayarí, mientras que las cargas nucleares se ubicaron en unas viejas estructuras de hormigón situadas en la Sierra Cristal.

Comenzó entonces la etapa de mayor importancia en el aseguramiento técnico-nuclear de la Operación "Anadir", su objetivo consistió en la comprobación detallada de las cargas de combate nucleares con la ayuda de los medios de medición especiales, poniéndolas posteriormente en estado de conservación y preparación para su entrega para el empleo combativo si era ordenado por el mando superior. Como la presencia del arma nuclear en Cuba tuvo el objetivo de evitar la realización de las acciones combativas, las misiones planteadas a partir de ese momento fueron las de garantizar la seguridad nuclear, el establecimiento de un riguroso régimen de acceso a las municiones, que excluyera la posibilidad de realización de acciones no sancionadas, así como el enmascaramiento multilateral de los almacenes nucleares para evitar su detección por el enemigo.

Uno de los problemas que hubo que solucionar, en lo relacionado con la conservación de las municiones nucleares en Cuba, fue el referente al clima, pues aquellas requerían una humedad relativa inferior al 50 % y temperaturas no mayores de 20ºC. Sin embargo, en las obras subterráneas en que se mantuvieron las cargas nucleares la temperatura habitualmente no era inferior a los 25ºC y la humedad se mantenía permanentemente por encima del 80 %.

Hubo que emplear sustancias especiales absorbentes de la humedad, las que en combinación con el embalaje hermético garantizaban un bajo nivel de humedad en los contenedores de conservación. No obstante, el peligro principal para las municiones estaba representado por la existencia de temperaturas del medio ambiente superiores a los 20ºC, ya que, teniendo en cuenta el calentamiento natural del material nuclear como consecuencia del proceso espontáneo de división de los núcleos, un gran calentamiento externo podría alterar el ajuste físico del dispositivo nuclear, reduciendo los plazos de garantía para su explotación. Empleando equipos de aire acondicionado y cajas con hielo en los locales de almacenamiento se pudo mantener en ellos una temperatura inferior a los 20º C.

Operadores especialmente asignados controlaban durante las 24 horas las variaciones de la temperatura y la humedad existentes en los depósitos, de modo que se pudieran tomar oportunamente las medidas preventivas que permitieran evitar hechos desagradables. Aquel fue un tiempo de grandes preocupaciones y alarmas en general, y afortunadamente no se produjeron sucesos extraordinarios de ninguna clase con el material nuclear, el cual se mantuvo en Cuba durante dos meses. Las mejores evidencias de que no se produjeron catástrofes de cualquier índole con las municiones nucleares almacenadas, son los saludables habitantes de los alrededores de los puntos de conservación de las mismas y sus descendientes.

En las bases técnicas coheteriles de los regimientos, las cargas nucleares debían conservarse en las obras "20-S", las que no llegaron a terminarse y equiparse a tiempo. En ellas las municiones también debían conservarse por tiempo prolongado, así como el equipamiento tecnológico y los aparejos especiales, se realizarían los trabajos reglamentarios periódicos y su preparación preliminar para el empleo si fuera necesario. En los refugios ubicados directamente en los grupos de combate de los regimientos coheteriles solamente estaba prevista la conservación de las municiones por cortos intervalos de tiempo, desde que la situación requiriera su presencia allí, con el fin de garantizar que el tiempo de lanzamiento fuera el establecido de dos horas y media, a partir del momento en que se recibiera la orden de disparar, después de lo cual se dispondría de dos horas y diez minutos para la preparación final de las cargas, su traslado hasta los cohetes, el montaje en los mismos y su colocación en posición vertical en las rampas de lanzamiento, con lo que quedarían 20 minutos para introducirles las tareas de vuelo hasta los blancos designados y para abastecerlos con el combustible y el oxidante necesarios.

LA DIRECTIVA NO. 1 EMITIDA POR RAÚL

Como una coincidencia histórica, aquel 10 de octubre de 1962, fecha en que se conmemoraban 94 años del inicio de las guerras de los cubanos contra la dominación colonial española, el ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), Comandante Raúl Castro Ruz, firmó la Directiva Operativa No. 1 para asegurar el despliegue estratégico de las FAR en caso de producirse una agresión norteamericana, con las intenciones reales de convertir otra vez al país en una colonia o neocolonia, esta vez sojuzgada a la nueva metrópoli: los Estados Unidos.

La Directiva establecía las misiones combativas de los ejércitos, armas y tipos de fuerzas armadas durante el rechazo de los desembarcos navales y aéreos del enemigo, así como los contraataques para aniquilar, en breve plazo, a las fuerzas agresoras que hubieran podido desembarcar. El documento precisaba que las unidades militares ocuparían sus posiciones defensivas en dos variantes: la primera sería si se producía un ataque sorpresivo. En este caso estaba previsto que las tropas permanentes y los alumnos de las escuelas militares, organizados previamente en unidades de combate, ocuparían rápidamente las posiciones en las costas para la defensa de las direcciones principales, con la misión de combatir contra los desembarcos navales y aéreos del enemigo, posibilitando la movilización del país; en la medida en que se movilizaran las unidades de tiempo de guerra, estas sustituirían en la defensa del litoral a las tropas permanentes, las que ocuparían el segundo escalón de la defensa para realizar los contraataques en las direcciones necesarias. La segunda variante era cuando existiera tiempo para la movilización y el despliegue planificado de las tropas; en este caso las unidades de tiempo de guerra ocuparían directamente la defensa en las posiciones del litoral, mientras que las permanentes lo harían en el segundo escalón.

Ese día, además, el director de la CIA mostró al presidente Kennedy fotos de los embalajes que presumiblemente contenían bombarderos ligeros a reacción de dos motores del tipo IL-28, los que estaban en la cubierta de un barco llegado a La Habana recientemente. El Presidente expresó que tendrían que hacer algo drástico con Cuba, y solicitó que le mantuvieran informado.

El 12 de octubre el mando de los aviones U-2 que volaban sobre la Isla fue transferido de la CIA al Estado Mayor Conjunto y al Comando Aéreo Estratégico. Mientras en Cuba, otras dos rampas de lanzamiento del regimiento emplazado en la región central de la Isla estaban listas para el combate y se incorporaban a la guardia combativa. Ya había cuatro rampas listas para hacer fuego cuando se ordenara.

Al día siguiente, respondiendo a preguntas de Chester Boules, del Departamento de Estado, el Embajador Dobrinin negó repetidamente cualquier intención de introducir armamentos ofensivos soviéticos en Cuba. Al mismo tiempo, los aviones U-2 fueron trasladados de la base de la Fuerza Aérea Edwards, en California, a la base McCoy en Orlando, Florida, que se encontraba más cerca de Cuba. Este mismo día, en Moscú, el mariscal Malinovski, ministro de Defensa de la URSS, se entrevistó con el general Anatoli Gribkov, quien saldría al otro día hacia Cuba al frente de un grupo de altos oficiales para ayudar a las tropas y supervisar el cumplimiento de las decisiones del Gobierno soviético. Durante la conversación le planteó lo siguiente al general:
"Tan pronto como todas las unidades de cohetes R-12 y R-14 estén listas para el combate, debe notificármelo personalmente, solo a mí, y a nadie más. Su misión es supervisar el estado de preparación de las tropas para cumplir su misión, pero principalmente debe asegurarse de que los cohetes estén listos para entrar en acción.

"Memorice y repita al compañero Pliev que las órdenes que recibió personalmente de Nikita Jruschov sobre la utilización de los R-12 y R-14 y los cohetes tácticos, deben cumplirse estricta y exactamente. Eso significa que los cohetes solo se pueden lanzar, repito, solo, por la orden personal del Jefe Supremo: Nikita Sergueievich Jruschov(...)

"Si no hay forma de comunicarse con Moscú, Pliev puede utilizar los cohetes tácticos a su discreción en caso de un ataque estadounidense, y si las tropas realmente desembarcan en las costas. No obstante, no debe haber apuro por disparar esos cohetes(...)

"Cuando las unidades coheteriles estén listas, comuníquese conmigo utilizando esta frase preconvenida, cuyo significado verdadero lo conoceremos solamente Usted y yo: ‘Al Director: la cosecha de caña de azúcar marcha con éxito’"(1).
La decisión del Kremlin de enviar a La Habana un equipo militar de inspección de alto nivel era una señal de alarma relacionada con la situación existente en el Caribe. Lo que más preocupaba a la dirección soviética no era tanto el ritmo de nuestros preparativos defensivos en Cuba, sino la belicosidad de los términos empleados en Washington por los miembros del Congreso, de la Administración y por el propio presidente Kennedy.

Este día, en Cuba, una embarcación pirata atacó con ráfagas de ametralladoras a una lancha deportiva en la que viajaban cuatro cubanos; este hecho sucedió cerca de Cayo Blanco, en las proximidades de Cárdenas, al norte de la provincia de Matanzas. Dos de los cubanos que resultaron heridos, fueron secuestrados por los agresores y llevados a Miami.

SORPRENDIDOS IN FRAGANTI

El 14 de octubre de 1962, en el programa "Preguntas y Respuestas" de la ABC, McGeorge Bundy, asistente Especial del Presidente para Asuntos de la Seguridad Nacional, negó cualquier evidencia sólida de la existencia de armamentos ofensivos soviéticos en Cuba. Aunque aún no lo sabía, lo planteado por él era incierto desde hacía varias horas. Ya había una evidencia sólida de la presencia de los cohetes de alcance medio soviéticos en Cuba. La evidencia era tan sólida como pueden serlo las cintas fotográficas utilizadas por un avión de reconocimiento. Ese día era domingo y reinaba el buen tiempo sobre Cuba; resultaba la oportunidad que esperaban los norteamericanos desde hacía cinco días. En las primeras horas de la mañana un U-2 fotografió, en una trayectoria sur-norte, una franja del territorio occidental de la Isla; pero no cualquier franja, sino precisamente la sospechosa, la que pasaba sobre la localidad de San Cristóbal, en la provincia de Pinar del Río. Las 928 fotografías obtenidas sobre territorio cubano durante seis minutos brindarían la primera evidencia segura de la presencia de cohetes de alcance medio en Cuba.

Sobre este hecho el comandante Fidel Castro dijo años después: "Los soviéticos cometieron distintos errores tácticos y militares. Uno de ellos fue instalar los cohetes antiaéreos y no usarlos, dejaron que los aviones de exploración volaran. Se debió haber prohibido terminantemente todo vuelo de exploración y no se hizo. Estaban construyendo instalaciones militares estratégicas y no las protegieron de la exploración aérea. Esa fue una vacilación, una duda, hacer las cosas a medias, y las cosas a medias, en todas las circunstancias, cuestan siempre muy caro"(2).

Y en la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre, celebrada en La Habana en 1992 señaló entre otras cosas: "Porque una pregunta que se puede hacer es ¿por qué estaban los cohetes tierra-aire ahí?, ¿qué hacían?, ¿para qué se ponían cohetes tierra-aire y se permitía que los U-2 volaran?... ¿Qué habría ocurrido si el U-2 no pasa?, si derriban el avión y no retrata(...) Hubo un error político indiscutible y no culpo de eso a los militares... porque indiscutiblemente que ellos tenían órdenes muy estrictas... seguro que también tenían órdenes de no disparar contra los U-2 por cuestiones políticas... hubo concepciones políticas erróneas, cuidados excesivos. Por un lado una audacia indiscutible, una gran audacia de Jruschov..."(3).

Ahora bien, ¿era seguro que los soviéticos podían derribar con sus cohetes al U-2 que tomó las primeras fotos sobre San Cristóbal?

El alcance máximo del complejo SA-75 era de 34 kilómetros, distancia que estaba limitada por el tiempo de vuelo del cohete en que este podía ser dirigido. La cobertura de la zona de San Cristóbal, por ejemplo, donde estaban los dos regimientos de cohetes R-12, era bastante pobre, pues se encontraban casi en el límite de las zonas de destrucción de los grupos de Bahía Honda y Mariel. Ese era, si se quiere, el defecto original de la concepción táctica.

Si el U-2 hubiera volado por la trayectoria de sur a norte, y se hubiera dado la orden de derribarlo, esto podía ser cumplido por el grupo de Bahía Honda después de que fotografiara los emplazamientos de los cohetes de alcance medio, pues la trayectoria del vuelo se adentraba en su zona de destrucción a la altura de 21 kilómetros. La probabilidad de que lo pudiera derribar el grupo del Mariel era prácticamente inexistente.

Ahora bien, si los norteamericanos ya conocían las ubicaciones de esos grupos coheteriles, y sus especialistas debían tener nociones bastante cercanas a la realidad de las posibilidades combativas de los mismos y de las dimensiones de sus zonas de destrucción, pudieron planificar el vuelo siguiendo una trayectoria en la que el U-2 podía fotografiar la zona de San Cristóbal y alejarse sin dificultades, aprovechando el amplio corredor existente entre las zonas de destrucción de los grupos de Bahía Honda, Santa Lucía y La Coloma a la altura de 21 kilómetros, los cuales aunque le hubieran querido tirar docenas de cohetes no hubieran podido derribarlo.

Esta era la realidad de las posibilidades existentes. Es decir, que no había la certeza de poder interrumpir el vuelo aunque se hubiera tenido la voluntad de hacerlo. Es muy probable que en ese caso se hubieran quedado con un palmo de narices.

El lunes 15 de octubre un equipo de interpretación y análisis, perteneciente al Centro Nacional de Inteligencia Fotográfica, identificó en los alrededores de San Cristóbal varios objetos similares a los componentes de los emplazamientos de los cohetes de alcance medio SS-4 (R-12 para los soviéticos), los que, según los norteamericanos, ya habían sido observados en la URSS durante los vuelos de los U-2. En total, por las fotos del primer día se detectaron en la zona tres emplazamientos con cuatro rampas de lanzamiento cada uno.

Años más tarde se supo que el coronel del Ejército soviético Oleg Penkovski, quien espiaba para los estadounidenses desde hacía más de un año, les había entregado un manual balístico soviético muy secreto, con cuya ayuda pudieron concluir que los elementos observados en las fotos correspondían a emplazamientos de cohetes SS-4.

Al mirar las fotos publicadas de las tomadas el día 14, no puede uno dejar de pensar: tanto nadar para ahogarse en la orilla. Con todos los enormes esfuerzos realizados y las medidas de encubrimiento adoptadas, los cohetes habían sido descubiertos cuando faltaba solamente un mes hasta la fecha señalada por Jruschov para revelar su presencia en Cuba. Y hay que decir que si los emplazamientos no se podían ocultar a la fotografía aérea, sí era posible tomar medidas que dificultaran su identificación y no fueron adoptadas. Por ejemplo, si no se podían enmascarar los emplazamientos, estos se debían haber deformado mediante construcciones que se hicieran por fuerzas cubanas en los alrededores, sin guardar ninguna simetría, para que se diluyeran en el fondo del medio ambiente circundante; en Cuba, por aquel entonces, había suficientes equipos y brigadas de construcción de distintos tipos, con capacidad para hacer algo así en los alrededores de todos los emplazamientos. Si se hubiera planteado la necesidad e importancia de aquello, seguramente se hubieran destinado los medios que hicieran falta para lograrlo, pues en el país en aquellos momentos no había cuestión de mayor importancia.

Otra posibilidad: si los asentamientos fotografiados no estuvieron listos hasta unos diez días más tarde ¿qué hacían allí todos aquellos equipos que no eran necesarios entonces?; solo servían para que los fotografiaran y el conjunto pudiera ser identificado con mayor facilidad; me refiero a los erectores, los remolques para cohetes, equipos de abastecimiento y otros medios observados, y surge la pregunta: ¿si allí no hacían falta por el momento, por qué no estaban desconcentrados en otros lugares o guardados en naves de maquinaria agrícola u otros sitios aparentes?

Todavía otra posibilidad: si el campamento de tiendas de campaña era uno de los principales indicios desenmascarantes, ¿qué hacía allí, junto al emplazamiento? Se podían haber preparado en un lugar más distante, tener el personal indispensable para el trabajo y las guardias en el emplazamiento y trasladarlos hasta el campamento en camiones cuando hiciera falta. Esto hubiera constituido una dificultad adicional, una más entre millones, pero era algo insignificante en comparación con todo lo que se había puesto en práctica para mantener el secreto de la Operación "Anadir".

Claro, hay que señalar que todo esto parece evidente ahora, cuarenta años después, cuando ya se sabe cómo se desarrollaron los acontecimientos.

Este día se realizaron dos nuevos vuelos de U-2 sobre la región occidental de la Isla. En horas de la noche Ray Cline, subdirector de Inteligencia de la CIA, llamó por un teléfono no seguro a Roger Hilsman, del Departamento de Estado, y a Bundy, por lo que utilizando un lenguaje críptico les informó que habían sido descubiertos cohetes de alcance medio en Cuba. Hilsman telefoneó a Dean Rusk y Bundy decidió esperar a la mañana para alertar al Presidente. A medianoche fue mostrada al secretario de Defensa, Robert McNamara, la evidencia fotográfica de la presencia de los cohetes en San Cristóbal.

Por aquellos días, en zonas cercanas a la Isla se concentraban importantes fuerzas norteamericanas bajo el pretexto de la realización de varios ejercicios y maniobras militares, como el UNITAS III y el SWEEP CLEAR, pero el propio lunes 15 comenzó el ejercicio PHIBRILEX 62, uno de los más importantes y peligrosos para Cuba. Este se desarrollaría hasta el 30 de octubre con la participación de más de cuarenta buques, 20 mil marinos y 4,000 infantes de marina, e incluía la realización del asalto anfibio de la isla de Vieques, en Puerto Rico, convertida a los fines del ejercicio en la ficticia "República de Vieques", para derrocar al imaginario tirano "Ortsac", que es el apellido de Castro deletreado al revés. No había que hacer un gran esfuerzo para descifrar el objetivo oculto de la maniobra. Cuando este ejercicio militar fue planificado no se tenían pruebas de la existencia de los cohetes de alcance medio en Cuba, pero no se puede olvidar que para la última fase de la Operación "Mangosta" estaba prevista la posibilidad del ataque militar a la Isla, precisamente en el mes de octubre, cuando se pensaba que se produciría la tan ansiada "rebelión popular espontánea". De todos modos, el ejercicio sirvió para encubrir el inicio de la movilización de las tropas necesarias en la nueva situación.

Mientras estas cosas sucedían, en Cuba una embarcación pirata atacaba el poblado de Nueva Gerona, al norte de Isla de Pinos. Por su parte, el coronel Beloborodov, jefe del aseguramiento técnico-nuclear a la Operación "Anadir", al haber concluido las comprobaciones de la técnica que tenía confiada con resultados positivos, informó al ministro de Defensa de la URSS, mariscal Rodion Malinovski, y al jefe de la ATS, general de ejército Pliev, que las municiones nucleares estaban verificadas y listas para ser empleadas en combate si surgía la necesidad.

Así estaban las cosas aquel lunes 15 de octubre de 1962 que algunos llaman el inicio de "El Cronómetro de Armagedón", en referencia a los acontecimientos de los 13 días posteriores.

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles.

(1) Gribkov, Anatoli y Smith, William: Operación ANADIR. Generales estadounidenses y soviéticos... Ob. Cit.

(2) Shriver, María: Misiles en el... Ob. Cit.

(3) Declaraciones del Comandante Fidel Castro en la Conferencia Tripartita sobre... Ob. Cit.


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XIV.- La histeria se desencadena

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

El presidente Kennedy recibió las fotos tomadas por el avión espía U-2 en la mañana del martes 16 de octubre de 1962. De inmediato ordenó que se apreciara la disposición operacional de los cohetes y exigió que se mantuviera en secreto la información relacionada con la situación existente. Indudablemente se sentía engañado y burlado por los soviéticos.

J. F. KENNEDY (AL CENTRO) CON DEAN RUSK, SECRETARIO DE ESTADO (A LA IZQUIERDA) Y ROBERT MCNAMARA, JEFE DEL PENTÁGONO

Kennedy formó un grupo asesor de alto nivel, conocido posteriormente como el Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad (ExCom, por sus siglas en inglés), para analizar la situación y determinar las medidas pertinentes. El Comité Ejecutivo estuvo integrado por las personalidades siguientes: el vicepresidente, Lindon Johnson; el secretario de Estado, Dean Rusk; el secretario de Defensa, Robert McNamara; el presidente de la Junta de Jefes de Estados Mayores (JJEM), general Maxwell Taylor; el asistente especial del presidente para Asuntos de la Seguridad Nacional, McGeorge Bundy; el director de la CIA, John McCone; el secretario del Tesoro, Douglas Dillon; el fiscal general, Robert Kennedy; el subsecretario de Estado, George Ball; el subsecretario de Defensa, Roswell Gilpatrick; el exembajador en la URSS, Llewellyn Thompson.

Además, incluía de forma no oficial al subsecretario de Estado para Asuntos políticos, Alexis Johnson; al secretario asistente de Defensa para la Seguridad Internacional, Paul Nitze; al exsecretario de Estado, Dean Acheson; los asesores John McCloy y Robert Lovett; al embajador ante la ONU, Adlai Stevenson; al subdirector de la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA), Donald Wilson, y al secretario asistente de Estado para Asuntos Interamericanos, Edwin Martin. Otros especialistas tomaron parte en las discusiones según fue necesario.

Este Comité desempeñó un papel capital en las decisiones que tomó Kennedy durante la Crisis. Para que las discusiones se desarrollaran sin trabas, y para no llamar la atención, el presidente no asistió a todas las reuniones del Comité, con lo que contribuyó a disminuir su influencia sobre los demás, pues siempre hay quienes cambian en presencia de los máximos dirigentes y hacen recomendaciones sobre la base de lo que estos desean escuchar. Kennedy pidió al grupo que redactase una serie de consejos sobre uno o varios planes alternativos de acción.

Desconozco si Jruschov contó con algún equipo similar que le ayudara a tomar las mejores decisiones durante los alarmantes días que estaban por llegar, aunque tal vez no tuvo un apoyo parecido. Si le creemos al general Gribkov, las desavenencias con él no eran muy recomendables, y en un libro de su autoría citó el ejemplo de lo sucedido años antes con el mariscal Sokolovski, quien era un prestigioso jefe militar soviético que a la sazón desempeñaba el cargo de jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de la URSS. El asunto es que a Jruschov se le había metido entre ceja y ceja, en los últimos años de la década del cincuenta, realizar una reducción unilateral de efectivos del Ejército soviético; mas no era cosa de juego, se querían eliminar más de un millón de hombres y cientos o miles de aviones, tanques, cañones y otros medios militares, aduciendo que ya no eran necesarios debido a las características de los nuevos cohetes nucleares de largo alcance. El mariscal Sokolovski había sido uno de los máximos opositores de semejante proyecto. En definitiva, los hombres tuvieron que buscarse especialidades alternativas en la vida civil; los aviones, tanques y otros equipos fueron convertidos en chatarra, ni siquiera conservados por si de pronto hacían falta en el futuro, práctica aplicada ampliamente por los norteamericanos; mientras que el mariscal Sokolovski fue liberado del cargo poco después y pasado a jubilación.

Así que, si creemos al general Gribkov, no era muy grande la posibilidad de que Jruschov pudiera contar con un equipo dispuesto a jugarse estrellas y cargos manteniendo puntos de vista que le llevaran la contraria. Es posible que esta fuera la causa de muchos de los errores militares y políticos que los soviéticos cometieron durante el desarrollo de los acontecimientos, desde la aprobación inicial de la Operación hasta las últimas decisiones que la liquidaron.

Mientras que el Comandante Fidel Castro, durante los candentes días de la Crisis se pasaba prácticamente todo el tiempo en las unidades, en las trincheras y emplazamientos con los combatientes y los jefes de los distintos niveles, dando ánimos y tomando las decisiones requeridas para que la resistencia fuera más sólida, más encarnizada si llegaba el momento, por lo que no tenía mucho tiempo para reuniones, según expresó en la citada entrevista con la periodista María Shriver.

Sobre la situación creada en aquellos días, el líder cubano expresó: "Esos errores políticos y militares (de los soviéticos) nos llevaron a un peligro grande, a un peligro muy serio, porque después que los norteamericanos conocen lo que se está haciendo, podían tomar la iniciativa; la iniciativa estaba en manos de ellos, la iniciativa diplomática, política y militar"(1).

COMIENZA LA ACTIVIDAD DEL COMITÉ EJECUTIVO

En efecto, se creó una situación muy peligrosa para Cuba, lo cual se verifica en el contenido de los criterios emitidos desde la primera reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense que tuvo lugar a las 11:50 de la mañana del propio 16 de octubre.

El presidente Kennedy explicó la situación que se había creado, ordenó incrementar los vuelos de reconocimiento y solicitó a todos los presentes que abandonaran cualquier otra tarea y concentraran sus esfuerzos en el estudio exhaustivo del problema y en las acciones futuras que se deberían emprender. Con el objetivo de no despertar sospechas, decidió continuar normalmente su participación en las actividades políticas programadas en el marco de la campaña electoral para las elecciones congresionales que se celebrarían a principios de noviembre, y que el Comité no se reuniera siempre en la Casa Blanca, sino que también lo hiciera en el Departamento de Estado, en las oficinas del Fiscal General y en otros sitios de Washington. Asimismo exigió el más estricto secreto hasta que tuvieran una respuesta adecuada.

Seguidamente les mostraron las fotografías. Según Robert Kennedy: "Vinieron técnicos con sus mapas y punteros, y nos dijeron que, si observábamos con atención, veríamos que se estaba construyendo una ‘base de cohetes’ en un campo próximo a San Cristóbal, Cuba. Por mi parte, tuve que limitarme a aceptar su palabra. Examiné cuidadosamente las fotos, y lo que vi no me pareció más que un claro en el campo, dispuesto para construir una granja o los cimientos de una casa. Más tarde, me sentí aliviado al saber que esta había sido la misma impresión que sacaron, virtualmente, todos los reunidos, incluido el presidente Kennedy. Este dijo, incluso, varios días después, cuando se habían realizado algunas otras obras en el lugar, que parecía un campo de fútbol"(2).

Al principio, el sentimiento general fue que había que emprender alguna acción, no obstante, una pequeña minoría estimaba que los cohetes en Cuba no alteraban el equilibrio de fuerzas, por lo que toda acción era innecesaria. Mas la mayoría pensaba que el único camino posible era un ataque aéreo contra las bases de los cohetes. Entonces Robert Kennedy pasó una nota al presidente: "Ahora sé lo que sintió Tojo cuando estaba planeando lo de Pearl Harbour"(3).

A continuación se citan, por su interés, algunos de los planteamientos más importantes y representativos que se hicieron en aquella primera reunión(4).
Rusk:
Yo no pienso que esto en sí requiera una invasión de Cuba(...) Pienso que lo que haremos es eliminar las bases, que es lo que dijimos que haríamos, ¿o es que decidiremos que es hora de eliminar el problema cubano por completo?(...) Esto debe ser llevado a la atención de Castro. Ha llegado la hora en que él debe tomar en cuenta los intereses del pueblo cubano, debe romper claramente con la URSS, evitar que las bases de cohetes lleguen a ser operacionales(...) Debemos reforzar la parte sudeste de los Estados Unidos para ser capaces de dar un golpe demoledor en cualquiera de estas instalaciones y en los emplazamientos de los cohetes antiaéreos, así como contra cualquier MIG o bombardero que pueda llegar al país.

McNamara:
En primer lugar, si vamos a dar un golpe aéreo contra estas instalaciones debe ser antes de que los cohetes sean operacionales, pues en caso contrario, si no los destruimos todos, los que queden serán lanzados, y esto creará un caos en la costa este del país, en un radio de 1,200-2,000 kilómetros a partir de Cuba. En segundo lugar, un golpe aéreo debe ser también contra los aeródromos y todos los lugares posibles de almacenamiento nuclear.

General Taylor:
Después que destruyamos las armas ofensivas debemos impedir que entren otras, lo que implica un bloqueo naval(...) Luego habrá que decidir si invadimos o no. Pienso que esta es la cuestión militar más difícil en todo el asunto y debemos estudiarla minuciosamente antes de poner los pies en ese profundo fanguero que es Cuba.

McNamara:
Si hay cabezas nucleares asociadas a los cohetes, debemos asumir que también las habrá asociadas a los aviones.

Rusk:
Nosotros tenemos cohetes en Turquía e Italia, y Jruschov puede pensar que también debemos aprender a vivir bajo la amenaza de cohetes de alcance medio, que con esto está estableciendo una especie de equilibrio. También podrían estarnos provocando aquí para ellos responder en Berlín u otro lugar, pero no veo la racionalidad de los soviéticos para presionar tanto.

McNamara:
No es probable, pero sí concebible que las cabezas nucleares para estos cohetes no estén en Cuba aún. Hay que precisar dónde están las cabezas nucleares.

Bundy:
Si lo comunicamos previamente a la OTAN pueden surgir planteamientos de que ellos pueden vivir con la amenaza de los cohetes soviéticos de alcance medio: ¿por qué nosotros no podríamos soportarlo? Es probable que eso provoque divisiones en la Alianza.

Rusk:
Si damos un golpe expondremos a nuestros aliados a grandes peligros, sin la más ligera consulta o aviso o preparación.

John F. Kennedy (JFK en lo adelante):
Pero si les avisamos a ellos sería como avisarles a todos.

Johnson:
Pienso que la cuestión básica es cuándo eliminamos los cohetes o cuándo hablamos de ellos. Yo escogería eliminarlos. En cuanto a nuestros aliados estoy de acuerdo con Bundy, no estoy muy a favor de circular esto entre nuestros aliados, aunque me doy cuenta de que eso es una falta de fidelidad. No es un asunto para conferencias. No obtendremos mucha ayuda de ellos.

JFK:
Hay tres opciones: una, golpe a los cohetes; dos, golpe aéreo más general y tres, invasión. Debemos comenzar a prepararnos ahora mismo. Sin dudas, vamos a hacer la opción número uno por lo menos.

Bundy:
¿Acaso hemos decidido definitivamente ir en contra de una vía política?

McNamara:
Hay que definir si debemos preceder la acción militar con una acción política. Si es así, ¿en que plazo? Creo que lo mejor es tener contactos con Jruschov, indicándole lo que haremos en ciertos plazos si no retira los cohetes.
\ La reunión fue interrumpida por el mediodía para continuarla más tarde.

Durante el interín, Robert Kennedy se reunió con el Grupo Especial Ampliado y le expresó "la insatisfacción del presidente" con la Operación "Mangosta". Señaló que en un año los resultados eran desalentadores, que no se habían producido sabotajes de importancia. Indicó mejoría notable en la recolección de inteligencia, pero que en general las acciones habían fallado en influir significativamente sobre el curso de los eventos en Cuba. Hizo referencia al cambio de atmósfera que había ocurrido en el Gobierno durante las últimas 24 horas y planteó interrogantes acerca del porcentaje de cubanos que combatiría a favor del régimen si el país era invadido.

Esa tarde se recibió un telegrama en el Departamento de Estado con los resultados de la entrevista que el embajador norteamericano en la URSS había sostenido con Jruschov, quien entre otras cosas había planteado los aspectos siguientes sobre Cuba:
—los Estados Unidos no debían pretender que otros países vivieran según sus deseos o habría guerra;

—los norteamericanos tenían bases militares en países vecinos de la URSS, pero los soviéticos no los atacaban;

—si los Estados Unidos consideraban tener derecho a hacer lo que quisieran en Cuba, ¿por qué la URSS no tendría derecho a hacer lo que quisiera en los países mencionados? Sería la ley del más fuerte. La Carta de la ONU perdería su fuerza. Esa sería la política del bandidaje;

—respetemos los asuntos internos de otros países, no interfiramos en ellos. Dejemos que sea el pueblo cubano el que escoja su propio sistema. Los estadounidenses debían comerciar con Cuba, igual que la URSS lo hace con Turquía y otros aliados suyos, pero los norteamericanos habían perdido toda comprensión real de la historia.
A LA CARGA DE NUEVO

La reunión del Comité Ejecutivo continuó a las 6:30 de la tarde con la participación del teniente general Marshall S. Carter, subdirector de la Inteligencia Central, y estos fueron algunos de los planteamientos principales que se hicieron.
General Carter:
Se han detectado tres emplazamientos con cuatro rampas de lanzamiento en cada uno, y por los cohetes que se aprecian se cree que hay dos para cada rampa. Pensamos que serán operacionales dentro de dos semanas; luego parece que podrán ser lanzados en un plazo de seis horas después de recibir la orden (NA: en realidad era en dos horas y media), con un tiempo de repetición de cuatro a seis horas por cada rampa(...) Estimamos que el complejo en general puede estar operacional dentro de dos semanas, aunque rampas aisladas podrían hacerlo en mucho menor tiempo. Los U-2 hicieron dos pases ayer sobre toda la Isla, pero aún no están los resultados, además, había muchas nubes sobre las regiones central y oriental.

Rusk:
Esta puede ser la oportunidad en que Castro decida romper con Moscú, si sabe que está en un peligro mortal. Estamos interesados en la posibilidad de un mensaje directo a Castro, al igual que a Jruschov, antes de cualquier golpe.

Edwin Martin:
En el mensaje, en primer lugar, hay que decirle lo que sabemos de los emplazamientos. Que esto es de suma gravedad para la seguridad de los Estados Unidos, que mediante esta acción los soviéticos lo han puesto en peligro de ser atacado, que los soviéticos están planteando la posibilidad de cambiar esos cohetes por concesiones en Berlín, que vamos a emprender acciones próximamente y que tendremos que hacerlo a menos que recibamos noticias firmes de que sacará a los soviéticos de Cuba. Que podemos simpatizar con él y ayudarle si surgen problemas al tratar de abandonar la antigua línea comunista y al intentar sacar a los soviéticos. Le daremos 24 horas para la respuesta.

Rusk:
Estimamos que los soviéticos tomarán alguna medida de respuesta en otro lugar, por lo que realizar una acción de este tipo sin darlo a conocer a nuestros aliados más cercanos, y someterlos a un peligro muy grande, puede ocasionar que quedemos aislados políticamente y que la Alianza se desmorone.

McNamara:
El golpe aéreo más amplio puede asestarse con una alerta de 24 horas a partir del viernes próximo (19 de octubre), es decir, tomar la decisión el viernes para dar el golpe el sábado. La capacidad disponible de la Fuerza Aérea es de unos 700 aviones vuelo diarios, a los que se agregarían los aviones de la Marina. Este golpe sería contra cohetes de alcance medio, aeródromos, cohetes antiaéreos y almacenes de cabezas nucleares si se detectan.

General Taylor:
La Junta de Jefe de Estados Mayores considera que no se debe asestar un golpe solo contra los cohetes de alcance medio, sino el más amplio, y que no debemos perder la capacidad de sorpresa del primer golpe haciendo ninguna declaración previa. Tendremos que repetir el golpe durante varios días y fotografiar para controlar, hasta terminar todo el trabajo.

McNamara:
Debido a que es muy grande el peligro de comenzar acciones combativas después que ellos adquieran capacidad nuclear en cohetes y aviones, por la probabilidad de una respuesta nuclear con lo que no se haya destruido, consideramos que solo debemos decidir dar el golpe y asestarlo únicamente antes de que adquieran esa capacidad nuclear. Una línea que no hemos analizado todavía es hacer una declaración de vigilancia abierta por tiempo indefinido, establecer un bloqueo contra la entrada de futuras armas ofensivas y proclamar que estaremos preparados para atacar inmediatamente a la URSS si Cuba hace cualquier movimiento ofensivo contra este país.

JFK:
Me parece que si hacemos primero una acción política(...) nos aseguraremos un gran apoyo internacional, pero perderemos todas las ventajas del golpe sorpresivo.

General Taylor:
La cuestión es que somos muy vulnerables a los ataques aéreos a baja altura en el área de la Florida. Toda nuestra defensa antiaérea ha sido orientada siempre en otras direcciones. Jamás hemos tenido preparativos defensivos de bajas alturas en este país, debido a esto somos muy vulnerables a los aviones a baja altura desde el sur con bombas convencionales o nucleares.

Bundy:
Quisiera preguntar: ¿cuál es el impacto estratégico de los cohetes de alcance medio en Cuba para los Estados Unidos?, ¿cómo esto cambia el equilibrio estratégico?

McNamara:
En la Junta de Jefes de Estados Mayores dicen que la influencia es sustancial, en mi opinión no es muy grande. Eso fortalece en algo el potencial nuclear soviético en relación con el norteamericano, pero no significa ningún cambio apreciable en la correlación de fuerzas. Además, no hay una diferencia especial en que la Unión Soviética, tratando de alcanzar la paridad estratégica con los Estados Unidos, despliegue una cantidad complementaria de cohetes intercontinentales en su territorio o que instale cohetes de alcance medio en Cuba.

General Taylor:
Esos cohetes pueden ser un apoyo y refuerzo muy importante de la capacidad de golpe de la URSS, pero para nuestra nación esto significa mucho más. Todos ustedes están conscientes de ello... ¡están en Cuba!... y no allá en la URSS, muy lejos.

JFK:
Es que no hay mucha diferencia entre desaparecer por un cohete que vuele desde la URSS o por uno que está a 90 millas.

General Taylor:
Si no los sacamos de allí, en lo adelante siempre tendremos la misma sensación de tener una pistola apuntando a la cabeza; igual a la forma en que tenemos a la URSS actualmente.

Bundy:
Sin lugar a dudas, si esto continúa así, tendremos que un ataque a Cuba se convertirá en una guerra general.

JFK:
Esto demuestra que lo de la Bahía de Cochinos realmente era correcto, que teníamos la razón.

General Taylor:
Solamente que ahora tenemos un plan de guerra que requiere un cuarto de millón de norteamericanos para tomar una isla contra la que lanzamos 1,800 cubanos hace año y medio. Parece que hemos cambiado bastante nuestras evaluaciones.

Robert Kennedy:
El otro problema será en Sudamérica dentro de un año. Estas cosas estarán en manos de los cubanos, y entonces, digamos que surge algún problema en Venezuela y usted tendrá a Castro planteando: Si ustedes mueven tropas hacia alguna parte de Venezuela, nosotros dispararemos estos cohetes.

JFK:
Esto los hace parecer como si estuvieran equiparados con nosotros y que...

Douglas Dillon:
...estamos temerosos de los cubanos.

JFK:
El mes pasado dije en una declaración pública que no aceptaríamos cohetes de alcance medio en Cuba, y ellos continuaron y lo hicieron; no podemos quedarnos sin hacer nada. Digamos que vamos a golpear el sábado, y el viernes declaramos que están los cohetes en Cuba, que representan la más grave amenaza para nuestra seguridad y que tienen que tomarse las medidas pertinentes.

McNamara:
Pero ellos pueden alistar los cohetes entre el momento en que decimos que vamos a ir y el momento en que vamos. Esto es un peligro muy grande.

George Ball:
¿De modo que Usted diría que el golpe debe preceder a cualquier discusión pública?

McNamara:
Así lo creo. Pienso que antes de hacer ningún anuncio, usted debe decidir si va a golpear o no. Si se decide golpear, entonces no debe hacer anuncio alguno.

Bundy:
Las ventajas políticas son muy fuertes a favor del golpe limitado. En este caso el castigo se ajusta al crimen en términos políticos; solo estaremos haciendo lo que advertimos, repetida y públicamente, que tendríamos que hacer en este caso.

JFK:
Ahora bien, si estos cohetes no aumentan mucho el poderío estratégico de Rusia, entonces ¿por qué lo están haciendo?

Ball:
Jruschov ha dicho que vendrá a la ONU en noviembre. Puede ser que esté actuando así en la suposición, carente de sentido, de que esto no va a ser descubierto de momento. Entonces querrá decir en la ONU que aquí está Cuba armada contra los Estados Unidos, o posiblemente tratará de negociar algo en Berlín, diciendo que a cambio desarmará a Castro.

Bundy:
Yo pienso que no es probable que él dé cabezas de combate nucleares a Fidel Castro. No creo que haya ocurrido o que pueda ocurrir.

Robert Kennedy:
Otra cuestión es si debemos pensar en alguna otra forma de involucrarnos en esto mediante la Base de Guantánamo, o si hay algún barco que... saben... hundir al Maine de nuevo o alguna otra forma.

JFK:
Si vamos a dar el golpe el sábado o el domingo debemos estar en posibilidad de realizar la invasión, en dependencia de lo que ocurra.

Ball:
Es probable que ellos nos evaluaron mal y pensaron que esta no era una operación de alto riesgo, lo que se refleja en la forma en que la iban llevando a cabo(...) Lo que sugiere que ellos pensaron que no iba a pasar nada.

McNamara:
Lo más probable es que los cohetes no sean operacionales hasta dentro de X días, posiblemente dos semanas, pero no tienen protección.

Ball:
Creo que es una alternativa; son una serie de actos aislados, no sorpresivos, porque eso de atacar por sorpresa como en Pearl Harbour, simplemente me espanta en cuanto a la posteridad.

McNamara:
En todo caso, si nos decidimos por una acción militar hay aún muchas incógnitas: ¿qué pensamos que Castro hará después del ataque a los cohetes?, ¿sobrevivirá como dirigente político?, ¿será derrocado?, ¿será más fuerte o más débil?, ¿cómo reaccionarán los soviéticos?, ¿cómo podría Jruschov permitirse aceptar una acción como esta sin responder de alguna forma?, ¿dónde lo haría?, ¿cómo reaccionaríamos nosotros a esta respuesta?(...) Creo que debemos delinear esos problemas esta noche y encontrarnos por la mañana para analizar y discutir.
Así terminó la primera laboriosa jornada del flamante Comité Ejecutivo. Aunque durante la misma no se tomaron acuerdos, se plantearon algunas de las ideas esenciales que discutirían durante esa semana. En general, hay que decir que entonces en el Comité existía casi un consenso a favor de una acción militar, pero sus integrantes desconocían en aquellos momentos, cuando dicha acción podía ser inminente, que en Cuba ya había decenas de cargas nucleares para los cohetes tácticos, destinadas a rechazar un desembarco enemigo directo en las costas de la Isla, por lo que en realidad cualquier acción drástica de las fuerzas norteamericanas contra los defensores de la Perla de las Antillas hubiera elevado considerablemente el riesgo del desencadenamiento de una guerra nuclear general, independientemente de que la primera respuesta hubiera sido con armas convencionales o nucleares tácticas.

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles

(1) Shriver, María: Misiles en el... Ob. Cit.

(2) Kennedy, Robert F.: Trece días (La crisis de Cuba). Plaza and Janes, S. A. Editores. Barcelona, España, 1968, p. 24.

(3) Idem.

(4) Los planteamientos que se citan en esta reunión y en otras del Comité Ejecutivo fueron tomados de: Relaciones Exteriores de los Estados Unidos 1961-1963. Volumen XI. La Crisis de los Cohetes en Cuba y sus consecuencias. Oficina de Impresiones del Gobierno de los Estados Unidos. Washington. 1996.


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XV.- Atacar o no atacar, he ahí la cuestión

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

Durante aquel primer día de discusión y análisis del Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad de Estados Unidos, ya el Presidente estaba preocupado por los cohetes Júpiter emplazados en Turquía, los que más tarde se convertirían en un obstáculo para la solución de la Crisis. Kennedy estaba preocupado tanto porque los soviéticos pudieran atacar los Júpiter si los aviones norteamericanos atacaban las armas soviéticas en Cuba, como porque los cohetes que los oficiales turcos estaban acabando de asimilar para operarlos pudieran ser disparados contra blancos soviéticos sin su autorización. Las cabezas de combate nucleares de los Júpiter estaban separadas de los cohetes y controladas por personal estadounidense, pero cualquier cohete que se disparara desde Turquía, con cabeza nuclear o convencional, aumentaría la tensión enormemente mientras se aclaraban las cosas.

KENNEDY, CON EL GENERAL TAYLOR Y MCNAMARA

En aquel tiempo aún no había salvaguardas electrónicas que impidieran físicamente el lanzamiento no autorizado de los cohetes, solo comenzaban a instalarse los primeros ejemplares de esos medios en los nuevos cohetes intercontinentales Minuteman de los norteamericanos; en lugar de ello, en cada nivel de mando dos militares debían recibir instrucciones por separado y confirmarlas entre sí, antes de ejecutar la orden de fuego recibida. Inquieto porque la guerra no se fuera a iniciar por un disparo no autorizado desde Turquía, el presidente Kennedy indicó a la Junta de Jefes de Estados Mayores que se reforzaran las salvaguardas existentes, y se ordenó al jefe estadounidense en Turquía que hiciera "inoperables" los Júpiter, es decir, que los destruyera inmediatamente, si se intentaba dispararlos sin una autorización presidencial expresa(1).

MUCHACHOS: ¡LLEGÓ LA HORA!

Esa tarde, mientras el Comité Ejecutivo sesionaba, también se reunió la Junta de Jefes de Estados Mayores, ocasión en que se hicieron proposiciones y se tomaron decisiones importantes, entre otras estaban las siguientes:
-considerar desacertado un golpe aéreo contra los cohetes nucleares solamente; se debía asestar el golpe aéreo de gran envergadura, atacando los cohetes de alcance medio, las bases aéreas, los cohetes antiaéreos, los depósitos nucleares si se descubrían, almacenes militares, tanques, medios navales de combate y demás objetivos significativos que pudieran afectar a los Estados Unidos o a sus fuerzas;

-a partir del golpe aéreo se debía implantar un bloqueo naval total y comenzar la ejecución de los planes de invasión elaborados: el OPLAN-314 o el 316 según se decidiera;

-antes de asestar el golpe, o de forma simultánea con este, era necesario dispersar los bombarderos estratégicos;

-después del discurso del Presidente sobre la situación, si se hacía previamente, habría que pasar a DEFCON 2 a las fuerzas estadounidenses a nivel mundial. (NA: Es necesario señalar que, según los conceptos norteamericanos, DEFCON (condiciones de defensa) tenía cinco niveles de alerta; en tiempo de paz las tropas se encontraban habitualmente en DEFCON 5, y podían ir pasando a otros niveles de preparación para el combate, hasta DEFCON 2, en el que estaban listas para combatir, pues DEFCON 1 era ya la guerra);

-tomar medidas para la defensa de la Base Naval de Guantánamo;

-aumentar la defensa antiaérea en el sudeste de los Estados Unidos e incrementar las patrullas aéreas con interceptores durante las 24 horas, reforzándolas en el horario diurno;

-sería necesaria la movilización de 150 mil reservistas;

-debía considerarse la declaración del estado de emergencia nacional;

-el peligro de los cohetes de alcance medio emplazados en Cuba era lo suficientemente grande para justificar el ataque, incluso después que los cohetes alcanzaran el estado operacional.
Los integrantes de la Junta de Jefes de Estados Mayores estaban deseosos de quedar bien ante el Presidente después del fiasco de Bahía de Cochinos y su desafortunada intervención. Se mantuvieron firmes y unidos al recomendar el uso de una fuerza militar aplastante contra las posiciones soviéticas y cubanas en la Isla. Defendieron en todo momento y con obstinación, digna de mejor causa, el uso de la fuerza, y se prepararon diligentemente para el golpe aéreo y la posible invasión, lo que era también la preferencia inicial del Presidente. Además, mostraron a las claras su convicción: había llegado el momento y la oportunidad de deshacerse de Castro, solamente había que aprovechar la ocasión y estaban dispuestos a hacerlo. Mas, al parecer, eran demasiado rígidos en sus concepciones cavernarias, por lo que no fueron capaces de apreciar los cambios que se efectuaban a su alrededor. Era como si el violín que ellos tocaban solo fuera capaz de emitir una nota, mientras los que tocaban los demás desgranaban una gama de sonidos más o menos armoniosos. Mientras, el Presidente y sus asesores principales estaban dispuestos incluso a aceptar la desgracia de convivir con Castro en determinadas condiciones, pero no con los cohetes soviéticos, siguiendo el principio de hacer cada cosa a su debido tiempo, los militares sostuvieron obstinadamente su opinión de que Castro también representaba un gran peligro para la seguridad de los Estados Unidos y había que aprovechar la ocasión para eliminarlo a cualquier precio. Era evidente que les faltaba flexibilidad. Esa fue la fuente de las discrepancias que existieron entre los criterios de los dirigentes militares y civiles estadounidenses en octubre de 1962.

No obstante, en la tarde de aquel martes el Secretario de Defensa pidió las opiniones de la Junta de Jefes de Estados Mayores sobre las probables reacciones soviéticas a un ataque de Estados Unidos contra Cuba, las que debían ser presentadas al día siguiente (17 de octubre).

De todos modos, el secretario del Tesoro, Douglas Dillon, el secretario asistente de Defensa para la Seguridad Internacional, Paul Nitze y los integrantes de la Junta de Jefes de Estados Mayores dudaban que la Crisis desembocara en una guerra nuclear y confiaban en que finalmente los soviéticos cederían. También consideraban que el equilibrio nuclear estratégico era un factor significativo y en ocasiones determinante en la adopción de decisiones durante la guerra fría. Pensaban que el esfuerzo de Jruschov por instalar los cohetes en Cuba constituía un ejemplo evidente de ello. En su criterio, con los cohetes allí la Unión Soviética duplicaría prácticamente el número de cabezas nucleares que podría lanzar contra blancos estadounidenses, aunque fueran de menor potencia que las de los cohetes intercontinentales, lo que haría mucho más vulnerable al núcleo del poderío estratégico de los Estados Unidos, a saber, las bases de los bombarderos del Comando Aéreo Estratégico.

Un tema de actualidad e importancia en aquel momento era el de la relación que podía haber entre las acciones soviéticas en el Caribe y sus objetivos en Europa. Los estadounidenses consideraban las crisis de Berlín y Cuba como dos caras de la misma moneda; esperaban una fuerte reacción soviética en Berlín ante cualquier acción militar en Cuba. Por su parte, los funcionarios soviéticos de la época han manifestado que para ellos Cuba y Berlín eran dos temas independientes, sin ningún vínculo estrecho entre ellos.

Ahora bien, es necesario reconocer que el carácter secreto de la Operación "Anadir" contribuyó a intensificar la Crisis. Los estadounidenses podían estar comprensiblemente atemorizados por la aparición repentina y encubierta de cohetes estacionados tan cerca de los Estados Unidos. La alarma pudo agravarse por el hecho de que los diplomáticos soviéticos negaron la verdad hasta el último minuto. Resulta que los embajadores soviéticos en Washington y en la ONU no conocían sobre el tema, pues Jruschov lo ocultó deliberadamente. Su activa campaña de desinformación pudo hacer que Kennedy y sus asesores sospecharan que la Unión Soviética estaba preparando un ataque sorpresivo con cohetes contra los Estados Unidos.

Al respecto, Nikita Jruschov planteó en sus memorias: "Los dirigentes políticos de los Estados Unidos podían suponer que teníamos planes muy agresivos contra su país(...) No tomaban en cuenta lo que habían hecho hacía tiempo con la Unión Soviética, al rodearnos con sus bases militares(...) Los imperialistas estadounidenses veían eso como una cosa natural, como que era su derecho de defensa contra la Unión Soviética(...) Sin embargo, ahora se trataba de Cuba, que estaba debajo de sus narices, y le negaban el derecho a defenderse. He ahí su moral. Los imperialistas toman en cuenta y aplican la moral solo si está sustentada por la fuerza. Si tal fuerza no existe, la moral no se toma en cuenta(...) Ellos practicaban y continúan practicando esa política, pero nunca habían experimentado algo similar en carne propia en toda su historia, por eso en aquel momento estaban muy alterados y asustados.

"Si estallaba la guerra, esta vez sería diferente para los estadounidenses, pues en la primera y segunda guerras mundiales la inmensa mayoría de ellos no habían oído ni siquiera el disparo de un fusil, no conocían las explosiones de las bombas y de los proyectiles de artillería, ignoraban las penalidades y sufrimientos de las evacuaciones, del hambre terrible o la ocupación; habían luchado en territorios ajenos. Sin embargo, ahora también se convertirían en blancos de los proyectiles. ¡Y qué clase de proyectiles!, ¡nada menos que nucleares!"(2).

Desde el mismo martes 16 de octubre comenzó a organizarse el Comando Unificado del Atlántico, órgano principal de mando para la dirección de las acciones militares, al cual estarían subordinadas todas las fuerzas terrestres, navales y aéreas comprometidas. Al mando del mismo estuvo el almirante Robert L. Dennison. La Junta de Jefes de Estados Mayores encargó la responsabilidad del bloqueo, si en definitiva se realizaba, a uno de sus miembros, el almirante George W. Anderson, jefe de Operaciones Navales de la Marina de Guerra de los Estados Unidos. Las decisiones serían tomadas por el Presidente, en su calidad de Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, e impartidas a través de su Secretario de Defensa.

Aquel día la Casa Blanca, el Pentágono y otras instituciones recibieron instrucciones sobre un posible traslado en los próximos días a las instalaciones soterradas; las familias de los jefes fueron informadas acerca de su posible traslado al interior del país, además, se estaba preparando el establecimiento de la censura militar.

Mientras en Cuba, seguían desarrollándose las actividades planificadas, correspondiendo a aquella fecha la llegada al puerto del Mariel de la motonave "Omsk" en su segundo viaje, transportando entre otras cosas cinco cohetes R-12 de combate y dos de instrucción para el regimiento que se emplazaba en Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal, con lo que se completaban los 42 cohetes del tipo R-12 destinados a la división coheteril estratégica.

COMIENZA EL CAMBIO DE POSICIONES

Miércoles 17 de octubre.

El día se inició con lo que podría parecer una burla a los que ya conocían lo que se preparaba en secreto: Georgui Bolshakov, funcionario de la embajada soviética en Washington, entregó a Robert Kennedy un mensaje personal de Jruschov al Presidente asegurando que bajo ninguna circunstancia serían enviados cohetes tierra-tierra ofensivos a Cuba.

Los dirigentes norteamericanos conocían los resultados del análisis de las fotografías aéreas que habían sido tomadas el día 15 sobre la región occidental de Cuba. Se descubrió otro emplazamiento integrado por cuatro rampas de lanzamiento en la zona de San Cristóbal, con lo que totalizaban cuatro los emplazamientos de cohetes de alcance medio, con 16 rampas en total. Se detectaron además dos nuevos emplazamientos en la zona al este de Guanajay; por las características de las rampas de lanzamiento ubicadas en línea, ya conocidas por haber sido fotografiadas en la URSS con anterioridad, podrían ser para los cohetes de alcance intermedio SS-5 (R-14 para los soviéticos), los que eran capaces de llevar sus cabezas de combate nucleares hasta distancias del orden de los 4,000 kilómetros, con lo que podía ser batido todo el territorio continental de los Estados Unidos y llegarían incluso hasta la bahía de Hudson, en Canadá, y a la capital del Perú, en la América Latina.

La Junta de Jefes de Estados Mayores presentó las opiniones solicitadas el día anterior por el Secretario de Defensa, referentes a las probables reacciones soviéticas ante la realización de un ataque contra Cuba. Las opiniones vertidas fueron las siguientes:
1 –los soviéticos no irían a una guerra general por Cuba;

2 –su respuesta era más probable en Berlín, Turquía, Irán o Corea.
Además, la Junta envió a McNamara un documento en que se oponía a un golpe aéreo solo contra los cohetes; defendían el criterio de asestar un golpe aéreo amplio, seguido de un bloqueo total y a continuación la invasión para eliminar a Castro. Aquel era el momento para deshacerse de este, planteaban, y los militares podían hacerlo, solo faltaba la aprobación presidencial...

Este día los aviones U-2 realizaron seis vuelos de reconocimiento a gran altura sobre Cuba y la CIA presentó una información de Inteligencia indicando que un bloqueo total derribaría a Castro en cuatro meses. También Adlai Stevenson, representante de los Estados Unidos ante la ONU, temeroso de los resultados funestos que podrían derivarse de una decisión mal fundamentada, envió una carta al presidente Kennedy en la que, entre otras cosas, planteaba:
-el hecho de arriesgarse o no a comenzar una guerra nuclear está estrechamente relacionado con la adopción de la mejor de las decisiones, y los juicios de la historia raramente coinciden con la cólera de un instante;

-la existencia de bases de cohetes nucleares en cualquier lugar es negociable antes de comenzar a hacer nada contra ellas;

-debe estar totalmente claro que los Estados Unidos han estado, están y estarán listos para negociar la eliminación de bases y cualquier otra cuestión; que son ellos los que han alterado el precario balance existente en el mundo con arrogante desaire a vuestras advertencias y que no tenemos otra alternativa que restablecer ese balance, es decir, chantaje e intimidación nunca, negociación y sensatez siempre(3).
En esta fecha se efectuaron tres sesiones de trabajo del Comité Ejecutivo, en las que no participó el Presidente, pues había viajado a Connecticut en los trajines electorales del Partido Demócrata. No obstante, al comenzar el trabajo, los integrantes del Comité conocían que Kennedy se inclinaba en aquellos momentos a actuar con rapidez si iban a hacerlo, sin advertencia, contra los cohetes de alcance medio y posiblemente contra los aeródromos.

La reunión comenzó discutiendo un documento en el que se exponían las alternativas que se apreciaban como posibles en aquellos momentos:
"Opción A–Tomar medidas políticas, ejercer presiones y hacer una advertencia; de no ser satisfactoria la respuesta, realizar un ataque militar.

"Opción B–Efectuar un ataque militar sin que antes se haya hecho una advertencia, ejercido alguna presión o tomado alguna medida; conjuntamente con esta acción, se emitirían mensajes aclarando su carácter limitado.

"Opción C–Tomar medidas políticas, ejercer presión y hacer una advertencia a la vez que se establece un bloqueo naval y se invoca la autoridad del Pacto de Río y, o bien se procede a una Declaración de Guerra por parte del Congreso de Estados Unidos o se invoca la Resolución Conjunta sobre Cuba aprobada en el 87 Periodo de Sesiones del Congreso.

"Opción D–Invasión a gran escala para arrebatarle Cuba a Castro"(4).
Se inició el debate y las opiniones se fueron polarizando a lo largo de la jornada: mientras el exsecretario de Estado, Dean Acheson, el director de la CIA John McCone, el general Taylor y el secretario Dean Rusk estaban por la acción militar directa, tenemos que Boleen y Thompson se pronunciaban por un acercamiento diplomático con Jruschov y Castro antes de emprender una acción militar; por su parte Martín, Robert Kennedy y McNamara favorecían el bloqueo como primer paso en una campaña de presión. Los demás integrantes del Comité se mostraban vacilantes entre estas tendencias predominantes.

Poco a poco fue ganando adeptos la variante del bloqueo para prohibir la introducción de más armas ofensivas, los partidarios de la cual argumentaban que la presencia de los cohetes soviéticos en Cuba no tenía gran importancia militar, pues cada superpotencia era capaz de devastar con armas nucleares a la otra, aún sin las armas que se habían introducido en la Isla. Además, McNamara planteaba que el bombardeo a las instalaciones coheteriles causaría la muerte de muchos especialistas soviéticos, lo que provocaría medidas de respuesta de Moscú. En este caso, los Estados Unidos podrían perder el control del estado de cosas, por lo que la escalada del conflicto conduciría probablemente a la guerra; también se consideraba el argumento del día anterior de que no todos los cohetes serían destruidos en el bombardeo y que se lanzarían inmediatamente los que quedaran indemnes contra ciudades de los Estados Unidos, causando millones de víctimas.

Los que estaban en contra del bloqueo afirmaban que este por sí solo no destruiría los cohetes ni obligaría a detener los trabajos para su instalación en las posiciones de lanzamiento; además, reteniendo los barcos soviéticos de todos modos entrarían en un conflicto de imprevisibles consecuencias con la URSS, al tiempo que era necesario concentrar todos los esfuerzos contra Cuba, no contra la Unión Soviética. También expresaban que establecer el bloqueo era darle el pretexto a los rusos para hacer lo mismo en Berlín, lo que no entraba en modo alguno en los planes de la OTAN.

Los partidarios de esta medida, por su parte, argumentaban que su ventaja radicaba en el empleo flexible de la fuerza y la diplomacia, dejando posibilidades para adoptar decisiones ulteriores en la medida en que se desarrollaran los acontecimientos, es decir, el bloqueo era una medida de presión limitada, pero susceptible de ser aumentada si las circunstancias lo aconsejaban. Además, y esto era lo más importante, les permitiría seguir controlando el desarrollo de los acontecimientos. Estos planteaban que después de asestado el golpe aéreo no quedarían vías para el repliegue, pues si los soviéticos no hacían concesiones el paso siguiente debía ser la invasión de la Isla. Entonces la escalada de las acciones sería inevitable.

¡¿Y QUÉ SUCEDERÍA SI...?!

Los partidarios de la línea dura, llamados "halcones" con frecuencia, consideraban que los Estados Unidos tenían una ventaja militar incuestionable en fuerzas convencionales en el Caribe y, lo que era más importante, también la tenían en la capacidad nuclear estratégica, por lo que Jruschov tendría que ceder en algún momento. Estos se inclinaban por forzar la situación asestando el golpe aéreo amplio.

Sus oponentes entendían que cualquier uso de la fuerza podía provocar una escalada incontenible de acciones y reacciones, hasta que una parte o la otra se sintiera en la necesidad de emplear armas nucleares. Una vez transpuesto el umbral de la violencia nadie podría predecir el resultado final, pero lo más probable era que ocasionara la devastación de ambos países. Para este grupo, el equilibrio nuclear estratégico no era cuestión de la cantidad de armas que se tuviera, ni de la capacidad de una parte para atacar y desarmar a la otra, ni de la cantidad y los tipos de armas necesarias para poder responder si le asestaban el primer golpe. En su opinión, cada una de las superpotencias ya tenía armas más que suficientes para destruirse entre sí, por lo que esas armas solo servían en la práctica de freno al uso de las mismas.

La superioridad nuclear de los Estados Unidos no era de tal magnitud como para que pudiera traducirse en algo utilizable para obtener objetivos políticos, porque desde antes del emplazamiento de los cohetes en Cuba, ya los soviéticos tenían suficiente poderío nuclear estratégico como para que los norteamericanos tuvieran que enfrentarse a la perspectiva de que les ocasionarían un daño irreparable si utilizaban sus armas de algún modo contra ellos. Aquel día ya había acuerdo general en que los cohetes en Cuba no cambiaban significativamente el equilibrio del poder; no obstante, resultaba inaceptable por completo la presencia de las armas soviéticas a noventa millas de las costas de los Estados Unidos.

Ahora bien, si los norteamericanos se hubieran decidido a invadir la Isla los riesgos de una escalada nuclear no eran simplemente teóricos, como consecuencia de la existencia de una cantidad sustancial de armas nucleares tácticas allí, circunstancia que desconocían los estadounidenses. Aunque supusiéramos que esas armas podrían ser destruidas durante los repetidos ataques aéreos que se producirían al inicio de las hostilidades, siempre existiría una probabilidad grande de que algunas de ellas sobrevivieran y fueran lanzadas contra las tropas norteamericanas que hubieran desembarcado o que estuvieran próximas a hacerlo. Entonces hubieran surgido dos variantes fundamentales posibles:
a) los Estados Unidos hubieran decidido que el daño ocasionado por las armas nucleares tácticas era aceptable, que la probabilidad de otros ataques similares era escasa o nula y que las operaciones debían continuar siendo convencionales, en lugar de arriesgarse a una escalada nuclear innecesaria;

b) los Estados Unidos pudieran tomar ese ataque como excusa para efectuar una escalada local nuclear con el fin de terminar rápidamente las operaciones en Cuba; esto hubiera terminado con un riesgo muy grande de escalada hacia la guerra nuclear mundial. De cualquier modo, en un conflicto nuclear limitado solamente a Cuba es probable que los norteamericanos pudieran alcanzar una victoria pírrica, a un precio muy alto en vidas, técnica y armamento. Sin embargo, en este caso la historia ulterior habría sido mucho más peligrosa, pues tras haberse empleado por primera vez en combate entre las dos grandes potencias, un nuevo uso del arma nuclear podría haber resultado más fácil.
(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles

(1) Gribkov, Anatoli y Smith, William: Operación ANADIR. Generales estadounidenses y soviéticos... Ob. Cit.

(2) Operación Estratégica "Anadir" ¿Cómo fue?... Ob. Cit.

(3) Relaciones Exteriores de los Estados Unidos 1961-1963. Volumen XI... Ob. Cit. Documento 25.

(4) Review of Agreed and Premises in the Cuban Situation, Possible Courses of Actions, and Unanswered Questions. National SecurityArchive. 17 de octubre de 1962. Estados Unidos. Documento 00649.


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XVI.- Bloqueo, pero después el golpe aéreo

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

Jueves 18 de octubre

El análisis preliminar de las fotos obtenidas el día anterior por los U-2, mostraba un rápido avance en los trabajos de preparación de las posiciones de lanzamiento de los cohetes en Cuba, lo que fortalecía la posición de los partidarios del ataque aéreo.

Durante las discusiones de este día en el Comité Ejecutivo, una parte de sus miembros abogaba, en primera instancia, por la realización de un ataque aéreo limitado que denominaban "quirúrgico", dirigido a la destrucción de los emplazamientos coheteriles solamente. Sin embargo, cuando el Presidente inquirió sobre la efectividad de esa acción militar, el general Taylor aseguró solo el 90 % de destrucción de los emplazamientos conocidos, por lo cual la opción del bloqueo comenzó a tomar fuerza en los debates.

¿Sería verdad que los integrantes del Comité se creían eso de los golpes aéreos "quirúrgicos", en los que destruirían limpiamente los cohetes? De qué cirugía se podía hablar en aquella época, cuando las bombas solo obedecían a las ciegas leyes de la aerodinámica y la balística, las que dependían de una masa de factores imponderables con influencia notoria sobre la precisión del bombardeo; cuando no existía la posibilidad de ejercer ninguna influencia sobre las bombas después de lanzadas, pues las famosas armas inteligentes aún no habían salido de las oficinas de diseño más aventajadas. Como demostró la experiencia de la guerra de Viet Nam más tarde, para destruir blancos terrestres con bombas de aviación todavía había que bombardearlos muchas veces, y ni así se lograba su aniquilamiento con frecuencia, aunque no contaran con una fuerte defensa antiaérea. Es seguro que aquellas evaluaciones de destruir los cohetes atacándolos con grupos de seis-ocho aviones, como se planteaba, y obtener un 90 % de efectividad, resultaban poco creíbles. Al igual que lo de destruir los grupos coheteriles antiaéreos con facilidad y prácticamente sin pérdidas, penetrando por debajo del límite inferior de la zona de destrucción de los mismos, pues los grupos eran blancos poco densos y formados por una serie de elementos puntuales distribuidos sobre un área relativamente grande.

Durante la discusión Robert Kennedy, respondiendo a los planteamientos del ex secretario de Estado Dean Acheson, quien abogaba aún por el golpe aéreo amplio y sorpresivo, expresó que por muy poderosos que pudieran ser los argumentos políticos y militares a favor del ataque, con preferencia al bloqueo; fuesen cuales fuesen las razones alegadas, lo que predicaban, en el fondo, era un ataque por sorpresa de una gran potencia contra una nación muy pequeña. Y eso no podían hacerlo los Estados Unidos si querían mantener su moral en el país y en todo el mundo.

El bloqueo naval era considerado como una acción menos provocativa que el ataque aéreo, el cual obligaría a los soviéticos a una respuesta inmediata, por lo que mediante el bloqueo se evitaba un choque militar directo de inicio. Además, al Presidente le gustaba la idea de dejar a Jruschov una salida, de empezar a un nivel bajo para ir aumentando la presión en dependencia de las circunstancias. También había que tener en cuenta que el inicio por el bloqueo resultaría más aceptable para otros países que el ataque aéreo y favorecería la obtención del apoyo de los aliados con mayor facilidad en el momento en que fuera necesario ejecutar una acción más drástica.

El bloqueo comenzaría solamente por las armas "ofensivas" y luego podría ser ampliado a los combustibles, lo que contribuiría al colapso de la economía cubana.

A partir de entonces, los expertos de los Departamentos de Estado, Justicia y Defensa trabajaron en la elaboración de la proclama oficial del bloqueo. Aprovechando la ocasión, Abram Chayes, director del Departamento Legal del Departamento de Estado, fue consultado sobre la legalidad de la instalación de los cohetes nucleares en Cuba, y siempre mantuvo que era algo legal. "En realidad —expresó posteriormente— nuestro problema legal era que la acción soviética no era ilegal" (1). Además, en las reuniones del Comité Ejecutivo la base legal que se invocó para objetar los cohetes, si se les calificaba de ofensivos, fue que su presencia en la Isla se podía interpretar como un ataque armado, aprovechando lo planteado en el artículo 51 de la Carta de la ONU, argumento que los juristas no compartían, pues resultaba evidente que no se había efectuado semejante acción bélica. Este es un ejemplo de cómo se retorcían y adulteraban los conceptos jurídicos y las disposiciones de los instrumentos internacionales para servir a sus fines agresivos.

También Theodore Sorensen, asesor del Presidente, ha dicho que: "Los soviéticos tenían perfecto derecho a hacer lo que hicieron, siempre que el Gobierno cubano estuviese de acuerdo. Kennedy estaba claramente preocupado de que los soviéticos apelaran a la opinión pública mundial invocando la ley internacional. Por tanto me urgió a que (...) pusiera énfasis en lo repentino y engañoso del despliegue (en el proyecto de discurso que yo estaba preparando)"(2).

Este día los integrantes de la Junta de Jefes de Estados Mayores fueron citados para participar en parte de una reunión del Comité Ejecutivo. Allí pidieron la acción militar inmediata y se opusieron a un bloqueo, pues dudaban de su eficacia; en la reunión se produjo un agudo intercambio entre el Presidente y el general Curtis LeMay, jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, quien defendió ardientemente la necesidad de un ataque militar. Al preguntarle el Presidente cuál sería la respuesta de los rusos al ataque aéreo y la invasión de Cuba por los Estados Unidos, el general le aseguró que no habría reacción alguna; el presidente Kennedy se mostró escéptico y opinó que reaccionarían en algún lugar, de algún modo, pues después de todas sus declaraciones no podían dejar que destruyeran sus cohetes y mataran a una gran cantidad de rusos, sin hacer nada. Si no actuaban en Cuba, lo harían sin duda en Berlín. Kennedy habló del peligro de que se instalaran más y más cohetes en Cuba, y de que si continuaba pasando el tiempo, todos los que ya estaban allí se harían operacionales.

Después de la reunión, el Presidente estaba colérico con los comentarios de LeMay y le dijo a su ayudante que "estos altos militares tienen una gran ventaja a su favor, pues si hacemos lo que quieren que hagamos, ninguno de nosotros estará vivo después para decirles que estaban equivocados"(3).

Al finalizar el día, los partidarios del bloqueo comenzaban a ser la mayoría, y el Presidente pidió que los integrantes del Comité se dividieran en dos grupos, uno para estudiar las ventajas de un curso lento de las acciones, con el bloqueo y lo que sería necesario hacer después, según el desarrollo de los acontecimientos; el otro grupo continuaría estudiando la acción rápida, mediante un golpe de proporciones sustanciales, con o sin aviso previo.

A pesar de las discrepancias con el Presidente, los jefes continuaron trabajando para determinar cuándo se podrían ejecutar las acciones militares contra Cuba, y al finalizar la tarde de este jueves habían decidido que el domingo 21 era la fecha factible más cercana para el ataque aéreo en gran escala, pero que la fecha preferible era la del martes 23. La fecha posible más cercana para el inicio de la invasión era el domingo 28, pero el 30 de octubre sería mejor.

A las 5 de la tarde el presidente Kennedy recibió en la Casa Blanca a Andrei Gromyko, ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, quien participaba en la Asamblea General de la ONU. Ninguno de los dos se refirió durante la reunión a los cohetes emplazados en Cuba. Gromyko planteó que la asistencia soviética a la Isla se hacía con el único propósito de elevar las capacidades defensivas del país y contribuir a su desarrollo, pues los cubanos habían tenido ante sí el dilema de continuar sin prepararse para resistir un ataque externo o dar pasos para defenderse; que especialistas soviéticos estaban entrenando a los cubanos en el manejo de armamento de carácter defensivo y subrayó la palabra defensivo, por lo que la entrega de aquel armamento y el entrenamiento no podían constituir una amenaza para los Estados Unidos.

Kennedy, por su parte, manifestó que en el verano la URSS había cometido un serio error, y sin ninguna comunicación había emprendido una política de suministro de armas a Cuba en una escala sin precedentes, lo que había creado un grave peligro. Entonces, para evitar cualquier confusión, leyó en alta voz su declaración del 4 de septiembre, en la que se señalaban las graves consecuencias que tendría el emplazamiento de cohetes o armas ofensivas en Cuba por los soviéticos.

Mientras estas cosas sucedían en Washington, en Cuba quedaban listas otras cuatro rampas de lanzamiento del regimiento de cohetes estratégicos de la región central, con lo que el mismo se encontraba completamente listo para el combate. Para esta fecha ya la Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS) contaba con alrededor de 40 mil hombres.

POR FIN: ¿LO SABÍAN O NO?

Este día llegó a La Habana el grupo de ayuda e inspección del Ministerio de Defensa encabezado por el general Gribkov. El general Pliev le informó entre los aspectos positivos que los cubanos estaban brindando la ayuda necesaria para la instalación de las tropas, y que, al nivel superior, el Estado Mayor General de Cuba y los oficiales superiores soviéticos cooperaban satisfactoriamente en la planificación de la defensa coordinada de la Isla. Entre lo negativo señaló que el despliegue de los cohetes de alcance medio estaba atrasado debido a la escasez de equipos de construcción, por lo que oficiales y soldados de los regimientos tenían que hacer gran parte del trabajo de forma manual; además informó que era posible que los norteamericanos hubieran descubierto los emplazamientos de cohetes de alcance medio que se construían en la zona de San Cristóbal, pues se habían realizado un vuelo de U-2 el día 14, dos el 15 y seis el 17. Las cámaras de los U-2 también debían haber captado el aeródromo de San Julián, donde se encontraba la mayoría de los Il-28 en sus embalajes, así como el aeródromo de la región central de la Isla donde estaban los MIG-21(4).

Si como dice el general Gribkov, habían sido detectados esos vuelos de los U-2 y el mando de la ATS sospechaba que los norteamericanos habían descubierto los cohetes de alcance medio, sería algo imperdonable que no comenzaran de inmediato a tomar medidas con el objetivo de prepararse para la peor reacción de ellos, y además parece que no lo habían comunicado al mando cubano para que las FAR y el país en su conjunto también se prepararan.

El Comandante en Jefe Fidel Castro ha dicho al respecto: "Esos errores políticos y militares nos llevaron a un peligro grande, a un peligro muy serio, porque después que los norteamericanos conocen lo que se está haciendo, podían tomar la iniciativa; la iniciativa estaba en manos de ellos, la iniciativa diplomática, política y militar"(5).

Era casi evidente que los norteamericanos habían descubierto los emplazamientos. Los aviones U-2 no volaban desde el 29 de agosto, cuando fotografiaron los emplazamientos de los cohetes antiaéreos, y de pronto hacen un vuelo de sur a norte precisamente sobre San Cristóbal, en los alrededores de donde estaban concentrados dos regimientos de cohetes de alcance medio, con un total de 16 rampas de lanzamiento, y por si eso fuera poco, al día siguiente hacen otros dos vuelos, ellos, que habían estado 45 días sin volar entre el 29 de agosto y el 14 de octubre. Pero es que dos días más tarde, el 17, hacen seis vuelos, lo que es seguro que nunca había sucedido en Cuba ni en ninguna otra parte del mundo. ¡Que se hicieran seis vuelos de U-2 sobre un territorio tan pequeño en un solo día!

Es que por sus características de ser un avión muy secreto, destinado al espionaje sobre la URSS y otros lugares de singular importancia y teniendo en cuenta la poca cantidad de ejemplares en existencia de este avión (al parecer, en aquellos momentos solo había algo más de una decena), estoy casi seguro de que jamás habían volado seis durante un mismo día en todo el mundo, y no sobre una pequeña parte de este.

Ahora bien, si los grupos coheteriles antiaéreos y sus radares de exploración tenían prohibida la irradiación al espacio, ¿cómo podrían los soviéticos haber detectado esos vuelos de los aviones U-2? La cuestión debe radicar en lo siguiente: con las tropas llegadas de la URSS habían arribado dos batallones radiotécnicos, equipados de radares de diferentes tipos, y 40 aviones caza MIG-21 F13, los que volaban desde el 18 de septiembre, así que esos batallones tenían que brindar el aseguramiento de radar a los vuelos, por lo que sus posiciones de todos modos debían ser conocidas por la exploración radiotécnica norteamericana. El mando soviético debió tener organizado un gráfico de guardia, con los radares de esos batallones, que garantizara la exploración mínima del espacio aéreo de Cuba y sus alrededores durante las 24 horas. Eso era lo mínimo imprescindible, y si no lo hubieran hecho sería otra más entre las cosas incomprensibles que se hicieron en aquellos meses. De forma que con los radares de esos batallones localizaron los vuelos de los U-2.

Mientras tanto, los servicios de información e inteligencia de las FAR se mantenían alertas ante el inusitado movimiento de tropas norteamericanas que había comenzado a producirse desde el 16 de octubre.

Viernes 19 de octubre.

El resultado del análisis de las fotos tomadas por los U-2 el día 17 demostró la existencia de otros dos emplazamientos de cohetes de alcance medio, con cuatro rampas cada uno, en la zona de Sagua la Grande, región central de la Isla, los que al parecer estaban listos y con capacidad de ser disparados 18 horas después de tomarse la decisión; también se detectó en aquella zona un emplazamiento con cuatro rampas para cohetes de alcance intermedio, que estaría operacional en diciembre. Además se detectaron tres emplazamientos de cohetes alados de defensa costera, 22 emplazamientos de cohetes antiaéreos y 35-40 aviones MIG-21; se consideraba que había no menos de 8,000-9,000 especialistas militares soviéticos en Cuba.

Fue emitido un Estimado Especial de Inteligencia sobre las probables reacciones soviéticas a las acciones que se emprendieran en Cuba. En el estimado se planteaba que: si los Estados Unidos emprendían una acción militar directa los soviéticos responderían de forma que, aunque no puedan salvar a Cuba, ocasionen un daño considerable a los intereses de Estados Unidos. No creían que la URSS atacaría a los Estados Unidos, ni desde bases soviéticas ni con sus cohetes en Cuba. Como no puede desencadenar una guerra general y no debe aspirar a tener supremacía local, es casi seguro que considerarán acciones de respuesta fuera de Cuba. Cualquiera que sean las represalias que elijan, los dirigentes soviéticos no iniciarían de forma deliberada una guerra general, ni tomarían medidas militares que, según sus cálculos, condujeran a riesgos de guerra.

La administración norteamericana comenzó el traslado de los medios que se encontraban en las bases de la Florida, para permitir la concentración en estas de la aviación táctica.

Este día el Presidente no participó en las reuniones del Comité Ejecutivo porque estaba en actividades relacionadas con las próximas elecciones congresionales en la ciudad de Cleveland. Durante la discusión la mayoría de los miembros del Comité fue partidaria del establecimiento del bloqueo, aunque todavía no se llegó a un acuerdo definitivo. En esa sesión del Comité estuvo invitado un especialista en cuestiones legales (Meeker), quien planteó que el establecimiento de una cuarentena defensiva contra Cuba implicaría el empleo de una fuerza y la Carta de la ONU contenía una prohibición general contra el uso de la fuerza, salvo en ciertas situaciones. Una era la respuesta al ataque armado, pero no era aplicable a Cuba en aquel caso. Otra estaba constituida por la acción colectiva aprobada por el órgano competente de la ONU; y era obvio que no habría resolución aprobatoria por el Consejo de Seguridad para legitimar y emprender semejante acción.

Solo podría armarse un caso para el uso de la fuerza si este fuera sancionado por las repúblicas americanas en el marco del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) o Tratado de Río, para enfrentar una situación que amenazara la paz en América.

Durante los debates del día hubo los planteamientos de interés siguientes:
El exembajador en la URSS, Llewellyn Thompson:
Señaló que debían darse 24 horas entre el anuncio del bloqueo y su aplicación, para dar tiempo a que el Gobierno soviético transmitiera sus instrucciones a los capitanes de los barcos que estuvieran navegando hacia Cuba en esos momentos.

Robert McNamara:
Expresó más de una vez que los Estados Unidos tendrían que pagar un precio para lograr sacar los cohetes soviéticos de Cuba, al menos pensaba que habría que retirar los cohetes norteamericanos de Turquía e Italia, y probablemente habría que pagar aún más.

Dean Acheson:
Estaba de acuerdo en eliminar las bases mediante un golpe aéreo. Dijo que este no es simplemente otro emplazamiento de cohetes soviéticos apuntando contra los Estados Unidos. Aquí están en manos de un loco de acciones absolutamente irresponsables. Las restricciones usuales que operan con los soviéticos no se aplican en este caso. Lo mejor que podemos hacer es actuar rápidamente.

Nota del autor: Este señor desconocía que esas armas no estaban en manos de los cubanos, sino de los soviéticos. Los cubanos no tenían ni tendrían autoridad sobre ellas. De todos modos, es posible que según el criterio de Acheson el comandante Fidel Castro no solo era un loco e irresponsable por no doblegarse a las exigencias de una superpotencia, sino que lo venía demostrando desde hacía años, por ejemplo: cuando se puso al frente del puñado de jóvenes que había asaltado el Cuartel Moncada, sin mandar a otro en su lugar; cuando se hizo a la mar personalmente en una sobrecargada cáscara de nuez llamada Granma, desafiando la furia ciega de los elementos; cuando después del desembarco en la Isla y de un grave revés inicial, reunió los restos de sus fuerzas, puso manos a la obra e inició una difícil guerra de guerrillas que no se sabía si podría durar dos años o cien, pues se desarrollaba contra un gobierno que era apoyado, abastecido y asesorado por los poderosos vecinos del Norte; cuando decidió enfrentarse a los intereses de esos vecinos después de triunfar; cuando solo 18 meses atrás había dirigido en el propio teatro de operaciones la lucha contra la brigada desembarcada en Bahía de Cochinos, etc.

Robert Kennedy:
Pensaba que sería muy difícil para el Presidente realizar el golpe aéreo sorpresivo, con todo el recuerdo de Pearl Harbour y con todas las implicaciones que tendría. Durante 175 años no hemos sido ese tipo de país. Un ataque a traición no existía en nuestra tradición. Morirían miles de cubanos y un buen número de rusos sin aviso. Estaba a favor de actuar, pero de forma que los soviéticos tuvieran espacio de maniobra para retirarse.

Dean Rusk:
Los Estados Unidos deben actuar de forma que una acción sea seguida por una pausa, para que las grandes potencias puedan dar un paso atrás al borde del abismo y tener tiempo de considerar y elaborar una solución, antes que ser lanzados de una acción a otra y escalar hasta una guerra nuclear. Por esto favorecía el bloqueo más que el golpe aéreo.

El embajador ante la ONU, Adlai Stevenson:
Dijo estar a favor del bloqueo, pero que debíamos mirar más allá de este. Una posibilidad podría ser la desmilitarización de Cuba bajo supervisión internacional, tal vez acompañada por la neutralización de la Isla bajo garantías internacionales y con observadores de la ONU para supervisar su cumplimiento.
Es necesario señalar que los representantes militares presentes en la reunión expresaron el punto de vista de que un golpe aéreo podría darse en algún momento posterior al bloqueo, seguido de la invasión, en el caso de que el bloqueo no tuviera resultado sobre las bases de cohetes en Cuba.

* Teniente coronel ® y fundador de las Tropas Coheteriles

(1) Blight, James G. y Welch, David A.: On the brink... Ob. cit., p. 40.

(2) Idem, p. 391.

(3) Gribkov, Anatoli y Smith, William: Operación ANADIR. Generales estadounidenses y soviéticos..., Ob. cit.

(4) Gribkov, Anatoli y Smith, William: Operación ANADIR. Generales estadounidenses y soviéticos..., Ob. cit.

(5) Shriver, María: Misiles en el..., Ob. cit.


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XVII.- La Crisis en pleno apogeo

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

Sábado 20 de octubre.

El Presidente se encontraba en la ciudad de Chicago, en los trajines electorales del Partido Demócrata. A las diez de la mañana Robert Kennedy le telefoneó al "Blackstone Hotel", donde se hospedaba, y le informó que, según los últimos datos del reconocimiento fotográfico, los soviéticos adelantaban rápidamente en la preparación de los emplazamientos, que el Comité tenía listas todas las variantes, estaba preparado para reunirse con él y era necesario su regreso a la capital.

KENNEDY ACOMPAÑADO POR LOS JEFES DE ESTADOS MAYORES

Más tarde Robert Kennedy le entregó una nota a Pierre Salinger, secretario de Prensa: "El Presidente sufre de una inflamación en las vías respiratorias superiores y tiene fiebre. El doctor le recomendó regresar a Washington"(1). Salinger lo anunció a los corresponsales.

El Presidente llegó a la Casa Blanca por el mediodía y decidió nadar un poco en la piscina. A las 2:30 p.m. comenzó la reunión en el Salón Ovalado, la que se prolongó durante casi tres horas. Presentaron a su consideración las siguientes variantes:
-presentación del problema para su análisis en la ONU;

-conversaciones secretas con Jruschov por canales diplomáticos;

-implantación del bloqueo a la entrada de armas ofensivas;

-golpe aéreo, sorpresivo o no, para eliminar las instalaciones coheteriles;

-invasión a Cuba.
El Comité Ejecutivo recomendaba al Presidente la tercera variante: el bloqueo. De los 17 integrantes presentes, once estaban a favor de esta medida y seis en contra(2).

El secretario de Defensa expuso los argumentos a favor del bloqueo y otros alegaron por el golpe aéreo, pues el Presidente quiso que se discutiera de nuevo en su presencia. Se debatió largamente la cuestión hasta que, en conclusión, el Presidente tomó su decisión a favor del bloqueo. Durante la reunión se produjeron los siguientes planteamientos de interés:
McNamara:
Debían estar preparados para la posible variante de retirar los cohetes de Turquía e Italia, e incluso de establecer una fecha límite para utilizar la Base de Guantánamo. Planteó que el estimado de inteligencia era de que los rusos no tratarían de romper el bloqueo por la fuerza. Dijo que con un golpe aéreo, en el mejor de los casos podemos destruir hasta dos tercios de los cohetes que están en Cuba. Se estima que actualmente hay de seis a ocho mil soviéticos en Cuba.

General Taylor:
Ahora había posibilidad de eliminar no solo los cohetes, sino todos los IL-28, pues están alineados limpiamente en la base aérea, a la intemperie y sin protección, algo incomprensible. La única forma de explicarlo es que ni cubanos ni soviéticos esperaban un golpe aéreo de los Estados Unidos.

John McCone:
Expresó que si el periodo de desmantelamiento era grande, los cubanos podrían lanzar los cohetes contra los Estados Unidos a su antojo.

Dillon:
Un uso limitado de la fuerza desplegada para el bloqueo implicará un grave peligro de lanzamiento de los cohetes por los cubanos.

Adlai Stevenson:
Instó a que ofreciéramos a los rusos un arreglo con la retirada de nuestros cohetes de Turquía e Italia y la evacuación de la Base de Guantánamo, a cambio de la retirada de sus cohetes de Cuba.

Esta sugerencia provocó una fuerte reacción por parte de algunos asistentes, seguida de vivas discusiones.

JFK:
Rechazó tajantemente la idea de rendir la Base de Guantánamo bajo la amenaza de los rusos, se pensaría que lo hacemos por miedo; observó que, desde hacía mucho tiempo tenía sus dudas sobre el valor de los cohetes Júpiter emplazados en Turquía e Italia, y añadió que había pedido al Departamento de Estado que entablara negociaciones para su remoción, pero ahora, dijo, no era el momento adecuado para sugerir esta acción.

Rusk:
Planteó que la eliminación de la capacidad coheteril estratégica soviética en Cuba sería supervisada en los emplazamientos por equipos de observadores de la ONU. Propuso que la acción no fuera denominada bloqueo, sino "cuarentena".

JFK:
Dejó claro que en la ONU debíamos hacer énfasis en la naturaleza subterránea del despliegue coheteril en Cuba. Expresó claramente que los planes soviéticos en Cuba no le preocupaban particularmente. Dijo que debíamos estar preparados para vivir con la amenaza de bombarderos soviéticos en Cuba, sin embargo, la existencia de cohetes estratégicos allí tenía un impacto totalmente diferente.
Es de destacar que el Presidente estaba dispuesto a llevar al mundo al borde del holocausto por el problema del impacto psicológico de la acción soviética, pues estaba claro de que aquello no alteraba el equilibrio estratégico y que la acción era legal al ser Cuba y la URSS dos países soberanos; también tenían mucho peso en sus decisiones las consideraciones de política interna, es decir, cómo esa situación y la forma y rapidez con que se solucionara podría influir sobre los resultados de las próximas elecciones congresionales. ¡No eran ni presidenciales!

Cabe destacar también que ni en estas enjundiosas discusiones ni en ningún documento de los miles elaborados por los gobernantes norteamericanos se hace referencia a los derechos del pueblo cubano, ni la más pequeña intención de examinar los argumentos planteados por esa parte; es más, ni siquiera se tratan los aspectos morales de su política, que desde hacía varios años trataba de derrocar al Gobierno cubano por todos los medios encubiertos disponibles como la Operación "Mangosta", que representaba en sí una verdadera cruzada que no excluía el empleo de todos los medios subversivos contra Cuba. Esta Operación tenía un objetivo claramente formulado, consistente, como demuestran los documentos desclasificados posteriormente, en la creación de condiciones que permitieran la intervención militar directa de los Estados Unidos en la Isla.

En aquella reunión del Comité Ejecutivo también se analizó el borrador del discurso del Presidente para comunicar al mundo la situación y anunciar las medidas. Y se fijó fecha y hora para la intervención por radio y televisión: el lunes 22 de octubre a las 7 de la tarde. Además, bajo la dirección de Ball, Martín y Alexis Johnson se trazó un programa detallado, hora por hora, para comunicar a los aliados la decisión tomada; preparar la reunión de la Organización de Estados Americanos (la desprestigiada OEA), que santificaría la acción, aunque fuera a posteriori y de una forma cogida por los pelos; y preparar la justificación legal escrita en que se apoyaría la medida filibustera, algo difícil, si no imposible de realizar.

Cuando se confirmó el plan de la "cuarentena", McNamara, a proposición de los militares, aprobó el traslado de aviones hacia el sudeste desde sus bases en todos los Estados Unidos, así como el reforzamiento de la región con unidades de defensa antiaérea que estuvieran listas para la acción.

Durante los dos días que quedaban hasta el momento de la intervención presidencial fueron tomadas algunas medidas extremas de preparación: las Fuerzas Armadas en el Continente y en Europa recibieron la orden de prepararse subrepticiamente para las acciones, incluidas la Sexta flota, basada en el Mediterráneo, y la Séptima, que se encontraba en la región de Taiwan; los submarinos con cohetes "Polaris" ocuparon posiciones precombativas (NA: en aquellos tiempos había nueve de estos submarinos; uno de ellos se encontraba en la base de Charleston, en el territorio continental de los Estados Unidos, y no participaría en las acciones; los ocho restantes navegaban por el norte del Atlántico, no lejos de las posiciones de combate previstas en el Mar de Noruega, desde donde tendrían en la mirilla a una gran región de la parte europea de la Unión Soviética, o se encontraban en una base naval inglesa, en Escocia, cumpliendo distintas actividades: reparaciones, mantenimientos o descanso del personal); con el pretexto de la realización de entrenamientos y maniobras, una parte de las tropas norteamericanas en Europa Occidental ocupó las regiones de concentración previstas, la artillería salió a las posiciones de fuego y la aviación táctica pasó al régimen de guardia.

Mientras tanto, en Cuba este día se comprobaron las comunicaciones por radioenlace con los regimientos de San Cristóbal; con el regimiento instalado en la región central no se podían establecer las comunicaciones por estos medios debido a la distancia, del orden de los trescientos kilómetros. Para aquel momento ya habían sido desplegados y estaban listos para el trabajo los equipos de comunicaciones por radio, por lo que se estableció que las redes inalámbricas funcionaran las 24 horas del día en régimen de recepción de guardia, de modo que ya se podían dirigir todas las unidades desde el puesto de mando de la división. La situación era que el regimiento de la región central estaba listo para el combate por completo y algunas de las rampas de lanzamiento de la zona de San Cristóbal estaban casi listas. Se continuaba trabajando intensamente en todas las posiciones.

Este día el general Gribkov viajó al estado mayor de la división coheteril, y allí el mayor general Statsenko le informó que el personal trabajaba intensamente en la terminación de las posiciones. Después realizaron un recorrido por las unidades. Esa noche Gribkov le informó al general de Ejército Pliev que los recursos de la división coheteril estaban agotados o a punto de agotarse, y que había que cumplir el plan de que todos los regimientos estuvieran listos para el combate entre el 25 y el 27 de octubre, por lo que se necesitaba ayuda de otras unidades. Esta fue organizada con rapidez por la jefatura de la ATS.

En esos momentos, alrededor de 15 barcos mercantes navegaban por el Atlántico hacia Cuba, entre ellos el "Alexandrovsk", con las cargas nucleares para los cohetes de alcance intermedio R-14 y las restantes para los cohetes alados tácticos FKR, así como el "Poltava" con los 24 cohetes R-14.

LOS ÚLTIMOS TOQUES

Domingo 21 de octubre.

En la mañana, el presidente Kennedy sostuvo una reunión con un grupo de generales, entre los que se encontraba Walter Sweeney, jefe del Comando Aéreo Táctico; en la reunión participaron además, el secretario de Defensa, Robert McNamara, el presidente de la Junta de Jefes de Estados Mayores, general Maxwell Taylor; el director de la Cia, John McCone y el Fiscal General, Robert Kennedy.

McNamara informó que ahora parecía que había equipamiento en Cuba aproximadamente para unas cuarenta rampas de lanzamiento de cohetes de alcance medio e intermedio; en esos momentos se conocía la ubicación de unos 30 cohetes y se creía que habría alrededor de 48 en la Isla y que llegarían al total de 80.

A instancias del Presidente, el general Sweeney explicó el plan de ataque aéreo para eliminar la capacidad coheteril estratégica instalada en Cuba:
-cada una de las instalaciones de cohetes antiaéreos cercanas a los emplazamientos de los cohetes de alcance medio sería atacada por ocho aviones;

-doce aviones cubrirían cada uno de los aeródromos con MIGs que podían defender los emplazamientos y atacarían a los MIGs que despegaran;

-cada una de las 36 rampas de lanzamiento de cohetes conocidas sería atacada por seis aviones.
En este golpe se emplearían unos 350 aviones-vuelo y, en condiciones óptimas, podrían ser destruidos no más del 90 % de los cohetes conocidos. El general insistió en que el primer golpe aéreo debía ser seguido por otros, y esto conduciría inevitablemente a la invasión de la Isla. El general también recomendó encarecidamente que cualquier ataque aéreo incluyera como objetivos a los aviones MIG e IL-28, lo que se garantizaría aumentando el número total de aviones-vuelo a quinientos. El presidente Kennedy estuvo de acuerdo y los instruyó para que se encontraran preparados para asestar el golpe aéreo en cualquier momento a partir de la mañana del lunes, por si era necesario utilizarlo. A continuación ordenó reforzar la vigilancia aérea de Cuba y solicitó al almirante Anderson que explicara los procedimientos que se emplearían durante la ejecución del bloqueo; este dijo que: "Primero, cada barco que se aproximara a la Isla recibiría órdenes de detenerse a fin de admitir a bordo un piquete de control. Luego, si no se recibía una respuesta satisfactoria se dispararía un cañonazo ante la proa. Finalmente, si ni así llegaba la respuesta deseada, se le dispararía al timón, para desgobernarlo sin hundirlo"(3).

A las 2:30 p.m. se efectuó la reunión del Consejo Nacional de Seguridad en su volumen completo. Inicialmente fue discutido el borrador del discurso que el Presidente pronunciaría al día siguiente, para anunciar la situación existente al mundo y plantear la implantación del bloqueo. Después del análisis del discurso y respondiendo a una pregunta del Presidente, el general Taylor dijo que una invasión a Cuba podía comenzar siete días después de que se tomara la decisión de efectuarla o siete días después de que se iniciara el golpe aéreo. McNamara planteó que ese plazo se podría reducir si algunas decisiones se tomaban desde entonces para iniciar la preparación. El Presidente dijo que en tres-cuatro días él podría tener que decidirse a actuar y no quería tener que esperar tanto hasta el inicio del desembarco.

McNamara planteó que el movimiento de tropas en preparación de la invasión podría comenzar durante el discurso del Presidente e incluso antes, y que la movilización de fuerzas de la reserva se iniciaría con el comienzo del golpe aéreo.

El general Taylor explicó que si se decidía la invasión, el golpe aéreo siempre sería necesario para poner la situación bajo control antes de comenzar los desembarcos, y agregó que el primer día desembarcarían 25 mil hombres y seguiría hasta llegar a los 90 mil en un período de 11 días; estarían involucrados un total de 250 mil efectivos. La previsión de pérdidas norteamericanas era superior a los 25 mil hombres.

En respuesta a una pregunta del Presidente, el almirante Anderson dijo que cuarenta buques de la Marina ya estaban en sus posiciones para iniciar el bloqueo y que se conocían las ubicaciones de 27-30 barcos soviéticos que se dirigían a Cuba, que había 18 en puertos cubanos y 15 iban de regreso. Expresó que tenían capacidad para proteger a los buques de los Estados Unidos en el Caribe, que si las lanchas Komar realizaban acciones hostiles podían ser hundidas y que si los MIGs intervenían podían ser derribados. Estimaba que en menos de diez días no podrían llegar al área unidades soviéticas de superficie y sus submarinos no llegarían en menos de 10-14 días. Propuso que si se detectaban submarinos soviéticos que se dirigían al área fueran atacados.

El Presidente planteó que no podrían aceptar una Cuba neutral y la retirada de Guantánamo sin dar a entender que estaban en estado de pánico. Manifestó que no aceptarían nada menos que el fin de la capacidad coheteril existente en Cuba y la seguridad de que tales emplazamientos no se construirían en el futuro.

En tres reuniones que efectuó este día, la Junta de Jefes de Estados Mayores propuso o decidió, entre otras cuestiones, lo siguiente:
-Obtener autorización del secretario de Defensa para dispersar los aviones de caza del Comando de Defensa Antiaérea Continental antes de la hora P (hora de inicio del discurso del Presidente) y dispersar los bombarderos medianos B-47 del Comando Aéreo Estratégico en aeropuertos civiles del país.

-Trasladar el 14 Grupo Aéreo de la Infantería de Marina desde Cherry Point, en Carolina del Norte, a la Estación Aeronaval de Cayo Hueso.

-Establecer un Grupo Especial de Planificación en materia de asuntos civiles para confeccionar una directiva detallada de asuntos civiles para la ocupación militar de Cuba.

-Dispersar los interceptores con armas nucleares a las P-12 horas.

-Poner 1/8 de los bombarderos estratégicos pesados B-52 de guardia en el aire.
Durante este día se inició el reforzamiento de la Base Naval de Guantánamo, fueron puestos en estado de alerta los diferentes mandos de la Marina de Guerra de los Estados Unidos y pasaron a DEFCOM 3 los cinco distritos navales de la costa del Atlántico. En esa situación las unidades se aprestaron a realizar acciones combativas durante un largo periodo y los buques fueron desconcentrados de sus bases permanentes, hacia alta mar. Las dotaciones de los cohetes del Comando Aéreo Estratégico también fueron puestas en alerta y continuó el traslado de tropas hacia la Florida y a la zona del sudeste de los Estados Unidos en general. A últimas horas de aquel domingo la 1ª División Blindada empezó a salir de Texas en dirección a Georgia, mientras que otras cinco divisiones fueron puestas en estado de alerta. Al anochecer ya se habían trasladado hacia el sur sesenta aviones interceptores, con lo que su número total en la Florida sobrepasaba los 120. También se ordenó que se trasladaran hacia el sur ocho batallones de cohetes antiaéreos Hawk. Además, se había ido incrementando la cantidad de funcionarios del Gobierno que participaban en distintas actividades, y este día comenzó a filtrarse a la prensa que era inminente una grave crisis; en horas de la noche el Presidente telefoneó personalmente a Orville Dryfoos, del periódico The New York Times, quien cooperó al suprimir un artículo sobre la crisis latente que sería publicado en la edición de la mañana; igualmente realizó gestiones personales con otros diarios, con lo que se evitó la publicación de varias informaciones. Solo en la edición matinal del Washington Post fue publicado un artículo especulando sobre las recientes actividades en la Casa Blanca y se conjeturaba que el foco podría ser Cuba, aunque también se mencionaba la posibilidad de que fuera Berlín.

Lunes 22 de octubre.

En la mañana, el presidente Kennedy informó telefónicamente de la situación a sus predecesores en el cargo: Hoover, Truman y Eisenhower. Al finalizar la mañana Pierre Salinger, secretario de Prensa, anunció que el Presidente haría una importante declaración a las siete de la tarde, y solicitó tiempo por radio y televisión a las cadenas.

En Washington, en una de las paredes del restaurante "Occidental" pende una tablilla en la que se lee: "En el tenso periodo de la Crisis cubana, en octubre del 62, en esta mesa conversaron el misterioso ‘Señor X’, de nacionalidad rusa, y John Scally, corresponsal de la compañía de televisión ABC. Este encuentro sirvió de base para conjurar la amenaza de guerra nuclear".

El ruso misterioso era Alexander Feklisov y dio una entrevista a la Revista Histórico Militar a la edad de 76 años, estando retirado. En aquellos momentos era agente del servicio de inteligencia del KGB en Washington. Cuenta que ese día, inesperadamente, lo había invitado a almorzar John Scally, con el que se venía entrevistando hacía casi año y medio. Entonces este era un famoso comentarista de política exterior de la televisora ABC, y conducía una vez por semana el programa "Preguntas y respuestas", en el que intervenían ministros, miembros del Congreso y conocidos políticos. El programa gozaba de popularidad, pues Scally lo conducía de una manera interesante. Por sus relatos supe que había nacido en Boston y conocía personalmente al clan de los Kennedy, incluido el Presidente. Tenía además muy buenas relaciones con el secretario de Estado, Dean Rusk, a quien con frecuencia acompañaba en sus viajes.

Charlando con Scally había conocido muchas cosas de las costumbres, los gustos y de la vida de los estadounidenses. Algunas veces lograba obtener de él información no secreta de utilidad. Por su parte, Feklisov le explicaba aspectos que Scally no entendía de la política de Moscú. Entablaron una buena relación y se llamaban por sus nombres. No obstante, el ruso era cuidadoso en el trato con el norteamericano, pues sospechaba que este informaba de los encuentros al Departamento de Estado y a la CIA. Cuenta Feklisov:

"Ese día nos reunimos en el restaurante ‘Occidental’. Scally se veía agitado. Sin preámbulos comenzó a acusar a Jruschov de llevar una política agresiva, porque durante el encuentro de Viena, en lugar de negociar, trató de imponer por dictado a Kennedy su posición en cuanto a Berlín Occidental y ahora amenazaba a los Estados Unidos con un ataque coheteril desde Cuba. Llevé la conversación al campo de la política exterior de Washington. Le recordé que su país trataba de rodear a la URSS con una red de bases militares. Mencioné los vuelos de los aviones U-2 sobre el territorio de la Unión Soviética y los intentos de Eisenhower y Kennedy de derrocar al Gobierno de Castro. Terminé afirmando que quienes promovían la carrera armamentista y las acciones agresivas eran los Estados Unidos. La URSS tenía que tomar contramedidas defensivas.

"Nuestra charla fue fuerte y, por demás, era evidente que Scally tenía prisa por irse a algún lugar. Antes de salir del restaurante dijo que a las siete de la tarde el presidente Kennedy haría una alocución importante al pueblo estadounidense, en la que anunciaría las medidas adoptadas por el Gobierno contra la Unión Soviética y Cuba"(4).

Este día los responsables de las armas atómicas estadounidenses ubicadas en Turquía e Italia recibieron instrucciones de tomar las máximas precauciones para asegurarse que esas armas solamente serían disparadas con autorización presidencial. También la Base Naval de Guantánamo fue reforzada con dos batallones de infantería de marina, los que se unieron a un tercero que había desembarcado en la Base el día anterior.

En la Base Aérea de Homestead, en la Florida, fue creado un puesto de mando avanzado con la misión de controlar y dirigir las operaciones aéreas. Para el plan del golpe aéreo sorpresivo contra Cuba se habían preparado 579 aviones de combate, los que harían 1,190 incursiones sobre la Isla el primer día. Ese día fueron enviadas hacia la región unidades de radiolocalización y de defensa aérea, y se instaló una red de radares con posibilidades de detectar blancos aéreos hasta distancias de unos 370 kilómetros.

Se aprobó también el alerta en vuelo del Comando Aéreo Estratégico, por lo que a partir de las 12 del día se inició de una forma paulatina y discreta la medida de poner en el aire 66 bombarderos estratégicos pesados B-52 con bombas nucleares a bordo y planes de vuelo que podían guiarlos en cualquier momento, si se daba la orden, contra blancos ubicados en la Unión Soviética. Cuando uno de estos aviones aterrizaba al terminar su turno de guardia, o lo hacía antes de tiempo por cualquier causa, otro despegaba inmediatamente para ocupar su lugar. A partir de las 12 del día comenzó, además, la dispersión de los bombarderos B-47 por cuarenta aeropuertos civiles, llevando todos su carga de bombas nucleares. Con la aprobación del Presidente, se ordenó a las fuerzas militares estadounidenses en distintas áreas que pasaran de su disposición normal DEFCON 5 a DEFCON 3, un estado de preparación más elevado que permitiría una respuesta eficaz a cualquier uso de la fuerza por los soviéticos. Además, durante el día se dispersaron los cazas del Comando de Defensa Antiaérea Continental, llegó a Cayo Hueso el 14 Grupo Aéreo de la Infantería de Marina, el Comando del Atlántico impartió instrucciones para la protección de la navegación estadounidense en el Estrecho de la Florida, el Paso de los Vientos y el Estrecho de Yucatán.

La Junta de Jefes de Estados Mayores sostuvo, además, tres reuniones durante el día, en las que decidió o propuso cuestiones de preparación para la guerra. La Crisis en pleno apogeo, estaba al comenzar.

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles

(1) Operación Estratégica "Anadir" ¿Cómo fue?... Ob. Cit.

(2) Al borde del abismo... Ob. Cit., p. 103.

(3) Diez Acosta, Tomás: Peligros y... Ob. Cit., p. 127.

(4) Operación Estratégica "Anadir". ¿Cómo fue?... Ob. Cit.


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XVIII.- ¿Había llegado la hora para una invasión a Cuba?

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

Por la tarde del día 22 de octubre, el Presidente dejó oficialmente constituido al Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad mediante el Memorandum de Acción No. 196 "para la dirección efectiva de las operaciones de la rama ejecutiva en la presente Crisis". El Presidente asumió la dirección del Comité, el que hasta nuevo aviso debía reunirse cada día en la mañana(1).

EL 22 DE OCTUBRE, KENNEDY OFRECIÓ UNA CONFERENCIA DE PRENSA Y PRONUNCIÓ UN DISCURSO LEÍDO POR TELEPROMTER, DONDE ANUNCIABA EL BLOQUEO ESTRATÉGICO CONTRA CUBA COMO ANTESALA DE UNA AGRESIÓN MILITAR

A las 3 de la tarde se efectuó una reunión del Consejo Nacional de Seguridad para informar y precisar las medidas tomadas; al resumir los argumentos por los que debían actuar en ese momento, el Presidente planteó entre otros aspectos los siguientes:
1) En septiembre dijimos que reaccionaríamos si emprendían determinadas acciones en Cuba, por lo que debemos cumplir ese compromiso que fue contraído públicamente.

2) El despliegue oculto de cohetes estratégicos soviéticos en Cuba fue un cambio tan radical con respecto a su política anterior de no desplegarlos fuera de las fronteras de la URSS, que si no actuamos ahora daremos a los rusos la impresión de que nunca actuaremos, independientemente de lo que ellos hagan en cualquier parte.

3) El efecto en América Latina sería muy dañino para nuestros intereses, si por no actuar damos a los latinos la impresión de que los soviéticos están incrementando su posición mundial, mientras que nosotros estamos decayendo.
Planteó dos interrogantes que debían ser analizadas y respondidas para el próximo día:
a) ¿cuál será nuestra respuesta si un U-2 es derribado con cohetes antiaéreos?;

b) si continúa sin detenerse el despliegue coheteril en Cuba ¿cuál debe ser nuestro próximo curso de acción?
El presidente Kennedy expresó que no se actuó antes contra Cuba porque no se tenían las evidencias fotográficas que se tenían ahora sobre la existencia allí de emplazamientos de cohetes estratégicos. El Fiscal General dijo que si antes se hubiesen realizado vuelos con los U-2 es posible que la construcción de los emplazamientos aún no hubiera estado lo suficientemente adelantada para identificarlos mediante la fotografía. El Presidente expresó además que los cohetes soviéticos en Cuba tenían un efecto psicológico diferente al de los cohetes que se encuentran en territorio de la URSS, y analizó también las razones por las que se decidió no realizar el golpe aéreo sorpresivo:
- no había certeza de destruir todos los cohetes que hay en Cuba;

- sería una acción comparable al ataque japonés a Pearl Harbour;

- incrementaría el peligro de llegar a una guerra nuclear mundial.
A las 4 de la tarde sostuvo una conferencia con el gabinete ministerial, al que puso al tanto de los últimos acontecimientos y de las decisiones tomadas, y una hora más tarde se reunió con los líderes del Congreso; esta fue una reunión muy tensa para el mandatario norteamericano, pues algunos congresistas le formularon duras críticas. Opinaban en general que el Presidente debía emprender una acción más enérgica, ya fuera el golpe aéreo o la invasión, que el bloqueo era una reacción muy débil. Los planteamientos fueron muy extremistas en general, pero el máximo exponente lo fue el senador Fulbright, quien dijo que el bloqueo era la peor de las alternativas, pues representaba un enfrentamiento directo con Rusia, y que cuando tuviéramos que dañar o hundir un buque soviético que no respetara el bloqueo, estaríamos en guerra con Rusia, la que sería provocada por nuestra propia iniciativa. En su opinión sería mucho mejor lanzar un ataque y eliminar las bases de cohetes en Cuba. Esas no eran bases soviéticas, sino cubanas. No existía ningún pacto de defensa mutua entre la URSS y Cuba, y esta no era miembro del Pacto de Varsovia, por lo tanto los soviéticos no reaccionarían si algunos rusos morían en Cuba. Los rusos, a fin de cuentas, no le daban mucho valor a la vida humana, según el senador. Había llegado la hora para una invasión a Cuba. Un ataque contra barcos rusos es un acto de guerra contra Rusia, pero un golpe aéreo o una invasión a Cuba es un acto de guerra contra Cuba, no contra Rusia.

Después de escuchar las críticas, el Presidente explicó que tomaría todas las medidas necesarias para la seguridad de los Estados Unidos, pero que creía que, de momento, no estaba justificada una acción más vigorosa. Si había resuelto seguir el camino que había indicado era porque aún existía la posibilidad de resolver la cuestión sin llegar a una guerra devastadora.

Cuando en horas de la mañana de aquel día se anunció que el presidente Kennedy hablaría a las 7:00 p.m. para dar a conocer acontecimientos extraordinarios a la población de Estados Unidos, y teniendo en cuenta una serie de movimientos militares que se habían detectado en la Florida y en el sur de Estados Unidos en general, el Comandante Fidel Castro apreció que ese hecho estaba directamente relacionado con Cuba y con la presencia de los cohetes soviéticos. Dadas esas circunstancias, ordenó poner en Situación de Alerta a las FAR a las 3:50 p.m., y a las 5:35 p.m. decretó la Alarma de Combate para toda la nación, casi hora y media antes de que hablara Kennedy. Se aplicó la variante de que la defensa del litoral fue ocupada por las divisiones de tiempo de guerra y el segundo escalón por las divisiones permanentes y reducidas y demás unidades, con las misiones de destruir los desembarcos aéreos, reforzar a las tropas del primer escalón y realizar los contragolpes en las direcciones de posibles desembarcos navales.

¡¡LLEGÓ EL MOMENTO: ¿SER O NO SER?!!

A las 6 de la tarde el Embajador de la Unión Soviética en los Estados Unidos, Dobrinin, fue llamado a la oficina de Dean Rusk, en el Departamento de Estado, donde recibió una copia del discurso del Presidente y un memorandum confidencial. De acuerdo con los reporteros, Dobrinin estaba "pálido" cuando abandonó la oficina. Simultáneamente, el embajador norteamericano en la URSS, Foy Kohler, entregó en el Kremlin una carta del Presidente y el texto de su discurso, pero no se encontró con ningún funcionario de alto nivel, por lo que no hubo una respuesta inmediata. Al mismo tiempo, el embajador estadounidense ante la ONU, Adlai Stevenson, informó al Secretario General Interino de la Organización, U Thant, sobre el discurso que pronunciaría el Presidente, y anunció que los Estados Unidos solicitarían una reunión urgente del Consejo de Seguridad.

Mientras tanto, en Moscú arrestaban al coronel soviético de la Inteligencia Militar, Oleg Penkovski, bajo la acusación de actuar como espía de Occidente desde abril de 1961. Fue juzgado, sentenciado y fusilado a mediados de 1963.

Al anochecer de aquel lunes, 22 de octubre de 1962, y desde poco antes de que el Presidente comenzara su intervención, volaban frente a las costas de la Florida 22 aviones equipados con cohetes aire-aire del tipo "Genie", armas nucleares de baja potencia que con su poder destructivo suplían lo que les faltaba en precisión a los cohetes de esta clase de la época. Cualquiera que intentara atacar a los Estados Unidos desde el sur, se encontraría con una defensa antiaérea armada hasta los dientes(2).

EL DISCURSO DEL SEÑOR PRESIDENTE

A las 7 de la tarde, casi todos los norteamericanos estaban pendientes de la intervención del presidente Kennedy, la que se inició en la forma siguiente:
"Conciudadanos, buenas noches. El Gobierno, de acuerdo con lo que había prometido, ha mantenido una estrecha vigilancia sobre las actividades militares soviéticas en la isla de Cuba. Durante la última semana se han obtenido pruebas inequívocas del hecho de que se están instalando una serie de bases de cohetes ofensivos en aquella Isla esclavizada. El objeto de estas bases no puede ser otro que el de montar una fuerza de ataque nuclear contra el Hemisferio Occidental"(3).
Desde un inicio pone a los cohetes soviéticos en Cuba la etiqueta de "ofensivos", y los define como "una fuerza de ataque nuclear contra el Hemisferio Occidental", como si los pérfidos soviéticos y cubanos quisieran atacar a Costa Rica, Haití, Paraguay o Ecuador, entre otros, para reducirlos a polvo y cenizas. Mientras que ellos, pobres corderitos, no habían hecho jamás nada que motivara la necesidad de asegurar la defensa de una pequeña nación.

"Esta urgente transformación de Cuba en una base estratégica importante —por la presencia de esas grandes y claramente ofensivas armas de largo alcance y de destrucción en masa— constituye una evidente amenaza a la paz y a la seguridad de todos los americanos, en flagrante y deliberada violación del Pacto de Río de Janeiro de 1947, de las tradiciones de esta nación y de este Hemisferio, de la Resolución Conjunta del 87º Congreso, de la Carta de las Naciones Unidas y de mis propias y públicas advertencias a los soviéticos de 4 y 13 de septiembre".

En otra parte de su intervención, el señor Presidente planteaba:
"...y nuestra historia, a diferencia de la soviética desde la Segunda Guerra Mundial, demuestra que no tenemos el menor deseo de dominar o conquistar a cualquier otra nación, o de imponer a su pueblo nuestro sistema. Sin embargo, los ciudadanos americanos han tenido que acostumbrarse a vivir diariamente enfocados por los cohetes soviéticos instalados dentro de la URSS o en submarinos".
Con tales falacias y sobre la base de semejantes declaraciones el Presidente norteamericano resolvía, entre otras cosas, las siguientes:
"...se inicia una estricta cuarentena de todo equipo militar ofensivo con destino a Cuba. Todos los buques de cualquier clase destinados a Cuba, procedentes de cualquier nación o puerto, serán obligados a regresar si se descubre que llevan armamentos ofensivos. Esta cuarentena será extendida, en caso necesario, a otros tipos de cargamentos y transportes".
Era una medida de fuerza, como la que solo podría haber aprobado el Consejo de Seguridad de la ONU en determinadas condiciones. Además de que cuando lo estimaran necesario podrían ampliar a su antojo la "cuarentena". ¡Pero es que ningún estado puede hacer eso! Ningún estado puede detener los barcos de otro en alta mar. Eso está contra las leyes internacionales, contra la moral y contra el más elemental derecho de los pueblos. En este caso se cometían dos violaciones: una contra la soberanía cubana y otra contra el derecho de todos los pueblos, porque decían que detendrían, registrarían y harían regresar a cualquier barco, de cualquier país. ¿Dónde lo harían? ¿En aguas norteamericanas? ¡No! ¡En alta mar, es decir, en aguas internacionales! O sea, que el Gobierno de Estados Unidos violaba el derecho de todas las naciones, con lo que sentaba un precedente que debía ser alarmante para todos los pueblos del mundo.

Y continuaba el presidente Kennedy:
"He ordenado que prosiga y se incremente la estricta vigilancia de Cuba y sus instalaciones militares".
Planteaba además que:
"Convocamos una reunión inmediata del Órgano de Consulta de la OEA (NA: De nuevo el ministerio de colonias) para que considere esta amenaza a la seguridad del Hemisferio y que invoque los artículos 6 y 8 del Tratado de Río de Janeiro en apoyo de cualquier acción que sea necesaria. La Carta de la ONU permite los acuerdos de seguridad regional, y las naciones de este Hemisferio se manifestaron hace tiempo contra la presencia militar de potencias extracontinentales. Nuestros otros aliados de todo el mundo también han sido avisados".
Y hacia el final de su discurso el señor Presidente manifestaba:
"Por último, quiero decir unas pocas palabras al pueblo cautivo de Cuba (...) Os hablo como amigo (...), como hombre que comparte vuestras aspiraciones a la libertad y a la justicia para todos. Yo observé, y el pueblo americano observó, con profundo dolor, la manera en que vuestra revolución nacionalista fue traicionada y en que vuestra patria cayó bajo el dominio extranjero. Ahora, vuestros líderes no son ya líderes cubanos que se inspiran en los ideales de Cuba. Son marionetas y agentes de una conspiración internacional que ha hecho que Cuba se vuelva contra sus amigos y vecinos de América, y se convierta en el primer país latinoamericano que puede ser blanco de una guerra nuclear, en el primer país latinoamericano que tiene en su territorio armas de esta clase.

"(...) Pero nuestro país no quiere causaros sufrimientos ni imponeros ningún sistema político.

"(...) Y no tengo la menor duda de que la mayoría de los cubanos esperan hoy el momento de ser verdaderamente libres, libres de la dominación extranjera, libres de elegir sus propios líderes, libres de escoger su propio sistema, libres de poseer su propia tierra, libres de hablar, de escribir y de adorar sin miedo y sin humillación".
Eran el colmo de los colmos los pretextos que esgrimía Kennedy para justificar su agresión a Cuba... . "Libres de escribir"... y también debió decir de leer, que para eso la Revolución había erradicado el analfabetismo.

Entre los últimos planteamientos del presidente Kennedy estaba el siguiente:
"Estamos solicitando (...) una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad (...) para pedir el pronto desmantelamiento y retirada de todos los armamentos ofensivos (...), bajo la supervisión de observadores, para que la cuarentena sea levantada".
Como ellos lo comprobarían días más tarde, si el levantamiento de la cuarentena dependía de una inspección de la ONU en la Isla, tendría larga vida esa medida de fuerza, porque Cuba no se dejaría inspeccionar bajo ningún concepto.

Hay que señalar que en la intervención del Presidente también se recalcaba que el bloqueo era solo el paso inicial, pues había ordenado al Pentágono que hiciese todos los preparativos necesarios para una ulterior acción militar.

En conclusión, dos grandes potencias estaban a medio paso de la catástrofe nuclear.

El discurso del Presidente fue brusco, persiguiendo el objetivo de crear la impresión, en los estadounidenses y en la opinión pública mundial, de que los cohetes soviéticos en Cuba representaban en sí una amenaza mortal para los Estados Unidos y otros Estados latinoamericanos, ya que a rusos y cubanos les hormigueaban los dedos por comenzar a oprimir los botones de lanzamiento.

Ahora bien, se puede afirmar sin lugar a dudas que la implantación de la "cuarentena" constituyó un acto ilegal desde el punto de vista del derecho, pues las reglamentaciones internacionales consideran el bloqueo como un sistema de acciones violentas de la marina de guerra de un Estado beligerante (o de una coalición de Estados), dirigidas a impedir el acceso desde el mar a una costa que se encuentra en poder del enemigo. El bloqueo es entonces uno de los métodos de realización de la guerra. Por eso este solamente puede ser legal en tiempo de guerra. El derecho internacional moderno no reconoce el así llamado "bloqueo pacífico".

Durante la comparecencia del Presidente por radio y televisión, se efectuó la evacuación de los 2,890 familiares civiles que se encontraban en la Base Naval de Guantánamo; 390 de ellos fueron evacuados en aviones y 2,500 en diferentes embarcaciones.

A continuación de la intervención presidencial, esa misma noche, el representante de los Estados Unidos ante la ONU, Adlai Stevenson, entregó al Presidente temporal del Consejo de Seguridad (quien, por ironías del destino, no era otro que Valerian Zorin, el representante de la URSS) la petición para que se realizara una reunión extraordinaria del Consejo con el objetivo de que fuera examinada la solicitud: "Sobre la seria amenaza a la paz y a la seguridad en todo el mundo por parte de la URSS y Cuba". Simultáneamente, estos dos países también se dirigieron al Consejo con quejas sobre las acciones agresivas y antijurídicas de los Estados Unidos, solicitando una reunión urgente.

Este día Kennedy envió además una carta personal a Jruschov a través de un canal de comunicación especial. Con esta carta comenzó la correspondencia secreta entre ambos, la que se extendió durante todo el periodo de la Crisis y constó de 25 misivas.

El "canal secreto" de comunicación había sido organizado en la primavera de 1961 por iniciativa del hermano del Presidente, Robert Kennedy, y la comunicación directa se efectuaba a través del diplomático soviético en Washington, Bolshakov. Este canal no diplomático ni oficial jugó un rol muy importante en el establecimiento de relaciones personales más cercanas entre los máximos dirigentes de los Estados en conflicto. Sobre este canal no podían influir la CIA, ni el Departamento de Estado ni el Pentágono. Ambos líderes concedieron gran importancia a la posibilidad de esta comunicación y la utilizaron activamente.

El contenido de la primera carta fue duro y sin compromisos; en ella el presidente Kennedy expresó la esperanza de que el Gobierno de la Unión Soviética se abstendría de acciones que complicaran la Crisis y colaboraría en su rápida solución.

A su vez, en Cuba se desarrollaba la movilización del país por Alarma de Combate, mientras que el general de ejército Pliev convocó urgentemente una reunión ampliada del Consejo Militar de la Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS), en la que ordenó que todas las unidades fueran puestas en completa disposición combativa. También dijo en esa reunión: "Si el enemigo no emplea el arma nuclear combatiremos con armas convencionales. No tenemos a dónde retroceder, estamos lejos de la Patria y la reserva de combate alcanza para 5-6 semanas. Si destruyen la Agrupación combatiremos en composición de una división, si destruyen la división, en composición de regimiento, si destruyen el regimiento nos iremos a las montañas a desarrollar la lucha guerrillera..."(4).

Esa misma noche se recibió un telegrama de Moscú con el contenido siguiente: "Al camarada Pavlov. En relación con el posible desembarco en la isla de Cuba de las tropas norteamericanas que realizan maniobras en el Mar Caribe, adopte medidas inmediatas para incrementar la disposición combativa y para rechazar al enemigo con las fuerzas conjuntas del Ejército cubano y de todos los medios de las tropas soviéticas, excluyendo los medios de Statsenko y todos los cargamentos de Beloborodov. Firmado DIRECTOR, No. 4/389"(5).

A partir de aquel momento, todos los trabajos en los emplazamientos de los cohetes de alcance medio se realizaban solamente de noche, y a la par con ellos se comprobaba el funcionamiento de los equipos de lanzamiento y preparación, así como se efectuaba la comprobación multilateral de los cohetes portadores y de sus cabezas de combate nucleares.

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles

(1) Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de... Ob. Cit.., p. 53.

(2) Gribkov, Anatoli y Smith, William: Operación ANADIR. Generales estadounidenses y soviéticos... Ob. Cit.

(3) Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de..., Ob. Cit., p. 129-142. Las citas siguientes al discurso del presidente Kennedy también fueron tomadas de esta obra.

(4) Al borde del abismo nuclear... Ob. Cit., p. 227.

(5) Idem, p. 364.


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XIX.- Crecen las tensiones; se desata la guerra mediática

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

Martes 23 de octubre.

Al amanecer ya se encontraban en completa disposición combativa las unidades subordinadas a la división coheteril estratégica. El regimiento de cohetes de alcance medio de la región central podía efectuar técnicamente el lanzamiento de los cohetes dos horas y media después de recibir la orden, pero las cabezas de combate para sus cohetes se encontraban en el almacén central, cercano al poblado de Bejucal, en la provincia de La Habana, a una distancia superior a los 300 kilómetros, por esto en realidad requería un intervalo de 20 horas entre la orden y el lanzamiento. El regimiento emplazado en Candelaria-San Cristóbal y uno de los grupos de combate del emplazado en Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal, aunque no habían terminado todos los trabajos de ingeniería, estaban casi listos para cumplir la misión de combate, teniendo las distintas rampas de lanzamiento diferentes plazos para efectuar el lanzamiento de los cohetes de alcance medio, en dependencia de sus condiciones concretas. Estos dos regimientos estaban a 80-100 kilómetros del almacén central de cargas nucleares.

EUFEMÍSTICAMENTE AL BLOQUEO, KENNEDY LO LLAMÓ “CUARENTENA”

Este día llegó al puerto del Mariel el barco mercante Divnogorsk, con parte del personal y parte de la técnica especial de aseguramiento de uno de los regimientos de cohetes de alcance intermedio R-14. Mientras tanto, al puerto de La Isabela llegaba la motonave Alexandrovsk, que transportaba las cabezas de combate nucleares de los cohetes R-14 y la parte que faltaba para los cohetes alados tácticos FKR. Por la noche comenzó la descarga. En aquellos momentos, la Agrupación de Tropas Soviéticas en Cuba ya contaba con alrededor de 43 mil efectivos.

Por su parte, el Gobierno de la URSS, en horas de la mañana de ese 23 de octubre, dio instrucciones al ministro de Defensa, mariscal Malinovski, para poner en completa disposición combativa a las Tropas Coheteriles Estratégicas, las Tropas de la Defensa Antiaérea, las Fuerzas Aéreas, las Fuerzas Submarinas y las Tropas Guardafronteras, poniendo en alerta las fuerzas restantes. En los países miembros del Tratado de Varsovia se tomaron medidas similares.

El Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos se reunió con el Presidente JFK a las 10:00 a.m., en la Casa Blanca. Según cuenta Robert Kennedy: "Los ánimos estaban menos tensos. El sentimiento que reinaba no era de alegría, pero sí, quizá, de relajamiento. Se había dado el primer paso, y aún seguíamos con vida"(1).

El director de la CIA, John McCone, informó que hasta aquel momento las fuerzas soviéticas en el mundo no habían sido puestas en estado de alerta y no se tenían noticias de ningún movimiento militar extraordinario de su parte. En Cuba solo permitían la entrada a sus bases de cohetes a su propio personal.

El presidente Kennedy ordenó que se efectuaran los preparativos necesarios para el caso de un posible bloqueo de Berlín. También se discutió detalladamente lo que se haría si uno de los U-2 era derribado; se convino en que, llegado el caso y con la autorización expresa del Presidente, sería destruida la base de cohetes antiaéreos que lo hubiera derribado o una cercana, si no se podía establecer con exactitud cuál lo había hecho. El secretario de Defensa expresó que el ataque se realizaría dentro de las dos horas siguientes al momento en que se tuviera conocimiento del derribo del avión. El Presidente manifestó gran preocupación ante la posibilidad de cualquier error, y dijo que, antes de replicar, debía comprobarse bien el ataque contra los aviones propios. Convino con el secretario de Defensa en preparar la 101 División Aerotransportada para entrar inmediatamente en acción si era necesario. Quería asegurarse de que se habían tomado todas las medidas imprescindibles para el caso de una reacción militar de los soviéticos, y dijo que el ataque contra una de sus instalaciones podría provocar un ataque de respuesta contra nuestros aeródromos. Señaló que si la respuesta de los rusos hacía inevitable una acción militar limitada o la invasión, no tendrían que perder un solo día en los preparativos. Al finalizar la reunión, el Presidente aprobó seis vuelos de reconocimiento a baja altura para obtener más fotos de los emplazamientos de los cohetes soviéticos.

A partir de las 11:30 a.m. se realizaron los primeros vuelos de reconocimiento a baja altura sobre las posiciones soviéticas y cubanas.

Los medios masivos de información estadounidenses emprendieron una atronadora campaña publicitaria contra la Unión Soviética y Cuba. Aparecían reportes comunicando que hacia la Isla se dirigían 25 barcos mercantes soviéticos y que navegaban a su encuentro 90 buques de guerra norteamericanos, los que los recibirían en mar abierto. Se divulgaban rumores sensacionalistas de que cerca del litoral cubano se habían detectado submarinos soviéticos y que el Presidente había ordenado vigilarlos atentamente y proteger los portaaviones y otras naves. Se decía que esos submarinos eran perseguidos por destructores, aviones y helicópteros que, a una orden, podrían lanzarles cargas de profundidad. En periódicos y revistas comenzaron a aparecer datos del radio de acción de los cohetes soviéticos que estaban instalados en Cuba, se enumeraban detalladamente las ciudades que podrían ser impactadas y destruidas por esos cohetes y se calculaban las posibles pérdidas que se esperaban entre la población de los Estados Unidos. En el país, como una bola de nieve, crecía el pánico. Muchos habitantes del sur de los Estados Unidos abandonaban sus casas y partían hacia regiones norteñas o en dirección al oeste, con la aspiración de salir del radio de acción de los cohetes; muchos abarrotaban las iglesias con el objetivo de rogar para que no se produjera la guerra y se dispararon en flecha las ventas de alimentos en conservas, galletas y otros que no se deterioraran con rapidez, mientras hacían su agosto los constructores o vendedores de refugios antiatómicos, de todo tipo de medios de protección, de medicamentos para prestar los primeros auxilios y de otros más sofisticados.

LA REACCIÓN DE LOS "CAUTIVOS"

Al mismo tiempo, en Cuba culminaba la fase principal de la movilización del país preparándose para la guerra, en breve plazo habían sido movilizadas 54 divisiones de infantería (cinco de ellas permanentes, nueve reducidas y 40 de tiempo de guerra); cuatro brigadas (una de tanques y tres de artillería); 17 batallones independientes (diez para la lucha contradesembarco, seis de creación de obstáculos y uno de tanques); seis grupos de artillería reactiva (lanzacohetes múltiples) y tres grupos independientes de morteros de 120 mm; 20 unidades navales de la Marina de Guerra Revolucionaria; 118 baterías de artillería antiaérea (100 de ellas de cañones y 18 de ametralladoras) y 47 aviones de combate(2).

Al llamado de la Revolución, el pueblo respondió con valentía, firmeza y dignidad. Nunca antes se había sentido tan cercano el peligro de la agresión militar directa; sin embargo, el país se preparó tranquilamente para enfrentar y resistir a pie firme el bloqueo total, los golpes aéreos limitados o masivos y la invasión. Todos los recursos de la nación se pusieron a disposición de la defensa de la Patria amenazada. Dondequiera había gente armada con fusiles, ametralladoras, pistolas y revólveres de los más diversos sistemas y años de fabricación; desde las subametralladoras PPSH soviéticas, fusiles checos, belgas y estadounidenses, automáticos, semiautomáticos y mecánicos, hasta cualquier cosa. Por toda la costa se abrieron trincheras, ocupadas por soldados y milicianos, se emplazaron cañones, tanques y otros armamentos, mientras que por carreteras y caminos se desplazaban interminables columnas de tropas cubanas que se dirigían hacia todas partes. En las ciudades tenían lugar mítines masivos y se organizaban nuevas unidades de milicianos con los voluntarios de última hora; en los edificios habían colocado telas y carteles con consignas y llamados: ¡Patria o Muerte!, ¡Venceremos!, ¡Cuba sí, yanquis no!, ¡Todos a las armas! y otros. En caminos y puentes, e incluso en las tuberías del acueducto, en la Carretera Central, había centinelas para no permitir acciones de sabotaje.

En la Isla no existía pánico alguno, funcionaban normalmente la televisión y la radio, eran editados regularmente periódicos y revistas; se llamaba al pueblo al trabajo abnegado, a la vigilancia, al cumplimiento y sobrecumplimiento de los planes de producción en la industria y en la agricultura. A pesar de la alarmante situación y del peligro inminente, en el país reinaban el orden y la tranquilidad. Cada uno se ocupaba de sus asuntos. En todas partes había mucha gente uniformada, armada con frecuencia; en distintos puntos de La Habana y otras ciudades estaban emplazadas baterías de armas antiaéreas. En las famosas playas se abrieron trincheras a lo largo de cientos de kilómetros. El pueblo y su ejército se mantenían muy unidos. En aquellos días no se interrumpió la vida cultural y social del país; al contrario, la gente desarrollaba una elevada actividad. Funcionaban activamente los cines, clubes, teatros e instalaciones deportivas. Tenía gran éxito el Ballet Nacional de Cuba, encabezado por Alicia Alonso, que realizó funciones en las trincheras.

En tales momentos críticos, el pueblo cubano mostró su tradicional fervor patriótico. Miles de personas de todas las edades se inscribieron en las Milicias, ingresaron en las organizaciones de masas o se presentaron en centros hospitalarios para hacer donaciones voluntarias de sangre; cientos de miles de hombres, mujeres y jóvenes acudieron a fábricas y campos para sustituir a los trabajadores movilizados y contribuir a mantener la producción. En las ciudades tenían lugar enormes manifestaciones, el pueblo enjuiciaba la agresión norteamericana y el país se convirtió en un gran campamento militar.

Aquel día Jruschov envió una carta a Kennedy, tenía el mismo carácter duro y decidido que la que había recibido del norteamericano, y en ella planteaba entre otras cosas las siguientes:
—calificaba las medidas tomadas por Estados Unidos de seria amenaza a la paz y a la seguridad de los pueblos;

—evaluaba la declaración del día anterior como una abierta injerencia en los asuntos internos de la República de Cuba, de la Unión Soviética y de otros Estados;

—señalaba que la Carta de la ONU y las normas internacionales no le daban derecho a ningún Estado para establecer el control de buques en aguas internacionales;

—no reconocía derecho a los Estados Unidos para establecer control sobre los armamentos que Cuba consideraba esenciales para el fortalecimiento de su capacidad defensiva;

—confirmaba que los armamentos que estaban en Cuba, independientemente de la clase a la que pertenecieran, estaban destinados exclusivamente a propósitos defensivos, con el objetivo de proteger a Cuba contra el ataque de un agresor externo;

—expresaba el deseo de que el Gobierno de los Estados Unidos mostrara prudencia y renunciara a las acciones planteadas el día anterior, las que conducirían a consecuencias catastróficas para la paz del mundo.
También manifestaba que la Unión Soviética no ordenaría a los capitanes de los barcos que se dirigían a Cuba que obedeciesen las órdenes de las fuerzas navales norteamericanas. Y agregaba que si se hiciera cualquier intento para interceptar los barcos soviéticos "nos veríamos obligados, por nuestra parte, a tomar las medidas que juzgásemos necesarias y adecuadas para proteger nuestros derechos. Para ello, tenemos todo lo necesario"(3).

Ese día el comandante Fidel Castro recibió un mensaje de Jruschov en el que consideraba que las declaraciones hechas por Kennedy constituían una insólita injerencia y un descarado acto provocativo, y calificaba las acciones emprendidas por el Gobierno norteamericano de piratescas, pérfidas y agresivas. La dirección cubana interpretó este mensaje como expresión de una clara voluntad de la Unión Soviética de no ceder ante las exigencias de los estadounidenses. Al respecto Fidel planteó posteriormente: "Nunca la idea del retroceso pasó por nuestra mente(...) no nos parecía posible. Jruschov que es el que sabe cuántos cohetes y armas nucleares dispone(...) nos manda esta carta(...) Nosotros, desde luego, dijimos(...) las cosas están claras, y nos dedicamos a nuestro trabajo"(4).

La Fuerza de Tarea Charlie, perteneciente a la 1ª División Blindada, inició su traslado desde Fort Hood. En la tarde de ese martes, el Comando Aéreo Estratégico ya había establecido la guardia en el aire de la octava parte de los B-52, con 66 aviones que portaban armas nucleares y tenían la planificación para atacar determinados blancos en la Unión Soviética si se ordenaba.

El 23 de octubre también se reunió el Consejo de Seguridad de la ONU para escuchar los planteamientos de los representantes de las tres naciones involucradas. El primero en hacer uso de la palabra fue el representante norteamericano. Adlai Stevenson pronunció un largo discurso tratando de presentar el bloqueo como una medida de autodefensa. Acusó a Cuba por recibir armas estratégicas en su territorio y a la URSS por no hacer pública su decisión de enviarlas. Presentó un proyecto que demandaba el desmantelamiento y la retirada inmediata de las armas "ofensivas", el envío de un cuerpo de observadores de la ONU a la Isla y la realización de negociaciones entre los Estados Unidos y la URSS para eliminar la amenaza existente. Querían ignorar a Cuba como una forma de humillarla.

Acto seguido el representante cubano afirmó que la Isla se había visto precisada a armarse ante las reiteradas agresiones de los norteamericanos y negó que las armas de Cuba fueran una amenaza para sus vecinos, si no tenían intenciones de agredirla. Criticó la actitud de los Estados Unidos, de adoptar primero acciones militares para después recurrir a la ONU. Comentó la chocante contradicción de que Estados Unidos era la única nación que poseía una base militar en Cuba, en contra de su voluntad, y, a la vez, la acusaba porque permitía que la Unión Soviética desplegara tropas amigas en su territorio. Planteó la posición de principios de no permitir ningún tipo de inspección del territorio cubano y pidió el inmediato retiro de las fuerzas norteamericanas, el cese de las actividades provocativas en Guantánamo, de los ataques piratas y de todas las medidas intervencionistas en los asuntos internos de Cuba, así como de las violaciones de los espacios aéreo y marítimo de la Isla.

Por su parte Valerian Zorin, representante soviético, señaló que los Estados Unidos habían realizado un acto sin precedentes en las relaciones entre Estados que no estaban en guerra y habían puesto en peligro la navegación de numerosos países, violando abiertamente las prerrogativas del Consejo de Seguridad, único que podía autorizar la realización de cualquier clase de actos coercitivos. Al finalizar su intervención pidió la condena a las acciones emprendidas por los norteamericanos, que los Estados Unidos revocaran su decisión de inspeccionar los buques de otros Estados en aguas internacionales, que cesara toda interferencia en los asuntos internos de Cuba y que los tres países establecieran contactos para normalizar la situación y eliminar la amenaza de guerra.

Simultáneamente con los debates en el Consejo de Seguridad, se reunieron los representantes de 45 naciones, principalmente integrantes del Movimiento de Países no Alineados, para promover actividades dirigidas al arreglo de la Crisis. En ese encuentro se designó un Comité para que se pusiera en contacto con el Secretario General Interino de la ONU, U Thant, y lo persuadiera de que asumiera un papel mediador entre las partes.

LA OEA LEGITIMA EL BLOQUEO

Mientras tanto, en la mañana de ese día se había reunido el Órgano de Consulta de la OEA, a insistencia de Washington, para discutir una resolución que respaldara el bloqueo. En horas de la tarde la misma fue aprobada por 19 votos a favor, ninguno en contra y una abstención, la de Uruguay. La resolución exigía el inmediato desmantelamiento y retirada de las armas con capacidad ofensiva de Cuba y recomendaba que los Estados miembros, basándose en los artículos 6 y 8 del Tratado de Río, tomaran las medidas individuales y colectivas, incluido el uso de la fuerza armada, para evitar que Cuba pudiera continuar amenazando la paz y la seguridad del continente.

Cuenta Robert Kennedy que "fue el voto de la OEA lo que dio una base legal al bloqueo. Su voluntad de seguir las directrices de los Estados Unidos(...) cambió nuestra posición, de la del forajido que actúa violando la ley internacional a la del país que obra de acuerdo con 20 aliados y protege legalmente su posición"(5).

Sin embargo, el consejero legal del Departamento de Estado, Abraham Chayes, dijo que Kennedy había rehusado firmar la proclamación y no había ordenado el bloqueo naval hasta que no consiguiera un acuerdo de la OEA, para de ese modo tener algún basamento para la decisión, pero especialistas en cuestiones jurídicas objetaron la medida. Por ejemplo, Quincy Wright, profesor de la Universidad de Columbia y vicepresidente honorario de la Sociedad Americana de Derecho Internacional, dijo en un seminario celebrado en 1963 que había sido desafortunado que los Estados Unidos establecieran la "cuarentena", porque acudieron a una acción unilateral y de fuerza que no estaba en correspondencia con sus obligaciones por la Carta de la ONU, de acuerdo con la cual había que solucionar las disputas por medios pacíficos y no utilizar la fuerza o amenazar con ella en las relaciones internacionales. Esa acción, agregaba Wright, era inconsistente con el artículo 2, párrafo 4, de la Carta de la ONU, y no se podía aplicar a la URSS, por ninguna de las excepciones que figuraban en la propia Carta o por tratados o resoluciones de la OEA. Esto último era válido solamente para Estados americanos y no para la Unión Soviética. Además, la "cuarentena" era contraria a las obligaciones de los Estados Unidos, contraídas al firmar la Carta de la ONU, de resolver las disputas internacionales por medios pacíficos (artículo 2, párrafo 3) y de someter todas las disputas no resueltas al Consejo de Seguridad o a otros órganos de la ONU (artículos 35 y 37). Es verdad que este problema fue presentado ante las Naciones Unidas, pero solo después que la acción unilateral fue proclamada(6).

Al atardecer, el presidente Kennedy envió una nueva carta a Jruschov, pidiéndole que acatase el bloqueo legalmente establecido por votación de la OEA; declarando que los Estados Unidos no deseaban tener que hacer fuego contra algún barco soviético, y añadiendo para terminar: "Importa que ambos seamos prudentes y no hagamos nada susceptible de hacer el control de la situación más difícil de lo que es en la actualidad"(7).

A las 6:00 p.m. se efectuó una nueva reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, durante la cual se supo que un número extraordinario de mensajes en clave habían sido enviados a los barcos soviéticos que se dirigían a Cuba. Después se discutieron detalladamente las reglas a seguir por la Armada al interceptar un buque mercante en la zona del bloqueo, las que incluían dispararles al timón y a las hélices si se negaba a ser inspeccionado. El Presidente estaba preocupado por la cuestión del abordaje de los barcos, si los rusos oponían resistencia, pues posiblemente se produciría una fuerte lucha y numerosas bajas. El secretario de Defensa opinó que en esos casos los barcos no debían ser abordados, sino remolcados a Jacksonville o a Charleston. Entonces el presidente Kennedy preguntó qué haríamos si después de tanto trabajo resultaba que el barco transportaba alimentos para niños. Todos estuvieron de acuerdo en que solamente se debían interceptar aquellos barcos que transportasen equipos militares de una forma evidente.

Con esas acciones el gobierno de los Estados Unidos ignoraba la Convención de Ginebra sobre el Mar Abierto, de 1958, suscrita también por ese país, en la que decía que: "...un barco de guerra que se encuentre con un barco mercante extranjero en mar abierto no tiene derecho a someterlo a una inspección"(8).

Posteriormente, el director de la CIA informó que submarinos rusos se estaban dirigiendo hacia el Caribe, por lo que el Presidente ordenó a la Armada que diese prioridad a la localización de los submarinos y que adoptase las mayores medidas de seguridad para la protección de los portaaviones y otros navíos.

A las 7:06 p.m. del 23 de octubre de 1962, el presidente Kennedy firmó la así llamada "Proclamación 3504", en la que se declaraba que la "cuarentena" de Cuba se establecería a partir de las 2:00 p.m. del 24 de octubre (hora de Greenwich). La "zona de intercepción" de los barcos se estableció a la distancia de 500 millas de las costas cubanas, lo que se hizo con el objetivo de que los aviones cubanos no pudieran actuar de una forma eficiente contra los barcos de guerra norteamericanos. En aquellos momentos se encontraban en el Atlántico 21 barcos con cargas del Ministerio de Defensa de la URSS. Adelantándonos a los acontecimientos diremos que cinco de ellos llegaron felizmente a puertos cubanos, mientras que los 16 restantes regresarían a puertos de los mares Báltico y Negro. A los efectos de la "Proclamación 3504" se declaraban prohibidos los materiales siguientes: "Cohetes tierra-tierra; aviones de bombardeo; bombas, cohetes aire-tierra y cohetes dirigidos; cabezas nucleares para cualesquiera de las armas expresadas; equipo mecánico o electrónico para el apoyo o funcionamiento de los artículos expresados, y cualquier otra clase de materiales que en lo sucesivo sean señalados por el secretario de Defensa a los efectos de la efectividad de este Decreto"(9).

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles.

(1) Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de..., Ob. Cit., p. 57.

(2) Diez Acosta, Tomás: La Crisis de los Misiles, 1962... Ob. Cit, p. 81.

(3) Kennedy, Robert: Trece días (La Crisis... p. 79.

(4) Castro Ruz, Fidel: Conferencia Tripartita de La Habana sobre la Crisis de Octubre, 1992.

(5) Kennedy, Robert: Trece días (La crisis... p. 119.

(6) Wright, Quincy: Essay of Proceedings of the American Society of International Law, 57th Meeting. Publicado por The Society, Washington, D. C., 25-27 de abril de 1963, pp. 9-10.

(7) Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de..., Ob. Cit. pp. 60-61.

(8) Al borde del abismo... Ob. Cit., p. 105.

(9) Decreto de los Estados Unidos del 23 de octubre de 1962. Publicado en Trece días (La crisis de... Ob. Cit, p. 145.


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XX.- La respuesta de la Revolución

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

La noche del 23 de octubre de 1962 el Comandante en Jefe Fidel Castro compareció ante la radio y la televisión para refutar las imputaciones hechas por el mandatario norteamericano el día anterior.

El líder cubano impugnó, uno a uno, los argumentos utilizados por Kennedy para implantar el bloqueo, y denunció las transgresiones de las normas de convivencia entre las naciones cometidas reiteradamente por los estadounidenses, como era el caso de la violación frecuente de los espacios aéreo y naval cubanos. Además, entre otras cosas planteó las siguientes:
"¿Por qué se ha agudizado la situación, por qué se ha hecho crítica? Sencillamente porque los Estados Unidos han fracasado en todos los intentos realizados hasta ahora contra nosotros".

"¿Qué hemos hecho? Defendernos (...) ¿O pretendían los imperialistas que desde la primera hostilidad que hicieran contra nosotros, la primera acción, ya iban a tener un pueblo rendido, un Gobierno rendido, y una legión de revolucionarios levantando bandera blanca? (...) Lo que nosotros hicimos fue defendernos. Y si tomaron medida tras medida contra nosotros, nosotros tomamos otras".

"Fueron ellos los que decretaron esa política de agresión, de enemistad hacia nosotros, de ruptura de relaciones con nuestro país. Fueron ellos. Si han fracasado, la culpa es de ellos. No es nuestra".

"Está claramente definida nuestra opinión sobre las armas. Nosotros adquirimos las armas que nos dé la gana para nuestra defensa, y tomamos las medidas que consideremos necesarias para nuestra defensa. Eso es lo que hemos hecho (...) ¿Quién ha dicho que nosotros tenemos que rendir cuentas a los imperialistas, a los agresores, de las medidas y de las armas que tenemos?

"Ninguna de nuestras armas es ofensiva, como no lo ha sido hasta ahora. ¿Por qué? Porque nunca hemos tenido intenciones agresivas contra nadie (...) Nunca seremos agresores. Nunca seremos ofensores. Por eso nuestras armas nunca serán ofensivas".

"Desde luego, nosotros rechazamos terminantemente todo intento de fiscalización, todo intento de inspección de nuestro país. A nuestro país no lo inspecciona nadie (...) Jamás renunciaremos a la prerrogativa soberana de que dentro de nuestras fronteras somos nosotros los que decidimos y somos nosotros los que inspeccionamos, y nadie más (...)".

"¡Cualquiera que intente inspeccionar a Cuba debe saber que tiene que venir en zafarrancho de combate! Esa es nuestra respuesta terminante a las ilusiones, a las proposiciones de realizar inspecciones en nuestro territorio".

"Este señor plantea que nosotros nos desarmemos. Sentimos mucho decirle que sus esperanzas son fallidas, porque ni ahora ni nunca nos desarmaremos, mientras persista la política de agresión y de hostilidad de Estados Unidos hacia nosotros".

"Podrán rebuscar los archivos y lo que quieran, y como no sea en la historia de la piratería, no encontrarán antecedentes de esto en ninguna parte. ¡Un acto de guerra en época de paz! ¡Señores, esto es yanqui puro! (...) En la historia del fascismo pueden encontrar antecedentes de todos estos actos"(1).
Miércoles 24 de octubre.

Temprano en la mañana hubo una reunión en el puesto principal de mando de las FAR, en la que se analizó que para realizar una invasión el enemigo utilizaría cinco o seis divisiones cuyo traslado requeriría de 120 a 130 barcos de transporte y no menos de seis días para su preparación. En aquellos momentos no existían indicios de que fuera a ocurrir de inmediato, y el incremento del tráfico de comunicaciones que sería necesario, así como los buques y aviones que tomarían parte, serían detectados rápidamente. Se apreció que el ataque aéreo era la acción más probable.

Se informó también que, según los cálculos, los aviones de combate cubanos disponían de combustible y municiones para veinte días de acciones, realizando cuatro misiones diarias. El Comandante en Jefe Fidel Castro indicó que las baterías antiaéreas de reserva debían encontrarse en posibilidad de maniobrar hacia cualquier lugar cuando fuera necesario.

Mientras tanto, en el aeródromo de Santa Clara se recibió la orden de desconcentrar el regimiento aéreo de caza soviético, equipado con los aviones MIG-21 F13. La tercera escuadrilla maniobró hacia el aeródromo de Camagüey y la segunda lo hizo hacia el de San Antonio de los Baños, en la provincia de La Habana. En Santa Clara permanecieron el estado mayor del regimiento y la primera escuadrilla.

Este día, también temprano en la mañana, antes de que se implantara la "cuarentena", McNamara fue al salón donde se controlaba la ubicación de los barcos que se dirigían a Cuba; allí sostuvo una tensa conversación con el almirante Anderson, como resultado de la cual le indicó que no se hiciera un solo disparo sin su permiso expreso, pues aquello no era un simple bloqueo, sino una forma de comunicación entre Kennedy y Jruschov; que no se podía aplicar ningún tipo de medida de fuerza sin su permiso, y que este no se daría sin analizarlo con el Presidente.

Antes de la hora de inicio de la "cuarentena", el Comando Aéreo Estratégico pasó a la situación de DEFCON 2; este aumento de la disposición combativa significaba que el personal estaría disponible las 24 horas del día; se citaba a los efectivos que estuvieran de pase y no se daban pases nuevos; se suspendieron los mantenimientos y entrenamientos no esenciales; los elementos de combate y las unidades de apoyo iniciaron preparativos reales para combatir. Los mandos restantes se mantuvieron en DEFCON 3, pero listos a pasar a DEFCON 2 si se les ordenaba. Este día terminó, además, la dispersión de los bombarderos B-47 en cuarenta aeropuertos civiles.

El Departamento de Estado solicitó respuesta urgente al Embajador en Turquía sobre las consecuencias políticas de la retirada de los cohetes Júpiter, sustituyéndolos por la presencia de un submarino con cohetes Polaris en el área u otras medidas significativas de la OTAN, como las proyectadas fuerzas nucleares navales multilaterales.

Se recibió, además, un telegrama de la Embajada en Moscú con la información sobre el encuentro sostenido con Jruschov por el hombre de negocios estadounidense William Knox: el Primer Ministro soviético denostó contra la "cuarentena" y amenazó con hundir los barcos norteamericanos si los transportes soviéticos eran detenidos. Dijo que los Estados Unidos tendrían que aprender a vivir con los cohetes soviéticos en Cuba, como la URSS ha aprendido a vivir con los cohetes norteamericanos en Turquía. Jruschov también aseguró que los cohetes de alcance medio y los antiaéreos en Cuba se encontraban bajo estricto control soviético e hizo una vaga proposición de convocar una cumbre.

A las 10 de la mañana, hora de Washington, entró en vigor la "cuarentena", proclamada la tarde anterior. A esa misma hora comenzó una nueva reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional...

EL DÍA EN QUE LA TIERRA DEJÓ DE GIRAR

De acuerdo con las informaciones existentes al comenzar la reunión del Comité Ejecutivo, los barcos rusos seguían navegando en dirección a Cuba sin alterar su marcha; algunos ya estaban cerca de la barrera de quinientas millas establecida para la intercepción, así que tendrían que decidir si los detenían o no.

La reunión comenzó con el informe del Director de la CIA de que había un rápido progreso en la construcción de los emplazamientos de cohetes de alcance medio, sin embargo, no se había detectado la puesta en práctica de medidas intensivas para alcanzar niveles superiores de disposición combativa por parte de las fuerzas soviéticas y del Bloque.

Poco después de las 10 de la mañana llegó el informe de que dos barcos soviéticos, el "Gagarin" y el "Komiles", se encontraban a pocas millas de la barrera. La intercepción de ambos se produciría, probablemente, antes del mediodía. Llegó entonces un inquietante informe de la Armada de que un submarino soviético había tomado posición entre los dos barcos.

Dejemos ahora que Robert Kennedy, uno de los participantes en la reunión, nos relate los tensos minutos que siguieron:
"Había llegado el momento para el que nos habíamos estado preparando, el momento que esperábamos que no llegase nunca. El peligro y la preocupación que todos sentíamos se cernían como una nube encima de nosotros y, sobre todo, del Presidente (...).

"Se había enviado un portaaviones apoyado por helicópteros con equipos antisubmarino. El ‘Essex’, portaaviones de propulsión nuclear, tenía que ordenar al submarino, por medio del sonar, que emergiese a la superficie y se identificase. Si se negaba, dijo McNamara, se lanzarían cargas de profundidad de poca potencia hasta que saliera a flote.

"Creo que aquellos pocos minutos fueron los de mayor preocupación para el Presidente. ¿Estaba el mundo al borde de un holocausto? ¿Era por nuestra culpa? ¿Nos habíamos equivocado? ¿Hubiéramos debido hacer otra cosa, o no hacer nada? Se llevó la mano al rostro y se tapó la boca. Abrió y cerró el puño. Parecía tener la cara chupada, doloridos y casi grises los ojos. Nos miramos fijamente por encima de la mesa (...) Las voces seguían zumbando, pero me parece que no oí nada de lo que decían hasta que escuché la voz del Presidente: ‘¿No hay alguna manera de evitar nuestro primer choque con un submarino ruso..., algo que no sea precisamente esto?’ ‘No —respondió McNamara—, el peligro es demasiado grande para nuestros barcos. Los comandantes tienen instrucciones de evitar las hostilidades por todos los medios posibles; pero tenemos que estar preparados para esto, y esto es lo que hemos de esperar que ocurra’.

"Había llegado el momento de la decisión final (...) Sentí que estábamos al borde de un precipicio, sin salida posible. El momento era ahora, no la semana próxima; no mañana, ‘para tener otra reunión y decidir’; no dentro de ocho horas, ‘para poder enviar otro mensaje a Jruschov’. No; nada de esto era ya posible. A mil millas de nosotros, en la vasta superficie del océano Atlántico, se tomarían las decisiones finales en los próximos minutos. El presidente Kennedy había iniciado el curso de los acontecimientos, pero ya no podía controlarlos. Tenía que esperar..., teníamos que esperar (...).

"Entonces, un ordenanza trajo una nota a McCone. ‘Señor Presidente, tenemos un primer informe que parece indicar que algunos barcos rusos se han detenido’.

"¿Se han detenido? ¿Qué barcos son? ¿Se ha comprobado la veracidad del informe? (...) ‘El informe es exacto, señor Presidente. Seis barcos que se dirigían a Cuba se han detenido al borde de la línea del bloqueo, o han dado media vuelta en dirección a la Unión Soviética (...) Al poco rato, llegó el informe, según el cual los veinte barcos rusos más próximos a la barrera se habían detenido y permanecían inmóviles o habían dado media vuelta.

"Bueno, no tendremos que detener ni interceptar a ningún barco", dijo el Presidente (...).

"Después, volvimos a los detalles. La reunión se prolongó. Pero todos parecíamos haber cambiado. Por un instante, el mundo se había parado; ahora, volvía a girar"(2).
Más tarde se supo que 16 barcos soviéticos estaban detenidos o regresaban a casa. La mayor parte de los que continuaban la marcha hacia Cuba eran tanqueros. Uno de ellos, el "Bucarest", llegó a la barrera durante el día, se identificó a una de las naves norteamericanas, y se le dejó pasar por ser un petrolero, en el que era poco probable que se transportaran cohetes o alguna otra arma de las prohibidas por el bloqueo. Sin embargo, algunos miembros del Comité Ejecutivo sostuvieron enérgicamente la conveniencia de inspeccionarlo, para que Jruschov no tuviera dudas de la decisión del Gobierno de los Estados Unidos. En definitiva, el Presidente aplazó su decisión y ordenó que fuera seguido por barcos de guerra estadounidenses. En aquel momento se dirigía a Cuba a una velocidad de 17 nudos, por lo que habría que decidir algo antes de anochecer.

Se recibió una carta de Jruschov al presidente Kennedy, con los planteamientos fundamentales siguientes:
—Usted no declara una cuarentena, sino que más bien está lanzando un ultimátum, y amenaza con el empleo de la fuerza. Eso es un reto.

—La OEA no tiene autoridad para adoptar tales decisiones, por lo que no la reconocemos.

—Nos adherimos a los principios de las leyes internacionales y observaremos estrictamente las normas que regulan la navegación en alta mar, en aguas internacionales.

—Las acciones de los Estados Unidos con relación a Cuba constituyen un bandidaje abierto.
En la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, U Thant planteó que mediaría en el conflicto a petición de un grupo de gobiernos, por lo que envió un mensaje con textos idénticos a Kennedy y Jruschov, solicitándoles que se abstuvieran de emprender acciones que pudieran agravar la situación y propuso la suspensión voluntaria, por un periodo de dos a tres semanas, de los envíos de armas y de la "cuarentena", con el objetivo de que las partes se reunieran para solucionar la Crisis.

En esa misma reunión del Consejo, el representante norteamericano exigió al soviético que diera una respuesta directa a la pregunta de si había en Cuba cohetes y bombarderos soviéticos. Zorin, sin tener la autorización necesaria y, posiblemente, sin tener conocimiento oficial y fidedigno de la cuestión, se vio obligado a rehuir la respuesta directa, diciendo que le sería dada en el momento oportuno. Entonces Stevenson hizo una señal e introdujeron en la sala las ampliaciones de las fotos tomadas por los U-2, en las que se veían claramente los bombarderos y las posiciones de lanzamiento que se construían para los cohetes. El efecto fue devastador y el lance constituyó un fracaso total para la diplomacia soviética.

A pesar de ello, al día siguiente los periódicos de la URSS publicaron la noticia siguiente: "Valerian Zorin desenmascaró las afirmaciones de los funcionarios del Departamento de Estado, sacadas de cualquier montón de basura, acerca de la así llamada ‘instalación de bases de cohetes soviéticos en Cuba"(3). Y uno de los comunicados de la Agencia TASS anunciaba: "A la orden de Stevenson fueron expuestas, en la sala del Consejo de Seguridad, las falsificaciones fabricadas por la CIA. Después el delegado norteamericano leyó, como un papagayo, las explicaciones preparadas por la inteligencia estadounidense"(4).

En horas de la tarde, el comandante Fidel Castro visitó un grupo coheteril antiaéreo soviético que se encontraba emplazado al este de la capital cubana. Allí observó la vulnerabilidad de aquellas unidades ante un ataque de aviones a baja altura, pues solo poseían para su defensa una ametralladora antiaérea de dos cañones (ZPU-2) de 14,5 mm. Inmediatamente ordenó que cincuenta baterías antiaéreas de la reserva maniobraran para dar protección a esos grupos y a las instalaciones de los cohetes de alcance medio. Además, se destinó una batería de cañones de 100 mm para proteger el puerto de La Isabela, donde estaba la motonave "Alexandrovsk" con las cabezas de combate nucleares para los cohetes de alcance intermedio. El puesto de mando de la división coheteril fue protegido por dos pelotones de cañones de 23 mm que fueron retirados de los barcos mercantes soviéticos.

Ya de noche, el Presidente decidió permitir que el Bucarest continuara su viaje a Cuba sin ser inspeccionado. Contra la opinión de los militares y de muchos de sus consejeros, quiso dar más tiempo a Jruschov.

Esa noche, cumpliendo indicaciones del Departamento de Estado, Stevenson se dirigió a U Thant intentando que este hiciera una apelación a Jruschov para que mantuviera los barcos soviéticos fuera del área de la "cuarentena"; el birmano debía hacer la proposición como si fuera una iniciativa propia con el objetivo de evitar una confrontación que podría producirse a corto plazo. Alrededor de la medianoche Stevenson contactó con U Thant y este estuvo de acuerdo con enviar un mensaje con la proposición a primera hora de la mañana, haciéndolo a nombre suyo. Le plantearía la necesidad de que mantuviera sus barcos alejados para evitar una confrontación, porque pensaba que existía la posibilidad de que los norteamericanos estuviesen preparados para discutir las modalidades de una negociación.

Jueves 25 de octubre.


Por la mañana, el Secretario General Interino de la ONU, U Thant, recibió las respuestas de Jruschov y Kennedy a su mensaje del día anterior. El dirigente soviético dio una respuesta positiva, aceptando la proposición de U Thant para tratar de solucionar la Crisis. Por su parte, la respuesta norteamericana era ambigua y no contenía ningún compromiso concreto:
"En vuestro mensaje y vuestra declaración al Consejo de Seguridad habéis hecho ciertas gestiones y habéis invitado a garantizar arreglos satisfactorios.

"El embajador Stevenson está listo a discutir prontamente esos arreglos con Usted. Puedo asegurarle de nuestro deseo de llegar a una solución satisfactoria y pacífica de este asunto"(5).
Poco después, U Thant se dirigía de nuevo a Jruschov y Kennedy. Con el objetivo de evitar un enfrentamiento en el mar, pedía a Jruschov que mantuviera los barcos soviéticos fuera de la zona de intercepción por un tiempo limitado, que permitiera la realización de conversaciones sobre un posible acuerdo para solucionar la Crisis. A Kennedy le solicitaba que las fuerzas de los Estados Unidos en el Caribe evitaran un enfrentamiento con los barcos soviéticos, con el objetivo de disminuir el riesgo de cualquier enojoso incidente.

Este día el ministro de Relaciones Exteriores austriaco, Bruno Kreisky, sugirió que las bases cubanas fueran retiradas a cambio de la retirada de las bases de los Júpiter de Turquía.

A las 10 a.m. se efectuó la reunión del Comité Ejecutivo, en la que se aprobó definitivamente la autorización para que el buque tanque "Bucarest" no fuera interceptado. McNamara recomendó la realización de varios vuelos a baja altura que asemejaran el asestamiento de un golpe aéreo, con lo que podrían observar la marcha de la construcción de los emplazamientos y contribuirían a enmascarar la posibilidad de un ataque posterior a baja altura. Por su parte, Rusk solicitó información a la CIA acerca del efecto que había tenido en Cuba el hecho de que una parte de los barcos hubiera regresado a la URSS, y sobre la reacción de los cubanos en general a las acciones emprendidas por los estadounidenses hasta la fecha: si los cubanos sabían sobre la existencia de los cohetes soviéticos en su país; si habían escuchado el discurso del Presidente y cuál era la moral en la Isla. El Director de la CIA prometió respuestas.

Este día, como consecuencia de lo tensa que continuaba la situación, la dirección y el estado mayor de la Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS) en Cuba pasaron al puesto de mando subterráneo que había sido acondicionado en los alrededores de La Habana y contaba con todos los medios necesarios para garantizar la seguridad de la dirección, así como para efectuar la cooperación con las formaciones militares cubanas.

En la jefatura de la ATS también se recibió el telegrama siguiente:
"Al camarada Pavlov: Debido a que la Marina de Guerra de los Estados Unidos bloquea los accesos a Cuba, tomamos la decisión de no enviarles los Regimientos Coheteriles 665 y 668. Ustedes no deben descargar del transporte ‘Alexandrovsk’ las cabezas de combate para los cohetes R-14. Si ya fueron descargadas, organice su carga en el ‘Alexandrovsk’ de una forma oculta. Preparar la motonave para su envío a la Unión Soviética acompañada por el ‘Almetievsk’. Firmado: DIRECTOR".
ANGUSTIA EN LAS PROFUNDIDADES

Por aquellos días la 69 Brigada de Submarinos, que estaba integrada por las naves B-4, B-36, B-59 y B-130, se encontraba en una situación extremadamente difícil. Desde que se acercaban a las islas Bermudas para ocupar sus posiciones de combate, la brigada había chocado con una fuerte resistencia de los medios antisubmarinos pertenecientes a la Marina de Guerra de los Estados Unidos, los que contaban con una superioridad numérica abrumadora. Como resultado de una prolongada y tenaz persecución, que no permitía subir a la superficie durante días y días para efectuar la recarga de las baterías de acumuladores y ventilar debidamente los compartimientos, las embarcaciones B-36 y B-59 tuvieron que emerger y mantenerse en la superficie durante varias horas, mientras se recargaban las baterías, rodeadas de barcos de guerra, helicópteros y aviones norteamericanos. El B-130 también fue perseguido inicialmente, pero después se pusieron fuera de servicio sus tres motores diesel, por lo que tuvo que abandonar la campaña y ser auxiliado por medios de la Flota del Norte.

Los submarinos eran del modelo 641 y, al parecer, no habían sido probados totalmente en condiciones complejas, por lo que durante la travesía se pusieron de manifiesto serios defectos técnicos, pues no estaban suficientemente acondicionados para efectuar una navegación tan prolongada en condiciones de elevadas temperaturas del agua y el aire, así como en presencia de una incrementada salinidad del mar.

Además de la creciente presión exterior, ejercida por las fuerzas antisubmarino norteamericanas, se dificultó al máximo la situación existente en el interior de las embarcaciones. La temperatura alcanzó los 60-65º C en los compartimientos de los motores diesel y eléctricos, así como en los compartimientos de los acumuladores, mientras que en los compartimientos ubicados hacia los extremos de la nave la temperatura era de alrededor de 40-45 grados, de modo que el personal se desmayaba con frecuencia cuando trabajaba en los compartimientos de temperaturas más elevadas. Además, las reservas limitadas de agua no permitían distribuir más de 250 gramos al día por persona, y esto, en condiciones de fuerte sudoración y deshidratación, conducía a que el personal enfermara de miliaria (fiebre caracterizada por erupciones de pequeñas ampollas, semejantes a los granos de mijo) en una variante supurante especialmente desagradable. Los hombres casi no ingerían alimentos, por lo que las pérdidas de peso llegaron a ser de hasta un tercio aproximadamente.

Cuando había transcurrido cierto tiempo del regreso a la URSS, los comandantes de los submarinos participantes en la campaña fueron llamados a Moscú para informar personalmente al ministro de Defensa, pero Malinovski estaba enfermo y los escuchó el mariscal Grechko, primer viceministro de Defensa de la URSS, quien expresó su inconformidad (o sorpresa) porque los submarinos no eran atómicos y se vieran obligados a emerger para cargar las baterías, no entendía por qué debían hacerlo cada noche, ni escuchó acerca de las deficiencias y dificultades de la campaña. Solo entendió una cosa, que los submarinistas habían violado el carácter oculto de la operación. En las conclusiones del encuentro, el mariscal Grechko se manifestó en el sentido de que si él hubiera estado en el lugar de los jefes de los submarinos, hubiera preferido perecer y hundirse antes que emerger ... Así mismo, ¡ni más ni menos!

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles

(1) Un pueblo invencible. Editorial José Martí. La Habana, Cuba, 1991, pp. 21-40.

(2) Kennedy, Robert: Trece días (La crisis... Ob. Cit., pp. 67-72.

(3) Al borde del abismo... Ob. Cit., p. 112.

(4) Idem, p. 112.

(5) Diez Acosta, Tomás: Peligros y Principios... Ob. Cit., p. 160.


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XXI.- El hacha de piedra estaba al doblar de la esquina

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

A las cinco de la tarde de aquel jueves 25 de octubre se efectuó una reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional, en la que se hicieron los planteamientos interesantes siguientes:
Dean Rusk, secretario de Estado:
Informó que Jruschov había accedido a las conversaciones en New York bajo el auspicio de la ONU. Nuestra posición sería que durante los dos días próximos de discusiones preliminares debíamos detener de alguna forma el desarrollo de la capacidad coheteril en Cuba. Necesitamos saber qué ocurre en los emplazamientos de cohetes y si realmente hay cabezas nucleares en Cuba. Mencionó la posibilidad de que estados latinoamericanos propongan una zona desnuclearizada en América Latina. Dijo que los cubanos no serán capaces de sobrevivir aislados políticamente, por lo que deben apoyarse totalmente en los soviéticos.

Robert McNamara, secretario de Defensa:
Planteó que debemos decidir las medidas que tomaremos para abordar los barcos del Bloque que llegarán mañana a la línea de inspección: el buque tanque soviético Grozni y un barco de pasajeros de la Alemania Oriental. Recomendó que no se detuviera este último, pues si se niega a detenerse habrá que dispararle al timón o embestirlo, y eso podría ser muy peligroso para los 1,500 pasajeros. Si se afectan pasajeros y no se encuentra nada prohibido en el barco, nos veríamos en una situación muy difícil.

Rusk:
Sugirió que podríamos comprar los barcos que se dirigían a Cuba, pagando al capitán o al dueño lo que pidan por desertar con las naves; de esta forma aumentaría la presión sobre los cubanos, estrangulando sus importaciones, sin el uso de fuerza militar adicional.

JFK:
Decidió no detener el barco de la Alemania Oriental.

Robert Kennedy:
Dijo que debemos ser cuidadosos para que los rusos no piensen que estamos echando para atrás.

JFK:
Expresó que debíamos actuar con rapidez, porque el trabajo en los emplazamientos de cohetes continúa y pronto tendremos que respaldar con hechos la firmeza que hemos mostrado hasta el momento.
Más tarde los norteamericanos respondieron a U Thant que si Jruschov mantenía sus barcos fuera del área de la cuarentena, ellos evitarían la confrontación.

Al final del día el regimiento de Candelaria-San Cristóbal y el segundo grupo de combate del regimiento de Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal se encontraban listos para el combate. Además, esa noche comenzó el traslado, desde el puerto de La Isabela hacia la región oriental, de las cabezas de combate nucleares que faltaban para los cohetes alados tácticos FKR.

Mientras tanto, en el Departamento de Estado se recibió un telegrama del embajador en Francia, en el que se planteaba fundamentalmente lo siguiente:
El Representante Permanente de Turquía aquí ha planteado que los turcos dan mucha importancia a los Júpiter, pues los consideran como el símbolo de la determinación de la Alianza a emplear armas nucleares contra Rusia si ataca a Turquía, independientemente de que los Júpiter sean anticuados o no.

Una variante puede ser sustituir los Júpiter por un submarino Polaris en el área, consultando a los turcos sobre los blancos a batir por este en caso de guerra, pero hay dudas de que esto sea atractivo para ellos, pues con los Júpiter sienten más seguridad al tenerlos en su territorio.

Otra variante para sustituirlos es mediante la creación de las Fuerzas Nucleares Multilaterales de la OTAN, empleando la modalidad sugerida de barcos mercantes equipados con cohetes Polaris, manejados por tripulaciones mixtas de turcos, italianos y norteamericanos, con blancos de interés para los aliados.

Una de estas variantes nos permitiría ofrecer a los soviéticos la retirada de los anticuados Júpiter para que ellos puedan salvar la cara por la retirada de los cohetes de Cuba. Esta gestión, sea o no aceptable para los soviéticos, sería bien vista por la opinión pública mundial(1).
¡Y LA SITUACIÓN SEGUÍA EMPEORANDO!

En aquellos momentos la situación empeoraba cada día. Entre el círculo que rodeaba al Presidente se fortalecía la expectativa de que era inevitable el conflicto militar, pues la combinación de las acciones militares limitadas y las diplomáticas no habían resultado exitosas. Muchos consideraban que si la parte soviética continuaba siendo inflexible, a pesar de la "cuarentena", en sus intenciones de continuar incrementando la preparación de las fuerzas coheteriles, entonces quedaría como última alternativa la del uso de las armas, con el golpe aéreo masivo y la ulterior invasión. Esa noche se conocieron los resultados de la interpretación de las últimas fotografías aéreas: el trabajo en los emplazamientos de los cohetes proseguía con un ritmo rápido, mientras que los bombarderos ligeros IL-28 estaban siendo desembalados y montados, también con rapidez. Teniendo en cuenta estos factores, el presidente Kennedy dio indicaciones al Departamento de Estado de comenzar la preparación para crear un gobierno civil en Cuba después de la invasión y ocupación del país; también se decidió aumentar la cantidad de vuelos a baja altura sobre Cuba de dos al día a uno cada dos horas, violando de forma grosera la soberanía del país.

VIERNES 26 DE OCTUBRE

A las siete de la mañana fue detenido y abordado el primer barco durante la "cuarentena", era el "Marucla", de propiedad panameña y matrícula libanesa; había sido fletado por la URSS y viajaba hacia Cuba desde el puerto de Riga. Había sido cuidadosamente escogido por el presidente Kennedy para ser detenido y registrado. Con esto demostraba a Jruschov que estaba dispuesto a hacer efectiva la "cuarentena" y no suponía un ataque directo a los soviéticos, pues no era de su propiedad. En el barco no se encontró arma alguna y le fue permitido continuar viaje hacia Cuba. Poco después pasó la línea de intercepción el barco de pasajeros de Alemania Oriental, aunque hubo quienes solicitaron su detención pues no era propiedad de la URSS. En definitiva, el Marucla fue el único barco inspeccionado durante toda la "cuarentena".

Este día el Secretario General Interino de la ONU, U Thant, recibió una carta de Jruschov con la comunicación de que aceptaba la proposición hecha el día anterior; por lo que en lo adelante los barcos soviéticos se mantendrían fuera del área de intercepción, aunque señalaba que esa situación no podría prolongarse.

A partir de aquella mañana se incrementaron los vuelos rasantes sobre la Isla, con lo que aumentaba el peligro de un golpe aéreo sorpresivo aprovechando esa situación. Esto fue confirmado en un comentario hecho por el asesor presidencial Theodore Sorensen: "Estos vuelos no solamente proporcionarían un mejor reconocimiento aéreo sino, a la vez, un sistema para acosar a los rusos y humillar a Castro(...) La rutina de la vigilancia aérea de la Isla, además, podría facilitarnos en un momento dado el lanzamiento de un ataque por sorpresa"(2).

Teniendo en cuenta esta circunstancia y el hecho de que los vuelos rasantes constituían una violación grosera de la soberanía del país, el Comandante en Jefe Fidel Castro tomó la decisión de impedirlos y ordenó que a partir del amanecer del 27 de octubre se abriera fuego contra todo avión enemigo que violara el espacio aéreo de Cuba. Inmediatamente se comunicó al general de ejército Pliev, jefe de la ATS, que Fidel quería reunirse con él; el propósito del encuentro era informarle la decisión del mando cubano de disparar contra los aviones en vuelo rasante al día siguiente.

A las diez de la mañana se efectuó en Washington la reunión del Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad, donde se realizaron, entre otros, los planteamientos siguientes:
Rusk:
Manifestó que el objetivo de las negociaciones que comenzaban a través de U Thant eran lograr el compromiso de que no se construirían nuevos emplazamientos en Cuba, no hubiera nuevos embarques militares adicionales, se desactivaran las armas existentes en Cuba y que la ONU inspeccionara en el terreno mediante un cuerpo de 350 inspectores técnicamente capaces. Además, los buques de guerra norteamericanos se mantendrían cerca de todos los puertos cubanos para garantizar que no hubiera desembarcos desconocidos por los inspectores. En relación con la zona libre de armas nucleares dijo que Puerto Rico y la Zona del Canal serían excluidos.

JFK:
Señaló que el plan propuesto inicialmente por Brasil en septiembre pasado no solo planteaba una zona libre de armas nucleares en América Latina, sino también la garantía de la integridad territorial de todos los estados de la región, y preguntó si podrían comprometerse a no invadir a Cuba.

Rusk:
Comentó que estamos comprometidos a no invadir a Cuba, ya que hemos firmado la Carta de la ONU.

Adlai Stevenson, embajador ante la ONU:
Predijo que los rusos nos pedirían una nueva garantía para la integridad territorial de Cuba y el desmantelamiento de los cohetes estadounidenses en Turquía.

John McCone, director de la CIA:
No estaba de acuerdo con la retirada de los cohetes de Turquía y pensaba que los inspectores que se enviaran a Cuba debían ser de los Estados Unidos, conocedores de cohetes estratégicos.
Mientras tanto, Alexandr Feklisov había invitado a almorzar a John Scally en el restaurante "Occidental". Durante la conversación de sobremesa Scally declaró que: "Todos los integrantes del Comité Ejecutivo estaban cada vez más a favor de aprobar la propuesta de los militares para invadir inmediatamente a Cuba; ellos aseguraban al Presidente que acabarían en 48 horas con los cohetes soviéticos y con el régimen de Castro".

En respuesta Feklisov declaró que el pueblo cubano, encabezado por Fidel Castro, estaba dispuesto a librar un combate muy duro y defenderían su Patria hasta la última gota de sangre. La batalla sería cruel, sangrienta y duradera. Además, en su opinión aquello dejaría las manos libres a Jruschov para asestar el golpe de respuesta en un punto vulnerable en otra región del mundo.

Scally preguntó si podría ser en Berlín Occidental y el soviético respondió que era perfectamente posible, que cuando los tanques rusos atacaran en avalancha y los aviones de asalto lo barrieran todo en su camino en vuelo rasante, podrían tomar Berlín Occidental en menos de 24 horas. Poco después se despidieron, expresando la esperanza de que los dirigentes de los dos países no permitirían el estallido de la guerra.

Cuenta Feklisov que nadie lo había autorizado a hablar en esos términos con Scally, ni a plantear la posible ocupación de Berlín Occidental como respuesta a la invasión a Cuba. Aquella misma tarde Scally telefoneó a la embajada y le pidió que se encontraran de inmediato. Cuando estuvieron frente a frente Scally le informó que cumpliendo un encargo de la "más alta autoridad", él proponía las siguientes condiciones para llegar a un arreglo en la Crisis:
1. La URSS desmontará y retirará de Cuba las rampas coheteriles bajo la supervisión de la ONU.

2. Los Estados Unidos levantarán la cuarentena.

3. Los Estados Unidos harán públicamente el compromiso de no invadir a Cuba.
Entonces le pedí que precisara el significado de la "más alta autoridad", y él dijo, recalcando cada palabra: "John Fitzgerald Kennedy, el presidente de Estados Unidos". Le aseguré que informaría inmediatamente sobre esta propuesta. ¡Así lo ha contado Alexander Feklisov muchos años después de los sucesos!(3).

Las fotos obtenidas en los vuelos a baja altura del día anterior mostraban el rápido desarrollo de los emplazamientos de cohetes de alcance medio en Cuba y, además, confirmaron la presencia de cohetes tácticos "Luna", los que podían ser equipados con cargas convencionales o nucleares; por esta causa la Junta de Jefes de Estados Mayores (JJEM) autorizó al almirante Dennison a equipar las fuerzas de invasión con sistemas portadores con capacidad nuclear, específicamente, obuses de ocho pulgadas y cohetes "Honest John", comparables a los "Luna", pero prohibió la introducción de armas nucleares en Cuba sin una aprobación ulterior. Esto solo podría hacerse si las tropas soviéticas disparaban armas nucleares tácticas para defender la Isla y si, conforme a las leyes norteamericanas, el Presidente autorizaba a responder con tales armas.

En los círculos oficiales de los Estados Unidos se consideraba que sus tropas no necesitaban armas nucleares para vencer en Cuba, dada la superioridad en armas convencionales y efectivos; por lo que teniendo en cuenta la suposición del pequeño número de tropas soviéticas en la Isla, los planificadores militares pensaban que no tendría sentido que los defensores emplearan ese tipo de armas, arriesgando así una escalada de las acciones. Se creía que, aunque esta era una "posibilidad" que se podía aceptar, no era "probable". Nadie sospechaba siquiera que el arsenal nuclear táctico en Cuba alcanzaba las 98 armas de esta clase, y que inclusive una de ellas, el cohete alado FKR, era capaz de alcanzar con esas municiones los cayos del sur de la Florida.

Esa tarde se recibió una carta de Jruschov para el Presidente. Era larga y emotiva, y resultaba evidente que había sido escrita personalmente por él. El aspecto emotivo se refería fundamentalmente a los muertos y la destrucción que acarrearía una guerra nuclear. Repetía una y otra vez que eso tenía que evitarse; ya cerca del final planteaba: "Si se dieran aseveraciones del presidente y del gobierno de los Estados Unidos, de que ese país no participará en la invasión a Cuba e impedirá a otros que realicen actos similares y si ustedes retiran su flota, esto cambiaría de inmediato(...) Entonces cesaría también la cuestión sobre el armamento, ya que si no hay amenaza el armamento es una carga para cualquier pueblo"(4).

CUANDO LA PAZ MUNDIAL PENDÍA DE UN CABELLO

La Casa Blanca también publicó una declaración amenazante sobre la continuación de la instalación de cohetes en Cuba, la que finalizaba señalando: "En resumen, no hay pruebas, hasta la fecha, que indiquen la menor intención de desmantelar estas bases de cohetes o de interrumpir el trabajo en las mismas. Por el contrario, los soviéticos siguen construyendo rápidamente sus instalaciones para los cohetes y sus rampas de lanzamiento, mientras procuran disimular sus esfuerzos a toda costa"(5).

Durante el atardecer y la noche se efectuó la reunión del Comandante Fidel Castro y el General Pliev, Jefe de la Agrupación de Tropas Soviéticas, la que se desarrolló en la Jefatura de la ATS y en presencia de los miembros del Consejo Militar de la misma. El líder cubano, después de argumentarles la causa de la decisión de hacer fuego contra los aviones en vuelo rasante a partir del amanecer del día siguiente, aprovechó para persuadir al jefe soviético de la necesidad de incorporar los radares de los grupos coheteriles antiaéreos a la guardia combativa, con el objetivo de detectar las incursiones aéreas enemigas con tiempo suficiente. Además, le sugirió insistentemente que no mantuviera los cohetes concentrados en un lugar, como una elemental medida de precaución para preservarlos de un ataque aéreo sorpresivo, pues este no tendría éxito si quedara aunque fuera un tercio de los proyectiles en buen estado. En la reunión, el jefe de la ATS mandó a buscar a distintos jefes de unidades y todos declararon que estaban listos para el combate(6). Sobre la base de la información disponible, incluida la transmitida por agentes, y el análisis de la situación que fue realizado, los mandos cubano y soviético llegaron a la conclusión de que era inminente una agresión de los Estados Unidos contra Cuba, con mayor probabilidad un golpe aéreo masivo, el que debía esperarse en las próximas 24-72 horas, es decir, entre el 27 y el 29 de octubre.

El mando soviético envió un informe a Moscú sobre la situación existente y la decisión de los cubanos de disparar contra los aviones en vuelo rasante, y solicitó instrucciones sobre la forma de actuar en las condiciones creadas, pero el Ministerio de Defensa no respondió. En este informe también se planteaba la conclusión acerca de la inminencia del ataque norteamericano.

Esa noche, en Washington, se reunieron en secreto el embajador de la URSS, Dobrinin y Robert Kennedy. Durante la conversación el diplomático soviético expresó que en Turquía había una base coheteril norteamericana y no se planteaban situaciones extremas con ella. El Fiscal General respondió que si la URSS estaba interesada en la salida de los cohetes de Turquía lo consultaría de inmediato con su hermano. Salió del salón donde se encontraban, regresó poco después y dijo que se podía examinar la cuestión de los cohetes de Turquía. El contenido de la entrevista fue informado de inmediato al Kremlin.

A las 9:30 p.m. la Jefatura de la ATS autorizó que se comenzara a trabajar con todos los equipos de comunicaciones por radio y que los radares y demás medios de los complejos coheteriles antiaéreos irradiaran al espacio; los grupos fueron puestos en régimen de preparación de seis minutos. A los jefes de unidades de la defensa antiaérea se les autorizó a abrir fuego contra los aviones que atacaran las posiciones y objetivos de las tropas. Además, con el objetivo de reducir el tiempo de preparación para la primera salva con los cohetes de alcance medio, durante esa noche y por decisión del general de ejército Pliev, las cabezas de combate nucleares fueron llevadas desde el almacén central de la Agrupación hacia las regiones de los asentamientos de campaña de los regimientos, para lo que se emplearon camiones especiales climatizados. A los regimientos coheteriles les fueron puntualizadas las misiones de combate y les entregaron las tareas de vuelo que habían sido debidamente preparadas para los cohetes; estas tareas eran capaces de garantizar que las cabezas nucleares lanzadas con cada uno de ellos describieran las trayectorias previstas desde las rampas de lanzamiento hasta los blancos seleccionados en el territorio de los Estados Unidos. No obstante, ni uno solo de los cohetes R-12 fue abastecido con combustible y oxidante, no se efectuó el acoplamiento de las cabezas de combate ni se introdujeron las tareas de vuelo. Pero de todos modos, era como si en las mismas estuvieran apresadas decenas de millones de vidas humanas e incalculables cantidades de riquezas materiales del país más poderoso del mundo, las cuales corrían el peligro de perder su cohesión y convertirse en partículas atómicas elementales disgregadas durante las próximas horas o días, si los dirigentes de las dos grandes potencias no actuaban de una forma cuerda y responsable. En realidad, a partir de ese momento el hacha de piedra estaba al doblar de la esquina.

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles

(1) Relaciones Exteriores de los Estados Unidos 1961-1963. Volumen XI... Ob. Cit., documento 75.

2 Sorensen, Theodore C.: Kennedy, el hombre, el presidente. Ediciones Grijalbo S.A., Barcelona-México, 1966, p. 1054.

(3) Operación Estratégica "Anadir" ¿Cómo fue?... Ob. Cit.

(4) Un pueblo invencible... Ob. Cit., p. 51.

(5) Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de... Ob. Cit., pp. 171-172.

(6) Castro Ruz, Fidel: Declaraciones en la Reunión Tripartita sobre la Crisis de Octubre efectuada en La Habana en 1992.


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XXII.- Moscú ofrece fórmulas incoherentes para
solucionar la Crisis, sin contar con Cuba

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

Tarde en la noche del 26 de octubre, el Comandante en Jefe Fidel Castro visitó la Embajada soviética con el objetivo de enviar un mensaje a Jruschov para darle ánimo, fortalecer sus posiciones morales y exhortarlo a que se mantuviera firme, sin errores ni vacilaciones irreparables en caso de que la guerra estallara. En la misiva comunicó al Primer Ministro soviético que la agresión contra Cuba era casi inminente dentro de las próximas 24-72 horas, y que la variante más probable era el ataque aéreo, aunque no se debía descartar la invasión. Fidel creyó conveniente comunicar su opinión de que la invasión de la Isla significaría de hecho la guerra contra la Unión Soviética, por lo que más tarde o más temprano sería asestado un golpe nuclear contra el territorio de la URSS, pues los norteamericanos no esperarían la reacción soviética y tomarían la iniciativa. Por tanto debía evitar que se repitieran los errores de la Segunda Guerra Mundial, no debía dejarse sorprender bajo ningún concepto. El dirigente cubano opinaba que la Unión Soviética no debía permitir jamás que los imperialistas pudieran descargar contra ella el primer golpe nuclear.

LA FLOTA NORTEAMERICA DESARROLLA SU “CUARENTENA” EN TORNO A CUBA

En relación con esta carta surgieron después serias incomprensiones, pues Jruschov entendió que le estaban proponiendo que asestara un golpe nuclear preventivo contra los Estados Unidos, es decir, antes de que comenzaran cualquier tipo de acciones combativas. En realidad lo que le proponían era que no se dejara sorprender después de que los norteamericanos comenzaran la agresión contra Cuba y las tropas y armas soviéticas que se encontraban en el país. Semejante confusión pudo surgir como consecuencia de alguna inexactitud en la traducción o debido a la gran tensión nerviosa que debió presionar entonces sobre los dirigentes soviéticos.

Sábado 27 de octubre

Durante los últimos días, en los Estados Unidos se había desarrollado la movilización de una gran fuerza de ataque con todos los ingredientes que se consideraban necesarios, y se habían tomado toda una serie de medidas adicionales de preparación que permitieran responder a cualquier giro que tomaran los acontecimientos. En aquellos momentos ya estaban listos para comenzar ataques aéreos y marítimos de gran envergadura si se tomaba la decisión correspondiente.

Los preparativos realizados incluían entre otros aspectos los siguientes: la agrupación naval concentrada en el Caribe contaba con alrededor de 200 buques de guerra, lidereados por varios portaaviones, decenas de destructores y embarcaciones de diferentes tipos y destinaciones; además, este día zarpaba desde la costa del Pacífico hacia el Mar Caribe una Brigada Expedicionaria de Infantería de Marina; el Comando de Defensa Antiaérea Continental tenía 183 interceptores en el sudeste de los Estados Unidos, entre ellos había 22 en alerta de cinco minutos, 72 en alerta de 15 minutos y 48 en alerta de una a tres horas; cuatro interceptores estaban constantemente en el aire, a los que se sumaban otros cinco desde una hora antes del amanecer hasta una hora después del crepúsculo; la Marina, el Cuerpo de Marines y el Comando Aéreo Táctico de la Fuerza Aérea tenían 850 aviones en conjunto en la Florida para efectuar ataques aéreos contra Cuba, y los incluidos en el OPLAN-312 (golpe aéreo sorpresivo) se mantenían en alerta de una hora, pudiendo pasar a niveles superiores de disposición si se daba la orden; a lo largo de la costa este el Ejército había entregado cuatro divisiones al Comando del Atlántico para la invasión, además de la artillería de apoyo necesaria, mientras que desde Texas se dirigían hacia el este una división blindada, una fuerza de tarea de infantería y diversas unidades de artillería; el Comando Aéreo Estratégico mantenía constantemente en el aire a 66 bombarderos estratégicos pesados B-52 con 196 municiones nucleares a bordo, los que cubrían blancos en la Unión Soviética por si estallaba la guerra nuclear general en cualquier momento, además, se mantenían en tierra en alerta de 15 minutos para el despegue 271 B-52 y 340 bombarderos medianos B-47, con un total de 1,630 municiones nucleares a bordo de los mismos; había cerca de 200 cohetes intercontinentales Atlas, Titán y Minuteman en distintos grados de preparación para el lanzamiento y cinco-seis submarinos con cohetes Polaris se mantenían en sus posiciones de combate en el Mar de Noruega.

Por su parte, en Cuba, el primer grupo de combate del regimiento de cohetes de alcance medio ubicado en Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal alcanzaba la posición de listo para el combate y tenía comprobados todos los cohetes y los equipos auxiliares de los mismos, con lo que la división coheteril estratégica estaba lista con sus 24 rampas de lanzamiento, y las cargas nucleares se encontraban en posiciones cercanas a las regiones de emplazamiento.

Este mismo día, el general de ejército Pliev recibió otro telegrama cifrado del ministro de Defensa de la URSS, en el que se repetía la prohibición categórica de emplear el arma nuclear, por su decisión, con cualquier tipo de cohete y con la aviación. ¡Así habían cambiado las concepciones sobre el empleo de este armamento durante el período transcurrido desde el inicio de la Operación hasta el punto culminante de la Crisis! Además, desde el amanecer las baterías antiaéreas cubanas comenzaron a disparar contra todos los aviones que trataron de realizar vuelos rasantes sobre el territorio de Cuba, mas los pilotos de aquellos aviones veloces y maniobrables, al percatarse de que los recibían con fuego aumentaban velocidad y altura y se retiraban hacia el mar, de forma que ninguno fue derribado por las ráfagas de los cubanos.

A las 9 de la mañana, hora de Washington, se conoció un nuevo mensaje de Jruschov para el presidente Kennedy. Esta vez se había dado a conocer públicamente a través de radio Moscú. El nuevo mensaje se diferenciaba mucho del anterior, no era largo, vago ni emotivo, al contrario, resultaba más firme y formal. Su tono era duro. Demandaba que se retiraran los cohetes estadounidenses Júpiter de Turquía a cambio de la retirada de los cohetes de Cuba, además, los norteamericanos se comprometerían a no invadir a Cuba y no permitir que otros lo hicieran, mientras que los soviéticos contraerían compromisos similares con respecto a Turquía.

A las 10 de la mañana comenzó la reunión del Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad; al iniciarla, el Presidente dio lectura al mensaje de Jruschov que había sido transmitido por radio Moscú poco antes y comentó que era una posición muy dura en comparación con la idea expuesta en el mensaje recibido la noche anterior: Pensaba también que aquella posición soviética tendría amplio apoyo en la opinión pública internacional, por lo que debían considerar hacer pública la carta precedente del Primer Ministro soviético.

El problema radicaba en que aquella proposición no era absurda, ni entrañaba un perjuicio para los Estados Unidos o sus aliados de la OTAN. Durante los últimos tiempos, el Presidente había planteado varias veces al Departamento de Estado que se llegase a un acuerdo con Turquía para retirar los Júpiter de allí, pues eran francamente anticuados y los submarinos con cohetes Polaris en el Mediterráneo serían mucho mejores militarmente. Los turcos siempre habían planteado objeciones y dificultades ante la retirada de los Júpiter y el asunto se había dejado correr en más de una ocasión. El Presidente estaba irritado ahora, pues se resistía a ordenar la retirada de aquellos cohetes bajo las amenazas de la Unión Soviética y a propuesta de ellos. Por otra parte, no quería ser empujado a una guerra catastrófica por unos proyectiles anticuados y de poca utilidad. Hizo la observación al Departamento de Estado y a todos los demás, de que el trato parecería bueno a cualquier persona razonable, que la posición de los Estados Unidos ante los ojos del mundo se había hecho sumamente vulnerable, y que había sido por culpa de ellos, de nadie más.

La cuestión se debatió ampliamente, pues la reacción de los integrantes del Comité fue contradictoria. Algunos propusieron que debían dirigirse al Gobierno turco para que este solicitara a los Estados Unidos la retirada de los cohetes, mientras que otros consideraban que no debían estar de acuerdo con lo planteado por los rusos, pues los problemas de la seguridad del Hemisferio Occidental y de Europa eran cuestiones independientes, además de que la decisión de emplazar los cohetes en Turquía no era norteamericana sino de la OTAN, por lo que la decisión contraria también debía ser de esa Organización y eso llevaría tiempo; argumentaban que primero había que regular la Crisis presente para después ocuparse de otros problemas.

También se planteó que el segundo mensaje no parecía hecho por la misma persona que el primero, e incluso se consideraba la posibilidad de que Jruschov hubiera sido dominado por los partidarios de la línea dura, si no derrocado. Entre las especulaciones más o menos fundamentadas que se hacían estaba presente la incertidumbre de si el líder soviético habría perdido o no el control de la situación, o era que estaba indeciso o tratando de presionar al presidente Kennedy. Se suponía que una forma de interpretar aquellos mensajes controvertidos era que los mismos constituían una muestra de la lucha por el poder que se desarrollaba tras bambalinas en Moscú, y surgían diversas preguntas: ¿quién mandaba en realidad en el Kremlin en aquellos momentos?, ¿habría sido sustituido Jruschov de la noche a la mañana por algún grupo de intransigentes? Si eso había sucedido, el resultado sería una tendencia indetenible hacia el enfrentamiento violento, por lo que la guerra fría parecía estar a punto de culminar en una terrible explosión, lo que estaba agravado por el hecho de que la explosión de marras podría ser termonuclear. En realidad, la explicación era mucho más sencilla: al conocerse en Moscú el contenido de la conversación de Robert Kennedy y Dobrinin, relacionada con los cohetes norteamericanos instalados en Turquía, se había redactado un segundo mensaje al presidente Kennedy, el que fue transmitido por Radio Moscú para ganar tiempo, pues se conocía que aumentaba el peligro de confrontación entre ambas potencias(1).

Durante la discusión se supo que el Gobierno turco acababa de hacer una declaración de prensa diciendo que la propuesta rusa sobre los Júpiter era inconcebible, con lo que se iba a pique la esperanza de convencerlos para que ellos mismos solicitaran a los norteamericanos la retirada de las desgraciadas antiguallas de la discordia. Entonces el Presidente planteó que si los cohetes en Cuba elevaban apreciablemente la capacidad de golpe nuclear de los soviéticos, negociarlos por los de Turquía era muy ventajoso, pero en esos momentos corrían el riesgo de ir a una guerra de incalculables consecuencias en Cuba, y posiblemente en Berlín, por culpa de unos proyectiles anticuados y de poco valor militar. Sería difícil recibir apoyo para dar un golpe aéreo contra Cuba pudiendo hacer un buen negocio si aceptaban el cambio propuesto. Estarían en una posición muy mala si aparecían atacando a Cuba para mantener cohetes inútiles en Turquía. Planteó de todos modos que los norteamericanos no podían proponer la retirada de los Júpiter en aquellos momentos, pero los turcos sí podrían solicitarlo, por lo que se les debía informar claramente acerca del tremendo peligro en que vivirían durante la próxima semana, ante la elevada probabilidad de que si ellos atacaban a Cuba los soviéticos respondieran atacando a Turquía.

Años más tarde, se supo que el Presidente Kennedy había estado a punto de aceptar el trueque de los cohetes de Turquía por los de Cuba, en medio de la Crisis. Esto se conoció por revelaciones que hizo McGeorge Bundy en 1987, durante la Conferencia que celebraron los norteamericanos en Hawk’s Key para analizar los sucesos de 1962. Bundy dijo que "el 27 de octubre el Presidente ordenó a Dean Rusk que hablara con Andrew Cordier, entonces presidente de la Universidad de Columbia y durante muchos años alto funcionario de la ONU, para que entregara a U Thant el texto de una declaración y propusiera, como si fuera de su propia iniciativa, el canje de los proyectiles. La declaración se pondría en manos del Secretario General de la ONU cuando Kennedy lo decidiera, y nunca lo hizo"(2).

Por su parte, la reacción del comandante Fidel Castro fue muy crítica, cuando conoció por Radio Moscú la proposición del trueque de cohetes hecha por Jruschov, y así se lo hizo saber al Embajador soviético, Alexander Alexeiev.

Moscú estaba ofreciendo fórmulas para solucionar la Crisis, pero fórmulas incoherentes, mientras que el tercer país comprometido ignoraba lo que sucedía. Siguiendo un razonamiento lógico, era muy difícil suponer que la URSS rindiera sus posiciones por promesas de escaso valor y, sobre todo, sin consultar con Cuba. Las posiciones de Jruschov durante los primeros días de la Crisis fueron firmes y consecuentes; esa actitud no se conjugaba con la inesperada proposición relacionada con los cohetes de Cuba y Turquía. Analizando objetivamente las cartas intercambiadas entre Moscú y Washington hay que llegar a la conclusión de que la URSS actuó con vacilaciones y que los Estados Unidos mantuvieron en todo momento una posición de fuerza y de amenazas contra Cuba y contra la URSS(3).

Al final de la reunión, Robert Kennedy expresó su preocupación sobre la posición en que quedarían los norteamericanos si después de estar hablando con los rusos durante muchos días, los cubanos se negaban a permitir la inspección de la ONU para garantizar que los cohetes existentes en Cuba fueran realmente inoperantes. La respuesta fue que entonces podrían decidir atacar las bases de los proyectiles para garantizarlo.

En definitiva, la Casa Blanca hizo una declaración que fue el reflejo de las opiniones vertidas por los círculos de orientación más agresiva en la administración norteamericana; en esa declaración los últimos mensajes de Moscú fueron calificados como inconsecuentes y contradictorios uno con otro, además, se ratificaba una vez más la exigencia de la suspensión inmediata de los trabajos que se realizaban en los emplazamientos en Cuba, la inutilización de las armas y su retirada del territorio.

Los participantes en aquella reunión del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional no lo sabían aún, pero durante el desarrollo de la misma se había producido un hecho trágico y de impredecibles consecuencias en el espacio aéreo de la Isla...

CUANDO EL CABELLO DEL QUE PENDÍA LA PAZ MUNDIAL PERDIÓ LA MITAD DE SU ESPESOR

Tengo en las manos un libro y desde una de sus páginas me observa un hombre joven, de pelo corto, rostro regular de facciones agradables, en el que se aprecian unos ojos que parecen claros, aunque la foto es en blanco y negro. El autor del libro era Robert Kennedy y su título Trece días. El nombre del hombre de la fotografía: Rudolf Anderson, Jr., su profesión: piloto militar, su destino: derribado en cumplimiento de misión sobre Cuba el 27 de octubre de 1962.

Al igual que el "Marucia" fue el único barco abordado e inspeccionado durante una "cuarentena" que había comenzado con la pretensión de no dejar pasar hacia Cuba ningún barco sin que fuera registrado, el mayor Rudolf Anderson fue el único caído durante un conflicto que pudo arrastrar a la fosa a decenas o centenares de millones de seres humanos, e incluso a toda la Humanidad, en el criterio de muchos especialistas.

El mayor Anderson era piloto de aviones U-2, destinados para la exploración fotográfica a gran altura, y había realizado más de diez misiones sobre Cuba durante las últimas dos semanas.

Aquella fatídica mañana un avión U-2 ingresó al espacio aéreo de la Isla pasadas las 8 de la mañana y comenzó a realizar un vuelo de reconocimiento a lo largo de la misma, pasando sobre los objetivos importantes conocidos, fundamentalmente los emplazamientos de los cohetes soviéticos de alcance medio, y fue derribado con cohetes antiaéreos cuando estaba a punto de concluir la tarea encomendada. ¿Por qué y por decisión de quién fue derribado el U-2? Sobre esto se han propagado distintas versiones a lo largo de los años, comenzando de que había sido derribado por las baterías antiaéreas cubanas, y pasaban por la afirmación de que el propio comandante Fidel Castro oprimió personalmente el botón que disparó el cohete y terminando en que unos generales soviéticos dieron la orden de derribarlo.

Para el autor es imprescindible aportar una nueva versión de los hechos, que nunca ha sido publicada.

En primer lugar: ¿por qué fue derribado? No había necesidad militar de hacerlo, como no fuera la de disminuir la probabilidad de que nos sorprendieran en algún momento con el inicio de un golpe aéreo sorpresivo, aprovechando la rutina de los vuelos a baja altura; desde este punto de vista era un disparate y una locura permitir que continuaran los vuelos rasantes; por otra parte, la Isla había sido tan fotografiada desde el aire durante las últimas dos semanas que poco importaban algunas fotos más o menos, máxime que durante las últimas horas no se habían producido maniobras de importancia para cambiar de lugar las unidades principales ni nada por el estilo. Los vuelos continuaban diariamente para mantener el control de la marcha de los trabajos en los emplazamientos de los cohetes y del ensamblaje de los IL-28, además de verificar que el resto de las unidades continuaban en sus posiciones y tratar de detectar algo nuevo para actualizar los planes elaborados para el golpe aéreo sorpresivo. Seguramente ya los analistas de fotografía aérea de la CIA tenían hasta el control de los lugares en que vivían las mujeres más bonitas de la Isla.

Pero los sobrevuelos constantes tenían otros objetivos, según los generales del Pentágono: mantener la presión militar sobre soviéticos y cubanos, humillar a estos últimos y desmoralizarlos a todos. En realidad fallaban en lo de los efectos desmoralizantes, pues en realidad tenían un efecto indignante, por no decir otra cosa mucho más gráfica, sobre los defensores de Cuba, cubanos y soviéticos. Todos estaban llenos de irritación y de coraje por la demostración de prepotencia de los yanquis con sus vuelos a baja altura, la que muchas veces era tan baja que al ladearse un poco los aviones nos permitían apreciar perfectamente los cascos de vuelo anaranjados de los pilotos estadounidenses, y hasta se percibían sus rostros en ocasiones; picaban sobre las unidades como si fueran a bombardearlas y hasta pedían instrucciones para hacerlo en texto claro por sus medios de comunicaciones. Todo el mundo estaba loco por derribarlos de alguna forma, pero había orden de no disparar; no obstante, si hubiera sido posible hacerlo con piedras no hubiera sido Anderson la única víctima.

Pero por sobre todas las cosas estaba la cuestión de principios, pues todos aquellos vuelos eran violaciones flagrantes de nuestro espacio aéreo, por lo que teníamos todo el derecho del mundo para derribarlos. Cuando supimos en las trincheras la orden de advertencia del Comandante en Jefe de que a partir del día siguiente no admitiríamos los vuelos y les dispararíamos, todos estaban expectantes; muchos decían que al día siguiente no volarían de mansa paloma, pues a la todopoderosa CIA llegaría seguramente la información de la orden impartida, mas no fue así, parece que no eran tan ácidos como los pintaban.

El sábado por la mañana los aviones que hacían los vuelos rasantes se aparecieron "paseando" igual que siempre, y aunque les tiraron en muchos lugares, pudieron escabullirse sin complicaciones. Con los cañones antiaéreos y las ametralladoras que tenían las unidades cubanas había que tirar camiones y camiones cargados de proyectiles para derribar uno de aquellos veloces aparatos, y, además, no continuaron volando durante el resto del día. Sin embargo, el avión U-2, que ni se veía debido a la altura a que volaba, ni tan siquiera se oía el ruido de su motor, fue el que pagó los platos rotos. Cuando en las trincheras nos enteramos de lo sucedido, aquello fue una explosión de júbilo.

¿Quién dio la orden de derribarlo? Los proyectiles de nuestras ametralladoras más potentes no alcanzaban ni la altura de tres kilómetros, mientras que los cañones antiaéreos de 100 mm, los que enviaban la bola más alto, no pasaban de los diez, pero el U-2 volaba en alturas de alrededor de veinte kilómetros, y los cohetes antiaéreos, únicos que podían alcanzarlos, solo estaban en manos de los soviéticos. Así que lo que se plantea en algunas obras y relatos sobre los sucesos de octubre de 1962, de que durante años los norteamericanos pensaron que ese avión había sido derribado por los cubanos, no se lo creen ni los autores de los mismos. Para los estadounidenses siempre estuvo perfectamente claro que lo habían hecho los soviéticos. En la conocida entrevista con María Shriver, en 1992, que hemos citado varias veces, el comandante Fidel Castro expresó al respecto lo siguiente:
"Lo más probable es que en la atmósfera que se crea, cuando nuestras baterías antiaéreas disparan contra todos los aviones en vuelo rasante, la orden de disparar contra el U-2 se originó en la orden dada a nuestras fuerzas antiaéreas. Si se me pregunta quién tiene la responsabilidad no vacilo en decir que fue nuestra. No se podía permitir que continuaran los vuelos rasantes, era un disparate y una locura, porque nadie sabía en qué momento podía empezar el fuego y las desventajas militares en ese caso eran tremendas.

"Pienso que nunca se debió dejar volar los aviones U-2, siempre se debió haber disparado contra ellos, y estuve de acuerdo en que se disparara contra el U-2. Podía lamentar la muerte de un piloto, pero la acción me pareció correcta".
(*) Teniente coronel ® y fundador de las Tropas Coheteriles.

(1) Diez Acosta, Tomás: Peligros y principios... Ob. Cit., p. 168.

(2) Lechuga, Carlos: En el ojo de la tormenta... Ob. Cit., pp. 94-95.

(3) Ídem, 136-137.


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XXIII.- Controversia sobre la orden que derribó al U-2

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

Una variante tan absurda como la de que el propio comandante Fidel Castro había lanzado los cohetes contra el avión U-2 no requiere perder tiempo en desmentirla, aunque a él no le faltaran deseos de hacerlo. Sin embargo, analicemos también este planteamiento. En primer lugar, sería algo insólito que el Primer Ministro del país se dedicara personalmente a semejante actividad. Mas como los políticos y militares norteamericanos lo tildaban de loco, irresponsable y otros muchos epítetos, supongamos que hubiese querido hacerlo, pues son inimaginables los vericuetos que puede tener la psiquis humana.

LOS RESTOS DEL AVIÓN ESPÍA U-2, DERRIBADO EN BANES, HOLGUÍN, EN 1962

La presencia del Comandante en un grupo coheteril antiaéreo para participar en aquella acción pudo ser coordinada con el mando soviético. Ahora bien, ¿a dónde hubiera ido el Primer Ministro? Lógicamente, se hubiera dirigido al grupo emplazado en El Mariel o al de Bahía Honda, los más cercanos a los regimientos de cohetes de alcance medio que se encontraban en la región de Santa Cruz de los Pinos-San Cristóbal-Candelaria, por donde era más probable que volara el U-2. Pero es que el avión fue derribado en la provincia de Oriente, por el grupo emplazado cerca de Banes; un lugar en el que difícilmente se hubiera pensado para que el Comandante Fidel Castro se dirigiera a esperar en sus supuestas funciones de cazador. Además de que durante los días de la Crisis no salió de la región occidental del país. Por lo que resulta perfectamente desechable esta tonta y malintencionada versión de los sucesos.

También se planteó que la acción había sido ordenada por el alto mando soviético. Sin embargo, resulta impensable que la orden la hubiera dado el general de ejército Pliev, pues este era un hombre de gran experiencia y muy disciplinado. Máxime sabiendo él perfectamente que lo ordenado por Moscú era no dispararles a los aviones norteamericanos. También es ilógico pensar que la orden la hubiera dado Jruschov, a no ser que quisiera que las cosas se pusieran mucho peores de lo que estaban, lo que no era así, evidentemente.

Llegamos a la variante de que la orden fue dada por algún general de la Agrupación de Tropas Soviéticas (ATS) que se encontraba en Cuba. Se han mencionado tres nombres: teniente general Gueorgui Voronkov, en aquel momento coronel y jefe de la división coheteril antiaérea que defendía la parte oriental de la Isla, a la que estaba subordinado el grupo coheteril que derribó el avión; mayor general Leonid Garbuz, quien entonces ostentaba ese grado militar y era sustituto del jefe de la ATS para la Preparación Combativa; y coronel general Stepan Grechko, entonces teniente general y sustituto del jefe de la ATS para la Defensa Antiaérea. Es necesario señalar que los dos primeros no fueron mencionados por otros como autores de la orden, sino que ellos mismos se atribuyeron su autoría en entrevistas que concedieron o relatos que publicaron años más tarde.

En primer lugar hay que señalar algo común para los tres. Todos eran altos oficiales de un ejército disciplinado, por lo que resulta difícil de imaginar que pudieran violar las órdenes de sus superiores de no actuar contra los aviones norteamericanos, máxime si estos eran tan superiores que radicaban en Moscú, lo que equivalía a decir Nikita Jruschov, Secretario General del Partido Comunista y Primer Ministro del Gobierno. Y seguramente conocían, principalmente los dos últimos debido a los cargos que desempeñaban, que el general Pliev había pedido autorización para disparar a Moscú y se lo prohibieron o recibió la callada por respuesta. También hay que tener en cuenta que las declaraciones o relatos de los dos generales fueron hechos quince o más años después de los acontecimientos.

En una entrevista publicada en 1989, el general Voronkov declaró lo siguiente: "Los aviones yanquis sobrevolaban el cielo cubano a diferentes alturas. Hasta el 26 de octubre no se autorizó la salida al aire de nuestros radares (...) Yo era del criterio de que así no se podía continuar. Los norteamericanos se sentían con derecho a todo. El 27 me informan que un avión espía U-2 está cruzando el espacio aéreo de la Isla y vuela sobre posiciones cercanas. Luego lo hace por encima de dos pequeñas unidades bajo mi mando, y al acercarse a una tercera, ¡ahí mismo di la orden combativa! ¡Con el primer proyectil lo derribamos"!(1).

La división coheteril subordinada al general Voronkov tenía doce grupos emplazados al este del límite Caibarién-Trinidad, y el que derribó al U-2 fue el emplazado en Banes, el último a la derecha por la costa norte. Si el avión volaba desde occidente hacia oriente, antes de llegar al grupo de Banes tenía que haber pasado por las zonas de destrucción de cuatro grupos de la división subordinada a Voronkov, por lo menos, antes de ser derribado, no sobre dos, como dijo el general en la entrevista; pero además surge una pregunta: ¿si él fue quien decidió derribarlo, porqué esperó a hacerlo con el último grupo, antes de que abandonara el territorio?, hubiera sido más lógico darle la orden a una unidad anterior, para tener reserva por si el que recibiera la orden fallaba.

Examinemos ahora los aspectos principales de lo relatado por el general Garbuz: "Llegué al puesto de mando de la Agrupación en la mañana del 27 de octubre. Allí se encontraba el sustituto del comandante para la Defensa Antiaérea, teniente general Stepan Grechko, quien ese día era oficial de guardia superior. El general me dijo: ‘Hace más de una hora da vueltas sobre nosotros un ‘visitante’. Considero que es necesario derribarlo, ya que puede descubrir nuestras posiciones en toda la profundidad y dentro de varias horas esos datos se conocerán en Washington’. Decidimos comunicarnos con el general Pliev, pero no estaba en el estado mayor. En aquellos momentos el oficial de guardia informó que el U-2 variaba el curso de vuelo; al llegar a Guantánamo había girado hacia el norte, era evidente que se marchaba después de cumplir su misión combativa (...) El general Grechko intentó comunicarse varias veces con el comandante de la Agrupación, pero no pudimos localizarlo en aquellos minutos decisivos, y no era posible establecer comunicación con Moscú en un plazo breve (...) Después de algunas reflexiones Grechko exclamó: ‘Bueno, pues respondamos juntos’. Al puesto de mando de la defensa antiaérea llegó la orden de destruir el blanco número 33, el avión U-2 (...) Los coheteros cumplieron la orden sin tardanza (...) El primer cohete solo averió la máquina, e incluso el piloto logró abrir la cubierta de la cabina, pero el segundo proyectil fue fatal (...) La decisión de interrumpir el vuelo fue dictada por la necesidad operativa. No se podía permitir que en los Estados Unidos recibieran la información sobre la dislocación y las cantidades de armamento y técnica de combate que poseían las tropas soviéticas y cubanas, y en primer lugar los datos sobre las posiciones de lanzamiento de los cohetes de alcance medio y de los antiaéreos"(2).

Analicemos ahora algunos puntos débiles de este relato. En la mañana del 27 de octubre las unidades se encontraban en completa disposición combativa desde hacía cinco días, se esperaba un ataque inminente del enemigo y todo el sistema de la defensa antiaérea había sido activado por primera vez desde la noche anterior; además, el U-2 estuvo volando sobre Cuba durante más de hora y media. Por mi propia experiencia del servicio conozco que en tales circunstancias los jefes se encuentran permanentemente en el puesto de mando del nivel correspondiente o están en lugares donde pueden ser localizados de inmediato. De otra forma no puede suceder en las condiciones del combate moderno, donde las acciones se desarrollan con gran rapidez y es necesario adoptar decisiones de mucha responsabilidad. Además, estos dos generales estaban en el puesto de mando del general de ejército Pliev, por lo que resulta inconcebible que este no pudiera ser localizado tras múltiples intentos y durante más de una hora, a no ser que el general de ejército fuera tremendo irresponsable, lo que es muy poco probable.

Si el U-2 voló desde la provincia de Pinar del Río hasta la de Oriente, pasando sobre los puntos fundamentales de importancia militar, debe haber atravesado las zonas de destrucción de no menos de quince grupos coheteriles, entonces: por qué esperaron hasta que llegara a Guantánamo y girara hacia el norte para destruirlo con el último grupo coheteril que quedaba en su recorrido; además de que después de pasar sobre Guantánamo podía haber seguido recto, sin girar allí hacia el norte, con lo que los hubiera dejado con un palmo de narices y se hubiera retirado tranquilamente con toda su "valiosísima" información, que "no podía llegar a los Estados Unidos", según el relato del general Garbuz; además de que también pudo girar al norte en Guantánamo y continuar vuelo sin pasar sobre el grupo de Banes.

Por la forma del relato da la impresión de que aquel era el primer vuelo de un U-2 sobre Cuba y no se podía dejar que escapara con toda la información recogida sobre las unidades soviéticas y cubanas; pero no era así, desde hacía dos semanas esos aviones volaban diariamente sobre la Isla, con frecuencia varias veces al día, por lo que todo lo que ese vuelo pudo fotografiar ya había sido fotografiado más de una vez, es decir, no constituía una información nueva, de primera mano e importancia decisiva, que lo revelaría todo en Washington. También podría alegarse que el sistema de defensa antiaérea solo se había activado la noche anterior, debido a lo cual los generales desconocían sobre los vuelos precedentes de los U-2, por lo que se horrorizaron con aquel. Eso sería por lo menos dudoso; recuérdese que el día 18 el general Pliev le había informado al general Gribkov, cuando este llegó a Cuba procedente de la URSS, acerca de la continuación de los vuelos de esas naves de exploración, por lo que sería muy difícil que no lo supieran dos de sus sustitutos, especialmente el general Grechko que era el jefe de toda la defensa antiaérea de la Agrupación. Pero aceptemos que no lo supieran porque no habían sido informados sobre ello y no podían ver ni oír a los U-2, sin embargo, desde el 23 de octubre el país era peinado diariamente por los vuelos rasantes de los norteamericanos, y para darse cuenta de eso no había ni que salir de los locales de trabajo, pues el aullido de los motores a reacción era tremendo y todo se estremecía prácticamente cuando pasaban. Los generales debían saber que aquellos aviones que volaban a baja altura también llevaban cámaras y lo fotografiaban todo, por lo que el mayor Anderson con su vuelo no tendría la exclusiva.

Entonces, ¿quién ordenó derribar el U-2? Sencillo: ningún gran jefe tomó la decisión, el pequeño jefe del grupo emplazado en Banes, mayor Ivan Minovich Guerchenov, localizó el avión, lo comunicó al puesto de mando de su regimiento y pidió autorización para derribarlo, le contestaron que habían solicitado el permiso al mando superior, que esperara; en eso se dijo que perdió temporalmente la comunicaciones y, basándose en lo que planteaba el reglamento de combate, que estaba vigente en aquellos momentos en las Tropas Coheteriles Antiaéreas soviéticas, referente a que al perder las comunicaciones en una situación combativa el jefe del grupo tomaba las decisiones de forma autónoma, tomó su decisión y la puso en práctica, derribando al violador del espacio aéreo cubano que estaba realizando una labor ilegal de espionaje.

El autor de esta obra, varios meses más tarde, en mayo de 1963, fue uno de los cubanos que ingresaron voluntariamente en las Fuerzas Armadas Revolucionarias, respondiendo al llamado hecho por el comandante Fidel Castro, para que personal con el nivel de preparación necesario asimilara la compleja técnica y armamento que los soviéticos entregaron después de la Crisis. Durante los meses que estuvieron en las unidades asimilando la técnica, los mismos soviéticos relataron en múltiples ocasiones, a los fundadores cubanos de las Tropas Coheteriles Antiaéreas, la forma en que había sido derribado el U-2. En la actualidad no existen documentos que describan en detalle cómo se produjeron los hechos aquella mañana, pues los informes que deben haber sido confeccionados al respecto nunca fueron publicados por los soviéticos. Solo hay varios relatos muy generales y superficiales en que algunos de los participantes describen a grandes rasgos lo sucedido, los que están en correspondencia con la versión de que la decisión de derribar el avión fue tomada por generales pertenecientes a la Agrupación de Tropas Soviéticas en Cuba. Ahora bien, en base a la experiencia, ¿cómo debe haberse desarrollado la acción?

Si el avión llegó a Guantánamo y giró hacia el norte, debe haberse aproximado hasta allí volando sobre la parte sur de la antigua provincia de Oriente. Antes de llegar al grupo de Banes pudo ser derribado por otros dos grupos por lo menos, de los emplazados en aquella región. Es seguro que durante todo el vuelo sobre la Isla solicitaron autorización para derribarlo no menos de diez jefes de grupos, pero ningún otro perdió las comunicaciones en el momento preciso ni tuvo la audacia y los... pantalones del mayor Guerchenov. También es seguro que todos ellos daban cualquier cosa por liquidar al espía.

La técnica de la unidad había sido debidamente comprobada desde la noche anterior, cuando habían autorizado por primera vez a que los radares de los grupos coheteriles antiaéreos irradiaran al espacio. Durante la noche había llovido varias veces, por lo que las trincheras y algunos refugios estaban inundados. A media mañana el radar P-12 del grupo se encontraba conectado y realizaba la exploración del espacio aéreo circundante. En esos momentos llovía a cántaros en la zona donde estaba emplazado el grupo coheteril antiaéreo. El jefe del radar comunica que aparece un blanco que es dictado por el radiocircuito de aviso y por sus características de vuelo se aprecia como avión de exploración del tipo U-2.

Cuando el blanco está a 45 kilómetros, el jefe de Grupo ordena: destruirlo, con dos cohetes contra el blanco, empleando el método de conducción de semipredicción, con diez segundos entre el primer lanzamiento y el segundo. De pronto, se escucha un estampido seco, como el producido por un martillazo sobre una mesa de madera, y al instante se oye el rugido ensordecedor del motor del cohete que lo hace saltar vertiginosamente hacia delante. El motor es tan potente que aquella masa de dos toneladas supera en pocos metros la velocidad del sonido y se aleja velozmente bajo la intensa lluvia, perseguida por una llamarada anaranjada de unos 30 metros de largo.

Diez segundos después es lanzado el segundo cohete. El blanco es destruido. Eran las 10:17 de la mañana y continuaba lloviendo a cántaros.

Hay que decir que el mayor Anderson debió ser un militar disciplinado, pues toda la zona estaba cubierta por una espesa capa de nubes, por lo que las cámaras del U-2 solamente fotografiaron allí la superficie superior de aquel manto, y la misión del mayor no estaba relacionada, precisamente, con las investigaciones meteorológicas; sin embargo, Anderson cumplió su plan de vuelo hasta el final. Eso le costó la vida.

Mientras tanto, el acribillado avión U-2, con el cuerpo de Anderson gravemente herido o muerto en sus entrañas metálicas ha comenzado una gran caída de 21 kilómetros, aunque todavía planea algo y continúa avanzando por inercia; poco a poco comienza a desviarse hacia la izquierda de la trayectoria hasta que la parte fundamental del cuerpo del avión cae cerca del poblado Vega III junto a un camino y no lejos de un platanal, mientras que una de sus alas se había desprendido poco antes y cayó en las inmediaciones del poblado y el empenaje de cola, que también se separó del cuerpo, se sumergió en las aguas de la Bahía de Banes.

Cinco años más tarde, el autor se encontraba en Minsk, capital de la República de Bielorrusia, en la antigua Unión Soviética; allí era jefe de un grupo de varias decenas de cubanos que estudiaban ingeniería en la Escuela Superior de Ingeniería Coheteril Antiaérea, ubicada a nueve kilómetros de la ciudad. Meses antes, el ya mayor general Voronkov había sido designado segundo jefe de la Escuela. En una cena dedicada a la celebración de una fiesta nacional cubana, el general Voronkov y el autor estuvieron sentados a la misma mesa, y después de comer y beber convenientemente cayeron en el tema del derribo del U-2 en Cuba. El general señaló una de las órdenes de la Estrella Roja que llevaba prendidas en la chaqueta y dijo que se la habían dado por el U-2, e interrogado sobre si era verdad que el jefe del grupo había tirado por su propia decisión, respondió que sí, pero que no había hecho más que interpretar el sentir de todos los oficiales. Después manifestó, medio en broma y medio en serio, que cuando recibió la información de que Ivan Guerchenov había derribado el avión, le ordenó al jefe de cuadros de la división que preparara una orden de condecoración para Ivan y otra orden de arresto, y que las tuviera a mano, pues todo dependería de las circunstancias. Así sucedió, el mayor Guerchenov fue enviado inicialmente al estado mayor del regimiento, en Victoria de Las Tunas, donde estuvo retenido varios días, y cuando se le dio una connotación positiva al derribo del U-2, regresó a su unidad, donde terminó el cumplimiento de la misión internacionalista; en ese lapso de tiempo fue condecorado y ascendido al grado de teniente coronel. En el momento en que sosteníamos esta conversación aún faltaban 22 años para la entrevista citada anteriormente, en la que el general se atribuyó la impartición de la orden para derribar el avión. Además, a inicios de la década de los noventa Herman Wainshtok Rivas, coronel jubilado de las Fuerzas Armadas cubanas, se encontró en Moscú con el teniente general retirado Voronkov, a quien le habían amputado una pierna por motivos de salud y se dirigía a Cuba para descansar por un corto periodo, y en la conversación que sostuvieron, el general admitió nuevamente que el U-2 había sido derribado por decisión personal del jefe del grupo coheteril antiaéreo emplazado en las cercanías de Banes, al perderse temporalmente las comunicaciones con el regimiento.

Ahora bien, es necesario señalar que a los integrantes de la primera unidad militar cubana que llegó al grupo coheteril antiaéreo de Banes para asimilar la técnica junto con los soviéticos, algunos de ellos les manifestaron que en la mañana del 27 de octubre de 1962 no se habían perdido las comunicaciones con el regimiento en ningún momento, que aquella solo fue una excusa empleada por el mayor Guerchenov para derribar al U-2. Uno de los que lo afirmaba era el jefe de la estación de radio del grupo, y este debía saber bien lo que decía.

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles.

(1) Estrada Juárez, Adela: El general que dio la orden de ¡fuego! Periódico Bastión. La Habana, Cuba, 30 de marzo de 1989, p. 4.

(2) Al borde del abismo... Ob. Cit., pp. 200-201.


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XXIV.- ¿Por qué, después de todo, no atacamos
a Cuba mañana lunes?

RUBÉN G. JIMÉNEZ GÓMEZ (*)

La dirección cubana, y después todo el pueblo, recibió con enorme entusiasmo la noticia de que había sido derribado uno de los aviones que violaban descaradamente el espacio aéreo del país. Por primera vez en un largo periodo de tiempo, la aviación norteamericana, que se "paseaba" impunemente por el cielo de Cuba, había recibido una respuesta digna y una lección.

FUERZAS NORTEAMERICANAS INTERCEPTAN PARA LA INSPECCIÓN A UN BUQUE SOVIÉTICO

A las 4 de la tarde de aquel sábado 27 de octubre de 1962, se efectuó en Washington una nueva reunión del Comité Ejecutivo del Consejo Nacional de Seguridad. Aunque hacía más de cinco horas que los restos del U-2 yacían en tierra cubana, todavía en la capital de los Estados Unidos no sabían nada. Cualquiera diría que tenían algunas deficiencias en el flujo de la información.

Al inicio de la reunión se comunicó que uno de los aviones U-2, con base en Alaska, había sobrevolado una pequeña parte del territorio soviético de la región del Pacífico accidentalmente, por un error de navegación, cuando tomaba muestras del aire para juzgar sobre las pruebas nucleares realizadas por los rusos; los cazas soviéticos habían despegado, pero el U-2 se retiró rápidamente. Se analizó que los soviéticos armarían un escándalo, pero no podrían interpretar aquello como la preparación para un ataque de los norteamericanos. Estuvieron debatiendo qué hacer con la proposición soviética sobre los cohetes de Turquía y si resultaba conveniente convocar a una reunión del Consejo de la OTAN. Cuando estaban en medio de la reunión, cayó la bomba de que un U-2 había sido derribado en Cuba con cohetes antiaéreos y el piloto estaba muerto.

Los integrantes de la Junta de Jefes de Estados Mayores, que se encontraban presentes, argumentaron ardientemente a favor de que el lunes 29, dos días más tarde, fuera asestado el golpe aéreo masivo sorpresivo contra Cuba y que se iniciara la invasión siete días después, otros planteaban que debían ejecutar la respuesta que habían previsto para este caso, es decir, el ataque al grupo coheteril que hubiera derribado la nave. McNamara dijo que en esa situación debían estar listos para asestar el golpe aéreo y que la invasión se había hecho casi inevitable. Que si los soviéticos atacaban Turquía, la respuesta debía ser en el área de la OTAN, y lo mínimo sería atacar por mar y aire a la Flota soviética del Mar Negro.

El Presidente preguntó: "¿Cómo podemos enviar mañana los U-2 a esa zona, si no eliminamos previamente todas las bases de cohetes antiaéreos?". Y agregó: "Ahora estamos en un juego de pelota completamente nuevo".

Al principio hubo casi unanimidad en la opinión de que debían atacar por la mañana y destruir las bases de los cohetes antiaéreos. El Presidente estaba informado de que esas armas en Cuba eran operadas y controladas por soviéticos y consideraba el ataque al U-2 como una escalada por su parte, pero, en definitiva, tuvo la serenidad y sangre fría necesarias para postergar la represalia inmediata, y planteó: "No es el primer paso el que me preocupa, sino que ambos bandos escalemos el cuarto y el quinto peldaños..., y no digo el sexto, porque probablemente no quedará nadie vivo para hacerlo. Debemos tener presente que estamos emprendiendo un camino muy peligroso".(1)

Finalmente, decidieron enviar a Jruschov una carta respondiendo a la recibida el día 26, obviando la transmitida por Radio Moscú aquella mañana con la proposición relacionada con los cohetes de Turquía. Actuar como si ese mensaje no hubiera existido y esperar la respuesta del líder soviético, antes de emprender algo drástico e irreparable. Robert Kennedy y Theodore Sorensen confeccionaron la carta y la sometieron a todo el grupo, después el Presidente la estudió, la retocó, la hizo pasar a máquina y la firmó. Fue transmitida al atardecer.

El contenido fundamental del mensaje era: "Si he leído bien su carta, los elementos básicos de sus proposiciones —que en general me parecen aceptables—son los siguientes:
"1. Se avendrán ustedes a retirar estos sistemas de armamento de Cuba, bajo la adecuada observación e inspección por la ONU, y se comprometerán, con las debidas garantías, a no introducir, en lo sucesivo, armamento de esta clase en Cuba.

"2. Por nuestra parte nos comprometemos (...): a) a levantar rápidamente el bloqueo actualmente establecido; b) a dar garantías de que Cuba no será invadida. Confío en que las otras naciones del Hemisferio Occidental estarán dispuestas a hacer lo mismo.

"Si da Usted instrucciones parecidas a su representante, no veo ninguna razón que nos impida completar este arreglo y anunciarlo al mundo dentro de un par de días".
(2)
Al anochecer, el Presidente encargó a su hermano Robert que se encontrara con el Embajador de la URSS, Dobrinin, y le entregara una copia del último mensaje enviado al Gobierno soviético; además, debía comunicarle un ultimátum verbal para su transmisión inmediata a Jruschov. La esencia del ultimátum consistía en que si los cohetes no eran retirados inmediatamente de Cuba, los Estados Unidos se verían obligados a iniciar las acciones combativas no más tarde de los primeros días de la semana siguiente, es decir, el 29 o 30 de octubre próximo. En pocas palabras, si los rusos no liquidaban sus bases coheteriles en Cuba, entonces los propios norteamericanos lo harían. Robert Kennedy pidió que transmitieran que el Presidente estaba sometido a una presión cada vez más fuerte por los militares. El presidente hacía todo lo posible por evitar la guerra, pero con cada hora aumentaba el peligro de una catástrofe militar. Era muy necesaria una respuesta positiva, lo más rápido posible, a la proposición presentada.

Durante la conversación, el Embajador insistió reiteradamente en la retirada de los cohetes estadounidenses de Turquía si los equivalentes soviéticos eran sacados de Cuba. Sus argumentos estaban basados en el principio de igual seguridad y eran convincentes. Después de consultar por teléfono con la Casa Blanca, Robert Kennedy declaró que el Presidente lo aceptaba con las condiciones siguientes: en primer lugar, los Júpiter se desmantelarían de tres a cinco meses después de la retirada de los cohetes soviéticos de Cuba; en segundo lugar, ese acuerdo se mantendría en estricto secreto y no se incluiría en el texto oficial sobre el cese de la Crisis.(3)

A las 9:00 p.m. se efectuó la tercera reunión del Comité Ejecutivo en el día. Durante su realización, McNamara planteó la movilización de 24 escuadrillas de aviones de transporte de la reserva, lo que incluía 14,000 efectivos y 300 aviones adicionales para el transporte de tropas; eso era necesario para la invasión. Dijo también que la movilización de 100 barcos de transporte debía comenzar al día siguiente, con el objetivo de tener suficientes buques disponibles para la invasión. El Presidente aprobó las propuestas y dijo que si los aviones de reconocimiento eran atacados mañana, los emplazamientos de cohetes antiaéreos existentes en Cuba serían eliminados mediante un golpe aéreo. Todavía había esperanza, pero dependía de que Jruschov cambiara su línea de acción en pocas horas. Lo más probable era un próximo choque militar.

UNA "SOLUCIÓN" NO SATISFACTORIA

Domingo 28 de octubre.

Como se ha sabido posteriormente, en la noche del 27 al 28 de octubre de 1962, en Moscú no durmieron muchos de los integrantes del Presidium del Comité Central, ni de los dirigentes principales de los Ministerios de Defensa y de Relaciones Exteriores. En la casa de campo gubernamental, en Ogariovo, era examinada la proposición del Presidente de los Estados Unidos sobre la retirada de los cohetes soviéticos de Cuba a cambio de la garantía de no invadir el país; también se tenían en cuenta las informaciones transmitidas desde Cuba por Fidel Castro y por los militares soviéticos acerca de la inminencia del ataque norteamericano.

Una y otra vez fueron escuchados los mariscales y generales invitados, así como los colaboradores del Ministerio de Relaciones Exteriores... Hasta que se tomó la decisión. Teniendo en cuenta la urgencia del momento se decidió no esperar por la lentitud del cifrado y los métodos normales para enviar los mensajes, sino transmitir la carta de Jruschov a Kennedy en texto claro por Radio Moscú. El Secretario del Comité Central del Partido, Ilichov, cumplió las funciones de "mensajero"; en cuanto llegó a las instalaciones de la radio moscovita, el locutor interrumpió la transmisión normal y comenzó la lectura de la carta.

De nuevo el Gobierno soviético cometía un error durante la Crisis, el texto ya se estaba haciendo público y no había sido concertado con el Gobierno cubano, cuyos integrantes lo conocieron mediante aquella transmisión radial.

El contenido fundamental de la carta era que: "Veo con respeto y confianza la declaración, expuesta en su mensaje del 27 de octubre de 1962, de que no se cometerá un ataque contra Cuba, de que no habrá invasión (...) Entonces los motivos que nos impulsaron a prestar ayuda de ese carácter a Cuba desaparecen. Por eso hemos dado instrucciones a nuestros oficiales (...) de adoptar las medidas correspondientes para que cese la construcción de los mencionados objetivos, para su desmontaje y devolución a la Unión Soviética".(4)

Esta noticia fue recibida con júbilo en Washington, especialmente después de la tensión experimentada durante las últimas horas y días. Mas no todos compartían aquellos sentimientos. Algunos de los integrantes de la Junta de Jefes de Estado Mayor continuaron insistiendo en la necesidad de la acción militar, afirmando que no se podía creer en los rusos ni en Castro y había que llevar el asunto hasta el final, liquidando el incómodo régimen de la Isla. Opinaban que, en cierto modo, habían sido traicionados, perdiendo la oportunidad que ya veían al alcance de la mano. Cuando se supo la noticia, durante la reunión del Comité Ejecutivo el almirante George Anderson, jefe de operaciones navales, exclamó en voz alta que ellos, los norteamericanos, "habían perdido la partida", y con visible indignación preguntó a los presentes: "¿Por qué, después de todo, no atacamos a Cuba mañana lunes?"(5), opinión que fue secundada por el general Curtis LeMay, jefe de la Fuerza Aérea.

Mientras tanto, cuando la dirección cubana supo del acuerdo manifestó su inconformidad, pues la garantía de la palabra del Presidente norteamericano tenía muy poco valor para ellos, como había demostrado la historia de los últimos años. Por eso, en la tarde de aquel domingo el comandante Fidel Castro planteó sus conocidos "Cinco Puntos", manifestando que: "No existirían las garantías de que hablaba Kennedy, si, además de la eliminación del bloqueo naval que prometía, no se adoptaban las medidas siguientes:
"1. Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económicas que ejercen los Estados Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.

"2. Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, infiltración de espías y sabotajes, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de los Estados Unidos y de algunos países cómplices.

"3. Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en Estados Unidos y en Puerto Rico.

"4. Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.

"5. Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por Estados Unidos"
.(6)
¿Qué solicitaba el dirigente cubano con esos planteamientos? ¿Acaso pedía un pedazo de la luna o algo inconcebible, imposible de otorgar a nadie? ¡No! Eran cuestiones sencillas y sobre bases decorosas, que podían constituir las justas aspiraciones de cualquiera de los ciento y tantos países del mundo, incluidos los propios Estados Unidos, eran derechos elementales. ¡Qué mal estaban la justicia y la equidad en el mundo, cuando alguien tenía que hacer aquellas demandas! Los gobernantes norteamericanos no quisieron ni oír hablar de los Cinco Puntos, considerándolos como un programa inalcanzable en aquel momento. Y cabría preguntarse: ¿por qué?, ¿por qué el pueblo cubano no podía aspirar por el momento al cese del bloqueo económico, a que terminaran las actividades subversivas, el sabotaje y los ataques piratas, entre otras cosas? ¿Es que acaso eran privilegios de los que no gozaba ningún otro pueblo del mundo? Pero es más, ¿por qué se mantienen esas condiciones anormales para Cuba todavía, 50 años después? El bloqueo sigue en pie y considerablemente robustecido, Guantánamo sigue ocupado por los yankis, continúan las actividades subversivas, etc.

Sin embargo, en la opinión de Jruschov, expresada en sus Memorias: "La importancia principal de la Crisis del Caribe radica en que esta prácticamente bendijo la existencia de la Cuba socialista. Aseguramos la existencia de Cuba socialista durante dos años más, mientras Kennedy estuviera en la Casa Blanca, y teníamos la impresión de que sería elegido para un segundo mandato. O sea, cuatro años más. Seis años en total (...) Instalamos los cohetes para prevenir la amenaza de invadir a Cuba y luego los retiramos, después de obtener la promesa de no invasión por el Presidente de los Estados Unidos (...) Retiramos los cohetes únicamente después de haber logrado ese acuerdo, y considero que la decisión fue muy buena, el precio que pagamos fue bajo. Los gobernantes de los países capitalistas todo lo valoran en dólares, y si analizamos el asunto sobre esas bases, resulta que la operación fue provechosa. Nuestros gastos fueron solamente por concepto de transportación de los medios técnicos militares y de varios miles de soldados. Eso fue lo que costó garantizar la independencia de Cuba (...) Estoy orgulloso de ello. Fue una decisión correcta".(7)

Años después, el Comandante en Jefe Fidel Castro planteó en una entrevista: "En la forma en que la Crisis se solucionó nos dejaron aquí todo: nos dejaron el bloqueo, nos dejaron la guerra sucia, nos dejaron la Base de Guantánamo, nos dejaron los ataques piratas (...) Nosotros fuimos los que menos ganamos con el tipo de solución que se dio a la Crisis.

"La fórmula correcta hubiera sido: estamos dispuestos a retirar los proyectiles si Estados Unidos da garantías satisfactorias a Cuba.

"Nadie hubiera estado dispuesto a ir a una guerra nuclear por cosas intrascendentes para Estados Unidos y para el mundo, y que, en cambio, sí tenían mucha importancia para Cuba"
.(8)

En definitiva, se había evitado la guerra, pero no se había obtenido la paz..., por lo menos en lo que a Cuba y su pueblo respecta.

Terminaba así la etapa más candente de la Crisis.

EPÍLOGO

La fase abierta de la Crisis tenía en aquellos momentos siete días de vida. La "cuarentena" estaba implantada desde hacía cinco días... Cualquiera podía pensar que la partida estaba en punto de mate. Mas si lo pensaba se equivocaba de medio a medio: la Crisis, es verdad que con menores intensidad y peligro, subsistió aún durante 23 días. Aunque casi no se pueda creer.

El propio 28 de octubre, a las tres de la tarde, el jefe de la Agrupación de Tropas Soviéticas en Cuba, general de ejército Pliev, comunicó al jefe de la división coheteril estratégica, mayor general Statsenko, la Directiva No. 7665 del Ministro de Defensa de la URSS, en la que se exigía desmontar las posiciones de lanzamiento y trasladar la división a la URSS con sus medios y efectivos.

El 29 de octubre comenzaron el desmantelamiento de los emplazamientos y el 31 los trabajos habían finalizado. El día 30 partió de regreso a la URSS la motonave "Alexandrovsk", llevando de vuelta las cabezas de combate nucleares de los cohetes de alcance intermedio R-14. Comenzaba entonces un prolongado litigio motivado por la exigencia de los norteamericanos de que fueran retirados también los bombarderos ligeros IL-28; vendrían nuevas amenazas y tensiones que se prolongarían durante otras tres semanas. Durante este periodo, exigieron también la verificación in situ del desmantelamiento y salida de los cohetes, con pretensiones de rebuscar en cuevas y otros lugares para convencerse de que no quedaban escondidos algunos de los proyectiles. Esas ilusiones se estrellaron contra la actitud firme y digna de los dirigentes cubanos, que no permitieron ninguna inspección del territorio nacional. En definitiva, por otra concesión más de los soviéticos la salida de los cohetes fue verificada en el mar, fuera de las aguas jurisdiccionales de Cuba, y Jruschov afirmó varias veces por escrito que todas las cargas nucleares ya habían sido retiradas: no estaba bien informado o era una mentira más, pues estas permanecieron en Cuba hasta el 1º de diciembre de 1962, casi dos semanas después de ser suspendida la "cuarentena" y liquidada la Crisis, fecha en que partieron de regreso en la motonave "Arjanguelsk"(9), después de permanecer durante 59 días en condiciones tropicales.

Los cohetes se retiraron del trópico entre el 5 y el 9 de noviembre. Durante aquel periodo tuve que pasar dos tragos amargos. El primero fue cuando conocimos en las trincheras la noticia de que los soviéticos se llevaban los cohetes. No fui de los que lloraron en aquellos momentos, aunque algunos lo hicieron. Mas no lloraron por miedo, sino por el profundo disgusto que todos teníamos por lo que considerábamos una traición y una cobardía de los soviéticos en esos difíciles momentos. Los amigos se iban con sus armas y los enemigos se quedaban, aunque juraran por Dios y todos los santos que no nos invadirían, es decir, a cambio de la retirada de los cohetes solo afirmaban que no cometerían un terrible delito internacional, no violarían la Carta de la ONU ni a las once mil vírgenes.

Después del 28 de octubre el Batallón Universitario fue trasladado para la costa, a defender un sector entre Quiebra Hacha y Mariel, donde apuré el segundo trago amargo de aquellos días, cuando observamos la partida de algunos de los barcos en cuyas cubiertas se apreciaban a simple vista los cohetes, para que fueran contados por los estadounidenses desde barcos de guerra, aviones y helicópteros.

El 5 de noviembre fue confeccionado por la CIA un documento titulado: "Problemas que afrontaremos en Cuba en el futuro", el cual reflejaba el sentir de una parte de los integrantes de la Administración norteamericana. Entre otros "problemas" señalaba los siguientes:
—Castro se mantendrá en el poder (...) Mantendrá su organización política cohesionada. Será más violento que en el pasado.

—Militarmente será más fuerte. Recientemente ha recibido vastas cantidades de armamento (...) Por lo tanto, tiene más para su propia defensa y para entregar a los grupos insurgentes por todo el Hemisferio.

—Tendrá capacidad naval y aérea contra América Central y la franja norte de América Latina.

—Al mantener los cohetes antiaéreos, tendrá un escudo contra la inspección aérea, por lo que podrá acordar con los soviéticos la reintroducción de los cohetes de alcance medio e intermedio con una seguridad razonable.
En los primeros días de noviembre, los restos del mayor Rudolf Anderson fueron devueltos a los Estados Unidos y entregados a sus familiares. Tengo entendido que el presidente Kennedy escribió personalmente una carta de condolencia a su viuda; ese fue un gesto noble y encomiable. No obstante, las esposas, madres e hijos de los más de 150 cubanos muertos cuando la invasión de Bahía de Cochinos aún esperaban por un gesto similar. Además, los familiares de las víctimas que perecieron como consecuencia de sabotajes, diversas actividades terroristas, ataques piratas o asesinados por las bandas contrarrevolucionarias organizadas y amamantadas por distintos gobiernos norteamericanos durante los últimos 53 años, aún esperan por gestos similares de cualquiera de los presidentes norteamericanos posteriores a 1959.

En definitiva, la "cuarentena" fue levantada y la situación se normalizó el 20 de noviembre de 1962, cuando Jruschov comunicó que los bombarderos ligeros IL-28 serían retirados también. Ese día regresamos al edificio de becados para continuar nuestros estudios en la Universidad de La Habana. Mas, aunque parezca increíble, los norteamericanos no llegaron a formalizar su compromiso de no invadir a Cuba en ningún documento oficial de la ONU ni de nadie, la cosa quedó a nivel verbal, de palabra, vaya, de las que se lleva el viento. La no ejecución de la tantas veces pronosticada invasión, se ha debido a la unidad de la gran mayoría del pueblo cubano, a su cohesión en torno a sus líderes, a su preparación combativa y decisión de luchar hasta las últimas consecuencias, al prestigio internacional y la popularidad y respeto de que goza la Revolución Cubana, así como al hecho de que sus dirigentes nunca han facilitado el pretexto para la realización de una agresión.

(*) Teniente coronel (r) y fundador de las Tropas Coheteriles

(1) Kennedy, Robert: Trece días (La crisis de...) Ob. Cit, pp. 95-96.

(2) Idem, p. 100.

(3) Operación Estratégica "Anadir" ¿Cómo fue?... Ob. Cit.

(4) Un pueblo invencible... Ob. Cit., p. 61.

(5) Schlesinger, Arthur M.: Robert Kennedy and his Times. Ballantine Books, 1978, p. 565.

(6) Diez Acosta, Tomás: Peligros y principios... Ob. Cit., p. 170.

(7) Operación Estratégica "Anadir" ¿Cómo fue?... Ob. Cit.

(8) Shriver, María: Misiles en el Caribe... Ob. Cit.

(9) Al borde del abismo nuclear... Ob. Cit. p.


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Octubre de 1962: a un paso del holocausto
Tomado de Granma

I.- En defensa de los principios

***

II.- No creemos en simples promesas de no agresión de Estados Unidos

***

III.- Lo que más ha dolido a los ocupantes de la Casa Blanca ha sido la sobrevivencia de la Revolución Cubana



I.- En defensa de los principios
TOMÁS DIEZ ACOSTA (*)
El día 28 de octubre de 1962 la dirección cubana, también a través de Radio Moscú, conoció la carta de Jruschov a Kennedy, en la que disponía la retirada de los cohetes de Cuba. Horas después, Fidel recibió un breve mensaje del dirigente soviético, quien recomendaba a los cubanos que no se dejaran llevar por los sentimientos.(1) De igual forma, solicitaba que pospusieran la orden de disparar contra los vuelos rasantes, a fin de evitar que un nuevo incidente pudiera, en el último minuto, frustrar los acuerdos con Kennedy y prevaleciera en Estados Unidos la insensatez de los guerreristas.

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CONVERSACIONES ENTRE FIDEL Y ANASTAS MIKOYÁN. PARTICIPARON RAÚL, OSVALDO DORTICÓS, EMILIO ARAGONÉS Y CARLOS RAFAEL RODRÍGUEZ. POR LA PARTE SOVIÉTICA EL EMBAJADOR ALEXIEV.

La repercusión que tuvo en Cuba la concertación de esos acuerdos fue descrita por Fidel al comentar: "(...) cuando llegaron esas noticias aquí ...produjeron una gran indignación, porque nos veíamos convertidos en una especie de objeto de cambio; no sólo veíamos una decisión inconsulta, una serie de pasos que se habían dado sin informarnos, porque se pudo informar sobre el mensaje del 26 y ...del 27... Y nosotros, nos enteramos por radio que el día 28 se ha producido un acuerdo. (...) La reacción del pueblo fue de profunda indignación, no fue de alivio..."(2)

Los argumentos de Jruschov de que, ante la gravedad de la situación, no había tiempo para consultar, no convenció a los cubanos. El problema creado fue algo más profundo que un mal procedimiento; pudiera aceptarse el supuesto de la "falta de tiempo". Sin embargo, lo inaceptable fue que Jruschov, al redactar el mensaje a Kennedy, no considerara la participación cubana en las negociaciones. "La simple solución —dijo Fidel— de que se retiraran los proyectiles, porque Estados Unidos da su palabra de que no van a agredir es incongruente con todos los pasos que se han dado y es incongruente con una situación en nuestro país que debía de ser superada. Porque bastaba que Nikita hubiera dicho, estamos de acuerdo en retirar los proyectiles si se dan garantías satisfactorias para Cuba."(3)

Pero además, la respuesta de Jruschov podía implicar que el Gobierno norteamericano hiciera nuevas exigencias, como fue el caso de la pretensión de verificar in situ la retirada de los cohetes y la salida de otras armas, arrogándose derechos que exclusivamente corresponden a Cuba, en flagrante violación de su soberanía.

En la tarde de aquel día 28, Fidel Castro comunicó la posición de Cuba en una declaración pública, donde se expresaba: "...que no existirían las garantías de que hablaba Kennedy, si, además de la eliminación del bloqueo naval que prometía, no se adoptaban las medidas siguientes:

"PRIMERO.- Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económicas que ejercen los Estados Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.

"SEGUNDO.- Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, filtración de espías y saboteadores, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de Estados Unidos y de algunos países cómplices.

"TERCERO.- Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en Estados Unidos y en Puerto Rico.

"CUARTO.- Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.

"QUINTO.- Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por Estados Unidos.
"(4)

La posición de Cuba quedaba bien definida, pues si se quería encontrar una verdadera solución a las tensiones y problemas, era necesario que fueran concedidas estas garantías. Eran cinco puntos bien concretos y sobre bases decorosas. Los gobernantes norteamericanos no quisieron considerarlos, pues los calificaron como un programa inalcanzable en aquel momento y, al mismo tiempo, exigieron la inspección del territorio cubano, como forma de verificación del compromiso soviético.

Ahora bien, ¿por qué se consideraron los "cinco puntos" como un programa inalcanzable? ¿Acaso las demandas de Cuba no eran absolutamente justas y se fundamentaban en derechos indiscutibles? El cese del bloqueo económico y de las medidas de presión comercial, formuladas por Cuba, constituían una necesidad, pues fueron ingredientes que agravaron la situación que desembocó en la crisis. Además, ¿eran exigencias imposibles, el cese de las acciones subversivas y encubiertas, así como los ataques piratas y las violaciones del espacio aéreo y naval que Estados Unidos venía realizando contra la Revolución hasta ese momento? La petición del Gobierno cubano era simplemente que no se cometieran esas fechorías y actos ilegales contra su país.

Y, como última demanda, estaba la retirada de la Base Naval de Guantánamo y la devolución del territorio cubano ocupado, ¿tenía lógica esa justa petición, en aquella coyuntura? Sí, porque sencillamente era absurdo que se pidiera la retirada de armas amigas y se dejara, en ese territorio, una base enemiga. Nadie, absolutamente nadie, en ningún lugar del mundo discutiría ese derecho inalienable del pueblo cubano.

El programa de los "cinco puntos"recibió un gran apoyo popular, pues los cubanos poseían una amarga y larga experiencia de la falta de sinceridad del Gobierno de Estados Unidos. Las violaciones reiteradas del derecho internacional por parte de las administraciones norteamericanas, la agresión económica, la infiltración de grupos de saboteadores, de armas, municiones y otros avituallamientos en distintos puntos del país para fomentar los focos contrarrevolucionarios, así como los ataques piratas más recientes a las costas cubanas, hacían imperiosa la exigencia a la Casa Blanca de algo más que palabras.

El propio día 28, Fidel redactó un mensaje de respuesta a Jruschov para hacerle saber la posición del Gobierno cubano y aclarar el por qué de la orden de disparar contra los vuelos rasantes, expresándole que el mando soviético en Cuba le podrá brindar informes adicionales del derribo del avión. Le dijo, además, que estaba de acuerdo en evitar un incidente en estos precisos instantes, que pudiera ocasionar un gran daño a las negociaciones y que daría instrucciones para que las baterías antiaéreas cubanas no dispararan, pero solo mientras duraran las negociaciones, y sin revocar la declaración publicada ayer sobre la decisión de defender el espacio aéreo, con lo cual se mostraba su disposición de no obstaculizar los pasos dados por los soviéticos, a pesar de su desacuerdo con las bases en que fueron concertados, y reafirmaba las posiciones de principios respecto a no permitir la inspección del territorio cubano.(5)

Los hechos le daban la razón a Fidel. En la tarde de ese día 28, cuatro funcionarios del Departamento de Estado viajaban a Nueva York con el propósito de persuadir a U Thant para que ordenara una inmediata inspección de las bases coheteriles en Cuba, pues la verificación en el terreno había sido aprobada por los soviéticos. El Secretario General de las Naciones Unidas no aprobó tal petición, pues excedía las atribuciones que tenía.

Dos días después, el día 30, se recibió en Cuba la respuesta de Jruschov a Fidel, que intentaba explicar los acontecimientos que precedieron a los compromisos del día 28 de octubre. El dirigente soviético arguyó que otra postura habría significado un holocausto mundial y la pérdida de la Revolución Cubana, en un marcado empeño por justificar su conducta. Además, utilizó como argumento para tomar esa decisión de retirar los cohetes el haber recibido anteriormente varios mensajes desde Cuba, "unos más alarmantes que otros", y astutamente, dijo que el cable de Fidel del 27 de octubre, había sido para él un elemento de intercambio de parecer entre ambos Gobiernos y preguntó: "¿Acaso no fue esta la consulta de su parte con nosotros?". Como si fuera poco, Jruschov censuró al líder cubano porque, según él, le había propuesto que fueran ellos los primeros en asestar el golpe nuclear contra el territorio enemigo. Por último, alegó que con las negociaciones se había conseguido el objetivo planteado al enviar los cohetes, pues se había logrado arrancar de Estados Unidos el compromiso de no invadir a Cuba y de no permitirlo a sus aliados latinoamericanos.(6)

Fidel no tardó en responder. El 31 de octubre envió un mensaje, en el cual reafirmaba los puntos de vista de la dirección cubana. "Nosotros sabíamos —expresó— que habríamos de ser exterminados, como insinúa en su carta, caso de estallar la guerra termonuclear. Sin embargo, no por eso le pedimos que retiraran los proyectiles, no por eso le pedimos que cediera. ¿Cree acaso que deseábamos esa guerra? Pero, ¿cómo evitarla si la invasión llegaba a producirse? Se trataba precisamente de que este hecho era posible, de que el imperialismo bloqueaba toda solución y sus exigencias eran desde nuestro punto de vista imposibles de aceptar por la URSS y por Cuba." Respecto a la alusión que Jruschov hizo de que Fidel le sugirió dar un primer golpe nuclear, se le responde que nunca se planteó en esos términos "...porque eso sería algo más que incorrecto, sería inmoral e indigno de mi parte...". Más adelante, le señala: "...que una vez desatada la agresión, no debe concederse a los agresores el privilegio de decidir..." Asimismo le reafirma: "Cada cual tiene sus propias opiniones y yo sostengo las mías acerca de la peligrosidad de los círculos agresivos del Pentágono y su tendencia al golpe preventivo". Y finaliza Fidel su mensaje: "No veo cómo puede afirmarse que fuimos consultados de la decisión tomada por usted. (...) No son unos cuantos..., sino muchos los cubanos que en este momento viven instantes de indecible amargura y tristeza."(7)

Esta discrepancia fue ventilada por la dirección cubana de manera directa con los soviéticos, evitando afectar las relaciones de amistad existentes entre ambos pueblos; por ello, a raíz de todo lo sucedido, Fidel, al dirigirse públicamente a la nación, el 1ro. de noviembre de 1962, explicó que en esos momentos en que se han producido disgustos por esos malentendidos o discrepancias, era bueno recordar "...que en cada uno de los momentos difíciles que hemos tenido..., frente a cada zarpazo yanqui, a la agresión económica, a la suspensión de la cuota azucarera, a la supresión de los envíos de petróleo a nuestro país, frente a cada una de las agresiones, ...ha estado la mano amiga de la Unión Soviética ahí, junto a nosotros. Y nosotros somos agradecidos..."(8)

PROCESO NEGOCIADOR HASTA EL CESE DEL BLOQUEO NAVAL

El lunes 29, en Naciones Unidas, la delegación soviética anunció la designación del viceministro de Relaciones Exteriores, Vasili Vasilievich Kuznetzov, para encabezar las negociaciones con Estados Unidos. Otra noticia dada a conocer fue que el Secretario General Interino, partiría el martes 30 hacia La Habana, aceptando la invitación del Gobierno Revolucionario para discutir directamente el problema. U Thant llegó, acompañado de los subsecretarios Omar Loufti y Hernane Tavares de Sa, y el consejero militar, brigadier general Indarjit Rickhye. Las conversaciones comenzaron de inmediato y se prolongaron hasta el día siguiente. Por la parte cubana participaron el primer ministro Fidel Castro Ruz; el presidente de la República, Osvaldo Dorticós Torrado; el ministro de Relaciones Exteriores, Raúl Roa García, y Carlos Lechuga Hevia, quien había sido nombrado representante cubano ante las Naciones Unidas.

U Thant explicó las gestiones desarrolladas por él y las propuestas hechas por los norteamericanos y soviéticos para verificar la salida de los cohetes; al respecto explicó que Estados Unidos deseaba instrumentar un dispositivo de las Naciones Unidas capaz de asegurar el desmantelamiento de las instalaciones de cohetes y su retirada, así como la no entrada en Cuba de este tipo de armamentos; para ello propuso que un avión —con tripulantes de Cuba, Estados Unidos y la Unión Soviética—, verificaran todo esto, durante varias semanas. Sobre la propuesta soviética dijo, que permitirían la inspección de sus barcos por una comisión de la Cruz Roja Internacional. U Thant afirmó que él no tenía ninguna competencia para asociarse a estas iniciativas hasta tanto el Gobierno cubano no diera su consentimiento. Asimismo, hizo saber la disposición de los países No Alineados de brindar su ayuda.(9)

Fidel le preguntó ¿qué derecho tenía Estados Unidos para exigir esas condiciones de verificación? U Thant le respondió que no tenían ese derecho, pues una cosa como esa solo podría hacerse con la aceptación de su Gobierno. A continuación, el líder cubano le argumentó las garantías que Cuba exigía, basadas en los cinco puntos que, de tenerlos en cuenta en el proceso negociador, conducirían a lograr una verdadera paz en el área. También manifestó las razones de principios que fundamentaban su negativa a dicha verificación, afirmando: "¡Si los Estados Unidos lo que pretenden (...) es humillar a nuestro país, no lo conseguirán!"(10)

Las razones para no permitir la inspección se basaban en primer lugar, en que el país no estaba en disposición de sacrificar sus derechos soberanos, menos aún cuando la potencia que exigía esas condiciones quería inmiscuirse en sus asuntos internos y, en este caso, era un intento de decidir qué tipo de armas Cuba tenía derecho a poseer. En segundo término, se trataba de una exigencia desde posiciones de fuerza, ante la cual no se cedería jamás. Y, por último, estaba la lógica de que si los soviéticos y las Naciones Unidas, en su conjunto, apreciaban el valor del compromiso público hecho por Estados Unidos de no atacar a Cuba, ¿por qué entonces dudaba el Gobierno norteamericano de que la URSS retirara los proyectiles, imponiéndole la garantía adicional de inspeccionar a Cuba?

Durante el segundo día de conversaciones, Cuba mantuvo sus puntos de vista y advirtió del peligro de las violaciones del espacio aéreo cubano, enfatizando que era indispensable que estas cesaran. A su vez, U Thant expuso sus puntos de vista sobre lo que estaba sucediendo: "Mis colegas y yo opinamos, y así se lo hice saber a Estados Unidos, que el bloqueo era ilegal; que ningún Estado puede admitir un bloqueo no ya sólo militar, ni siquiera económico. (...) También les dije que era ilegal e inadmisible el reconocimiento aéreo que se estaba haciendo sobre Cuba. Estas tres cosas, bloqueo económico, bloqueo militar y reconocimiento aéreo, son ilegales (...)". Asimismo, el Secretario General comentó a los dirigentes cubanos que en sus entrevistas con los representantes de Estados Unidos les había afirmado que: "(...) si ellos hacían algo drástico, entonces no solamente lo reportaría al Consejo de Seguridad, sino que acusaría a los Estados Unidos en el Consejo de Seguridad; y que aunque Estados Unidos tiene los votos y el veto, sin embargo, puede haber una sanción moral".(11) U Thant solicitó por razones humanitarias la devolución del cadáver del piloto norteamericano, a lo cual el Gobierno cubano accedió inmediatamente.(12)

A su regreso a Nueva York, U Thant expresó que sus conversaciones con las autoridades cubanas habían sido fructíferas e informó tener evidencias confiables del desmantelamiento de las instalaciones de cohetes, y de que se tomaban las disposiciones necesarias para su retirada hacia la URSS. Esta última afirmación estaba fundamentada en los encuentros efectuados en la embajada soviética en La Habana, donde le aseguraron que el 1ro. de noviembre los cohetes serían desmantelados y enviados a los puertos de embarque.

Desde el 31 de octubre, de acuerdo con el compromiso contraído por la URSS, se había iniciado la retirada de los cohetes de alcance medio, sin ningún tipo de obstáculo por parte de Cuba. La actitud soviética y cubana contrastaba con la asumida por la administración norteamericana, que mantenía el bloqueo naval y aumentaba los vuelos rasantes sobre Cuba.

El viceprimer ministro de la URSS, Anastas I. Mikoyán fue enviado a Cuba con el objetivo de discutir las discrepancias surgidas entre Moscú y La Habana. Antes de llegar, hizo una breve escala en Nueva York, donde conversó con Vasili V. Kuznetsov, jefe de la delegación soviética en Naciones Unidas y con U Thant. Además, intercambió opiniones con los representantes norteamericanos, Stevenson y McCloy, designados por Kennedy para efectuar las negociaciones con los delegados de la Unión Soviética. Estos insistieron en la inspección del desmantelamiento de las instalaciones de cohetes en Cuba e insinuaron nuevas exigencias.

Mientras, U Thant aseguraba en Nueva York a la prensa que las perspectivas cubanas para una paz en la región parecían buenas para todos los interesados y planteó que no convocaría al Consejo de Seguridad hasta tanto no hubiera un acuerdo entre las partes. En Washington, el presidente Kennedy continuaba insistiendo en la inspección internacional de las bases de cohetes, antes de certificar, en Naciones Unidas, que Moscú había cumplido sus compromisos. La administración norteamericana trataba de ignorar a Cuba y no quiso entrar en contacto con ella para discutir las cuestiones que le concernían directamente, tal actitud entorpecía el proceso negociador.

Anastas I. Mikoyán arribó a La Habana en horas de la tarde del viernes 2 de noviembre, su estancia en Cuba se extendería por espacio de tres semanas.(13) En la mañana del día 4, se iniciaron las conversaciones, que no serían nada fáciles para Mikoyán, ya que por muy fuertes que fueran sus argumentos en cuanto a la necesidad de retirar precipitadamente los cohetes, no iba a ser sencillo poder explicar esa decisión unilateral sin haber consultado con Cuba, la principal interesada y participante en los acontecimientos. El primer aspecto discutido fue el referido a la verificación de la retirada de los cohetes por una comisión internacional. Al respecto, el dirigente soviético propuso diferentes variantes, pero en su esencia no cambiaban su propósito. Fidel argumentó la posición de Cuba al oponerse a esa inspección, pues el fin que perseguía Estados Unidos con ello era violar los derechos soberanos del país.

Mikoyán, entonces, planteó la idea de admitir la inspección de los barcos, a lo cual Fidel respondió que eso era asunto de la Unión Soviética, mientras no se hiciera en las aguas territoriales cubanas; señaló, además, que la actitud de Cuba no era un capricho, pues si accedía ante esa pretensión, los norteamericanos exigirían nuevas concesiones. Por momentos Mikoyán prometió que no se permitiría la imposición de nuevas condiciones, como era el caso de la exigencia de la retirada de los IL-28. Pero después, tuvo que explicar que se había accedido a ello, lo que sin lugar a dudas fue muy embarazoso para él. Sin embargo, se hicieron esfuerzos por ambas partes para superar los escollos y no hacer más tensas las relaciones.

(*) Doctor en Ciencias Históricas e investigador del Instituto de Historia.

(1) Jruschov, Nikita S. Mensaje a Fidel fechado el 28 de octubre de 1962. Publicado por el periódico Granma el 23 de noviembre de 1990.

(2) Fidel Castro Ruz. Conferencia Tripartita de La Habana sobre la Crisis de Octubre de 1962. Doc. Cit.

(3) Ibídem.

(4) Noticias de Hoy. Miércoles 31 de octubre de 1962, p.10

(5) Fidel Castro Ruz. Mensaje a Jruschov fechado el 28 de octubre de 1962. Publicado por el periódico Granma el 23 de noviembre de 1990.

(6) Nikita S. Jruschov. Mensaje a Fidel fechado el 30 de octubre de 1962. Publicado por el periódico Granma el 23 de noviembre de 1990.

(7) Fidel Castro Ruz. Mensaje a Jruschov fechado el 31 de octubre de 1962. Publicado por el periódico Granma el 23 de noviembre de 1990.

(8) Fidel Castro Ruz. Informe al pueblo de Cuba sobre las conversaciones con el Secretario General de la ONU. Obra Revolucionaria No.32. Editora Nacional de Cuba. La Habana, 2 de noviembre de 1962.

(9) Actas de las conversaciones del Gobierno de la República de Cuba con el Secretario General de la ONU. El martes 30 de octubre de 1962. Archivos del IHC, Fondo de la Crisis de Octubre.

(10) Ibídem

(11) Actas de las conversaciones del Gobierno de la República de Cuba con el Secretario General de la ONU. El miércoles 31 de octubre de 1962. Archivos del IHC, Fondo de la Crisis de Octubre.

(12) El domingo 4 de noviembre fue enviado a Estados Unidos el cadáver del piloto del U-2, Rudolph Anderson. El brigadier Indarjit Rickhye acompañó el cuerpo de Anderson hasta ser entregado a sus familiares.

(13) A. Anastas I. Mikoyán a su llegada le sorprendió la noticia del fallecimiento de su esposa, en aquellas circunstancias decidió enviar a su hijo Serguei, quien los acompañaba en calidad de secretario, a la URSS, y continuar las conversaciones con las autoridades cubanas.
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II.- No creemos en simples promesas de no agresión de Estados Unidos
TOMÁS DIEZ ACOSTA (*)
El martes 6 de noviembre de 1962, el gobierno de Estados Unidos, convencido de que se habían desmantelado los cohetes y después de aceptar la propuesta de la URSS de verificación en alta mar de los buques soviéticos que los transportaban, planteó oficialmente una nueva exigencia, la retirada de los IL-28, convertidos de pronto en arma "ofensiva", como solución de la crisis. Asimismo, el Departamento de Defensa norteamericano informaba el cierre del tráfico en el Canal de Panamá para permitir el paso de 17 naves de guerra, que incluían portaaviones, destructores y submarinos, los cuales se unirían a las fuerzas desplegadas en el Caribe, en un intento por aumentar la tensión y presionar a Cuba.

FIDEL COMPARTE CON LOS COMBATIENTES EN LAS TRINCHERAS DURANTE LA CRISIS

El día 7, la delegación de Estados Unidos en las Naciones Unidas anunció el acuerdo con la URSS para la comprobación visual de la retirada de los cohetes y la inspección, por parte de la Cruz Roja Internacional, de los barcos mercantes soviéticos que se dirigían hacia Cuba. No obstante, esto aún no complacía a Washington, que sostenía que una verificación adecuada tenía que realizarse in situ y exigía la retirada de los IL-28. Esta posición la mantuvo como palanca de presión política para, en un momento dado, justificar el incumplimiento de sus compromisos.

En la sede de las Naciones Unidas continuaba el proceso negociador. El jueves 8 de noviembre, U Thant se entrevistó por separado con Lechuga y Kuznezov para ventilar principalmente la nueva demanda de Estados Unidos respecto al retiro de los IL-28. Posteriormente, delegados norteamericanos y soviéticos celebraron un encuentro con el mismo tema, el cual se prolongó alrededor de cuatro horas, sin llegar a ningún acuerdo. Los norteamericanos insistían en que los IL-28 eran "armas ofensivas" y, por tanto, debían ser retirados, según lo convenido entre Jruschov y Kennedy. Los soviéticos afirmaban que eran naves anticuadas y no ofrecían ningún peligro para Estados Unidos.

El lunes 12 de noviembre fue presentado ante la televisión cubana, el jefe de un grupo de misiones especiales de la CIA, Miguel A. Orozco Crespo, capturado en la finca Malas Aguas, en Viñales, cuando preparaba un sangriento sabotaje contra la Mina de Cobre de Matahambre y la Planta de Sulfo-Metales de Santa Lucía. De haberse consumado este hecho, hubiera costado la vida a centenares de trabajadores de esas instalaciones.(1)

Entretanto, un anuncio oficial de la administración norteamericana informaba que se había verificado en los buques soviéticos la retirada de los 42 cohetes que estuvieron instalados en Cuba. Disipada la histeria de los misiles, Estados Unidos se proponía aumentar la presión para obtener la segunda exigencia. El lunes 12 de noviembre, la Secretaría de Prensa de la Casa Blanca anunció que el gobierno no había cambiado su posición, pues los IL-28 eran armas ofensivas, y, por ello, debían ser retirados antes de levantar el bloqueo naval.

Con el mismo propósito de mantener las tensiones en el Caribe, se formularon nuevas declaraciones; el miércoles 14, Lincoln White, vocero del Departamento de Estado, al referirse a la construcción de un puerto pesquero cerca de Banes, en Oriente, dijo que Estados Unidos no toleraría la construcción de capacidades militares en los puertos de Cuba.

Washington unía a todas esas amenazas las constantes violaciones del espacio aéreo cubano por los vuelos rasantes de sus aviones de reconocimiento, prevaleciendo así su política de fuerza como medio de presión, para impedir el alivio de la crisis. En aquellas circunstancias, el jueves 15 de noviembre, Fidel envió una carta a U Thant, en la cual protestaba por esas violaciones, que no solo fotografiaban las instalaciones desmanteladas, sino todo el territorio nacional. El Primer Ministro cubano, además, explicaba en su carta que esas acciones, no solo lesionaban esencialmente la seguridad del país, sino también ultrajaban la dignidad del pueblo. Por esas razones, decía que no era posible pedirle a Cuba, en nombre de las negociaciones, que tolerara semejante atropello. Y advertía que "(...) hasta donde alcance el fuego de nuestras antiaéreas, todo avión de guerra que viole la soberanía de Cuba, invadiendo nuestro espacio aéreo, solo podrá hacerlo a riesgo de ser destruido".(2)

Al día siguiente, un vocero del Departamento de Estado norteamericano replicaba a la protesta cubana, insistiendo en que ese tipo de acciones aéreas sobre Cuba continuarían y afirmó que las realizaban en cumplimiento de los acuerdos de la OEA del 23 de octubre. Sin embargo, los vuelos rasantes cesaron y se mantuvieron las misiones a gran altura de los U-2. El sábado 17 de noviembre, el Subsecretario de Defensa, Gilpatric, en una entrevista por la televisión, llegó al extremo de declarar que esos vuelos "eran un derecho" de Estados Unidos.

El domingo 18, las negociaciones continuaban en Naciones Unidas sin que ninguna de las partes cediera. La Casa Banca había propuesto oficialmente levantar el bloqueo tan pronto la Unión Soviética accediera a retirar los aviones, pero esta declinaba aceptar la proposición sin el previo consentimiento de Cuba.

En Estados Unidos se desarrollaba una campaña de prensa que acusaba a los dirigentes cubanos de obstaculizar la solución de la Crisis por su negativa a aceptar la inspección, así como no tolerar los vuelos de reconocimiento sobre su territorio y oponerse a la retirada de los IL-28. Se estaban creando las condiciones en la opinión pública estadounidense y mundial para justificar un ataque militar a Cuba, cuando ya el peligro que podían significar los cohetes había desaparecido y la Unión Soviética daba muestra de ceder ante las exigencias de la parte norteamericana.

Kennedy rechazó las varias ofertas de Kruschov, dejó que la "cuarentena" siguiera, y finalmente anunció que el 20 de noviembre informaría a la prensa las futuras medidas que el gobierno de los Estados Unidos pensaba aplicar en el caso. El 19 de noviembre preparó cartas para el primer ministro británico, Harold MacMillan; el canciller alemán Konrand Adenauer y el presidente francés Charles De Gaulle, advirtiéndoles que la crisis podría plantearse de nuevo en breve, y que se inclinaba a considerar la conveniencia de mantener el bloqueo naval y realizar un ataque aéreo masivo sobre Cuba.(3)

El lunes 19, el Primer Ministro cubano divulgó un nuevo mensaje al Secretario General de las Naciones Unidas, en el cual alertaba sobre la falsedad de las campañas anticubanas que la administración y la prensa norteamericanas desarrollaban. "El gobierno de Cuba —afirmó Fidel— no había obstaculizado en lo más mínimo las negociaciones, cosa muy distinta de las amenazas y ultrajes del gobierno de Estados Unidos". También expuso cómo Washington había convertido la cuestión de la retirada de los IL-28 en el eje del problema; ello evidenciaba una actitud arrogante con el fin de mantener las tensiones, prolongar el conflicto y sostener su política de fuerza. Al respecto, apuntó que esos aviones eran propiedad de la Unión Soviética y que si esta consideraba conveniente la retirada de esos aviones para la buena marcha de las negociaciones y a la solución de la crisis, el Gobierno de Cuba no obstaculizaría esa decisión.(4)

El martes 20, quince horas después del comunicado de Fidel Castro a U Thant, llegó a la Casa Blanca un mensaje de Jruschov, en el cual anunciaba que serían retirados los IL-28 en un plazo de 30 días. Ese día, en una conferencia de prensa, Kennedy anunció que se habían reducido los peligros debido a la decisión soviética de retirar "las armas ofensivas". Más adelante planteó: "...si todas las armas ofensivas se retiran de Cuba y se las mantiene fuera del hemisferio en el futuro, bajo comprobación y salvaguardias efectivas, y si no se usa a Cuba para exportar los propósitos agresivos del comunismo, habrá paz en el Caribe". Acto seguido en tono amenazante anunció: "...no abandonaremos los esfuerzos de orden político y económico o de otra naturaleza, en el hemisferio, para impedir la subversión procedente de Cuba, ni nuestra esperanza y propósito de que el pueblo cubano pueda ser algún día verdaderamente libre; pero estos objetivos son diferentes del intento de emprender una invasión militar a la Isla".(5)

Kennedy dio a entender también que continuaría con las incursiones aéreas sobre Cuba, bajo el pretexto de que los cubanos no habían permitido observadores internacionales en su territorio. Estas palabras contenían la voluntad de mantener la política provocadora y agresiva contra la Revolución.

Minutos después de terminada la conferencia de prensa, el Secretario de Defensa, Robert McNamara, anunció que había ordenado a la marina de guerra el cese del bloqueo comenzado el 24 de octubre. También, el 20 de noviembre, la URSS y los demás países socialistas miembros del Tratado de Varsovia declararon el paso de sus fuerzas armadas a las condiciones normales. En Cuba, dos días después, se tomaron medidas similares.

CONCLUSIÓN DEL PROCESO NEGOCIADOR

En la tarde del domingo 25 de noviembre, la Dirección Nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y el Consejo de Ministros de la República de Cuba se reunieron, en sesión conjunta, para tratar los problemas referentes a la solución de la crisis y discutir la respuesta a las palabras del presidente Kennedy del martes 20, cuando este anunció el cese del bloqueo. Allí se acordó hacer pública una declaración para dar a conocer al pueblo y al mundo la posición del partido y del gobierno cubanos.

Dicho documento rechazaba la demanda de Estados Unidos, sobre la comprobación in situ del cumplimiento de los acuerdos con la URSS y afirmaba: "...acceder o no a una inspección (...) es un derecho soberano de Cuba, asentado en la Carta de Naciones Unidas. Cuba en ningún instante había ofrecido tal verificación o accedido a ella. (...) la pretensión del presidente Kennedy carece de fundamento, es un simple pretexto para incumplir su parte en el compromiso e insistir en su política de agresión contra Cuba".(6)

Expresó, además, que esa inspección únicamente se haría sobre bases recíprocas y argumentó que si los norteamericanos reclaman que las Naciones Unidas verifique en el territorio cubano la retirada de las armas estratégicas; Cuba pide que esa organización internacional compruebe en Estados Unidos, Puerto Rico y demás sitios donde se preparan agresiones contra su país; el desmantelamiento de los campos de entrenamiento de mercenarios, espías, saboteadores y terroristas; de los centros donde se prepara la subversión y las bases de donde parten los barcos piratas que atacan las costas cubanas. Solo mediante recíprocas concesiones y garantías —enfatizó la declaración— podrá lograrse un acuerdo amplio, digno y aceptable para todos.(7)

La declaración proclamaba también que ante el reiterado propósito de Estados Unidos de intervenir en los asuntos internos del país y determinar el tipo de armamento que debe poseer, Cuba se reserva el derecho de adquirir armas de cualquier tipo para su defensa y dará los pasos que estime pertinente para el fortalecimiento de su seguridad.(8)

El partido y el gobierno cubanos reafirmaron su conclusión de que los resultados obtenidos hasta aquel momento en las negociaciones soviético-norteamericanas habían evitado un conflicto armado, pero no habían logrado la paz en el Caribe. A tal efecto concluía el documento: "No creemos en simples promesas de no agresión; necesitamos hechos. Esos hechos están contenidos en nuestros Cinco Puntos".(9)

A las 10 de la mañana del lunes 26 de noviembre, Mikoyán partía hacia Estados Unidos donde conversó con los representantes soviéticos y norteamericanos en las Naciones Unidas y se entrevistó con el presidente Kennedy. El vicepremier soviético se reunió ese día con U Thant, para intercambiar opiniones sobre la marcha de las negociaciones e informarle que tanto el gobierno de la URSS como el de Cuba respaldaban su plan para el establecimiento de puestos de control de las Naciones Unidas en los países de la zona del Caribe, incluyendo el territorio de Estados Unidos, donde observadores internacionales controlarían el cumplimiento de los compromisos contraídos por los tres países.(10)

Además, la URSS y Cuba habían presentado un proyecto de protocolo tripartito que debía ser aprobado por los tres países. Sin embargo, la posición intransigente del gobierno norteamericano impidió cualquier negociación donde estuviera representada Cuba, haciendo que no prosperara la iniciativa de U Thant ni el referido proyecto. Carlos Lechuga había sido debidamente instruido por el gobierno cubano para que, en caso de que no se aceptara el protocolo, mantuviera firmemente los puntos cubanos en una declaración aparte.

A partir de ese momento, los tres países elaboraron proyectos de declaración para ser discutidos en el Consejo de Seguridad. El 27 de noviembre, la delegación norteamericana presentó su proyecto que incluía nuevas exigencias. Por ejemplo, señalaba el retiro de todos los sistemas de armas para fines ofensivos,(11) que por su formulación general podía implicar cualquier tipo de armamento que Estados Unidos considerara con ese propósito, legitimando su interés de fiscalizar las armas que Cuba podía tener para su defensa. Además, intentaba proclamar como un derecho los vuelos de reconocimiento sobre el espacio aéreo cubano, justificados por el propósito —según ellos— de controlar la obligación del gobierno soviético de no enviar armamentos ofensivos a la Isla.

También el documento condicionaba el compromiso de no invadir a Cuba a que esta no cometiera acciones que pusieran en peligro la paz y la seguridad del hemisferio occidental. De aceptar esa demanda, Cuba pondría en las manos de los gobernantes estadounidenses la posibilidad de fabricar cualquier tipo de excusa o incidente para incumplirlo, pues de producirse conflictos sociales o revolucionarios en América Latina podrían ser considerados como "acciones subversivas" de la Isla, dándoles el pretexto para intervenir militarmente en el país.

De igual forma, se presentó el proyecto de declaración soviético, que establecía claramente los compromisos contraídos tanto por la URSS como por Estados Unidos en el proceso negociador. El documento apoyaba la proposición de crear puestos de control de la ONU en el Caribe, pues la misma resolvería el aspecto referido a la comprobación del cumplimiento por todos los países de los compromisos asumidos y aseguraría la situación en que ninguna parte emprendería pasos inesperados, causando daños uno al otro.(12)

El gobierno cubano hizo las observaciones correspondientes a los dos proyectos, ratificando su posición de no aceptar como válido un acuerdo que no tomara en consideración los "cinco puntos" formulados por el Primer Ministro cubano el 28 de octubre. Denunció también la pretensión norteamericana de incluir nuevas exigencias en su declaración y rechazó como ineficaz toda oferta de no invasión con carácter condicional, pues invadir no es un derecho de los Estados Unidos, sino un delito internacional. En estas observaciones se aclaraba, una vez más, que Cuba no acepta ningún tipo de inspección y que solo admitirá la verificación múltiple que incluya el territorio de los Estados Unidos, en el caso de un acuerdo que contemple una solución permanente y general de la crisis. Asimismo se opuso a la pretensión norteamericana de arrogarse el derecho de hacer uso de otros medios de inspección y control, pues vulneraban la soberanía nacional y, además, consideró inaceptable la mención que se hacía del Tratado de Río, debido a que todos los acuerdos a que se arribaran en torno a la crisis debían estar en el ámbito de las Naciones Unidas.(13) El 29 de noviembre, se presentó el proyecto de declaración cubana, que recogía sus puntos de vista.(14)

El día 28, Mikoyán se entrevistó con Adlai Stevenson y John McCloy. Durante la conversación, el vicepremier soviético expuso su criterio de que el proyecto norteamericano al Consejo de Seguridad omitía algunas de las estipulaciones contenidas en los mensajes de N. S. Jruschov y J. F. Kennedy, así como que incluía nuevas exigencias. De igual forma, señaló que el Gobierno soviético respaldaba la posición cubana recogida en sus exigencias de los cinco puntos, porque los consideraban indispensables para la solución verdadera y definitiva de la Crisis.(15)

Stevenson y McCloy aseguraron a Mikoyán que su país cumpliría los compromisos y expresaron que preferían un control internacional de las Naciones Unidas para verificar la no entrada de más armas nucleares en Cuba, pero la negativa de La Habana lo hacía imposible, por ello continuarían ejecutando las observaciones necesarias con sus medios propios. Acerca de los "cinco puntos", simplemente señalaron que esas demandas no estaban contenidas en el acuerdo y su gobierno no podía discutirlas, que sería una pérdida de tiempo.(16)

Al día siguiente, el vicepremier soviético viajó a Washington para sostener una conversación con el presidente Kennedy, con la finalidad de analizar las proposiciones de ambas partes en el proceso negociador. Durante la entrevista se volvió a tocar el tema de los proyectos de declaración. Mikoyán manifestó insatisfacción por la propuesta norteamericana porque anulaba las obligaciones contraídas por ese país. Kennedy, por su parte, planteó que la idea de concertar tres declaraciones no era la más viable, pues ellos no votarían por el proyecto de Cuba y los cubanos no iban a estar de acuerdo con el de ellos, que sería mejor que U Thant se limitara a tomar notas de estas, sin llegar a ninguna votación en el Consejo de Seguridad.(17)

Esta nueva maniobra norteamericana tenía el propósito de impedir que Cuba participara de forma directa en las negociaciones, pues la única vía que le quedaba era la discusión de sus puntos de vista en el Consejo de Seguridad. Aunque Mikoyán la rechazó, Kennedy insistió, alegando diferentes cuestiones de procedimiento constitucional en Estados Unidos que, según él, crearían nuevas dificultades.

Otro de los aspectos abordados en la entrevista fue el relativo a los vuelos de reconocimiento por Estados Unidos sobre el territorio cubano. Kennedy expuso que estos se ejecutarían a gran altura, como medio de verificación directa de los compromisos, pues en su país había una fuerte campaña que ponía en duda el cumplimiento efectivo de la retirada del armamento "ofensivo". Mikoyán respondió que esos vuelos tanto a poca como a gran altura eran actos contra el derecho internacional y añadió que si tenían sospechas del incumplimiento de los acuerdos, debían aceptar la inspección multilateral. Expresó a continuación: "Parece que Estados Unidos no quiere apagar todas las chispas del incendio y nosotros queremos resolver este asunto cuanto antes para poder pasar a otros problemas y resolverlos también. ¿Qué le puede decir a Jruschov? ¿Le puedo decir que ustedes están dispuestos a cumplir las obligaciones que han contraído o que no están dispuestos?".(18)

El 3 de diciembre, los representantes de la URSS y Estados Unidos reanudaron las negociaciones, en el curso de las cuales las posiciones de ambos países no experimentaron ningún cambio. Ese mismo día, el Secretario Auxiliar del Departamento de Defensa estadounidense, Arthur Silvester, comunicó en conferencia de prensa que la Unión Soviética había iniciado la evacuación de sus bombarderos IL-28 de Cuba. Una vez solucionado ese diferendo, los norteamericanos trataron de presionar para que fueran retiradas las tropas soviéticas. El Secretario de Estado, Dean Rusk, declaró el 10 de diciembre, que era motivo de preocupación la presencia de esas fuerzas en Cuba.

Esta actitud de Estados Unidos contrastó con la posición asumida por la URSS durante el proceso negociador. En carta a Kennedy, fechada el 11 de diciembre, Jruschov instaba al presidente norteamericano a finalizar las negociaciones sobre la base de los acuerdos arribados respecto a Cuba, ya que seguir extendiendo esta situación sería complicarla aún más, cuando era necesario pasar a otros asuntos pendientes.

El 12 de diciembre, durante la sesión del Soviet Supremo de la URSS, Nikita S. Jruschov dio a conocer un informe, en el cual hacía serias advertencias a Estados Unidos para que cumplimentara las obligaciones contraídas como resultado de los acuerdos para la solución de la crisis: "El Gobierno soviético confía en que las obligaciones asumidas por Estados Unidos de América respecto a Cuba serán observadas rigurosamente, pues la infracción de tales obligaciones resultaría peligrosa, no solo para la región, dado que inevitablemente suscitaría un nuevo y agudo conflicto y crearían una nueva amenaza para la paz". Y agregó que "...las obligaciones tienen vigencia mientras la otra parte cumpla el acuerdo. Si las obligaciones asumidas no son cumplidas por la otra parte, nos veremos forzados a emprender las acciones que exija la situación creada"(19)

(*) Doctor en Ciencias Históricas e Investigador del Instituto de Historia.

(1) El comando terrorista se había infiltrado por la costa norte de Pinar de Río en la madrugada del 19 al 20 de octubre.

(2) Fidel Castro Ruz. Carta al Secretario General de las Naciones Unidas. Noviembre 15 de 1962. Revista Política Internacional Nº 1 Ed. Cit., p.237. Después de la retirada de los cohetes R-12 los vuelos rasantes se incrementaron considerablemente, baste decir que entre los días 4 y 8 de noviembre se realizaron 124 misiones y en un solo día, el 8 de noviembre, efectuaron 36.

(3) Sorensen, Th. C.. Ob. Cit. p. 1067.

(4) Fidel Castro Ruz. Carta al Secretario General de las Naciones Unidas. Noviembre 19 de 1962. Revista Política Internacional Nº 1 Ed. Cit. pp. 238-239.

(5) Revista Política Internacional Nº 1, Ed. Cit. p. 139.

(6) Posición de Cuba ante la Crisis del Caribe. Ediciones de la COR de la DN de las ORI. No. 9. Diciembre de 1962, p. 90.

(7) Ibídem p. 94.

(8) Ibídem.

(9) Ibídem p. 95.

(10) Notas de la conversación entre Anastas Mikoyán y U Thant, efectuada el 26 de noviembre de 1962. Archivo del Instituto de Historia de Cuba (IHC), Fondo Crisis de Octubre.

(11) Proyecto de declaración de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad. Archivo del IHC. Fondo Crisis de Octubre.

(12) Proyecto de declaración de la URSS en el Consejo de Seguridad. Archivo de IHC. Fondo Crisis de Octubre.

(13) Observaciones del Gobierno Revolucionario de Cuba sobre los proyectos de declaración ante el Consejo de Seguridad de los gobiernos de Estados Unidos y la URSS. Archivo del IHC. Fondo Crisis de Octubre.

(14) Proyecto de declaración del Gobierno Revolucionario de Cuba ante el Consejo de Seguridad. Archivo del IHC. Fondo Crisis de Octubre.

(15) Notas de la conversación de Anastas Mikoyán con el representante permanente de Estados Unidos ante la ONU, Adlai Stevenson, con fecha 28 de noviembre de 1962. Archivo del IHC. Fondo Crisis de Octubre.

(16) Ibídem.

(17) Mensaje confidencial del jefe de la Misión Permanente cubana en las NU al Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba sobre notas de la entrevista de Mikoyán con Kennedy, fechado el 2 de diciembre de 1962. Archivo de IHC. Fondo Crisis de Octubre.

(18) Ibídem.

(19) Noticias de Hoy. Diciembre 13 de 1962, p.9.
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III.- Lo que más ha dolido a los ocupantes de la Casa Blanca ha sido la sobrevivencia de la Revolución Cubana
TOMÁS DIEZ ACOSTA (*)
El presidente Kennedy declaraba, ese mismo día 12 de diciembre de 1962, ante los rumores propagados por la extrema derecha en ese país, que la URSS no había retirado todos sus cohetes de Cuba, que se había comprobado la salida de esos armamentos, y afirmó que Estados Unidos continuaba realizando con sus propios medios la verificación para garantizar que no se creara en Cuba un potencial bélico peligroso. Asimismo expresó que su país estaba preparando otras reglamentaciones sobre embarques de artículos no estratégicos de las naciones occidentales con destino al territorio cubano.

POR AQUELLOS TENSOS DÍAS, FIDEL COMPARTIÓ EN LA PRIMERA LÍNEA DE FUEGO CON VARIAS UNIDADES DE COMBATE

Mientras tanto, una reunión ministerial de la OTAN celebrada entre los días 13 y 15 de diciembre en París, elogiaba la actitud mantenida por Estados Unidos en el curso de la crisis cubana. En dicho evento, el Secretario de Defensa, Robert McNamara, expresó la conveniencia de sustituir los obsoletos cohetes Júpiter —emplazados en Italia y Turquía— por submarinos dotados de cohetes Polaris. Tal parece que comenzaban a dar los pasos tendentes al cumplimiento del acuerdo que en secreto se concertó entre la URSS y Estados Unidos, como parte de la solución de la crisis.(1)

En Naciones Unidas, los norteamericanos continuaban negándose a considerar cualquier aspecto contenido en la demanda cubana de los cinco puntos y eran del criterio de no hacer declaraciones ante el Consejo de Seguridad que condujeran a una discusión donde Cuba participara. Esta negativa estaba motivada, entre otros factores de peso, por razones de política interna, pues, si bien fue cierto que en ese país sintieron alivio por haberse evitado una grave confrontación militar, círculos políticos cuestionaron los acuerdos entre Jruschov y Kennedy, y los catalogaron como un fracaso, pues consideraban que de hecho el gobierno se vio obligado a reconocer como válida la existencia, a pocas millas de sus costas, de un régimen comunista. Los contrarrevolucionarios cubanos radicados en Estados Unidos recibieron esos acuerdos como una traición que alejaba sus ambiciones de destruir la Revolución.

El 24 de diciembre, el presidente Kennedy se entrevistó con los principales cabecillas de la brigada mercenaria derrotada en Playa Girón. Cinco días más tarde, el mandatario estadounidense presidía un acto, en el estadio Orange Bowl, en la Florida, para dar el recibimiento oficial a los mercenarios que habían sido liberados por Cuba en virtud de los acuerdos suscritos. En esa oportunidad, Kennedy recibió una bandera de la brigada que, según ellos, habían escondido tras su descalabro en Bahía de Cochinos. En su discurso, el mandatario aseguró que esa bandera les sería devuelta en una "Habana libre", poniendo en duda con esta declaración pública su promesa de no invadir a Cuba.

Desde finales del año, tanto la URSS como Estados Unidos buscaban concluir las negociaciones, pues el problema había encontrado una solución satisfactoria para ambas potencias. Sin embargo, para Cuba no habían cesado los peligros y las agresiones: quedaban el bloqueo económico, las acciones subversivas de todo tipo auspiciadas por Estados Unidos y la base naval norteamericana en Guantánamo, fuente de múltiples y peligrosas provocaciones.

El 7 de enero de 1963 finalizaron las negociaciones con dos notas dirigidas al Secretario General de la ONU: una conjunta de Estados Unidos y la URSS, y la otra de Cuba. El documento soviético-norteamericano, firmado por Vasili V. Kuznetsov y Adlai Stevenson, afirmó: "Aunque no ha sido posible que nuestros gobiernos resolvieran todos los problemas originados en relación con este asunto, ellos son de la opinión que, en vista del grado de entendimiento logrado entre ellos en relación con el arreglo de la crisis y la extensión del progreso en la aplicación de este entendimiento, no es necesario que este tema ocupe más la atención del Consejo de Seguridad en este momento". En la declaración sostiene que ambos gobiernos "...expresan la esperanza de que las medidas adoptadas para evitar la amenaza de guerra en relación con esta crisis conduzcan al ajuste de otras diferencias entre ellos y al alivio general de las tensiones que pudieran ocasionar una nueva amenaza de guerra".(2)

La nota del Gobierno cubano, por su parte, reiteraba su percepción acerca de que los resultados alcanzados no han propiciado un acuerdo eficaz capaz de garantizar de manera permanente la paz en el área del Caribe y liquidar las tensiones exteriores. Afirma que no se "...han producido acuerdos aceptables para Cuba porque el gobierno de Estados Unidos, lejos de renunciar a su política agresiva e intervencionista respecto a la República de Cuba, ha mantenido la posición de fuerzas asumida en flagrante violación de las normas jurídicas internacionales". Cuba mantenía su convicción de que no era eficaz ningún acuerdo que no incluyera los cincos puntos, pues la simple promesa de no invasión por el gobierno de Estados Unidos, la cual, por otra parte, ni siquiera ha sido formalizada, no constituía garantía alguna para el país. Además, el documento cubano reafirmaba el derecho soberano de Cuba a no acceder a inspecciones internacionales unilaterales en su territorio; de igual forma, la nota denunciaba el hecho de que el gobierno de Estados Unidos "...se niegue tan siquiera a dar seguridad de que no violará una vez más la Carta de Naciones Unidas invadiendo la República de Cuba bajo el pretexto de que nuestro país no ha accedido a la inspección internacional (...)". Asimismo, sostiene que "...constituye una absurda insolencia la de ofrecer el compromiso de no invasión, equivalente a la de no cometer un delito internacional, bajo la condición de que el país al que pretende invadir acceda a una inspección de su territorio".

A continuación, recordaba que la URSS había cumplido con el requisito de verificación aceptada por el primer ministro Jruschov al presidente Kennedy, en su carta del 28 de octubre, cuando le había concedido la comprobación en alta mar de la retirada de los cohetes y los IL-28. La nota rechazaba enérgicamente la pretensión norteamericana de hacer uso de sus medios de control para inspeccionar el territorio cubano, lo cual significaba un alarmante reto a las Naciones Unidas y constituía una violación intolerable a la soberanía del Estado cubano. Por último, se reiteraba la política de paz y la aspiración de Cuba a las soluciones pacíficas y se recalcaba la postura de principios mantenida frente a la política agresiva de Estados Unidos, cuando sostiene que: "...frente a posiciones de fuerzas, opondremos nuestra firmeza; frente a la pretensión de humillarnos, nuestra dignidad; frente a la agresión, la decisión de luchar hasta el último combatiente".(3)

A MANERA DE EPÍLOGO

Concluía así uno de los episodios más dramáticos y peligrosos de los años de la guerra fría. Una mirada a ese acontecimiento, a cinco décadas, nos permite tener una visión objetiva de sus enseñanzas y significado. Para la dirección revolucionaria cubana de inmediato quedaron claros dos aspectos muy importantes en el diseño de su política nacional: en primer lugar, la reafirmación de sus conceptos de que la seguridad del país depende, en primera instancia, del valor, la decisión y la voluntad de todo el pueblo de participar en su defensa y que el apoyo externo puede estar condicionado por múltiples factores coyunturales de la política internacional, aunque siempre se consideró que la solidaridad mundial desempeñaría un determinado papel que se incrementaría en la misma medida en que los cubanos fueran capaces de resistir la agresión extranjera. En segundo lugar, después de los amargos acontecimientos de aquellos días, calificados por el comandante Ernesto Che Guevara de "luminosos y tristes", nunca más se volvió a confiar ciegamente en la experiencia de la dirección soviética en el manejo de problemas internacionales.

En otro orden de cosas, no cabe duda que arribar a una solución negociada del conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética, las dos superpotencias de la época, fue positivo, pues permitió evitar la confrontación nuclear y contribuyó a desarrollar una conciencia de las consecuencias apocalípticas que una guerra de ese tipo podría tener para el género humano.

Fue una lástima que esto último no se tradujera a partir de aquel momento en el inicio de un proceso de desarme mundial y en un diálogo político dirigido a la búsqueda de soluciones reales a los graves problemas de la humanidad, que tuviera como fundamento la comunidad de intereses para la supervivencia y el desarrollo común de todos los estados y pueblos —grandes o pequeños, ricos o pobres— que tienen el derecho a la independencia y la soberanía así como a escoger libremente el sistema político social más conveniente para su desarrollo económico. Sucedió todo lo contrario, la espiral armamentista se elevó considerablemente y tuvieron lugar nuevos conflictos que devinieron sangrientas guerras.

Respecto a la confrontación Estados Unidos-Cuba, la solución dada a la crisis no resolvió el problema, pues si bien alejó el peligro de agresión militar directa de Estados Unidos a Cuba que se cernía en aquel momento, dejó intactas las causas principales que la generaron. Asimismo, se perdió una oportunidad única para resolver de manera concreta y satisfactoria el diferendo entre ambos países.

Aunque para Estados Unidos el conflicto con Cuba siempre trascendió su enfrentamiento con la Unión Soviética y el bloque socialista, este se convirtió desde el primer momento en excusa principal de su hostilidad hacia la Revolución Cubana. "El miedo a la expansión comunista en Estados Unidos —afirma un documento del senado norteamericano— se agudizó particularmente cuando Fidel Castro surgió como el líder de Cuba a finales de los años cincuenta. Su ascenso al poder fue considerado como la primera penetración significativa de los comunistas en el hemisferio occidental. Los dirigentes de Estados Unidos, incluyendo a la mayoría de los miembros del Congreso, demandaron una acción vigorosa para eliminar la infección comunista en este hemisferio".(4) Sin embargo, esta política agresiva no concluyó ni siquiera con la desaparición de la propia URSS, pues lo que se estaba dirimiendo ciertamente era el mantenimiento de su sistema hegemónico en América Latina.

Se ha querido limitar las causas que originaron la crisis a la etapa de guerra fría, que vivió la humanidad, una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, que impuso un mundo dividido en zonas geopolíticas de influencia y bloques de países antagónicos, de la que era imposible escapar e ignoró los problemas específicos de los países dependientes y subdesarrollados y determinó, en última instancia y sin dejar otra alternativa, que el Gobierno cubano aceptara la instalación de las armas nucleares en su territorio.

En Estados Unidos, el impacto de esta decisión en el equilibrio militar y otras esferas de las relaciones exteriores, que ponía —según su concepto— en entredicho su papel de líder del mundo occidental, determinó una reacción que sobrepasó los legítimos presupuestos del derecho internacional, al tratar de imponer condiciones mediante acciones de fuerza, como el bloqueo naval.

Pero esto solo no basta, si verdaderamente se quiere hallar una respuesta coherente a los motivos que dieron origen a la crisis, hay que tener en cuenta también otra problemática diferente que estuvo presente en este conflicto y en todo el conjunto de la política internacional de aquellos momentos: las relaciones de las grandes potencias con los países dependientes y subdesarrollados. Precisamente, en ella se puede encontrar una explicación al hecho de que, mientras la solución de la crisis inició un proceso de distensión entre las dos superpotencias, no ocurrió lo mismo entre Estados Unidos y Cuba.

Está demostrado que no fue el temor a los cohetes lo que determinó la política norteamericana, pues su intransigencia frente a la Revolución fue anterior incluso a que se establecieran relaciones con la URSS; las causas de esta actitud hay que encontrarlas en un componente doctrinal que se remonta a épocas muy anteriores a la guerra fría, a la existencia de la Unión Soviética y el campo socialista europeo.

La Revolución Cubana ha sido la expresión agudizada de las contradicciones presentes en las relaciones de Estados Unidos con América Latina desde que, en 1823, James Monroe estableciera las bases de la doctrina de la política norteamericana hacia el resto del continente. Quizás lo que más duele a los ocupantes de la Casa Blanca ha sido la sobrevivencia de la Revolución Cubana, a pesar de sus persistentes esfuerzos por derrocarla. Es por ello que aún prevalece la política hostil de Estados Unidos, que se manifiesta en el incremento del bloqueo económico y en las campañas internacionales de difamación anticubanas, entre otras acciones.

Estas razones pueden dar respuestas a las interrogantes que muchas personas honestas en el mundo se hacen del porqué Estados Unidos pudo llegar a acuerdos en 1962 con su principal enemigo y sin embargo, en relación con Cuba, no estuvo dispuesto a avanzar un solo paso en la solución de un diferendo aparentemente mucho más sencillo. Incluso, cuál es la razón de que a lo largo de todos estos años ha podido mejorar sus relaciones con países como Vietnam, con quien sostuvo una guerra sangrienta y desgastadora para su estabilidad interna y su prestigio internacional, y por el contrario mantiene una actitud beligerante hacia Cuba.

Otro elemento de reflexión fue el referido a las fuertes divergencias que generó el acuerdo soviético-norteamericano, sin tener en cuenta los intereses o criterios del Gobierno cubano. Esto, sin duda, expresó una actitud que tiende a desconocer los derechos de participación de los países pequeños en la solución de conflictos internacionales, pero más representativo aún de esta mentalidad fue la negativa que Estados Unidos asumió sobre la participación cubana en la negociación del conflicto, lo que no fue un hecho aislado, sino práctica habitual de los poderosos a lo largo de la historia.

Superada la guerra fría en la que el mundo encontró un equilibrio inestable en la división de dos bloques antagónicos, con la desaparición del régimen socialista en los países de Europa del Este y de la propia Unión Soviética, se nos viene encima el reto teórico y práctico de predecir cuáles serán en el presente las fuentes futuras de la estabilidad internacional, pues los conflictos bélicos que han tenido lugar en esta década muestran una tendencia al incremento.

Hoy en día se presentan nuevas variables: el predominio militar de una superpotencia que tiene en la producción de armamentos una de sus principales fuentes de riqueza, pero que ya no dispone de las bases objetivas que justificaron este monumental empeño; la proliferación de nuevos estados nucleares, la constitución de grandes bloques económicos que tiende a dificultar aún más la participación de los países subdesarrollados en el mercado internacional; los conflictos sociales y políticos que han generado la revitalización del nacionalismo y las condiciones de extrema miseria en que vive la mayor parte de la humanidad; los problemas del medio ambiente que afectan por igual a ricos y a pobres; y la ausencia de mecanismos internacionales capaces de regular y equilibrar estas contradicciones, entre otras.

Las respuestas ante estos grandes retos no son estimulantes: Estados Unidos y sus aliados de la OTAN continúan empleando la fuerza militar como opción para resolver problemas que tienen que ver con la pobreza y la marginalización y tratan de legitimizar sus acciones mediante teorías de intervención humanitaria y soberanía limitada; los organismos internacionales, regulados por mecanismos antidemocráticos y obsoletos, han devenido en ocasiones instrumentos intervencionistas; y la economía internacional globalizada, controlada por el capital transnacional, aplica esquemas neoliberales a los países pobres que tienden a perpetuar la dependencia y la miseria.

En el mundo de hoy los países ricos, en especial Estados Unidos, tratan de imponer un orden internacional basado en una intransigencia ideológica y política al mostrar sus instituciones como únicas y universales, olvidando las particularidades, intereses, tradiciones y cultura de cada nación.

Pero estas realidades no deben convertirse en una actitud pesimista ante el futuro. La historia demuestra que las causas nobles y justas han triunfado, no importa cuán poderosas han sido las fuerzas que se opongan. El ejemplo del pueblo cubano durante los días de la Crisis de los Misiles así lo demuestra, pues enfrentó el peligro del exterminio nuclear, no se dejó amedrentar y defendió con firmeza y valor sus principios soberanos. Esa actitud mostrada hizo exclamar al comandante Ernesto Che Guevara de la Serna, el 7 de diciembre de 1962, durante el acto de recordación de la caída en combate del Lugarteniente General del Ejército Libertador de Cuba, Antonio Maceo y Grajales:
"Nuestro pueblo todo fue un Maceo, nuestro pueblo todo estuvo disputándose la primera línea de combate en una batalla que no presentaría quizás líneas definidas, en una batalla donde todo sería frente y donde seríamos atacados, desde aire, desde mar, desde tierra (...)

"Por eso sus palabras, sus frases más amadas resuenan tan hondamente en el corazón de los cubanos (...): ‘Quien intente apoderarse de Cuba recogerá el polvo de su suelo anegado en sangre si no perece en la lucha’. Ese fue el espíritu de Maceo y ese fue el espíritu de nuestro pueblo.

"Hemos sido dignos de él en estos momentos difíciles que acaban de pasar, en esta confrontación donde hemos estado a un milímetro quizás de la catástrofe atómica".(5)
(*) Doctor en Ciencias Históricas e Investigador del Instituto de Historia.

(1) A finales del mes de abril de 1963 concluyó la retirada de los cohetes Júpiter estacionados en Italia y Turquía. En su lugar se estacionaron en el Mar Mediterráneo submarinos con cohetes Polaris.

(2) Revista Política Internacional Nº 1. Ed. Cit. pp. 146-147.

(3) Carlos Lechuga. Carta al Secretario General de las Naciones Unidas. 7 de enero de 1963. Revista Política Internacional Nº 1. Ed. Cit. p. 243.

(4) Senado de Estados Unidos. Supuestas conspiraciones de asesinatos contra dirigentes de otros países. Ob. Cit., p. B-1.

(5) Ernesto Guevara de la Serna. Discurso pronunciado el 7 de diciembre de 1962 en El Cacahual. Obra Revolucionaria Nº 33, p. 6.
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Ni aun al borde del holocausto, este pueblo se doblegó
Tomado de Granma

I.- Ni aun al borde del holocausto, este pueblo se doblegó (I)

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II.- Ni aun al borde del holocausto, este pueblo se doblegó (II)



I.- Ni aun al borde del holocausto, este pueblo se doblegó (I)
GENERAL DE DIVISIÓN SERGIO DEL VALLE JIMÉNEZ
El General de División Sergio del Valle Jiménez, Héroe de la República de Cuba, era el Jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas Revolucionarias durante los tensos días de octubre de 1962. Granma reproduce hoy la primera parte del prólogo del libro Un pueblo invencible que este prestigioso dirigente de la Revolución, ya fallecido, escribió sobre estos acontecimientos.
Después de Girón, la idea de destruir la Revolución Cubana por cualquier medio se convirtió en una constante en los cálculos de muchos de los funcionarios de alto nivel del gobierno norteamericano. Con ese fin elaboraron nuevos planes agresivos e intensificaron las acciones encubiertas contra Cuba.

EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO VISITA UNA UNIDAD SOVIÉTICA QUE PARTICIPA EN LA OPERACIÓN ANADIR. A SU LADO, EL TRADUCTOR HISPANO-SOVIÉTICO JOSÉ LATIEGUE

Por su parte, el Departamento de Estado, mediante presiones y chantajes de todo tipo, instaba a la ruptura de relaciones diplomáticas con el Gobierno cubano y ejercía su influencia dentro de la OEA para que se adoptaran sanciones colectivas contra Cuba dentro del sistema interamericano. Tal fue la utilización de los mecanismos de la llamada "ayuda económica" prometida en la "Alianza para el Progreso".

Continuaba así la escalada de presiones internacionales en un intento por atraer a los países del hemisferio a fin de participar en su "cruzada" contrarrevolucionaria. El punto culminante de esta ocurrió durante la VIII Reunión de Consulta de la OEA, en enero de 1962, cuando la Casa Blanca logró aprobar una resolución para expulsar a Cuba de ese organismo regional.

Al Pentágono se le asignó un papel principal dentro de la estrategia político-militar para destruir a la Revolución Cubana, en correspondencia con lo cual el presidente Kennedy dispuso que la Junta de Jefes de Estados Mayores preparara un nuevo plan de invasión a la Isla, para utilizarlo cuando fuera necesario.

En 1962, a diferencia de años anteriores, tanto la preparación combativa como operativa de las fuerzas armadas de Estados Unidos perseguía el fin de adiestrar a las tropas y a los Estados Mayores en operaciones de desembarcos aéreos y navales contra una supuesta isla. En el verano de ese año, el Pentágono tomó otras medidas: reforzó la 2da. Flota del Atlántico con buques de la 6ta. y la 7ma. Flotas del Mediterráneo y del Pacífico, respectivamente.

A la par, en 1961 y 1962 se intensificaron notablemente las acciones de los grupos diversionistas y de bandidos en Cuba, y aumentó el número de agentes de la CIA que se infiltraron en el país.

Los documentos secretos desclasificados en Estados Unidos revelan cómo, a finales de 1961, se decidió la elaboración de un programa secreto que recibió el nombre cifrado de Operación Mangosta, cuyo propósito era —mediante acciones subversivas y diversionistas— socavar la economía nacional, promover entre la población el descontento y la hostilidad contra el poder revolucionario en Cuba.

Con el fin de controlar esa operación se creó el Grupo Especial Ampliado (GEA), integrado por el asesor del presidente Kennedy para la Seguridad Nacional y altos funcionarios representantes de los departamentos de Estado, de Defensa, de la CIA, de la Junta de Jefes de Estados Mayores y con la participación activa del Fiscal General de Estados Unidos, Robert Kennedy, hermano del mandatario estadounidense.

El GEA aprobó las 33 tareas de la Operación Mangosta en seis etapas para su ejecución y cuyo final se preveía para el mes de octubre, cuando presuntamente tuviera lugar una rebelión interna que sería apoyada por una intervención militar de las fuerzas armadas norteamericanas.

Las acciones concebidas en Mangosta se desarrollarían bajo los siguientes supuestos: primero, al ejecutar el derrocamiento del Gobierno cubano, Estados Unidos haría el máximo uso de recursos nativos, internos y externos, pero reconocía que el éxito final requería de su intervención militar, y segundo, la participación de los nativos se utilizaría para justificar la preparación de la intervención, así como para facilitarla y apoyarla.

A principios de 1962, la Agencia Central de Inteligencia creó la Fuerza Operante W —órgano secreto de esa institución para la ejecución de las actividades de Mangosta— la que se guiaba por las orientaciones del GEA. Para esta actividad, se contó con un total de 400 oficiales de la Estación CIA de Miami, denominada con el nombre clave JM/WAVE, así como en la oficina central de Langley.

La CIA, junto a las tareas diversionistas, prestó interés a las actividades de espionaje, en particular el militar. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos daban una gran importancia al conocimiento del nivel alcanzado en la capacidad defensiva de Cuba y, especialmente, a los suministros de armamento y técnica de combate procedentes de la Unión Soviética.

Con estos mismos objetivos la Marina de Guerra y la Fuerza Aérea estadounidenses realizaban una intensa exploración radioelectrónica de todo el país y de sus vías marítimas de acceso. Se incrementaron los reconocimientos fotográficos que realizaban los aviones espías U-2, violando el espacio aéreo cubano. Todos esos datos fueron utilizados en sus planes de invasión contra Cuba.

Para la dirección cubana se hizo evidente, después de la derrota de Playa Girón, cuáles eran los objetivos políticos de Washington hacia Cuba y cómo estos iban encaminados a la eliminación del sistema socialista en la Isla. Se tenía la convicción de que la Casa Blanca consideraba como seria alternativa el empleo de sus propias fuerzas armadas, apreciación que se confirmaría en los meses posteriores.

Ante la inminencia de una agresión militar directa por parte de Estados Unidos, el Gobierno Revolucionario tomó medidas para elevar la capacidad defensiva del país. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) experimentaron cambios sustanciales en su estructura y composición. Las tropas terrestres pasaron a la estructura de ejércitos, lo cual produjo un cambio cualitativo superior en la organización militar y en el establecimiento de unas fuerzas armadas modernas, de acuerdo con las necesidades de la defensa del país. De igual forma, los batallones de las Milicias Nacionales Revolucionarias se integraron en divisiones de infantería de tiempo de guerra, y pasaron a ser la primera reserva de los ejércitos. Simultáneamente, se desarrollaron otros tipos de fuerzas armadas, armas y especialidades militares.

Durante ese año, la situación se hizo más amenazadora para la seguridad y la independencia de Cuba. Ello demostraba lo oportuno de las medidas adoptadas en relación con el fortalecimiento de la capacidad defensiva del país. Desde 1961, el Gobierno de Cuba se había dirigido al de la URSS, para acelerar los envíos de armamento y medios de combate necesarios para el reforzamiento militar defensivo y la modernización de las FAR.

A finales de ese año comenzaron a llegar importantes suministros de armamento para las nuevas unidades. Un grupo de especialistas militares soviéticos puso sus conocimientos y experiencias al servicio del desarrollo y preparación de las tropas y los cuadros de mando de las FAR.

El 29 de mayo de 1962, llegó a Cuba una delegación presidida por Sharaf Rashidov, miembro suplente del Presidium del Comité Central del PCUS e integrada por el mariscal Serguei Biriuzov, jefe de las fuerzas coheteriles estratégicas, y otros altos oficiales soviéticos, así como Alexander Alexeiev, quien poco después ocuparía el cargo de embajador de la URSS en La Habana. La delegación soviética tenía la misión, encomendada por Nikita Jruschov, de proponer al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz la posibilidad de emplazar cohetes de alcance medio e intermedio en Cuba.

Esta propuesta se analizó en el Secretariado de la Dirección Nacional del Partido, donde se tomó la decisión de responder afirmativamente, pues se tenía la convicción de que esa medida sería un importante aporte internacionalista de Cuba al fortalecimiento del campo socialista en su conjunto y, de hecho, contribuiría a la defensa del país al disuadir a los gobernantes estadounidenses de realizar sus designios agresivos. La dirección cubana planteó la necesidad de plasmar esto en un acuerdo militar para su posterior publicación.

Con el fin de discutir los detalles de ese acuerdo, el Ministro de las FAR, Comandante Raúl Castro Ruz, viajó a Moscú entre los días 3 y 16 de julio. Como resultado de esas conversaciones, los ministros de Defensa de la URSS y de las FAR de Cuba iniciaron el cumplimiento del acuerdo militar, que sería firmado y publicado cuando, en noviembre de ese año, Jruschov visitara el país.

Mediante el mismo se inició la Operación Anadir que consistió en el traslado y dislocación en Cuba, entre los meses de julio y octubre, de una Agrupación de Tropas ascendente a 43 mil efectivos y gran parte del armamento estratégico acordado.

Esta Agrupación de Tropas soviéticas, según el proyecto de acuerdo, estaría subordinada directamente al Gobierno de su país y cooperaría con las FAR en la defensa del territorio cubano durante las acciones militares en caso de una agresión exterior. Asimismo, se establecía jurídicamente que las Tropas de la Unión Soviética debían respetar la soberanía y el orden legal de Cuba y, por consiguiente, no adquirirían derechos de ocupación de territorios ni otros ajenos a sus funciones.

El proceso de dislocación de los misiles y las tropas soviéticas en el país se realizó con un alto grado de enmascaramiento. A pesar del esfuerzo realizado por mantener el secreto, la inteligencia enemiga comenzó a obtener datos sobre el reforzamiento militar del país.

La situación fue empeorando cada vez más. En Estados Unidos se produjo una furibunda campaña de propaganda en torno al establecimiento de tropas soviéticas que perseguía el objetivo de crear las condiciones favorables en la opinión pública interna para que apoyara una agresión militar directa.

Como parte de esta escalada, el Comité de Relaciones Exteriores y Servicios Armados del Senado norteamericano presentó a la consideración del Congreso una Resolución Conjunta (No. 230), aprobada entre los días 20 y 27 de septiembre, que otorgaba al Presidente de ese país la facultad de hacer uso de las armas contra Cuba por supuestas actividades agresivas y subversivas en cualquier parte del hemisferio, así como de impedir en la Isla la creación o el uso de una capacidad militar que pusiera en peligro la seguridad de Estados Unidos, además de cooperar con los apátridas cubanos. El 4 de octubre se acordó otra Resolución, mediante la cual se recomendaba que en el seno de la OEA se conviniera un fallo similar, a fin de obtener un apoyo internacional a sus planes agresivos.

Esta insólita y descarada Resolución resumía toda la política de hostilidad que caracterizaba la conducta del gobierno de Estados Unidos respecto a Cuba, violando los más elementales principios del derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas al proclamar abiertamente el uso de la fuerza.

La respuesta de Cuba no se hizo esperar. El Consejo de Ministros del Gobierno Revolucionario publicó, el 29 de septiembre, una declaración en la que se denunciaban los propósitos beligerantes que animaban al gobierno imperialista de Estados Unidos y, a su vez, puntualizaba la política de principios de la Revolución Cubana. Asimismo, en ese documento, Cuba reafirmó los deseos de convivencia pacífica de su pueblo.

Los propósitos que animaban esa declaración fueron reafirmados por el presidente Osvaldo Dorticós Torrado en su discurso en el pleno del XVII periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU.

Entretanto, continuaban los preparativos bélicos para la agresión directa. Se concentraron fuerzas militares en zonas cercanas a Cuba, bajo la cobertura del ejercicio Phibruglex 1/62 anunciado para los días 15 y 30 de octubre en el área del Caribe. El presidente Kennedy, con la autorización del Congreso, llamó a filas a 150,000 reservistas.

En el mes de octubre comenzó la dislocación de tropas en las regiones sudorientales del continente. En la Florida y en Texas se reagruparon varias divisiones norteamericanas, integradas por más de 100 mil efectivos de tropas de infantería y fuerzas blindadas. Durante septiembre y la primera quincena de octubre se aumentaron los vuelos espías de los aviones U-2 sobre el territorio cubano.

El 16 de octubre, cuando toda la maquinaria militar del imperialismo estaba preparada para el zarpazo contra la Revolución, le mostraron a Kennedy las fotos aéreas reveladoras de los emplazamientos de cohetes de mediano alcance en Cuba. El Presidente norteamericano dispuso, de inmediato, incrementar los vuelos de reconocimiento sobre la Isla y que los servicios de inteligencia realizaran los estimados acerca del momento en que esos misiles fueran operacionales.

Además, creó un "grupo especial", integrado por altos funcionarios del gobierno, con la finalidad de analizar la situación y debatir las medidas a poner en práctica para lograr la retirada de los cohetes nucleares soviéticos. Este grupo fue conocido con el nombre de Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional (ExComm), el cual se mantuvo en sesión permanente durante todo el tiempo que duró la crisis, actuando como consejo asesor del presidente Kennedy. En la primera semana se reunió, de modo confidencial, hasta llegar a la decisión de decretar el bloqueo naval a Cuba.

A las 7:00 p.m. del día 22 de octubre, Kennedy se dirigió a su país y a todo el mundo, a través de la radio y la televisión, para informar la decisión de llevar a cabo el bloqueo naval alrededor de Cuba, al cual denominó "cuarentena" con el marcado propósito de encubrir el carácter guerrerista de esa medida.

En el Pentágono —desde la mañana del 22—, la Junta de Jefes de Estados Mayores envió una directiva sobre las operaciones del bloqueo a la Flota del Atlántico. Al mediodía comenzaron a desconcentrarse los bombarderos B-47 del Comando Aéreo Estratégico (SAC) en 40 aeropuertos civiles estadounidenses; cada uno llevaba sus cargas nucleares. Ese mismo día, el SAC ordenó mantener el 25% de los B-52 realizando la guardia en el aire con armamento nuclear, situación que continuó por espacio de 15 días. El resto de la aviación se encontraba con similares medios y lista para despegar en 15 minutos.

Cinco divisiones del ejército, sin contar la 1ra. División Blindada que se encontraba en camino hacia el Fuerte Stewart, en Georgia, estaban en estado de alerta. Las Fuerzas de Tareas para el Bloqueo Naval incluían 238 buques; ocho portaaviones, dos cruceros, 118 destructores, 13 submarinos, 65 buques anfibios y 32 auxiliares.

El Pentágono dispuso una fuerza de 250,000 hombres para la invasión a Cuba, así como los medios aéreos para ejecutar no menos de 2,000 misiones. Además, adicionalmente se aprobó la preparación de cien buques mercantes para el traslado de las tropas y, como complemento a la exploración estratégica de los U-2, se decidió realizar vuelos a baja altura dos veces al día —al amanecer y al atardecer—, con una escuadrilla compuesta por ocho aviones.

Desde el día 21, se reforzó la Base Naval yanki, enclavada en la bahía cubana de Guantánamo, con tres batallones de infantería de marina, aumentando de 8,000 a 16,000 sus efectivos, y realizando trabajos ingenieros urgentes para el acondicionamiento de las posiciones. También se efectuó, el día 22, la evacuación de todo el personal civil de la base.

Por otra parte, fue decretado el estado de máxima alerta para las tropas norteamericanas situadas en Europa Occidental y en el Lejano Oriente, así como las de sus aliados de la OTAN. Los submarinos con cohetes Polaris ocuparon sus posiciones operativas, tratando de intimidar a la Unión Soviética y a otros países socialistas.

Como es natural, Cuba no permaneció indiferente ante esta situación. El Comandante en Jefe Fidel Castro ordenó, a las 3:50 p.m. del día 22, poner en "alerta de combate" a las Fuerzas Armadas Revolucionarias y, a las 5:35 p.m. decretó el estado de "alarma de combate" para todo el país.

El Gobierno Cubano, que se mantenía atento al incremento de las acciones militares de Estados Unidos en toda el área del Caribe, dedujo que esa actividad bélica estaba relacionada directamente con la presencia de los cohetes soviéticos en Cuba. De ahí, la decisión de disponer la movilización general del país casi hora y media antes de que hablara Kennedy. Asimismo, instruyó a su representante permanente ante la ONU para que solicitara la convocatoria de una reunión urgente del Consejo de Seguridad.

Al llamado de la Revolución, el pueblo respondió con valentía, firmeza y dignidad. Nunca antes se había sentido tan cercano el peligro de la agresión militar directa; sin embargo, no hubo ni sombra de pánico en la población. El país se preparó para enfrentar y resistir el bloqueo militar total, golpes aéreos masivos y la invasión. Todos los recursos de la nación se pusieron a disposición de la defensa de la Patria amenazada.

En horas de la noche del día 23, ante la radio y la televisión, con la palabra firme del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Cuba respondió al agresivo discurso del mandatario yanki, denunciando la política hostil del Gobierno de Estados Unidos desde el triunfo de la Revolución.

Por su parte, el Gobierno de la URSS, en horas de la mañana del día 23, dio instrucciones a su Ministro de Defensa, mariscal Malinovski, para poner urgentemente en completa disposición combativa a las Fuerzas Armadas soviéticas. Ese mismo día emitió una declaración en la que se condenaba el establecimiento del bloqueo naval, la intercepción y registro de buques con destino a Cuba; así como previno al gobierno de Estados Unidos de realizar las medidas declaradas por el presidente Kennedy. En los países miembros del Tratado de Varsovia se tomaron iguales medidas.

La condena del mundo progresista y amante de la paz ante el irresponsable acto de guerra proclamado por el Presidente estadounidense no se hizo esperar. Todas las personas honradas del planeta alzaron su voz para llamar a la cordura a las partes involucradas en el conflicto y evitar el desencadenamiento de la guerra mundial, lo cual hizo también parte de la prensa mundial.

En varios países se produjeron mítines y manifestaciones para protestar contra las acciones del imperialismo y en defensa de la paz. Diversas fueron las formas en que la opinión pública del orbe se manifestó contraria a la política guerrerista norteamericana y en apoyo a la justa causa del pueblo cubano.

La tensa situación en que la crisis puso al mundo requirió un extraordinario esfuerzo en la esfera diplomática para tratar de evitar una guerra nuclear y resolver el diferendo por medio de negociaciones.

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II.- Ni aun al borde del holocausto, este pueblo se doblegó (II)
GENERAL DE DIVISIÓN SERGIO DEL VALLE JIMÉNEZ

El día 24 de octubre de 1962 el Secretario General Interino de la ONU, U Thant, en cartas a las tres partes directamente involucradas en el conflicto, los exhortaba a discutir una solución pacífica del mismo.

FIDEL RECIBE A ANASTAS MIKOYAN

Al siguiente día, cuando conoció que se acercaban barcos soviéticos a la zona de "cuarentena", U Thant se dirigió urgentemente a los Gobiernos de la URSS y Estados Unidos, en una segunda apelación, para evitar una confrontación entre ambas potencias y solicitó de ellas que le concedieran un tiempo, a fin de poder tratar el asunto y hallar una solución.

A esta apelación, el Gobierno soviético fue el primero en responder, dando instrucciones a los capitanes de sus barcos de mantenerse alejados de la zona del bloqueo, lo que evidenció el interés de la URSS en una solución pacífica del conflicto. Mientras, la respuesta de Estados Unidos proseguía con su tono amenazador y prepotente, y manifestaba la disposición de evitar la confrontación con los barcos soviéticos si estos no transportaban armamentos, violando así el derecho de libre navegación en aguas internacionales.

Con la intención de allanar el camino, proliferó la correspondencia entre los jefes de gobiernos de la URSS y Estados Unidos en esos días, además de efectuarse encuentros con dirigentes de otros Estados y con una serie de personalidades influyentes.

También se produjo entre Cuba y la URSS un intercambio de misivas, mediante el cual el máximo dirigente de la Revolución Cubana formulaba a la dirección soviética sus razonamientos y argumentos acerca de las negociaciones que se venían desarrollando entre Kennedy y Jruschov.

El Gobierno cubano mantuvo el criterio de que, frente a las amenazas del imperialismo, era indispensable mantener una firme posición de principios. Fidel alertaba a la dirección soviética sobre la propensión de la administración estadounidense a la política del chantaje.

Mientras el mundo progresista hacía esfuerzos por conjurar la crisis, el gobierno estadounidense mantenía sus amenazas de invadir a Cuba y se arrogaba como un derecho la violación del espacio aéreo cubano. El presidente Kennedy, personalmente, ordenó aumentar el día 26 las incursiones aéreas a baja altura de dos a doce veces al día.

El incremento de los vuelos rasantes hizo más tensa la situación. Este tipo de acción no se podía permitir debido a que posibilitaba a las fuerzas armadas yankis realizar un ataque sorpresivo. Dado el peligro que esto significaba para la defensa del país, el Comandante en Jefe ordenó, a partir del día 27, abrir fuego contra todo avión enemigo en vuelo a baja altura.

El día 27, cuando la aviación enemiga violó el espacio aéreo cubano, las baterías comenzaron a abrir fuego en cumplimiento de la orden recibida. En estas circunstancias, se produjo el derribo de un avión espía del tipo U-2 por un Grupo Coheteril Antiaéreo soviético emplazado en el territorio del municipio de Banes, antigua provincia de Oriente.

Ese mismo día 27, el Comandante en Jefe, en respuesta a una carta del Secretario General Interino de las Naciones Unidas, U Thant, le planteaba la voluntad de Cuba de buscar una salida negociada de la crisis; pero, al mismo tiempo, hacía constar la firmeza de la Revolución de no retroceder ni un ápice en sus principios y derechos soberanos ante las presiones del imperialismo, ya que solo era posible negociar en igualdad de condiciones.

En horas tempranas de la mañana del 28 la dirección cubana conoció, a través de Radio Moscú, la respuesta del Gobierno soviético al mensaje de Kennedy del día anterior, que, en síntesis, expresaba la aceptación de la URSS de retirar los cohetes con garantías de verificación, a cambio del compromiso hecho por el mandatario norteamericano de no atacar a Cuba e impedir que sus aliados dieran ese paso.

El Gobierno cubano estimó que los términos del acuerdo concertado por Jruschov y Kennedy eran inconvenientes para Cuba. Asimismo, el acuerdo, por principio, se debió consultar con la dirección cubana y no apresurarse a dar esa respuesta. En una declaración pública, el mismo día 28, Fidel Castro comunicó la posición de la Revolución, basada en cinco puntos que posibilitarían el logro de una verdadera paz frente a las agresiones de Estados Unidos.

Como parte del proceso negociador, el 30 de octubre arribó a La Habana una delegación de la ONU encabezada por su Secretario General Interino, U Thant, en respuesta a una invitación formulada por el Gobierno de Cuba.

El 2 de noviembre, todos los aspectos principales del encuentro con U Thant se les informaron al pueblo cubano y al mundo en una intervención de Fidel por radio y televisión. El Comandante en Jefe explicó detalladamente la postura de principios asumida por la dirección de la Revolución al demandar, como base de las negociaciones, los cinco puntos exigidos por Cuba y no tolerar la inspección del territorio nacional.

Cabe señalar que desde el 31 de octubre, en cumplimiento del compromiso contraído por la URSS, se había iniciado la retirada de los proyectiles, a la cual no se puso ningún tipo de obstáculo por el Gobierno cubano. En lo que respecta a la verificación de la misma entre las partes soviética y norteamericana, se llegó al acuerdo de realizarla en aguas internacionales a través de las fuerzas aeronavales estadounidenses que, desde el aire, supervisaron los cohetes colocados en la cubierta de los barcos y vigilaron el desplazamiento de dichos buques hasta sus puertos de origen.

Los Cinco Puntos exigidos por Cuba

Ante el acuerdo adoptado por las dos superpotencias sin consultar ni tener en cuenta la opinión de Cuba, en la misma tarde del 28 de octubre de 1962, el Comandante en Jefe planteó las exigencias de nuestro país para una solución al conflicto. No existirían las garantías de que hablaba Kennedy si, además de la eliminación del bloqueo naval que prometía, no se adoptaban las medidas siguientes:
Primero: Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen los Estados Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.

Segundo: Cese de todas las actividades subversivas, lanzamiento y desembarco de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, infiltración de espías y sabotajes, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de Estados Unidos y de algunos países cómplices.

Tercero: Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en Estados Unidos y en Puerto Rico.

Cuarto: Cese de todas las violaciones de nuestro espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.

Quinto: Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por Estados Unidos.
La actitud de la Unión Soviética contrastaba mucho con la tomada por la administración norteamericana, que el 1 de noviembre restableció el bloqueo naval y los vuelos de reconocimiento que había suspendido de manera momentánea durante la visita de U Thant. Además, continuó la política de chantaje con nuevas exigencias a la URSS para la salida de Cuba de otros tipos de armamentos que consideraban "ofensivos". De esa manera, se iban sumando nuevas situaciones que podían agravar la crisis, cuando se había entrado en fase de negociación.

En aquellas condiciones desempeñó un importante papel el viaje a La Habana, el 1 de noviembre, del Primer Vicepresidente del Consejo de Ministros de la URSS, Anastas l. Mikoyan. En el intercambio de opiniones entre Mikoyan y Fidel Castro, así como con otros dirigentes cubanos, se analizaron profundamente los aspectos discrepantes en cuanto a las posiciones de ambos gobiernos, surgidos al calor de los acontecimientos y se acordaron puntos de vista con el propósito del arreglo pacífico de la crisis.

En el curso del mes de noviembre de 1962, mediante los canales diplomáticos y las Naciones Unidas, se mantuvo un constructivo intercambio de criterios acerca de la liquidación de los restos de la crisis. Esta compleja lucha en el ámbito de las relaciones internacionales permitió iniciativas que dieron solución a los problemas de carácter inmediato, lo cual propició romper las tensiones y volver a la normalidad.

El 20 de noviembre, Kennedy dio órdenes al Pentágono de poner fin al bloqueo naval. De igual forma, en la URSS y demás países socialistas miembros del Tratado de Varsovia se declaró el paso de sus fuerzas armadas a las condiciones de tiempo de paz. En Cuba, dos días después, se tomaron medidas similares.

El pueblo y Gobierno cubanos, dando muestras de firmeza en sus posiciones frente a las pretensiones del imperialismo estadounidense, realizaron un importante aporte a la paz mundial al demostrar prudencia y comprensión respecto a la necesidad de solucionar la crisis por vías pacíficas. La opinión pública mundial saludó la contribución conjunta de la Unión Soviética y de la República de Cuba, gracias a la cual se salvó la soberanía e integridad del país y se evitó, al mismo tiempo, una catástrofe nuclear.

De la Crisis de Octubre el pueblo, dirigido por Fidel, salió fortalecido. Pasó esta dura prueba con firmeza, valor y honor revolucionarios. En los momentos en que arreció el peligro, no se doblegó, sino que se robusteció aún más.

Las discrepancias con la dirección soviética, en cuanto al enfoque de la solución de la crisis, nunca fueron vistas por el pueblo y Gobierno cubanos como elemento de desunión y división con ese país hermano y heroico.

La trascendencia de los acontecimientos que tuvieron lugar en el mes de octubre de 1962 fue extraordinaria, tanto para Cuba como internacionalmente. Después de la Segunda Guerra Mundial, la humanidad no vivió momentos tan peligrosos, al borde del holocausto. Sin embargo, se demostró también cómo la omnipotencia imperial, en el mundo de entonces, tenía una barrera infranqueable en la creciente fuerza y solidaridad del campo revolucionario y de todos los hombres del planeta amantes de la paz.

El pueblo cubano, en aquella coyuntura, protagonizó un imperecedero ejemplo de serenidad, decisión y valor que forman parte de sus tradiciones revolucionarias y de su moral de lucha, pues como dijera Fidel poseía algo mucho más importante: "proyectiles morales de largo alcance que no se pueden desmantelar y no serán desmantelados jamás".

La Crisis de Octubre confirmó fehacientemente la idea planteada por Fidel respecto a que la defensa de la Revolución depende de la disposición y patriotismo de sus hijos de combatir hasta la última gota de sangre. Al reafirmar las posiciones soberanas de Cuba, se dejó bien claro que, frente a las amenazas, agresiones y actos de todo tipo del imperialismo, nunca se renunciará al derecho de poseer las armas que estimemos convenientes para asegurar la defensa del país.

A pesar de los resultados, el imperialismo norteamericano se vio obligado a reconocer la existencia, a 90 millas de sus costas, de la Cuba revolucionaria y socialista. No obstante, aquella solución no eliminó las causas principales del diferendo cubano-norteamericano.

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Con la razón histórica y la moral de Baraguá
Tomado de Granma

El 23 de noviembre de 1990, hace 22 años, Granma publicó este editorial como introducción a la desclasificación de los mensajes que intercambiaron Fidel y el primer ministro de la Unión Soviética Nikita Jruschov entre el 26 y el 31 de octubre de 1962 sobre los tensos acontecimientros que pusieron en peligro a la humanidad en aquellos días de lo que denominamos la Crisis de Octubre. Por el valor de sus argumentos y explicaciones, nuestro diario reproduce ese editorial como preámbulo a la publicación de los mensajes la semana próxima

En su carta de despedida al compañero Fidel Castro, el Comandante Ernesto Che Guevara afirma:

"... Sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días. Me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios".

Los peligros y los principios continúan siendo, a la distancia de casi tres decenios, y serán siempre, palabras claves en una síntesis exacta de aquella prueba.

Más de la mitad de la población cubana no estaba nacida en los días cruciales comprendidos en la semana del 22 al 28 de octubre de 1962. En el testimonio de sus predecesores, en las aulas, los textos de historia y en algunas obras artísticas, los jóvenes de hoy han conocido las circunstancias y el desenlace de la crisis que colocó a la humanidad, como nunca antes ni después hasta nuestros días, más allá del umbral de una conflagración nuclear.

Pero incluso para la mayoría de los que vivieron los acontecimientos, en la Unión Soviética, en los Estados Unidos y en Cuba también constituyen revelaciones los mensajes que entre el 26 y el 31 de octubre de 1962, intercambiaron el entonces Primer Ministro de la URSS Nikita S. Jruschov y el líder de la Revolución Cubana, nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, textos hasta ahora inéditos.

¿Por qué publicarlos precisamente ahora?

En manos del Gobierno de Cuba obran numerosos documentos, pruebas materiales y testimonios que pueden arrojar luz definitiva sobre el origen, desarrollo y desenlace de la crisis. Además, aún viven los principales dirigentes políticos y militares que condujeron los destinos de nuestro pueblo en aquel periodo crucial.

Durante los veintiocho años transcurridos, en diversas ocasiones se ha intentado por parte de periodistas, estudiosos e incluso dirigentes políticos vinculados a los hechos teorizar sobre las experiencias de la crisis, desentrañar las facetas más controvertidas y los procesos que condujeron a las decisiones fundamentales sin consultar siquiera la opinión de Cuba.

La actitud del Gobierno de Cuba ha sido paciente y cautelosa; en ningún momento nos hemos apresurado a rebatir ni aun las especulaciones que se han formulado en torno a la posición cubana en aquellos acontecimientos.

Entre los documentos en nuestro poder que, lógicamente, también se conservan en los archivos de la URSS, se encuentran estas cinco misivas que ahora se publican. Realmente no se correspondía con nuestras intenciones divulgarlas en este momento de manera que no se nos atribuyera el ánimo de forzar un debate y pensábamos que podíamos aguardar por un consenso de las tres partes concernidas que abrieran sus respectivos archivos secretos para revelar al mundo todo lo relativo a la crisis. Desde luego, siempre reservándonos el derecho a cualquier iniciativa en este sentido.

En lo que a Cuba respecta, no tenemos nada que ocultar y no tememos a que resplandezca la verdad histórica.

La intención de dar a la publicidad estos cinco mensajes íntegramente fue anticipada en el discurso pronunciado por el compañero Fidel Castro en el acto central por el XXX Aniversario de los Comités de Defensa de la Revolución el pasado 28 de septiembre. En ese discurso el compañero Fidel alude a unas notas autobiográficas de Jruschov cuya transcripción forma parte o aparece en la tercera parte de sus memorias y en las cuales este afirma que el compañero Fidel le aconsejó en el momento más crítico que la URSS lanzara un ataque coheteril nuclear de carácter preventivo contra Estados Unidos. Esta versión fue difundida a finales de septiembre pasado por la revista norteamericana Time que publicó como primicias fragmentos de las citadas memorias.

Es en estas circunstancias que se toma la decisión, a la que se refiere el compañero Fidel en su discurso, de publicar estos documentos; y se dieron los pasos para hacerlo coincidir con la aparición en Estados Unidos y en Europa de una edición de las memorias tituladas "Jruschov recuerda: las cintas de la Glasnost".

Es así, que en el día de hoy las cinco cartas han sido publicadas también en Europa. Esta decisión se hacía ineludible porque al resumir el contenido de las cintas magnetofónicas la mencionada revista señaló que entre otras cuestiones el autor se refiere a "la temeridad apocalíptica de Fidel Castro durante la crisis cubana de los misiles de 1962".

Se atribuye a Jruschov haber dicho lo siguiente:

"Entonces recibimos un telegrama de nuestra embajada en Cuba. Decía que Castro aseguraba tener información fidedigna de que los norteamericanos se estaban preparando para atacar a Cuba dentro de unas pocas horas. Nuestros propios órganos de inteligencia nos informaron que probablemente la invasión fuera inevitable, a no ser que llegáramos a un rápido acuerdo con el Presidente".

Después agrega:

"Castro sugirió que, con el fin de evitar que nuestros misiles nucleares fueran destruidos, debíamos lanzar un golpe preventivo contra Estados Unidos. Mis camaradas dirigentes y yo nos dimos cuenta de que nuestro amigo Fidel no había entendido nuestro propósito. Habíamos instalado los misiles, no con el propósito de atacar a los Estados Unidos, sino para evitar que Estados Unidos atacara a Cuba".

A nadie puede escapársele que la divulgación de la afirmación que se atribuye a Jruschov sirve al avieso propósito de atizar la histeria anticubana ante la opinión pública norteamericana y mundial.

Ello tiene lugar en momentos de embriaguez triunfalista de la Administración Bush a consecuencia de los cambios que se han producido en los países de Europa del Este y la compleja situación interna de la URSS. Se recrudecen las medidas del bloqueo económico a Cuba; las campañas de calumnias y todo tipo de presiones con que pretenden aislarnos del resto del mundo; la agresión radial y televisiva en un fracasado intento de confundir a nuestro pueblo y debilitarnos internamente. Todo esto no tiene otro fin que el de destruir nuestra Revolución Socialista, para lo cual no se excluye una eventual agresión militar.

Una lectura objetiva y serena de las cartas a Jruschov redactadas por el compañero Fidel el 26, el 28 y el 31 de octubre de 1962 establece con precisión la letra y el contexto verdaderos en que fue evocada la eventualidad de un golpe nuclear contra Estados Unidos. No hay margen a equívoco en lo planteado pero tampoco puede intentarse un esclarecimiento de las causas que hayan inducido a Jruschov a la interpretación que sostiene, no ya en sus memorias sino en la carta que dirige al compañero Fidel el 30 de octubre, si el análisis se realiza fuera de las circunstancias reales en que se produjeron aquellos intercambios.

Aunque de la simple lectura de estos documentos se puede inferir el dramatismo del momento que se vivió, se hace necesaria una breve recapitulación para aproximarse al panorama que existía cuando el compañero Fidel redactó su primer mensaje.

Necesario es tener en cuenta que a principios de la década del sesenta todavía la URSS distaba mucho de alcanzar la paridad nuclear con los Estados Unidos. Basta decir que según se conoce hoy por los datos que han sido revelados, mientras los Estados Unidos poseían unas 5 mil ojivas nucleares y cerca de 500 portadores intercontinentales, la URSS solo disponía de alrededor de 300 ojivas nucleares y algunas decenas de portadores de este mismo tipo.

Al propio tiempo, hay que ponderar que mientras en Moscú primaba una concepción defensiva, Washington se basaba en una doctrina militar ofensiva.

Luego de fracasar la invasión mercenaria de Playa Girón, Cuba y la URSS coincidían en la convicción, avalada por diversos hechos e informaciones de inteligencia, de que Estados Unidos se preparaba para una agresión militar directa contra Cuba. En esas circunstancias, las partes soviética y cubana suscribieron un acuerdo militar que fortalecía la defensa tanto de la URSS como de Cuba.

El acuerdo militar incluyó la instalación en territorio cubano de cohetes de alcance medio e intermedio dotados de ojivas nucleares y la presencia de más de 40 mil soldados soviéticos en nuestro territorio.

Los soviéticos, al sugerir el emplazamiento de tales armas, manifestaron que perseguían el propósito de aumentar la capacidad disuasiva de la Revolución Cubana frente a las reales amenazas de agresión de los Estados Unidos.

No era menos cierto que con el despliegue en Cuba de los proyectiles, la capacidad de respuesta de la URSS a un ataque nuclear de Estados Unidos se multiplicaba tanto en rapidez como en efectividad y según los propios norteamericanos tornaba vulnerable al 85% de las instalaciones coheteriles nucleares en territorio estadounidense.

El compañero Fidel y la Dirección cubana comprendieron desde el primer momento que la presencia de los cohetes soviéticos en nuestro territorio podía afectar la imagen de nuestra Revolución en el terreno político e incrementar los peligros de un enfrentamiento de otro carácter con Estados Unidos.

No se les escapó tampoco el verdadero sentido de la propuesta de Jruschov, que era mejorar la correlación de fuerzas de la URSS y la comunidad socialista frente al imperialismo. Pero habría sido una cobardía y un acto de egoísmo nacional rechazarla. Como ha expresado muchas veces el compañero Fidel en conversaciones íntimas, él razonó que si esperábamos en aquel entonces que la URSS luchara para defender a Cuba en caso de agresión a nuestro país por parte de Estados Unidos, como había proclamado públicamente el propio Nikita Jruschov, nosotros estábamos en el deber ineludible de arriesgarnos también por la URSS.

En adición a esto, Cuba adquiría una protección estratégica frente al riesgo que ha estado siempre presente de una guerra convencional de Estados Unidos contra nuestra patria, y, por otro lado, si estallaba una guerra mundial por cualquier causa, de todas formas nos veríamos afectados.

De esa manera, a suelo cubano arribaron un total de 42 cohetes nucleares de alcance medio y un contingente de 43 mil soldados soviéticos, mientras que Cuba, al estallar la crisis, puso sobre las armas un total de unos 270 mil combatientes encuadrados en unidades regulares y cerca de 150 mil en la defensa popular, es decir, más de 400 mil hombres y mujeres combatientes.

En el acuerdo soviético-cubano se estableció el criterio de que una vez que estuvieran en Cuba las armas atómicas se hiciera público el acuerdo militar cubano-soviético y la existencia de tales armas, al amparo del derecho inalienable que asistía al Estado cubano de poseer los medios disuasivos que se estimaran necesarios para garantizar su seguridad nacional sin conceder ningún tipo de prerrogativas al imperialismo para decidir qué tipo de armamento debíamos poseer o no. Ambos países habíamos actuado dentro de los más estrictos principios del derecho internacional.

Como Cuba, a medida que transcurría el proceso, observó la gestación de la crisis, por la forma en que el imperialismo enfocaba la cuestión a medida que se hacía evidente el fortalecimiento militar de nuestro país y circulaban los más diversos y confusos rumores en la esfera internacional, propuso que se publicara el acuerdo militar entre Cuba y la URSS. Pero Jruschov persistió en la idea de que la instalación debería mantenerse encubierta hasta la publicación del acuerdo militar que se realizaría en ocasión de su visita a Cuba, proyectada para finales de ese año. Como únicamente Jruschov podía conocer bien la exacta correlación de fuerzas entre la URSS y Estados Unidos, Cuba no tuvo otra alternativa que aceptar ese punto de vista.

El Premier soviético enfatizó además que la URSS estaba dispuesta a llegar hasta las últimas consecuencias, aunque el plan de reforzamiento militar de la Isla fuera descubierto por el enemigo antes de que Cuba y la URSS lo hicieran público.

Al recordar el colosal poderío militar que Washington desplegó a partir del 22 de octubre alrededor y en las proximidades de Cuba, se comprueba que su llamada "cuarentena" era el preludio de un ataque aéreo contra las instalaciones coheteriles y otros puntos estratégicos de Cuba o de una invasión directa en gran escala.

Aquel 26 de octubre, cuando el compañero Fidel, después que nuestro país adoptara y aplicara en sus más mínimos detalles el plan de defensa que incluía la protección con decenas de baterías antiaéreas de los cohetes nucleares y los de tierra-aire, redacta el mensaje que la noche de ese día dictó en la propia sede diplomática en La Habana al embajador Alexander Alexeiev, ya está tendido el cerco naval yanki alrededor de la Isla, una fuerza militar conjunta integrada por 250 mil efectivos de la Infantería de Marina y fuerzas terrestres; más de mil aviones y unos 250 buques de la Armada estaban listos para el asalto contra nuestro país, en una u otra de las variantes que evaluaba el Pentágono. Como ha explicado Fidel, al preguntarse qué le faltaba ese día fatigoso por hacer, decidió enviar un mensaje a Jruschov para exhortarlo a que mantuviera una posición firme y no se cometieran irreparables errores en caso de que la guerra fatalmente estallara.

Lo que en esencia se le expresó al compañero Jruschov fue que, según nuestro análisis e informes, la agresión era casi inminente y que la variante más probable era "el ataque aéreo contra determinados objetivos con el fin limitado de destruirlos...".

Nuestro Comandante en Jefe aborda con tanta madurez, serenidad y responsabilidad esta perspectiva, que se abstiene de sugerir, en caso de que Estados Unidos se limitara a un golpe aéreo masivo, que hubiera una respuesta militar soviética, a pesar de las tremendas pérdidas humanas y materiales que tal agresión habría implicado. Por otra parte, Cuba era totalmente opuesta a que se permitiera el vuelo rasante de los aviones enemigos, lo cual venía ocurriendo desde el inicio de la crisis y facilitaba a Estados Unidos la realización del golpe sorpresivo sobre las bases de cohetes y otros objetivos militares. Por ello, el mando militar cubano el 27 de octubre dio la orden a su artillería antiaérea de disparar contra los aviones que violaran el espacio aéreo, lo cual fue informado al mando militar soviético.

Para el Jefe de la Revolución Cubana la variante de la invasión es "menos probable, aunque posible". Y tal invasión a Cuba, en cuyo territorio se encontraban desplegados 43 mil soldados soviéticos, todos los cuales estaban expuestos a perecer, habría significado, de hecho, la guerra contra la Unión Soviética y, por su propia dinámica, simultáneamente o a continuación sobrevendría el golpe nuclear contra el territorio de la URSS. Es ese y únicamente ese, el contexto donde el compañero Fidel concibe como un desarrollo racional de los acontecimientos que si los Estados Unidos invadían a Cuba no se detendrían a esperar la reacción soviética y tomarían la iniciativa de un ataque nuclear.

Es ante tal desarrollo que Fidel alerta a la Unión Soviética, para que no permita "jamás las circunstancias en las cuales los imperialistas pudieran descargar sobre ella el primer golpe nuclear" y eliminar en ese momento y para siempre semejante peligro, en acto de la más legítima defensa.

Entonces, ¿por qué Jruschov interpretó y más tarde reafirmó en sus memorias que el compañero Fidel era partidario de un golpe nuclear preventivo contra Estados Unidos, cuando en realidad esa idea no fue nunca siquiera sugerida?

Quizás de manera errónea, pero seguramente sincera, lo creyó o lo entendió realmente aun cuando en los textos de los mensajes no existía margen para confundirse.

Ninguna persona honrada puede perder de vista, para llegar a explicarse realmente lo ocurrido, la tensión sin precedentes que en aquellos días vivió la humanidad, la tremenda responsabilidad que recaía sobre los dirigentes que manejaron la crisis y el hecho de que 28 años atrás la infraestructura, los cuadros, el personal técnico, incluido traductores, se encontraban en un nivel incipiente, en una coyuntura en la que disponíamos de un reducido grupo de especialistas. Los medios de comunicación entre la URSS y Cuba y los sistemas de codificación correspondían al desarrollo alcanzado por los soviéticos para los inicios de la década del sesenta y no pueden ni compararse con los actuales.

En tales condiciones, y no obstante el extremo celo con que se trabajaba en el proceso de consultas, nadie podría descartar la posibilidad de que momentáneamente se deslizara un equívoco. Y en una cuestión de vida o muerte como la que se dirimía, el concepto de que ante un curso de los acontecimientos precipitados por Estados Unidos la URSS no se dejara propinar impunemente un primer golpe nuclear pudo ser asumido por Jruschov como que se sugería a Moscú dar un golpe preventivo. Tampoco puede excluirse que los representantes soviéticos en Cuba contribuyeran sin proponérselo a esa percepción al trasladar la determinación de la dirección y del pueblo cubanos de no amilanarse frente al riesgo de un ataque en gran escala e, incluso, de un golpe nuclear.

Las cartas posteriores, como se verá a través de su lectura, muestran el esfuerzo realizado por el compañero Fidel para despejar esa errónea interpretación.

También durante muchos años, con fines no menos sinuosos, las agencias occidentales hicieron circular la versión novelesca de que el propio Comandante en Jefe había disparado personalmente el cohete antiaéreo que derribó al avión espía U-2 en la zona de Banes el día 27 de octubre de 1962.

Entonces también, sin que se haya podido establecer con rigor todavía el origen de semejante confusión, Jruschov atribuyó ese hecho a una acción de nuestras tropas, dado que el mando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, como se expresó, cumpliendo instrucciones de la Dirección Política y del Comandante en Jefe, había ordenado abrir fuego contra cualquier avión enemigo que violara el espacio aéreo nacional. Es decir: no fue una reacción irreflexiva ni casual, sino un acto consciente y consecuente con la situación creada.

Sin embargo, como ha sido luego notoriamente conocido, en los días de la crisis la artillería antiaérea cubana solo poseía ametralladoras y cañones, mientras que los grupos coheteriles antiaéreos formaban parte del dispositivo militar soviético enviado a Cuba, bajo el mando directo del Ministerio de Defensa en la URSS.

Si algo está fuera de cualquier duda es que, de haber dispuesto del armamento idóneo, Cuba habría abatido sin vacilación los aviones de exploración enemigos que volaban a gran altura, pero lo cierto es que esa nave fue derribada por uno de los grupos coheteriles antiaéreos soviéticos bajo el mando del teniente general G. A. Voronkov, hoy ya jubilado, a quien más tarde Cuba condecoraría por esa acción con la Orden Ernesto Che Guevara de Primer Grado.

En el caso del derribo del U-2 Jruschov pudo no conocer estos detalles y, como se deduce también en sus memorias, probablemente nunca llegó a saber que la cohetería antiaérea era operada solo por personal soviético y que el mando de las fuerzas armadas de la URSS en Cuba acató la orden de disparar contra los aviones que violaran nuestro espacio aéreo. Respecto a una cuestión tan medular como la sugerencia de un ataque nuclear preventivo, su conducta inmediata posterior indica que él, en efecto, hasta el último momento creyó sinceramente en esa versión. De acuerdo con lo que se refleja en sus memorias, según la edición norteamericana, cuando el compañero Fidel visita a la URSS en 1963 y supuestamente se debate este asunto, estando presente el propio Alexander Alexeiev, a quien el jefe de la Revolución le dictó el mensaje del 26 de octubre, Jruschov, que no conocía el español y se atiene al texto ruso, argumenta para sostener su tesis, que en ese texto aparecen las palabras "guerra" y "golpe".

La palabra "guerra" no aparece por cierto en el mensaje cubano, aunque sí la palabra "golpe", pero en un contexto muy claro y preciso y con una condicionante inequívoca: "Si tiene lugar la segunda variante y los imperialistas invaden a Cuba con el fin de ocuparla (...)". ¿Hubo acaso algún error en la traducción del texto al ruso que realizó la embajada soviética? Todo es posible.

Si las memorias no son apócrifas ni han sido en este tema adulteradas, hay que aceptar la evidencia de que a Jruschov, muchos años después, cuando dictó sus memorias, nunca se le borró esa idea y siguió creyendo hasta el final en esta interpretación completamente errónea.

Sin embargo, la discrepancia fundamental e históricamente trascendente es la contenida en la carta del 31 de octubre en la cual el compañero Fidel patentiza la amargura y la tristeza por el modo en que la URSS y Estados Unidos alcanzaron un entendimiento a espaldas de Cuba. En esa propia carta la argumentación en torno al equívoco del golpe preventivo es impecable y constituye un precedente insoslayable para los dirigentes políticos cubanos del presente y del porvenir por el modo magistral en que se conjugan sabiduría, respeto, valentía y lealtad a los principios.

Con esa misma altura debemos abordar el saldo histórico de la gestión de Nikita S. Jruschov al frente de la URSS en su proyección hacia el proceso revolucionario cubano. Si algo no podrá asociarse nunca al nombre de Jruschov es la falta de valentía política. En el desarrollo de las relaciones entre nuestros partidos y gobiernos en esa época, que llegaron a ser ejemplares, cuando creímos que el otro no estaba en lo cierto nos lo comunicamos con absoluta franqueza y fraternidad.

Jruschov fue el precursor de las relaciones políticas, económicas y comerciales de la Unión Soviética con la Revolución Cubana. Supo siempre representar dignamente los intereses del pueblo y del Estado que encabezaba y al mismo tiempo comportarse como un internacionalista.

En la eterna gratitud que el pueblo cubano sabrá preservar hacia los pueblos de la Unión Soviética, Jruschov ocupará siempre un lugar de honor y de respeto.

Él vivió convencido de que la crisis produjo como aporte positivo fundamental el compromiso de Estados Unidos de no invadir a Cuba. Al cabo de veintiocho años puede afirmarse que, salvo una invasión, Estados Unidos lo ha intentado todo para destruir la Revolución Cubana y arrasar su ejemplo.

La seguridad y la soberanía de Cuba se han preservado, ante todo, porque las ocho administraciones norteamericanas que de un modo u otro han repetido los errores de la precedente, no han podido abrir una brecha ni han encontrado jamás un flanco vulnerable en la unidad y en la conciencia del pueblo cubano.

Frente a las amenazas y peligros se ha alzado siempre, como decía Fidel a Jruschov el 30 de octubre, una sola clase de alarma: la alarma de combate.

Si un aporte de alcance histórico, no solo para el destino de Cuba sino para la experiencia de todos los movimientos revolucionarios del planeta, surge del desenlace de la Crisis del Caribe que fue en realidad mundial, este se sintetiza y plasma en las cinco condiciones exigidas por Cuba como una verdadera garantía frente al imperialismo norteamericano:
1. Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen los Estados Unidos en todas partes del mundo contra Cuba.

2. Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, infiltraciones de espías y saboteadores que se llevan a cabo desde el territorio de Estados Unidos y algunos países cómplices.

3. Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases en Estados Unidos y Puerto Rico.

4. Cese de todas las violaciones de nuestro espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.

5. Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por Estados Unidos.
En aquel orgullo de sentirse cubano que despertaron en el Che los días luminosos y tristes de octubre de 1962 late la razón histórica y la moral que acompañaron a Antonio Maceo en Baraguá. El mayor de los peligros que nuestro pueblo enfrentó en aquella prueba no fue el del exterminio nuclear, sino el de la claudicación. Esta vez no hubo Zanjón pero fue necesaria como entonces la intransigencia y el coraje que hicieron retroceder incluso a los que pretendían humillarnos imponiéndonos la inspección de nuestro territorio. Aquel no, junto a los cinco puntos, se convirtieron así en un Baraguá del siglo XX.

Esta es la enseñanza que nos alienta hoy frente a los nuevos desafíos y que perdurará en la memoria inmortal de nuestro pueblo.

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Cartas entre Fidel y Jruschov
Tomado de Granma

.- Cartas entre Fidel y Jruschov (Del 26 al 28 de octubre de 1962)

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.- Cartas entre Fidel y Jruschov (30 de octubre de 1962)

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.- Cartas entre Fidel y Jruschov (31 de octubre de 1962)



.- Cartas entre Fidel y Jruschov (Del 26 al 28 de octubre de 1962)
(De Fidel a Jruschov, nh)
La Habana, 26 de Octubre. 1962
Querido compañero Jruschov:

Del análisis de la situación y de los informes que obran en nuestro poder considero que la agresión es casi inminente dentro de las próximas 24 ó 72 horas.

Hay dos variantes posibles: la primera y más probable es el ataque aéreo contra determinados objetivos con el fin limitado de destruirlos; la segunda, menos probable, aunque posible, es la invasión. Entiendo que la realización de esta variante exigiría gran cantidad de fuerzas y es además la forma más repulsiva de agresión, lo que puede inhibirlos.

Puede estar seguro que resistiremos firme y decididamente el ataque sea cual fuere.

El estado moral del pueblo cubano es sumamente alto y se enfrentará al agresor heroicamente.

Deseo en estos instantes expresarle en palabras muy breves una opinión personal.

Si tiene lugar la segunda variante y los imperialistas Invaden a Cuba con el fin de ocuparla, el peligro que tal política agresiva entraña para la humanidad es tan grande que después de ese hecho la Unión Soviética no debe permitir jamás las circunstancias en las cuales los imperialistas pudieran descargar contra ella el primer golpe nuclear.

Le digo esto, porque creo que la agresividad de los imperialistas se hace sumamente peligrosa y si ellos llegan a realizar un hecho tan brutal y violador de la Ley y la moral universal, como invadir a Cuba, ése sería el momento de eliminar para siempre semejante peligro, en acto de la más legítima defensa, por dura y terrible que fuese la solución, porque no habría otra.

Influye en esta opinión ver cómo se desarrolla esta política agresiva, cómo los imperialistas a despecho de la opinión mundial, por encima de los principios y del derecho, bloquean los mares, violan nuestro espacio aéreo y preparan la invasión, mientras por otra parte hace fracasar toda posibilidad de negociación, a pesar de que saben la gravedad del problema.

Ud. ha sido y es un incansable defensor de la paz, comprendo cuán amargas han de ser estas horas, cuando los resultados de sus esfuerzos sobrehumanos son amenazados tan seriamente. Hasta el último momento, no obstante, mantendremos la esperanza de que la paz se salve y estamos dispuestos a contribuir con lo que esté a nuestro alcance. Pero al mismo tiempo, nos disponemos con serenidad a enfrentar una situación que vemos muy real y muy próxima.

Le expreso una vez más la gratitud infinita y el reconocimiento de nuestro pueblo al pueblo soviético que tan generoso y fraternal ha sido con nosotros, y nuestra profunda gratitud y admiración a Ud., así como el deseo de éxito en la enorme tarea y graves responsabilidades que tiene en sus manos.

Fraternalmente,
Fidel Castro
(De Jruschov a Fidel, nh)

Querido compañero Fidel Castro:
Nuestro mensaje al presidente Kennedy del 27 de octubre permite arreglar la cuestión en su favor, defender a Cuba de la invasión, del desencadenamiento de la guerra. La respuesta de Kennedy que, por lo visto, conoce también, ofrece seguridades de que los EE.UU. no invadirán a Cuba no solamente con sus fuerzas, sino que no permitirán a sus aliados realizar la invasión. Con esto el presidente de los EE.UU. responde positivamente a mis mensajes del 26 y 27 de octubre de 1962.

Ahora acabamos de preparar nuestra respuesta al mensaje del presidente. No le voy a exponerlo porque conocerá el texto que está transmitiéndose por la radio.

Con este motivo quisiéramos recomendarle ahora, en este momento de cambio en la crisis, que no se dejen llevar por los sentimientos, revelen la firmeza. Hay que decir que comprendemos su sentimiento de indignación ante las acciones agresivas de los EE.UU. y violaciones de las normas elementales del derecho internacional.

Pero ahora está en vigor no tanto el derecho, cuanto la insensatez de los militaristas del Pentágono. Ahora, cuando se divise el acuerdo, el Pentágono busca el pretexto para frustrar este acuerdo. He aquí porqué organiza los vuelos provocativos de los aviones. Ayer Vds. derribaron uno de ellos, mientras que antes no los derribaban, cuando sobrevolaban su territorio. Tal paso será aprovechado por los agresores en sus fines.

Por lo tanto quisiéramos aconsejarle amistosamente: muestren paciencia, firmeza y una vez más firmeza. Desde luego, si hay invasión, será necesario rechazarla por todos los medios. Pero no hay que dejarse llevar por las provocaciones, porque los militaristas desenfrenados del Pentágono ahora, por lo visto, cuando se divisa la eliminación del conflicto, que es en su favor, creando la garantía contra la invasión a Cuba, quieren hacer frustrar el acuerdo y provocarles hacia las acciones que podrían usarse contra Vds. Les pediríamos no dar el pretexto para esto.

Nosotros de nuestra parte haremos todo para estabilizar la situación de Cuba, defender a Cuba de la invasión y asegurarles las posibilidades de la construcción pacífica de la sociedad socialista.

Le enviamos el saludo extendiéndolo a toda su colectividad de dirección.

N. Jruschov
28 de octubre de 1962
(De Fidel a Jruschov, nh)
La Habana, 28 de Octubre de 1962
Sr. Nikita Jruschov
Primer Ministro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas U.R.S.S.

Querido compañero Jruschov:

Acabo de recibir su carta.

La posición de nuestro Gobierno en relación a lo que usted nos comunica está contenida en la declaración formulada en el día de hoy cuyo texto seguramente usted conoce.

Deseo aclararle algo referente a las medidas anti-aéreas que nosotros adoptamos. Usted dice: "Ayer ustedes derribaron uno de ellos mientras que antes no los derribaban cuando sobrevolaban su territorio".

Antes se cometían violaciones aisladas sin un propósito militar determinado o sin un peligro real derivado de esos vuelos.

Ahora no era ése el caso. Existía el peligro de un ataque sorpresivo sobre determinadas instalaciones militares. Decidimos que no debíamos cruzarnos de brazos porque un ataque por sorpresa, apagados los radares de detección, y los aviones potencialmente agresores volando impunemente sobre los objetivos, podía destruirlos totalmente. No creíamos que debíamos permitir eso después de los esfuerzos y gastos realizados, y además porque nos debilitaría mucho militar y moralmente. Con ese motivo las fuerzas cubanas el día 24 de Octubre movilizaron 50 baterías anti-aéreas, que era toda nuestra reserva, para apoyar esas posiciones de las fuerzas soviéticas. Si queríamos evitar los riesgos del ataque por sorpresa era necesario que los artilleros tuviesen órdenes de disparar. El mando de las fuerzas soviéticas le podrá brindar informes adicionales de lo que ocurrió con el avión derribado.

Antes, las violaciones del espacio aéreo se hacían de facto y de modo furtivo. En el día de ayer el Gobierno Americano trató de oficializar el privilegio de violar nuestro espacio aéreo a cualquier hora del día y de la noche. Eso no lo podemos aceptar nosotros, porque equivale a renunciar una prerrogativa soberana. Sin embargo, nosotros estamos de acuerdo, en evitar un incidente en estos precisos instantes que pudiera ocasionar un gran daño a las negociaciones y daremos instrucciones a las baterías cubanas de no disparar, pero sólo mientras duren las negociaciones y sin revocar la declaración publicada ayer sobre la decisión de defender nuestro espacio aéreo. Debe contarse, además, con el peligro de que en las condiciones actuales de tensión accidentalmente pueden ocurrir incidentes.

También deseo informarle que nosotros somos en principio contrarios a la inspección de nuestro territorio.

Aprecio extraordinariamente el esfuerzo que usted ha hecho por mantener la Paz; y estamos absolutamente de acuerdo con la necesidad de luchar por ese objetivo. Si ello se logra de manera justa, sólida y definitiva, será un inestimable servicio a la humanidad.

Fraternalmente,
Fidel Castro

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.- Cartas entre Fidel y Jruschov (30 de octubre de 1962)
(De Jruschov a Fidel, nh)
Querido compañero Fidel Castro:

Hemos recibido Su carta del 28 de octubre y las comunicaciones sobre las conversaciones que Vd., como también el Presidente Dorticós han tenido con nuestro embajador.

Comprendemos su situación y tomamos en cuenta las dificultades que Vd. tiene ahora en la primera etapa transitoria después de la liquidación de la tensión máxima surgida debido a la amenaza del ataque de parte de los imperialistas norteamericanos el que Vd. estaba esperando de un momento a otro.

Comprendemos que para Vd. están creadas determinadas dificultades a causa de que hemos prometido al gobierno de los Estados Unidos retirar la base coheteril de Cuba, en calidad de arma ofensiva, a cambio del compromiso de parte de los Estados Unidos de dejar los planes de invasión a Cuba por tropas de los propios EE.UU. y sus aliados en Hemisferio Occidental, de levantar así llamada "cuarentena", es decir poner fin al bloqueo de Cuba. Esto llevó a la liquidación del conflicto en la zona del Caribe que estaba preñado, como lo entiende bien, del choque de dos potencias poderosas y de su transformación en la guerra mundial termonuclear y de cohetes.

Como hemos comprendido a nuestro embajador, entre algunos cubanos existe la opinión que el pueblo cubano desearía la declaración de otro carácter, en todo caso no desearía la declaración sobre el retiro de cohetes. Es posible que esta clase de sentimientos existe entre el pueblo. Pero nosotros, personalidades políticas y del estado, somos dirigentes del pueblo que no sabe todo y no puede abarcar en seguida todo lo que deben abarcar los dirigentes. Por lo tanto debemos ir a la cabeza del pueblo y entonces el pueblo nos seguirá y nos respetará.

Si nosotros, cediendo ante los sentimientos en el pueblo, nos hubiéramos dejado llevar por ciertas capas electrizadas de la población y nos hubiéramos negado a concertar el razonable acuerdo con el Gobierno de los EE.UU., entonces, posiblemente, habría empezado la guerra, en cuyo transcurso habrían perecido millones de personas y los sobrevivientes habrían dicho que la culpa la tienen los dirigentes que no habían tomado las medidas necesarias para conjurar esa guerra de aniquilación.

La prevención de guerra y del ataque a Cuba dependían no sólo de las medidas que adoptaban nuestros gobiernos, sino también del cálculo de las acciones de las fuerzas enemigas que están situadas cerca de Vds. Por ende había que considerar la situación en su conjunto.

Además hay opiniones de que nosotros y Vd. como lo dicen, no hemos llevado a cabo las consultas con motivo de estas cuestiones antes de adoptar la decisión conocida por Vd.

Con este motivo opinamos que hemos llevado a cabo las consultas con Vd., querido compañero Fidel Castro, recibiendo los cables uno más alarmante que otro y, al fin, Su cable del 27 de octubre en que dijo casi estar seguro de que el ataque a Cuba se consumaría. Vd. opinaba que ésta fue solamente la cuestión de tiempo: el ataque en curso de 24 horas ó 72 horas. Al recibir de Ud. este cable muy alarmante y sabiendo su valentía, opinábamos que esto fue la alarma completamente fundada.

¿Acaso no fue ésta la consulta de su parte con nosotros? Hemos comprendido este cable como señal de extrema alarma. Si en las condiciones creadas, teniendo también en cuenta la información de que el desenfrenado grupo guerrerista de los militaristas de los EE.UU. quiso aprovechar la situación creada y realizar el ataque a Cuba, hubiéramos continuado las consultas, habríamos perdido el tiempo y este golpe habría sido asestado.

Hemos formado la opinión que nuestros cohetes estratégicos en Cuba se convirtieron en una fuerza atractiva para los imperialistas: se asustaron y a causa del temor de que los cohetes sean puestos en marcha, podían atreverse a liquidarlos por medio del bombardeo o realizar la invasión a Cuba. Y hay que decir que podían ponerlos fuera de combate. Por lo tanto, repito, su alarma tenía todos los fundamentos.

En su cable del 27 de octubre Vd. nos propuso que fuéramos primeros en asestar el golpe nuclear contra el territorio del enemigo. Vd., desde luego, comprende a qué llevaría esto. Esto no sería un simple golpe, sino que el inicio de la guerra mundial termonuclear.

Querido compañero Fidel Castro, considero esta proposición Suya como incorrecta, aunque comprendo su motivo.

Hemos vivido el momento más serio, en que pudo desencadenarse la guerra termonuclear mundial. Evidentemente, en tal caso los EE.UU. sufrirían enormes pérdidas, pero la Unión Soviética y todo el campo socialista también sufriría mucho. En lo que se refiere a Cuba, al pueblo cubano es difícil incluso decir en general con que eso podría terminarse para él. En primer término en el fuego de la guerra se quemaría Cuba. No hay ninguna duda que el pueblo cubano lucharía valientemente pero que perecería heroicamente de eso tampoco hay duda. Pero nosotros luchamos contra el imperialismo no para morir sino que para aprovechar todas nuestras posibilidades, para perder menos en esta lucha y ganar más para vencer y lograr la victoria del comunismo.

Ahora como resultado de las medidas realizadas hemos conseguido aquel objetivo que planteamos, cuando nos acordábamos con Vd. a enviar los medios coheteriles a Cuba. Hemos arrancado de los EE.UU. la obligación de que no invadan a Cuba ellos mismos y no permitan eso a sus aliados de los países de la América Latina. Todo eso hemos arrancado sin el golpe nuclear.

Hemos considerado que hay que aprovechar todas las posibilidades para defender a Cuba, fortalecer su independencia y soberanía, hacer fracasar la agresión militar y excluir la guerra mundial termonuclear en la etapa actual.

Y hemos conseguido eso.

Aquí, desde luego, hicimos concesiones, aceptamos el compromiso actuábamos según el principio de la concesión a costa de concesión. Los EE.UU. hicieron también concesión, asumieron ante todo el mundo la obligación de no atacar a Cuba.

Por eso si comparamos: la agresión de parte de los Estados Unidos y la guerra termonuclear o el compromiso, la concesión a costa de concesión, el mantenimiento de la inviolabilidad de la República de Cuba y la prevención de la guerra mundial, pienso que el total de esta contaduría, de esta comparación es completamente claro.

Desde luego en la defensa tanto de Cuba como de otros países socialistas no podemos confiar en veto del gobierno de los EE.UU. Hemos adoptado y seguiremos adoptando en adelante todas las medidas para fortalecer nuestra defensa y acumular las fuerzas para el caso de la necesidad del golpe de respuesta. Actualmente, como resultado de nuestro suministro de armas, Cuba está fortalecida cómo nunca antes. Incluso después del desmantelamiento de las instalaciones coheteriles Vd. tendrá arma poderosa para rechazar al enemigo tanto en la tierra como también en el aire y en el mar, en cercanía de la isla. Al mismo tiempo, como Vd. recuerda, hemos dicho en nuestro mensaje al presidente de los EE.UU. fechado en 28 de octubre que "deseamos al mismo tiempo que el pueblo cubano tenga la seguridad de que estamos a su lado y no quitamos la responsabilidad nuestra de prestar ayuda al pueblo cubano". Para todos es comprensible que eso es una advertencia sumamente seria de nuestra parte al enemigo.

Vd. declara, en los mítines también, que no se puede confiar a Norteamérica. Eso, desde luego, es justo. Sus declaraciones con respecto a las condiciones de las conversaciones con los EE.UU. consideramos también como correctas. Lo que fue derribado sobre Cuba un avión norteamericano resultó una medida útil porque esta operación terminó sin complicaciones. Es una lección para los imperialistas.

Claro está que nuestros enemigos interpretarán los sucesos a su modo. La contrarrevolución cubana también tratará de levantar la cabeza. Pero pensamos que Vds. dominarán por completo al enemigo interno sin nuestra ayuda. Lo principal que hemos conseguido es la prevención de la agresión de parte del enemigo externo actualmente.

Consideramos que agresor sufrió la derrota. Se preparó agredir a Cuba, pero nosotros lo hemos parado y le obligamos a reconocer ante la opinión pública mundial que no lo hará en la etapa actual. Apreciamos esto como gran victoria. Los imperialistas, desde luego, no van a cesar la lucha contra el comunismo. Pero también tenemos nuestros planes y vamos a adoptar nuestras medidas. Este proceso de lucha se continuará mientras en el mundo existan dos sistemas político–sociales, mientras uno de éstos, y nosotros sabemos que será nuestro sistema comunista, no vencerá y no triunfará en todo el mundo.

Compañero Fidel Castro, hemos decidido enviarle esta respuesta lo más pronto posible. El análisis más detallado de todo lo sucedido lo haremos en la carta que enviaremos próximamente. En dicha carta haremos el análisis más amplio de la situación y nuestra apreciación de los resultados de la liquidación del conflicto.

Ahora, al iniciarse las conversaciones sobre el arreglo del conflicto, le pedimos comunicarnos Sus consideraciones. De nuestra parte seguiremos participándole el desarrollo de estas conversaciones y realizar las consultas necesarias.

Le deseamos, compañero Fidel Castro, los éxitos. Estos éxitos sin duda alguna los tendrá. Tendrán lugar todavía maquinaciones contra Vds. Pero junto con Vds. adoptaremos todas las medidas para paralizarlas y contribuir al fortalecimiento y al desarrollo de la Revolución Cubana.

N. Jruschov
30 de octubre de 1962

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.- Cartas entre Fidel y Jruschov (31 de octubre de 1962)
(De Fidel a Jruschov, nh)
La Habana, octubre 31 de 1962
Sr. Nikita Jruschov,
Primer Ministro de la Unión Soviética, U.R.S.S.

Querido compañero Jruschov:

Recibí su carta del 30 de Octubre. Usted entiende que sí fuimos consultados antes de adoptar la decisión de retirar los proyectiles estratégicos. Se basa en las noticias alarmantes que dice llegaban de Cuba y por último mi cable del 27 de Octubre. No sé cuáles noticias recibió usted; sólo respondo del mensaje que le envié la noche del 26 de Octubre, recibido por usted el 27.

Lo que hicimos frente a los acontecimientos, compañero Jruschov, fue prepararnos y disponernos a luchar. En Cuba sólo hubo una clase de alarma: la alarma de combate.

Cuando a nuestro juicio el ataque imperialista se hizo inminente estimé conveniente comunicárselo a usted y alertar tanto al Gobierno como al Mando soviético —ya que había fuerzas soviéticas comprometidas a luchar junto a nosotros en la defensa de la República de Cuba de una agresión exterior— acerca de la posibilidad de un ataque que no estaba en nuestras manos impedir, aunque sí resistir.

Le expresé que la moral de nuestro pueblo era muy alta y que la agresión sería resistida heroicamente. Al final del mensaje le reiteré de nuevo que esperábamos con serenidad los acontecimientos.

El peligro no podía impresionarnos, porque lo hemos sentido gravitar sobre nuestro país durante mucho tiempo y en cierto modo nos hemos acostumbrado a él.

Los hombres soviéticos que han estado junto a nosotros saben cuán admirable ha sido la actitud de nuestro pueblo durante esta crisis y qué honda hermandad se creó entre los hombres de uno y otro pueblo en las horas decisivas. Muchos ojos de hombres, cubanos y soviéticos, que estaban dispuestos a morir con suprema dignidad, vertieron lágrimas al saber la decisión sorpresiva, inesperada y prácticamente incondicional de retirar las armas.

Usted quizás no conozca hasta qué grado el pueblo cubano se dispuso a cumplir su deber con la Patria y con la humanidad.

No ignoraba cuando las escribí que las palabras contenidas en mi carta podían ser mal interpretadas por usted y así ha ocurrido, tal vez porque no las leyó detenidamente, tal vez por la traducción, tal vez porque quise decir mucho en demasiadas pocas líneas. Sin embargo, no vacilé en hacerlo. ¿Cree usted compañero Jruschov que pensábamos egoístamente en nosotros, en nuestro pueblo generoso dispuesto a inmolarse, y no por cierto de modo inconsciente, sino plenamente seguro del riesgo que corría?

No, compañero Jruschov, pocas veces en la historia y hasta podría decirse que ninguna, porque nunca tan tremendo peligro corrió sobre pueblo alguno, se dispuso un pueblo a luchar y a morir con sentido tan universal de su deber.

Nosotros sabíamos, no presuma usted que lo ignorábamos, que habríamos de ser exterminados, como insinúa en su carta, caso de estallar la guerra termonuclear. Sin embargo, no por eso le pedimos que retiraran los proyectiles, no por eso le pedimos que cediera. ¿Cree acaso que deseábamos esa guerra? ¿Pero cómo evitarla si la invasión llegaba a producirse? Se trataba precisamente de que este hecho era posible, de que el imperialismo bloqueaba toda solución y sus exigencias eran desde nuestro punto de vista imposibles de aceptar por la URSS y por Cuba.

Y si el hecho se producía, ¿qué hacer con los dementes que desatasen la guerra? Usted mismo ha afirmado que en las condiciones actuales la guerra inevitablemente se transformaría en guerra termonuclear, rápidamente.

Yo entiendo que una vez desatada la agresión, no debe concederse a los agresores el privilegio de decidir, además, cuándo se ha de usar el arma nuclear. El poder destructivo de esta arma es tan grande y tal la velocidad de los medios de transporte, que el agresor puede contar a su favor con una ventaja inicial considerable.

Y yo no sugerí a usted, compañero Jruschov, que la URSS fuese agresora, porque eso sería algo más que incorrecto, sería inmoral e indigno de mi parte; sino que desde el instante en que el imperialismo atacara a Cuba y en Cuba a fuerzas armadas de la URSS destinadas a ayudar a nuestra defensa en caso de ataque exterior, y se convirtieran los imperialistas por ese hecho en agresores contra Cuba y contra la URSS, se les respondiera con un golpe aniquilador.

Cada cual tiene sus propias opiniones y yo sostengo la mía acerca de la peligrosidad de los círculos agresivos del Pentágono y su tendencia al golpe preventivo. No le sugerí a usted, compañero Jruschov, que en medio de la crisis la URSS atacara, que tal parece desprenderse de lo que me dice en su carta, sino que después del ataque imperialista, la URSS actuara sin vacilaciones y no cometiera jamás el error de permitir las circunstancias de que los enemigos descargasen sobre ella el primer golpe nuclear. Y en ese sentido, compañero Jruschov, mantengo mi punto de vista, porque entiendo que era una apreciación real y justa de una situación determinada. Usted puede convencerme de que estoy equivocado, pero no puede decirme que estoy equivocado sin convencerme.

Sé que éste resulta ser un tema tan delicado que sólo en circunstancias como ésa y en un mensaje muy personal se podía abordar.

Usted se preguntará qué derecho tenía yo a hacerlo. Lo abordé sin importarme cuán espinoso era, siguiendo un dictado de mi conciencia como un deber de revolucionario e inspirado en el más desinteresado sentimiento de admiración y cariño hacia la URSS, a lo que ella representa para el futuro de la humanidad y la preocupación de que nunca más vuelva a ser víctima de la perfidia y la traición de los agresores como lo fue en 1941, lo que tantos millones de vidas y destrucción costó. Además, el que le hablaba no era un azuzador, sino un combatiente desde la trinchera de mayor peligro.

No veo cómo puede afirmarse que fuimos consultados de la decisión tomada por usted.

Nada puedo desear más en estos instantes que estar equivocado. Ojalá sea usted quien tenga toda la razón.

No son unos cuantos como le han informado a usted, sino muchos los cubanos que en este momento viven instantes de indecible amargura y tristeza.

Los imperialistas ya empiezan de nuevo a hablar de invadir al país, como prueba de lo efímeras y poco dignas de confianza que son sus promesas. Nuestro pueblo, sin embargo, mantiene inquebrantable su voluntad de resistir a los agresores y quizás más que nunca necesite confiar en sí mismo y en esa voluntad de lucha.

Lucharemos contra las circunstancias adversas, nos sobrepondremos a las dificultades actuales y saldremos adelante sin que nada pueda destruir los lazos de amistad y gratitud eterna hacia la URSS.

Fraternalmente,
Fidel Castro

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La visita de Fidel a la Unión Soviética
Tomado de Granma

La primera vez que Fidel fue a la Unión Soviética

La actuación unilateral, inconsulta y apresurada de la dirección soviética en la solución negociada con los Estados Unidos de la crisis de octubre de 1962, provocó un diferendo entre Cuba y la Unión Soviética. El Primer Ministro Nikita Jruschov, se propuso enmendar la situación y para ello invitó a Fidel a visitar la URSS para "conversar, hablar con el corazón en la mano". Durante casi un mes, el Comandante en Jefe recorrió poblaciones y ciudades soviéticas y sostuvo tres entrevistas con Jruschov. De eso trata el artículo final que hoy publica Granma, tras haberle ofrecido a sus lectores durante 32 sábados una aproximación a los hechos y acontecimientos históricos de aquella grave crisis que puso al mundo al borde de un holocausto nuclear.


La crisis de Octubre de 1962 (final) - La visita de Fidel a la Unión Soviética
TOMÁS DIEZ ACOSTA (*)

La actuación —unilateral, inconsulta y apresurada— soviética en la solución negociada de la crisis fue decepcionante para Cuba. Los argumentos de Jruschov de que ante la gravedad de los acontecimientos no había tiempo de consultar, no convenció a la dirección cubana. El problema creado fue más profundo que un mal procedimiento empleado, porque era inaceptable que en el mensaje de respuesta de Jruschov a Kennedy, no se tuviera en cuenta la participación de Cuba en las negociaciones y era muestra de la desconfianza hacia la capacidad de la dirección cubana. "La simple solución —expresó Fidel— de que se retiraran los proyectiles, porque los Estados Unidos dan su palabra de que no van a agredir es incongruente con todos los pasos que se han dado y es incongruente con una situación en nuestro país que debía de ser superada. Porque bastaba que Nikita hubiera dicho, estamos de acuerdo en retirar los proyectiles si se dan garantías satisfactorias para Cuba".(1) Las cartas cursadas entre Fidel Castro y Nikita Jruschov, entre el 28 y 31 de octubre de 1962, son muestras de las notables discrepancias surgidas entre ambos países.(2)

En noviembre de 1962, viajó a La Habana el vicepremier soviético Anastas I. Mikoyan con el objetivo de discutir el diferendo surgido, para tratar de justificar y convencer a los dirigentes cubanos de que aceptaran los términos del entendimiento Kennedy-Jruschov, permitiendo la verificación in situ de la retirada de los cohetes. Las discusiones se caracterizaron por un absoluto y total desacuerdo. No fue fácil para Mikoyan poder argumentar la atropellada decisión soviética de sacar los cohetes, más aún dar garantías de control de su salida del territorio cubano. El estado de ánimo que embargó a la dirección cubana ante ese compromiso y sobre todo hacia la inspección in situ, lo describió Fidel cuando expresó: "[... ] le dijimos tajante y terminantemente que jamás. Eso no lo aceptaríamos jamás. Le expusimos todo lo que opinábamos de esa facultad impolítica, insolente, arbitraria, contraria a todos los principios de pretender tomar un acto de decisión sobre cuestiones que atañían a nuestra jurisdicción".(3)

Las explicaciones de Mikoyan fueron cada vez más difíciles de sostener, más aun, cuando surgió con fuerza la exigencia de retirar de Cuba los aviones IL-28 que la administración estadounidense consideraba como ofensivos. El dirigente soviético le había asegurado a la parte cubana que esos medios no saldrían del país, pero días más tarde, tuvo que enfrentarse a la desagradable circunstancia de decir que esos equipos también tenían que salir del país. Los IL-28 fueron retirados. Para los cubanos la política de concesiones de los soviéticos ante las crecientes exigencias estadounidenses era inconcebible. "[... ] estábamos sumamente indignados —explicó Fidel—, veíamos aquello como una cosa errónea [... ]".(4)

Más tarde, apareció la cuestión de la salida de todas las demás tropas soviéticas desplegadas en Cuba. "Hay que decir —comentó Fidel— que la retirada de las brigadas motomecanizadas constituyó una concesión gratuita por añadidura a la concesión de la retirada de los proyectiles estratégicos".(5) La posición inicial de Cuba al respecto fue oponerse, aunque más tarde fue flexibilizada. Relató el líder cubano que "[... ] en un momento dado luchábamos porque se quedaran los aviones y luchábamos porque se quedaran las tropas incluso, porque era una exigencia de todos los días de Kennedy, después decidimos de que en una situación como aquella, ante un aliado en plena retirada, en plena fuga, había que por lo menos tratar de salvar algunas cosas. Comprendimos la realidad de lo solo que estaríamos nosotros en caso de una guerra; comprendimos además la estupidez de retirar aquellas tropas frente al enemigo que lo exigía, y que eso no iba sino a agravar la situación de peligro. Y ya en aquellas circunstancias desistimos de los objetivos de que se quedaran las tropas y prácticamente a conformarnos en que por lo menos no se llevaran las armas".(6)

Se llegó al acuerdo de que el armamento se quedara en Cuba y las tropas soviéticas permanecieran en el país en calidad de instructores, hasta tanto los cubanos estuvieran en capacidad de asimilar esa técnica. A pesar de ello, la dirección cubana persistió en la conveniencia de que en Cuba debía permanecer uno de los cuatro regimientos de infantería motomecanizado, pues esto constituía una muestra del principio y el derecho soberano de tener en el territorio nacional las armas y el personal amigo que Cuba estimara conveniente, más aún, cuando en el país permanecía, contra la voluntad del pueblo, una base aeronaval de Estados Unidos. Asimismo, la dirección cubana argumentó con fuerza que el convenio militar soviético-cubano (7) existente había sido violado, que el país quedaba sin garantías de ninguna clase, y que era necesario idear otro medio que resultase una eficaz advertencia o un cierto modo de garantía sustitutiva al convenio de los cohetes frente a las intenciones agresivas de Estados Unidos. La permanencia en Cuba de esa unidad soviética podría ser una de las variantes sustitutivas.

Como resultado de esas discusiones se analizó la posibilidad de que el regimiento ubicado al centro sur de La Habana, entre Managua y Santiago de las Vegas, en Naroca, se mantuviera en el país, como un símbolo de amistad y apoyo de la Unión Soviética. La decisión sobre este particular se tomaría en mayo de 1963, durante la visita de Fidel a la URSS. Esta unidad se convertiría en una brigada, con aproximadamente 3,000 efectivos, al ser reforzada con técnica de combate y personal del regimiento desplegado en Artemisa, con la denominación pública de Centro de Estudio Nº 12.(8)

Otro de los aspectos en que la dirección cubana discrepaba con la soviética fue el referido a la propuesta contenida en la carta pública de Jruschov a Kennedy del 27 de octubre de 1962 respecto al cambio de los cohetes soviéticos en Cuba por los estadounidenses en Turquía,(9) con el compromiso de la URSS de no amenazar la integridad territorial de Turquía y por parte de Estados Unidos, la de Cuba.(10) La referencia a este tipo de trueque realizado por el líder soviético molestó de manera profunda a la dirección revolucionaria cubana, pues como dijo Fidel "nos veíamos convertidos en una especie de objeto de cambio".(11)

En los círculos políticos y militares estadounidenses, este asunto también había tenido cierta repercusión. En medios noticiosos circulaban especulaciones acerca del particular. "En el ambiente había rumores de un negocio con los turcos. El gobierno de Turquía estaba ejerciendo presión sobre Estados Unidos para que negara cualquier tipo de conexión entre la retirada de los cohetes soviéticos y los futuros despliegues y redespliegues de la OTAN".(12) Robert McNamara, conociendo la sensibilidad del Estado Mayor Conjunto, le aseguró al Pentágono que "no existía ningún acuerdo sobre los cohetes cubanos y los turcos".(13) Evidentemente, la Casa Blanca quería evitar cualquier tipo de curiosidad acerca de los cohetes Júpiter.

En las conversaciones desarrolladas con Mikoyan este tema no fue objeto de debate, aunque estuvo presente en el estado anímico de los dirigentes cubanos que trataron de indagar sobre el asunto. Parece ser que Mikoyan no tenía instrucciones de hablar del mismo, ya que el Kremlin también quería evitar cualquier referencia al tema y lo mantuvo en secreto. Sin embargo, el tema no pudo escapar de los comentarios y artículos que veían la luz en los medios de prensa de Estados Unidos, acerca de lo que comenzó a llamarse "la Crisis Cubana de los Misiles", como el aparecido en el Saturday Evening Post, el 8 de diciembre de 1962, de los periodistas Stewart Alsop y Charles Bartlett, que sugería la existencia de este aspecto en las negociaciones secretas entre Kennedy y Jruschov, obtenido a través de una filtración de información.(14) El 11 de diciembre, Jruschov se comunicó con Kennedy para expresar su oposición a la difusión de esas noticias. "A juzgar por los contenidos de estos artículos está claro que sus autores están bien informados y tenemos la impresión de que esto no es el resultado de una filtración accidental de la información confidencial". —señaló indignado Jruschov.(15)

Eran días de notables diferencias políticas entre La Habana y Moscú. "Y por tanto —explicó Fidel— se inició una fase en que nosotros practicamos la política de grandes esfuerzos para evitar un deterioro mayor de las relaciones con la URSS en consideración con nuestra situación estratégica en concreto y ... estando el enemigo principal ... delante de nosotros teníamos que disimular, contener, frenar nuestra indignación, nuestro disgusto, y evitar que el continuo deterioro de aquellas relaciones fuese a afectar nuestro problema fundamental que era la lucha contra el imperialismo".(16)

Por su parte, la dirección soviética también trató de realizar esfuerzos por atenuar las diferencias, de mejorar y de buscar un mayor nivel de comprensión con los cubanos. Nikita Jruschov, que al decir de Fidel "no era un político digamos incapaz; era un individuo inteligente, listo; hay que decir que en ocasiones habilidoso",(17) el 31 de enero de 1963, en camino a Moscú desde Berlín, donde había asistido al Congreso del Partido Unificado de Alemania, le escribió una extensa y "sumamente amable" carta a Fidel, en la cual trataba de explicar todos aquellos planteamientos formulados por Cuba que habían quedado sin respuesta y le expresaba su deseo "[... ] de conversar, de hablar con el corazón en la mano. Tenemos de qué hablar. Quisiéramos que esa conversación no se aplazara por largo tiempo. Quisiéramos que el encuentro tuviera lugar lo antes posible".(18)

Más adelante en su carta, el dirigente soviético se pregunta: "¿Por qué necesitaríamos vernos y conversar francamente?" A lo que él mismo se responde:

"La gravedad de la crisis creada por el imperialismo norteamericano en la zona del Caribe ha sido liquidada. Pero me parece que dicha crisis ha dejado cierta huella, aunque poco perceptible, en las relaciones entre nuestros estados —Cuba y la Unión Soviética— y en nuestras relaciones personales. Hablando en rigor, no son del todo las que eran antes de la crisis. No oculto que eso nos apena y nos inquieta. Y me parece que de nuestro encuentro ha de depender en gran medida el desarrollo de nuestras relaciones. En el presente, un medio de comunicación como la correspondencia resulta ya insuficiente. Nada puede sustituir a una conversación personal. Precisamente en ella se puede superar con mayor facilidad y rapidez cualquier incomprensión de las posiciones de uno y de otro y entenderse".

"Durante la crisis del Caribe nuestros puntos de vistas no siempre coincidieron —siguió exponiendo Jruschov en su carta—, no apreciábamos del mismo modo las distintas etapas de la crisis. Se puso de manifiesto que enfocábamos también de un modo distinto los métodos para liquidarla. Después de nuestra conocida declaración, usted incluso públicamente dijo que durante el desarrollo de la crisis habían surgido divergencias entre el gobierno soviético y el gobierno cubano. Ya puede comprender que eso no fue para nosotros motivo de alegría. Y ahora que la tensión ha menguado y hemos entrado en otra fase de las relaciones entre Cuba y la Unión Soviética, de una parte, y de Estados Unidos de Norteamérica, de la otra, han quedado en nuestras relaciones con Cuba ciertos surcos cuya profundidad es difícil de precisar [... ]".(19)

De acuerdo con la línea política de buscar un mejoramiento de las relaciones con la URSS, con el fin de evitar que el deterioro de estas pudiera constituir un peligro para la seguridad del país frente a la creciente hostilidad de Estados Unidos y discutir directamente el diferendo surgido, la dirección cubana aceptó la invitación. Jruschov también vio en esa visita una oportunidad de trabajar con el líder cubano para tratar de limar las diferencias, sin afectar las bases del entendimiento logrado con Kennedy.

Conocedor Jruschov de los aspectos principales de fricción y los puntos de vista de Fidel sobre la necesidad de la firma de un tratado de seguridad y ayuda mutua entre ambos estados, dio instrucciones a los ministros de Relaciones Exteriores y Defensa, Andrei Gromyko y mariscal Rodion Malinovsky, así como al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Soviéticas, mariscal Serguei S. Biryuzov, para que prepararan las explicaciones que podrían emplear para hacer desistir al líder cubano de la firma de dicho tratado o de incorporar a Cuba al Pacto de Varsovia. Los argumentos elaborados estuvieron basados en el supuesto de que Estados Unidos utilizaría la firma de cualquier acuerdo de esta naturaleza como una excusa para intensificar el aislamiento internacional de Cuba y para incrementar la oposición a la Revolución dentro del propio país caribeño.(20)

Otro asunto vinculado al anterior y que el dirigente soviético quería discutir con Fidel era la retirada gradual de las tropas soviéticas en Cuba, pues en las más recientes entrevistas con importantes funcionarios de Estados Unidos, que habían visitado la URSS, Jruschov le había dado garantías de la salida de estas fuerzas militares de la isla.

Un tercer aspecto que Jruschov quería tratar —según los historiadores Aleksandr Fursenko y Timothy Naftali— tenía que ver con el apoyo y participación de Cuba en los movimientos revolucionarios regionales. Señalan que la inteligencia soviética estaba muy consciente de las actividades de Cuba en apoyo a los movimientos de liberación nacional. "Aunque Moscú no controlaba los esfuerzos de Cuba en este aspecto, simpatizaba a todas luces". Sin embargo, Jruschov estaba preocupado por esto. "Durante la preparación de la visita de Castro, la KGB le entregó a la dirección [soviética] un estudio sobre las relaciones entre el régimen de Castro y los movimientos revolucionarios latinoamericanos".(21)

El traslado hacia la URSS de Fidel y la delegación que lo acompañaba fue preparado con sumo cuidado. El 26 de abril partió la delegación cubana en un vuelo secreto y directo de La Habana al puerto ártico de Murmansk, solo cuando aterrizó el avión fue que se dio la noticia al mundo de este viaje. "Su itinerario fue secreto de Estado e incluso no se dio a conocer el tiempo que planeó permanecer en la URSS", señaló el informe de la embajada de Estados Unidos en Moscú.(22)

La estancia de Fidel en la Unión Soviética se extendería hasta el 31 de mayo, visitando poblaciones y ciudades desde Siberia hasta Samarcanda. Fue un "largo y fatigoso viaje" en el que el máximo dirigente cubano y la delegación que lo acompañó tuvo "la oportunidad de medir hasta qué grado el sentimiento de solidaridad [con Cuba] se había desarrollado en el pueblo soviético", lo cual causó impacto en los cubanos.(23) En el curso de la visita se produjeron varias reuniones prolongadas entre Fidel y Jruschov, tenían que hacerse muchas preguntas y había que aclarar muchas cosas, era una oportunidad para conocerse mutuamente. Con el propósito de conversar con más comodidad y garantizar la privacidad requerida, la mayor parte de las entrevistas se realizaron en las dachas —residencias de descanso— de Jruschov en Zavidovo, cerca de Moscú, y en Pitsunda, en el Mar Negro.

La primera entrevista tuvo lugar el fin de semana después de los actos por el Primero de Mayo en la Plaza Roja. Fidel dio pruebas de su capacidad de ser impredecible; cuando los líderes se reunieron, el primer aspecto ventilado fue el referido a la Revolución argelina. (24) El dirigente cubano le comentó que tenía pensado, a su regreso a La Habana, realizar una escala de trabajo en Argel, para aquel momento una brigada médica cubana habría llegado a Argelia.(25) Fidel explicó la difícil y compleja situación económica y social de ese país(26) y quería que la Unión Soviética hiciera algo por ayudar al pueblo argelino, aunque no lo manifestó de manera directa. Jruschov tomó esta idea con entusiasmo y estuvo de acuerdo con la valoración hecha de la situación argelina. Fidel le comentó a Jruschov que sentía la necesidad de visitar a los argelinos para mostrarles su apoyo al gobierno del primer ministro Ahmed Ben Bella. Jruschov, por razones de seguridad, le aconsejó que no hiciera el viaje.(27)

Otro elemento importante que manejó Fidel para brindarle ayuda al gobierno de Ben Bella fue el apoyo que le estaban dando a ese país los movimientos de liberación nacional africanos.(28) Jruschov le reiteró a Fidel que no era conveniente para su seguridad que fuera a Argelia, pero añadió que la URSS estudiaría la posibilidad de suministrar armas y de brindar ayuda económica al gobierno argelino. Jruschov dijo de forma jocosa: "ese va a ser el precio para que usted no vaya a Argelia".(29) El entusiasmo del líder cubano por la revolución en África contrastaba con las pocas esperanzas de Jruschov de que "[... ] África resurgiera pronto políticamente independiente. Consideraba que África, primero tenía que transitar un largo proceso evolutivo debido al legado del colonialismo. Sin embargo, deseaba expresar solidaridad con los cubanos". (30)

Dos días más tarde, tuvo lugar un segundo y maratónico encuentro entre ambos dirigentes. Antes de abordar aspectos de las relaciones bilaterales cubano-soviéticas, Fidel quiso que Jruschov le explicara las causas de las divergencias en el campo socialista, en especial las bases de la tensión chino-soviética. Jruschov, conocedor de la posición cubana a favor de la unidad dentro del campo socialista como factor estratégico frente al imperialismo, trató de explicarlo más claramente, pero sin mucho éxito. Comentó las diferencias de los líderes chinos con respecto la política soviética de la coexistencia pacífica.

También el líder cubano se interesó por el conflicto con Albania. "Siempre quisimos hacer de Albania la vitrina del mundo musulmán —explicó Jruschov—, sin embargo Stalin había espantado a los albaneses al prometerle su país al mariscal Tito, de Yugoslavia, como parte de cierta futura federación balcánica". Aseguró que "Stalin fue capaz de decir cualquier estupidez en los últimos años de su vida, cuando ya estaba mentalmente enfermo".(31)

El tema de las relaciones entre la Unión Soviética y Cuba, volvía a ocupar la atención de la entrevista. El dirigente soviético se esmeró para tratar de justificar el proceder de la URSS durante la Crisis de Octubre. "Jruschov habló con mucha franqueza, o por lo menos con un tono muy amistoso, tratando de explicar", (32) —relata Fidel-. Le mostró, además, toda una serie de mensajes intercambiados con el mandatario estadounidense. Entre esos materiales había una nota "escrita en tono muy enérgico", en la cual se daba respuesta a una insinuación de Kennedy de que iba "a pasar algo", a lo que él respondió duramente, al contestarle: "Sí, va a pasar algo, pero algo increíble". También Jruschov le comenta a Fidel que al parecer esa misiva tuvo algún efecto en Estados Unidos, pues "el hermano de Kennedy dijo que esa carta era muy dura y que él por respeto a su hermano no se la iba a enseñar [... ]"(33)

Jruschov siguió leyendo aquella correspondencia, mientras un traductor las iba traduciendo, explica Fidel, y en una de esas misivas le dicen: "Nosotros por nuestra parte hemos cumplido todos los acuerdos y nosotros hemos retirado los proyectiles balísticos de Turquía y de Italia'. "Digo yo: ¿cómo? Repítame eso". Nikita se percata que ha leído un párrafo que no debía leer, "[... ] entonces se ríe así como se ríe él, enseña los dientes, y yo ya no insistí, me parecía que había leído bastante"(34) Esta revelación fue como "mencionar la soga en casa del ahorcado" (35) —comentó Fidel—, "pues me di cuenta de que secretamente [... ] medió un acuerdo que seguramente sirvió para satisfacción de él allí como una compensación, y que consistió en que los norteamericanos se comprometieran a retirar los proyectiles balísticos de Turquía y de Italia, cosa que ocurrió casi inmediatamente después de la Crisis de Octubre, con la argumentación de que eran armas que ya no tenían mucha importancia dada la existencia de los proyectiles balísticos intercontinentales, los aviones, los cohetes Polaris, etc. Y de hecho renunciaron a armas que estaban situadas en determinadas posiciones, y que fue una concesión que hizo en secreto Estados Unidos, de la cual nunca se supo; unos para quedar bien con la opinión americana, otros para quedar bien internamente, se hicieron esa mutua concesión. Se hizo ese cambio y [... ] ese cambio que tuvo lugar llegó a nuestros oídos de esa manera absolutamente fortuita y accidental [... ], pero que nosotros hubimos de tomar muy en cuenta, ¡muy en cuenta!".(36)

El futuro de las relaciones cubano-soviéticas fue otro de los aspectos más debatido entre ambos líderes. La máxima dirección cubana consideraba necesario mantener un enlace más estrecho en política exterior, especialmente en asuntos militares. Fidel comentó que, en un inicio, la opinión que la dirección cubana manejó "[... ] era mantener las tropas [en la isla], incluso reforzarlas [... ], partiendo de la idea que la presencia de unidades soviéticas revelaban por lo menos un indicio de un cierto grado de decisión soviética de combatir en caso de invasión; o un acuerdo militar colectivo, es decir, algo similar a nuestra participación en el Pacto de Varsovia [... ]".(37) Para Cuba la necesidad de buscar un sustitutivo, al acuerdo militar violado unilateralmente por el gobierno soviético era una cuestión "inexcusable" y le propuso estas variantes a escoger.(38)

Los historiadores Aleksandr Fursenko y Timothy Naftali han afirmado que Jruschov se había preparado para dar una respuesta negativa. El dirigente soviético —asesorado por los argumentos que una semana antes le habían sugerido Malinovky, Biryzov y Gromyko para oponerse a un tratado militar bilateral o la inclusión de Cuba en el Pacto de Varsovia—, como si pensara en voz alta, preguntó: ¿Sería útil o no un acuerdo militar? ¿Acaso esto podría debilitar significativamente la posición de Cuba en su relación con el Hemisferio Occidental? Lo más probable sería que la propaganda norteamericana trataría de convencer a todo el mundo de que Cuba era un satélite soviético. Antes de llegar a la conclusión de que el análisis final lo tendrían que hacer los propios cubanos, Jruschov explicó que el acuerdo le haría más daño que bien a Cuba.(39)

Esta reflexión podría tener algún sentido si no hubiera mediado el antecedente de que, exactamente un año antes, le había propuesto a la dirección cubana el despliegue de cohetes como el modo más eficaz para disuadir a Estados Unidos de sus propósitos agresivos hacia Cuba, lo que sirvió de pretexto al presidente Kennedy para decretar el bloqueo naval y el estallido de la crisis más grave y peligrosa de la guerra fría. El proceder de Jruschov estuvo mediatizado por el compromiso que había establecido con Kennedy, pues la proclamación de un acuerdo de seguridad mutua con Cuba, podría implicar —según la apreciación soviética— una justificación para que Kennedy incumpliera su palabra.

Luego que rechazara un acuerdo de defensa mutua —continúan explicando Aleksandr Fursenko y Timothy Naftali—, Jruschov llevó la conversación hacia el asunto de las tropas soviéticas que todavía se hallaban en Cuba. El dirigente cubano no era partidario de la salida de esas fuerzas: "[... ] la presencia del personal militar soviético en Cuba representa la única buena razón contra cualquier tipo de aventura militar —enfatizaba Fidel—, somos de la opinión que el personal militar soviético dislocado en Cuba son como los famosos cohetes. Mientras estén allí, los círculos militares norteamericanos estarán convencidos de que un ataque contra Cuba, inevitablemente conducirá a una guerra con la URSS, lo que es algo que no quieren y temen". Jruschov estuvo de acuerdo, sin embargo le restó importancia a la amenaza estadounidense, al señalar que "las tropas soviéticas no podrían permanecer para siempre, ya que existía la evidencia de una fuerte garantía, que Kennedy había dado de manera confidencial, de que no invadiría".(40)

Inmediatamente, Jruschov volvió a su plan en juego, el de convencer a Fidel de que una dependencia demasiado abierta a Moscú iría en su contra. Señaló que "muchos periodistas y políticos burgueses especulan que las fuerzas soviéticas en Cuba sostienen el régimen de Castro [... ] [y] que la retirada de estas fuerzas socavaría al régimen en Cuba". Jruschov puso énfasis en el tema de su consejo: "es necesario mostrar que no es así".(41) No obstante, se ratificó la decisión de la permanencia de uno de los cuatro regimientos de infantería motomecanizados que ya en noviembre pasado se había concertado con Mikoyan.

Fidel explicó cómo las acciones de la contrarrevolución, apoyada y financiada desde Estados Unidos, durante los primeros meses de 1963 habían crecido y que esas actividades terroristas iban dirigidas a tratar de entorpecer la economía del país y crear condiciones para la subversión interna. Jruschov, por su parte, habló sobre las experiencias de su país para enfrentar los movimientos antisoviéticos que habían tenido lugar en diferentes regiones del inmenso territorio multinacional de la URSS. Enfatizó en la necesidad de combatirla con fuerza y le aconsejó que "uno siempre tiene que tener en mente que desde el primer momento en que ocurra cualquier tipo de actividad antigubernamental, uno tiene que aplastarla con rapidez, de forma decisiva, y sin detenerse, aún en el caso en que sea necesario disparar... Cualquier titubeo [... ] puede conducir a consecuencias muy desastrosas".(42) El líder cubano planteó que la Revolución Cubana, en los momentos que ha sido necesario, "no se ha amilanado ante medidas decisivas y serias", que el país "contaba con la fuerza suficiente como para garantizar el control en cualquier situación".(43) Habló de la necesidad de reforzar la defensa del país con unidades blindadas, en especial los accesos a la capital del país, ante cualquier intento de agresión militar del imperialismo, aunque Jruschov descartó esa posibilidad por el momento.

El tercer encuentro de ambos líderes se realizó tres semanas más tarde. Fidel había completado su recorrido por diferentes repúblicas y ciudades de la URSS, allí el dirigente cubano y la delegación que lo acompañó pudo apreciar las muestras de simpatías y solidaridad del pueblo soviético con la Revolución Cubana. Sobre esas impresiones y su impacto, Fidel comentó: "[... ] lo más interesante para nosotros fue poder haber tenido la oportunidad de medir hasta qué grado el sentimiento de solidaridad se había desarrollado en el pueblo soviético [... ]. Y ese es uno de los factores que nosotros siempre hemos medido mucho cada vez que se ha tratado de cualquier posible tipo de polémica pública con el partido soviético, a fin de no dar lugar a que pueda ser utilizado como arma para mellar ese profundo sentimiento de simpatía y solidaridad del pueblo soviético hacia la Revolución Cubana [... ]".(44)

Esta nueva reunión tuvo lugar en la estancia de recreo, en Pitsunda, ubicada en las orillas del Mar Negro, en presencia de los jefes del estado mayor de las fuerzas armadas de la URSS y de Cuba, mariscal Serguei S. Biryusov y comandante Sergio del Valle Jiménez, respectivamente. La visita de la delegación cubana estaba por finalizar y con ello vino la necesidad de decidir qué tipo de ayuda militar y qué garantías de seguridad obtendrían los cubanos. Fidel le dio a conocer a Jruschov las necesidades militares cubanas, tal y como le había dicho a principios de mayo. Necesitaba 120 de los tanques más modernos de la URSS para formar dos brigadas de blindados, que le darían a las unidades dimensiones de una división para proteger a La Habana y a la base aérea de San Antonio de los Baños. Además de estos medios, el dirigente cubano pidió armamento antiaéreo adicional. Jruschov no accedió a todos los pedidos, a pesar de su deseo de atenuar las diferencias con los cubanos. Él todavía padecía por estas discrepancias.(45)

A pesar de negarle a Fidel Castro su lista de deseos, Jruschov desarrolló un punto táctico al alentarlo a que no pensara en los tanques como su salvación. Vaticinó que "la defensa de Cuba no solamente llegaría gracias a una acumulación del poder militar cubano, sino por la efectiva actividad de inteligencia en el exterior".(46) El dirigente cubano respondió con diplomacia a esta sugerencia. Explicó cómo la seguridad cubana, a pesar de no tener esa experiencia, había penetrado a las organizaciones y bandas armadas contrarrevolucionarias que actuaban en el interior del país. Pero el problema no radicaba en este enfrentamiento, sino en la necesidad de crear un dispositivo de seguridad nacional que disuadiera a Estados Unidos de agredir a Cuba por el costo militar y político que este causaría. El líder cubano invitó a su homólogo soviético a visitar La Habana a finales de año para continuar la conversación sobre estos temas. Jruschov le pidió a Fidel que "le dejaran a los generales los detalles de la ayuda militar", convino en una reunión dos días más tarde entre el comandante Sergio del Valle y el mariscal Biryusov para que definieran los aspectos de abastecimiento militar que recibirían los cubanos(47) y le entregó al líder cubano la primera redacción del Comunicado Conjunto soviético-cubano, el cual contenía una iniciativa del gobierno soviético dirigida a contribuir al fortalecimiento de la economía cubana, consistente en ajustar el precio del azúcar crudo, establecidos en los acuerdos vigentes, que compraría la URSS a Cuba en 1963, a los niveles alcanzados por este producto en el mercado mundial.(48)

Sin embargo, en la primera redacción del comunicado no se había escrito nada acerca de la garantía nuclear a Cuba y cuando los cubanos vieron esto protestaron, refiere Alexander Alexeev, embajador soviético en Cuba, que acompañaba a la delegación cubana. De inmediato, le comunica a Jruschov que el Ministro Interino del Exterior, V. V. Kuznetzov, se oponía a la garantía nuclear. "¡Qué comemierda!", respondió Jruschov, diciendo que, "por supuesto, renovaría la garantía que había hecho en el verano de 1960. Fiel a su palabra, instruyó a los asesores de Gromyko para que insertaran el término apropiado en el comunicado revisado".(49) Al respecto, quedó escrito en el Comunicado, firmado el 23 de mayo, por los máximos dirigentes de ambos países de la siguiente forma: "Los organizadores de la agresión tienen que tener conciencia de que la intervención en Cuba pondrá a la humanidad ante la destructiva guerra termonuclear y de cohetes".(50)

Una semana más tarde, el 29 de mayo, el comandante Sergio del Valle Jiménez y el mariscal Serguei S. Biryusov, suscribieron en Moscú "El acuerdo entre el gobierno de la República de Cuba y el gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas sobre la ayuda en la elevación del equipamiento técnico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y en el reforzamiento de la capacidad defensiva de la República de Cuba".(51) El documento estableció la entrega gratuita de la técnica combativa, el armamento y material de guerra, así como las reservas de víveres, combustibles y equipos de refrigeración a disposición del personal militar soviético en el territorio de Cuba en dos plazos: el primero para las tropas terrestres, con la fecha tope de enero de 1964; y el segundo, para los medios de las fuerzas de la defensa antiaérea, aéreas y la marina de guerra, que debía concluir en junio de ese año. Asimismo, dicho convenio comprometía a ambas partes a diversas obligaciones; a la soviética con el adiestramiento de los militares cubanos, y a la cubana con la designación del personal necesario para recibir la técnica de combate y armamento. El personal cubano seleccionado para asimilar el nuevo armamento fue ubicado en las unidades soviéticas para su adiestramiento. La retirada de las tropas de los regimientos de infantería mecanizados se produjo de manera escalonada durante los meses de junio a diciembre de 1963 y el grueso de los efectivos de las distintas armas y especialidades militares, entre mayo y agosto de 1964.(52)

Concluida la firma del acuerdo, Jruschov invitó a Fidel y a la delegación militar que lo acompañaba a visitar una base militar de cohetes estratégicos y presenciar un ejercicio militar táctico de las tropas terrestres. De allí se trasladaron hacia Tbilisi, capital de Georgia, donde recorrieron los lugares más notables de esa república soviética y otras regiones del Cáucaso. En los primeros días de junio la delegación cubana regresaba al país. Aunque se logró cierto mejoramiento de las relaciones entre ambos aliados, quedaron puntos de vistas diferentes entre La Habana y Moscú.(53) Había quedado pendiente la firma de un nuevo Convenio Azucarero que garantizaría el suministro de ese producto al mercado soviético a precios convenientemente aceptables para ambos países, para lo cual se concibió que Jruschov visitara a Cuba a finales de 1963. El magnicidio de Dallas, el 22 de noviembre, impidió este viaje. En consecuencia, entre el 13 y 22 de enero de 1964, tuvo lugar la segunda visita de Fidel Castro a la Unión Soviética.

En octubre de 1964, el pleno extraordinario del Comité Central del PCUS, acordó la destitución de Nikita Jruschov, culpándolo entre otros errores, de desatinos en la gestión de la política exterior soviética, en particular, frente a Estados Unidos. Sus detractores lo acusaron de que la apuesta nuclear de Jruschov no tenía sentido en un mundo en el que la URSS se hallaba en desventaja estratégica frente a su principal oponente; asimismo, esgrimieron que el despliegue de cohetes nucleares en Cuba provocó una grave crisis internacional. A pesar de las diferencias y errores de Jruschov, la dirección cubana lo consideró como un amigo que, en momentos difíciles, supo extender su mano solidaria y de cooperación y, además, cultivó en el pueblo soviético una profunda amistad con la Revolución Cubana.

(Tomado del libro Los últimos 12 meses de J. F. Kennedy y la Revolución Cubana)

(*) Doctor en Ciencias Históricas e Investigador del Instituto de Historia.

1 Fidel Castro Ruz: Transcripciones de la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre, celebrada en La Habana, del 9 al 12 de enero de 1992.

2 Estas cartas fueran publicadas por primera vez en Cuba en el periódico Granma el 23 de noviembre de 1990.

3 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC), el 26 de enero de 1968. En: Documentos de los Archivos Cubanos (Segunda Parte). Conferencia Internacional La Crisis de Octubre: Una visión política cuarenta años después. Palacio de Convenciones. La Habana, Cuba, 11-12 de octubre del 2002. Archivo del IHC, Fondo C.O.

4 Ibíd.

5 Ibíd.

6 Ibíd.

7 En el artículo 13 del convenio se establece: "El presente acuerdo será válido por un término de cinco años. Cada Parte puede anular el acuerdo notificándolo a la otra Parte con un año de anticipación a la fecha del vencimiento del acuerdo". Véase: Tomás Diez Acosta: A un paso del Holocausto. Ob. cit., p. 130.

8 Esta brigada de combate permaneció en Cuba durante casi tres décadas hasta que en 1991 el gobierno soviético, de manera unilateral, decidió su retirada.

9 Véase: Tomás Diez Acosta: Ob. Cit., p. 181.

10 Véase mensaje de Jruschov a Kennedy en el periódico Noticias de Hoy, 28 de octubre de 1962, p.4.

11 Fidel Castro Ruz: Transcripciones de la Conferencia Tripartita... Doc. cit.

12 Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: One Hell of a Gamble. The Secret History of the Cuban Missile Crisis. John Murray Albemarle Street, London, 1997, p.321.

13 "Apuntes tomados de la transcripción de las reuniones del Estado Mayor Conjunto, octubrenoviembre de 1962, relacionadas con la Crisis Cubana de los Misiles", Archivos de Seguridad Nacional, Washington D.C.

14 Michael Forrestal, asistente de McGeorge Bundy, durante un almuerzo que sostuvo con Charles Bartlett, dejó caer "la información" que el problema "había sido culpa de Adlai Stevenson", quien había incomodado al Presidente al sugerir que sacara los cohetes de Turquía a cambio de los soviéticos en Cuba. Esa leyenda fue creada para que no hubiera duda de la actuación de Kennedy, como un Presidente severo, que nunca arriesgaría la seguridad de un aliado para resolver un problema. "Desde el inicio de su mandato, Kennedy había tratado de diferenciarse de Stevenson", aunque compartían muchas de sus ideas sobre política exterior, pero "Stevenson era considerado un intelectual y, por lo tanto, un perdedor político para muchos, y algunos dudaban, que pudiera lidiar de forma efectiva con el Kremlin". La Casa Blanca autorizó la "filtración" de Forrestal. En: Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit.., p. 321.

15 Ibíd.

16 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del PCC, el 26 de enero de 1968. Doc. cit.

17 Ibíd.

18 Ibíd. Carta de Nikita Jruschov a Fidel Castro, 31 de enero de 1963. Leída por Fidel en la reunión.

19 Ibíd.

20 Malinovky, Biryzov y Gromyko informe al Comité Central, 29 y 30 de abril de 1963, folio 3, catálogo 65, carpeta 874, pp. 84-86, Archivo de la Presidencia de la Federación Rusa (APFR). Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 330.

21 Ibíd. Véase: Informe al Comité Central sobre las relaciones de la dirección cubana con los movimientos de liberación nacional en Latino América, 18 de abril de 1963, por N. Zakhoran, Expediente 88497, vol. 1, SVR.

22 U.S. embassy Moscow, "WEEKA" Nº 18, May 3, 1963, RG 59, Central Foreign Policy Files 1963, Pol 24 NA. Ibíd.

23 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del PCC, 26 de enero de 1968. Doc. cit.

24 Notas de la reunión del 3 de mayo de 1963, en Zavidovo, APFR. Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 330.

25 El día 24 de mayo de 1963 llegó a Argelia la brigada médica, compuesta por 29 médicos, tres odontólogos, 15 enfermeros y ocho técnicos medios de salud. En total 45 hombres y 10 mujeres.

26 Argelia se encontraba en una grave crisis económica, luego de una guerra de siete años y la partida de alrededor de 800 000 trabajadores calificados franceses, que provocó una paralización de ramas importantes de la producción industrial. Esta difícil situación fue caldo de cultivo para luchas internas por el poder. A estas circunstancias se sumaban las amenazas del rey Hassan II de Marrueco que reclamaba una amplia banda de territorio a lo largo de la frontera con Argelia.

27 Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 330.

28 Por aquellos días de la visita de Fidel, en Addis Abeba, Etiopía, tuvo lugar la conferencia de fundación de la Organización de Unidad Africana. Allí Ben Bella impactó a la asamblea con su llamado a la liberación de África.

29 Notas de la reunión del 3 de mayo de 1963, en Zavidovo, APFR. Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 331.

30 Ibíd.

31 Notas de la reunión del 5 de mayo de 1963, en Zavidovo, APFR. Ibíd.

32 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del PCC, el 26 de enero de 1968. Doc. cit.

33 Ibíd.

34 Ibíd.

35 Fidel Castro: Transcripciones de la Conferencia Tripartita sobre la Crisis de Octubre. La Habana, del 9 al 12 de enero de 1992.

36 Palabras de Fidel Castro en la reunión del Comité Central del PCC, el 26 de enero de 1968. Doc. cit.

37 Ibíd.

38 Ibíd.

39 Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., pp. 331-332.

40 Ibíd., p. 332.

41 Ibíd. Notas de la reunión del 5 de mayo de 1963, Zavidovo, APFR.

42 Ibíd., p. 333.

43 Ibíd.

44 Palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro en la Reunión del Comité Central del PCC, el 26 de enero de 1968. En: Doc. cit.

45 Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali: Ob. cit., p. 333. Notas de la reunión entre Nikita S. Jruschov con Fidel Castro, el 29 de mayo de 1963, Pitsunda, APFR. A pesar que el documento que trata la reunión está fechado el día 29, este encuentro no pudo suceder ese día sino entre el 20 y 22 de mayo, ya que el comunicado conjunto fue firmado el día 23 y el Acuerdo Militar el día 29.

46 Ibíd., pp. 333-334.

47 Ibíd., p. 334.

48 El precio del azúcar establecido en el acuerdo vigente era de cuatro centavos la libra. Se acordó aumentarlo a seis centavos.

49 Entrevista de Aleksandr Fursenko and Timothy Naftali con Alexander Alexeev, noviembre 5 de 1995. Ob. cit., p. 334.

50 Comunicado Conjunto cubano-soviético, en Moscú por Fidel Castro Ruz y Nikita S. Jruschov.

51 Firmado, por la parte cubana el comandante Sergio del Valle Jiménez, jefe del EMG de las FAR, y por la URSS, el mariscal Serguei S. Biryusov. Documentos de los Archivos Cubanos (Segunda Parte). Conferencia Internacional... Archivo del IHC, Fondo CO.

52 De acuerdo a los protocolos de los convenios suscritos entre el gobierno cubano y el de la URSS desde mediados de 1962 a 1964, el valor total de los medios bélicos entregados gratuitamente ascendió a un poco más de 307 millones de rublos. Archivo del IHC, Fondo C.O.

53 La dirección cubana no concordaba en muchos aspectos con la línea de aplicación de la política exterior soviética de "coexistencia pacífica", sobre todo en lo referente a su postura ante la lucha de los países coloniales y dependientes. Tampoco estaba de acuerdo con la fractura del movimiento comunista internacional, por el diferendo chino-soviético, que lo debilitaba y dividía.

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