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Completo.- La necesidad de las oligarquías imperiales de seguir usurpando recursos y la mentira como objetivo fundamental de la "prensa" occidental aproximan a la humanidad a su extinción...

"Rusia y China, las dos potencias declaradas rivales por Occidente, no pretenden reemplazarlo en el poder Global. Su discurso es muy claro: no quieren la confrontación, sino la colaboración, pero los poderes mediáticos, económicos y militares occidentales hacen oídos sordos a estas propuestas y siguen tergiversando la realidad internacional. La mentira de que Occidente se defiende de las intenciones agresivas de Rusia y China es la que justifica ante su ciudadanía la existencia de la OTAN y el desmesurado gasto militar de EE. UU."

La necesidad de las oligarquías imperiales de seguir usurpando recursos y la mentira como objetivo fundamental de la "prensa" occidental aproximan a la humanidad a su extinción...
Los responsables de la destrucción de Irak, del saqueo de sus recursos y de los cientos de miles de inocentes asesinados durante la invasión. El del centro, con un saber que sólo alcanza para la virulencia, carga en su espalda con el "mérito" de haber asesinado un jefe de Estado: Sadam Huseín

Después del derribo de las Torres Gemelas y los daños ocasionados al Pentágono, en 2001, Estados Unidos se embarcaría en una serie de represalias, esgrimiendo métodos extremistas similares a los usados por los grupos terroristas (que había creado y financiado para hacer el trabajo sucio en favor de sus intereses). Afganistán y Filipinas serían los primeros objetivos en esa agenda terrorista y vengativa. Seguiría Venezuela, en 2002, con el golpe de Estado ejecutado contra Hugo Chávez, su presidente, mismo que sería auspiciado y respaldado por el Pentágono, y que se vería frustrado, dos días después -gracias al coraje y la determinación del pueblo venezolano-, con el retorno de Chávez al poder.

La primera gran mentira del siglo XXI la constituyó la acusación norteamericana a Sadam Huseín de que Irak poseía armas de destrucción masiva, infamia que no tenía relación alguna con el ataque terrorista, pero serviría para desnudar la motivación real que se ocultaba detrás de la misma: el saqueo de los recursos naturales, modus vivendi del imperialismo yanqui desde su creación. Lo que viviría la humanidad en las próximas dos décadas sentaría las bases para una hecatombe que podría verse consumada antes de se cumplan 30 años del inicio de los bombardeos por parte de las fuerzas "aliadas" sobre el pueblo iraquí. Se ha alcanzado el nivel más alto de tergiversación de la información para mantener, con ridículas y descabelladas mentiras, el saqueo de energéticos y materiales -vitales para el consumismo- a las naciones que los poseen. Occidente "requiere", y se apropia de los mismos -con guerras y golpes de Estado-, valiéndose de los grandes emporios de la comunicación (CNN, NBC, CBS, El País, DW, Le Monde, BBC, France 24, etc.).

George W. Bush declaró, ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en septiembre de 2002, que "Sadam Huseín está desarrollando armas de destrucción masiva; puede ser que estemos completamente seguros de que tiene armas nucleares. Dios no permita que las use". ["Dios" es la acostumbrada muletilla a la que recurren los gobernantes gringos para conmover a sus enajenados coterráneos]. "Irak posee y produce armas químicas y biológicas; conociendo esta realidad, América no puede seguir ignorando la amenaza que se avecina", diría posteriormente. [América es el continente, pero los yanquis se han arrogado el nombre (como muchas otras cosas)].

Enviados a Irak, inspectores de la ONU [y un agente de la CIA (Charles Duelfer)] no pudieron encontrar un solo indicio de la existencia de dichas armas. Ese "fracaso" fue convertido por Bush y su camarilla en "prueba evidente" de que sí existían. ¿Argumento? "¡Sólo quien las posee pude esconderlas tan bien! En adelante, los medios oligárquicos harían su labor, pero la farsa alcanzaría el clímax cuando, en febrero de 2003, Colin Powell, Secretario de Estado, presentó ante el Consejo de Seguridad de la ONU la siguiente "prueba": "Irak distribuye lanzadores de ojivas con agentes biológicos... Tiene por lo menos siete fábricas móviles para la fabricación de substancias biológicas; no cabe duda que Huseín posee armas biológicas y que puede producir armas químicas para llenar 16,000 cohetes de guerra"...

¿Qué hicieron los medios que controlan al gobierno de los Estados Unidos? Proclamaron los cargos como "irrefutables": el Washington Post publicó que "las pruebas que Powell presentó deberían mostrar al mundo que Irak tiene armas de destrucción masivas", y el New York Times que "hay suficientes pruebas de que Irak ha producido y ha escondido armas químicas y biológicas; Sadam Huseín ha mentido y ha decidido no informar a los inspectores".

¿Fueron embaucados? ¡Imposible! Precisamente son esas grandes cadenas, asentadas sobre los 11 principios de la propaganda nazi de Joseph Goebbels, las que ejercen el poder en Estados Unidos. Como ente primordial del pentagonismo, se amparan en la mentira, arma muy efectiva para turbar la mente de aquellos cuyos juicios han sido dilapidados por la banalidad y el deseo supremo de "no saber nada". Conocida la manera oprobiosa en la que actuó el gobierno yanqui, la "prensa" optó por sacar de circulación la noticia, estrategia a la que los ciudadanos imperialistas se han acostumbrado porque han llegado a creerse, hasta la médula, que "América lo hace mejor".
Los medios norteamericanos -incluidas las llamadas redes sociales- acusan las administraciones de China y Rusia de controlar la prensa, pero no son capaces de reconocer que, precisamente ellos, de la mano del Pentágono, son quienes regentean a "América". Estos cuatro años han puesto en evidencia esa realidad. El imperialismo yanqui no requiere de presidente; el cargo no es más que una figura decorativa. Joe Biden, con un deterioro cognitivo progresivo debido a su edad, lo ha demostrado (incluso expresaría, en un momento de luz, y ante las cámaras, que lo que estaba diciendo se lo habían "ordenado").
Paradigmas de intervenciones, bombardeos y asesinatos, incluyendo el de otro jefe de Estado: Muamar el Gadafi (Libia)

En 2011, bajo el falso pretexto de establecer la democracia, Libia sería intervenida militarmente por la OTAN (encabezada por Estados Unidos). Tomar posesión de sus reservas de petróleo, privatizar la industria y transferirla a los perennes imperialistas serían los verdaderos motivos. Muamar el Gadafi, quien brindó a Libia la mejor calidad de vida de toda África, sería cruelmente asesinado por las turbas pagadas por Estados Unidos. ["Llegamos, vimos y él murió", fueron las "tiernas" palabras pronunciadas por la Secretaria de Estado Hillary Clinton al "enterarse" de la muerte del coronel]. Paraguay, en 2012, vendría a ser el escenario del primer golpe parlamentario en la región, orquestado bajo la estampa de la persecución judicial. El presidente Fernando Lugo sería depuesto en un anómalo juicio político llevado a cabo por la oligarquía paraguaya y bendecido por EE. UU. Contra Cristina Fernández de Kirchner, en 2014, Estados Unidos propiciaría el intento de otro golpe de Estado.
Ese mismo 2014 sería el año en el que Barack Obama se encargaría de orquestar el golpe en Ucrania que tiene hoy a la humanidad al borde de una confrontación nuclear.
En 2016 se ejecutaría el segundo golpe parlamentario (aguijoneado por Washington), y Dilma Rousseff, presidente de Brasil, sería destituida. Desde la reelección de Rousseff, en octubre de 2014, Lula se convertiría en el objetivo de una caza judicial detrás de la cual subyacían los tentáculos del imperialismo yanqui. La oligarquía brasileña, con los monopolios de la prensa y una banda de difamadores profesionales, se movilizó para encontrar un crimen –el que fuera– para acusar a Lula y llevarlo a los tribunales, tal y como sucedió. Después de 580 días en la cárcel, su condena fue anulada, como anulada fue la acusación de asociación ilícita contra Dilma Rousseff. Este sería el nuevo esquema bajo el que trabajarían la derecha internacional y sus repulsivos y nocivos medios propagandísticos. En 2018, Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, sufriría un intento de magnicidio, planificado por la CIA, mientras participaba en una actividad oficial. En 2019, con la bendición de la OEA, y bajo las tinieblas yanquis, es derrocado Evo Morales, presidente de Bolivia.

La enajenación del pueblo norteamericano desestima hasta los más insólitos reconocimientos de las felonías que cometen sus propios funcionarios. John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional, se jactó en televisión de "ayudar a planear golpes de Estado en otros países". James Woolsey, exdirector de la CIA, expresó que Estados Unidos interviene en las elecciones de otros países por el bien del sistema, "para evitar que comunistas tomen el poder". Mike Pompeo, exsecretario de Estado de EE. UU. y exdirector de la CIA, señaló que la CIA "miente, engaña y roba", ¡y fue aplaudido con delirio por el rebaño estadounidense, que nunca se ha cuestionado de dónde sale su riqueza y por qué su nación tiene cerca de 900 bases militares en todo el mundo!
Ilustración que refleja la imposición de la mentira como paradigma propagandístico

Una importante característica de la "ideología de la dominación global" en las sociedades occidentales, alimentada por la propaganda, consiste en resaltar la existencia de una "rivalidad entre potencias por el control del dominio mundial, principalmente entre China y EE. UU. Sin embargo, esta visión es la mayor mentira con la que Occidente tergiversa interesadamente ante su ciudadanía la realidad internacional. Rusia y China, las dos potencias declaradas rivales por Occidente [con presencia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, NH], no pretenden reemplazarlo en el poder Global. Su discurso es muy claro: no quieren la confrontación, sino la colaboración, pero los poderes mediáticos, económicos y militares occidentales hacen oídos sordos a estas propuestas y siguen tergiversando la realidad internacional. La mentira de que Occidente se defiende de las intenciones agresivas de Rusia y China es la que justifica ante su ciudadanía la existencia de la OTAN y el desmesurado gasto militar de EE. UU. (que triplica el de Rusia y China juntas)".

La OTAN, como organización instigadora de la guerra en Ucrania, en su afán hegemónico, y sin sospecharlo, está dividiendo al mundo "en dos esferas opuestas con filosofías económicas incompatibles, lo que podría llevar a la mayoría de los países integrantes de esa organización terrorista (ver Los Ejércitos Secretos de la OTAN I y II, de Daniele Ganser) a una debacle económica y, con toda seguridad, a tomar decisiones altamente riesgosas en el ámbito militar. China trata el dinero y el crédito como un servicio público asignado por el gobierno en lugar de dejar que el privilegio del monopolio de la creación de crédito sea privatizado por los bancos. Esa independencia monetaria, al confiar en su propia creación de dinero interno y al [desarrollar, NH] el comercio exterior y las inversiones en su propia moneda, en lugar de dólares, se considera una amenaza existencial para el control estadounidense de la economía mundial".
[Comillas: La ideología occidental de la dominación global - Javier Colomo Ugarte].
¿Cuál es el acontecimiento que en la actualidad, iniciando la tercera década de la nefasta intervención yanqui en Irak, mantiene a la humanidad al borde de un cataclismo nuclear? La guerra entre Rusia y Ucrania.
«La guerra no es entre Rusia y Ucrania. La guerra es entre Estados Unidos y Rusia, que es una cosa muy diferente. Se libra en Ucrania, pero no es una guerra entre Ucrania y Rusia. Numerosos documentos del gobierno de EE. UU., desde el año 1992, están planteando que, disuelta la Unión Soviética, Rusia continúa siendo un problema. El exsubsecretario de Defensa Paul Wolfowitz [marzo de 2001 a junio de 2005] escribió que "Estados Unidos debe seguir combatiendo a Rusia. No importa que ya no sea comunista. No importa que sea capitalista. Rusia es demasiado grande, demasiado rica, tiene demasiado petróleo, demasiado gas, demasiada agua, demasiada tecnología, tiene un armamento nuclear equivalente al nuestro y, por lo tanto, cualquiera que sea el régimen político va a ser un obstáculo para el interés nacional de los EE. UU. y para nuestras posiciones en Euroasia y fundamentalmente en Europa oriental. Así que tenemos que avanzar con sanciones, hostigando a Rusia"».
[Comillas: Atilio Boron].
La guerra, cuyos orígenes se remontan al 2014 cuando Estados Unidos propició el derrocamiento de Víktor Yanukóvich por oponerse a la entrada de Ucrania en la OTAN, constituye un cambio estructural en la geopolítica global. El mundo, gracias a este nuevo escenario de Guerra Fría, jamás volverá a ser el mismo

A Ucrania, con el golpe de Estado que propiciara Barack Obama en 2014 (el Pentágono, con más propiedad), la lleva a la guerra Estados Unidos. Las palabras de Wolfowitz, en resguardo, pero despiertas, esperaban su momento: "Estados Unidos debe seguir combatiendo a Rusia, no importa que ya no sea comunista o que sea capitalista. Rusia es demasiado grande, demasiado rica; tiene demasiado petróleo, demasiado gas, demasiada agua, demasiada tecnología; tiene armas nucleares equivalentes a las nuestras. Cualquiera que sea su régimen político va a ser un obstáculo para EE. UU. Tenemos que avanzar con sanciones, hostigándola".

La subsecretaria de Estado para Asuntos Euroasiáticos, la señora Victoria Nuland, apareció en numerosas fotos y vídeos repartiendo galletas y botellas de agua a bandas con emblemas nazis (la cruz gamada, la cruz de hierro, etc.) en la Plaza Maidán, promoviendo el derrocamiento del gobierno de Víktor Yanukóvich, electo por el pueblo ucraniano y reconocido por la Unión Europea. ¿Cuál era el problema? Que Yanukóvich y su fuerza política se oponían a la entrada de Ucrania a la OTAN.

EE. UU. ha consolidado una nueva Guerra Fría. El conflicto podría durar dos o tres décadas (siempre que las armas nucleares no iluminen el firmamento), pero será determinante en la economía y la política a nivel mundial. Está en juego la hegemonía norteamericana -dólar y poder militar-, y ese juego representa en enorme peligro para quienes habitamos este planeta y, quizás, por qué no, otros cercanos. Si no se pone freno a la desinformación propiciada por los grandes capitales y a la hegemonía de la mentira, con toda seguridad celebraremos, con fuegos reales, no artificiales, la despedida de este mundo. La mentira, esparcida por los medios recalcitrantes que dan sustancia a los países imperialistas, es el principal armamento de guerra en Ucrania; es la razón del más perverso genocidio que ha visto la humanidad: el que cometen los sionistas con los niños, mujeres y ancianos de Palestina; y será el blasón que nos llevará a otra dimensión, esa de la que no se conoce que haya regresado ser viviente alguno... o su espectro.

Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
23 de marzo de 2024