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[XIII de XIV] Estados Unidos y su moral en bikini. Una nación que desde sus inicios se formó bajo la mendacidad y la expoliación

En 1965, en República Dominicana, militares constitucionalistas, con Francisco Alberto Caamaño Deñó a la cabeza, iniciaron una revolución armada por la vuelta a la Constitución de 1963 y el retorno de Bosch al poder, lo que provocó la ira de Washington y el envío de 42 mil soldados equipados con modernas armas que poco sirvieron al imperio para arrodillar al bravo pueblo dominicano... En los próximos diez años, hasta 1975, Bolivia, Argentina, la misma República Dominicana, Nicaragua, Uruguay, Chile y Perú sufrirían los zarpazos de la Casa Blanca, del Pentágono y de la CIA, ya sea bajo los acostumbrados golpes de Estado, la modalidad de elecciones amañadas o con el apoyo militar y financiero a dictadores sangrientos que sojuzgaban a sus pueblos

Harry S. Truman, Dwight D. Eisenhower, John F. Kennedy y Lyndon B. Johnson: trigésimo tercero, trigésimo cuarto, trigésimo quinto y trigésimo sexto presidentes de Estados Unidos

En Europa, la Segunda Guerra Mundial había llegado a su fin con la entrada de las tropas soviéticas a Berlín. El 2 de mayo de 1945, el Ejército Rojo ocupó el Reichstag, edificio del gobierno alemán, e izó la bandera de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en el tejado, culminando así una batalla de dos semanas en la capital de Alemania. El 9 de mayo, siete días después, las nazis capitularían ante la URSS, para quien el conflicto había alcanzado el carácter de Guerra Patria. Con las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos sobre Japón (6 de agosto en Hiroshima y 9 de agosto en Nagasaki), concluía la guerra en Asia. El 2 de septiembre los japoneses firmarían el Acta de Rendición ante Estados Unidos, y el 9 lo harían formalmente en China. Estados Unidos, el más poderoso imperio que ha conocido la humanidad, con la importante participación de sus tropas en Europa y el genocidio perpetrado en Japón con el arma más letal que el hombre había fabricado hasta ese momento, daría inicio a un período de intervenciones militares y golpes de Estado sin igual, y eso es mucho decir si se cuantifica lo que hasta este momento había hecho, primordialmente en América.

En 1946, EE. UU. dio todo su apoyo al golpe de Estado que en Bolivia derrocó el gobierno nacionalista de Gualberto Villarroel, quien había abolido la esclavitud instaurada por los españoles y hecho profundas reformas sociales, lo que "enojó" a los oligarcas -dueños de las empresas mineras- y, como era de esperarse, a la nación que se había convertido en policía del mundo, que se negó a reconocer el gobierno y se convirtió en la principal instigadora de su cruento asesinato, ejecutado el 21 de julio "por una turba fogoneada por los medios de difusión y la embajada" yanqui.

En 1947, Estados Unidos apoyó en Ecuador el golpe de Estado que derrocó al presidente José María Velasco Ibarra. Ese mismo año sería implementada la Doctrina Truman, cuya finalidad era detener la expansión del comunismo soviético; de ella saldría el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) «que sirvió como “modelo” a todos los pactos militares establecidos por los Estados Unidos en el resto del mundo». En 1948 se fundaría la Organización de Estados Americanos (OEA), otro de los instrumentos creados por Estados Unidos para aprobar sus desafueros, que se encargaría de validar "los golpes de Estado que instauraron en Perú la dictadura militar del coronel Manuel Odría y en Venezuela una Junta Militar". En 1950, en Puerto Rico, el gobernador Luis Muñoz Marín, bajo las órdenes de Truman, movilizaría la Guardia Nacional para reprimir el movimiento independentista. En Haití, el general Paul Magloire sería llevado al poder por otro golpe de Estado respaldado por la Casa Blanca.

La década de los años 50 (siglo XX) iniciaría "con el despliegue de asesores militares estadounidenses en la región, quienes ejercieron un nefasto papel en la conformación de los represivos Ejércitos de la mayoría de los países latinoamericanos". En Cuba, Estados Unidos respaldaría el golpe de Estado que derrocó a Carlos Prío Socarrás y llevó al poder a Fulgencio Batista, "quien de inmediato desató una sangrienta represión contra los sectores opuestos a su dictadura". En 1954, en Guatemala, el imperialismo yanqui propició una invasión que derrocó al gobierno nacionalista y democrático de Jacobo Arbenz, a la vez que en Paraguay y Brasil organizaba los golpes de Estado que derrocaron a Federico Chávez y Getulio Vargas, respectivamente. "Como consecuencia de esas acciones –con el apoyo de la Casa Blanca—, ocupó la presidencia de Paraguay el general Alfredo Stroessner, quien, hasta 1989, encabezaría uno de los regímenes terroristas más prolongados del Hemisferio Occidental". En 1955 sería Juan Domingo Perón, en Argentina, el mandatario derrocado por lel imperialismo.

En 1957, en Nicaragua, Luis Somoza Debayle sería santificado por la Casa Blanca, prolongando de esta manera la dinástica tiranía instaurada en 1936, mientras en Haití la bendición la recibiría François Duvalier (“Papa Doc”), quien daría inicio a "un régimen terrorista dinástico que se prolongaría hasta 1986". En 1959, después del triunfo de la Revolución Cubana, Washington planeó la realización de acciones terroristas "dirigidas al derrocamiento del gobierno revolucionario cubano, así como al asesinato de algunos de sus dirigentes". 1961 sería el año, bajo el gobierno de John F. Kennedy, en pleno apogeo de la Guerra Fría, de la invasión mercenaria en Playa Girón, evento que proporcionó a Estados Unidos su primera gran derrota (Fidel y Raúl Castro, Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos, de la mano del ejército revolucionario, fueron los artífices de ese primer fracaso gringo. El 16 de abril de 1961, "antes de irse a la defensa de la Patria en las arenas de Girón", proclamaría Fidel Castro el carácter socialista de la Revolución).

En 1962, la Casa Blanca participó en los golpes de Estado que se produjeron en Argentina y Perú. En 1963, sufrirían los estragos del garrote imperialista Ecuador, Guatemala, Honduras y República Dominicana (Juan Bosch, su presidente hasta el 25 de septiembre de 1963, fue depuesto y enviado al exilio). En Brasil, en 1964, sería derrocado, "con el descarado apoyo del Embajador norteamericano en Río de Janeiro, el gobierno nacionalista y democrático de Jôao Goulart". En 1965, en República Dominicana, militares constitucionalistas, con Francisco Alberto Caamaño Deñó a la cabeza, iniciaron una revolución armada por la vuelta a la Constitución de 1963 y el retorno de Bosch al Poder, lo que provocó la ira de Washington y el envío de 42 mil soldados equipados con modernas armas que poco sirvieron al imperio para arrodillar al bravo pueblo dominicano.

Richard Nixon, Gerald Ford, Jimmy Carter y Ronald Reagan: trigésimo séptimo, trigésimo octavo, trigésimo noveno y cuadragésimo presidentes de Estados Unidos

En los próximos diez años, hasta 1975, Bolivia, Argentina, República Dominicana, Nicaragua, Uruguay, Chile y Perú sufrirían los ultrajes de la Casa Blanca, del Pentágono y de la CIA, ya sea bajo los acostumbrados golpes de Estado, la modalidad de elecciones amañadas o con el apoyo militar y financiero a dictadores sangrientos que sojuzgaban a sus pueblos. En 1976, con la anuencia de Washington, se instauró en Argentina una sanguinaria Junta Militar encabezada por el general Jorge Videla; estaba en marcha la Operación Cóndor, una campaña de represión política y terrorismo de Estado implementada por Estados Unidos que enlazaba las dictaduras militares de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Uruguay y Paraguay para eliminar dirigentes populares y revolucionarios. En 1977 sería El Salvador que sufriría un nuevo golpe de Estado auspiciado por la Embajada yanqui; la Junta Cívico-Militar impulsada por Estados Unidos asesinaría, en 1980, a tres monjas estadounidenses y a monseñor Arnulfo Romero, hechos que en lugar de conmocionar a la Casa Blanca la "estimularon a incrementar su ayuda económica y militar a El Salvador". Paralelamente, el imperialismo, bajo unas elecciones fraudulentas, asestaba un «virtual golpe de Estado al premier jamaicano Michael Manley».

En 1981, en medio de la eterna conspiración de Estados Unidos para derrocar gobiernos desafectos o apoyar férreas y sangrientas dictaduras de derecha, "pereció, en un extraño accidente aéreo, el líder del pueblo panameño, general Omar Torrijos". En 1983, Estados Unidos invadió Granada "poniendo fin a la segunda experiencia socialista en el Caribe desde la Revolución Cubana de 1959". Maurice Bishop, su primer ministro, había implementado programas de desarrollo social bajo una revolución "para el trabajo, la alimentación, la vivienda decente, los servicios de salud y un futuro brillante para hijos y nietos". Su acercamiento a Cuba enervaba a los dueños del mundo, que, después de invadir la isla y asesinar a 70 granadinos, procedieron a ejecutar a Bishop en el cuartel del Ejército en Fort Rupert. En 1986 se conocería la participación de la Casa Blanca en el tráfico de drogas y el contrabando de armas a Irán con la finalidad de financiar la Contra, una organización armada creada por los propios Estados Unidos para dar al traste con la Revolución sandinista. Ese hecho se daría a conocer como “escándalo Irán-contra”.

En diciembre de 1989, bajo las riendas de George H. W. Bush, exdirector de la CIA, Panamá sería invadida por EE. UU. so pretexto de sacar del poder al general Manuel Antonio Noriega, uno de los tantos monstruos creados por EE. UU. (había sido un estrecho colaborador de la CIA y muy posiblemente el autor del "accidente" que sufrió Omar Torrijos) que la propia agencia que dirigía Bush padre había acusado de espionaje en favor de la Revolución Cubana y de usar territorio panameño como puente para el tráfico de drogas hacia "América", nombre que la tiranía mundial usurparía a todas las naciones del continente.
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Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
28 de julio de 2022