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[XII de XIV] Estados Unidos y su moral en bikini. Una nación que desde sus inicios se formó bajo la mendacidad y la expoliación

Desde su participación en la Primera Guerra Mundial, de la que Estados Unidos saldría convertido en un poderoso imperio, los desmanes cometidos contra otras naciones se multiplicarían, en ocasiones varias veces contra un mismo país, y por las mismas causas esgrimidas para, como dueño y señor del mundo, establecer por la fuerza "reglas de juego" favorables a sus mezquinos intereses. Toda acción por parte de otro gobierno debía supeditarse a los intereses norteamericanos. Tal fue, y sigue siendo, el poder ejercido en toda América, que hasta el pensamiento crítico debía, y debe, ser condicionado al supremacismo yanqui

Woodrow Wilson, vigésimo octavo presidente de Estados Unidos

En 1914, Woodrow Wilson autorizaría una nueva ocupación de Haití con la finalidad de intimidar el gobierno de Davilmar Théodore para que resolviera las disputas con los monopolios estadounidenses; además, para exigirle "el control de la bahía Môle-Saint-Nicolas".

Théodore sería derrocado por "las presiones económicas y político-militares estadounidenses", lo que creó un estado de agitación que alcanzó su punto más álgido cuando el general Vilbrum Sam, que lo había sustituido, fue sacado por la fuerza de la Embajada francesa, donde se había refugiado, y ajusticiado en plena vía pública, siendo lanzado su cadáver sobre la verja de hierro de la legación y paseado por todos los barrios de Puerto Príncipe. Wilson ordenaría a las tropas yanquis que se apoderaran de la capital, alegando que "el Káiser alemán podría invadir Haití", infamia que, con el paso de los años, ha insuflado carácter a la formación mendaz de Estados Unidos.

La Primera Guerra Mundial había comenzado en julio de 1914, pero no sería hasta 1917 cuando Estados Unidos entraría a ella "para modificar su curso". “La Primera Guerra Mundial cambió el carácter de Estados Unidos para siempre”, dice Scott Berg, biógrafo de Woodrow Wilson; confirmó el liderazgo de la nación en asuntos internacionales. "En el país, amplió el tamaño y el alcance del gobierno". Con ese liderazgo, Wilson presionó a los gobiernos latinoamericanos con vistas a que "le declararan la guerra o rompieran sus vínculos con las llamadas Potencias Centrales y en particular con Alemania". En ese orden, mantuvo la ocupación de varios puertos mexicanos con el pretexto de “defenderlos de las incursiones de los submarinos alemanes”.

Desde su participación en la Primera Guerra Mundial, de la que Estados Unidos saldría convertido en un poderoso imperio, los desmanes cometidos contra otras naciones se multiplicarían, en ocasiones varias veces contra un mismo país, y por las mismas causas esgrimidas para, como dueño y señor del mundo, establecer por la fuerza "reglas de juego" favorables a sus mezquinos intereses. La excusa de “perseguir bandidos” sería la razón principal para sus intromisiones en México, país al que incluso le había despojado de más de la mitad de su territorio y al que excluiría de la Liga de Naciones, un organismo internacional creado el 28 de junio de 1919, mediante la firma del Tratado de Versalles -al finalizar la guerra-, para "establecer las bases para la paz y la reorganización de las relaciones internacionales". ¿Cómo lo haría? Con una falaz enmienda propuesta por Woodrow Wilson que vinculaba a la Doctrina Monroe con el Derecho Internacional Público.

Warren G. Harding, Calvin Coolidge y Herbert Hoover: vigésimo noveno, trigésimo y trigésimo primer presidentes de Estados Unidos

Intervenciones de tropas militares de Estados Unidos en otras naciones de América entre 1920 y 1945 bajo los gobiernos de Woodrow Wilson, Warren G Harding, Calvin Coolidge, Herbert Hoover y Franklin D. Roosevelt:
- En Honduras, bajo la argucia de “mantener el orden y crear una zona neutral entre los contendientes que disputaban el poder político en ese país”.

- En Guatemala, con el pretexto de defender “la vida y los bienes de los ciudadanos estadounidenses”.

- En Panamá, ya asentados como amos de ese país, creado por ellos mismos, "para reprimir las manifestaciones populares contra el tercer gobierno del presidente Belisario Porras".

- En El Salvador, para apoderarse de las aduanas y respaldar el régimen de terror impuesto por el dictador Jorge Meléndez.

- En República Dominicana, para llevar al poder al general Horacio Vásquez, quien saldría electo presidente en unas elecciones que se celebraron bajo la supervisión de dichas tropas y ratificaría “todos los actos de la ocupación militar estadounidense”.

- En Nicaragua, "para controlar (una más de las atribuciones que insolentemente Estados Unidos se ha arrogado para violar soberanías) la situación", intervención que se haría bajo la excusa de la “debilidad de ese país para resistir las agresiones de los presuntos agentes del bolcheviquismo mexicano”. José María Moncada, “electo presidente constitucional” de Nicaragua -con la bendición de las botas yanquis-, «desplegó una política de tierra arrasada (incluido bombardeos aéreos) contra todos los sectores de la población civil que respaldaban alpequeño Ejército Loco encabezado por el General de Hombres Libres, Augusto César Sandino».

- En República Dominicana, para dar respaldo a Rafael Leónidas Trujillo -monstruo que parió la ocupación- en la ejecución de un golpe de Estado que lo llevaría al poder para dar inicio a una de las satrapías más sanguinarias y prolongadas de América.

- En El Salvador, para dar protección al dictador Maximiliano Hernández, "quien asesinaría 30,000 salvadoreños, muchos de ellos indígenas, como respuesta a la frustrada insurrección popular encabezada por Farabundo Martí".

- En Cuba, durante la época del período neocolonial, para apoyar a Fulgencio Batista (jefe del Ejército) a derrocar a Ramón Grau San Martín, quien encabezaba el Gobierno de los Cien Días, un gobierno provisional que implementó "medidas de carácter popular y antiimperialista que le ganaron un gran apoyo en el pueblo cubano". En su lugar, la Casa Blanca impuso al coronel Carlos Mendieta, bajo cuyo mandato se anuló la Enmienda Platt, pero, como "medida compensatoria", se firmó un tratado que le permite a Estados Unidos mantener indefinidamente la Base Naval de Guantánamo.

- De nuevo en Nicaragua, para dar respaldo al golpe de Estado (prerrogativa que le fue otorgada por Dios) perpetrado por Anastasio “Tacho” Somoza, su nuevo engendro que daría inicio a una de las “dictaduras dinásticas más terroríficas y odiadas de América Latina y el Caribe” (con Trujillo había iniciado la nueva escuela de formación de sátrapas).
Con la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos lanzaría una proclama de no reconocimiento al traspaso «de ningún territorio del Hemisferio Occidentalde una potencia no americana a otra potencia no americana…”». Las acciones que había emprendido la Casa Blanca para "ocupar militarmente las posesiones coloniales holandesas (Aruba, Curazao, Surinam) y francesas (Martinica, Guadalupe y Cayena) en el mar Caribe" alcanzarían matices de "legalidad" con el panamericanismo que adquirían "algunos de los postulados de la Doctrina Monroe". De igual forma, «las fuerzas armadas estadounidenses ocuparon, “preventivamente”, las principales posesiones coloniales británicas en el Caribe...». Mientras, se ejecutaba en Panamá un nuevo golpe de Estado, ahora contra Arnulfo Arias, que sería sustituido por un monigote que de inmediato "aceptó la ampliación de las bases militares estadounidenses enclavadas en la Zona del Canal de Panamá".

Franklin D. Roosevelt, trigésimo segundo presidente de Estados Unidos

En 1942 se fundaría, bajo las exigencias estadounidenses, la Junta Interamericana de Defensa (integrada por los ejércitos del área), "que tan nefasto papel jugó en la historia posterior de América Latina y el Caribe". En 1944, en Argentina, la Marina de Guerra estadounidense bloqueó el puerto de Buenos Aires con el propósito de obligar al gobierno "a romper sus relaciones diplomáticas y a declararle la guerra a las potencias integrantes del Eje Berlín-Roma-Tokio".

Toda acción por parte de otro gobierno debía supeditarse a los intereses norteamericanos. Tal fue, y sigue siendo, el poder ejercido en toda América, que hasta el pensamiento crítico debía, y debe, ser condicionado al supremacismo yanqui.

La Segunda Guerra Mundial concluyó con las bombas atómicas lanzadas sobre dos ciudades de Japón en las que murieron, y siguen muriendo, miles de inocentes. La responsabilidad recayó sobre el genocida Harry Truman, vicepresidente que sustituyó a Franklin Delano Roosevelt, fallecido el 12 de abril de 1945 debido a una hemorragia cerebral. Con el poder adquirido por haberse constituido en el más grande imperio de la humanidad, «la Casa Blanca obtuvo el respaldo de los gobiernos de la región para que la entonces naciente Organización de Naciones Unidas (ONU) reconociera la vigencia de la Doctrina Monroe y delos acuerdos interamericanosque se adoptaran al amparo de la misma».
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Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
27 de julio de 2022