Estados Unidos -el imperio del mal, o la mayor tiranía que ha conocido la humanidad- pondría fin a la Segunda Guerra Mundial al lanzar dos bombas atómicas en dos ciudades japonesas que provocarían desolación y muerte, nunca antes vistas, entre la población civil que nada tenía que ver con el ejercicio bélico (con tan ruin acción pasaría a convertirse en el único país en lanzar bombas nucleares contra seres humanos, ¡y todavía se arroga el derecho de prohibir su fabricación a otras naciones!)
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Segunda Guerra Mundial: consolidación del más poderoso imperio...
Afiche propagandístico que buscaba que los "americanos" se enlistaran en el ejército para la Primera Guerra Mundial
Mantenerse al margen de la Primera Guerra Mundial le facilitó la reelección al presidente Woodrow Wilson; no obstante, cinco meses después, llamaría a los norteamericanos a combatir en el conflicto bélico. “
El mundo debe ponerse a salvo para la democracia. No tenemos fines egoístas que servir. No queremos conquistar ni dominar”, diría. En la contienda, Estados Unidos perdió cerca de 120,000 soldados (casi 10 millones de personas, soldados y civiles, murieron), y su participación fue decisiva para la victoria de los aliados gracias al aporte en armas y efectivos; de la conflagración salió convertido en potencia mundial y pieza fundamental dentro del sistema internacional.
El Tratado de Versalles puso fin a la guerra; Alemania fue obligada a indemnizar, con una enorme suma de dinero -por los daños que causó-, a los países contra los que luchó (lo que se tradujo en mucha pobreza), y a despojarse de armamento y territorio; se le permitió, bajo ciertas normas, la conformación de un ejército muy limitado.