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.- Juan Bosch: Entrevistas


Importantes entrevistas realizadas a Juan Bosch. "El patriotismo es un instrumento pero su ejercicio sólo se justifica cuando conduce al bienestar de las mayorías"


Juan Bosch: No tengo ningún personaje favorito, pero admiro a muchos hombres y mujeres según lo que cada uno haga o haya hecho. Por ejemplo, en literatura admiro a varios escritores y poetas de otros tiempos y actuales, como Shakespeare, Dostoievski, García Márquez, Julio Cortázar, Neruda, Nicolás Guillén, Pedro Mir, José Martí, Miguel Hernández; en pintura admiro a Ticiano, Velásquez, Picasso; como políticos, a Toussaint Louverture, Lenin, Fidel Castro; como guerrillero, a Máximo Gómez; como escultor, a Augusto Rodin… y podría hacer una lista interminable de los hombres a quienes admiro

. Conversación Inédita con Juan Bosch/Víctor Grimaldi

. Juan Bosch - Entrevista con Bonaparte Gautreaux Piñeyro

. Entrevista a Juan Bosch/Revista Letra Grande


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. Entrevista al Presidente Juan Bosch realizada por la Revista ¡Ahora! mientras ejercía la presidencia de la República en 1963

. Entrevista del Dr. Eduardo Sánchez Cabral al expresidente Juan Bosch mientras se encontraba en el exilio, en San Juan, Puerto Rico, extraída del ejemplar número 91 correspondiente a la revista ¡Ahora! del 16 de enero de 1965…

. Entrevista a Juan Bosch, expresidente de la República, sobre su Programa de Gobierno, realizada por Félix (Felucho) Jiménez


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. Santo Domingo, Víctima y Testimonio: El Nuevo Crimen del Imperialismo/Rolando FAGET y Fernando POGGIO. Declaraciones de Bosch exclusivas para Marcha. Montevideo, 7 de mayo de 1965

. “Entrevista exclusiva a Juan Bosch: ‘Santo Domingo puede ser otra Indonesia’”. Ercilla, Año XXXII, Nº 1619, Santiago de Chile, 15 de junio de 1966/por Carlos Núñez

. Entrevista a Juan Bosch/por Víctor Lunin. Vanguardia del Pueblo, Año XI, N° 491, Santo Domingo, Órgano del PLD, 13 de marzo de 1985


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. Entrevista a Juan Bosch por Orlando Castellanos. "De la infancia al golpe de Estado"

. Entrevista a Juan Bosch por Matilde Sánchez. "Recuerdos de grandes figuras"

. Entrevista realizada por La Noticia a Juan Bosch. "Bosch culpa a demócratas del golpe de Estado"


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. Entrevista con Juan Bosch realizada por José Rafael SOSA. “¿Valió la pena el golpe de Estado contra Bosch? Bosch revela norteamericanos no querían derrocarlo sino convertirlo en muñeco manejado desde Embajada”

. Entrevista a Felipe González y Juan Bosch. “Presidente de España y Juan Bosch dicen problemas Hispanoamérica no deben tener soluciones militares”

. Entrevista a Juan Bosch. Juan Bosch: "El futuro se llama Revolución"


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. Revista ¡Ahora entrevista a Bosch. Reencuentro de un líder con su pueblo

. Entrevista con el profesor Juan Bosch. Emma TAVÁREZ JUSTO

. ¡Ahora entrevista a Juan Bosch. Habla el profesor Juan Bosch acerca de Sacha Volman


Conversación Inédita con Juan Bosch/Víctor Grimaldi
Santo Domingo, 21 y 22 de noviembre de 1977.

VG: ¿Qué se planteaba Ud. como objetivo central al regresar al país en abril de 1970?
JB: Dos cosas, una inmediata y otra mediata. La primera se debió a una información que me llegó desde Madrid procedente de fuentes muy seguras según la cual en la República Dominicana se les iba a dar muerte a 175 dirigentes políticos de los partidos de izquierda y el PRD. Recibí la noticia al comenzar el mes de abril, en el momento en que doña Carmen estaba aquí por razones familiares y yo no podía dejar a Bárbara, que entonces era muy joven, viviendo en un hotel en París. Entre la dirección del PRD y yo había un compromiso de que yo vendría después de las elecciones porque de esa manera se evitaba que se despertaran falsas ilusiones de que yo iba a ser candidato presidencial.
VG: Nunca se había dicho la razón de que su llegada se pospusiera.
JB: Porque yo no se la expliqué a la dirección del PRD; lo que le dije fue que no podía venir antes del 16 de mayo porque tenía trabajo que hacer, y efectivamente estaba escribiendo en ese mes de abril la Breve Historia de la Oligarquía que consideraba importante y necesario para otros planes que tenía en la mente y de los cuales tal vez hable luego. Pero cuando supe la noticia que me enviaron desde Madrid me decidí a venir y llamé aquí para que me enviaran el pasaje. De manera coincidencial Peña Gómez estaba aquí en una situación difícil porque consideraba que sus gestiones al frente del PRD habían terminado en fracaso, y así me lo decía en carta que me envió con un amigo que llegó a París muy pocos días antes de que llegara doña Carmen. Recuerdo que Peña decía en esa carta que la situación política no era para un discípulo sino para un maestro y que yo tenía que venir a hacerme cargo de la dirección del PRD. Así, mi solicitud resultó coincidente con el interés de Peña Gómez y se me envió el pasaje a París y además fue doña Carmen, lo cual era muy importante para mí porque si ella no iba yo no podía venir. Por cierto que doña Carmen llegó enferma y a pesar de eso como ya mi pasaje tenía día señalado o fecha fijada yo salí para acá sin esperar que ella mejorara. La idea de que había el plan de matar a 175 dirigentes políticos de la izquierda y del PRD me tenía muy preocupado. Me daba cuenta de que los muertos iban a ser principalmente líderes del MPD, del PCD y del PRD y pensaba, creo que con razón, que si eso sucedía aquí iba a quedar aniquilado el movimiento revolucionario.
VG: ¿Le explicó la fuente que le suministró la información qué cosa se perseguía con la muerte de esos dirigentes políticos?
JB: No. Sólo se me dijo que después de las elecciones, que iba a ganar el Dr. Balaguer de todas maneras, iban a matar ese número de dirigentes.
VG: ¿Cree usted que iban a matarlos porque esperaban alguna reacción de esos dirigentes a la reelección de Balaguer?
JB: No me explicaron nada. Sólo me enviaron la noticia, y como la noticia era de fuente confiable, no la puse en duda, y meses después empezó a cumplirse el plan puesto que fueron muertos Otto Morales, Amín Abel, Amaury Germán y tantos otros.
VG: Y el Moreno, aunque había salido del país.
JB: Sí, había salido antes de que yo llegara. Los muertos fueron muchos, unos conocidos y otros no. Algunos eran miembros de otros partidos. Narciso Isa Conde salvó la vida porque yo obligué prácticamente al PCD a sacarlo del país.
VG: ¿No se daba cuenta el PCD del peligro que corría?
JB: Creo que no se daba cuenta, pero cuando vieron que iban cayendo uno a uno todos aquellos que yo había mencionado como amenazados de muerte, se dieron cuenta de que la cosa iba en serio y lo sacaron del país. Como ves, mi vuelta al país era necesaria para salvar vidas porque si se producía la muerte de 175 jóvenes dirigentes, como se me había informado, el movimiento revolucionario dominicano desaparecería. Con 25 que mataran quedarían los grupos revolucionarios sin dirección, y para evitar que eso sucediera yo tenía que venir sin pérdida de tiempo a detener la ola terrorista que se había adueñado del país.
VG: Cuando usted habla de la ola terrorista, ¿se refiere también a las actividades de algunos grupos de izquierda que llevaron el terror al campo político?
JB: Sí, y por eso mismo al venir al país traía un plan que consistía básicamente en hacerle frente primero al terror de las izquierdas. ¿Por qué? Porque si llegaba a enfrentarme primero que nada con el terror de las derechas las izquierdas iban a pensar que yo apoyaba a los grupos izquierdistas que ejercían el terror, y eso podía intensificar el terror, hacer más fuerte la ola terrorista, y si ellos hacían eso las derechas iban a responder haciendo más intenso y más extenso el terror oficial.
VG: ¿Por qué? ¿Porque las derechas iban a pensar también que Ud. había venido a apoyarlas?
JB: No; las derechas no podían pensar eso y no tenían necesidad de hacerlo porque, naturalmente, si les mataban más policías o más guardias, ellas iban a responder matando más jóvenes de la izquierda. Por eso se explica que al hacerle frente a la ola de terror fuera acusado y calumniado al mismo tiempo por las izquierdas y por las derechas, y como aquí no hay todavía suficiente madurez política para analizar situaciones concretas y llegar a las conclusiones correctas, era muy difícil que las izquierdas y las derechas llegaran a tener un criterio político definido y claro en relación con lo que venía a hacer. Recuerdo que el día que llegué aquí, o tal vez al siguiente, Wessin y Wessin hizo en televisión unas declaraciones violentas contra mí, pero también las hacía El Caribe, y eso sucedía porque ni Wessin y Wessin ni El Caribe se daban cuenta de la situación en que estaba viviendo el pueblo dominicano y de la tragedia que amenazaba caerle encima. Aquí faltaba, y falta todavía, la experiencia política, pero yo sabía lo que era el terror y las consecuencias que dejaba y había visto a muchos revolucionarios pasarse al campo del gangsterismo y sabía que eso iba a suceder aquí.
VG: ¿Ud. conocía la experiencia de Guatemala?
JB: No la de Guatemala, que estaba pasando por esa situación en esos mismos días, por cierto a costa de muchos sufrimientos y miles de muertos, pero conocía la de Cuba, que había sido anterior a la de Guatemala.
VG: Guatemala vivió un proceso parecido como consecuencia de la intervención norteamericana de 1954.
JB: Pero la verdadera crisis de Guatemala comenzó más tarde, con la actividad de las guerrillas campesinas y urbanas.
VG: Lo cierto es que en Guatemala no se detuvo el terrorismo y tras él vino la matazón de un lado y del otro y la situación política no ha evolucionado hacia condiciones favorables para el pueblo.
JB: No ha evolucionado porque cuando el terrorismo es ejecutado de parte y parte no hay posibilidad de hallarle solución a la crisis política que le dio origen al terrorismo. Aquí, por ejemplo, no podía haber salida para esa crisis porque la crisis fue inducida con el propósito de conseguir que, asustada por el terror, la derecha dominicana se reuniera alrededor de Balaguer. Así, además de que la derecha se fortalecía a sí misma a la sombra del poder público, fortalecía a Balaguer porque éste era la garantía de que la gente de la derecha no iba a ser asesinada, de que no iban a expropiarlas. Al mismo tiempo que Balaguer resultaba fortalecido por la derecha, que le proporcionaba un amplio terreno de apoyo político, la derecha iba haciéndose económicamente más fuerte porque el gobierno pagaba aquel apoyo con concesiones de tipo económico. Nunca llegó a darse cuenta de eso la izquierda dominicana que escogió el terror como arma política.
VG: Una indicación de lo que dice Ud. es que el día 26 de marzo de 1970, cuando Balaguer anunció que aceptaba ir de candidato de su partido a la reelección, estaba secuestrado el coronel Crowley. Balaguer apareció por televisión rodeado de militares y parecía que todos ellos sentían que la única solución para el extremismo de la izquierda era la reelección del Dr. Balaguer.
JB: Sí. Yo estaba en París y desde allá podía ver cosas que no se veían desde aquí. Balaguer aprovechó muy bien el secuestro de Crowley para justificar la necesidad de su primera reelección. Pero quiero decir en este momento algo que ya había dicho públicamente, y es que esa situación de terrorismo que se creó en la República Dominicana aprovechando el estado de ánimo que quedó una parte de la juventud como resultado del aplastamiento de la Revolución de Abril no fue obra del espontaneísmo sino de la CIA. La CIA tenía desde los tiempos de la intervención militar norteamericana el plan de que Balaguer durara en el poder por lo menos ocho años, y yo recuerdo que en el año 1966 las tropas yanquis pasaban por la puerta de mi casa gritando "Balaguer ocho años, Balaguer ocho años". Para fortalecer a Balaguer, la CIA estimuló el terrorismo en este país, y ciertos sectores de la izquierda se dejaron guiar en eso de la CIA, así como se habían dejado conducir políticamente de la Embajada norteamericana, también engañados, en el 1961 y el 1962, según expliqué en mi libro "Crisis de la Democracia de América".
VG: ¿Y cómo cree Ud. que influyó la CIA sobre los grupos de izquierda para que éstos organizaran equipos terroristas?
JB: Las organizaciones como la CIA tienen agentes en los partidos políticos de los países donde ellas operan, así como los tienen en asociaciones económicas, científicas, populares, artísticas; es decir, donde quiera que puedan recoger información y ejercer influencia. En el caso de los partidos políticos, los agentes de la CIA o de cualquiera otra organización similar a la CIA están siempre en los niveles de mando o de dirección y pueden también influir en que se adopte tal o cual política; desde esos niveles de mando o dirección pueden saber y decir qué cosa está haciéndose, pensándose o planeándose. No es en los niveles bajos de un partido político o de las organizaciones en que funcionan esos agentes donde pueden enterarse de cosas que le interesan a la CIA ni desde donde pueden ejercer influencia. En el caso del terror en nuestro país, los agentes colocados en los niveles más altos de los grupos políticos podían convencer a los líderes de que el terror era la línea política adecuada para resolver la situación dominicana.
VG: Y naturalmente, aparecían como los más revolucionarios y chantajeaban a todo el mundo, sobre todo por esa situación que se creó después de la revolución según ha dicho Ud.
JB: Exacto. Aquí se llegó a tales extremos que cuando vine de Europa encontré que el PRD estaba envuelto y comprometido en la línea del terrorismo y se hallaba dirigido por sectores terroristas de otros partidos o grupos, pero también tenía dentro de sus filas terroristas. Lo primero que tuve que hacer, antes de enfrentar el terror de la izquierda, fue limpiar el PRD de los terroristas perredeístas, a muchos de los cuales tuve que sacar no sólo de sus filas sino además del país.
VG: Quiere decir que ese era su objetivo inmediato cuando volvió al país en abril de 1970.
JB: Sí, ése era el objetivo inmediato.
VG: Yo, y conmigo varias personas que nos preocupábamos por la situación, pensé que Ud. traía otro objetivo, que era el de sacar al PRD del atolladero en que se había metido en sus negociaciones con los partidos de oposición.
JB: No. Esa gestión estaba ya fracasada y no había nada que hacer en relación con ella.
VG: ¿Creía Ud. que ese fracaso fue de la dirección del partido que actuaba en el país?
JB: Sí, pero fue un fracaso de poca importancia porque no fue el fracaso de un plan político del cual dependiera la vida o la muerte del PRD. Además, Peña Gómez reconoció el fracaso de esa política en una carta que me envió a París y que está en mis archivos. En realidad, lo dañino para el PRD no era que las negociaciones con los partidos de la oposición fracasaran; lo dañino era su alianza secreta, y especialmente sin mi conocimiento, con sectores terroristas, porque lo que podía llevar al gobierno a desatar una persecución a muerte del perredeísmo era esa alianza con los grupos terroristas. Y tal vez sea oportuno decir aquí que la persecución empezó con la muerte de varios perredeístas que fueron dedicados a trabajar con esos grupos, pero que amenazó extenderse a los niveles más altos de la dirección del PRD, y no sólo de parte del gobierno sino de parte de los sectores terroristas a que he hecho alusión. Por ejemplo, yo recibí numerosas veces amenazas de muerte del Servicio Secreto de la Policía y en una ocasión se hicieron circular muchos millares de una hoja impresa que partía del Servicio Secreto en la cual se ofrecían 5 mil pesos por mi cabeza, pero también recibía muy a menudo amenazas de muerte que partían de los grupos terroristas.
VG: ¿Eran amenazas telefónicas?
JB: Telefónicas y escritas, y en algunas ocasiones eran informaciones que me traían afiliados a organizaciones políticas que habían recibido órdenes de matarme o de participar en un plan para matarme. Naturalmente, antes de salir de París yo había previsto que eso iba a suceder, de manera que sabía de antemano qué precauciones debía tomar. Cuando decidí volver a Santo Domingo hablé con doña Carmen y con Barbarita y les dije más o menos esto: "Voy para Santo Domingo y no puedo dejar de hacerlo porque la situación dominicana está complicándose. Ustedes saben o deben imaginarse que al ir pasaré a correr peligro, el peligro de que me maten, y si no lo sabían ahora se lo digo, y quiero que ustedes sean conscientes de eso y sepan también que si eso sucede no será una sorpresa para mí y no debe serlo para ustedes. Las dos respondieron de manera muy hermosa, diciendo que ellas sabían que yo corría peligro pero que si me tocaba lo peor ellas confiaban en que yo caería con dignidad. Al llegar aquí me di cuenta de que la situación se complicaba día por día; que las amenazas contra mí eran muchas, pero que peor era lo que pasaba en las calles, porque la lucha había degenerado en matanzas diarias que se daban no ya sólo entre jóvenes de izquierda y agentes policiales, sino también entre sectores de la izquierda.
VG: Sí, también hubo matanzas entre las mismas izquierdas.
JB: Así fue, y ese agravamiento de la situación me llevó a adelantar un plan que traía de Europa en el cual había estado pensando desde el año 1969. Hay que aclarar, y éste es el momento de hacerlo, que ya en 1969 yo me consideraba marxista aunque me faltaba, y todavía me falta, mucho que aprender de Marx y de sus seguidores, y al darme cuenta de que era marxista me daba cuenta también de que no tenía nada que hacer en el PRD, pero también comprendía que en el PRD había cantidad de gente de todas las edades y de varias clases y capas sociales a los que valía la pena rescatar, digamos, salvar para la revolución que algún día se haría en la República Dominicana.
VG: Por cierto, algunas veces hemos oído decir que usted estaba convencido, tal vez en el 1963 o en el 1964, de que era necesario convertir al PRD en una verdadera organización política que sirviera para defender los intereses del pueblo.
JB: Quizá usar la palabra convencido no sea lo más correcto, pero lo que sí es cierto es que cuando supe, a principios de 1963, que los locales del PRD se habían cerrado el día siguiente de las elecciones de 1962 y no habían vuelto a abrirse, salvo el de la Casa Nacional, que estaba entonces frente al Parque Colón, caí en la cuenta de que el PRD no era ni llegaría fácilmente a ser lo que yo pensaba que debía ser un partido político dominicano, y ese pensamiento fue tomando cuerpo en mí hasta que culminó en 1968 con mi renuncia al PRD, que envié en una carta desde Benidorm.
VG: Recuerdo eso porque la carta suya se publicó en El Nacional, y me parece que su renuncia condujo al llamado Pacto de Benidorm. Pero antes de hablar de ese plan con que dijo usted que venía, ¿qué lo llevó a convencerse de que el PRD no era el partido que usted quería dirigir?
JB: Lo primero fue la falta de capacidad de la dirección del partido para hacer las cosas que debía hacer el PRD; lo segundo era la atmósfera de mentiras en que vivía la mayor parte de los líderes del PRD. Vivían una vida falsa, una vida doble que en fin de cuentas no eran ni lo que decían ser ni lo que querían ser. Por ejemplo, aparentemente eran políticos y en la realidad no lo eran porque lo que ellos habían hecho al dedicarse a la actividad política era escoger un camino que debía conducirlos a ser conocidos del país o de su provincia o de su municipio, y eso era lo que en verdad querían, ser personajes nacionales o provinciales o municipales, no ser líderes políticos. ¿Y qué diferencia hay entre una cosa y la otra? Pues una diferencia muy importante: que lo primero les facilitaba obtener lo que ellos se proponían, esto es, privilegios de tipo personal, y lo segundo, ser líderes políticos, les exigía sacrificios, luchas en defensa del pueblo, y esto último no era lo que ellos buscaban en la vida; lo que buscaban era lo otro. Para hacer sacrificios y mantener una lucha en favor del pueblo, no en beneficio propio, se necesita vocación, que ellos no tenían, y capacidad, que tampoco tenían.
VG: ¿Y cuándo se dio usted cuenta de eso?
JB: Empecé a darme cuenta a principios de 1963, y para el 1968 lo sabía ya. Y el hecho de saberlo para 1968, junto con otras razones, me llevó a estudiar a Marx y Engels, cosa que hice tan pronto llegué a París, y ya para 1969 me consideraba un marxista, aunque todavía muy verde. Pero así verde tuve la idea de organizar los círculos de estudios para desarrollar políticamente a los jóvenes el PRD. Todavía en esa época no sabía que Lenin había fundado círculos de estudios en Rusia, y curiosamente, hasta el nombre de los que yo estaba planeando era el mismo que les había puesto Lenin a los suyos; pero yo no estudié a Lenin en Francia. Estado en España recibí su obra acerca del imperialismo, pero no tuve tiempo de leerla porque entonces estaba escribiendo la historia del Caribe y le dedicaba a esa tarea todas las horas del día, empezando a las 5 de la mañana y terminando a las 8 de la noche. Más tarde me di cuenta de que si le puse a esos organismos el mismo nombre que le había dado Lenin era porque en ambos casos se perseguían propósitos iguales, los de darles capacidad política a los que debían ser en un futuro miembros del Partido, en el caso de Lenin, del Social Demócrata Obrero Ruso y en el mío, del PRD; pero con una diferencia, la de que los círculos de estudios que yo planeaba eran organismos y los que formó Lenin eran grupos de estudio que no estaban integrados en un partido porque para entonces todavía no existía el Partido Bolchevique. La verdad es que los círculos que yo planeaba en París eran indispensables para que los jóvenes del PRD aprendieran lo que debían aprender si querían dedicarse a la política y si aspiraban a llegar a posiciones de dirección en el PRD. En el mes de agosto de 1970, estando aquí, escribí el folleto número uno de la colección Estudios Sociales, que iba a ser el material de estudio de los círculos. Así pues, la formación de los círculos empezó ese año bajo la dirección inmediata del compañero Rafael Alburquerque.
VG: Quiere decir que él fue el coordinador de los primeros círculos.
JB: No el coordinador, porque todavía no teníamos elementos humanos que pudieran servir de coordinadores. Los coordinadores tendrían que salir de los círculos. El compañero Alburquerque fue el organizador de los primeros círculos. Pero antes se había formado un círculo de alto nivel en el cual tomaron parte el compañero Antonio Abreu, actual secretario general del PLD, y los compañeros Bidó Medina, Rafael Alburquerque, Diomedes Mercedes, Milagros Ortiz de Basanta, Franklin Almeyda y otros cuyos nombres no recuerdo en este momento. Ese círculo de alto nivel estuvo reuniéndose varios meses y de él salió lo que iba a ser la Comisión Permanente del PRD.
VG: Me parece entender que ese plan que usted elaboró en París se dirigía a la formación de cuadros para colocarlos en los mandos del PRD. Si eso era así, ¿qué le impidió que ese plan se llevara a cabo? Hablando conmigo hace algún tiempo usted se refirió a que el sector de derechas del PRD impidió la propagación de los círculos por todo el país. ¿Fue eso lo que obstaculizó su plan?
JB: Efectivamente, fue eso; y como sabía que la organización de los círculos iba a ser frenada por esos sectores, los círculos no figuraron en los estatutos del PRD cuando éstos fueron reformados.
VG: ¿En qué año fue esa reforma?
JB: Me parece que fue en el 1971, pero puede haber sido entre el 1971 y el 1972. De todos modos, el caso es que los círculos no figuraron nunca entre los organismos que establecían los estatutos. Para la fecha en que éstos se reformaron ya la lucha de clases dentro del PRD era muy fuerte, y hay una serie de discursos míos dichos ante el Comité Ejecutivo Nacional y publicados en la revista Política en los que hablo de esa lucha de clases, que se manifestaba sobre todo como la lucha de clases, que se manifestaba sobre todo como la lucha de lo viejo contra lo nuevo. Ahora bien, la ruptura de los partidarios de lo nuevo no se hizo presente en esos años porque los partidarios de lo viejo no tenían todavía un líder. Ese líder acabó siendo Peña Gómez, que volvió al país en el año 1972 y vino con un plan muy bien elaborado con su participación, aunque él no era el autor.
VG: ¿Quiénes cree usted que elaboraron ese plan?
JB: Lo dice muy claramente la inclinación que tiene ahora el PRD: lo hicieron los llamados liberales de Washington, entre los cuales estaban funcionarios del Departamento de Estado y de otros departamentos del gobierno norteamericano así como algunos legisladores.
VG: ¿Cree usted que Peña Gómez tenía condiciones para convertirse en el líder de las derechas del PRD?
JB: Sí, pero hasta cierto punto. Por ejemplo, Peña Gómez había sido desde hacía por lo menos seis años secretario general del partido y desde esa posición había establecido nexos muy estrechos con todos los perredeístas que tenían posiciones de dirección a cualquier nivel; además, el PRD no es un partido de militantes y por esa razón sus miembros no tienen determinada posición política sino que son perredeístas de manera emocional. En cuanto a la gran masa de ese partido, se le dirige por radio, y Peña Gómez tiene buena voz para un micrófono, no importa lo que diga o que no diga nada que valga la pena; lo importante es que la voz salga por la radio con tonos que alteren la emocionalidad del oyente. Por otra parte, Peña era fácil de manejar por esa gente de Washington debido a su doble personalidad, que es la de una persona que desea ser reconocida como revolucionaria por la gente del pueblo y por los sectores de izquierda pero que necesita al mismo tiempo ser halagada por la gente de poder, sea ese poder económico o sea político. Peña vive constantemente esas dos vidas opuestas, como lo demuestra el hecho de que en uno de los viajes que ha hecho a Washington con el exclusivo propósito de visitar el Departamento de Estado, además de ir a esa dependencia del gobierno norteamericano, y después de salir de ella, se fue a Nueva York a visitar la Embajada de Cuba en las Naciones Unidas desde donde le envió un mensaje de felicitación a Fidel Castro "por su heroica lucha contra el imperialismo"; y al volver aquí de ese mismo viaje anunció que iría con un grupo de miembros del Comité Ejecutivo Nacional del PRD a Pekín, para visitar a Mao Tse-tung. Esa oscilación perpetua entre izquierda y derecha ha sido propia de Peña Gómez y lo es de la capa social a la cual pertenece... El pequeño burgués ocupa un lugar muy estrecho en las relaciones de producción, y se tambalea como el maromero equilibrista que camina por un alambre, y cuanto más fino es el alambre más inseguro se siente y más se mueve de un lado para otro. En el caso de Peña eso se agrava porque él pertenece a una capa de la pequeña burguesía, que no es productiva y ni siquiera intermediaria. Sin embargo, debemos reconocer que la situación de Peña ha empezado a cambiar recientemente porque ya se siente capaz de hacer declaraciones derechistas, cosa que no hacía antes.
VG: Pero según tengo entendido, después de haber estado en Washington en ese viaje a que usted se ha referido, Peña y otros miembros del Comité Ejecutivo Nacional del PRD fueron invitados a ir a Cuba.
JB: Sí, esa fue una invitación hecha por instigación del Partido Comunista Dominicano que quería convencer a los cubanos de que la fuerza revolucionaria de este país era el PRD. Pero eso fracasó.
VG: Hasta ahora usted nos ha hablado principalmente de los Círculos de Estudios, y hay otros asuntos de interés de los que usted se ocupó cuando volvió de Europa, como la banda y su línea política contra la represión. ¿Podría hablarnos de eso?
JB: Sí, como no, pero quisiera decir antes que ya a finales de 1970 y sobre todo en 1971 estaba en su desarrollo el plan de la creación de los círculos, y sin embargo el terror estaba en sus buenas. Para combatir el terror tuvimos que luchar no sólo aquí, en el país, sino también en el exterior, porque el mundo no se enteraba de nada de lo que estaba sucediendo en la República Dominicana. Yo lo sabía mejor que nadie puesto que había pasado más de tres años en Europa y a Europa no llegaban noticias de los crímenes que se cometían aquí. Lo que sí se publicó fue el secuestro de Crowley, hecho muy significativo.
VG: ¿Cuál fue la causa de que el Dr. Balaguer lo amenazara con la expulsión del país en aquel discurso que pronunció con motivo de la huelga de San Francisco de Macorís?
JB: La causa fue su creencia de que yo iba a ser el candidato presidencial del PRD en las elecciones de 1974, y en lo que se refiere a su disfrute del poder, el Dr. Balaguer no tolera la menor amenaza. Eso sucedió en el 1971, ahora no recuerdo en qué mes, pero debió ser o en febrero o en agosto, porque dos o tres días después el Dr. Balaguer habló ante el Congreso. Alguien le dijo que yo era el organizador de la huelga de San Francisco de Macorís, lo que era incierto, y él aprovechó la oportunidad para lanzar por radio la amenaza de mi expulsión y al día siguiente empezaron a aparecer en los periódicos los avisos de los jefes militares y de los jefes industriales y comerciales del país apoyando su amenaza, que por algo había él dicho en ese discurso que los que tenían algo que perder descolgaran sus armas para salir en defensa del gobierno, que estaba a punto de ser derrocado por mí.
VG: Pero el momento era difícil para Ud. porque todavía estaba actuando La Banda.
JB: Sí, la Banda estaba en todo su esplendor, cometiendo actos de terror en todo el país, y precisamente en esos días estaba yo denunciando esos hechos de la Banda en una serie de discursos que decía por radio, y en el discurso del día anterior había dicho que la Banda había sido organizada por la CIA, y me parece que eso fue lo que estimuló al Dr. Balaguer para hablar y para aprovechar la oportunidad de desatar las fuerzas de la reacción derechista contra mí con el objetivo final de sacarme del país.
VG: ¿No fue en esos días cuando salió Narciso Isa Conde del país?
JB: Sí, pero bajo presión mía.
VG: ¿Puede explicar eso?
JB: Como no. Si haces memoria recordarás que desde el año 1970 empecé a denunciar que había un plan para matar a varios jóvenes y di los nombres de Amín Abel, de Otto Morales, de Amaury Germán y de otros, y entre ellos también el de Narciso Isa Conde. Los demás fueron cayendo uno a uno pero Isa Conde se mantenía escondido; sin embargo yo estaba convencido de que un día saldría de la clandestinidad y lo matarían. Por eso insistí con los líderes del PCD para que lo sacaran del país, y al fin ellos lo sacaron. Por cierto, cuando Isa Conde llegó a Europa se unió a los trabajos de denuncia del terror que se ejercía aquí; esa denuncia, como dije antes, se hizo en varias partes del mundo porque se perseguía el propósito de que en Washington se dieran cuenta de que nosotros sabíamos qué papel estaban jugando los Estados Unidos en el mantenimiento del terror.
VG: ¿Usted se refiere a la misión que fue a Europa para denunciar los crímenes políticos? ¿Y el jefe de esa misión no era Peña Gómez?
JB: Sí, era él, pero él estaba ya en París cuando los componentes de la misión llegaron allá. Peña se fue antes que todos y se dedicó a estudiar en París nada más y nada menos que Derecho Constitucional. Después se le ordenó pasar a Washington para encabezar un gran acto que habían organizado los perredeístas de New York bajo la dirección de Milagros de Basanta y fue en ese viaje cuando se pasó del lado yanqui "con armas y bagajes", como se dice en el lenguaje de los militares. Al llegar a Washington lo sedujeron Crimmins y Hurwitch, esto es, el que había sido embajador aquí y el que lo es ahora. Recuerdo que al salir del Departamento de Estado me llamó por teléfono y me decía a gritos que le habían dado trato de jefe de Estado, y lo repetía y lo repetía como si hubiera estado endrogado; me dijo también que iba a hacer unas declaraciones para la prensa y yo le respondí que cuando un jefe de Estado habla con diplomáticos extranjeros no puede hacer declaraciones a espaldas de ellos, y que si él las hacía se exponía a que los funcionarios del Departamento de Estado desautorizaran lo que dijera. Por esa razón no hizo declaraciones, y quizá el hecho de que él no hablara de lo que ellos le habían dicho les dio a Crimmins y a Hurwitch la impresión de que Peña era un hombre discreto; pero lo era tan poco que al llegar aquí les dijo a los compañeros Euclides Gutiérrez y Norge Botello que el Departamento de Estado le había ofrecido apoyo y le había insinuado que con él podían entenderse pero que conmigo no. Por esa razón cuando vino al país en noviembre de 1972, traía ya el plan que puso en ejecución pocos meses después.
VG: Sí, eso fue cierto porque me lo dijo también a mí en New York en presencia de otras personas; me dijo que le ofrecieron respaldo para formar un partido democrático porque usted era muy radical y que ese partido tendría más posibilidades que el PRD porque Juan Bosch había abandonado el sendero de la democracia; pero me dijo también que él no podía aceptar esa oferta porque él no podía traicionarlo a usted.
JB: Sin embargo, fue traidor. Cuando vino en noviembre de 1972 llegaba protegido por el poder norteamericano. Recuerdo que me llamó desde San Juan de Puerto Rico y empezó a decirme, también a gritos como lo había hecho desde Washington, que Ben Stephansky acababa de llamarlo por teléfono y le había informado que de la Casa Blanca habían hablado con Balaguer para decirle que mucho cuidado con lo que le pasara a Peña Gómez; y Peña gritaba: "¡Profesor, profesor, Balaguer no puede hacerme nada; no puede ponerme la mano, profesor!"; y esas mismas palabras les dijo a las autoridades de Inmigración cuando llegó al aeropuerto.
VG: ¿Y puso su plan a funcionar tan pronto llegó al país?
JB: No, desde antes; empezó a ponerlo en práctica en Nueva York, pero cuando en realidad lo desplegó a todo meter, jugando su papel de aliado íntimo y secreto del Departamento de Estado, fue cuando se presentó la crisis que desató la llegada de Caamaño. En ese momento huyó a esconderse lejos de mí y desde su escondite empezó a actuar como el líder del PRD ignorando mi existencia y mis facultades legales de presidente del PRD, y en esa actividad estuvo en todo momento en contacto con el jefe de la AID en el país, que era al mismo tiempo el jefe de la CIA aquí.
VG: Entre el momento en que él regresó al país y el desembarco de Caamaño pasaron más o menos dos meses. ¿Qué tipo de contacto mantuvo él en ese tiempo con usted y con el partido?
JB: Un contacto muy sospechoso. Andaba por los barrios hablando con los perredeístas y decía que él no quería reasumir su posición de secretario general mientras no estuviera bien enterado de cómo andaba el partido. Recuerdo que me costó trabajo hacer que fuera a una reunión del Comité Ejecutivo Nacional y cuando fue no quiso hablar ni media palabra; estuvo allí con actitud de fiera enjaulada; decía que Antonio Abreu era enemigo suyo, que Rafael Alburquerque era enemigo suyo, que Bidó Medina era enemigo suyo; en fin, para él todo el mundo era su enemigo.
VG: Permítame que le haga una pregunta explicada. Yo he estado haciendo cálculos y he encontrado que durante todos los años de la vida común en el partido, Peña Gómez y usted tuvieron contacto tal vez tres años y medio, y eso, un contacto accidental, no continuo. ¿No cree usted que eso tiene algo que ver en el hecho de que Peña Gómez no alcanzara el desarrollo ideológico que debió haber alcanzado?
JB: No lo creo. El caso de Peña Gómez no es de tipo sicológico a la manera en que ven las cosas los sicólogos norteamericanos o ingleses. Los problemas de Peña se originan en su posición de clase. Peña es un típico pequeño burgués de origen pobre que tiene necesidad violenta de ascender socialmente, y esa necesidad de ascender se le complica con su color, que él aborrece. Pero lo importante no es lo último; es lo primero. Si Peña hubiera podido ascender en la escala social siendo cantante, jugador de pelota o recitador, hubiera escogido esas vías, pero la que encontró abierta fue la vía de la política, en la que no tenía que hacer esfuerzos de ninguna especie porque la política en el PRD se hacía hablando ante un micrófono y él tiene buena dicción, no importa que lo que diga carezca de sustancia. En cuanto a su desarrollo ideológico, eso no le interesaba a él para nada; lo que le interesaba era convertirse en personaje nacional. Ahora bien, su posición de clase lo hacía íntimamente débil porque se sentía atraído por la oligarquía y su vida de lujos y placeres pero a la vez necesitaba el aplauso de la juventud y para eso tenía que presentarse como partidario de las izquierdas. Por eso tenía constantemente un pie en Washington (porque Washington es la base mundial de la oligarquía) y otro en Pekín ya que Mao Tse-tung era el líder con más gancho entre la juventud pro-marxista de la República Dominicana. Al fin, se ha quedado con Washington, pero definirse le ha costado mucho trabajo y yo diría que mucho sufrimiento.
VG: Se ha dicho varias veces que Peña Gómez era su hijo político, pero si uno se pone a analizar el contacto que ha habido entre ustedes, el contacto ha sido en realidad de muy poco tiempo, no de padre e hijo.
JB: Eso de padre y de hijo es una superficialidad. Peña no tiene nada que ver conmigo ni yo tengo nada que ver con Peña. Nosotros somos dos seres totalmente diferentes. A Peña no le interesa la política sino las ventajas que pueda ofrecerle la política, y a mí no me interesa nada que no sea la política. Hasta la literatura la he visto siempre como medio de expresión de una sociedad, y todo lo que se relaciona con la sociedad es pura política aunque mucha gente no lo entienda.
VG: Pero él dice que nunca le ha interesado ocupar cargos públicos.
JB: Porque él sabe que ningún cargo en el país le va a proporcionar las ventajas que le da ser líder del PRD. Nadie sabe todo lo que Peña recibe de esa posición, pero si se preguntaran de qué vive un hombre que viste con lujo y come en los mejores restaurantes del país y no tiene trabajo conocido, hallarían la respuesta: Peña vive de la política y vive bien. Si tuviera que vivir con un sueldo de senador, que es lo más a que él puede llegar en el país (porque afuera puede ser embajador, y eso sí le gustaría ser), se vería en el caso de dar gran parte de los 500 pesos a los pedigüeños, que en el PRD abundan mucho. Es mejor, pues, conservar la imagen de que es un hombre sin ambición de cargos y arreglárselas para vivir de su posición de líder.
VG: ¿Podría usted explicar cuál era el nivel de desarrollo del PRD cuando Peña volvió al país en noviembre de 1972?
JB: Ya los Círculos de Estudios estaban funcionado en la capital, de manera que cuando se presentó la crisis de la llegada de Caamaño se presentó inesperadamente y la vida política nacional quedó revuelta, por lo menos para los sectores revolucionarios. En cuanto al PRD, fue en esa oportunidad cuando Peña resolvió apoyarse en el poder norteamericano para cumplir su parte en el plan que había sido elaborado en Washington.
VG: ¿Cuál era el plan?
JB: Originalmente, desmontar la Comisión Permanente para rodearme de gente del ala derecha del PRD y llevar entonces el PRD hacia la derecha, pero en ese plan no se pensó en lo que yo podría hacer cuando comenzaran a aplicarlo. Ahora, déjame explicarte los hechos, que son más elocuentes que los conceptos: Al irse a la clandestinidad, Peña estableció una línea de comunicación con sus amigotes de Washington que funcionaba en la siguiente forma: La línea de Peña a Majluta, de Majluta a Robinson, que era el jefe de la AID y por tanto de la CIA en el país, y a través de Robinson llegaban los documentos y las órdenes de Peña hasta el grupo de perredeístas que él había dejado organizado clandestinamente dentro del PRD de Nueva York. Peña había formado ese grupo para que le sirviera de punto de apoyo en el plan. A veces las órdenes o los documentos llegaban a manos de José Ovalles o de Winston Arnaud y de ahí iban a dar a Washington, y otras veces iban directamente a Robinson a Washington, y mientras tanto Peña se mantenía en la clandestinidad y desde ella hacía declaraciones como si él fuera el líder del PRD, sin consultar a nadie porque ya él se sentía todopoderoso con el respaldo que le daban los altos funcionarios yanquis. La verdad es que en esos meses, que fueron de principios de febrero a principios de mayo, se produjo de hecho la ruptura del PRD porque un partido político que tiene dos cabezas no es una unidad; y Peña sabía lo que estaba haciendo. Su papel no era el de un instrumento inconsciente: era el de un traidor que trabajaba en beneficio de un tercero que le había prometido el liderazgo de un partido si trabajaba para él.
VG: ¿Qué tipo de comunicación era el que mandaba por esa vía que usted ha mencionado?
JB: Naturalmente, confidencial, como la carta en que Peña le hacía saber a Stephansky, para que éste le hiciera saber más arriba, que quien estaba en las lomas de San José de Ocoa era Caamaño.
VG: Usted escribió en VANGUARDIA sobre eso.
JB: Sí, escribí un artículo titulado "La Historia de una Carta" en la que expliqué cómo se las arregló Peña para hacerles saber a sus amigos del Departamento de Estado a través de Stephansky que quien estaba en las lomas era Caamaño.
VG: ¿Y cómo supo él que quien estaba en esas lomas era Caamaño?
JB: A mí me envió una nota en la que decía que él lo había sabido porque lo oyó en Radio Habana.
VG: Pero no es cierto que Radio Habana dijera en ningún momento que Caamaño estaba ahí. Además, tanto Peña como Majluta se presentaron posteriormente como defensores por lo menos de la memoria de Caamaño y mandaron a poner su busto en el patio de la Casa Nacional del PRD.
JB: Sí, pero eso es lógico porque así se tapaban contra cualquiera acusación basada en las relaciones que mantenían con el Departamento de Estado en los mismos días de la actuación de Caamaño. Además, no olvides lo que te he dicho que Peña tiene una debilidad propia de su origen de clase y necesita estar al mismo tiempo aliado a la derecha y aliado a la izquierda. Por ejemplo, cuando estuvo hace poco en Venezuela le pidió una entrevista a Héctor Mujica, que es el candidato presidencial del Partido Comunista Venezolano, pero al mismo tiempo se presenta en Venezuela como el aliado dominicano de Acción Democrática. Por ese origen de clase de que he hablado, Peña es profundamente débil; tiene una debilidad ideológica abrumadora y además necesita tener la certeza de que la derecha lo quiere más, o al revés.
VG: ¿Y qué pasó con los Círculos de Estudios?
JB: A pesar de la crisis que desató la llegada de Caamaño, siguieron funcionando; no se destruyeron. Pero recuerda que te había dicho que sólo funcionaban en la Capital; fuera de la Capital no había Círculos. Por ejemplo, de Santiago venían a comprar los folletos para los Círculos; venía Ambiorix Díaz y los pagaba y se los llevaba pero los Círculos no se formaban. Esa era la actitud de la derecha del PRD, pero sólo simularlo e impedir en los hechos que ese propósito se llevara a cabo.
VG: Los informes que se tenían en ciertos círculos de izquierda del país era que Ambiorix Díaz era un tipo avanzado: incluso se dijo que tiempos atrás había estado muy cerca del PCD.
JB: Todo eso era mentira. Lo que hacía la generalidad de los dirigentes del PRD era mostrarse públicamente como muy boschistas porque necesitaban tener mi respaldo para ser lo que se proponían: senadores, diputados, síndicos. Casi todos creían que yo iba a ser presidente de la República y ellos serían embajadores y secretarios de Estado, y por eso apoyaban lo que yo dijera. Pero nunca me engañaron; yo sabía qué había detrás de su cacareado boschismo.
VG: Usted mencionó hace poco la revista Política. Ese fue un esfuerzo serio de difusión de las ideas políticas, el más serio que se ha hecho en el país. ¿Por qué Política no siguió saliendo?
JB: Política jugó un papel y servirá para cuando aquí se hagan análisis serios de la vida política; por ahora, VANGUARDIA cumple otra misión y la cumple muy bien.
VG: ¿No había alguna relación entre Política y los Círculos de Estudios?
JB: Sí, desde luego.
VG: ¿Y por qué los Círculos siguieron existiendo y Política no?
JB: Porque los Círculos fueron la base de apoyo del PLD en el momento de su nacimiento y durante por lo menos el primer año y medio de su existencia.
VG: ¿Y por qué prefirió usted organizar el PLD en vez de quedarse en el PRD y dedicarse a convertirlo en un partido como es el PLD?
JB: Mira, Víctor, déjame explicarte algo que nunca he dicho: Cuando Crimmins, Hurwicht y Stephansky estaban trabajando a Peña para que Peña actuara como al fin lo hizo, no se daban cuenta ni ellos ni él de que estaban facilitando mis planes; es más, estaban haciéndolos posibles porque yo no podía salir del PRD sin una justificación histórica y política. Estando en Europa podía hacerlo, pero estando aquí no.
VG: ¿Eso lo ha visto usted retrospectivamente?
JB: No. Lo que ocurría era que un político no debe hablar ciertas cosas; puede hablar de ellas después que han pasado, pero no antes ni en el momento en que están sucediendo. De ninguna manera podía yo insinuar siquiera que deseaba dejar el PRD porque al hacerlo les abría los ojos a la derecha y a Peña, que estaba llamado a ser su líder, y yo tenía que dejar el PRD de manera sorpresiva porque de otra manera no me dejarían hacerlo y ya me resultaba imposible seguir en el PRD; ideológica y moralmente yo no tenía nada que ver con el PRD y estaba ahogándome en él. En realidad, desde un punto de vista abstracto, casi no humano, yo tendría que agradecerles a Peña y a sus amigos de Washington y a la derecha del PRD lo que hicieron, esto es, la facilidad que me dieron para dejar ese partido. Gracias a ellos pude actuar por sorpresa y saltar la muralla en que me tenían encerrado sin romperme el pescuezo. A pesar de eso, la gente no entendió lo que pasaba y quedó confundida a tal extremo que en muchos sitios me echaban maldiciones y me calificaban de traidor. Hubo un médico perredeísta que salió a las calles a decir que yo me le había vendido a Balaguer por cinco millones de pesos; pero a mí no me importaba nada de eso. Yo me había liberado de un anillo de inmoralidades y de atraso político que estaba acabando conmigo, y al lado mío estaban en ese momento los que se habían desarrollado políticamente gracias a los Círculos de Estudios, y eso era suficiente para iniciar una nueva vida política.
VG: ¿Pero usted no se sentía preocupado por lo que podía pasarle a su imagen? ¿Por qué nunca le respondió a la campaña de prensa que hizo Peña Gómez en contra de la Comisión Permanente?
JB: Porque esa campaña, que era de discursos de radio reproducidos por algunos periódicos, iba a ser y será algún día lo que en realidad explique el trasfondo del problema, lo que había por detrás de esos discursos.
VG: ¿Y qué era lo que había a juicio suyo?
JB: Lo que había era el poder de los Estados Unidos, sin el cual Peña no se hubiera atrevido a comenzar y mantener la campaña contra la disciplina del PRD, contra los estatutos, contra todos los principios orgánicos. Pero Peña sentía que detrás de él estaba la totalidad del poder norteamericano, cosa que le ocurre a todos los que tienen de aliado a ese poder: ahí están los miles y miles de millones de dólares, los acorazados, los aviones, las bombas atómicas; en fin, una sensación de omnipotencia que embriaga a los ambiciosos y a los débiles. Con ese respaldo Peña se sentía todopoderoso, y como yo no le respondía no llegaba a darse cuenta de que mi plan era dejarlo que avanzara para que se colocara públicamente como lo que era: el responsable de mi salida del PRD. Por eso le sorprendió tanto esa salida, a tal punto que ofreció irse del país y no volver si yo retiraba mi renuncia. En realidad, lo que hicieron el Departamento de Estado y Peña Gómez con su campaña contra la Comisión Permanente fue facilitar mis planes de abandonar el PRD, organización en la que ya no podía seguir. Los últimos años que pasé en el PRD fueron para mí los más amargos de mi vida.
VG: ¿Por qué entonces no salió de él antes?
JB: Porque un líder tiene responsabilidades que no se ven a simple vista; responsabilidades con la gente que lo apoya y lo rodea y también responsabilidades históricas.
VG: Pero hay personas que creen que el PRD era y es un partido fuerte con el cual podían y tal vez puedan hacerse algunas cosas importantes.
JB: Si así hubiera sido no habría salido de él. En realidad, el PRD es un mito alimentado por la radio y la prensa, pero el PRD no tiene capacidad para nada, y si llegara al poder algún día no sería mejor que el Partido Reformista, y quizá sería peor. Y puedo decirlo con la autoridad que me da haber sido de sus fundadores y con la de saber que entre otras razones, el gobierno de 1963 fue derrocado porque no había un partido que lo apoyara. En esa ocasión, a sólo nueve meses de las elecciones en que había ganado el poder, el PRD era ya inexistente desde el punto de vista orgánico. Tenía un nombre, pero nada más.
CAAMAÑO Y PEÑA

VG: ¿Cree usted que si no se hubiera desatado la crisis que provocó el desembarco de Caamaño no hubiera usted tenido la oportunidad de salir del PRD? ¿No piensa que fue esa crisis la que le permitió a Peña Gómez actuar como lo hizo?
JB: En realidad, lo que hizo la crisis que mencionas fue precipitar los acontecimientos, pero el plan estaba en marcha desde hacía tiempo. Cuando Caamaño desembarcó ya la política norteamericana en relación con el PRD estaba definida. Antes de que Peña Gómez viniera al país Casimiro Castro era visita constante de Bumpus, que era el agregado político de la Embajada y vivía por Arroyo Hondo. Casimiro se pasaba horas enteras bebiendo whisky con Bumpus y muchas veces salía de su casa con una botella de whisky regalada por el agregado político. Una vez, hablando con un joven del PRD en Barahona, Casimiro dijo que el PRD no podía ir al poder mientras yo fuera su presidente porque los Estados Unidos no iban a aceptar que yo fuera presidente de la República, y eso lo dijo Casimiro antes de que Peña volviera al país.

Pues bien, cuando Peña vino, estando en la casa de Joselín Rodríguez Conde, les dijo a Euclides Gutiérrez y Norge Botello lo mismo que había dicho Casimiro en Barahona. En el caso de Casimiro, el joven con quien hablaba, que se llamaba Ignacio pero cuyo apellido no recuerdo, le respondió a Casimiro que entonces había que eliminarme, y en el caso de Peña, Euclides reaccionó preguntando: "¿Pero tú te das cuenta de lo que significa lo que has dicho, Peña? ¿Te das cuenta de que si hay una división entre tú y Juan Bosch, eso podría costarle la vida al profesor?". A lo que Peña contestó que sí se daba cuenta pero que él nunca iba a romper conmigo. Eso es propio de Peña: no prever cuál va a ser el resultado de sus palabras o de sus hechos. Igual que lo que les sucedía a los señores del Departamento de Estado que no pensaron siquiera que yo saldría del PRD, Peña no le dedicó ni cinco minutos a pensar cuál iba a ser mi conducta ante su comportamiento, y por eso cada vez atacaba a la Comisión Permanente con más fuerza. Creía que mi silencio era señal de debilidad o de que yo aprobaba su actitud frenética o, lo que hubiera sido una tontería, que no me daba cuenta de que él estaba siguiendo un camino que le habían trazado en Washington.
VG: Hay gente que cree que cuando Peña Gómez volvió al país en el año 1972 vino a ejecutar un plan combinado con el coronel Caamaño, pero eso está en contradicción con el Departamento de Estado para poner al PRD al servicio de la política norteamericana.
JB: Las dos cosas se contradicen y aparentemente al contradecirse debe quedar descartada una de las dos, y sin embargo el que conoce a Peña Gómez tal como él es y no como aparenta ser, sabe que la contradicción es la esencia misma de su vida y por eso lo que habría que rechazar serían los actos de él que no se contradijeran. Marx explicó las causas de las vacilaciones de la pequeña burguesía, y Peña, que es un típico pequeño burgués, lleva sus vacilaciones a un punto tal alto que sólo puede resolverlas convirtiéndolas en contradicciones que conviven dentro de él. Nosotros, y me refiero a la alta dirección del PLD, tuvimos siempre sospechas de que entre Caamaño y Peña Gómez hubo algún tipo de entendimiento que Peña nos escondió, pero ahora lo sabemos porque al cabo de un largo trabajo de investigación hemos dado con los testimonios que buscábamos y podemos afirmar que sí, que cuando Caamaño vino al país contaba con Peña para llevar a cabo sus planes guerrilleros, y eso no lo sabía nadie en la dirección del PRD, y yo menos que nadie.

Ahora bien, como en Peña viven siempre dos personas que se contradicen, al mismo tiempo que pretendía quedar bien con Caamaño haciéndole propaganda de que estaba en las lomas de Ocoa a fin de que se le unieran jóvenes perredeístas, informaba al gobierno norteamericano, a través de Ben Stephansky, de que Caamaño estaba aquí. De esa duplicidad de Peña Gómez vamos a hablar un día de estos en VANGUARDIA del Pueblo.
VG: Recuerdo que en el periódico El Nacional Peña Gómez desmintió un cable de la UPI que había sido enviado desde Caracas en el cual se decía que Caamaño había muerto en La Habana. ¿Cree usted que esa desmentida de Peña Gómez tenía alguna relación con el acuerdo con Caamaño que usted le atribuye?
JB: Tú te refieres a una declaración de Peña que publicó El Nacional del 20 de enero de 1973, es decir, dos semanas antes de la llegada de Caamaño al país. Sí, había una relación estrecha. Peña sabía que Caamaño estaba vivo y que venía para acá. Seis días después de haber hecho esa declaración anunciaba en Puerto Plata que pronto iban a sonar las metralletas en las calles de la Capital, y esa amenaza tenía su origen en su conocimiento de la próxima llegada de Caamaño.
VG: ¿Y cómo explica usted que él mismo denunciara de manera tan indirecta sus relaciones con Caamaño? ¿No cree usted que si el gobierno analizaba esas declaraciones podía descubrir que entre él y Caamaño había un acuerdo?
JB: Es que Peña es muy emocional y por ser emocional no puede reprimir sus emociones, lo que lo convierte en persona sumamente indiscreta. Pero además, si se tiene en cuenta su doble personalidad se explica que en el momento en que negociaba con Washington sus servicios políticos quisiera justificarse ante las izquierdas del país trabajando para Caamaño. Todo eso es posible en el caso de las personas como él, y tal vez eso explica también por qué tan pronto el PRD consiguió dónde montar su Casa Nacional el propio Peña ordenó que en el patio de esa casa se le hiciera un busto a Caamaño. Con ese busto de Caamaño en el patio se sentía autorizado a visitar cuantas veces quisiera el Departamento de Estado, pero además calmaba su conciencia por haberle escrito una carta a Ben Stephansky, para dejar constancia de que él era tan buen amigo del gobierno norteamericano que le comunicaba por escrito que quien estaba en las lomas de Ocoa era el coronel Caamaño y nadie más que él.
HAMLET HERMANN

VG: Sin embargo, en las declaraciones de Hamlet Hermann que publicaron las Fuerzas Armadas aparece Hamlet diciendo que Caamaño no tenía confianza en Peña Gómez por su coqueteo con los liberales.
JB: No sería extraño que Hamlet Hermann dijera eso para defender a Peña Gómez; esto es, para que los militares dominicanos no dudaran de él. Debemos recordar que Peña hizo una ardiente defensa de Hamlet Hermann sin que hasta ahora haya habido explicación para ella.

De todos modos, si Hamlet Hermann dijo de Peña lo que tú dices, cosa que no tengo en mis recuerdos, habrá que buscarle una explicación, porque lo que puedo asegurar basándome en testimonios muy serios, es que desde el mes de noviembre de 1972, cuando todavía se hallaba en Nueva York, Peña Gómez sabía que aquí iban a sonar los tiros en el mes de febrero de 1973, y en ese mes estaba tan seguro de que quien se encontraba en las lomas de San José de Ocoa era el coronel Caamaño que así se lo hizo saber por carta a sus amigos del Departamento de Estado.

Ahora bien, y esto es algo que debe tenerse en cuenta a la hora de juzgar la extraña conducta que mantuvo Peña en esos días, aunque no es realmente extraña si se sabe que es un hombre de doble personalidad, Peña inició su ruptura conmigo en los días en que nos hallábamos en la clandestinidad, lo que da idea de la conmoción que le produjo la muerte de Caamaño. ¿Por qué esa conmoción? ¿Qué ilusiones había puesto él en una posible victoria de Caamaño? No lo sabemos. Sólo sabemos que inmediatamente después de haberse escondido en la casa de unos amigos escribió un discurso, y se lo aprendió de memoria y lo recitaba continuamente, y ese discurso era para ser dicho en el acto en que Caamaño iba a tomar posesión del poder.
VG: ¿Cómo? Pero usted no había dicho eso nunca.
JB: Porque no tenía en mi poder todos los elementos de juicio acerca de la conducta de Peña en los meses que transcurrieron desde comienzos de febrero de 1973, cuando Caamaño vino al país, y el 18 de noviembre del mismo año, cuando unos pocos perredeístas abandonamos el PRD para fundar el PLD, y sin todos los elementos de juicio en mis manos no podía hacer la historia verdadera de los hechos realizados por Peña en esos meses.
VG: ¿Y nunca se le ha ocurrido pensar que Peña les fingió a los altos funcionarios norteamericanos que se entendía con ellos para poder así engañarlos mientras en realidad él llegaba a un acuerdo con Caamaño?
JB: No. Peña no es el tipo que piensa detenidamente y planea lo que va a hacer. Todo lo que él hace surge de su emotividad. Sus emociones se producen antes que sus ideas. Las ideas y los planes están en él determinados por sus emociones, y a su vez sus emociones, en el terreno político, son contradicciones porque reflejan una personalidad dividida en dos sectores que se oponen entre sí y al mismo tiempo se compensan. Por esa razón, si a Peña lo halaga un personaje de la derecha se siente emocionado y esa emoción lo impulsa a ser derechista, pero al mismo tiempo la composición dual o doble de su personalidad lo lleva, también emocionalmente, a buscar en el acto a una personalidad o un sector de la izquierda al cual servirle, y de esa manera se compensa a sí mismo para seguir siendo una personalidad compuesta de dos Peña que se oponen en su interior.
VG: Es comprensible que con colaboradores como Peña usted se sintiera mal en el PRD.
JB: La verdad es que el PRD era algo demasiado atrasado ya para mí; en los últimos años no respondía a mis concepciones políticas, sociales o históricas, pero además de eso era una carga demasiado pesada porque como era, y estoy seguro de que sigue siéndolo, un partido sin organización, sin métodos de trabajo, formado por simpatizantes que buscan en él alguna ventaja personal, desde que tenían un problema corrían donde mí para que yo se lo resolviera, y mi función era pasarme los días resolviendo esos problemas, buscando dinero para atender a las necesidades de Fulano o de Mengano y también a los gastos del partido, y no para hacer algo útil. Si hice algo útil fue la revista Política, pero eso sí, con un gran esfuerzo porque en el PRD no había posibilidad de tener colaboradores. De todos modos, de mi trabajo en el PRD lo único que quedó fue esa revista.
VG: Y los escritos de la colección Estudios Sociales que hizo para los Círculos de Estudios.
JB: Sí, pero esos folletos no fueron hechos para el PRD sino para el partido que debía sustituir al PRD, porque cuando se formaron los Círculos de Estudios ya sabía que no íbamos a poder seguir viviendo en el seno del PRD, y de ahí los artículos y discursos sobre la lucha de clases dentro del PRD publicados en la revista Política.
ENCUENTRO CON EL MARXISMO

VG: ¿Podríamos hablar ahora algunas cosas que hizo usted antes de la etapa de que estamos hablando, como por ejemplo, de sus viajes a los países socialistas y su encuentro con el marxismo?
JB: En lo que se refiere a mi encuentro con el marxismo debo decir que mis primeros contactos con marxistas fueron hechos en Cuba, donde conocí y traté a toda la alta dirección del Partido Comunista, como Juan Marinello, Nicolás Guillén, Lázaro Peña, Blas Roca, Carlos Rafael Rodríguez y varios más.

Tal vez te sorprenda saber que ninguno de ellos hizo nunca el menor esfuerzo para que yo me convirtiera en marxista; ni me hablaron de eso, ni me prestaron libros ni discutieron conmigo en el terreno ideológico; pero éramos amigos y manteníamos buenas relaciones hasta el día en que Carlos Prío rompió con ellos porque creyeron que yo había influido en él para llevar a cabo esa ruptura, y no fue cierto. Lo que llevó a Prío a romper con el Partido Comunista fue la presión del obrerismo auténtico (del partido llamado Auténtico, que era el Revolucionario Cubano), que se hallaba bajo la dirección de Eusebio Mujals.

Recuerdo el caso de mi libro 'Cuba, la Isla Fascinante', que estaba escrito cuando Carlos Prío fue derrocado por Batista, y cuyos originales estaba él leyendo. Pues bien, en ese libro le dediqué varias páginas a Nicolás Guillén, que era un destacado militante comunista, y lo hice con la admiración natural hacia un gran poeta pero también con el sentimiento fuerte de amistad que siempre tuvimos el uno para el otro. Yo pasé por la vida política de muchos países y durante largos años como un creyente sincero en la democracia, recibiendo a veces ataques muy fuertes de los comunistas dominicanos y cubanos, pero también tuve muchos buenos amigos comunistas en Cuba y en Venezuela, donde conocí y traté a Gustavo Machado y a Héctor Mujica, el mismo que ahora es candidato del Partido Comunista de su país a presidente de la República, y naturalmente a muchos más, pero debo decir que no conocía el marxismo y que ninguno de esos amigos trató de que yo me hiciera marxista.

Cuando me dije a mí mismo que debía estudiar a Marx porque los hechos me demostraron que los comunistas tenían razón al llamar imperialistas a los Estados Unidos fue a raíz de la invasión militar de 1965. Ese hecho, y nada más, fue lo que me llevó a estudiar a Marx.
VG: Precisamente, en estos días estuve leyendo de nuevo el discurso de Fidel del 1ro. de mayo de 1965, en el cual dice que Juan Bosch no era comunista ni cosa parecida, pero quien sabe lo que será después de lo que han hecho los yanquis en nuestro país.
JB: Sí, Fidel dijo más o menos que de ahora en adelante veremos lo que va a ser Juan Bosch; y es que Fidel Castro se dio cuenta de que yo no me había dedicado a la lucha política para conseguir posiciones o dinero. Fidel me conocía y sabía qué clase de vida era la mía, y pensó, con razón, que yo me iba a plantear la pregunta de cuál era la causa de esa grosera invasión militar de 1965; y efectivamente, me la planteé, y al hacerlo me dije a mí mismo: "Pero los que tienen la razón son los comunistas. Yo he sido hasta ahora un equivocado y no me pasó por la cabeza ni siquiera la idea de que los yanquis iban a invadir este país o cualquier otro de la América Latina; eso era algo que no concebía".
VG: ¿Cuándo llegó usted a esa conclusión?
JB: Fue un proceso largo. Al principio estaba indignado contra Johnson y sus cómplices; después, al volver al país el 25 de septiembre de 1965, empecé a decirme eso de que los que habían tenido razón habían sido los comunistas, y esa etapa fue muy rica en observaciones porque en ella empezó el llamado escalamiento de la guerra de Vietnam, que fue una escuela de crímenes. Debo decirte que los hechos de Vietnam jugaron un papel muy importante en mi acercamiento al marxismo.
VG: ¿Y España? ¿Qué papel jugó España? Se lo pregunto porque allá escribió usted el libro sobre el Caribe y el Pentagonismo (sic).
JB: En España hice la decisión de estudiar a Marx, pero no pude hacerlo mientras estuve en ese país porque tenía mucho trabajo. Fue en París donde compré libros marxistas, una colección de tres tomos de trabajos de Marx y Engels publicados en español por una editorial de La Habana. Los compré en la Librería Maspero, que está cerca del Boulevard Saint Michel, lo recuerdo bien.
VG: ¿Puede decirse, entonces, que en esos libros halló usted el camino hacia el marxismo?
JB: Sí; en ellos empecé a estudiar a esos dos padres del socialismo científico llamados Carlos Marx y Federico Engels. Leyéndolos directamente, no a través de intérpretes suyos que a veces dicen tantas tonterías, me di cuenta de que la verdad era la de ellos y yo era el equivocado. Ya había estado en Yugoslavia y en Rumanía donde me convencí de que en los países socialistas no se comían los niños crudos, como afirmaban en los Estados Unidos, y además estaba lleno hasta la boca de los crímenes que se cometían en Vietnam.
VG: Pero usted no había ido todavía a Vietnam.
JB: No, pero era como si hubiera ido porque la propaganda norteamericana se encargaba de informarnos todos los días de los miles de muertos que causaban sus aviones y sus tropas en Vietnam. ¿No te acuerdas de eso, de los cables de la AP y la UPI dando cuenta de las bajas diarias que tenían los vietnamitas? Los norteamericanos hablaban de sus matanzas con una tranquilidad que me llenaba de indignación. No era que los vietnamitas los acusaban de esos crímenes; eran ellos mismos quienes los contaban todos los días.
VG: ¿Quiere decir que la propaganda de guerra de los Estados Unidos contribuyó en algo para que usted se hiciera marxista?
JB: Sí, y también las acusaciones de marxista que se me hacían, sobre todo las que me hacía el Dr. Balaguer. Recuerdo por el año 1968 o tal vez en el 1969, en la Memoria presentada al Congreso por la Secretaría de las Fuerzas Armadas, supongo que el 16 de agosto, se decía que yo iba a Rusia a buscar armas para organizar la revolución comunista en la República Dominicana. Todo eso me llevó a leer a Marx y Engels, porque si se me acusaba de marxista sin saber yo lo que era el marxismo debía estudiarlo para saber a qué se debían esas acusaciones, y leyendo a Marx y a Engels me di cuenta de que el marxismo era la verdad histórica, la verdad filosófica, la verdad teórica, y en fin la verdad universal. Debo confesar que tengo que agradecerle también a la propaganda sucia de los norteamericanos el hecho de haberme llamado la atención sobre el marxismo; y lo agradezco porque lo cierto es que el conocimiento del marxismo me ha convertido en un hombre nuevo; nuevo en ideas, en la concepción de la vida y del mundo, pero también nuevo fisiológicamente porque la renovación de la máquina de pensar que tenemos en la cabeza se refleja en una renovación de todo el cuerpo.
VG: ¿Qué papel jugó en su paso al marxismo el viaje que hizo a fines de 1969 a países socialistas del Asia?
JB: En ese viaje vi el marxismo funcionando como sociedades organizadas en Estados, y eso me impresionó mucho.
VG: ¿Le impresionó la Unión Soviética?
JB: No, porque no fui a la Unión Soviética; sólo pasé por su territorio de camino hacia Corea en el viaje de ida, y como de Corea me fui a China y de China a Vietnam para volver a China, por Cantón y Shanghai, no volví a pasar por la Unión Soviética.
VG: ¿Y lo que vio en esos países le confirmó lo que había pensado cuando leyó a Marx y Engels?
JB: Sí, y esa confirmación aparece en los artículos que escribí con el título de Viaje a los Antípodas.
VG: Por lo que usted dice, parece que fueron muchas las cosas que lo llevaron al marxismo.
JB: Sí; yo diría que fue la vida misma, incluyendo como parte importante de la vida la actitud de los enemigos, con sus persecuciones ideológicas y materiales. En mi caso no hubo influencias de marxistas aunque tuve muchos amigos de categoría en el campo marxista de varios países de la América Latina.
LLEVAR EL GOBIERNO A SU LEGALIDAD

VG: Quisiera que usted explicara la política de llevar al gobierno a su legalidad, que usted estuvo sosteniendo mucho tiempo y que provocó interpretaciones muy encontradas. ¿En qué consistía realmente esa política desde el punto de vista de un análisis de la situación política y la lucha de clases en la República Dominicana y cuáles cree usted que fueron sus resultados?
JB: Pues mira, tú conoces la alcachofa, pero como la gran mayoría de los dominicanos no la conoce tendré que describirla. La alcachofa es un producto vegetal que se come igual que si fuera verduras; está compuesto de varias hojas que forman algo así como una piña pequeñita formada por el corazón y unas hojas casi triangulares que cubren ese corazón. Las hojas se comen mojándolas en aceite y vinagre y a medida que se van arrancando va quedando descubierto el corazón, que es blando y se come entero.

Pues bien, la línea política de llevar al gobierno a su propia legalidad se parecía a una alcachofa en el hecho de que tenía varias etapas, que es como decir varias hojas. La primera etapa estaba compuesta por las hojas de afuera, esto es, por todo lo que estaba ocurriendo en ese momento en el país. La lucha de clases había degenerado hasta convertirse en una actividad terrorista permanente. La Policía mataba un revolucionario o mataba dos o tres, y hubo noches en que mató cinco juntos; los revolucionarios mataban un policía o dos, pero también mataban choferes, pulperos, billeteros, porque necesitaban dinero para llevar a cabo sus planes; dinero para comprar armas y para mantenerse, comer, comprar ropa, movilizarse; y sucedía que la Policía y los revolucionarios mataban gente que no estaba atravesada en el camino ni de la una ni de los otros.

Al terrorismo de las derechas respondían las izquierdas con terrorismo, y al terrorismo de las izquierdas respondían las derechas con más terrorismo. Para darle un alto a esa situación había que sacar la primera rueda de hojas de la alcachofa, es decir, había que sacar de cuajo la raíz del terrorismo en su aspecto inmediato, y esa raíz había pasado a la Banda. Con la formación de la Banda y las atrocidades que estaba cometiendo la Banda estábamos colocándonos a la altura de Guatemala, donde funcionaba la Mano Blanca, y la que se presentaría en la Argentina años después con la Triple A; de manera que esa primera rueda de hojas de la Alcachofa era muy amarga y había que enfrentarse con ella, para lo cual se necesitaba de alguien que fuera capaz de sacrificar su prestigio, su influencia en el país o su vida, porque el que lo hiciera se exponía a que lo mataran el mejor día o las izquierdas o las derechas; y como el único dominicano que estaba dispuesto a sacrificar lo que fuera y a que lo mataran era yo, a mí me tocaba la tarea de arrancar la primera rueda de hojas de la alcachofa; y eso se hizo.

Pero una cosa era liquidar esa primera etapa del terrorismo y otra era liquidar la ilegalidad gubernamental, porque para ejercer el terror las fuerzas de la izquierda se refugiaban en la clandestinidad y las de derechas crean la legalidad gubernamental ya que sin apoyarse en el poder del gobierno no podrían organizar el terror. Esa etapa no se liquida en ninguna parte de golpe y porrazo, y el que no lo crea que se fije en la situación del Brasil, de Uruguay o de Chile, donde el terror popular, si lo hubo, desapareció hace tiempo, pero no así el terror oficial. Había, pues, que hacer un esfuerzo para llevar al gobierno a su propia legalidad, es decir, hacerlo que respetara sus propias leyes, su propio Código Penal, su propia Constitución; y una vez logrado eso había que dar un paso más, que era la política de la Concordia Nacional, pero esto último vinimos a proponerlo cuando nos hallábamos en el PLD.
VG: ¿Por qué razón no la propusieron estando en el PRD?
JB: Porque mientras estuvimos en el PRD no llegó a liquidarse totalmente la etapa de la ilegalidad del gobierno, y eso se debió a la presencia de Caamaño en el país. La llegada del coronel Caamaño fortaleció de tal modo a los partidarios gubernamentales de la aplicación de medidas ilegales que en pocos días pasaron a ser dominantes, y eso es lo que explica la muerte de Goyito García Castro, y antes de eso la conducta que siguieron conmigo, la rotura de dos puertas de esta casa y la cantidad de registros que hicieron en el país en busca mía. Todo eso era expresión del estado de ilegalidad en que vivía el gobierno.

Pero al fin, la política de llevar al gobierno a su legalidad se impuso y después de la formación del PLD propusimos la Política de la Concordia Nacional, que era la tercera fila de hojas de la alcachofa. Detrás de esa fila estaba el corazón de la alcachofa, o lo que es lo mismo, hasta ahí debía llegar el plan que he llamado Política de la Alcachofa. ¿Me he hecho entender?
VG: Sí, pero para tener una idea clara de su manera de planear la política me gustaría que usted dijera si esa Política de la Alcachofa fue planeada en conjunto o parte a parte.
JB: Pues mira, en conjunto y también parte a parte, porque cualquier plan político debe hacerse tomando en cuenta la realidad política del país, y la realidad es cambiante; a veces la hace cambiar el enemigo o el adversario y a veces la haces cambiar tú. La política, he dicho muchas veces, se parece a la guerra, y a menudo la situación de la guerra cambia en su totalidad debido a una sola batalla.
VG: ¿Podría explicar qué cambios se operaron aquí mientras usted aplicaba su plan político de la alcachofa?
JB: A grandes rasgos, sí. Partamos de lo que ya conocemos: que el plan o la línea política tuvo tres etapas. Esas tres etapas eran al parecer diferentes y sin embargo estaban conectadas entre sí como lo están la niñez, la juventud y la vejez de una persona, que al fin y al cabo son sólo manifestaciones externas de un proceso de cambios que tienen lugar en un mismo cuerpo humano.

Al llegar aquí en abril de 1970 yo tenía noticia de que se pensaba dar muerte a 175 líderes de la oposición. ¿Por qué se pensaba hacer eso; qué finalidad se perseguía con ello? La conclusión a la que llegué fue ésta: Se planea establecer un gobierno de extrema derecha muy duro, o encabezado por Balaguer o por otra persona si éste se niega a hacerlo. Un plan así no respondía al concepto de gobierno que tenía Balaguer. Balaguer quería conservarse en el poder toda su vida pero dando siempre una imagen de gobierno democrático y haciéndose reelegir cada cuatro años, pero alguien quería aprovechar los planes de Balaguer de quedarse para toda la vida en el poder a fin de hacer en la República Dominicana lo que estaba haciéndose en Guatemala y lo que después se haría en Uruguay y la Argentina, y para hacer eso había que fomentar el terrorismo de las izquierdas dominicanas.

Al venir al país me di cuenta de que quien estaba haciendo eso era la CIA que se había dedicado a reproducir en la República Dominicana lo que sucedía en Guatemala porque de esa manera la lucha de clases pasaba a mantenerse en el terreno en que la oposición era más débil. ¿Por qué? Porque el terrorismo llevaría al gobierno, como primera etapa de su lucha contra él, a sacar las fuerzas militares a la calle, y después, a crear organizaciones civiles armadas.

A mi llegada al país se estaba en la primera etapa; estaban militarizados los barrios pobres de la Capital y la Universidad Autónoma; las muertes eran diarias; en la casa donde yo vivía fue asesinado Julio Guzmán y gravemente herido su padre José Delio. Así pues, la situación que hallé al volver al país determinaba por sí misma la primera parte del plan político, y a su vez la realización de esa primera parte, una vez cumplida, pediría que se le complementara con otra, y si era necesario, de esa otra saldría una más. ¿Me he hecho entender?
VG: Claro que sí. Ahora me gustaría que usted dijera si está o no satisfecho de haber llevado a cabo su Política de la Alcachofa.
JB: Naturalmente que estoy satisfecho; primero por haberla concebido y después por haberla llevado a su final, cosa que no era fácil porque si una sola persona se hubiera enterado del plan general, éste hubiera fracasado, y en ese caso aquí estaríamos como están en la Argentina, en Uruguay; y a esta hora el PCD no estaría legalizado ni la Línea Roja estaría formando la Unión Patriótica porque aquí no habría izquierdas ni cosa parecida.
VG: Sin embargo, Carlos Dore publicó hace tiempo en la revista Impacto un artículo en que hablaba de que usted había caído en contradicciones en la política de llevar al gobierno a la legalidad.
JB: Carlos Dore puede decir eso y todo lo que quiera porque tiene la autoridad de la ignorancia, y el que lo ignora todo puede sentar cátedra acerca de todo debido a que nadie puede reclamarle responsabilidad sin ser injusto. Por lo demás, aquí hay un sinnúmero de jóvenes o de medio jóvenes como Carlos Dore, que son militantes de un partido de izquierda pero sólo ejecutan hechos y órdenes sin saber por qué actúan. Ser miembro de un partido marxista no le da a nadie categoría de político. La política no se aprende leyendo biografías de líderes; ser empleado de la Gulf and Western no implica que se es capaz de comprender la política de esa empresa.
LEYES AGRARIAS

VG: Para terminar esta entrevista podríamos hablar de las leyes agrarias del Dr. Balaguer. Varias personas, entre ellas la dirección del Partido Comunista Dominicano, lo han acusado de que por no haber apoyado usted las leyes agrarias de 1972, no se han desatado en el campo dominicano las contradicciones de clase como debieron haberse desatado. Si no lo han dicho con esas palabras, ese es el fondo de su posición. ¿Qué puede usted responder?
JB: Bueno, también podrían acusarme de ser responsable de la sequía en los años en que no ha llovido. Las leyes agrarias del Dr. Balaguer no han tenido éxito y los que las apoyaron tan militantemente como el PCD fracasaron, y esa no es mi culpa sino la de ellos que todavía no se han enterado de que en el sistema capitalista la reforma agraria no funciona, no da frutos, y da menos aun si se lleva a cabo en un país dependiente como es la República Dominicana.

Si el PCD apoyó la reforma agraria del Dr. Balaguer por razones doctrinarias como ha estado diciendo y sigue diciendo, hay que poner ese partido en observación porque eso quiere decir que ha abandonado su línea de partido marxista y ha adoptado la de partido democrático burgués. Esto último parece ser lo cierto según se desprende de unas declaraciones de Narciso Isa Conde publicadas hoy, 22 de noviembre, en un periódico de esta capital, las cuales, recogidas por ese periódico entre comillas dicen que el PCD "se acoge a la forma de gobierno establecida por la Constitución de la República, esencialmente republicana, democrática y representativa". ¿Qué tal?
VG: Una última pregunta. Usted fue el líder político que primero se manifestó y luego mantuvo con más coherencia la lucha contra la Gulf and Western. ¿Lo hizo por razones políticas o de principio?
JB: De principio, porque ningún pueblo pequeño puede permitir que sus tierras sean propiedad de compañías extranjeras y la Gulf and Western es la más grande propietaria de tierras de este país. Una nación está compuesta por hombres y mujeres asentados en un territorio determinado, y si el territorio, en todo o en parte, es propiedad de extranjeros que se encuentran bajo la protección de su bandera, es decir, de un gobierno extranjero, viene de hecho a suceder lo mismo que si una parte de los dominicanos, aun viviendo en su país, se encontrara bajo la autoridad de otro gobierno. Y fíjate si eso es como estoy diciéndolo que las leyes agrarias no se aplican en tierras de la Gulf and Western y sin embargo se aplicaron en tierras de dominicanos, aun en muchas cultivadas de arroz.

El Dr. Balaguer dijo que las leyes agrarias no podían aplicarse a las tierras sembradas de cañas porque eso sería poner en peligro la industria azucarera, que genera divisas; y bien, ¿qué cantidad de divisas no ha habido que disponer para pagar el arroz que estamos importando desde que se les aplicaron esas leyes a los terrenos arroceros? Y por otra parte, ¿cómo puede explicar nadie la existencia en este país de un poder como el de la Gulf and Western, que es mayor que el poder del gobierno nacional? Eso es peligroso para el país; altamente peligroso, y no debemos consentir que esa situación se prolongue de manera indefinida.
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Juan Bosch - Entrevista con Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Entrevista publicada en el suplemento «Cultura» del periódico «El Nacional de ¡Ahora!».

Bonaparte Gautreaux Piñeyro: Originalmente usted buscó la forma de comunicarse con los demás a través de artes que no eran precisamente la literatura. ¿Podría explicar por qué se hizo escritor?
Juan Bosch: Bueno… fíjate, probablemente, yo tuve una influencia del ambiente familiar. Primero, mi padre. Mi padre era un albañil, cuando vino al país —era un albañil catalán. Un albañil catalán en La Vega era casi un arquitecto, un constructor. Y mi padre leía a José Mariano de Larra, a don Juan de Valera. Mi padre escribió cosas, no muchas cosas, pero las publicó en un periódico que se llamaba El Progreso, en La Vega —no con su nombre. Mi padre era prácticamente un analfabeto. A pesar de todo eso, no hizo estudió alguno. Aprendió a leer y escribir nada más. El español lo hablaba con mucho acento catalán.

Mi abuelo materno, el padre de mi madre, era gallego, don Juan Gaviño. Era un hombre ya de una cultura, de un nivel bastante alto. Tanto, que yo pensé siempre que él había sido seminarista porque no me explicaba de otra manera la cultura de Papá Juan. En España las familias pobres no podían darle cultura a sus hijos en aquella época, en el siglo pasado. Y Papá Juan era de una aldea que se llamaba San Lorenzo del Río Niño. En esa aldea él no podía tener cultura. Además, su familia era una familia de pescadores y generalmente el pescador europeo es un trabajador que hace trabajó duró, fuerte, no le permite dedicar el tiempo al aprendizaje de nada que pueda parecer cultura...
BGP: Pero a mí me han dicho que don Juan Gaviño tenía una biblioteca muy buena.
JB: Papá Juan tenía buena biblioteca, pero además él era aun persona culta. En la casa de Papá Juan leí yo El infierno de Dante, Orlando el Furioso, Los Doce Pares de Francia, El Mío Cid, poetas modernos para la época, como Espronceda, por ejemplo.

También allí se tenía los libros de Núñez de Arce. Papá Juan recibía una revista que se llamaba Barcelona (o Cataluña) Gráfica (no recuerdo bien si era Gráfica o Ilustrada) y otra revista que era en blanco y negro —esa era de Madrid. De manera que en mi casa se hablaba de esos temas literarios, se discutían esas cosas, se recitaban versos.

Cuando Francisco Villaespesa llegó a La Vega, salió una multitud a recibirlo en un arco de triunfo que le hicieron a la entrada del pueblo. Él dio un recital en el teatro La Progresista y a ese recital fue mi padre, mi madre —fuimos todos: fueron mi padre, mi madre, mi hermano Pepito y yo. Fuimos y recuerdo que mi padre le llevó un ramo de flores que formaban la bandera española: flores amarillas y flores rojas, y una tarjeta en la que le escribió por lo menos una estrofa de cuatro versos le escribió papá.

El bautizo del hijo de Villaespesa (que estaba recién nacido, había nacido aquí en la capital [Santo Domingo]), fue hecho en la casa de mi abuelo, frente al Santo Cerro. Fue mi abuelo quien celebró el bautizo, llevando a la gente más culta, más distinguida de La Vega, a estar allí con el poeta y con su mujer y su hijo. Eso fue un acontecimiento cultural en La Vega, y esos libros yo los leía. Pero además, sucedía que allí en La Vega se vendían unos libritos muy pequeñitos —no eran libritos, les llamábamos libritos; pero eran en realidad unos folletitos que editaba en Barcelona un editor llamado Calleja. Se llamaban Cuentos de Calleja. Eran cuentos para niños. Valían yo no recuerdo si eran cinco o diez centavos, probablemente eran diez centavos. Yo tan pronto reunía diez centavos iba y me compraba un librito de esos —eran cuentos. Y pienso que ese ambiente y esos cuentos ejercieron alguna influencia para que, cuando yo no pude desarrollar mi manera de expresarme a través de lo que yo quería (que era la escultura o la pintura, pero fundamentalmente la escultura), entonces me desvié hacia el cuento. Eso, por una parte. Por otra parte, ahora me he enterado, leyendo un libro sobre mis cuentos que ha escrito una joven profesora puertorriqueña, que vive en Nueva York, me he enterado de que hay leyes que rigen ese género. Y que esas leyes las siguen todos los cuentistas aún sin conocerlas, por ejemplo yo no las conocía. Y ella pone el ejemplo de esas leyes aplicadas en varios de mis cuentos. Quiere decir que aplicaba esas leyes sin saberlo.

Es muy posible que en realidad la capacidad artística resida en alguna conformación especial, en algún agrupamiento de las células cerebrales, de alguna parte del cerebro y que esas células, ese grupo, esa familia de células pueda desarrollarse para cualquiera de las artes, porque sino, no se explicaría el caso de los pintores y de los músicos.

Generalmente, los grandes músicos se forman en su más tierna infancia, sobre todo si son hijos de músicos. Entonces, ¿por qué adquieren ese don de expresión musical? Porque tienen una inclinación biológica en las células cerebrales y una educación indirecta impuesta por el ambiente: oyen música a todas horas. Eso es lo que explica, a mi juicio, el hecho de que hayan sido tan abundantes los músicos precoces y los pintores precoces también.

Y, naturalmente, en la literatura se necesita adquirir una cantidad de técnicas que hacen más difícil el desarrollo de la capacidad literaria. El pintor se maneja directamente, puede ser viejo o joven, o lo que sea, o empezar su carrera viejo, siendo ya un adulto; pero se manejan directamente con los colores, los aplica, no necesita que se los enseñe nadie. Naturalmente, si alguien enseña a combinar esos colores, mejor todavía; pero puede ser pintor sin que lo enseñe. Y los músicos: un niño puede tocar un piano y tocar un violín y tocar una flauta, y tocar una mandolina sin que se la enseñen, y después aprende música.
BGP: Un grupo de intelectuales franceses sostuvo una discusión que produjo un libro titulado ¿Para qué sirve la literatura? Entre ellos estaban Jean Paul Sartre y Simone de Beauvier. La conclusión a la que llegaron fue prácticamente de que la literatura no servía para nada. ¿Cuál es su opinión?
JB: Mi opinión es que la literatura, lo mismo si es una literatura del género de cuentos que del de novela o la poesía, es una necesidad del género humano. Porque despierta, y satisface a la vez, vivencias de millones y millones y millones de personas que, a través de un cuento, a través de una novela, a través de un poema, viven una vida diferente a la suya. En el caso de los relatos, eso puede ser muy amplio. Una persona puede leer una novela en la que los personajes, los actores, son, digamos, habitantes del polo, son esquimales, y la persona que va leyendo esa novela vive la vida de un esquimal a través de ella.
BGP: De la respuesta que usted da se pudiera colegir que es un modo de escaparse de la realidad.
JB: No, no, no, no, no de escaparse a la realidad. No, es de vivir una vida más. Es de vivir con mayor intensidad su propia vida. Sobre todo en el caso de las personas que, por su trabajo o por la posición que ocupen en la escala social, están obligados a mantener una vida monótona. No es escape: es vivir con más intensidad. En el caso de la poesía, por ejemplo, a mí, a mí la poesía me afecta tremendamente. Cuando yo leo un poema de Pedro Mir o de Nicolás Guillén o de Pablo Neruda, por ejemplo (para no mencionar otros), yo no me estoy escapando de la realidad: vivo con gran intensidad la emoción que me despierta un hermoso poema. Y la vivo con tanta intensidad que yo no perdono la muerte de Neruda, por ejemplo, como no voy a perdonar la de Nicolás Guillén ni perdonaré la de Pedro Mir —si es que él muere antes que yo. Diríamos no la perdonaría, a pesar de que yo sé que todo lo que vive muere. Tiene que morir, pero me parece que es como si me sustrajeran, me robaran, un tesoro que es mío, al quitarle la vida a un poeta.
BGP: Eso quiere decir, se pudiera decir entonces, que el papel del escritor (que es algo que me preocupa conocer su opinión sobre el papel del escritor), que el papel del escritor es hacer que los otros vivan más intensamente la vida.
JB: Claro.
BGP: ¿Usted cree que el escritor, además, debe o no debe tratar de influir sobre los demás con sus ideas?
JB: Sí. Ese es el caso del escritor que tiene posiciones políticas, conceptos filosóficos; pero los ha habido que no los han tenido y sin embargo pues diríamos que producen emoción, cargas de emociones en sus lectores. Ese es el caso, por ejemplo, de Sherwood Anderson. En Sherwood Anderson no hay una posición política, una posición social; pero sus cuentos producen emociones. Ahora bien, yo prefiero al escritor comprometido.
BGP: Ahora que usted dice eso, una pregunta: ¿cuál cree usted que es el papel del escritor en los países subdesarrollados, en esos países llamados del tercer Mundo?
JB: Bueno, yo iba a decir eso, no refiriéndome concretamente a los de Tercer Mundo; pero ahora sí me referiré. Yo prefiero al escritor comprometido, pero comprometido con la causa buena, y la causa buena es la lucha por la liberación de los pueblos, por la liberación de los hombres. La causa buena es la que señala un rumbo, un camino hacia el futuro, un camino hacia el mayor bienestar de la humanidad, no de una minoría que viva a expensas el resto de la humanidad, sino de la humanidad completa. El escritor debe tener una conciencia bien clara de que el mundo mejor sería el mundo donde todos pudieran ser escritores y pintores y músicos y bailarines y cantantes. Es decir, el mundo donde las facultades humanas, las mejores facultades humanas, se expresaran son mayor intensidad y mayor brillo.
BGP: Actualmente en la República Dominicana se publica una gran cantidad de libros si se compara con la cantidad de finales de la década del 60. En los últimos diez años se publican todos los años muchos libros, entre ellos lo que parece un florecimiento de la literatura de creación. ¿Qué opinión le merece usted el estado actual de la narrativa dominicana comparándola sobre todo con la época en que usted era joven y escribía y hacía literatura?
JB: Bueno, está mucho más desarrollada ahora la literatura dominicana. Pero en comparación con la literatura de otros países latinoamericanos estamos bastante atrasados. ¿Qué es lo que ha ocurrido? Ahora ha aparecido un mercado comprador de literatura en la República Dominicana. Así como hay un mercado comprador de literatura escolar de libros de enseñanza muy amplio, pero el de literatura propiamente dicha es menor. Sin embargo, hay ahora un mercado, el autor puede vender sus libros y algunos autores pueden vivir de sus libros y, naturalmente, eso estimula a los que tienen la vocación literaria a dedicarse a hacer su obra; pero nosotros tenemos por delante una situación de crisis para la literatura. ¿Qué es lo que quiero decir con esto? Lo que quiero decir es que en la República Dominicana no se está enseñando la lengua y, naturalmente, en un país donde la lengua no se enseña llegará un momento en que difícilmente habrá escritores porque la lengua es la materia prima del escritor y la lengua es lengua si se conoce y para conocerla hay que estudiarla, para estudiarla hay que aprenderla, para aprenderla hay que tener a quien —o quienes la enseñen. Yo creo que aquí a fin de siglo si no se remedia esta situación, nosotros nos vamos a encontrar con una verdadera crisis de escritores, una falta de escritores dominicanos.
BGP: Preferí esperar que usted terminara porque trató dos temas muy importantes de los que usted me había hablado en ocasiones anteriores. Usted se refirió a que la literatura dominicana actual está atrasada en comparación con otras literaturas, con literaturas de otros países de América Latina ¿a qué atribuyen ustedes ese atraso?
JB: Entre otras cosas, precisamente, a la decadencia de la enseñanza de la lengua en nuestro país. Porque hay que darse cuenta leyendo a Gabriel García Márquez y a Julio Cortázar, por ejemplo, para no mencionar más que a dos escritores latinoamericanos, cómo dominan estos dos escritores su lengua. Ese último libro de García Márquez que yo leí en “maquinuscrito” porque era en maquinilla, lo leí en Cuba porque el autor me lo llevó.

En ese libro hay un dominio de la lengua española, un verdadero dominio, un maestro de la lengua. Y de Julio Cortázar hay cuentos enteros que descansan exclusivamente en el poder de expresión, en el uso mágico de la palabra, y aquí estamos haciendo lo contrario. Y a tal extremo llega eso que hace pocos meses les pedí a Pedro Mir y a Virgilio Díaz Grullón, que formaran juntos conmigo un pequeño comité para pedir dinero y enviar a España a un escritor dominicano que a mi juicio tiene unas condiciones excelentes de cuentista pero que la falta de dominio del idioma le impide dar de sí todo lo que puede y yo creo que ese escritor una vez qué domine la lengua va a darle días de gloria a la República Dominicana. Pero tiene que aprender la lengua porque, como dije, sin el dominio de la lengua no se puede ser escritor. Y conseguimos bastante ayuda y lo enviamos a España y él pocos meses después de haber llegado a España me escribió diciéndome que yo tenia razón, que se había dado cuenta ahora leyendo los periódicos españoles y las revistas españolas y oyendo hablar a los españoles en las calles de Madrid, de todo lo que él le faltaba para dominar la lengua.
BGP: ¿No le parece a usted, don Juan, que esa falta, esa carencia de buenos maestros y de una filosofía de enseñanza del idioma obedece a planes de aumentar la dependencia?
JB: Originalmente, según los datos que yo tengo a mano, de lo que se trató fue de desmantelar la escuela hostosiana. Hostos se preocupaba mucho de que la escuela descansara desde el primero, segundo, tercero y cuarto de primaria en el buen conocimiento de la lengua y de la aritmética, no de las matemáticas, sino de la aritmética.

Y él tenía razón, porque es a través de la lengua como uno recibe los conocimientos y a través de la lengua los transmite, sea la lengua hablada o sea la lengua escrita y es a través de la aritmética como el niño se habitúa a hacer abstracciones. Y sin hacer abstracciones no se pueden hacer juicios de valores correctos. Entonces la escuela de Hostos fue desmantelada en la República Dominicana, a solicitud de María Martínez, la señora de Trujillo, y de Ramfis, y estos a su vez recibieron la petición de unos sacerdotes españoles que querían introducir en la escuela lecciones de historia religiosa y de no sé qué otra cosa. A partir de ahí comenzó el deterioro de la enseñanza de la lengua en nuestro país y ese deterioro es creciente.

Va aumentando día por día. Ya hoy hay periodistas que escriben, por ejemplo, mal de fondo, es decir, la locución mar de fondo la han convertido en mal de fondo, lo cual quiere decir una cosa completamente diferente de lo que quiere decir mar de fondo… mar de fondo quiere decir un problema que surge desde el fondo del mar. Ese movimiento de las olas que se transmite desde el fondo del mar hacia la superficie, mal de fondo pues es otra cosa, es una enfermedad, es algo de eso, pero es algo distinto. Parece mentira pero una letra que se cambie en una palabra acaba cambiando el concepto completo de una locución. Y tomo ese ejemplo, pero hay tantos y tantos. Por ejemplo, ya la gente aquí le atribuye a la locución dar al traste un sentido totalmente opuesto al que tiene en la lengua española y al que tenía en la época en que estudié yo. Aquí dar al traste es lo contrario de lo que quiere decir dar al traste. Y se pierde una cantidad de voces que ya no se conocen. Recuerdo el caso por ejemplo, cuando volví a la República Dominicana encontré, esto lo he referido muchas veces, que nadie usaba la palabra alharaca que era tan común cuando yo me fui de aquí, tan común en el habla del pueblo, no era una palabra de la lengua culta sino de la gente del pueblo y hay tantas voces perdiéndose. Estamos perdiendo el dominio de la lengua. Ahora contribuye también esa pérdida la dislocación que introduce en la lengua española la lengua inglesa, que es una lengua dominante. La que hablan los norteamericanos que nos transmiten a través de todo lo que ellos producen, de la televisión, de la radio, de la electrónica, de los automóviles, de los camiones, la gente dice station wagon en vez de decir camioneta, voces así como esas.
BGP: En otras oportunidades a usted se le ha preguntado si no va a hacer más literatura.
JB: Yo vivo escribiendo todos los días. Lo que ocurre es que no puedo escribir literatura de ficción ahora. No puedo, porque con lo que yo estoy bregando ahora es con gente, con seres humanos, con hombres y naturalmente, así como en la guerra hay que usar la palabra para dar las voces de mando, para educar a los soldados en el arte de combatir, así en política se necesita la palabra también, hay que escribir constantemente, pero no se puede escribir ficción, hay que escribir otras cosas, las cosas que atan a la política misma: comentarios, sociología, historia, y a eso es a lo que yo estoy dedicado.

Naturalmente que yo escribía ficción probablemente como una manera de usar la palabra en un campo que no era el que yo propiamente buscaba, porque primero estaba dentro del país y no podía escribir lo que esto escribiendo ahora de política, entonces no se podía escribir de política si no era de Trujillo, en el extranjero lo que escribía de política dominicana estaba muy limitado porque el público que leía eso era un público también pequeño, limitado, eran los exiliados, no estaba presente el pueblo dominicano. He descubierto al cabo de los años que mi verdadera vocación era la política.
BGP: Supe que se le perdió un libro escrito por usted titulado Póker de Espanto en el Caribe y luego apareció.
JB: A mí se me perdieron dos libros: uno que apareció, que fue Póker de Espanto en El Caribe, que apareció pero después no sé, los originales de ese libro no sé lo que se hicieron, apareció aquí, en esta casa. Los encontró entre viejos papeles míos, los encontró mi hermana Angelita, me los mandó aquí a esta casa pero en esta casa desapareció. Ese fue escrito en el exilio. Pero se me perdió un libro de cuentos que se llamaba Callejón Pontón. En una ocasión en que tuve que viajar dejé esos cuentos en una especie de biblioteca que yo tenía, mi familia, doña Carmen y Patricio estaban en Costa Rica, todavía no había nacido Barbarita, entonces yo tuve que viajar a Costa Rica; Guatemala, estuve dos o tres meses de viaje y cuando volví me habían sustraído todos los papeles míos entre ellos ese libro de cu cuentos. Se llevaron un archivo con mucha documentación.

A partir de ese momento yo he tenido el hábito de todo lo que escribo hacerlo en original y con copia, entonces no lo hacía más que en original. Se llamaba Callejón Pontón, porque así se llamaba el primer cuento de ese libro. No pude rehacer ningún cuento.
BGP: ¿Qué consejos usted le da a las nuevas generaciones de escritores o a la gente que tiene vocación o cree que tiene vocación y no encuentra el camino de desarrollarla?
JB: Lo primero que les diré a esos posible escritores es que se esfuercen en aprender a escribir y a hablar correctamente su lengua. A hablarla correctamente, porque hablarla correctamente ayuda mucho para escribirla y escribirla correctamente es indispensable para un escritor. No quiero decir con esto que cuando tenga que hablar un personaje del pueblo campesino, trabajador, haya que poner en su boca palabras que él no usa, de la lengua culta, no, no, que se ponga las palabras que él usa, pero no las palabras que él usa mal usadas, que no se ponga a un hombre del pueblo a decir dar al traste con el sentido que se le está dando aquí. Además, si un hombre del pueblo dice dar al traste, que creo difícil que lo diga, pues entonces ponerlo de tal manera que se aplique correctamente. Pero hay que dominar la lengua porque repito, la lengua es la materia prima del escritor. Así como el sonido es la materia prima del músico y el color es la materia prima del pintor y el mármol o el barro son la materia prima o la madera, son la materia prima del escultor, si el escultor tiene un mármol malo para trabajar no podrá hacer su obra, si el pintor tiene colores malos, si están confundidos, el amarillo no es amarillo sino que es de color de barro y si el negro no es negro sino del color del oro, el pintor no podrá pintar. Así el escritor que no domina su lengua no podrá ser un buen incluso si quiere renovarla con el uso. Además, que lea a los buenos escritores y no solamente a los de este momento, sino que lea también a los maestros, a los viejos escritores, si son extranjeros que los busquen bien traducidos. Si es de teatro que busque las obras de Shakespeare mejor traducidas al español, si lo que quiere es escribir novelas tiene que leer a Dostoievski que lo lea en buenas traducciones, pero que se lea a los grandes escritores antiguos, modernos y actuales y lo mismo a los poetas.
BGP: ¿Usted cree que sus obras de ficciones cumplieron con el papel que entiende debe desempeñar un escritor?
JB: A mí me parece que sí, por lo menos en algunos cuentos. Si no toda mi obra de escritor hay algunos cuentos que sí han cumplido su papel, por lo menos el que yo quise atribuirles.
BGP: ¿Cuál fue el papel que usted quiso atribuirle?
JB: El de que enseñaran al lector que en un mundo hay gente que sufre, que en el mundo hay gente pobre, que en el mundo hay gente que siente, que en el mundo hay gente que lucha, que la vida no es un concierto de satisfacciones y de placeres.
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Entrevista a Juan Bosch/Revista Letra Grande
Durante toda la entrevista: LETRA GRANDE - LG; Profesor Juan Bosch - JB.

LG. Profesor Bosch, ¿cómo ve usted el movimiento cuentístico en la República Dominicana?
JB. ¿Cuentistas? Aquí se produjo un grupo de cuentistas muy apreciable, allá en el año 1965 —entre el 1965 y 1966—, y fue uno de los resultados de la Revolución de Abril. Fue precisamente ese movimiento cuentístico, grupo de cuentistas. Otro de ellos fue un brote fenomenal de arte plástica que ha ido creciendo con el tiempo y ha ido multiplicándose, no sólo en cantidad sino también en calidad. Ahora, el movimiento cuentístico no llegó tan lejos como la plástica. Los escritores que escribieron cuentos en ese momento, con la excepción, tal vez, de Armando Almánzar, se han dedicado a escribir otra cosa, y es una lástima porque salieron muy buenos cuentistas. En este momento recuerdo a Miguel Alfonseca, Abel Fernández Mejía... pero yo no quisiera decir nombres porque como no tengo así, ahora, a la vista las obras de ellos y van y se me olvidan algunos.
LG. A su juicio, ¿han surgido en la narrativa pocos valores dominicanos de la cuentística?
JB. Hay pocos y, en cierta medida, se debe al hecho de que apenas hay dónde publicar cuentos. Pueden publicar en los suplementos de los periódicos, los sábados o los domingos; pero no hay... sin la posibilidad de tener un mercado literario, que un escritor pueda publicar libros de cuentos y vender esos libros, porque el escritor necesita tener el estímulo de un público, de un público que él sepa que existe aunque no pueda decir está compuesto por Fulano, Zutano, Mengana y Perencejo; pero que él sabe que de un libro suyo se vendan 4, 5 ó 6 mil ejemplares. Entonces él sabe que tiene 4, 5 ó 6 mil lectores. Pero en un periódico no, en un periódico sale el cuento de un cuentista y el cuentista no sabe cuánto de los compradores del periódico han leído su cuento o van a leerlo. Hace falta ese mercado que todavía no lo tiene el país. Bueno, hay gente que vende sus libros de cuentos, pero... por ejemplo, en el caso mío, mis libros de cuento se venden por razones de estudio, pero no porque haya un público comprador de cuentos, que vaya a adquirir el libro para leer cuentos.
LG. Profesor, entonces, a pesar de haberse notado un cierto aire de progreso, ¿cree usted que a nuestro pueblo le hace falta mucho por saborear la buena literatura?
JB. Sí, falta. No se ha creado todavía un verdadero público lector de obras literarias, y eso también tiene su explicación. Ha habido un retroceso grande en la enseñanza y por tanto en el aprendizaje de la Lengua. Hoy mismo me decía Petit Houellemont, que es director del Economato de la Universidad (Autónoma de Santo Domingo), que él está sorprendido... se ha sorprendido de ver que los libros de los clásicos de la Legua no se venden; y no se venden, entre otras razones, porque los muchachos no los entienden y no los entienden porque la Lengua no la están enseñando.
LG. Profesor, ¿a qué se debe que los cuentistas de las décadas del 1930 al 1960 muestren una tendencia realista agraria, en tanto que los del 1960 hasta acá muestren una tendencia realista urbana?
JB. Bueno, porque el país era un país agrario totalmente, en término de composición de población. Si tú coges un anuario estadístico, un pequeño volumen que se publica aquí, que se llama La República Dominicana en Cifras, por ejemplo en 1920, en el censo de 1920, la población urbana era el 16.6% y la rural 83.4%; en el año 1935 la población urbana era de 18% y la rural 82%; en el 1950 la población urbana era el 30.5% y la rural de 69.5%, es decir que todavía en el 1960 casi el 70% de la población era campesina; pero eso lo dice el censo; ahora, yo que conozco cómo se hacían los censos en el país, te puedo decir que esos números son realmente falsos. La población campesina era todavía más alta. ¿Por qué? Porque en los censos figuraba como población urbana la de municipios que tenían 200 ó 300 personas, 60 u 80 casas; por ejemplo, Constanza, Las Matas de Farfán, Jánico, Altamira, etc.
LG. ¿Pero cree usted que en eso han tenido que ver una serie de fenómenos sociales, económicos y políticos que se desarrollaron a raíz del ajusticiamiento de Trujillo?
JB. No, no, no tiene que ver eso; lo que tiene que ver es la formación de un centro urbano, importante en el país, que fue la capital. La capital, para cuando mataron a Trujillo, yo no sé qué población tenía; pero yo puedo decirte que cuando mataron a Trujillo, la capital difícilmente tenía 200 mil habitantes y una ciudad de 200 mil habitantes todavía no es escenario para una literatura; en cambio, la capital tiene ahora un millón de habitantes. Fíjate que todavía no ha surgido el cuentista o novelista, digamos, de Santiago, ¿verdad? Y Santiago ya tiene más de 250 mil habitantes. Una ciudad para convertirse en escenario de una literatura tiene que ser una ciudad de más de medio millón de habitantes.
LG. ¿Cómo se explica entonces el caso de Virgilio Díaz Grullón, que perteneciendo al grupo de cuentistas de las décadas de 1930 al 1960, sus cuentos tienen una temática diferente, más bien sus cuentos son psicológicos?
JB. Sí, pero eso se explica por una razón, porque San Pedro de Macorís era un centro urbano, el más importante que tenía el país, el más importante desde el punto de vista cultural; entonces en la capa social en la que se formó Virgilio Díaz Grullón influía mucho ese centro urbano de San Pedro de Macorís. Allí había mucha gente que tocaba piano, allí había centros culturales, literarios, etc.; había un ambiente muy especial y, además, hijo de un poeta, Ligio Vizardi (Virgilio Díaz Ordóñez). San Pedro de Macorís era el más importante centro cultural del país en ese momento... Influyen factores culturales; pero como temática literaria, así para que cualquier escritor escriba sobre un ambiente urbano, no. Fíjate, por ejemplo, en Cervantes, ese gran escritor que era Cervantes, y su novela no es una novela de ciudad, sino una novela de campo: Don Quijote. Y la gran novela latinoamericana de la época del año 1920 ó 30: Doña Bárbara de Gallego, Santa Clara de Gallego, era una novela campesina; pero era por eso, porque ahí estaba la mayor densidad de la población, y, además, allí estaban también los elementos constitutivos de la nacionalidad, más definidos que en la ciudad.
LG. Profesor, ¿cree usted que los escritores en la República Dominicana y en los demás países como el nuestro tienden a buscar una fama sin retribución económica y no mercado para sus obras?
JB. Mira, no es que tienden, es que no hay mercado, no hay mercado para sus obras. Bueno, es un caso excepcional, por ejemplo un Gabriel García Márquez, en Colombia; pero en un país como la República Dominicana todavía no, no hay mercado. Aquí el único escritor dominicano que vive de sus libros soy yo; pero naturalmente, que yo tengo más de veinte títulos, yo he escrito sobre muchas cosas, si fuera a sostenerme de mis cuentos y de mis novelas no pudiera vivir; pero tengo libros de historia, libros de sociología, de política... una cantidad.
LG. Profesor, ¿cuál sería la forma, el camino, para lograr abrir ese mercado, por lo menos en nuestro país?
JB. Bueno, lo primero que habría que hacer en este país es crear el hábito de la lectura literaria y para eso el mejor vehículo, el más idóneo, el único, es la enseñanza de la Lengua y de la Literatura en las escuelas. La situación de la Literatura y por tanto de los literatos en la República Dominicana no es nada halagüeña. Lo que se ve en el porvenir es más bien un retroceso porque cada vez se va haciendo... menos interesante la lengua; se está cayendo en cosas para mí alarmantes. Por ejemplo, hay gente que escribe opinando que la Lengua no debe tener regla, que es el pueblo el que la crea; pero en el caso de la República Dominicana lo que se está haciendo no es creando la Lengua, lo que se está haciendo es descreando la Lengua. En mi caso, por ejemplo, yo tengo un número grande de voces, de palabras, que no uso y, sin embargo, eran de uso corriente, habitual, cuando yo me fui de la República Dominicana, por allá por el año 1937 o a principios del 38... no recuerdo bien; pues hoy yo no las puedo decir porque si las digo nadie me las entiende. Aquí se usaba normalmente, por ejemplo, la palabra alharaca. Hoy nadie sabe en la República Dominicana, nadie de la nueva generación sabe lo que quiere decir alharaca o algarada. Y digo esas dos palabras, pero hay muchas. Incluso yo he tenido que ir modificando mi vocabulario, reduciendo mi vocabulario, para que la gente me entienda, pero es con un esfuerzo muy grande, porque yo sé que la gente que oye mucho radio lee muy poco periódicos, relativamente, y menos libros; pero es porque no entienden. ¿Cuánto puede entender un dominicano promedio de la Lengua Española? ¿Cuántas palabras pueden formar su vocabulario? La Lengua Española tiene 95 mil palabras. Yo no creo que el dominicano promedio use el 20% de ellas.
LG. ¿Quiere dejar dicho todo esto, profesor, que los dominicanos, todos, o las autoridades de turno, deben seguir bregando porque se enseñe la Lengua?
JB. Pero si es a las autoridades a las que hay que empezar por enseñarles la lengua. Sí, no es un chiste. Hay que sentarlos en un banco para aprender la Lengua. Yo me pregunto, por ejemplo, y quiero que esa pregunta mía salga en la revista, ¿qué le importa al Secretario de Educación la Lengua Española? ¿Qué conciencia, qué idea puede tener él de la Lengua Española? Ninguna. No le interesa para nada. Estoy seguro que él nunca se ha sentado a preguntarse a sí mismo, se ha detenido a preguntarse a sí mismo ¿qué es la Lengua?, ¿para qué sirve? ¿por qué tiene él que aprender un idioma? Él ni nadie. Es que en las nuevas generaciones dominicanas es muy difícil que nadie se dé cuenta del significado de la lengua en la vida de un pueblo, y en la vida de un ser humano. Todos los conocimientos, todas las emociones, todos los conceptos se perciben, se reciben a través de la lengua y se almacenan, se acumulan, a través de la lengua y se transmiten a otros a través de la lengua hablada o escrita. Pero si un dominicano corriente no sabe lo que quiere decir la palabra obsoleta, que es una palabra que se usa en todas partes, pero que aquí no se oye nunca, cuando la lee o la oye no sabe lo que dice. Por ejemplo, una expresión tan popular como ésa: tal cosa da al traste con tal otra. Bueno, en la República Dominicana eso se usa para decir todo lo contrario de lo que dice esa frase; pero no digo de la gente de la calle sino de profesores.
LG. Entonces, profesor, ¿estamos retrocediendo, incluso hasta a nivel de nuestros escritores?

JB. Claro, estamos retrocediendo. Si no se enseña la Lengua, ¿el escritor qué materia prima va a utilizar? No puede utilizar más que los conocimientos que él tiene, las palabras que conoce. Esa es su materia prima. Ahora mismo tengo yo un libro en imprenta que tiene unos ocho meses; pero las cosas de imprentas también resultan afectadas por el desconocimiento de la Lengua. Esta tarde fui a la imprenta. El libro tiene notas y el componedor no ha compuesto ni una nota porque él no sabe que en los libros van notas. Tiene la idea de que es para otra cosa. Porque son componedores, son mecanógrafos, pero en su vida han leído un libro y no saben quo los libros llevan notas y tampoco se les ha enseñado lo que es un libro, porque tampoco se enseña en las escuelas dominicanas lo que es un libro y por tanto qué son capítulos en un libro, qué son notas en un libro, qué es un índice en un libro, qué es prefacio, qué es introducción, prólogo. Eso no se enseña aquí en las escuelas.
LG. Profesor, tenemos entendido que usted escribió un cuento infantil por petición de Manuel Rueda. ¿Puede ese considerarse su último cuento?
JB. Yo escribí un cuento que me pidió Manuel Rueda para una colección que está haciendo; pero ya yo no puedo escribir cuentos, no estoy en eso. El último cuento que yo había escrito fue uno que se titula “La Mancha Indeleble”, que escribí en Venezuela el 31 de diciembre de 1959, ó el 1 de enero de 1960... No... 31 de diciembre de 1960 ó 1 de enero de 1961.
LG. Después de 19 años sin escribir cuentos, ¿no ha sentido usted necesidad de escribir?
JB. No. En realidad yo nunca he sido literato, ni he hecho vida de literato. Yo escribía porque era una manera de sustituir, aunque yo no me daba cuenta de eso, lo que a mí me hubiera gustado hacer desde el primer momento, que era la política. Mi vocación no fue la literatura. Aunque empecé a escribir desde niño, mi vocación era la escultura y en cierta medida también la pintura, pero más la escultura. Aunque nunca había esculpido, cuando estuve en España viviendo en Benidorm, fue la primera vez que me puse a trabajar escultura, entonces esculpí unas cabezas. Hay allá, en España, varios amigos que tienen cabezas. Por ejemplo aquí tengo una de mi hijo Patricio que hice allá en España. Pero siempre supe desde niño, siempre supe que eso yo podía hacerlo porque sentía la vocación. Cuando yo conocí a doña Carmen pasábamos por donde habían unas estatuas. La Habana es una ciudad donde hay muy bellas estatuas, y yo a ella le decía: “Mira, Carmen, eso yo lo hago cuando quiera”. ¿Pinturas? Tengo algunas cositas. Cuando escribía el libro del Caribe que me consumió mucho tiempo, entonces yo descansaba pintando algo o modelando.
LG. ¿Esencialmente, profesor, qué lo llevó a escribir cuentos?
JB. No sé. De lo que he estado leyendo sobre el cuento y los cuentistas ahora, relativamente hace poco tiempo, deduzco que el escritor de cuentos, como el escritor de versos, como el escritor de música, tiene una conformación cerebral sui generis o lo tiene todo. El músico percibe la vida a través de sonidos y el cuentista percibe la vida como un todo. Evidentemente su cerebro tiene una conformación que lo lleva a concebir cada hecho completo, como si fuera un universo y por tanto la vida entera como un universo.
LG. En ese sentido, ¿lo ve usted más amplio que la pintura, la escultura, el mundo del cuentista?
JB. No. No lo creo. Yo creo que es distinto, porque hay que darse cuenta, por ejemplo, en la música, lo que significa en la música Mozart. Es un fenómeno, una cosa extraordinaria. En día pasado, oyendo el Concierto de Brandenburgo, le decía a mi hija Barbarita, que oyendo esa música cualquiera que se hubiera colocado en una posición correcta cuando Bach la estrenó, hubiera podido darse cuenta de a dónde podía llegar el hombre...
LG. Profesor, ¿recuerda usted el primer cuento que escribió y el motivo?
JB. El primer cuento no lo recuerdo en detalle. Eran animalitos, lagartos, cucarachas y un pajarito; yo debía tener tal vez 9 años o algo así.
LG. En sus cuentos aparece la muerte en sus diversas facetas. ¿Cree usted que se debe a que en su infancia vio mucha muerte?
JB. Sí, en la República Dominicana, y especialmente en los campos, y en esa región en donde yo viví de niño, la muerte era, diríamos, un compañero constante de la vida de cualquiera. La muerte violenta, la muerte por enfermedad, la muerte por accidente. Uno tenía un amiguito y de pronto le decían que se había muerto. Un niño campesino naturalmente se enfermaba. ¿Quién podía curarlo? Le metían una tizana de semilla de higüero, o las revoluciones, lo que se llamaba revoluciones, eran constantes; las peleas eran también muy constantes.
LG. Profesor, usted ha dicho en otras ocasiones que muy pocos de sus cuentos le gustan, ¿podría decirnos cuáles son esos cuentos?
JB. Me gusta “El Indio Manuel Sicuri”, “Los Amos”, “La Noche Buena de Encarnación Mendoza”, “Mal Tiempo”, “Luis Pie”. Pero “El Indio Manuel Sicuri” me gusta porque me impresionó mucho Bolivia... y en Bolivia el altiplano. Es decir, esa gran pampa que esta a 4 mil metros sobre el nivel del mar. Y me impresionó el paisaje y me impresionó el indio boliviano, el indio de esa pampa, y yo había siempre soñado escribir un cuento en el que el paisaje y el hombre pudieran ser expresados tales coma eran y ese caso se me dio en “El Indio Manuel Sicuri”.
LG. Su cuento “La Mujer” es el que casi siempre ha sido recogido por las antologías hispanoamericanas. Cree usted que “La Mujer” es su mejor cuento?
JB. No, yo no lo creo. Yo creo que “La Noche Buena de Encarnación Mendoza” es superior.
LG. ¿Cuál fue la intención que usted tenía cuando escribió “La Noche Buena de Encarnación Mendoza”?
JB. Bueno, yo quise pintar una página de la dictadura, de como vivía la gente del pueblo dominicano.
LG. Yo pensaba que había sido por encargo.
JB. No. Lo que sucedía era que yo... fíjense, fui un escritor muy afortunado en mi vida. A mí me pagaban los cuentos muy bien; pero en nochebuena siempre me solicitaban cuentos, especialmente la revista Bohemia. Entonces hay varios cuentos míos escritos para la nochebuena; por ejemplo, “Victoriano Segura”, “Rumbo al Puerto de Origen”, que también está entre los cuentos que yo considero buenos.
LG. ¿Y “Luis Pie”?
JB. “Luis Pie”, no. “Luis Pie” yo lo escribí para un concurso. Ganó el premio Hernández Cata. Con el dinero de ese premio me casé.
LG. Profesor, y si le pagaran para que escribiera cuentos, ¿escribiría usted?
JB. No podría. No tengo ya... en fin, eso ya no me llama la atención. Cuando yo llegué a dominar el género literario del cuento, que es muy difícil, seguí escribiendo, pero no porque me gustaba escribir. Pero hoy no. Yo vivo de mis libros y no necesito ponerme a escribir.
LG. Gabriel García Márquez ha dicho en varias ocasiones que usted le enseñó a escribir cuentos. ¿Podría usted decirnos cuándo fue eso?
JB. No. Gabriel García Márquez es verdaderamente un fenómeno de la literatura de la Lengua Española. Yo no creo que en toda la historia de la Literatura Española haya nadie, nadie, comparado con García Márquez. Y él es muy generoso. Él sí vivió durante unos años para la literatura, así, apasionadamente. Yo di un cursillo de ocho conferencias en la Universidad de Caracas sobre el cuento y allí se me presentaron un periodista, que trabajaba en la revista Momento, y su mujer. Yo ya había leído La Hojarasca de Gabriel García Márquez, que fue un libro que me gustó mucho. Pero nunca tuve la menor idea de que ése era el autor de La Hojarasca. Después, muchos años después, recibí una carta en Benidorm, una vez que yo iba a dar una conferencia en la Universidad de Barcelona. Él quería verme en Barcelona. Y yo dije: “¿Márquez? Este era el periodista que iba al cursillo”. Yo estaba escribiendo ese libro (Composición Social Dominicana). Era tarde cuando abrí la carta, y leí la carta. Eran como las 10 de la noche. La guardé y me fui a dormir, pero me levanté como a las 4:30 de la mañana y di un salto y le dije a doña Carmen: “Doña Carmen, pero yo creo que tengo una carta de Gabriel García Márquez, el autor de Cien Años de Soledad, una carta que llegó ayer y leí anoche”, pues salgo corriendo para el escritorio ¡y era de Gabriel García Márquez! Cuando llegué a Barcelona estaba mi agente literaria esperándome en el aeropuerto, me llevó al hotel.. ella había escogido el hotel. Yo tampoco sabía que ella era la agente literaria de Gabriel García Márquez y entonces me dijo: “Hay una persona que le espera en el hotel”. Era Gabriel García Márquez. Yo le dije: “¿Pero tú no eras un venezolano Márquez, que estuviste en una conferencia, en un cursillo, que yo di en el año 60 en la Universidad de Caracas?” Y me dijo: “Sí. Y tengo sus notas, y cada vez que voy a escribir un cuento leo sus notas”; todas las notas que había tomado cuando fue a esa conferencia. Pero los cuentos de Gabriel García son formidables. ¿Qué pasaba? Yo conocía el oficio, y él, todavía, cuando fue a esa conferencia, no conocía el oficio del cuentista. Pero los cuentos de Gabriel García Márquez son formidables. ¿Pero cómo voy yo a ser maestro de un hombre así? Pero yo ya conocía el oficio, porque a mí me sucedió que tuve que estudiar el cuento por mí mismo, solo, porque no había nadie que me pudiera enseñar. Lo que había eran algunas cositas. Lo de Quiroga no es más que un decálogo: diez líneas, yo diría que muy abstractas. Todavía hoy, por ejemplo, ahora cuando yo fui a Cuba me encontré conque en Cuba se está dando en las escuelas mi ensayo sobre el cuento. El ensayo sobre el cuento se está dando porque no hay. Yo encontraba algunas cosas. Por ejemplo, que Rudyard Kiplin decía: “A mí me ha costado más trabajo quitar palabras, después que escribo, que escribirlas”; pero cosas así, sueltas, pero no bahía nada concreto; algunas cosas que había en las escuelas literarias que habían en los EE.UU., de esas escuelas que dicen: aprendan a escribir novelas, escribir cartas, escriba por correspondencia; pero esas cosas son muy formales, muy tontas, no dicen nada. Entonces, claro, yo tenía el conocimiento del oficio porque lo adquirí con muchos años de trabajo y él no lo tenía; él empezó como novelista, había escrito algunos cuentos; después, ya se dedicó más al cuento.
LG. Profesor, ¿podría usted hablarnos de las influencias que usted tuvo? Tengo entendido que para ese entonces a la República Dominicana no llegaban muchos libros.
JB. Bueno. Pero fíjate, aquí había el Listín Diario. Distribuía los domingos un suplemento que se hacía en Nueva York, que no era del Listín, era de varios periódicos de América Latina, y en ese suplemento venían cuentos de cuentistas latinoamericanos, y esos cuentos a mí me impresionaron mucho. Más tarde, aquí había un español de apellido Sánchez que vendía libros chilenos, y recuerdo que los llevaba amarrados, con una cabuya, por las calles. Entre esos libros venían de cuentos de autores rusos y Rusia dio muchos cuentistas, y algunos muy buenos: Alexandro Kuprin, cuyo nombre no se conoce hoy aquí; Antón Chejov... Habían muchos... Rudyard Kipling... Sherwood Anderson, muy buen cuentista norteamericano, lo leí mucho. En realidad, lo que yo creo que incorporé al cuento fue el problema social, la temática, y eso, no en todos los cuentos, sino en algunos, y eso puede haber sido lo que me dio fama de cuentista; eso y el hecho de que cuando yo escribía no había cuentistas de la Lengua Española. Entonces, claro, tenían que decir que yo era bueno porque no había otro.
LG. Profesor, ¿cuál es la labor más importante, en el campo intelectual, que usted está realizando?
JB. Bueno, yo creo que es la explicación materialista de la historia dominicana y no solamente de la historia, sino de la sociedad dominicana. Por ejemplo, hasta ahora ningún sociólogo de los países del tercer mundo, y la República Dominicana es un país tercermundista, se ha dado cuenta de que en estas sociedades hay capas de la pequeña burguesía que no las hay en Alemania, Francia, Inglaterra, etc., y esas capas de la pequeña burguesía son... por ejemplo en la República Dominicana yo identifico cinco capas: la alta, la mediana, la baja, la baja pobre y la baja muy pobre, y las tres últimas forman el grueso de la población dominicana, la mayor parte de la población. Entonces hay una cantidad de fenómenos, de acontecimientos, e incluso de posiciones, hasta esto que hablamos ahora mismo, que se explica en el análisis de la sociedad dominicana por la abundancia de esas capas más bajas de la pequeña burguesía, y de eso no se han dado cuenta a tal extremo que por ejemplo Oscar Hewis escribió un libro que ha sido muy famoso, muy comentado, hasta una película se está pasando en los cines de Santo Domingo: Los Hijos de Sánchez. Es un retrato hecho a través de entrevistas grabadas de una familia mejicana. Como digo, ese libro fue muy célebre, pero ni su autor, ni los que han comentado ese libro, se han dado cuenta de que esa familia Sánchez, era una familia de la baja pequeña burguesía pobre de México. Porque esa capa social no ha sido identificada en nuestros países... entonces la califican como una familia proletaria. Eran bajos pequeños burgueses pobres, y los hay en la República Dominicana muy pobres. Yo creo que eso es un aporte que algún día tal vez se reconozca, pero si no se reconoce qué le vamos a hacer.
Entrevista publicada en la Revista Letra Grande. Año I, Núm. 1, Febrero de 1980

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Entrevista al Presidente Juan Bosch realizada por la Revista ¡Ahora! mientras ejercía la presidencia de la República en 1963

“La Organización de Estados Americanos no tiene respaldo popular en la América Latina, y sin respaldo popular carece del vigor político que necesita un organismo de su tipo”, declaró el Presidente Juan Bosch en entrevista exclusiva para ¡Ahora!

Al mismo tiempo, el Presidente de los dominicanos dijo que ese organismo internacional “no responde a las necesidades del hemisferio en el momento actual ni es un instrumento idóneo para resolver los conflictos continentales”.

Bosch respondió así a siete preguntas que les fueron formuladas por escrito, y que trataron sobre los siguientes puntos:

.- Sobre la posible reducción de los impuestos arancelarios;
.- Acerca de la supuesta limitación a la libertad de expresión;
.- Legalización del Partido Comunista en el país y su opinión al respecto;
.- Irregularidades administrativas en la Azucarera Haina C. por A.;
.- Establecimiento de sanciones colectivas a aquellos países que padecen la dictadura;
.- Eficiencia de la OEA en la crisis dominico-haitiana y si ese organismo es el mejor esfuerzo logrado por las naciones americanas para lograr soluciones de crisis entre países latinoamericanos.

A continuación, el texto completo de la entrevista con el Presidente Juan Bosch.

¡Ahora! - En una entrevista concedida para esta misma revista usted dijo que se había formado una comisión para estudiar la posible reducción de los impuestos arancelarios. ¿ a qué altura están los trabajos de esa comisión?
Juan Bosch - Hablé de una comisión para unificar científicamente los impuestos arancelarios, no para rebajarlos, aunque como es claro muchos de los impuestos serán reducidos y probablemente otros serán subidos para ajustar el sistema tributario a la actual situación de desarrollo del país.

La comisión que está estudiando esa unificación de los impuestos arancelarios, y de otros, trabaja desde hace más de un mes y nos entregará sus conclusiones a mediados del próximo mes de julio.
¡Ahora! - Señor Presidente, voceros de la oposición han dicho que su gobierno está tratando de coartar la libertad de expresión a través de la Ley de Expresión del Pensamiento. ¿Cuál es su opinión sobre tal afirmación y la mencionada ley?
Juan Bosch - Me gustaría saber cuál es su opinión, como periodista en funciones, sobre la falta de libertad de expresión que hay en la República Dominicana. ¿Cree usted que aquí se coarta la libertad de expresión?
¡Ahora! - En la campaña electoral del PRD voceros de ese partido dijeron que estaban de acuerdo con la legalización del Partido Comunista, ¿sabe usted si ese partido mantiene el mismo criterio, o si personalmente usted está de acuerdo con su legalización?
Juan Bosch - Yo no recuerdo que el PRD hablara de ese tema. Sí recuerdo que el Dr. Viriato Fiallo dijo que era partidario de la legalización del Partido Comunista. Por tanto, creo que esta pregunta debería hacérsela al Dr. Fiallo.
¡Ahora! - ¿A qué altura se encuentran las investigaciones de la Azucarera Haina C. por A., sobre las irregularidades administrativas ocurridas en esa empresa durante el gobierno del Consejo de Estado?
Juan Bosch - A la altura en que las dejó el Consejo de Estado. Yo recibí una enorme cantidad de papeles escritos de los cuales podían sacarse conclusiones personales pero ninguna prueba legal para perseguir ante los tribunales a nadie. Sin embargo, el hecho es que los azúcares nacionales estuvieron vendiéndose hasta el propio día 26 de febrero por debajo de los precios de los mercados mundial y norteamericano. Donde quiera que nosotros hemos encontrado la menor prueba de fraude hemos procedido radicalmente, hasta donde ha sido posible en aquellos casos en que no había materia legal, y donde ha habido materia legal hemos ido hasta el estrado de la justicia.
¡Ahora! - ¿Considera usted que deben aplicarse sanciones colectivas a aquellos países de regímenes dictatoriales, tal como se hizo con Trujillo en el 1960 en la Sexta Reunión de Cancilleres? ¿Cree usted que la Organización de Estados Americanos (OEA) constituye el mejor esfuerzo logrado hasta el momento por las naciones americanas, pese a sus múltiples limitaciones para lograr soluciones de crisis entre países latinoamericanos? ¿Estima usted que la OEA ha sido eficiente en las crisis que ha padecido la República Dominicana desde 1960 a esta fecha?
Juan Bosch - Contesto juntas las tres preguntas referentes a la OEA con las siguientes palabras: En el momento actual, la OEA no responde a las necesidades del hemisferio. Tuvo algunos aciertos en el pasado pero ahora no es un instrumento idóneo para resolver los conflictos continentales. La OEA no tiene respaldo popular en la América Latina, y sin respaldo popular carece del vigor político que necesita una organización de su tipo.
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Entrevista del Dr. Eduardo Sánchez Cabral al expresidente Juan Bosch mientras se encontraba en el exilio, en San Juan, Puerto Rico, extraída del ejemplar número 91 correspondiente a la revista ¡Ahora! del 16 de enero de 1965…

Dr. Eduardo Sánchez Cabral (ESC): Bosch, el solitario de Aguas Buenas, el biógrafo integral de Hostos, ha encontrado en Puerto Rico la hospitalidad más amable que haya podido gozar un exilado dominicano. Ama como suya aquella tierra que es la de su progenitora y desde s cátedra en la Universidad, sirve con delectación los fines de la cultura y de la democracia. Tiene méritos extraordinarios. Todas las facetas de su personalidad son luminosas y por eso es difícil afirmar qué es lo más admirable en este líder: si su fuerza intelectual o sus convicciones democráticas o su encendido patriotismo. Antes de alcanzar los 40 años es reconocido como uno de los grandes cuentistas y escritores de América. Derribada la tiranía, tras una breve y deslumbrante campaña electoral gana la Presidencia de la República y se convierte por los designios del destino en representativo de su pueblo, en el abanderado de sus libertades, en la meta de su redención.

Iniciamos la conversación con Bosch tratando de inquirir la causa que lo impulsó a pronunciar el discurso que sus adversarios han bautizado con el nombre de “la aplanadora”, en el cual parece abandonar su política de concordia y tolerancia, que tanto éxito obtuvo en la lucha comicial, frente a las apocalípticas amenazas que tantos votos restaron a sus contendientes. Bosch no nos deja continuar, y sin vacilar, con una sorprendente agilidad de pensamiento, nos responde:
Juan Bosch (JB): Yo no prediqué nunca concordia para los tutumpotes; lo que prediqué fue que nos olvidáramos de los pobres “caliés” y nos dedicáramos a resolver los problemas del pueblo, pero siempre señalé al pueblo quienes eran sus verdaderos enemigos, que no eran Petán y Ramfis –ya fuera del país- sino ese pequeño grupo que lo explotó siempre bajo Santana, Heureaux y Trujillo, el mismo pequeño grupo que tomó el poder el 25 de septiembre (de 1963, nh).

Prediqué también, y lo mantuve con los hechos desde el Gobierno, el respeto de los gobernantes a todos los dominicanos, la honestidad desde las alturas públicas. Tomar como pretexto mi discurso del 17 de febrero (de 1963, nh) es una manera de justificar el golpe. En ese discurso yo no dije que teníamos en el Congreso una aplanadora, porque teníamos mayoría; y en todos los países democráticos del mundo los que tienen mayoría en las Cámaras la usan para hacer pasar las leyes que prometieron en su programa político.

Ahora bien, esa aplanadora no se usó, ni se hubiera usado jamás, para perseguir un ciudadano, para calumniar a un dominicano, para formular leyes injustas. Recuerde Ud. que mucho antes de que yo pronunciara ese discurso, uno de los candidatos perdedores en las elecciones del 20 de diciembre
(de 1962, nh), lanzó a la calle esta teoría criminal: “Las elecciones no son válidas porque Juan Bosch engañó al pueblo”. Recuerde Ud. que yo ofrecí carteras en el Gobierno a Unión Cívica, al Social Demócrata, a Vanguardia Revolucionaria, al Nacionalista Revolucionario del general Ramírez y al Partido Nacional, y los cuatro primeros rehusaron. Recuerde Ud. que la oposición se lanzó a desconocer los resultados de las elecciones desde antes que yo retornara de Europa, y que hizo piedra de escándalo del proyecto constitucional del PRD.
ESC: Concretando el pensamiento de un sector importante de nuestro pueblo, traté de inquirir de líder perredeísta, las razones de no haber seguido el ejemplo de Betancourt, esto es, no seguir una línea inflexible que permitiera mediante transigencias no fundamentales, el mantenimiento del régimen democrático que se instauraba y la terminación del período para el cual fue elegido. Bosch, que conoce la política venezolana como la nuestra, no tarda en contestarme:
JB: La distancia que hay, en trecho histórico, entre la Venezuela de 1959 –cuando Betancourt tomó el poder- y la República Dominicana de 1963 –cuando lo tomé yo- puede medirse por estas cifras: Caracas, la capital venezolana, era una ciudad de 1,200,000 habitantes, llena de poderío económico, con 17,000 estudiantes en la Universidad –que no es la única de Venezuela, pues hay por lo menos cuatro más-, con avenidas fastuosas, con museos estupendos y escuelas magníficas; el presupuesto venezolano de 1959 era de más 1,500 millones de dólares. Bajo el gobierno de Betancourt, en Caracas se daban semanas de cine ruso, se presentó el ballet georgiano, se establecieron relaciones con Checoeslovaquia y Yugoeslavia, a pesar de que Betancourt estaba peleando a tiros con las guerrillas comunistas. Pero las fuerzas armadas venezolanas comprendían que gobernar un país es una función política, no militar, y no había en Venezuela ni Viriatos ni Jiménez-Grullones ni otros líderes que consideraran necesario tumbar un gobierno democrático porque se daban funciones de películas rusas en los teatros caraqueños ni porque hubiera en el Congreso –como los había- varios diputados comunistas.

¿Qué me hubiera pasado a mí si hubiera consentido que en Santo Domingo se pasara una película soviética?

Como un detalle expresivo del inconcebible atraso de los líderes y de los generales dominicanos debo recordarle que Horacio Ornes dijo, y así se publicó en primera plana en “El Caribe”, que yo iba a México a entrevistarme con los diplomáticos de los países comunistas, ¡eso lo creyó Elías Wessin y Wessin! Otro detalle, que no tiene nada que ver con los líderes ni con los generales, pero que debe aparecer en letras de molde para que nuestros nietos alcancen a darse cuenta cómo pensaba alguna gente en República Dominicana en 1963:

El capitán de la policía Viriato Brito -y no me diga que no hay nombres predestinados- contó a sus amigos que cuando yo estuve preso en el Palacio Nacional , él, junto con otros oficiales de su cuerpo y de otros cuerpos de las fuerzas armadas, me desnudaron y me encontraron en las plantas de los pies… ¿A que no adivina qué me encontraron? Pues nada más y nada menos la marca del comunismo. Así, pues, en nuestro país había en 1963 oficiales de la policía que juraban que los comunistas llevan la marca de su partido en las plantas de los pies. También en los días del medioevo los inquisidores les buscaban a las brujas y a los hechiceros los cuernos y el rabo del Maléfico. Con todas esas diferencias, ¿sigue Ud. creyendo que los métodos que servían en Venezuela podrían servir en Santo Domingo?
ESC: Sus adversarios lo acusan de haber promovido en Santo Domingo la lucha de clases, creando así una fisura en la sociedad dominicana. La observación no le causa sorpresa al líder de las mayorías en nuestro país quien, sobre esta cuestión, nos hace las siguientes consideraciones:
JB: La lucha de clases existió siempre en Santo Domingo, con la posible excepción de los días anteriores a la conquista; y digo posible porque todavía no conocemos bien el tipo de organización social de los indios aborígenes, aunque es posible que desconocieran la propiedad privada cuando llegaron los españoles. Pero desde que estos pusieron el pie en nuestra tierra, comenzó la lucha; primero porque los españoles querían la tierra de los indios y a los indios mismos para usarlos como esclavos; después, porque las luchas de España se reprodujeron entre los españoles de Santo Domingo, y si no, ¿qué fue el alzamiento de Roldán? Luego, porque siguió la lucha de esclavos negros contra estos y de estos contra sus amos. Lo que hice yo en Santo Domingo fue señalarle al pueblo quiénes eran sus enemigos y dónde estaban; es decir romper el manto del silencio cómplice que había caído sobre el país desde hacía mucho tiempo; mucho, porque antes de que me tocara decirle al pueblo la verdad sobre su situación, lo habían hecho figuras ilustres. ¿Sabe quiénes fueron? Pues sacerdotes, y se llamaban Las Casas, Victoria, Montesinos.
ESC: Haciendo abstracción de la importancia política del doctor Donald Reid Cabral y de los intereses nacionales, me empeñé en conocer la opinión de Bosch respecto a la justificación y posibilidad de éxito de la aspiración del joven gobernante. Al contestarme, me expresa Bosch con esa precisión y claridad que le son características:
JB: No puedo hacer abstracción de los intereses nacionales; y estos y el momento histórico dominicano señalan hacia otros rumbos. Donald Reid tiene mucha ambición, y desde luego, no acierta a darse cuenta que está sentado sobre un barril de pólvora. La revolución que los dominicanos no hicimos a la muerte de Trujillo está en la puerta de la historia, esperando su turno; esa revolución es un tigre sediento de sangre, y Donald Reid está enfureciendo a ese tigre. Día por día, está actuando para el tigre. Es todo lo que puedo decirle, y desearía equivocarme. Quiera Dios que el paso de Donald Reid de triunviro a aspirante presidencial no suelte el tigre sobre el país.
ESC: Su opinión sobre los sucesos de Palma Sola…
JB: Palma Sola es un episodio que pinta a cabalidad la manera de pensar de la gente que gobernaba entonces. Hubo una matanza de campesinos dominicanos pero los campesinos no son personas para esa gente; son bueyes o caballos. Sólo son personas los que tienen apellidos ilustres. Por otra parte, tal vez indagando a fondo podrían hallarse en Palma Sola los gérmenes del golpe de Estado de 1963, pues si el general Rodríguez Reyes hubiera estado vivo, no hubiera habido golpe de Estado.

Otro episodio sombrío en nuestra historia es el de Las Manaclas. A raíz de este crimen innecesario, yo escribí estos párrafos que condensan toda mi protesta: llamarse dominicano y líder político, es una traición al pueblo de Juan Pablo Duarte cuando quienes proclaman esos títulos mantienen silencio ante la sangre derramada en las lomas y las ciudades de la República.

Hablar de moral y de inmoralidad política es un escarnio imperdonable cuando el pueblo tiene todavía muertos sin enterrar y no se habla de ellos, como si el crimen no fuera la mayor de las inmoralidades.

En la República Dominicana hay gente que pretende seguir engañando al pueblo con vociferaciones y gruñidos en una lucha innoble por un poder aparente. Pero esos que gruñen deben saber que por primera vez en toda su historia los dominicanos saben que los culpables de su tragedia no fueron únicamente Santana, Báez, Lilís y Trujillo; que se les dijo siempre, en cada hora de oprobio, que el responsable era un tirano –él y nadie más-, a fin de que fijara su sed de justicia en un hombre y dejara en paz a la minoría que le comió las entrañas bajo Santana, bajo Báez, bajo Lilís y bajo Trujillo.

Esa minoría es la que ha armado el brazo de los que celebraron en nuestra tierra la Navidad del exterminio en diciembre de 1963. Para ordenar la matanza y aparecer a los ojos de América como salvadores de la República, marcaron a sus víctimas con el estigma de comunistas; después los inmolaron con frialdad espeluznante, y ahora silencian el crimen y hablan de moralidad política.

Han muerto a un puñado de jóvenes próceres, pero, ¿de qué arma se valdrán para matar en el corazón del pueblo su desprecio por ellos y su fe en la justicia de la historia, que es implacable y eterna?

La juventud dominicana tiene un legado que cumplir: arrebatar a esos políticos sin entrañas el derecho de llamarse dominicanos y de llamarse líderes.

No es dominicano el que calla ante el crimen; y no puede ser líder el que dedica sus días y noches a engañar al pueblo.
ESC: En su condición de orientador del pueblo dominicano, le expresé a Bosch: yo quisiera llevarle a esta comunidad cuyos infortunios parecen no tener fin, un mensaje de esperanza en estos momentos críticos de su historia:
JB: El pueblo dominicano está en una encrucijada histórica sin igual en todo su pasado; y la razón es esta: Ya somos un país con muy poco porvenir. En 1975 pasaremos de los cinco millones de habitantes, y de aquí a 1975 no podremos darle ni el nivel económico ni el alimento cultural necesarios para que puedan encarar el porvenir; sobre todo si se toma en cuenta que los dominicanos que están naciendo ahora vivirán por lo menos hasta el año 2,000, y en el año 2,000 seremos más de 10 millones. Usted sabe y lo sabe todo el mundo en el país, que ahora está dilapidándose el país, no la riqueza del país sino el país mismo. Para que un niño que nazca ahora sea un técnico o un buen profesional en el 1990 –esto es, al cumplir 25 años- tendremos que gastar en él no menos de 25,000 pesos. Y para una cantidad de cien mil técnicos y profesionales, eso significa 2,500 millones de pesos. La República Dominicana hubiera podido disponer de parte de esa cifra fabulosa si al entrar en un camino político democrático hubiera mantenido la estabilidad institucional, la austeridad y la eficiencia y la honestidad en los gobernantes, las completas libertades humanas para crear, trabajar y organizarse.

Todo eso quedó destruido con el golpe del 25 de septiembre y ya no hay solución pacífica y política para ese daño. Por eso dije en alguna ocasión que los dominicanos nos hallábamos en el momento más grave de nuestra vida nacional; no en el más crítico, sino en el más grave, porque la crisis será el fruto de esa locura del golpe de 1963, pero la semilla de la crisis se sembró entonces. Lo que usted y otros dominicanos llaman “solución”, esto es, una salida política, de conveniencia, acordada entre todas las partes, no la hay; porque no puede dialogarse con las fuerzas que tienen hoy el poder en la República Dominicana. Ellas han asaltado el poder para usarlo sin tasa, sin límite de tiempo y otros valores.

Pero yo tengo un consejo que dar y lo doy: Al pueblo de Duarte, que luche sin cansancio, que luche sin piedad por sí mismo; que luche por conquistar su derecho a vivir en su patria con dignidad, con justicia y con bienestar. Sólo una lucha sostenida puede aminorar nuestro penoso destino. Rendirse antes de comenzar a luchar equivale a liquidar criminalmente lo que les pertenece a nuestros hijos. Si por hijos pelea hasta la gallina, por sus hijos deben combatir los dominicanos de hoy.
ESC: Al despedirme de este hombre, a quien aguarda un segundo mandato presidencial tan pronto hayan comicios libres en su país, pone en mis manos, que son manos amigas, su último libro que lleva por título: “Crisis de la Democracia de América en la República Dominicana”. Es un pequeño gran libro, en que sin diatribas, sin odio, se hace la historia de los sucesos políticos ocurridos en Santo Domingo después de la muerte de Trujillo. En él encontramos la explicación de muchos acontecimientos y el retrato fiel de quienes sirvieron y quienes traicionaron la democracia, de quienes engañaron con falso apostolado a nuestras masas y de quienes se sacrificaron por ellas al punto de despreciar el poder, cuando el poder se le ofrecía para ser un instrumento de opresión y no de liberación. De ese libro copiamos estos párrafos que definen el pensamiento del político que en todas las latitudes en que ha vivido ha sido un conspicuo servidor de la democracia.
“Las esperanzas de que la democracia pudiera establecerse algún día en la República Dominicana estaban en la juventud que andaba alrededor de los veinte años y de las grandes masas populares, y mucho más en las últimas que en las primeras, porque en las primeras había una influencia comunista que iría extendiéndose en la misma medida en que se prolongara la nueva dictadura.

“Ahora bien, cuando hablo de juventud me refiero a la civil, a la sacerdotal y a la militar, y cuando hablo de masas populares me refiero a las del campo civil y a las del campo militar. Los oficiales jóvenes y los sacerdotes jóvenes no viven aislados del pueblo ni están fuera de su época; y si es cierto que sobre ellos hacen presión las organizaciones a que pertenecen, lo cual puede llevarlos a reaccionar en determinadas formas, no puede haber duda de que en sentido general tienen las preocupaciones de su generación, la sensibilidad propia de sus años y la voluntad de ser útiles que es congénita a los jóvenes. En cuanto a las masa populares, sean de los cuarteles o de los barrios pobres, ahí están las mejores reservas de los dominicanos.

“Hay, pues, gente para construir la democracia en la República Dominicana. Pero antes de ponerse a levantar otra vez la casa de la libertad y de la justicia, esa gente mira hacia su pasado, mira hacia toda la América, y pregunta: ¿Vale la pena volver a edificar para que nos roben lo que hacemos? Rusia ayuda a Cuba, y a nosotros, ¿quién nos ayudará?

“Y la pregunta demanda una respuesta clara. Porque el problema no es si los dominicanos pueden o no pueden levantar de nuevo el hogar democrático; el problema es si todavía hay tiempo de hacerlo en un país americano agobiado por males de siglos.

“La crisis de la democracia en la República Dominicana es una crisis de la democracia de América. Tiene sus peculiaridades dominicanas, pero no es exclusivamente dominicana. Cuando fue derrocado el Gobierno que el pueblo dominicano había elegido el 20 de diciembre de 1962, el puñal entró en carne dominicana y su punta fue a clavarse en el corazón de América. Pues América es múltiple y es, sin embargo, una, y todo cuanto ha sucedido en un país americano ha sucedido luego en otros. Por lo menos eso enseña la historia, y la historia no es sólo un relato de lo que ya pasó, sino, también y sobre todo, un espejo de lo que va a pasar”
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Entrevista a Juan Bosch, expresidente de la República, sobre su Programa de Gobierno, realizada por Félix (Felucho) Jiménez
[Tomada de la página de Internet "Felucho Jiménez" (http://felucho.com/2014/10/16/entrevista-al-ex-presidente-juan-bosch-sobre-su-programa-de-gobierno/), y del libro de su autoría titulado ¿Cómo fue el gobierno de Juan Bosch?, 1ra. Edición 1988, Editora Alfa y Omega, Páginas 433 a la 445].

Félix Jiménez (FJ): Don Juan, al leer los periódicos correspondientes al tiempo en que usted ejerció la Presidencia de la República resalta, por la forma reiterada en que lo planteó, su interés en multiplicar la generación de energía eléctrica en el país. ¿A qué se debía su criterio de la necesidad nada menos que de multiplicar por 4 ó 5 la producción de energía?
Juan Bosch (JB): A más de una razón; la primera de ellas que aunque sabía que el siglo pasado se había sacado petróleo de las cercanías de Azua sabía también que Trujillo hizo varios intentos de extraer petróleo, todos sin resultados positivos, y sin un elemento energético era imposible poner en práctica un programa de desarrollo industrial. En el año 1963 en la República dominicana no había un solo ingeniero eléctrico; el único dominicano que había estudiado ingeniería eléctrica vivía en Colombia, de manera que yo no tuve un técnico en electricidad a quien consultar sobre la materia, pero como sabía que la generación de energía eléctrica requería o petróleo o agua corriente, esta última en grandes cantidades, me opuse a que el Consejo de Estado le concediera, de gratis, el derecho a establecer en el país una refinería de petróleo a un señor griego apellidado Pappas porque entendía que una industria tan importante como ésa debía ser del Estado como debían serlo los grandes depósitos de agua llamados presas debido a que tanto el petróleo como el agua de las presas debían ser dedicados principalmente a generar electricidad.

¿Por qué pensaba yo que el país necesitaría electricidad en cantidades mayores que las que usaba en 1963?

Porque desde hacía muchos años, como se puede comprobar leyendo, por ejemplo, mi libro Trujillo: Causas de una tiranía sin templo, del cual se hicieron dos ediciones en Venezuela y una aquí, esta última en el año 1962, yo sabía que Trujillo había monopolizado la economía dominicana en su área industrial y pensaba que tras la muerte del dictador iba a iniciarse una época de creación de establecimientos industriales para lo cual iba a hacer falta energía eléctrica. Entre esos establecimientos industriales estaría una refinería de petróleo y una gran planta petroquímica que pensaba establecerse en el Sur, pero las dos, una al lado de la otra, porque la planta petroquímica iba a usar como materias prima lo mismo el petróleo que la sal y el yeso, y esa sal y ese yeso serían los minerales que se sacarían de las minas de Barahona. Los productos de esa planta podrían ser vendidos fuera del país, lo que iba a significar un importante ingreso de dólares, un aspecto de la actividad económica del país que me preocupaba mucho, tanto que me mantenía al tanto de los informes del Banco Central para tomar las medidas que hicieran falta a fin de evitar que la balanza comercial del país fuera deficitaria.

Par mí el aumento de producción de energía eléctrica era algo del consumo de esa energía causado por el establecimiento de empresa industriales, como tenían que ser las Zonas Francas de Puerto Plata y la de la provincia de Samaná, que estaban anunciadas, iba a establecerse la fábrica de acero que se llamaría Metaldom, contratada por mí en el viaje que hice por Europa después de ser elegido presidente, pero antes de tomar posesión de la presidencia. Junto con Metaldom contraté Escuelas Vocaciones, que se dedicarían a la formación de artesanos y técnicos prácticos en muchas actividades. Las Escuelas Vocacionales empezaron a llegar dos días después del golpe de Estado que derrocó el gobierno.

Para todo eso iba a necesitarse energía eléctrica, pero además iba a necesitarse para la fábrica de cemento que iba a levantar en Monte Cristi así como para las Villas de la Libertad, cuya construcción empezaría el 12 de octubre, 17 días después de la fecha en que el gobierno fue derrocado, y esos centros de población campesina que iban a ser levantados en todo el país usarían energía eléctrica no sólo para disponer de luz, sino, además, agua de pozos donde no la hubiera de ríos.

La convicción de que el país iba a necesitar mucha energía eléctrica me llevó a negociar con la General Electric de Inglaterra la electrificación de la presa Taveras y la construcción de la de Valdesia como presa hidroeléctrica, pero también a cancelar la concesión que el Consejo de Estado le había regalado a un griego apellidado Pappas para establecer en el país una refinería de petróleo, concesión que Pappas le había vendido a la Standard Oil (o tal vez fue a la Texaco) en 2 millones de dólares. Cuando fui a México, pocos días antes del golpe de Estado, le pedí al presidente López Mateo que enviara al país dos técnicos en refinación y comercialización de petróleo cuando yo se lo solicitara, que sería tan pronto recibiera un estudio sobre la instalación de una refinería de petróleo que le había solicitado a una firma norteamericana especializada en la materia, y dos días antes del golpe de Estado le envié un cablegrama al presidente López Mateo en el que le decía que enviara al país los técnicos porque acababa de recibir el estudio que había hecho la firma norteamericana.
FJ: El financiamiento de las presas e hidroeléctricas de Taveras y Valdesia, así como la termoeléctrica de Puerto Plata y el acueducto Valdesia-Santo Domingo, se haría con el préstamo de hasta 150 millones de dólares que daría al Estado dominicano la Oversea´s Industrial. Ese contrato fue muy criticado por sectores de oposición a su gobierno. ¿A qué razón podían obedecer los ataques al contrato con la Overseas?
JB: A la mentalidad aldeana que tenían los políticos dominicanos de esos años. De esos políticos, los que vivieron exiliados, como el caso de Jimenes Grullón y de Julio Horacio Ornes, para mencionar sólo dos casos, pasaron sus años de exilio viviendo mentalmente en la República Dominicana, palabras con las cuales quiero decir que nunca dedicaron una hora de su destierro a estudiar las sociedades en que vivían, que eran Puerto Rico, donde pasaron los dos varios años, y Cuba, donde los pasó Jimenes Grullón. Ni el uno ni el otro llegaron a darse cuenta de que Puerto Rico y Cuba eran dos países mucho más desarrollados en todos los órdenes que la República Dominicana, y en consecuencia no estudiaron las causas de la diferencia eran de origen económico. Por ejemplo, Cuba y Puerto rico tenían refinerías de petróleo, y nosotros no; y debo aclarar que la refinería de petróleo que iba a establecerse aquí, pero no en Haina sino en Salinas de Barahona, iba a ser propiedad del Estado, así como el Estado tendría el 51 por ciento de las acciones de las Zonas Francas.

Por cierto, ahora que he mencionado a Haina creo oportuno decir que la última orden que di en mi condición de presidente de la República fue verbal y se la di a Orlando Haza, que era secretario de la Junta de Planificación. Fu el día 23 de septiembre. Orlando estuvo en el Palacio Presidencial para tratarme no recuerdo qué y yo había estado poco antes en Haina adonde fui, con doña Carmen, a recibir la tubería del acueducto de la Capital que había llegado en un barco procedente de Inglaterra y volví de esa actividad impresionado por la idea de que en quince o veinte años el puerto de Haina iba a sustituir el de la Capital. La orden fue que la Junta de Planificación hiciera un plano regulador de Haina para que el lugar se desarrollara como una ciudad que iba a ser en veinte años más un centro económico importante. Ese plano no se hizo porque yo debía hacer esa petición por escrito y no tuve tiempo de dictar la correspondiente comunicación porque el día 24 era el de Las Mercedes, que era de fiesta, y el 25 amanecí preso en el Palacio Nacional.
FJ: Para el año 1963 no había en América Latina ningún país con Zona Franca industrial. Según las informaciones obtenidas sólo había Zonas Francas para establecimientos comerciales, como tiendas, por ejemplo, y de servicios como el puerto libre de Colón en Panamá. Zonas Francas industriales había pocas en el mundo creo que en varios países asiáticos y quizá en algunos de los del Norte de Africa. Y aquí, en República Dominicana, usted propuso y fue convertida en ley, la número 38 de su gobierno, la Corporación de Zona Franca de Puerto Plata, con capital mixto; es decir, estatal y privado. ¿Cómo surgió la idea? ¿Y por qué en Puerto Plata?
JB: Cuando fui elegido presidente, el 20 de diciembre de 1962, yo tenía contactos con la General Electric a través de la Overseas, que la representaba en América Latina, y también con la firma española que dirigía las Escuelas Vocacionales y tenía la representación de la firma vendedora de Metaldom; para iniciar las negociaciones con unos y con otros salí del país con doña Carmen hacia Nueva York donde debía esperar un buque italiano, el Leonardo Davinci, que nos llevaría a Europa. Estando en Nueva York, Amadeo Barletta me invitó a reunirme con un grupo de empresarios y de esa reunión salió la idea de establecer una o dos Zonas Francas en el país, y cuando iba a redactarse el proyecto de ley que las crearía escogí como sitios de emplazamiento Puerto Plata y Samaná porque eran dos lugares desde los cuales tendrían salida fácil hacia Estados Unidos las mercancías que se elaboraran en ellas debido a su situación geográfica. El corto tiempo que duró el gobierno impidió que el proyecto de las Zonas Francas fuera llevado a la realidad.
FJ: Hablando de las Villas de la Libertad, ¿las había usted visto en alguno o algunos de los países en los que vivió cuando usted estuvo en el exilio?
JB: No, pero como había vivido en Cataluña, España, había visto allí la forma agrupada en las aldeas de las viviendas campesinas y desde entonces se me ocurrió la idea de que los campesinos dominicanos debían ser llevados a agrupar sus casas en concentraciones de 200 ó 300 casas y con el andar de los años esa idea fue madurando hasta quedar convertida en las Villas de la Libertad, nombre que había escogido en mis años de exilio.
FJ: Se habían sometido a concurso entre las firmas constructoras, ingenieros y arquitectos dos de esas villas, la de Los Guineos, en Sabana Grande de Boyá, y la otra en Básima, Villa Altagracia. ¿Cuáles otras se desarrollarían? ¿Las recuerda usted todavía?
JB: La de Los Guineos empezaría a ser construida el 12 de octubre como dije ya, y la de Básima inmediatamente después, pero ésas no eran las únicas. Debían ser construidas 500 en todo el país, construidas por tres o cuatro gobiernos, lo que significaría 150 mil viviendas para 750 mil campesinos, y a las familias campesinas que iban a ocupar las Villas de la Libertad se les iba a dotar, a cada una, de 100 tareas de tierra. En esa época eso era posible, pero hoy no lo es porque el valor de la tierra se niegan a seguir viviendo en los campos y pasan a vivir en las ciudades grandes, como la Capital, Santiago, San Juan de la Maguana, o se van a Puerto Rico, a Venezuela y a Estados Unidos.
FJ: A juzgar por las informaciones de los periódicos en su gobierno usted privilegiaba la construcción de viviendas, o, más bien, de complejos habitacionales, en las áreas rurales, siempre girando alrededor de los bateyes de las áreas cañeras y de los asentamientos del Instituto Agrario Dominicano. ¿Por qué?
JB: No había tal privilegio, pero algunas personas pensaron que sí porque las primeras Villas de la Libertad iban a hacerse en lugares como el que describes, y esos lugares habían sido escogidos para que las viviendas de esas villas fueran ocupadas por familias en las cuales el padre o los hijos mayores estuvieran trabajando en ingenios del Estado. El plan propuesto por mí era que esos trabajadores especializados en el corte de caña, que pasaban la mitad del año sin trabajar debido a que la zafra azucarera dura 6 meses, pudieran usar los terrenos que había entre hileras de cañas para sembrar en ellos verduras y batatas y maíz que serían vendidos por ellos.
FJ: ¿Cuál era el límite de la propiedad de la tierra que pensaba proponer al Congreso, habida cuenta de que la Constitución del 1963 prohibía el latifundio?
JB: En ese punto había que hacer un estudio del destino que se les daría a las propiedades, si eran el de fincas agrícolas o ganaderas, y en el caso de ser agrícolas qué iba a sembrarse en ellas. En el caso de las tierras situadas en faldas de lomas mi plan era que en esos lugares se hicieran terrazas como las había visto en América del Sur porque así se ampliaba el terreno cultivable. Si se trataba de tierras dedicadas al ganado lo que se proponía el gobierno era aplicar un plan intensivo de creación de establos para reducir la superficie de terreno dedicada al cultivo de la pangola, la yerba que había sustituido a la yerba paez y la de guinea que habían estado en uso en el país desde hacía por lo menos un siglo. Con la estabulación del ganado éste daría más leche y más carne y aumentaría el empleo de la mano de obra campesina porque el corte de pangola y su traslado al establo lo requeriría.
FJ: Usted señaló que la Reforma Agraria la iniciaría en los terrenos que pertenecieron a los Trujillo y a sus favorecidos. Para fines de agosto de 1963 ya se habían recuperado cerca demedio millón de tareas, de las cuales sólo llegaron a repartirse unas 100 mil tareas. El ritmo de la recuperación podría ser juzgado como rápido pero el de distribución y asentamientos es obvio que fue lento. ¿A qué lo atribuye usted, si es que comparte el señalamiento?
JB: Fueron distribuidas a ritmo lento, eso fue verdad pero una verdad impuesta por las circunstancias en que vivíamos, pues para distribuir las tierras de Reforma Agraria había que cumplir numerosas condiciones, una de ellas, tomando en cuenta las condiciones del terreno, establecer entre cuántas familias sería ese terreno repartido y a razón de cuántas tareas por familia, y cuáles serían las condiciones de los caminos que condujeran al sitio donde se hallaba. A lo mejor ahí debía hacerse una Villa de la Libertad en vez de bohíos dispersos.
FJ: Hablemos ahora de educación y cultura. Los días miércoles de cada semana usted desayunaba en el Palacio Nacional con representativos de los diferentes sectores del país. En uno de esos desayunos se reunió usted con maestros y funcionarios del Ministerio de Educación. Declaró usted que se había nombrado una comisión para revisar los planes de estudios los cuales se inspirarían, según sus palabras, “en una educación de esencia dominicanista”. ¿Cuáles eran los aspectos principales de sus planes de educación para el país y cuáles proyectos tenía usted en lo relativo a la cultura popular y su promoción?
JB: No fue en uno de los desayunos cuando me reuní con maestros y funcionarios del Ministerio de Educación; fue varias veces porque lo que encontré en materia de Educación al volver al país fue un desastre. La escuela dominicana, la que fundó Hostos, había sido disuelta bajo la tiranía y sustituida por otra que no impartía ni conocimientos ni disciplina ni formación ciudadana. Esa fue la obra de Manuel Arturo Peña Batlle, quien convenció a Trujillo de que había que desmontar pieza a pieza la escuela hostosiana alegando que su fundador, Eugenio María de Hostos, fue ateo, lo cual era una mentira porque en ninguna de las muchas obras que escribió hay una sola palabra que autorice a calificar a Hostos de ateo, y yo tengo autoridad para hablar así porque dirigí la transcripción de todo lo que él escribió y dirigí la edición de sus obras completas, que fueron editadas en La Habana. Es más, yo fui a Cuba, enviado por la Comisión encargada de organizar la conmemoración del centenario de Hostos, que había nacido el 11 de enero de 1839, porque fue en La Habana donde se editaron los libros que recogían todo lo que Hostos había escrito.

Repito que con maestros y funcionarios de Educación me reuní varias veces porque era necesario organizar la escuela dominicana pero además había que restaurar los valores culturales perdidos, porque los efectos destructores del trujillismo habían disuelto la cultura popular, que tal como puede comprobar cualquiera persona leyendo un diccionario, consiste en el conjunto de actividades de tipo cultural que lleva a cabo el pueblo, y con esto quiero decir bailes, música, manera de vestirse y divertirse de un pueblo. Al llegar al país encontré que en el cuarto de siglo de mi ausencia habían desaparecido las formas en que se manifestaba la cultura popular dominicana y había que restaurarlas, trabajo que en las manifestaciones folclóricas encomendé a un especialista venezolano en esa materia y a su señora, mexicana ella. Esa pareja vino al país y bajo su dirección se organizó el festival de cultura popular que se llevó a cabo en la Capital el 16 de agosto; pero el trabajo de Juan Cohen y su señora se perdió como se perdieron los planes destinados a hacer de la escuela dominicana una empresa formadora de hombres y mujeres nuevos.

En cuanto a tu pregunta de cuáles eran los aspectos principales, de esos planes lo que puedo decirte era que con ellos se perseguía darles a los niños dominicanos una formación intelectual y moral dominicanista, basada en la enseñanza de materias comunes a todos los estudiantes, como por ejemplo la de la lengua española, las geografía e historia del país, la aritmética, urbanidad y buenas costumbres, pero al mismo tiempo enseñanza para que se convirtieran en productores cada quien en lo que se relacionara con su medio ambiente; así, a los escolares de los lugares costeros se les enseñaría a producir todo lo que pudiera dar el mar, pero a los de la región montañosa del país, todo lo que pudieran dar las lomas; iban a crearse escuelas especializadas para hacer de los niños y los jóvenes campesinos agricultores que produjeran lo que mejor podía darse en sus campos; iban a ser creadas escuelas para cocineras, costureras, pero en los campos no se enseñaría mecanografía ni ninguna de las materias que debía conocer una muchacha para ser una buena secretaria; eso se enseñaría en las ciudades.

Creo útil decir, aunque repita en parte algo que ya dije, que el presidente mexicano Adolfo López Mateo me invitó a estar presente en la fiesta patria de su país, que se conmemora el 16 de septiembre de cada año, y en la última reunión que tuve con el presidente López Mateo él me preguntó, como es habitual entre jefes de Estado, en qué podía él ser útil a la República Dominicana, a lo que respondí de esta manera: “Primero, enviándome dos técnicos en refinación de petróleo cuando yo se lo pida, y segundo, dando las órdenes del caso para que aquí se seleccione a cien artesanos mexicanos especializados en trabajos en papel, cristal, madera, hoja de lata, barro o arcilla, en fin, en cualquier material; a esos artesanos les buscaremos lugares para vivir en las ciudades principales del país, a cada uno un barrio diferente, a todos les pagaremos cien pesos mensuales para que vivan y a sus familias de México le enviaremos cien dólares a cada una. Esos artesanos serán dotados de todo lo que necesiten para trabajar en las aceras de los lugares donde estarán viviendo y allí serán enviados los muchachos de la vecindad para que aprendan a hacer lo que ellos hagan, de manera, presidente, que el papel de esos artesanos será el de maestros de artesanías que en mi país no se conocen”. Y a ti te digo que si los cien artesanos mexicanos hubieran enseñado sus oficios a mil jóvenes dominicanos, éstos habrían vivido muy bien produciendo artículos artesanales y el país habría ganado dólares vendiendo esos artículos en Puerto Rico y en otros lugares del Caribe.
FJ: ¿Cómo enjuició usted los problemas que tuvo que enfrentar con la Federación Nacional de Maestro, FENAMA?
JB: La verdad es que yo no tuve problema con FENAMA sino con su presidente, que era un militante de Unión Cívica y en sus relaciones conmigo llegaba a tales extremos de grosería que en la última de sus visitas tuve que ordenarle al coronel Julio Amado Calderón, jefe del Cuerpo de Ayudantes Militares, que lo sacara de mi oficina.
FJ: Pasemos ahora, en esa parte final de la entrevista, al aspecto político. Con relación a la Constitución de 1963. ¿Qué papel jugó usted en su concepción y elaboración?
JB: Debo decirte que aunque nunca lo he dicho públicamente, en la elaboración de la Constitución cubana de 1940 a mi me tocó jugar un papel que me obligaba a interpretar uno por uno los capítulos de lo que decían, sobre la materia de cada uno de esos capítulos, las Constituciones más avanzadas de los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial, entre las cuales estaban la de México, la de Chile, la de la República Española. La última no tenía ya vigencia porque la República había sido destruida en la guerra civil de 1936-1939; además, tenía que estudiar algunas partes de la Constitución alemana de la llamada República de Weimar; es más, me tocó sin que se hiciera público, porque yo no era cubano, nada menos que ser parte de los delegados del Partido Revolucionario Cubano, el corrector de la versión final de esa Constitución; digo eso para que sepas que en materia de Constituciones yo no era un lego, sobre todo porque me había tocado trabajar en la formulación y la redacción de una Constitución que cuando fue promulgada estaba por encima de todas las de los países de América Latina, y lógicamente, si tenía esa experiencia, estaba en el deber de ponerla al servicio del pueblo dominicano contribuyendo a que el país rigiera su vida política por una Constitución moderna avanzada.
FJ: ¿Cuáles eran los lineamientos de la política exterior de su gobierno?
JB: Lo que perseguía en ese campo era que se respetara, lo mismo por extranjeros que por dominicanos la soberanía nacional, el derecho del pueblo dominicano a mantener, en un mundo terriblemente agitado, la independencia que conquistó en el año 1844 y recuperó en el 1865 y en el 1924. Eso fue dicho por mí cuando dije que el gobierno que yo presidía no estaba de rodillas ni ante Washington ni ante Moscú; que a mí sólo me cubría la bandera dominicana.
FJ: Don Juan, no debemos terminar esta entrevista sin preguntarle algo que interesa a mucha gente, en especial a los estudiosos de nuestra historia y de la política dominicana. ¿Había o no correspondencia entre lo que su gobierno se proponía hacer y el grado de desarrollo alcanzado, hasta entonces por la sociedad dominicana?
JB: Tu misma pregunta me parece, desde el punto de vista político, la más importante. Yo era consciente del escaso desarrollo económico, y por tanto social del pueblo dominicano, agravado por el atraso político en que lo había sumido la implacable tiranía trujillista; era consciente por lo que dije antes en esta entrevista: porque yo me incorporaba a las sociedades en cuyos senos viví durante mis años de exilio, y vivía en ellas muy atento a todo lo que significaba algún tipo de avance económico, social y político de esas sociedades, de manera que al llegar al país, y digo el mismo día de mi llegada, desde que llegué al aeropuerto, y más aun desde que crucé el puente camino hacia la Capital, me di cuenta de que el pueblo dominicano se hallaba en un estado de miseria general alarmante. Más aun: al entrar en la ciudad fui llevado directamente a la calle del Conde, donde se hallaba el local que ocupaba el Partido Revolucionario Dominicano, porque allí lo tenían todo listo para que yo dijera un discurso que iba a ser radiodifundido; fue el discurso que terminé con una frase de Martí a la que le cambié una palabra, la de dominicano donde él dijo cubano; aquella de “el cubano no puede vivir como la hiena en la jaula, dándole vueltas al odio”.

Al salir del local del PRD me dirigí a la casa de mi hermana Josefina, que vivía y sigue viviendo hoy en una casa de madera en la calle Polvorín, y el automóvil que me llevaba bajó por la calle del Conde, que vista desde el ángulo del observador de la realidad económico-social era un cementerio: casas con las puertas cerradas y casas de comercio en las que no se veía una sola persona que estuviera comprando algo; pero ni eso ni el espectáculo de miseria que vi en el trayecto del puente sobre el Ozama al parque Colón me sorprendieron. Yo esperaba que la situación del país fuera como la estaba viendo, y eso mismo confirmaba mi posición, que consistía en mantener el criterio de que la República Dominicana necesitaba un gobierno que echara las bases de un desarrollo económico tal como lo había tenido Cuba, Costa Rica, México, Venezuela, Chile, países en los cuales viví durante mi exilio. Entre los libros que publiqué en ese exilio estaba, ya te dije, el titulado Trujillo: Causas de una tiranía sin ejemplo, y en esa obra di por primera vez la lista de todas las empresas de Trujillo con las cuales monopolizaba uno por uno los negocios importantes del país, y me ocupé del tema porque sabía que a la vez que con el control de la economía nacional manejada en forma de suma de monopolios, Trujillo estaba impulsando el desarrollo capitalista del país, impedía precisamente que ese desarrollo se cumpliera porque él acaparaba todas las fuentes de beneficio con la excepción de alguna que otra empresa extranjera como era el Central Romana, que además de azúcar producía furfural. Antes aun de pasar a desempeñar la presidencia de la República yo calculaba que el país iba a necesitar de 12 a 20 años para echar las bases de una economía que lo llevara a compararse con la Costa rica de 1960 o la Cuba de 1940; pero nunca pensé en ser yo quien gobernara durante esos 12 o 20 años, y la demostración de lo que acabo de decir está en el hecho de que la Constitución de 1963 prohibía tajantemente la reelección.
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Santo Domingo, Víctima y Testimonio: El Nuevo Crimen del Imperialismo/Rolando FAGET y Fernando POGGIO. Declaraciones exclusivas para Marcha
Montevideo, 7 de mayo de 1965, p.1 / p.8.
Tomada de la página del PLD (http://pld.org.do/portal/blog/documento/39-obra-periodistica-xxxix/)

A medianoche del miércoles, dos reporteros de Marcha lograron entablar comunicación telefónica con Juan Bosch. El diálogo se desarrolló así:

—Periodista (P): ¿Habla el señor Juan Bosch? ¿Señor presidente Juan Bosch? Aquí Montevideo, Uruguay, Rolando Faget y Fernando Poggio, tenemos el gratísimo honor de hablar con Ud. señor Presidente, ¿tendría Ud. la gentileza de acceder a un breve reportaje para ser difundido por el semanario Marcha de Montevideo?
Juan Bosch (JB): Bueno... dígame. Óiganme, ¿ustedes pueden grabar lo que yo diga?
—P: Sí, señor. Tomamos la versión grabada de sus declaraciones. Buenas noches, señor Presidente.
JB: Buenas noches.
—P: ¿Podría Ud. decirnos cómo ve la situación de su país en este momento?
JB: ¿En qué sentido?
—P: Cómo puede evolucionar la situación.
JB: Yo digo en qué sentido, porque allí en Santo Domingo hay dos problemas diferentes: el problema dominicano en sí y el problema de la intervención norteamericana. ¿A cuál de los dos se refiere Ud.?
—P: Preferentemente al de la intervención norteamericana, en este momento.
JB: Hábleme más claro porque no entiendo...
—P: ¿Cómo ve Ud., cómo califica Ud. la intervención norteamericana desde el punto de vista moral y desde el punto de vista jurídico?
JB: Desde los dos puntos de vista, pues, es una violación abierta. En primer lugar, del principio de no intervención y en segundo lugar, del derecho sagrado que tiene cada pueblo a labrarse él mismo su destino, sin interferencias ajenas.
—P: ¿Qué piensa Ud., señor Presidente, de la actitud de los países latinoamericanos frente a esta intervención de los Estados Unidos?
JB: Depende de qué quiera Ud. decir con “los países”, porque yo estoy seguro de que los pueblos, especialmente los sectores democráticos de los países de América, son absolutamente contrarios a esa intervención militar en mi país.
—P: Es cierto, señor Presidente.
JB: Y hay gobiernos, muchos gobiernos, que también son absolutamente contrarios. Hay otros gobiernos que no lo son por razones que ellos sabrán y que probablemente la historia no aceptará.
—P: ¿Piensa Ud., señor Presidente, que le sea posible retornar próximamente a Santo Domingo?
JB: No puedo decirle, porque, por desdicha, no tengo la bola de cristal de Nostradamus.
—P: ¿Qué significado da Ud. a la elección del coronel Caamaño como presidente provisional?
JB: Bueno, el coronel Caamaño fue elegido presidente provisional (se corrige con énfasis), presidente constitucional; no provisional, sino constitucional. Fue elegido de acuerdo con los mandatos de la Constitución de 1963, por el Congreso elegido el 20 de diciembre de 1962. Fue elegido presidente constitucional de la República porque el país se encontraba en una situación de vacío político, invadido por fuerzas militares extranjeras, con una misión de la OEA allí queriendo prácticamente gobernar el país, sin que hubiera ninguna representación política legítima del pueblo que pudiera hablar en nombre del pueblo, defender los intereses del pueblo y, sobre todo, mantener la dignidad democrática dominicana. Ese gobierno fue elegido con mi aprobación y con la aprobación del partido que yo presido y tiene todo el respaldo de ese partido, todo mi respaldo político y personal. Y aprovecho la ocasión, para, a través de ustedes, pedirles a los uruguayos todo el respaldo moral que puedan dar a ese gobierno constitucional dominicano que se encuentra ahora en una situación verdaderamente dramática, como pocos gobiernos la han tenido en la historia americana.
—P: Es cierto, señor Presidente. El pueblo uruguayo está conmovido, está vibrando al diapasón de la situación dominicana y tenga la seguridad de que está absolutamente y de corazón con Ud. y con su país. Esperemos que nuestro gobierno tenga la valentía de hacerse intérprete del sentimiento unánime de nuestro pueblo.
JB: Así lo espero yo.
—P: Señor Presidente: en esferas gubernamentales de Washington se ha llegado al extremo de afirmar por parte de un senador, presidente de la Comisión de Seguridad Interna, que Ud. sería potencialmente un nuevo Fidel Castro. ¿Qué nos puede decir de esto?
JB: En los Estados Unidos, que es un país de 190 millones de habitantes, hay, desde hace algún tiempo, un pánico general que se ha aposentado en la mente y en el corazón de la mayoría de los dirigentes políticos. Un país tan grande y tan poderoso, de hecho el poder más grande que recuerda la historia de la humanidad, cuando siente pánico pierde el control de sus pensamientos y entonces esa poderosa fuerza que tiene la usa sin control, con grave peligro para la paz mundial, con grave peligro para la vida de otros pueblos y, a la larga, con grave peligro también para el propio pueblo norteamericano. Yo no he sido nunca comunista, ni he mantenido nunca ninguna clase de nexo con comunistas, pero como ese pánico norteamericano vive constantemente alimentado por los medios de propaganda de los Estados Unidos, se me viene hace mucho tiempo viendo en una forma inquisitorial, porque se anda buscando la escondida marca comunista que yo debo tener en alguna parte del cerebro. Lo que ocurre es que el pueblo norteamericano proyecta sobre mí el miedo pavoroso que le ha causado Fidel Castro. Ahora, yo no me explico cómo un pueblo tan grande y tan fuerte le tiene tanto miedo a Fidel Castro. Me lo explico o trato de explicármelo y encuentro que algunas veces podría decirse que en su subconsciente los americanos no se sienten seguros de la democracia y creen que el comunismo es más fuerte que la democracia, más capaz, más inteligente; y tal vez no se sienten seguros de la democracia porque, a lo mejor, su régimen democrático deja sin satisfacer un ansia que es un deseo de trascender más allá de la vida cotidiana en una integración de una obra supra nacional, de una obra que haga a cada ciudadano sentirse no solamente parte de su nación, sino parte de lo que está realizando su nación en el mundo.
—P: Señor Presidente, ¿podría comparar Ud. la intervención militar norteamericana en su país con la intervención militar soviética en Hungría en 1956?
JB: Es diferente, porque la intervención militar soviética en Hungría fue realizada por comunistas para decapitar un movimiento democrático, mientras que en Santo Domingo ha sido un país democrático que ha querido decapitar una revolución democrática. Aunque, debo decir, los norteamericanos no han hecho en Santo Domingo los destrozos que hicieron los rusos en Budapest, no me cabe duda, sin embargo, de que han matado la democracia dominicana en el momento mismo en que el Pueblo la estaba creando con su sangre en una hazaña épica, puesto que la ciudad de Santo Domingo estuvo una semana resistiendo bombardeos de la aviación, de la marina y de los tanques, bombardeos con cohetes, con bombas de quinientas libras, metralla de calibre de cincuenta, cañones de ciento cinco, cañones de largo alcance de la marina. Durante una semana, ese pueblo, dando su vida por millares, estaba construyendo la democracia, recogiendo el fruto de la democracia que él estaba produciendo con su sangre. Ahí, justamente en ese momento, llegó la infantería de marina y destruyó el fruto.
—P: Por nuestra parte queremos informarles que en la noche de ayer en el centro de Montevideo se ha realizado una manifestación pública de solidaridad con el pueblo dominicano y de repudio a la intervención militar estadounidense. Tenga Ud., señor Presidente, la seguridad de que la opinión pública uruguaya ha visto con dolor e indignación el alevoso ataque a la soberanía de su país.
JB: Muchas gracias.
—P: Por último, señor Presidente, expresamos nuestro firme anhelo de que su país alcance el destino a que tiene legítimo derecho.
JB: Los pueblos que luchan, siempre alcanzan lo que se proponen y ese pueblo ha demostrado que tiene un espíritu de lucha ejemplar. Gracias.
—P: Reciba Ud., señor Presidente, nuestra solidaridad en estos trágicos momentos.
JB: Muchas gracias.
Transcrita por Marcos Gabay de Marcha


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“Entrevista exclusiva a Juan Bosch: ‘Santo Domingo puede ser otra Indonesia’”
Ercilla, Año XXXII, Nº 1619, Santiago de Chile, 15 de junio de 1966/por Carlos Núñez. Tomada de la página del PLD (http://pld.org.do/portal/blog/documento/39-obra-periodistica-xxxix/).
Carlos Núñez (CN): En la primera y única entrevista periodística concedida tras las elecciones del 1º de junio, el líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y ex Presidente de la República, Juan Bosch (JB), me declaró:
Juan Bosch (JB): La impugnación de las elecciones hecha por el Partido Revolucionario es para probar el fraude, pero eso no cambiará los hechos. Ocurre que éste es un país muy peculiar. Aquí el derecho vive en una atmósfera y los hechos en otra atmósfera totalmente distinta. Nosotros no podemos calcular la magnitud del fraude. Ellos sí lo saben. En la República Dominicana hace treinta y seis años que se vive en estas condiciones.

—CN: Aparte del fraude, que se supone ha alterado el cómputo devotos, ¿cree que otras irregularidades han viciado el proceso electoral?

JB: Nosotros concurrimos a las elecciones porque suponíamos que el terrorismo y las presiones no eran capaces de alterar el resultado en una cifra mayor a los cien mil votos, lo que no alcanzaba para derrocar al PRD. Para alterar el resultado ha sido necesario el fraude. Entre los votos del PRD que sustrajeron y los votos reformistas que agregaron ha habido trescientos mil votos de diferencia en mesas fantasmas. Nosotros tenemos muchas pruebas del fraude, pero estamos seguros de que la impugnación será rechazada. Pero el pueblo sabe por quién votó.

—CN: ¿El PRD está dispuesto a aceptar el resultado de las elecciones aun en el convencimiento de ser fraudulentas?

JB: El país necesita una pacificación. Nosotros, en servicio de esa pacificación, estamos dispuestos a aceptar el hecho consumado, si esto significa garantizar las libertades públicas y la aplicación de un programa de gobierno que lleve adelante el desarrollo del país.

—CN: ¿Eso supone aceptar el ofrecimiento de Balaguer para formar un gobierno de coalición y de “conciliación nacional”?

JB: No creo que el problema sea de coalición, sino de que el gobierno aplique determinadas medidas tendientes a asegurar las libertades públicas y el desarrollo económico y social del país.

—CN: ¿Cree que medidas de ese tipo están comprendidas en el anunciado programa de gobierno del Partido Reformista?

JB: El Partido Reformista no tiene programa; eso no es un programa de gobierno. Esas medidas están contempladas en el plan de gobierno del PRD. Que adopte el nuestro.

—CN: ¿Entonces el PRD no está dispuesto a aceptar un gobierno de coalición?

JB: Eso es imposible. Ellos tienen un concepto de política de poder exclusivamente. Pero lo que Bolívar llamó “las masas activas” las tenemos nosotros. Por eso buscan un entendimiento.

—CN: Balaguer se ha mostrado dispuesto a un entendimiento sobre la base de adoptar el programa del PRD.

JB: Bueno, tuvimos una entrevista con Balaguer. En realidad, hablamos de generalidades. Pero no puedo decir que se haya mostrado dispuesto a un entendimiento sobre esas bases.

—CN: ¿Cree que el pueblo dominicano seguirá creyendo en la eficacia de la vía electoral?

JB: Estoy seguro de que mucha gente no va a creer más en eso.

—CN: ¿La presencia de la Fuerza Interamericana de Paz (FIP) en el país ha influido en el proceso electoral?

JB: El proceso electoral es sólo una etapa de un proceso más amplio. La presencia de la FIP se inscribe en ese proceso. Pero la medida en que la FIP ha influido sobre él la podremos juzgar sólo dentro de algunos años. Y el problema de la FIP no es un problema dominicano, sino un problema americano. Yo les digo a los periodistas norteamericanos que me preguntan “¿cuándo se va la FIP?” que ése es un problema de ustedes, no nuestro. A quien le hace verdadero daño es a ustedes. A nosotros nos ha herido, por cierto, pero la herida se cicatrizará. A ustedes les corresponde enfrentar el problema, no a nosotros.

—CN: Todo parece indicar que las Fuerzas Armadas proyectan desatar una fuerte presión, de modo de descabezar las fuerzas constitucionalistas y entregar el país “limpio” al gobierno de Balaguer. ¿Cree que la violencia podrá desatarse en los próximos días?

JB: Bueno, éste va a ser un mes muy difícil. Ahora viene la proclamación de Balaguer, luego el 14 de junio, después el 15 y el 16 de junio, aniversario del bombardeo a la ciudad, después, el 30 ó el 1º de julio, toma de posesión de Balaguer.

—CN: ¿Entiende que ante la violencia y el terrorismo las masas seguirán su llamamiento a la calma?

JB: Nuestra gente sí, pero hay otras fuerzas.

—CN: ¿Cómo interpreta el atentado a la casa de Héctor Aristy?

JB: Bueno, es precisamente parte de ese plan de violencia y terror. Mejor dicho, el inicio de ese plan.

—CN: ¿Supone que el gobierno de Balaguer dará algún paso efectivo en cuanto a la reintegración de los militares constitucionalistas?

JB: Parece que la reintegración se está cumpliendo ahora, bajo el gobierno de García-Godoy, pero creo que de manera muy superficial. De todos modos, no puedo decir qué hará y qué no hará Balaguer. Nadie sustituye a un gobernante.

—CN: ¿Cree que los gobiernos o los pueblos de América Latina pueden contribuir en la solución de los problemas dominicanos?

JB: Muy poco. Por cierto, la solidaridad moral es muy importante, y ya la han probado pero qué pueden hacer esos gobiernos frente al poder gigantesco de los Estados Unidos. Yo siempre digo que esto es como una elefanta echada en un nido de pollitos. ¿Qué pueden hacer los pollitos para echar a la elefanta de su nido? Por otra parte, se da el caso de que con la República Dominicana hay una tendencia de Estados Unidos de volcarse en este país, porque aquí se ha producido un vacío muy grande de poder.

—CN: ¿No cabría temer que, pese a los pedidos de calma de su parte, las masas se desborden y contesten a la violencia con la violencia?

JB: Sí, puede ocurrir. El país está en un proceso revolucionario desde hace años, y en un proceso revolucionario puede pasar cualquier cosa. Pero aquí ocurre que con la acusación de “comunista” se desata el terror. Y en este país puede ocurrir, en otra escala, lo de Indonesia. La indignación popular es excesiva. Al pueblo dominicano le robaron las elecciones del 62, le robaron la Revolución de Abril, y ahora han vuelto a robarle estas elecciones. Es demasiado. Nosotros haremos lo posible para que esto no derive en una masacre. Pero el pueblo tiene memoria.

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Entrevista a Juan Bosch por Víctor Lunin
[Vanguardia del Pueblo, Año XI, N° 491, Santo Domingo, Órgano del PLD, 13 de marzo de 1985, p.4. En el número 9 de la revista América Latina, que se edita en Moscú en ruso y español, aparece una entrevista que le fue hecha al presidente del Partido dela Liberación Dominicana. Bajo el título de Juan Bosch: “Si llegamos a la guerra nuclear, los que van a quedar vivos son las cucarachas y los ratones…, se hace la presentación del compañero Bosch con estas palabras: “Nuestro corresponsal en Cuba y los países del Caribe, Víctor Lunin, se entrevistó en La Habana con Juan Bosch, notable político y expresidente de la República Dominicana -escritor-, y le pidió que expusiera sus juicios acerca de los acontecimientos en América Latina” (Nota de Vanguardia del Pueblo)].

—Víctor Lunin (VL): ¿Qué es lo que caracteriza, en su opinión a la actual situación en el Continente?

—Juan Bosch (JB):
Lo primero que debemos entender es que toda América Latina es parte del Tercer Mundo, una porción de la humanidad a la que el capitalismo llegó tardíamente y por esa razón aquí no ha habido suficiente desarrollo capitalista como para que estos países pudieran figurar en el grupo de los altamente desarrollados. Nuestros países son relativamente ricos porque tienen materias primas abundantes, mano de obra suficiente, tierras buenas, sin embargo la explotación a que han sido sometidos desde el descubrimiento del Nuevo Mundo hasta ahora no les ha permitido desarrollar sus capacidades productivas.

En este momento el sistema capitalista está en una crisis que es más profunda en América Latina, Africa, Asia, en los países del Tercer Mundo que tienen menos capacidad para enfrentarla. Esta crisis no es de ahora. Comenzó al terminar la Segunda Guerra Mundial y desde entonces hasta este momento se ha presentado en forma de eslabones de una cadena. Este en que nos hallamos es el número 8, y ha sido más largo y más profundo que el 7 así como el 7 lo fue más que el 6, esto es, en cada nuevo eslabón la crisis ha sido más profunda y más prolongada, y desde ahora podemos predecir el eslabón número 9 porque la causa de la crisis está en los tremendos gastos militares de Estados Unidos.

La industria militar no reproduce riquezas y ningún sistema económico puede sostenerse si no reproduce bienes. Nada se parece más a un tractor que un tanque de guerra, pero el tractor produce riquezas cuando siembra trigo o cuando se utiliza en tareas productivas y el tanque nunca produce ni reproduce riquezas.

Hay economistas que dicen que a los obreros que fabrican armamentos se les pagan buenos salarios, y yo digo que cuando esos obreros van con ese dinero a comprar zapatos, ropa o televisores, no encuentran en Estados Unidos esos artículos que antes se consideraban los mejores del mundo. Ni siquiera los automóviles americanos son ya los mejores. Para poder surtir de camisas, zapatos, televisores, cámaras fotográficas a los obreros de la industria militar, Estados Unidos tiene que importar esos artículos de Taiwán, Corea del Sur, Hong Kong, México.

No sabemos a cuánto ha llegado el déficit de la balanza comercial de Estados Unidos en 1983, pero me temo que ha pasado de 60 mil millones de dólares. Ese déficit que aumenta de año en año va cercando todo el sistema capitalista y para cubrirlo hay que recurrir a dólares prestados. El gobierno de Estados Unidos tiene que acudir a dólares prestados para cubrir sus enormes presupuestos militares y tiene que subir la tasa de interés del dólar, todo para fabricar más tanques, más portaviones, más cohetes nucleares, y eso es una locura.

Esa locura afecta a todo el mundo capitalista porque el dólar norteamericano es la moneda internacional del sistema, y la moneda es una mercancía que se vende y se compra como cualquier otra, por eso, si hay menos dólares disponibles hay que pagar más por cada uno y la subida de la tasa de interés es el alza del precio del dólar.

Ante una situación como esa para nuestros países no hay salida. La clase gobernante norteamericana impide que los pueblos latinoamericanos puedan abrir sus propios caminos mediante revoluciones y les exige que hagan lo que ordena el gobierno de Estados Unidos, lo que equivale a decir que se mantengan dentro del sistema de explotación en que viven; y si algunos de ellos rompen esas cadenas, como lo hicieron Cuba, Granada o Nicaragua, se acusa a la Unión Soviética de haber hecho las revoluciones de esos países. Esa política, de la que la última víctima ha sido Granada, beneficia solo a una minoría norteamericana, que es la oligarquía financiera.

—VL: A la administración Reagan le gusta alborotar acerca del “terrorismo internacional” atribuyéndolo a la Unión Soviética. A su parecer, ¿qué es lo que sucede en realidad?

—JB:
La política internacional norteamericana se basa en el uso del terror, el uso de la fuerza para resolver sus problemas sin tomar en consideración en absoluto los intereses de otros pueblos; pero hoy la situación no es la misma que era antes de la Segunda Guerra Mundial. Vivimos en la época nuclear y si se sigue ese camino llegaremos a la guerra nuclear; y si llegamos a la guerra nuclear los que quedarán vivos serán las cucarachas, los ratones y algún otro animal.

—VL: ¿Cuáles cree Ud. que son las enseñanzas para los pueblos de América Latina de los acontecimientos de Granada?

—JB:
La reacción a esos sucesos ha sido negativa en los países del Caribe porque es evidente que estamos ante un poder que no respeta nada. Después de la intervención en Granada y de lo de las Malvinas se ha puesto en evidencia que Estados Unidos se ha arrogado el derecho de violar todos los acuerdos y las leyes internacionales; que no respeta a la ONU. Su gobierno ha decidido retirarse de la UNESCO porque en la UNESCO se critica el monopolio de las agencias de prensa imperialistas y eso lo considera Estados Unidos un ataque a su poder. Con esa conducta el gobierno norteamericano se ha identificado a los ojos de todo el mundo con la descripción de Marx en la que dijo que en los países capitalistas los gobiernos son los consejos de administración de las empresas.

—VL: ¿Cuál fue la reacción de la República Dominicana a la intervención de Estados Unidos en Granada?

—JB:
El gobierno dominicano no tuvo ninguna reacción; el Pueblo sí. Nuestro partido (Partido de la Liberación Dominicana: Nota de la Red. de América Latina) llevó a cabo el 27 de noviembre de 1983 una marcha “Por la paz y contra la intervención en Centroamérica” en la que participaron más de 200 mil personas. Nunca se había visto nada igual en la República Dominicana, pero tampoco se vio nunca una manifestación de esas proporciones en ningún país de América Latina, excepto Cuba, naturalmente. No fue una marcha para tratar los problemas cotidianos del pueblo dominicano, la situación económica, la crisis, el encarecimiento de la vida o la falta de trabajo; fue exclusivamente por la paz mundial y contra la intervención en América Central.

—VL: América Latina atraviesa una profunda crisis económica y política, pero en su literatura se observa un florecimiento jamás antes visto. ¿Cómo explica Ud. ese fenómeno?

—JB:
Pues una razón: todo en la vida obedece a un principio dialéctico. No hay nada tan malo que no produzca algo bueno y no hay nada tan bueno que no produzca algo malo. La crisis económica y política de América Latina conmueve a personas que tienen sensibilidad artística y capacidad para explicar el drama social latinoamericano en pintura, en música, en literatura, en arquitectura, en cualquier arte. La lucha de los contrarios en esos países es tan profunda que conmueve al artista y lo lleva a sentir con más nitidez el pulso de su época.

América latina sigue siendo un continente de gente pobre, en muchos casos analfabeta, y eso produce dolor en sus grandes escritores, y de ese dolor está impregnado el auge de la literatura latinoamericana. Podemos preguntarnos, claro que en otro plano, ¿qué fue lo que produjo la revolución en Rusia? Fue el espíritu de desacuerdo con la realidad. ¿Qué fue lo que produjo la Revolución Cubana? Las contradicciones sociales. La lucha de los contrarios está en la base del florecimiento de la literatura latinoamericana.
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Entrevista a Juan Bosch por Orlando Castellanos. "De la infancia al golpe de Estado"
[Camino Real, Año 3, N° 8, Santo Domingo, pp.6-12. Ediciones de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, 2009, pp.451-492. Tomado de la página del PLD: Obras Completas de Juan Bosch]

—Orlando Castellanos (OC): ¿Cuándo se convierte en escritor y qué le motiva para seleccionar el cuento como género literario?
—Juan Bosch (JB): No lo sé, porque mi vocación no era esa; era la escultura y, en otro aspecto, cualquiera ciencia, como la Medicina o la Química. De lo que sí soy consciente es que cuando comencé a escribir cuentos en lo que llamaría mi tercera etapa, allá por el año 1920 ó 1929, lo que me propuse fue describir en ellos la vida del campesino dominicano.
—OC: ¿Cuál fue su primer libro?
—JB: Camino Real.
—OC: ¿Cuál ha sido su época más productiva y por qué?
—JB: Los años que siguieron al golpe de Estado de 1963 hasta ahora debido a que en ellos he escrito varios libros, por lo menos diez, y cientos de artículos; he llevado a cabo una actividad política múltiple y he cumplido una tarea intelectual compleja, primero en el PRD y luego en el PLD, y sobre todo porque en esos años mis ideas se renovaron gracias al conocimiento del marxismo que hice estando en Europa.
—OC: Tiene Ud. una extensa bibliografía, va desde cuentos, novelas, obras históricas, políticas, biografías. ¿Cuál de todos es el género que le ha producido la mayor satisfacción y cuál considera el más logrado?
—JB: En lo que se refiere a satisfacciones, todo trabajo las da, y, por tanto, cualquier trabajo literario me ha producido satisfacciones. En lo que se refiere a géneros, naturalmente, el que llegué a dominar, o por lo menos eso pienso yo, fue el cuento, y en los cuentos que escribí creo que hay algunos que son bastante buenos, o diríamos, pasables, como “Los Amos”, “Luis Pie”, “La Nochebuena de Encarnación Mendoza”, “El indio Manuel Sicuri”.
—OC: ¿Qué considera prima más en Ud., lo político o lo literario?
—JB: Lo político, aunque en mis primeros treinta años lo que yo tenía no era sensibilidad política sino social; lo que me preocupaba era la injusticia social.
—OC: De las figuras históricas nacionales y universales, ¿cuál es su personaje favorito y por qué?
—JB: No tengo ningún personaje favorito, pero admiro a muchos hombres y mujeres según lo que cada uno haga o haya hecho. Por ejemplo, en literatura admiro a varios escritores y poetas de otros tiempos y actuales, como Shakespeare, Dostoievski, García Márquez, Julio Cortázar, Neruda, Nicolás Guillén, Pedro Mir, José Martí, Miguel Hernández; en pintura admiro a Ticiano, Velásquez, Picasso; como políticos, a Toussaint Louverture, Lenin, Fidel Castro; como guerrillero, a Máximo Gómez; como escultor, a Augusto Rodin… y podría hacer una lista interminable de los hombres a quienes admiro.
—OC: Sobre su exilio, ¿cuánto tiempo vivió en Cuba? ¿A qué se dedicó además de la lucha contra Trujillo?
—JB: Legalmente residí en Cuba 18 años, pero en la realidad fueron menos porque viajé mucho; estuve en los Estados Unidos, en México, en Guatemala, Costa Rica, Panamá, Venezuela, Curazao, Europa. Es posible que en viajes nada más consumiera tres años, pero a eso hay que agregar más de otros tres en lo que yo llamaba mi segundo exilio, pues a principios de agosto de 1953 fui hecho preso acusado de ser cómplice en el asalto al Moncada, cosa que no era cierta. En esos años yo vivía en Santa María del Rosario y no tenía contacto con el movimiento anti batistiano. Estuve preso en La Cabaña, junto con Lázaro Peña y otros dirigentes de la
CTC, y al salir de allí, por gestiones del general Enrique Loynaz del Castillo, fueron a buscarme preso a Santa María del Rosario y tuve que asilarme en la Embajada de Costa Rica y de ahí salí a Costa Rica. Me parece estar ahora viendo en el aeropuerto a mi mujer cubana y a mis hijos cubanos llorando en el aeropuerto de Rancho Boyeros cuando la policía me llevó a embarcar en un avión que me llevaría a Costa Rica. Volví al comenzar el mes de enero de 1956 y ese mismo año salí hacia Europa en una misión antitrujillista en la que participaron también otros dos dominicanos, Ángel Miolán, que vivía en Cuba, y Nicolás Silfa, que vivía en Nueva York. Me hallaba en Madrid, y por cierto tomando café con dos cubanos, cuando leímos en un periódico la noticia de que Fidel Castro había desembarcado en el sur de Oriente y que había muerto en combate. Me negué a creer esa noticia, es decir, la de la muerte de Fidel, y no estaba equivocado. De ahí volví a Cuba, adonde llegué en febrero de 1957, y entonces me quedé a vivir en La Habana porque mi familia no quiso seguir viviendo en Santa María del Rosario, entre otras razones, porque doña Carmen tenía que trabajar en La Habana y le consumía mucho tiempo ir diariamente a la Capital y volver en la tarde a Santa María del Rosario.
—OC: ¿Qué pasó después? ¿Qué hizo en La Habana?
—JB: Trabajaba en una agencia de publicidad llamada Godoy y Cross, que luego pasó a llamarse Godoy & Godoy y estaba frente al Hotel Nacional. De allí salí un día en dirección de la Rampa para tomar un café de a tres kilos cuando me detuvo un agente secreto que me llevó a la Octava Estación, cuyo jefe era Ventura, el célebre comandante Ventura. Años después Ventura dijo que me había hecho preso él mismo en el Hotel San Luis, de la calle Belascoaín, pero eso no fue verdad. De allí me sacó Manuel Arriandiaga, que trabajaba como gerente o algo así del restaurant El Carmelo. Arriandiaga recorrió varias estaciones de policía y al fin me halló en la de Ventura. Por pura casualidad, yo estaba a la vista en el momento en que él entró y se me acercó para decirme que no me moviera de ahí pasara lo que pasara, pero no tuve que hacer esfuerzos porque dos minutos después llegó un montón de agentes secretos cada uno con una metralleta en la mano y todos llamando a Ventura, a quien le decían que “el hombre” estaba en no sé qué calle de El Cerro. Ventura se fue con su grupo de agentes secretos y pocos minutos después llegaba Arriandiaga con una persona a quien no conocía, que resultó ser el hijo del alcalde de La Habana, Justo Luis del Pozo. Ese hijo de del Pozo era representante, y según me explicaron, después, era también el loquero de Ventura porque él fue quien lo metió en la Policía años antes. Arriandiaga y del Pozo me llevaron a casa, al costado del actual hotel Habana Libre, que estaba siendo construido entonces, y allí llegó a verme un amigo español, persona de mucho peso, quien me dijo que no me quedara en la casa por nada del mundo y que de ser posible me fuera a una embajada, y como hacía apenas dos meses que había caído Pérez Jiménez, el dictador de Venezuela, me asilé en la Embajada de ese país y salí de Cuba en abril de 1958, justo cuando debía hacerse la huelga que Fidel pedía desde la Sierra Maestra. Viví en Venezuela dos años y estaba en Costa Rica cuando se produjo la muerte de Trujillo.
—OC: ¿Cómo fue su vida después de la muerte de Trujillo?
—JB: Muy activa porque a partir de ese momento entraba en su culminación una etapa de varios años en la cual había tomado parte en muchas actividades como, por ejemplo, fue la fracasada expedición de Cayo Confites, en la cual tomó parte Fidel Castro. En esa larga lucha de un exilio que duró 24 años me tocó ser desde miembro de fila del Partido Revolucionario Dominicano, que fundamos en La Habana un grupo de dominicanos y cubanos, hasta presidente de esa organización, y como presidente me tocó la tarea de dirigir el PRD en Santo Domingo y de ser su candidato presidencial en las elecciones que se celebraron en diciembre de 1962.
—OC: ¿Qué pasó en la República Dominicana que terminó con el gobierno que Ud. presidía?
—JB: Algo que jamás había pasado en el mundo, y fue que el gobierno de Kennedy organizó un campamento de guerrilleros haitianos que estaba en territorio dominicano y era alimentado de armas y hombres desde la base militar Romey de Puerto Rico, y yo, el presidente de la República Dominicana, no sabía una palabra de la existencia de ese campamento. Desde él salían ataques a Haití, hechos bajo la dirección de un general haitiano que se llamaba León Cantave, y el embajador norteamericano en Santo Domingo me decía que esos ataques salían de Venezuela. Cuando me di cuenta de que estaba pasando algo raro, aunque nunca me imaginé que detrás de esos hechos estaba el gobierno yanqui, le pedí al ministro de Relaciones Exteriores que invitara a la OEA a que mandara al país una comisión que investigara el origen de esos ataques a Haití. Eso lo supo la misión norteamericana y ésta dio en el acto la orden del derrocamiento del gobierno que yo presidía, y desde el punto de vista suyo me explico esa orden porque después del fracaso de Bahía de Cochinos Kennedy iba a quedar muy mal parado ante la opinión pública mundial si se decía lo que estaba haciendo en la República Dominicana. De ese episodio nunca se ha hablado o escrito en los Estados Unidos, lo que es un ejemplo de cómo se manipula en ese país la verdad histórica.
—OC: ¿Nos puede definir a Juan Bosch el escritor, el político, el presidente, el dominicano, el caribeño y el latinoamericano?
—JB: Eso es muy difícil. Nunca he tenido tiempo de sobra para dedicarlo a estudiarme a mí mismo, y la verdad es que no sé cómo soy. Unos dicen de mí cosas muy generosas y otros dicen horrores, y lo único que puedo decir de mí es que si se me impidiera luchar mi vida no tendría sentido, y luchar, para mí, significa hacer siempre y cada día todo lo que pueda por mi pueblo y por los del Caribe, de América y de donde sea.
Santo Domingo
5 de febrero de 1980.

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Entrevista a Juan Bosch por Matilde Sánchez. "Recuerdos de grandes figuras"
[En GALVÁN, Héctor, "Juan Bosch: hacia la unificación humana", Providence, USA, El Nuevo Siglo, 1993, pp.32-36. Tomado de la página del PLD: Obras Completas de Juan Bosch]

Con el pasar de los años, sus recuerdos cobran más valor. Así, en la mañana del jueves 8, en la entrevista concedida a la periodista Matilde Sánchez, del periódico El Clarín de Argentina, Juan Bosch habló sobre sus relaciones con grandes figuras literarias y políticas de América Latina. Cómo conoció a Pablo Neruda, a Nicolás Guillén, al Che Guevara, a Salvador Allende... fueron los temas centrales de su entrevista. Antes de hablar de esos personajes la periodista preguntó cómo veía actualmente la situación de la República Dominicana, a lo que Bosch respondió :
“El país está en una situación muy difícil. Ha sido comprometido por el gobierno actual. Hay una deuda externa que no sabemos cómo va a poder pagarse. El país tenía entre sus mercancías de exportación una muy importante que era el azúcar, pero se vino abajo porque en el gobierno de Reagan se redujo a menos de la mitad la cantidad de azúcar que se exportaba a los Estados Unidos, y a partir de ahí, la industria azucarera ha venido en decaimiento y ya hoy no es un factor tan importante, ni siquiera como lo era años atrás. Actualmente, lo que yo llamo la mercancía de exportación son los dominicanos que salen del país; la mayor parte de ellos salen ilegalmente, y muchos mueren en el trayecto entre la República Dominicana y Puerto Rico”.
La reportera le interrogó sobre si había la posibilidad de repatriar a todos esos inmigrantes, a lo que el escritor dominicano expresó:
“El problema no es tan simple porque si salen del país, y lo hacen en forma clandestina, es porque necesitan trabajo y mejorar sus condiciones de existencia: allá no hay posibilidades de resolver esa situación, si no es con un gobierno que aplique un plan de desarrollo económico y social; y no lo que ha hecho el actual gobierno que viene desde hace tiempo haciendo tonterías para derrochar dinero y comprometer más al país; ahí está la deuda, que no tenemos con qué pagarla; es muy difícil la situación del país”.
Ud. ha escrito cerca de 50 libros, ¿es acaso que su producción literaria fue vinculada a su quehacer político?, le pregunta la periodista. Bosch expresó:
“Yo tenía dos necesidades fundamentales: sostenerme económicamente, y otra era poner en evidencia la situación del pueblo dominicano. Con esa doble finalidad escribía los cuentos, y luego tenía que escribir otras cosas que interesaban a los lectores; eran temas que no tenían nada que ver con la República Dominicana. Por esa razón mi obra literaria está compuesta por dos novelas, tres cuentos, pero hay otra cantidad, la mayor, de tipo cultural, histórica; unas veces, se refieren a la historia de mi país y otras a la historia de América, y otras a la historia mundial. Por ejemplo: hay un artículo mío sobre Viet Nam escrito años antes de iniciar la guerra de Viet Nam. ¿Por qué escribía yo temas como ése? Porque los artículos míos se vendían, y yo tenía que estudiar muchos problemas y no sólo dominicanos, sino mundiales”.
Me gustaría entrar en Ud. y conocerlo. Cuando “chico”, ¿cómo era Ud.? ¿Quería Ud. ser escritor?, le interrogó la reportera argentina.
"No, al escribir yo me sentía obligado a reflejar la situación de la gente; durante algún tiempo era sólo sobre el pueblo dominicano, pero a medida que fui creciendo, estudiando y conociendo la situación de países que no eran la República Dominicana, sino que eran de Iberoamérica, extendí el campo de estudio y de preocupación. Lo que yo no podía concebir era la vida de la gente, que disponiendo de medios para vivir bien, no hacía nada para mejorar la situación".
¿Cómo era su situación económica?
"No era humilde, pero tampoco era señorial, porque mi padre llegó a la República Dominicana exactamente al terminar el siglo pasado, y se dedicó a la actividad constructora. En mi pueblo la gente estaba dividida en gente de primera, de segunda y de tercera. La gente de primera eran los que tenían suficiente dinero para vivir bien, aunque no fueran blancos; yo recuerdo a un hombre negro, alto, que era de primera por ser un abogado brillante; pero alguien que hubiera trabajado con las manos (artesano, por ejemplo) no podía ser de primera; tenía que ser un profesional o un comerciante rico. Mi padre no trabajaba directamente, él apenas dirigía el trabajo; no podía ser de primera; ni él ni su familia, aunque lo respetaran mucho; por eso, nunca se le ocurrió a mi padre ser miembro del Club Camú, que era el nombre del río".
Siempre con la calma y la profundidad que le caracterizan en sus pensamientos, Bosch pasa a señalar que
“quien tuvo más influencia en mi vida de niño no fue mi padre, sino mi abuelo, el padre de mi madre. Mi madre era puertorriqueña porque había nacido en Puerto Rico, pero era hija de un gallego; el gallego, es decir, don Juan Gaviño, se fue a la República Dominicana; allí compró unas tierras y se dedicó a la agricultura y a criar ganado; pero mi abuelo era un hombre que tenía muchos libros, era muy apegado a la lectura, y desde muy pequeño me puso a leer libros sobre la historia de España; del Mio Cid; la de los Doce pares de Francia, la de Napoleón Bonaparte, siendo yo un muchacho de 7 u 8 años; también me leía poesías de poetas españoles de la época y novelas; y yo recuerdo que también me hacía leer poesía irónica como aquella “Erase un hombre a una nariz pegada...”, de Quevedo. También el Quijote, y mi abuelo gallego y mi padre catalán me fueron formando”.
A Bosch nunca le agradó la idea de malgastar su tiempo en actividades sociales inútiles que no fueran en provecho de lo que era su abundante producción intelectual. Luego la periodista pasó al tema de Allende. Y Bosch recordó lo siguiente:
“Cuando él me llevaba a su casa, las niñas venían corriendo y se me sentaban en las piernas para que yo les contara cómo era La Habana o México. Eso era por el año 1954 ó 1955. De esas niñas, una se suicidó, que fue la segunda, porque ella quería que su padre saliera del Palacio de La Moneda, ya en el momento del ataque; y Salvador le ordenó que se fuera, y cuando se fue, él se suicidó y luego ella acabó también suicidándose en Cuba”.
Le preguntó sobre el hecho de si él fabricaba baterías. Bosch dijo que eso fue antes, porque cuando llegó a Chile sabía que nadie lo conocía y tenía que buscar medios de vida, y se puso a fabricar baterías; poco después se dio cuenta que él podía vivir en Chile escribiendo. Posteriormente pasó a Buenos Aires, donde gobernaba todavía Perón, pero él nunca lo conoció, a pesar de que se refugió en la República Dominicana. Perón
“no era como Pérez Jiménez, ni el propio Batista era como Pérez Jiménez o Trujillo; Batista echaba a la gente del país y era un ladrón, pero no un asesino como Trujillo”.
Dijo que al llegar a Cuba, Juan Marinello lo llevó adonde Batista, quien era candidato a la presidencia por el Partido Comunista y de otros partidos, para hacerle una entrevista. Ese artículo se publicó en Puerto Rico. Expresó Bosch que cuando Batista tomó el poder a raíz de un golpe de Estado, el dictador recomendó a un oficial del ejército que “cuidara” a Bosch. En Cuba, según el autor de La Mañosa, no había asesinato a políticos; y si los había eran llevados a cabo no por el Gobierno sino por grupos políticos, sobre todo por gente que llamaban gánsteres. Al producirse el asalto al cuartel Moncada, Bosch tuvo que salir de Cuba porque lo acusaron de haberlo hecho, cuando “yo estaba a mil kilómetros del cuartel Moncada”, expresó.

¿Cómo fue su contacto con el Che Guevara?, le indagó la periodista Matilde Sánchez.
"Resulta que yo lo conocí en Costa Rica. Él me visitaba todos los días; y ahí hablábamos diferentes cosas, fundamentalmente de la situación política. Un día llegó a la casa Rómulo Betancourt y se lo presenté; ese día, Bentancourt nos invitó al Che y a mí a comer en casa de una italiana que cocinaba para vender la comida; un tiempo después, cuando Bentancourt ya estaba en Venezuela, y yo también, Rómulo me preguntó que si era verdad que él había conocido al Che, y le dije que sí y por qué me lo pregunta. Y él me dijo que eso decían los ‘muchachos’, que eran algunos de los exiliados venezolanos que estaban en Costa Rica, y empezó a preguntarme quién era el Che, como si él nunca hubiera conocido al Che; y yo le recordé el momento en que él lo había conocido. Y no hubo manera de que se acordara del Che Guevara".
Euclides Gutiérrez interrumpe para decir que el mejor panegírico escrito al Che lo escribió Juan Bosch. La conversación se hacía cada vez más interesante. Sus palabras fluían espontáneamente a medida que aparecían los recuerdos. La periodista señala el nombre del gran poeta chileno. Y de él Bosch trajo a la memoria que
“con Pablo Neruda no tuve una relación muy estrecha; lo llevó Nicolás Guillén a mi casa, allá en Cuba; dos o tres días después, Pablo hizo un recital en La Habana del Canto general, que no se había publicado todavía; luego, Pablo tuvo relación con una chilena que terminó casándose con él”.
Yo intervengo [Héctor Galván] y le digo el nombre de la esposa de Neruda: Matilde Urrutia. La última vez que la vio, ya Pablo estaba muerto, fue durante el acto de posesión de la Presidencia de Francia por Mitterrand, quien la invitó a ella, a Carlos Fuentes, a Felipe González y a Bosch. Expresó Bosch:
“Pablo tenía un amigo que lo idolatraba mucho, que era un escritor venezolano, llamado Miguel Otero Silva; un humorista y novelista extraordinario, además de periodista; fundó uno de los periódicos más importantes de Venezuela, considerado el sexto de América Latina; Miguel iba a Chile con frecuencia y sólo para ver a Pablo; allá nos veíamos. Otro poeta de Venezuela, Andrés Eloy Blanco y Miguel escribían una revista quincenal llamada El Morrocoy Azul; eran dos escritores humoristas extraordinarios; es más, el morrocoy es una tortuga, ¿y quién ha dicho que había una tortuga azul? Tenía tantos lectores ese periódico que yo veía filas enormes de gente esperando su salida”.
Al hablar de Rómulo Gallegos expresó:
“Cuando yo fui a organizar el Partido Revolucionario Dominicano a Venezuela, quien me presentó públicamente en una conferencia que tenía que dar en el Teatro Olimpia fue Rómulo Gallegos; y en dos o tres ocasiones, él bailó joropo para enseñarme a mí a bailarlo, cosa que no aprendí nunca. Cuando él fue derrocado por Pérez Jiménez, fue a dar a Cuba; él me pidió que le prologara una edición del libro suyo que se iba a hacer en Cuba; y yo le dije que no, porque iba a perjudicarlo; yo le dije que donde su libro tenía que circular más era en Venezuela, y si era yo quien lo presentaba, Pérez Jiménez lo iba a torturar. Yo había escrito un libro que se llamaba Póker de espanto en el Caribe, en el cual trato el tema de todos esos dictadores: Batista, Somoza, Pérez Jiménez y Trujillo. El póker es un juego que se juega con cuatro barajas. Y él me dijo que tenía razón. Yo le dije que eso lo podía hacer Raúl Roa, que luego fue ministro de Fidel Castro, un escritorazo, con un estilo propio; un hombre excepcional, con quien yo mantenía una relación muy estrecha”.
Recordó Bosch que
“cuando llegó a La Habana un hermano de Eisenhower, yo fui a buscar a Rómulo para que se reuniera con él; dejé a Rómulo en una casa esperando al hermano de Eisenhower; yo estaba a una cuadra de allí, de donde los vi salir, y le pregunté a Rómulo si la entrevista había sido importante y me dijo que no: que ese hombre era un analfabeto, que no sabía ni hablar español. Nunca entendí por qué mandó Eisenhower a su hermano a hablar con Rómulo”.
Años después lo llamaron de México a Bosch para decirle que él era el único que podía lograr que Gallegos permitiera el enterramiento de los restos de su esposa.
“Cuando llego a México, estaba Rómulo sentado en una mecedora, y junto a él el ataúd con el cuerpo de su mujer, y logré convencerlo de que debía enterrarlo, pero lograr eso no fue fácil. Gallegos me dijo: ‘Juan, yo no puedo negarme a lo que tú me pides; pero lo que yo voy a cometer es un crimen. Cómo voy yo a permitir que a Teotiste la entierren?’. Y yo le dije: ‘Pero si está enterrado Jesucristo, y está enterrado Napoleón, y Julio César’, y él se quedó callado, y de inmediato yo di la orden para que enterraran el cadáver”.
Después de la muerte de su esposa Gallegos estaba totalmente abatido; lo mató la muerte de Teotiste. Y por eso, Bosch no pudo invitarlo a la toma de posesión de la Presidencia de la República Dominicana, acto que tuvo lugar el 27 de febrero de 1963. Acerca de Julio Cortázar dijo:
“Me había mandado a decir que ya sí iba para Santo Domingo cuando le sorprendió la muerte. Él encabezaba un periódico para exiliados argentinos porque había cantidades de ellos que se habían ido a vivir a España, aunque él vivía en Francia; y yo era el presidente de la empresa que hacía ese periódico porque lo hacía con mi nombre”.
Al final, Matilde le preguntó a Bosch qué opinaba de la historia de su vida, y su respuesta fue sencilla:
“No me acuerdo de mí; sé, sin embargo, que en algún momento debo sentarme a escribir mis recuerdos de la vida de otra gente importante, no de la vida mía, en la política y literatura; tendría que hacerlo alguna vez, pero yo no pienso en mí. En algunas cosas me molesto cuando pienso que a Rómulo Gallegos no se le dio el Premio Nobel de Literatura, y sin embargo, se le otorgó a Miguel Ángel Asturias”.
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Entrevista realizada por La Noticia a Juan Bosch. "Bosch culpa a demócratas del golpe de Estado"
(La Noticia, Santo Domingo, 25 de septiembre de 1975, p.1 / p.2)
Tomado de la página del PLD: Obras Completas de Juan Bosch

Bosch concedió una entrevista a La Noticia, cuyas preguntas y respuestas fueron las siguientes:

—Hasta ahora en las investigaciones que se realizan sobre la CIA en los Estados Unidos, se ha comprobado que Kennedy ordenó la ejecución de Trujillo y la de Fidel Castro. Y también el golpe de Estado contra Diem. ¿Por qué cree Ud. que no se ha revelado nada sobre el golpe de 1963 contra su gobierno en la República Dominicana?
—El golpe del año 1963 fue dado por la misión militar norteamericana cuando ésta se dio cuenta de que yo había descubierto que los ataques que estaban haciendo las fuerzas del general León Cantave a Haití no procedían de territorio norteamericano, como yo había imaginado, ni de territorio venezolano, como me había dicho el embajador Martin, sino de campamentos establecidos en la República Dominicana a espaldas mías. Esos campamentos eran alimentados de hombres y de armas lanzados desde aviones establecidos en la República Dominicana a espaldas mías. Esos campamentos eran alimentados de hombres y de armas lanzados desde aviones que procedían de la base Romey de Puerto Rico. En las investigaciones que se están haciendo en los Estados Unidos actualmente no se habla de eso ni se hablará porque esas investigaciones tienen carácter eminentemente político. Están hechas con el propósito de desacreditar a gobiernos republicanos y no se quiere de ninguna manera tocar con la vara de la verdad a los gobiernos de Kennedy y de Johnson. Es más, cuando Fulbright hizo su célebre investigación sobre las causas de la intervención militar de 1965 en nuestro país, yo estaba en Puerto Rico y Fulbright no me invitó a declarar en esa investigación porque Fulbright era demócrata y ya se había publicado mi libro, Crisis de la democracia de América en la República Dominicana, en el cual yo relacionaba el golpe de Estado de 1963 con la existencia de esos campamentos militares haitianos en territorio dominicano, y si yo hubiera dicho eso en el Congreso habría salido políticamente perjudicado el Partido Demócrata, que aspiraba a quedarse en el poder en 1968. Eso mismo está sucediendo ahora. Los demócratas aspiran a ganar las elecciones de 1976 y no harán ninguna investigación que pueda perjudicar a ese partido, que es el responsable político del golpe de 1963 y de la conquista armada de la República Dominicana en 1965. La tal justicia norteamericana, como la democracia norteamericana, es simplemente negocio. Las cosas allí se hacen si rinden beneficios y no se hacen si causan perjuicios.
—¿Qué relación ve entre el golpe del 63, la invasión de 1965 y la situación actual de dominación norteamericana en el país?
—Podemos decir que el golpe de 1963 produjo el levantamiento del 1965 y ese levantamiento fue la oportunidad para que los Estados Unidos tomaran posesión militar, política y económica de este país. Ahora, con la suficiente perspectiva histórica puede uno darse cuenta de que el país pasó a ser en abril de 1965 un territorio colonizado por los Estados Unidos en el cual ellos se propusieron, y lo han conseguido, sustituir la Cuba de Batista que perdieron al comenzar el año 1959.
—¿Cuál es su juicio sobre la incidencia que ha tenido ese proceso de dominación sobre el pueblo y las organizaciones políticas y sindicales del país? ¿Manifiesta el pueblo dominicano un rechazo a la dominación? ¿Qué posibilidades hay de que el país sea totalmente independiente?
—Con excepción de los partidos de izquierda, todavía la gran mayoría de los dominicanos no se ha dado cuenta de que hemos pasado a ser una colonia norteamericana más dependiente aún en el terreno político que Puerto Rico, que las Islas Vírgenes. Pero nosotros en el PLD estamos cumpliendo nuestro deber de ir creando conciencia de esa realidad y consideramos que nuestro trabajo va dando resultados positivos.
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Entrevista con Juan Bosch realizada por José Rafael SOSA. “¿Valió la pena el golpe de Estado contra Bosch? Bosch revela norteamericanos no querían derrocarlo sino convertirlo en muñeco manejado desde Embajada”
(La Noticia, Santo Domingo, 3 de octubre de 1982, pp.22-23 / p.25)
Tomado de la página del PLD: Obras Completas de Juan Bosch

El profesor Juan Bosch, ex-presidente de la República y presidente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), revela en esta entrevista importantes aspectos del golpe militar que lo depuso en 1963. Veamos pues:

—José Rafael Sosa (JRS): A su juicio, ¿cuáles son las repercusiones que en términos sociales y económicos ha tenido el golpe de Estado a través de la historia?
—Juan Bosch (JB): La pregunta abarca mucho y no en todos los terrenos porque le faltó referirse a los efectos políticos de aquel golpe de Estado; y como abarca mucho necesitaré de bastante espacio para responderla en forma detallada. Por de pronto, empiezo diciendo que en el orden político el golpe de Estado de 1963 tuvo consecuencias muy malas para Estados Unidos, y no digo que para el gobierno de Lyndon B. Johnson nada más porque el golpe fue dado bajo el de John F. Kennedy, si bien el de Johnson fue el que cargó más pesado en lo que toca al costoso desprestigio en que cayó Estados Unidos, y no solo su presidente, cuando lanzó 42 mil hombres a invadir la pequeña y débil República Dominicana con el pretexto de que nuestro país había caído en las garras de 51 comunistas.

Esa invasión militar, cuya justificación no ha aparecido todavía a pesar de que fue hecha hace 17 años y medio, fue el resultado político del golpe de Estado, y a mi juicio fue también la repercusión más importante del golpe; pero hay otras, que considero muy negativas para el país, como por ejemplo las de efectos económicos. Voy a referirme a algunas de ellas: en primer lugar, a la de la crisis eléctrica que venimos sufriendo desde hace unos 8 ó 10 años. Cuando fui electo presidente no me quedé aquí porque no podía perder tiempo y me fui a Inglaterra para negociar allí la electrificación de la presa de Tavera, la instalación de una planta eléctrica en Puerto Plata y la construcción de Valdesia como presa hidroeléctrica. Quise ir yo mismo para estar seguro de que nadie recibiría por la izquierda comisiones de las compras que hiciera el Gobierno. Yo estaba seguro de que era necesario dotar al país sin perder tiempo de un sistema eléctrico que pudiera cubrir todas las necesidades de energía que tendríamos para 1967, y estoy seguro hoy de que si el plan del gobierno de 1963 se hubiera seguido no estaríamos sufriendo de apagones como los que vemos todos los días y estaremos viendo largos años, quizás en todo lo que falta de este siglo.

Desde luego, mi viaje a Europa no se reducía a iniciar un plan de desarrollo eléctrico. Había que hacer también acueductos, y cuando se dio el golpe ya estaban distribuidas en las calles de la Capital las tuberías del acueducto de Santo Domingo así como ya estaba trabajándose en la electrificación de Tavera, y ya habían salido de España las Escuelas Laborales que iban a ser instaladas en todos los principales centros urbanos. Esas escuelas, que habían sido compradas con todas sus máquinas, como tornos y motores eléctricos, con herramientas y planos y material de estudio, contaban con su cuerpo de profesores españoles, y con ellas nos proponíamos enseñar oficios de tipo industrial a miles de dominicanos. De tales escuelas, varias se perdieron en los muelles de algunos puertos, entre los cuales recuerdo el de Barahona, y en Baní se instaló una, que es la de las Fuerzas Armadas. Las demás no pudieron usarse porque la AID se opuso alegando que los dominicanos que aprendieran a trabajar en las máquinas europeas iban a perder su tiempo porque aquí y en Estados Unidos no se usaban máquinas de esa procedencia.

Debo decir que otro tanto pasó con las tuberías del acueducto de la Capital. No sé cuál fue el argumento que se usó para sustituir esos tubos, que eran de acero hechos en Inglaterra, por otros norteamericanos que costaron, según se me dijo, el doble de lo que costaban los ingleses; y algo semejante ocurrió con la planta eléctrica que debía instalarse en Puerto Plata, cuya fabricación había comenzado en Inglaterra, no llegó nunca al país porque el Triunvirato derogó el contrato que el gobierno constitucional había hecho con la General Electric de Inglaterra, y una planta eléctrica no es cosa que se compra en una tienda como se compra un par de zapatos, tal como dije, según recuerdo, en abril de 1963, cuando informé al pueblo de los acuerdos que se habían hecho para ejecutar obras aquí, en el país.

Así pues, al desconocerse y descontinuarse los planes del Gobierno constitucional, se perdió un tiempo precioso; un tiempo de años que no pueden reponerse. Pero como estamos hablando de las repercusiones económicas del golpe de 1963, debemos referirnos a algo que me parece muy importante: algo sobre una refinería de petróleo. Sucedió que el gobierno del Consejo de Estado, que funcionó bajo la presidencia del Lic. Rafael Bonnelly, le dio a un griego de apellido Pappas una concesión para establecer en el país una refinería de petróleo, y ese Sr. Pappas le vendió la concesión a la Standard Oil. Cuando era candidato a la presidencia yo declaré varias veces que si era elegido presidente no reconocería lo que en relación con la futura refinería de petróleo había hecho el Consejo de Estado porque ese gobierno era provisorio y no podía comprometer al país para siempre ni en ese campo ni en ningún otro, pero menos aún en el de la energía, que era tan importante para todos los dominicanos, incluyendo entre ellos a los que estaban por nacer.

Cuando iba para Inglaterra pasé por Estados Unidos porque mi hijo Patricio vivía en South Bend, Indiana, cerca de Chicago, y allá nos fuimos doña Carmen y yo a verlo, y al volver a Nueva York encontré una invitación del presidente Kennedy para que lo visitara en Washington. Quiero que eso quede bien claro. Yo no fui a Estados Unidos a ver a Kennedy ni le pedí una entrevista; él fue quien me pidió que fuera a verlo en la Casa Blanca y habría sido una grosería de mi parte no hacerle honor a esa invitación. Cuando me despedía me preguntó él si había algo en que pudiera ayudarme y le dije que sólo en dos cosas; una, que antes de tomar alguna decisión que pudiera afectar a Cuba pidiera opinión a los gobernantes de la región, y mencioné a Rómulo Betancourt, a Luis Muñoz Marín y a mí mismo, y la otra, que me diera apoyo en el propósito de rechazar el traspaso de la concesión que Pappas le había vendido a la Standard Oil. Kennedy no respondió a la primera petición pero sí a la segunda diciéndome que podía contar con su ayuda.

Allí mismo, en Washington, recibí la visita de dos o tres personajes de la Standard Oil que quisieron tratarme el problema de la refinería, pero yo no les di pie para que lo hicieran; otro tanto sucedió en Londres, donde un jefe de la Shell quiso convencerme de que era un error mío no aceptar que la Standard montara y operara una refinería de petróleo en la República Dominicana y le respondí que yo tenía formada una decisión sobre ese asunto y que no iba a cambiarla de ninguna manera; y efectivamente, ya le había encomendado a una firma llamada Kellogg que hiciera un estudio para instalar una refinería en el país, pero sin decirle dónde debía ser establecida. Mi plan era que la refinería se estableciera en Barahona porque allí teníamos sal y yeso, ambos muy abundantes, y con derivados del petróleo, sal y yeso podíamos montar una industria química pesada cuya producción sería vendida principalmente en el exterior aunque aquí consumiríamos parte de esos productos, por ejemplo, cloro para los acueductos del país y para las fábricas de artículos de limpieza.

Debo aclarar que como el gobierno que iba a encabezar tenía que resolver un problema agudo de déficit de divisas, porque había un atraso de varios meses en el pago de las importaciones, para el país era muy importante aumentar el número y la cantidad de los productos nacionales que podían ser vendidos en el exterior, y para el momento en que había tomado la decisión de no aceptar que se le diera a la Standard Oil la concesión que esa compañía le había comprado a Pappas, yo no había tenido noticias de que en nuestro país había oro, el oro de Pueblo Viejo. Eso vine a saberlo en mi viaje a Europa, si bien todavía no podía estar seguro de que el oro de esa mina era abundante. Pero esa es otra historia de la que podríamos hablar en otra ocasión, no ahora.

Bueno, el caso es que para establecer una industria química pesada en Barahona el gobierno tenía que ser dueño de la refinería de petróleo, aunque de acuerdo con los conceptos que tenía yo en aquellos tiempos de lo que debía ser un gobierno progresista y responsable, una refinería de petróleo no podía estar en manos ajenas y mucho menos aún si esas manos eran extranjeras; y digo ahora, con el conocimiento de lo que vino a suceder cuando el petróleo pasó de costar 2 pesos con 70 centavos el barril a valer más de 32 pesos, que si la refinería petrolera (una verdadera refinería, no un alambique que es lo que tenemos ahora) hubiera sido propiedad del Estado; el gobierno dominicano, cualquier gobierno, habría podido llegar a acuerdos con países productores de petróleo, como por ejemplo Venezuela, para montar una empresa interestatal propiedad de la República Dominicana y del país que produjera el petróleo que nosotros consumiéramos, y otro sería hoy el precio de la gasolina y de los derivados petroleros que usamos los dominicanos.

Esa posibilidad también se perdió con el golpe de Estado de 1963, y de paso quiero decir que un Sr. Hunt, importante petrolero norteamericano independiente declaró dos o tres años después del golpe en una revista de su país cuyo nombre no recuerdo en este momento, pero que leí en su día, que él había sido el autor del derrocamiento del gobierno de 1963 y que lo había hecho porque yo era comunista, y aunque estoy seguro de que lo que él decía no había sido la verdad no tengo la menor duda de que el Sr. Hunt debe haber usado su influencia y su dinero en alguna maniobra destinada a tumbar el gobierno que me tocó presidir y es posible que la caída del gobierno coincidiera con sus gestiones y él estuviera convencido, cuando hizo su declaración, de que el golpe de Estado de 1963 fue obra suya. Ahora bien, lo que me parece estar fuera de duda es que si ese señor usó dinero y puso su influencia al servicio de la tarea de derrocar el gobierno que yo encabecé, es porque debió haber alguna relación entre su deseo o su necesidad de derrocar tal gobierno y mi resuelta oposición a aceptar que se le reconociera a la Standard Oil el derecho a comprar una concesión que se le había dado a determinada persona sin que el gobierno que se la dio tuviera derecho legítimo a comprometer el Estado dominicano en una donación de esa naturaleza. Y dicho todo esto creo que ya he respondido a tu primera pregunta. Vamos ahora a la segunda.
—JRS: ¿Podría Ud. explicarnos debido a qué no funcionó la estructura del PRD a raíz del golpe militar? ¿Por qué no pudo responder en defensa de su gobierno? ¿Qué pasó con esto?
—JB: Tú haces la pregunta pensando que el pueblo dominicano era en el año 1963 igual a como es en el 1982, y no había tal cosa. En 1963 el Pueblo no tenía la menor experiencia de vida política y para él un partido como el PRD era entonces una corriente de opinión pero no una organización. Los comités y subcomités figuraban en papeles nada más, incluyendo en ellos el Comité Ejecutivo Nacional, que era el organismo más alto del partido. Así, cuando se produjo el golpe de Estado ningún perredeísta sabía qué debía hacer, a quién dirigirse, qué actitud tomar.
—JRS: ¿Quiénes cree Ud. que fueron los culpables directos del golpe militar? ¿Quiénes prepararon la trama y la ejecución? ¿Qué papel jugó la Iglesia Católica en su derrocamiento? ¿Cree Ud. todavía que el general Imbert Barrera y Luis Amiama Tió no tuvieron nada que ver con el golpe? Sabemos que Ud. se negó a adquirir unos aviones Hawker Hunter valorados en 6 millones de dólares con la enorme comisión de 20 por ciento, que le había hecho la Aviación. ¿Contribuyó esto a su derrocamiento?
—JB: Yo he dicho varias veces que en política hay cosas que se ven y cosas que no se ven y que a menudo las que no se ven son más importantes que las que se ven, y la historia del golpe de Estado de 1963 es rica desde el punto de vista de las cosas que se ven como sus causas y de las que no se ven, y fueron sin embargo estas últimas las que produjeron la caída del gobierno.

A pesar de que he explicado más de una vez cuál fue la causa del golpe y quiénes fueron sus jefes, en el país hay una propensión a juzgar los hechos de manera superficial, esto es, por las cosas que se ven y no por las que no se ven, y la hay sobre todo en cuanto tenga relación con el golpe de Estado de 1963, y siguiendo esa propensión, la mayoría de la gente cree que las causas del golpe son las que salían en los periódicos de 1963, antes y después del golpe, no las que yo he denunciado. Antes del golpe aquí hubo mucha agitación, y en esa agitación jugaron un papel sobresaliente la Iglesia Católica, y sobre todo varios sacerdotes; algunos periodistas de prensa escrita y de radio y también extranjeros, como un tal Hal Hendrix, pero todo eso era aparente, o mejor digamos, apariencia, porque la fuerza que operaba en el fondo, esa no se veía, y no pude verla ni yo mismo debido a que estaba muy oculta: era realmente secreta.

Toda la propaganda que se hacía contra el Gobierno sobre la base de que yo era comunista o amparaba a los comunistas y la que anunciaba un golpe inminente tenía una sola razón de ser: debilitar al Gobierno para que cediera a las presiones políticas norteamericanas, a las mismas que me hacía el embajador John Bartlow Martin cuando me pedía que golpeara a la derecha y a la izquierda, y a esta última sacando del país a los comunistas. Eso está dicho en la colección de mentiras que escribió Martin en forma de libro, titulado en inglés Overtaken by Events y en español El destino dominicano. El plan no era derrocar el gobierno que yo presidía sino convertirme en un muñeco manejado desde la Embajada. A quien quería derrocar el gobierno de Kennedy era a François Duvalier, el presidente de Haití, y para eso también necesitaba hacer en República Dominicana lo que le diera la gana a la CIA o al Pentágono o la Casa Blanca, no lo que dispusiera el gobierno dominicano.

Ahí, en lo que acabo de decir, está la verdad de las causas del golpe de Estado de 1963. El gobierno norteamericano quería salir de Duvalier y lo que hizo fue tumbar el gobierno constitucional dominicano, de manera que yo puedo decir con una autoridad que no puede discutirme nadie, ni aquí ni en Estados Unidos, que a Kennedy y a sus más altos funcionarios públicos y secretos les salió el tiro por la culata; que le apuntaron a Duvalier y tumbaron a Juan Bosch. Pero ese no era el primer fracaso del gobierno de Estados Unidos en su política exterior y tampoco iba a ser el último. Su primer fracaso fue en Cuba, donde llevaron paso a paso a Fidel Castro a proclamar la revolución socialista; el segundo fue aquí, donde el derrocamiento del gobierno de 1963 condujo a la intervención militar de 1965, con la cual quedó al descubierto que para Estados Unidos no hay nada que merezca respeto, sobre todo en su trato con países débiles como era y es la República Dominicana; y los fracasos siguieron con Johnson en Vietnam, con Nixon en Vietnam y Cambodia, con Carter en Irán, y están a la vista ahora con Reagan en Europa, Centroamérica y el Medio Oriente.
—JRS: ¿Cuál fue su reacción cuando lo invitaron a renunciar como presidente de la República?
—JB: Eso no sucedió ni podía suceder porque la Constitución de 1963 decía que la renuncia del presidente de la República solo podía hacerse ante la Asamblea Nacional, o sea, ante los senadores y los diputados reunidos para el caso, y el golpe disolvió las dos cámaras, la de senadores y la de diputados.
—JRS: ¿Es cierto, profesor, que hubo un movimiento de oficiales jóvenes que le trató el tema del posible golpe y le ofreció respaldo?
—JB: No. En el mes de agosto estuvo a verme el teniente coronel Rafael Fernández Domínguez y me habló de la conveniencia de organizar a los oficiales constitucionalistas, que los había, según me afirmó, para enfrentar un golpe si, como se decía, daban uno, y yo lo autoricé a hacer lo que me proponía. Por cierto que el día 24 de septiembre, cuando tuve noticias de que el golpe era inminente, él estaba en Cotuí y lo mandé venir a la Capital. Tardó en llegar, pero me dio tiempo de decirle que tuviera listos a los oficiales constitucionalistas y que si se daba el golpe me cogerían en el Palacio Nacional porque yo no iba a asilarme en una Embajada ni cosa parecida sino que iría a Palacio a darle el frente a la situación. Lo que le dije entonces al coronel Fernández Domínguez, y de ello hay por lo menos un testigo vivo, fue que si tenía que tomar el palacio a fuego y sangre que lo hiciera sin tomar en cuenta lo que pudiera pasarme a mí porque había que dar un ejemplo; pero Fernández Domínguez no tuvo tiempo par organizar la reacción contra el golpe.
—JRS: ¿No cree Ud. que Ud. pudo evitar el golpe?
—JB: No podía evitarlo porque yo no era el jefe de las Fuerzas Armadas dominicanas. Lo era sólo en el papel, pues en realidad quien las comandaba era el jefe de la misión militar norteamericana, que para el 25 de septiembre de 1963 era el coronel Fritz Long. Long dio la orden de derrocar el gobierno y esa orden se cumplió en el acto.
—JRS: ¿Pero por qué la dio? ¿Fue por su negativa a reconocer la concesión de la refinería de petróleo a favor del Sr. Pappas y su venta a la Standard Oil?
—JB: No. Y por cierto debo decir que lo último que hice como presidente de la República fue enviarle al presidente mexicano López Mateos un cable pidiéndole que me enviara técnicos en refinería de petróleo, esa de que hablé antes, porque el sábado día 21 me habían llegado los planos de la refinería que me había enviado la firma Kellogg y quería que esos técnicos estudiaran los planos de la Kellogg. Pero digo que el asunto de la refinería no tuvo nada que ver con el golpe aunque es posible que la propaganda golpista que se haría en el país estuviera pagada por la Standard Oily por el Sr. Hunt. Insisto en afirmar que el golpe fue ordenado por la misión militar norteamericana para evitar que se hiciera pública la noticia de que las guerrillas que atacaban el territorio de Haití procedían de la República Dominicana, donde habían sido organizadas y mantenidas por el gobierno de Estados Unidos sin que yo lo supiera.

El conocimiento público e internacional de ese hecho, esto es, de la existencia en nuestro país de un campamento guerrillero haitiano que se mantenía a espaldas del presidente de la República pero con conocimiento del gobierno de Estados Unidos y también del de Haití, estaba llamado a producir un escándalo de proporciones enormes porque nunca se había dado un caso igual de abuso del poder de una gran potencia que usaba el territorio de un pequeño país amigo para atacar a otro país pequeño, todo eso hecho en secreto, como para darles la fuerza de los hechos a aquellas palabras de Martí: “En las sombras de la noche sólo trabaja el crimen”.
—JRS: ¿Fue el golpe de septiembre lo que lo llevó a no creer más en la democracia representativa?
—JB: No. El golpe me pareció a mí algo natural, especialmente porque aunque tenía mis sospechas de que en él hubo algo extraño, algo que no era sólo lo que se veía, tardé años en disponer de la información que me hacía falta para saber que detrás de los sucesos del 25 de septiembre estaba el poder de Estados Unidos. Lo que me llevó a mí a pensar que la democracia representativa no era el camino para resolver los problemas de un país como la República Dominicana fue la intervención militar de 1965. Esa intervención aplastó el movimiento revolucionario del 24 de abril de ese año, que se había hecho para reponer la Constitución de 1963, y yo, que aún después del golpe seguía creyendo en la tal democracia y en el liderazgo democrático de Estados Unidos, no podía esperar que el gobierno de ese país hiciera lo que hizo al invadirnos. Fue a partir de ese momento cuando empecé a estudiar a fondo la historia norteamericana y años después estudié a Marxy Engels. Lo que soy ahora es un producto no del golpe de Estado de 1963, sino de la intervención militar del 28 de abril de 1965.
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Entrevista a Felipe González y Juan Bosch. “Presidente de España y Juan Bosch dicen problemas Hispanoamérica no deben tener soluciones militares”
(El Sol, Santo Domingo, 23 de diciembre de 1989. p.10)]
Tomado de la página del PLD: Obras Completas de Juan Bosch

[Jesús Estévez: Los problemas de Hispanoamérica deben ser resueltos por la vía política, según lo comentaron el presidente del gobierno español, Felipe González, y el expresidente de la República Dominicana y candidato presidencial del PLD, profesor Juan Bosch. Esta noticia aparece en la edición de ayer viernes 22 de diciembre de 1989 del principal diario español, El País. Los comentarios del presidente González y del candidato presidencial Bosch se produjeron en una conversación que sostuvieron el pasado miércoles en el Palacio de la Moncloa. El texto del reportaje publicado ayer por el diario El País lo reproducimos íntegro para los lectores de El Sol]

Madrid.

La intervención de los marines en la República Dominicana en 1965 “no ha tenido el menor efecto positivo ni beneficioso para el país”, ha declarado a este periódico Juan Bosch, ex Presidente de dicho Estado caribeño, al referirse a la invasión norteamericana en Panamá, desencadenada el pasado miércoles. Bosch, candidato a la Presidencia por el Partido de la Liberación Dominicana con buenas posibilidades de vencer en las elecciones del próximo mes de mayo, finalizó ayer una visita a España en el curso de la cual mantuvo, el miércoles, un encuentro con el Presidente del Gobierno español, y con varios ministros de Gobierno.

Juan Bosch fue elegido Presidente de la República Dominicana en 1963 y derrocado pocos meses después por un golpe militar. Cuando otro movimiento castrense trataba de restaurar la normalidad constitucional y restituir a Bosch al frente del Estado, la administración norteamericana, que presidía entonces Lyndon Johnson, envió a la República Dominicana 40,000 marines que lo impidieron con la excusa de una presunta amenaza de que se instalaría en el país un régimen comunista.

Escritor autodidacta de 80 años, Bosch ha participado durante su estancia en la capital española, al margen de sus conversaciones políticas, en dos encuentros sobre su obra literaria —ha publicado más de 40 obras— celebrados en la Universidad Complutense y en el Ateneo de Madrid. Bosch figuró entre los candidatos para el Premio Cervantes, el Nobel de las letras españolas, propuesto por María Zambrano, la ganadora del premio Cervantes de 1989.

El mismo día que se produjo la invasión norteamericana de Panamá mantuvo un encuentro en Madrid con Felipe González. El conflicto del istmo centroamericano fue uno de los temas de la conversación. “El Presidente y yo comentamos el tema y me recordó que había expresado al presidente norteamericano, George Bush, en octubre, su opinión de que el problema debía ser resuelto por la vía política”.

Vía política, no militar.

Pregunta: ¿Comparte esa opinión?
Respuesta: La solución de los problemas que se presentan entre los Estados Unidos e Iberoamérica no deben solucionarse con la vía armada, con el recurso de la guerra, sino mediante acuerdos en el terreno político.
Pregunta: EE.UU afirma que su objetivo es establecer la legalidad democrática en Panamá…
Respuesta: Tenemos la experiencia de lo que sucedió en la República Dominicana cuando en 1965 Johnson dispuso que mi país fuera ocupado por las tropas norteamericanas. Esa ocupación militar no ha tenido, todavía hoy, 24 años después, el menor aspecto positivo y beneficioso para la República Dominicana. En 1965 intervinieron para impedir el regreso de un Gobierno Democrático que elaboró la Constitución más democrática que jamás ha conocido mi país. Solo sirvió (la invasión) para reforzar la posición de los militares que dieron el golpe de 1963 contra un régimen democrático.
Pregunta: Endara, considerado vencedor de las elecciones panameñas anuladas en mayo, ha sido alzado a la jefatura del Estado…
Respuesta: Esa es una función que no compete al Ejército de EE.UU.
Pregunta: Las encuestas le conceden grandes posibilidades de ganar las elecciones de su país que se celebrarán en mayo del próximo año. Los observadores apuntan que ello se debe a la división existente en las formaciones rivales.
Respuesta: La principal causa (del aumento de sus posibilidades electorales) hay que buscarla en la política del actual gobierno, que ha creado una brutal inflación. Actualmente hay una enorme crisis energética que afecta a todo el país. Hay días en que el fluido eléctrico falta durante más de 20 horas.
Pregunta: ¿Puede repetirse la historia de los años sesenta en la República Dominicana?
Respuesta: ¿Cómo se puede imaginar que en la República Dominicana había peligro de comunismo? Sin embargo, Johnson en 1965 envió más de 40,000 marines. Los hechos, no yo, han demostrado que la política que siguió Johnson era cualquier cosa menos política.
Pregunta: ¿Sigue Ud. manteniendo hoy su falta de fe en la democracia parlamentaria?
Respuesta: Sí, ¡cómo no! Y la prueba es lo que está pasando en la República Dominicana. ¿Por qué se está dando esa situación en mi país? Porque como no hay desarrollo económico tampoco lo hay político. Y a causa del escaso desarrollo político, los gobiernos adoptan tácticas auténticamente erradas. Y algo peor, inmorales. Y ahí está el caso de un ex presidente de la República, Jorge Blanco, que está siendo juzgado por los tribunales de justicia dominicanos. Hemos visto lo que ocurrió en su día en Chile, Brasil, Argentina o Uruguay, la Suiza de América, a donde también llegó la dictadura.
Pregunta: ¿Usted se define marxista…?
Respuesta: Pero no comunista. Me he definido marxista, pero no soy leninista y por tanto no comunista. El Partido Comunista Dominicano, que no ha dejado de atacarme durante años, ha llegado a llamarme fascista. (En este punto, sus colaboraciones comparan la situación de Bosch con el curso del PSOE, que reconoce el marxismo como método de trabajo. “Así lo recogen en sus estatutos, cosa que no hace el Partido de la Liberación Dominicana”, añaden).
Pregunta: A la luz de los acontecimientos en los países del Este, ¿puede hablarse de un entierro del marxismo, del socialismo?
Respuesta: En esos países ha habido un levantamiento del Pueblo contra la dictadura del proletariado. La dictadura del proletariado se estableció en Rusia para ejercerla contra la burguesía rusa. Y resulta que esa burguesía desapareció, pero la dictadura del proletariado continuó y pasó a ser una dictadura contra el pueblo soviético. Esto se aplicó a los demás países del Este que se llamaban a sí mismos comunistas, y hasta que Gorbachov aplicó la perestroika.
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Entrevista a Juan Bosch. Juan Bosch: "El futuro se llama Revolución"
[Emilio G. LOYGORRI y Juana BIARNÉS. Pueblo, Madrid, 14 de agosto de 1968, reproducida por ¡Ahora!, Nº 253, Santo Domingo, Publicaciones ¡Ahora!, 16 de septiembre de 1968, pp.28-29. Tomado de la página del PLD: Obras Completas de Juan Bosch]

Hay salitre en la brisa que mece las palmeras, los azahares y los olivos que rodean Villa Pirraco, a quinientos metros del mar, donde el paisaje es más “mediterráneo” que junto a los rascacielos modernos que escoltan el paseo marítimo. El cielo azul, la tierra seca sobre la que reina el olivo, las montañas recortadas al fondo, el sol implacable, se funden en una plástica perspectiva, testigo permanente de la historia de nuestra civilización. Apenas a esos quinientos metros, el confort, el “frigidaire”, el descapotable, la coca-cola y los bronceadores acampan en la “primera línea” de la playa. El contraste entre el bullicioso turismo y la calma tranquila nos dan el marco en el que trabaja el ilustre político dominicano don Juan Bosch. Veranea trabajando, trabaja más que veranea, y en su espíritu sereno, la quietud, la plasticidad y el silencio se funden para dar paso a la labor creadora. Hablar con don Juan es aprender, es asistir a un curso de historia, es sentir renacer viejas inquietudes, inquietudes soslayadas por el ritmo de vida trepidante que nos desplaza sin rumbo. En la actualidad prepara tres libros, El Caribe, frontera imperial, Historia de la composición social dominicana y la Tesis agraria del Partido.
—Trabajo intensamente. Tenga en cuenta que en algunas ocasiones hay que leer cinco libros antes de escribir una página. Las fuentes que utilizo son, en su mayoría españolas, si bien, dada la presencia en aguas del Caribe de los intereses de diversas potencias, he usado también fuentes francesas, inglesas, holandesas y danesas. Pero incluso para la Historia de la composición social dominicana, las fuentes españolas son sumamente útiles e interesantes.
Su documentación sobre las vicisitudes históricas de la zona del Caribe es abrumadora, los minutos se pasan volando hablando de este tema. Pero es el pasado. Nos aventuramos hacia el futuro.

—En cuanto historiador, ¿cómo ve el futuro de la República Dominicana?
—Bueno, no sólo el de la República Dominicana, sino el de muchas repúblicas sudamericanas: el futuro se llama revolución.
—¿De signo castrista?
—Sí, de signo castrista.
—¿Hasta qué punto el castrismo es definitivo?
—En la medida que son definitivos los hechos de la sociedad. El sistema capitalista no funciona en el tercer mundo porque hay muchas naciones que no tienen formadas burguesías nacionales. El fallo del capitalismo es el fallo de la burguesía. No se puede condenar a los pueblos a perecer. Los problemas de Iberoamérica se multiplican más rápidamente que las medidas que se dictan para resolverlos. Hay una inadecuación entre medios y problemas. Es, pues, necesario crear el Gobierno que equilibre los medios y los problemas.
—¿Conocía usted este “fallo” de la burguesía cuando estaba en el poder?
—No, no lo conocía.
—Y ahora que lo conoce, ¿cuál es su tesis política?
—La dictadura con respaldo popular. Concretamente, ésta es la tesis que voy a plantear en la República Dominicana.
—¿Vuelve?
—Sí. Ya es un hecho. Estaré aún en España seis meses, viajaré por Europa otros tres meses y luego regresaré a la República Dominicana.
Queríamos escindir el campo entre el historiador y el político, pero un historiador actual, incorporado a la política, con la convicción de una responsabilidad, no puede evitar el tema político. Hemos caído de lleno en él, casi con regodeo, paladeando posibilidades, contrastando pasados, porfiando porvenires.
—Entre el historiador o el teórico de un movimiento político y su dirigente, ¿qué conexión hay? ¿Quién tiene más valor ante la historia?
—Lo ideal es que se complementen. Ninguna idea sin realizador tiene valor. No obstante, a mi juicio, el realizador tiene mayor estatura histórica.
—El término revolución, ¿significa siempre derramamiento de sangre?
—Bueno, parece que debe ser así.
—Esta dictadura con respaldo popular que constituye su tesis,¿supone también revolución?
—Posiblemente.
—¿Qué es lo más difícil en política?
—Difícil en política no es nada y lo es todo. La política es una creación constante, un trabajo continuado. Lo importante —y aquí entra de nuevo el realizador— es aplicar una idea en el momento históricamente oportuno.
—El político ¿tiene una “madera” especial?
—Hay el gran político consciente y otro tipo cuyo valor político se manifiesta en el momento en que las circunstancias se desatan.
—Exactamente, la política, ¿es arte o ciencia?
—Arte. Y como tal necesita de una creación perpetua. Ahora bien, los políticos actuales requieren una preparación científica al tenor de los tiempos de cientifismo en que vivimos.
—El político, sea realizador, sea historiador o ensayista, ¿capta la proyección exacta de su realización?
—Sí. Sin lugar a dudas, aunque en ocasiones no logre alcanzar todos los matices de la proyección de su obra.
Esto nos lleva de nuevo al campo del pasado. Los nombres de Julio César, Alejandro, Carlos V, Colón… se asoman a nuestra charla como aguafuertes en claroscuro de Durero, con sus tintes de realismo y dramatismo. Surgen los nombres de Madariaga, de Toynbee, de Carlyle. Don Juan es “toynbeeano”, toda la teoría del reto y de las incitaciones desfila entre ejemplos y citas. El sol se ha puesto. El atardecer ha venido suavemente. Don Juan recibe la visita de doña Ángeles Tabares, viuda de Ricardo, dama ilustre dominicana. Le enseña el producto de su última escultura. Porque el Sr. Bosch como “hobby” modela y hace unas máscaras típicas dominicanas de vivo colorido de influencia negroide, máscaras rituales de increíbles y patéticas impresiones, rostros de pesadillas…
—Desde pequeño llevaba grabadas estas imágenes, pero nunca tuve tiempo de realizarlas. Ahora cuando no escribo o leo, me entretengo bien haciendo estas máscaras, bien modelando retratos.
Enciende un último cigarrillo. La luna empieza a asomar. Las cigarras cantan.
—¿Oyen? —nos dice.
Es casi nuestra despedida. Don Juan va a trabajar y nos parece que el silencio acogedor sólo debe ser roto por el canto de las cigarras, por el rasgueo de una pluma sobre el papel, por la voz de su esposa…

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Revista ¡Ahora entrevista a Bosch. Reencuentro de un líder con su pueblo
(¡Ahora!, Nº 337, Santo Domingo, Publicaciones ¡Ahora!, 27 de abril de 1970, pp.14-16 / pp.76-77)
Tomado de la página del PLD: Obras Completas de Juan Bosch

Entrevistar al profesor Juan Bosch tiene para la revista ¡Ahora! el carácter de una reunión cordial, más que el de una labor puramente profesional, ya que ha sido a través de estas páginas como el destacado intelectual dominicano ha hecho llegar al pueblo gran parte de sus trabajos sobre política y sociología durante los tres años y medio que duró su ausencia del país. Por eso, en vez de una entrevista sobre un tema determinado, este es un saludo de bienvenida y una conversación sobre diversos tópicos de actualidad nacional que giran, naturalmente, alrededor de la actividad que hoy absorbe por entero al ex presidente Bosch: la política.

Desde su llegada el día 16, y aun antes de entrar en contacto con la entusiasta multitud que acudió a recibirle, la prensa radial y escrita ha mantenido un virtual asedio del profesor Bosch, cuyo tiempo apenas alcanza para preparar sus alocuciones radiales, recibir a sus amigos y partidarios y estudiar la situación nacional con el comité político del Partido Revolucionario Dominicano, reunido en sesión permanente. Con todo, el asesor del partido blanco se da tiempo para visitar a sus amigos más queridos. Y es haciendo un alto en esa intensa actividad como el profesor Bosch dedica un rato a conversar con ¡Ahora!, comentando con su proverbial llaneza y sagacidad todos los temas que se le proponen: la Tesis de la Dictadura con respaldo popular, el eventual respaldo del PRD a alguno de los candidatos inscritos, los gobiernos militares en América Latina, el quinto aniversario de la Revolución de Abril…

Luce saludable, de buen color, más joven de lo que muestran las fotografías, y parece sentirse feliz entre los suyos, a quienes hace efusivas demostraciones de cariño. A través de las palabras del profesor Bosch se advierte que su gran preocupación sigue siendo el pueblo dominicano, para el que ha trabajado intensamente durante todo este tiempo en la preparación de ensayos, artículos y libros dirigidos a orientarlo políticamente. Su Tesis de la Dictadura con respaldo popular, actualmente sometida a estudio por el Partido Revolucionario Dominicano, que la adoptó como doctrina oficial en su VI Convención, es uno de los más discutidos textos políticos de los últimos tiempos. Y es precisamente explicar esa Tesis al pueblo dominicano una de las tareas que el profesor Bosch se ha propuesto al regresar a su tierra. A ese fin, desde el 21 de abril comenzaron a difundirse sus charlas dentro del espacio radial Tribuna Democrática que el PRD transmite a la una y media del día.

El tiempo pasado en el extranjero, durante el cual el profesor Bosch vivió en España y Francia y visitó diversos países de Europa, Asia y Sudeste Asiático, no le ha desvinculado en absoluto de la República Dominicana. Como siempre, se ha mantenido familiarizado con los menores detalles de lo que aquí acontece gracias a la atenta lectura de la prensa dominicana y a la nutrida correspondencia que ha venido sosteniendo con numerosas personas en este país. Si hay algo que lamentar en la intensa actividad que como político y escritor mantiene Bosch, es que esa tarea le absorbe en tal forma que no le queda tiempo para cultivar la literatura de ficción. Ya no escribe los cuentos que tan justa fama le proporcionaron, pero como espera vivir muchos años, quizá cuando se retire de la actividad política vuelva a escribirlos de nuevo. Ofrecemos a continuación a los lectores de ¡Ahora! el texto completo de la entrevista sostenida con el profesor Juan Bosch, a quien esta revista da la más cordial bienvenida al país.

—Profesor Bosch, ¿viene usted a quedarse definitivamente en el país?
—Sí, claro. Yo he venido a quedarme definitivamente, aunque en realidad no hay nada definitivo en la vida. Yo no sé si dentro de tres años, o dos años, o un año, tenga que hacer algún viaje, pero he venido con el propósito de quedarme.
—¿Cómo ha sido su reencuentro con su tierra?
—Yo no he tenido tiempo de ver la tierra. No puedo decir que haya tenido reencuentro con la tierra porque la gente no me ha dejado. Lo que he tenido es reencuentro con el pueblo, eso sí. Encuentro al Pueblo mucho más maduro, más despierto, más consciente, en el orden político y en el orden social, y muy deseoso y hasta en cierto sentido ansioso de aprender, de ser orientado debidamente.
—Y entre las personas allegadas a usted, personas que opinan y le comentan ¿ha encontrado algún cambio notable?
—Yo he encontrado en lo que aquí en Santo Domingo llamamos comúnmente las capas de la clase media de la sociedad una muy avanzada conciencia política, una muy clara visión de que es necesario hacer cambios trascendentales, cambios realmente serios en las estructuras de este país. Eso me ha impresionado mucho.
—¿Ha podido recorrer la ciudad?
—No he tenido tiempo de ver la ciudad. He salido a ver a algunos amigos, por los sitios habituales, pero no he tenido tiempo de recorrer la ciudad.
—Profesor Bosch, las palabras con que usted terminó su primera alocución radial a la ciudadanía han sido interpretadas en el sentido de que el PRD podría participar en las próximas elecciones apoyando a alguno de los candidatos inscritos. ¿Es correcta esa interpretación?
—No. El PRD no ha tomado hasta hoy sus decisiones, po-que estamos en sesión permanente. Nuestro propósito es solicitar la abstención de los perredeístas en las elecciones. Todavía eso no ha sido aprobado. Lo que ocurre es que una fuerza tan grande como el PRD tiene que ser tomada en cuenta por los demás, no se puede ignorar, ya que es la fuerza mayoritaria del país. No es que nosotros vayamos a votar por nadie, es que ellos tienen que tomarnos en cuenta a nosotros.
—¿Puede realmente esperarse que una fuerza mayoritaria, cuya intervención sería decisiva en el momento político que el país vive, contemple impasible como un candidato para ellos indeseable llega al poder?
—Yo no creo que estas elecciones van a ser limpias. Yo creo que aparecerán votos de vivos y de muertos en las urnas. Es decir, yo no creo en las elecciones. Son muy pocos los países de América Latina donde hay elecciones honestas, verdaderamente limpias, y esos son el caso de Chile y el de Venezuela. En Argentina, por ejemplo, el fraude es tradicional, lo mismo que en Colombia y en Brasil. En México, ya se sabe, puesto que no hay sino un solo partido.
—¿Por qué excluye Ud. a Costa Rica del grupo de países donde las elecciones son limpias?
—Porque en Costa Rica, donde las elecciones se habían hecho sin fraude, ha habido casos de fraude, y casos famosos. Por ejemplo, fue un fraude electoral lo que desató la revolución de 1948, y fue debido a un fraude electoral como perdió las elecciones hace cuatro años Daniel Oduber.
—¿Alcanzará ese convencimiento al pueblo dominicano como para imponerle la disciplina que sería necesaria para no votar en un momento como éste?
—Yo creo que el pueblo dominicano está ya bastante maduro para saber que no tiene nada que esperar del proceso electoral.
—Pero usted mismo mencionó, en declaraciones que reprodujo El Nacional, la posibilidad de que el PRD apoyara a un candidato con un programa mínimo…
—No, yo no dije eso. Yo dije que si hubiese habido un candidato (y hablaba en el pasado) que hubiera siquiera propuesto un programa tímido como ése, tal vez el PRD lo hubiera apoyado. Yo quería significar con aquello que a ninguno de los candidatos le pasó por la cabeza que el pueblo necesitaba un programa. Es decir, ellos estaban pensando en su atracción personal. Hay propagandas que se hacen incluso sobre lemas tan personales como éste: Fulano de Tal cumple lo que ofrece. Eso es señal de una concepción retrasada de lo que es la lucha política hoy. Aquí hay que contar con el pueblo y hay que ofrecerle al pueblo un programa, y no que una persona cumpla o no cumpla. Además de eso, hay que llevar a los hombres que se sabe por su seriedad, por su honestidad, por su reconocida solvencia pública, que van a cumplir y hacer cumplir ese programa.
—Entonces, aun si en el momento presente alguno de los candidatos inscritos ofreciera cumplir ese programa mínimo, con ciertas garantías, ¿ustedes no lo apoyarían?
—No, porque si lo enuncian, y ya lo han enunciado, el pueblo se da cuenta de que son oportunistas, que se han acordado de hablar después que yo hablé. Además, yo sabía que inmediatamente después de yo decidirlo iban inmediatamente a decir ellos que ofrecían eso mismo. Y dije eso para que el pueblo viera que ni siquiera puntos tan tímidos los habían tomado en cuenta los candidatos.
—Se menciona la posibilidad de una coalición entre los partidos de oposición que firmaron el acuerdo con el Dr. Balaguer, coalición que estaría encabezada por el padre Robles Toledano. ¿Qué opinión le merece esa posibilidad?
—Pues muy interesante, muy interesante, sumamente interesante. Yo quisiera saber quiénes son los autores de esa idea tan brillante, para saber a qué atenerme. Porque extraer a un sacerdote de su oficio religioso para sacarlo a la vida pública como presidente de la República es una idea brillante, tan brillante que me ciega.
—Profesor Bosch, si nada puede esperarse del proceso electoral, ¿cuál es el futuro que le espera a este país?
—Tenemos que transformar las estructuras de este país. Nosotros tenemos 125 años fracasando como sociedad organizada sobre la base de la llamada democracia representativa. Ya es demasiado tiempo de fracaso. Hay que cambiar las estructuras. Hay gente que se alarma con la idea del cambio, cuando el cambio es una ley de la vida. A mí lo que me parece alarmante es que la gente pretenda que las cosas no cambien. Todo cambia, absolutamente todo, hasta la piedra, que parece inmóvil. Y cambiará incluso el sistema solar. Ese sol que nos alumbra se apagará. Está en la naturaleza. De manera que el cambio es inevitable, quieran o no algunas personas. Se producirá cuando la conciencia del Pueblo haya crecido tanto que por donde quiera que un dominicano se mueva encontrará la demanda de esa transformación. El nivel de la voluntad de cambio irá subiendo, unas veces paulatinamente, otras más rápidamente, y entonces el cambio será inevitable.
—Usted ha declarado que uno de sus objetivos al regresar al países explicarle al pueblo la Tesis de la Dictadura con respaldo popular, y por lo tanto esperaremos sus palabras en ese sentido. Pero hay dos o tres preguntas que se vienen planteando desde que la Tesis se publicó, cuya respuesta nos gustaría conocer desde ahora. En primer lugar, ¿por qué llamó dictadura al sistema de gobierno que propone, sabiendo que ese nombre resentiría aún a muchos de los que puedan estar de acuerdo con el contenido de la Tesis?
—Eso depende del nivel social de las personas. Hay personas de nivel social mediano, hacia arriba, que rechazan la palabra dictadura, porque la identifican con la experiencia de la dictadura de Trujillo, o con la experiencia de otras dictaduras fuera de la República Dominicana. La masa del pueblo, no. La masa del pueblo no protesta por el nombre. El nombre de dictadura era necesario porque había que contraponer la tesis desde el primer momento y desde su nombre mismo a la concepción de la llamada democracia representativa. Una tesis política llamada a producir transformaciones reales en un país tiene que ser clara, cierta y franca. La gente tiene que saber a qué va. Va a una cosa que no es la llamada democracia representativa. Y así como la llamada democracia representativa no ha garantizado en ningún momento las libertades democráticas, la dictadura con respaldo popular tiene que hacer lo contrario, tiene que garantizarle al pueblo las libertades populares, no las llamadas libertades democráticas. Hay que convencer al pueblo de que eso es así. Y estoy seguro, porque conozco la sociedad dominicana, de que la mejor gente de esos estratos sociales de mediano o alto nivel que se resisten al título de la Tesis, seguirá al pueblo, porque eso ya nos pasó a nosotros en el año 1961. Cuando el PRD se negó a dejarse arrastrar por la idea de que todos los males de este país provenían de un hombre y de lo que se llamaba entonces restos del trujillismo, el PRD se dedicó a crear conciencia acerca de los problemas sociales de este país, que son la base de los problemas políticos. En esa ocasión, la llamada clase media dominicana, es decir, la pequeña burguesía en sus niveles mediano y alto fue muy antiperredeísta, violentamente antiperredeísta. Y, sin embargo, yo estaba seguro de que lo mejor de esa clase media dominicana, tan pronto se convenciera de que nosotros teníamos la razón, iba a entrar en el Partido Revolucionario Dominicano e iba a colaborar con nosotros y así sucedió. Tardó, pero sucedió. Esos sectores sociales vinieron a darse cuenta de lo que era el PRD y de lo que el PRD significaba como elemento transformador y garantizador de las libertades públicas en este país después del golpe de Estado que nos echó del poder el 25 de septiembre de 1963. Es a partir de entonces cuando el PRD ha venido cobrando importancia en esas zonas sociales, que es donde está la gente con mejor preparación, con mayor capacidad para servir en un equipo de gobierno y en la dirección de un partido. Eso sucederá también ahora con la Tesis de la Dictadura con respaldo popular porque, a fin de cuentas, no son las palabras lo que determina el destino de una tesis o de una persona, a pesar de lo importante que es la semántica. Si yo saco a un balcón ante el público un asno, y digo: “Esta bella mujer rubia de ojos azules que ustedes están viendo aquí…” el público se quedará pensando que yo estoy loco, porque ellos están viendo un asno. Lo que determina el destino de una tesis es el conocimiento de esa tesis. Pero en la historia de la humanidad siempre ha dado trabajo convencer a la gente de lo que le conviene. Ahora yo estoy dispuesto a realizar ese trabajo, a dedicar a ello todo el tiempo que sea necesario, porque creo que es mi deber, y lo que yo tengo que aportar a mi partido y a la República Dominicana.
—Entre los países que usted ha visitado, ¿hay alguno cuyo gobierno tenga similitud con lo que podría ser un gobierno de dictadura con respaldo popular?
—Sí. Hay uno que tiene muchas similitudes, que es el de Vietnam del Norte, pero que no es exactamente igual. En Vietnam del Norte hay una alianza de los sectores sociales de toda índole, lo mismo sectores productores como los campesinos y trabajadores que sectores religiosos como los budistas (hay dos o tres tipos de budismo en Vietnam), que sectores sociales, como los antiguos mandarines, como sectores políticos. Yo he asistido en Vietnam a reuniones donde ha estado presente el partido socialista, que es un partido similar al partido socialista francés, es decir, no comunista sino democrático, junto con los representantes de mandarines (los viejos sectores de la sociedad), con comunistas, con representantes del partido de los trabajadores de Vietnam, y con campesinos. Desde luego, el caso de Vietnam es distinto, porque Vietnam está en guerra, y como país atacado tiene que tener una actitud militante. Pero aunque no es igual, y no puede ser igual porque la sociedad asiática tiene sus tradiciones, sus hábitos y sus costumbres y su pasado distinto a nosotros, es lo que más se parece a la dictadura con respaldo popular. Allí hay un gobierno en el que están representados absolutamente todos los sectores del país.
—¿Qué tipo de elecciones podrían celebrarse en un sistema de dictadura con respaldo popular, y cómo las elecciones entre determinados grupos (como el de la prensa, que usted ha mencionado específicamente en una de sus charlas) podrían proyectarse a nivel nacional?
—Las elecciones tienen que proyectarse a toda la nación aún siendo elecciones particulares, porque todos los grupos tienen que escoger su representante en el seno del Gobierno, y la presencia de ese representante allí afecta la vida del gobierno. Esto se refiere a todas las actividades del país. Es dictadura porque no puede haber cambio de gobierno, a la manera que se conoce en este sistema nuestro cada cuatro años, cada cinco años, cada ocho años. Tiene que haber cambio de funciones cada vez que, a juicio de sus representados, los funcionarios no cumplan debidamente su papel. Pero el Gobierno tiene que tener continuidad, hasta tanto llegue la hora de elaborar una constitución que determine cada cuanto tiempo debe transformarse el Gobierno.
—¿Quiere decir eso que la dictadura con respaldo popular funcionaría en un principio sin una carta constitutiva?
—No. Es un concepto completamente distinto. La carta constitutiva que nosotros concebimos ahora, que es exclusivamente política, no le garantiza a nadie que un diputado, un senador, un síndico, o un presidente de la República elegido por el pueblo van a cumplir el programa que le ofrecieron al pueblo, o van a satisfacer de verdad las demandas de sus electores. Un diputado es elegido por cuatro años, y si no quiere ir a la Cámara nunca en esos cuatro años no irá y siempre cobrará su sueldo. Al fin, no está representando a nadie ni está defendiendo a nadie.
—En la Tesis de la Dictadura con respaldo popular usted señaló la excepción que significaba el Gobierno Militar de Perú, esperando que el tiempo permitiera formular un juicio definitivo sobre el mismo. Después se produjo el golpe militar de Bolivia, y el gobierno de ese país está siguiendo en algunos aspectos el camino trazado por Perú. ¿Ha pasado ya tiempo suficiente como para que usted diga si cree que esa clase de gobiernos militares puede resolver eficazmente los problemas de América Latina? ¿Advierte usted realmente una nueva mentalidad en los militares de esos países?
—Hay evidentemente una nueva mentalidad, pero yo no creo que todavía la actuación de los gobiernos del Perú y de Bolivia haya llegado a un límite que permite decirnos claramente si esos gobiernos van a resolver los problemas nacionales, porque se titubea. Y se titubea a causa de las presiones internas y externas. Por ejemplo, al mismo tiempo que el Gobierno de Perú hace una reforma agraria muy importante, y que parece que al proyectarse en su realización es todavía mucho más importante, negocia el contrato de Cuajone, que mantiene presente allí al capital norteamericano y por tanto mantiene presente dentro del Perú un poder económico y político superior al de la Junta de Gobierno. Creo que en el Perú como en Bolivia, se está tratando de llegar a un régimen que se puede parecer en el porvenir, cuando se desarrolle, a la dictadura con respaldo popular, pero que se está haciendo instintivamente, no con una base realmente clara y una apreciación científica. Esperemos otros golpes similares en América, y en países tal vez más importantes, y veamos si esos golpes llevarán al movimiento más allá todavía.
—Precisamente la prensa dominicana ha reproducido declaraciones del senador Fulbright a una revista norteamericana donde él menciona la posibilidad de un golpe de Estado militar en los Estados Unidos…
—Bueno, pero ese sería un típico golpe militar de extrema derecha, un golpe pentagonista. Con lo de Perú y Bolivia debemos esperar acontecimientos en otros países de América Latina. Porque no es que yo me haya sentado a elaborar una tesis política porque me dio la gana, o porque me la saqué de la cabeza, sino porque cientos de miles de hombres en América Latina están pensando en que la práctica a lo largo de más de un siglo ha probado que el sistema de la democracia representativa no funciona. Y no funciona en la República Dominicana, pero tampoco funciona en el Perú, ni en la Argentina, ni en el Brasil, ni en Ecuador, ni en Bolivia, y es necesario buscar una solución para esto. Yo he elaborado este pensamiento (deben juzgarlo otros y no yo) en una forma más o menos metódica. Pero otros actúan antes de elaborar la idea y toman el poder, tal como ha ocurrido en el Perú, y eso sucederá a lo largo de América Latina porque simplemente el molde de la democracia representativa ya no nos sirve. Hay más de cien millones de personas en América Latina pasando hambre todos los días, y esas cifras son escandalosas… Hay que transformar el sistema.
—¿Qué papel atribuye usted a las nuevas corrientes de la iglesia en el proceso de cambio?
—También los sacerdotes se dan cuenta de que el sistema actual ya no funciona, no da frutos. O da frutos para una muy pequeña minoría, pero para que esa pequeña minoría pueda beneficiarse tiene que mantener un régimen de violencia sobre la mayoría de la población. Y no es posible mantener a la mayoría de la población de América Latina bajo un régimen de violencia, porque eso se tolera un año, dos años, catorce años… pero al fin surge un estallido. Lo que sorprende es que ambos, militares e iglesia, que han sido sectores retardatarios en el desarrollo de América Latina, contribuyan al cambio. Si los militares y la iglesia, que han sido sectores retardatarios, se han hecho cargo de que es necesario hacer los cambios, ¿cómo un hombre como yo, un político y un escritor, no me voy a hacer cargo? Si ellos lo han comprendido, ¿por qué no lo voy a comprender yo? Y si ellos lo han comprendido, ¿por qué la porción más progresista, más inteligente, más sensible del pueblo dominicano no lo va a comprender? Es inevitable. El cambio no se hace por la voluntad de los hombres, sino por la necesidad de los hombres. Los hombres necesitan el cambio para sobrevivir, para que sus hijos se eduquen, para que no se les mueran en un rancho, para que no se tuberculicen cuando sean jóvenes. Hay que hacer el cambio. Es inevitable.
—En este quinto aniversario de la Revolución de Abril, ¿cuál es, a su modo de ver, la principal experiencia que el pueblo dominicano ha derivado de la Revolución en sí y de los acontecimientos que ese hecho desencadenó?
—Yo creo que la experiencia más importante en lo que podríamos calificar la parte políticamente activa de la masa del pueblo es el hecho de que los Estados Unidos nos estaban engañando. Se presentaban ante el pueblo como los campeones de la democracia, y no eran los campeones de la democracia, eran los defensores de la oligarquía, es decir, de los enemigos del Pueblo, de los que explotan al Pueblo. La Revolución dominicana puso eso al desnudo no solamente ante Santo Domingo, sino ante toda América. Hace diez o doce años yo era una de las personas que cuando un comunista me hablaba del imperialismo americano yo decía que dónde estaba el imperialismo, que ellos habían dejado desde hacía muchos años de enviar tropas a cualquier país de la América Latina. Pero ahora yo no puedo decir esto, porque ellos enviaron sus tropas a Santo Domingo. Y ningún joven de la América Latina de los que ahora tienen 20 años, que cuando la revolución tenían 15, dirá eso en el resto de su vida, porque durante el resto de su vida recordará que los norteamericanos invadieron a la República Dominicana para evitar que aquí se estableciera un régimen democrático. No sólo para Santo Domingo,sino para toda América Latina ha sido muy importante la revolución dominicana. Tan importante que, en cierto sentido, los acontecimientos de Perú y Bolivia están vinculados a la experiencia dominicana.
—¿Cuáles serían los nexos entre esos acontecimientos?
—Esos militares vieron que los norteamericanos eran capaces de desembarcar sus tropas para evitar cambios en nuestros países y decidieron actuar con energía y decisión, para enfrentarse con los norteamericanos en cualquier terreno. El general Juan Velasco Alvarado lo declaró a un periodista de Le Monde en Francia cuando dijo: “Si ellos quieren enviar sus tropas hasta el Perú como lo hicieron en la República Dominicana, que vengan, que nosotros hemos aprendido la lección de Santo Domingo y estamos listos para lo que sea”.
—¿En qué forma podría aprovechar el pueblo dominicano esa experiencia para actuar en la hora presente?
—A veces, los productos históricos de un acontecimiento cualquiera no se ven inmediatamente. Se necesita cierto tiempo para que los pueblos puedan clarificar ideas en relación con una experiencia determinada. Yo he encontrado al volver a Santo Domingo un respeto muy extendido entre la clase media, no solamente intelectual sino inclusive económica (pequeña burguesía económica, mediana y alta) por la Revolución de Abril de 1965. Al fin y a la postre, esa revolución es un bien de todos los dominicanos, y aquellos cuyos hijos tenían quince años y estaban contra la revolución están siendo conducidos ahora por sus hijos de veinte años a reconocer el aspecto positivo de la Revolución. Ese es un fenómeno de transformación, y yo lo he visto personalmente en muchos casos durante mi actividad política en este país. Recuerdo perfectamente a un matrimonio de San Francisco de Macorís que no era perredeísta, sino cívico, y a quien su hijito de cinco años convirtió en perredeísta, porque el niño quería oír lo que yo hablaba por el radio todos los días, y si le cerraban el radio el niño se disgustaba. Como había que dejarle que abriera el radio todos los días, los padres se pusieron por fuerza a oír lo que yo decía, y acabaron siendo perredeístas. Las nuevas generaciones vienen empujando, y en este país, que es el que tiene el más alto índice de nacimientos de toda América Latina, empujan mucho más deprisa.
—¿Ha seguido usted escribiendo literatura, simultáneamente con su extensa producción de obras sobre política y sociología?
—No puedo, no puedo… Lo que hago es leer literatura, porque ya no puedo escribirla, no me lo permiten las circunstancias. La verdad es que el papel de líder es muy duro, y uno tiene que entregarse completa y totalmente a las necesidades del Pueblo y del Partido. De manera que si yo ahora me sentara a escribir un cuento, me parecería que estoy faltando a mi deber con el pueblo, porque lo que tengo que escribir es un artículo, o un ensayo, o un estudio, para tratar de orientarlo políticamente. Ahora, como yo espero vivir muchos años, cuando yo me retire de la actividad política probablemente escriba cuentos otra vez.
—Los lectores de ¡Ahora! son los que quizá han mantenido un contacto más directo con usted durante su ausencia, ya que en esta revista se han publicado gran parte de sus trabajos. ¿Tiene usted algún mensaje para ellos?
—No tengo más que darles las gracias a aquellos que me leen, y a la revista darle las gracias también por la acogida que me da.
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Entrevista con el profesor Juan Bosch. Emma TAVÁREZ JUSTO
(¡Ahora!, No 497, Santo Domingo, Publicaciones ¡Ahora! 21 de mayo de 1973, pp.30-32 / p.32A)
Tomado de la página del PLD: Obras Completas de Juan Bosch

Con la muerte del coronel Caamaño, desaparece un líder de masas, comprometido sinceramente en la acción por transformar el destino de su pueblo pero sacrificado inútilmente en un intento sin perspectiva alguna de triunfo militar. Representativo de las inquietudes que sacuden con fuerza a los sectores militares de América Latina, su pérdida es doblemente dolorosa cuando un Velasco Alvarado en Perú y un Omar Torrijos en Panamá, reclaman lugar en la historia abriendo, bajo la garantía de sus armas, nuevas vías para la solución de sus problemas nacionales.

El fracaso de la acción guerrillera de playa Caracoles cargó ajenas responsabilidades al PRD y la prematura ausencia de Caamaño deja al otro líder, Bosch, enfrentado a nuevos y más complejos compromisos, cuyos aciertos y equivocaciones en la táctica política del pasado y del futuro pesan intensamente en todo el movimiento democrático, haciendo más difícil el esfuerzo por salidas más justas a los problemas de nuestro país. Un elemento de gran significación dentro de esas nuevas responsabilidades que Bosch hoy ya afronta es la crisis interna del PRD. Las diferencias existentes entre el profesor Bosch y Peña Gómez, figuras principales del mayor partido de oposición, constituyen el acontecimiento político que más comentarios ha provocado y más sorpresa y confusión ha generado en la opinión pública. Los aspectos centrales de esas diferencias no han sido explicados con claridad por ambos, ni las causas sociales, políticas e ideológicas de las mismas. Lo manifiesto es que hay divergencias en las relaciones de los dos dirigentes máximos del PRD que tocan problemas tácticos y organizativos, que han abierto brechas más hondas que en el 1970. Respondiendo a algunas preguntas de un cuestionario que le sometiéramos, el profesor Bosch afirmó, refiriéndose a las diferencias existentes, que las mismas “son menos profundas de lo que algunos se creen, pero a la vez más complejas de lo que el Dr. Peña Gómez piensa, pues se trata de diferencias aparentemente tácticas, y sin embargo son también ideológicas”.

Para conocer la opinión autorizada del Prof. Bosch sobre ese y otros problemas de actualidad nacional, a continuación sus respuestas.
—¿A qué atribuye usted el fracaso del movimiento guerrillero encabezado por el coronel Caamaño Deñó?
—A varias causas, una de ellas que en los últimos 57 años el pueblo dominicano ha conocido varios movimientos guerrilleros fracasados: los de los llamados gavilleros del Este contra los yanquis, el de Toribio Bencosme, el de Desiderio Arias, el de Pachulo Álvarez, Virgilio Mainardi y los Perozo, el del 14 de junio de 1959, todos estos contra Trujillo, y el del Movimiento 14 de Junio de 1963 contra el Triunvirato. Después de 1916, la tradición guerrillera dominicana se hizo negativa. Pero además de eso, la clase social más atrasada del país es la campesina y un movimiento guerrillero, que es un hecho eminentemente político, no puede apoyarse en una clase que no tenga un alto desarrollo político.
—Prof. Bosch, a su juicio, ¿por qué la muerte del coronel Caamaño no produjo una conmoción nacional?
—Primero, porque el hecho mismo de que se presentara con una guerrilla, además excesivamente débil por su número, en una zona campesina aislada, produjo la impresión de que estaba perdido de antemano, y los pueblos no siguen los movimientos que no les aseguran de entrada la victoria. Por otra parte, eso mismo que acabo de decir influyó para que nadie creyera que era Caamaño quien se había internado en las lomas de Ocoa. El Dr. Peña Gómez dice que él aseguró que era Caamaño (y lo hizo el mismo día que se dio la noticia de la muerte del héroe de Abril) porque lo oía en Radio Habana, ¿pero cuántos dominicanos oyen Radio Habana? En realidad, el pueblo vino a darse cuenta de que la guerrilla estaba encabezada por el coronel Caamaño cuando se dio la noticia de su muerte.
—Prof. Bosch, ¿hay diferencias políticas profundas en los motivos que han llevado al Dr. Peña Gómez a renunciar de la Secretaría General del PRD?
—Naturalmente que las hay. Son menos profundas de lo que algunos creen, pero a la vez son más complejas de lo que el Dr. Peña Gómez piensa, pues se trata de diferencias aparentemente tácticas, y sin embargo son también ideológicas. Cuando el Dr. Peña Gómez se lanza contra la Comisión Permanente del Comité Ejecutivo Nacional está lanzándose contra toda la organización del Partido y resulta que la organización del Partido tiene su base en razones ideológicas. La gente se organiza para hacer cosas concretas; por ejemplo, cuando se organiza para jugar pelota tienen que reunirse 12 hombres, entre los cuales uno, por lo menos, jugará de pitcher, otro de quécher, otro de primera base, y así hasta llegar a los relevos. Cuando el Partido tenía como único fin ir a las elecciones, teníamos un tipo de organización, pero ahora tenemos otra, y el que la combate está combatiendo de hecho y en el fondo la posición ideológica del Partido. Para mí resulta asombroso que el Dr. Peña Gómez no se dé cuenta de eso, pero lo cierto es que no se da cuenta de ello. Su lucha contra la existencia de la Comisión Permanente, que él achaca a causas personales (a que, a su juicio, sus miembros son sus enemigos dentro del Partido, lo cual es totalmente incierto), es en realidad una lucha para que se mantenga en función la vieja organización caudillista y desaparezca la nueva organización basada en la dirección colectiva del Partido. Así, pues, las diferencias que el Dr. Peña Gómez tiene con el Partido no son superficiales. Pero fíjese que digo “con el Partido”, no conmigo.
—¿Cuáles son las razones que han motivado la suspensión de diversos miembros del Comité Ejecutivo Nacional y del Comité del Distrito del PRD?
—Las mismas, en cierta medida; esto es, la lucha entre lo viejo y lo nuevo; entre la vieja organización y la vieja política y la vieja posición ideológica del PRD contra la nueva organización y la nueva política y la nueva posición ideológica. Hay compañeros que no han querido o no han podido amoldarse a las nuevas ideas y la Comisión Permanente tuvo que suspenderlos. Quiero aprovechar la ocasión para decir por segunda vez que entre suspensión y expulsión hay una diferencia grande, pero algunos periodistas confundieron las dos palabras y hablaron de expulsiones dentro del PRD. La Comisión Permanente no tiene facultad para expulsar a nadie, aunque puede recomendar que una persona sea expulsada. Pero la expulsión tiene que hacerla la Comisión Nacional de Disciplina, no la Comisión Permanente. La Comisión Permanente recomendó la expulsión de una sola persona y la suspensión en sus funciones de algunos miembros del Comité del Distrito Nacional y de tres miembros del Comité Ejecutivo Nacional; uno, el Prof. Casimiro Castro, por actividades políticas no autorizadas, y los otros dos, el Dr. Franco Badía y el Lic. Jacobo Majluta por haber hecho declaraciones ofensivas contra la Comisión Permanente y sus miembros. Al salir de la clandestinidad dije, y lo repito, hoy, que las suspensiones acordadas por la Comisión Permanente son legales porque fueron hechas por cuatro miembros de un organismo de siete; es decir, que fueron el producto de una mayoría democrática del organismo. Pero al mismo tiempo dije entonces y repito ahora que todos los acuerdos de la Comisión Permanente están sujetos a ser aprobados o rechazados por el Comité Ejecutivo Nacional, y los afectados por las suspensiones debieron esperar la reunión del Comité Ejecutivo Nacional para reclamar lo que creyeran que debían reclamar en vez de violar los Estatutos del Partido lanzándose a hacer declaraciones públicas ofensivas para la Comisión Permanente.
—¿Cuál es su opinión sobre la situación política nacional?
—Era mala y confusa cuando se produjo el desembarco de Caracoles, pero es peor y más oscura después del aplastamiento de la guerrilla; y permítame explicarle por qué. En los procesos revolucionarios, que pueden ser muy largos, de muchos años, los sectores revolucionarios dependen todos unos de otros, los chiquitos de los grandes y los grandes de los chiquitos; y dependen mutuamente unos de otros aunque sean enemigos mortales, aunque vivan comiéndose entre sí. Esa estrecha dependencia mutua se ve mejor cuando uno de ellos triunfa; pues aunque sea un grupo pequeño, todos los demás avanzan junto con él. Eso fue lo que pasó en Cuba. El 26 de Julio era el grupo más pequeño y el de más reciente formación, y sin embargo su victoria sobre Batista y el imperialismo llevó al poder a todo el movimiento revolucionario e hizo avanzar en el resto de América a todos los partidos y grupos revolucionarios. Pero en la misma medida ocurre lo contrario cuando un grupo, por pequeño que sea, fracasa o es aplastado, y eso podemos verlo aquí después de la aniquilación del grupo del coronel Caamaño, que era pequeño, pero muy importante dada la figura que lo encabezaba. El aplastamiento de la guerrilla ha permitido que el Gobierno, que estaba a la defensiva ante el avance firme del movimiento oposicionista, tomara la ofensiva, que dirigió sobre todo contra el PRD. El PRD fue la víctima de la ofensiva gubernamental, así como la guerrilla fue la víctima de la ofensiva militar. Al caernos encima el peso del gobierno, la Comisión Permanente tuvo que tomar medidas contra seis o siete compañeros que por no aceptar el nuevo tipo de organización del Partido no respondieron a las exigencias de la ofensiva gubernamental tal como debieron hacerlo, y entonces algunos periodistas armaron el escándalo hablando de “la profunda crisis que sacude al PRD”, cuando lo cierto y verdadero es que no había tal crisis ni profunda ni superficial, porque una crisis nace de las entrañas del Partido, no de los requerimientos o exigencias impuestos por una fuerza exterior, como era, en este caso, la persecución del Gobierno. Crisis fue la del año 1970, cuando sacamos del Partido a mucha gente, a muchísima más de la que pensaron entonces los periodistas, y entonces nadie habló de “crisis profunda que sacude al PRD”. En esa ocasión la mayor parte de los que fueron sacados y suspendidos en sus funciones lo fueron por razones internas del PRD, y eso sí era una crisis, una crisis real y seria, de la cual salió el Partido fortalecido, como saldrá del episodio actual. Pero volviendo a la pregunta: La situación política nacional es realmente grave. Su gravedad puede medirse por el resurgimiento de las deportaciones y en general de todas las medidas de absoluta ilegalidad en que ha estado viviendo este gobierno, y en la actitud de la gente que debería luchar aquí ahora, no después, por la defensa de sus propios intereses; por ejemplo, la defensa de las libertades públicas, la libertad de expresión, el derecho a la vida y a la dignidad humana. El Dr. Balaguer está en franca campaña reeleccionista, y la reelección del Dr. Balaguer significa que este régimen de arbitrariedades, este gobierno “medalaganario” durará mientras el Dr. Balaguer tenga vida. Por el lado revolucionario, hay quienes no se dan cuenta de que no estamos en una etapa revolucionaria sino política, y por el otro lado hay gentes que están luchando por el poder y no alcanzan a darse cuenta de que este no es el momento de luchar por el poder sino por el país, y todo el que se equivoque se quedará sin el poder y sin el país. Nosotros, en el PRD, vamos a sostener la lucha sin tregua por establecer en la República Dominicana un gobierno que se respete a sí mismo, respete al Pueblo, respete la soberanía nacional y los derechos humanos, pero no estamos pensando, ni por asomo, en un gobierno perredeísta, porque esta es la hora, lo repito, de luchar por el país, no por el poder; y ay del que se equivoque, porque la historia le cobrará el error, y se lo cobrará muy caro.
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¡Ahora entrevista a Juan Bosch. Habla el profesor Juan Bosch acerca de Sacha Volman
(¡Ahora!, No 1007, Santo Domingo, Publicaciones ¡Ahora! 14 de marzo de 1983, p.14)
Tomado de la página del PLD: Obras Completas de Juan Bosch

“Yo no creí nunca que Sacha Volman era miembro de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y entiendo que tampoco lo creyeron los guardias y los policías dominicanos”, respondió el profesor Juan Bosch al ser cuestionado por ¡Ahora! con relación a la declaración ofrecida por Volman a esta revista. Sacha Volman entregó una extensa declaración en la que explica su relación con el profesor Bosch, con el Partido Revolucionario Dominicano, con el gobierno de Bosch de 1963; con el presidente norteamericano John Kennedy, con Claudio Caamaño, con el Dr. José Francisco Peña Gómez y su intervención en la crisis originada por el desembarco guerrillero encabezado por el coronel Francisco A. Caamaño Deñó, en 1973. Esa declaración se publica completa en otro lugar de esta edición. Al profesor Bosch se le preguntaron tres aspectos de la declaración de Volman, a seguidas se ofrecen las preguntas y las respuestas del presidente del Partido de la Liberación Dominicana:

Pregunta: Sacha Volman dice que durante la Guerra de Abril de 1965 usted lo llamaba cada 15 minutos para saber si él (Volman) había hablado con autoridades norteamericanas para que detuvieran el bombardeo de las tropas de ocupación contra los constitucionalistas.
Respuesta: Yo no lo llamé a él cada 15 minutos. Yo llamé a varias personas entre ellas a él. Incluso llamé a funcionarios de la Casa Blanca y a las Naciones Unidas, a representantes de países a quienes yo conocía, con quienes yo mantenía relaciones. Traté de movilizar a cuanta persona en los Estados Unidos pudiera ser útil en ponerles un alto al bombardeo de que estaba siendo objeto la capital de la República. De aquí de la capital recibía llamadas pidiéndome que hiciera lo posible por conseguir que se descontinuara el bombardeo. La última de esas llamadas fue una de Antonio Guzmán.
Pregunta: Sacha Volman dice que usted lo mandó a buscar a Benidorm con dinero que envió a través del Dr. Jottin Cury a Roberto Fernández, en Nueva York, y cuando él (Volman) viajó a España, usted le comunicó que el coronel Francisco Caamaño Deñó había viajado a Cuba y que informara a los oficiales constitucionalistas en Nueva York de esa situación; alega que usted fue quien primero le informó sobre el viaje de Caamaño.
Respuesta: El viaje de Caamaño a Cuba, que se hizo desde Bélgica u Holanda, detalle que no recuerdo, era de conocimiento de las agencias de espionaje, o de la agencia de espionaje norteamericana llamada la
CIA, porque un informador de la CIA, por cierto de apellido Castro, que trabajaba en la embajada cubana en París, fue quien hizo los arreglos para que Caamaño tomara el avión que debía conducirlo a Checoslovaquia. Yo lo supe por una visita que llegó de Valencia a llevarme un mensaje suyo. Esa visita era una joven dominicana que desde hacía algún tiempo estaba viviendo en España. Cuando Caamaño salió de Benidorm hacia Madrid fue a despedirse de mí, última ocasión en que lo vi, no me dio ni siquiera a entender que iba a salir de Europa y mucho menos que se iba hacia Cuba. Lo que me preocupó del viaje de Caamaño, era que lo conocieron los oficiales constitucionalistas que estaban en Nueva York porque ellos podían ser inducidos a tomar parte en alguna acción diciéndoles que Caamaño había desaparecido o que lo habían secuestrado o algo por el estilo, y como yo sabía que Sacha Volman había sido el principal factor para conseguir la residencia de esos ex-oficiales a los Estados Unidos me apresuré a ponerme en contacto con él para que a su vez él se pusiera en contacto con ellos y les diera la noticia. Con relación a las cartas que menciona Sacha Volman, en ninguna de ellas se hablaba de un viaje del coronel Caamaño a Cuba porque los autores de esas cartas no podían saber en la República Dominicana planes de Caamaño que yo no conocía en Europa.
Pregunta: Sacha Volman dice que cuando un diputado dijo que él (Volman) había usado fondos de la CIA y él (Volman) le expresó a usted que trataría de llevarlo a la justicia, usted le dijo, más o menos: Deja eso así, que los guardias dominicanos temen a la CIA y nos conviene que crean que eres miembro de esa organización.
Respuesta: No recuerdo esa conversación. Puede haberse tratado de que Volman reflejara en su imaginación sus propios pensamientos. Yo no creí nunca que Sacha era miembro de la CIA y entiendo que tampoco lo creyeron los guardias o los policías dominicanos porque tan pronto se produjo el golpe de 1963 los guardias de San Isidro fueron a Jainamosa, donde había estado o estaba todavía una especie de escuela establecida por Sacha y entraron diciendo que ese era un centro comunista y el propio Sacha fue detenido por la Policía, me parece recordar que en la propia noche del 27 de septiembre o al día siguiente muy temprano. Leyendo las cosas que dijo el embajador John Bartlow Martin se saca la conclusión de que Volman no estaba trabajando aquí para la CIA porque si no Martin lo hubiera tratado en una forma por lo menos respetuosa, cosa que no hizo.
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