Reconocimiento a la vida de José Altagracia Beltré, combatiente constitucionalista que, como muchos otros, vive en el olvido |
Cuando Esteban Reyes y el Dr. Radhamés Trinidad nos presentaron a José Altagracia Beltré, y nos pidieron que escucháramos de su propia voz, no sólo el papel que jugó en la seguridad de Juan Bosch mientras ejerció la Presidencia de la República sino, la valiente y decidida participación que había tenido en la Revolución de Abril, como se conoce a la gesta más hermosa que el pueblo dominicano se ha dado en los últimos 150 años, no podíamos imaginar que los documentos que nos habría de presentar, en su humilde y acogedora morada, iban a tener la contundencia y veracidad que exhiben. No negamos que al principio, por estar acostumbrados a escuchar falsos protagonismos, en un medio saturado por el insulso heroísmo de muchos, albergamos ciertas dudas, razonables cuando se conoce la deformación social con que la baja pequeña burguesía ha moldeado la patria que nos fue legada por los trinitarios.
Juan Bosch pasó hambre, caminó descalzo por las calles de Caracas con un solo pantalón y una sola camisa; se vio precisado a lisonjear al tirano para poder desprenderse de ese régimen de oprobios; sufrió un exilio de limitaciones de casi un cuarto de siglo; alcanzó la presidencia de la República, de la que fue derrocado por los usurpadores de la fortuna que Trujillo había construido con la sangre del pueblo; regresó al exilio y durante dos años trabajó sin descanso con el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez organizando un movimiento armado para consumar el retorno de la constitucionalidad;