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.- Efemérides dominicanas


República Dominicana
Efemérides patrias
Personajes y fragmentos de su Historia


La Revolución de Abril de 1965 es una advertencia para que a nadie ni a ningún sector se le ocurra derribar gobiernos constitucionales y atentar contra la Constitución del país, ya que fuerzas de la luz estarán siempre dispuestas a hacerle frente, junto al pueblo dominicano, a las fuerzas de las cavernas, y lucharemos por los principios democráticos y la defensa de la soberanía nacional.


EFEMÉRIDES DOMINICANAS
.- 2 de enero: Natalicio de Manolo Tavárez Justo [1931, Monte Cristi, República Dominicana]

.- 11 de enero: Natalicio de Eugenio María de Hostos [1839, Mayagüez, Puerto Rico]

.- 12 de enero: Día de la Resistencia Heroica [1972, Santo Domingo, República Dominicana]

- Amaury Germán Aristy [(1972) Asesinado en Santo Domingo por las tropas represivas del régimen de Joaquín Balaguer]

- Virgilio Perdomo Pérez [(1972) Asesinado en Santo Domingo por las tropas represivas del régimen de Joaquín Balaguer]

- Bienvenido Leal Prandy [(1972) Asesinado en Santo Domingo por las tropas represivas del régimen de Joaquín Balaguer]

- Ulises Cerón Polanco [(1972) Asesinado en Santo Domingo por las tropas represivas del régimen de Joaquín Balaguer]

***

.- 14 de enero: Natalicio de Francisco Henríquez y Carvajal [1859, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 17 de enero: Desaparición de Guido Gil Díaz ejecutada por el régimen represivo de Joaquín Balaguer [1967, San Pedro de Macorís, República Dominicana]

.- 18 de enero: Fallecimiento por suicidio de Gastón Fernando Deligne [1913, San Pedro de Macorís, República Dominicana]

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.- 19 de enero: Fallecimiento de Hamlet Hermann [2016, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 23 de enero: Natalicio de César Nicolás Penson [1855, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 24 de enero: Batalla de Sabana Larga [1856, Dajabón, República Dominicana]

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.- 26 de enero: Natalicio de Juan Pablo Duarte [1813, Santo Domingo, República Dominicana] e Inicio del Mes de la Patria

.- 29 de enero: Asesinato de "Los Panfleteros de Santiago" [1960, Santiago, República Dominicana]


[ENERO] Del latín "Ianuarius", mes dedicado al dios Jano, personaje que tenía dos caras. Jano, en la mitología romana, es el dios de las puertas, los comienzos, los portales, las transiciones... Por eso le fue consagrado el primer mes del año y se le invocaba públicamente el primer día de enero, mes que derivó de su nombre (que en español pasó del latín Ianuarius a Janeiro y Janero y de ahí derivó a enero). Dentro de los muchos apelativos que recibe el dios, vale la pena destacar dos: Jano Patulsio (patulsius), que era usado para invocar la cara del dios que se ubicaba delante de la puerta por quien deseaba atravesarla (para entrar o salir). Como complemento, la cara que se le opone a esta del otro lado de la puerta, es invocada como Jano Clusivio (clusivius). Ambos nombres declaran la doble funcionalidad del dios.
Refranes de enero

«Besugo de enero vale un carnero».
«Cada día que pase de enero, ajo que pierde el ajero».
«De enero a enero, el dinero es del banquero».
«De los santos de enero, San Amaro es el primero».
«El pollo de enero, debajo de las alas trae el dinero».
«El sol de enero poco duradero».
«En enero, de día al sol y de tarde al brasero».
«En enero, ni galgo lebrero ni halcón perdiguero».
«Enero, buen mes para el carbonero».
«Enero, frío o templado, pásalo abrigado».
«En enero, no hay trabajo jardinero».
«Enero enero, mes del heladero».
11 de enero
Natalicio Eugenio María de Hostos

Tomado de Proyecto Ensayo Hispánico/(Gómez-Martínez) y UNIREMHOS. [Editado/NH].

Eugenio María de Hostos y Bonilla nace en Mayagüez, Puerto Rico, el 11 de enero de 1839. Desde muy joven sus padres lo enviaron a España a estudiar. Reside en España -excepto por dos viajes breves a Puerto Rico- de 1851 a 1868, donde recibe una esmerada educación, primero en Bilbao (estudios de secundaria) y luego en Madrid, en el ambiente liberal del Ateneo. Desilusionado con la actitud española ante las colonias, abandona España para dedicar el resto de su vida a la causa por la independencia de las Antillas.

Aun cuando Eugenio María de Hostos se inició en el campo de las letras como novelista y escribió igualmente cuentos y poesía, su prestigio como pensador y escritor se debe primordialmente a su extensa obra ensayística. Es una obra de combate y de acción. Para Hostos, el ensayista es el "guardián de la civilización" [Moral social, 1888]. Como artista, persigue en sus ensayos la expresión de la belleza, pero concibe igualmente que "sólo es bello lo que es bueno". Sus ensayos están escritos en prosa ágil, con frecuencia en el tono de intimidad de la página autobiográfica, pero se trata siempre de un estilo pulido, incluso en las páginas más personales de su diario. Su estilo se aproxima más a la renovación modernista que a la prosa retórica de su época; es directo y claro en el desarrollo de sus ideas, pero éstas se expresan en proyección reflexiva, pues pretenden, precisamente, incitar a la reflexión, adelantar una toma de conciencia que libere al ser humano y a través de él avanzar el progreso de la humanidad. Es, ante todo, un moralista.

Hostos es un ciudadano de América: residió y ejerció su magisterio en Estados Unidos, Colombia, Perú, Chile, Argentina, Brasil, Venezuela y Santo Domingo [República Dominicana]. Los ensayos que se recogen en las obras completas provienen de 113 revistas publicadas en los diversos países de América y en España, de las cuales él mismo fundó siete. Las dos revistas que fundó en Santo Domingo, Las tres Antillas (1875) y Los Antillanos (1875), tuvieron una repercusión tan notoria con su pensamiento independentista que el gobierno español presionó para que la República Dominicana las prohibiera.

Su preocupación política y social es parte de su visión de un humanismo integral, que demanda igualmente un compromiso personal: "Ningún hombre es más fuerte que el hombre que cumple con su deber". En América, su lucha por la independencia política de las Antillas (Cuba y Puerto Rico) se formula como un imperativo del progreso humano. América se le presenta como símbolo del futuro, donde "tres razas madres: la autóctona, la conquistadora y la africana", están en marcha de conseguir "la fusión de las razas en una misma civilización"; nos habla así de una federación antillana, de una federación de pueblos latinoamericanos como paso previo a "la unión de todas las naciones". Por ello, políticamente, ve la independencia en la federación, y lucha por la abolición de la esclavitud como paso previo a la recuperación de la dignidad humana.

Pero Hostos no ha pasado a la posterioridad por sus actividades políticas, ni por sus polémicas. Fue ante todo un pedagogo que luchó por un entendimiento cultural, por una educación llamada a recuperar la dignidad humana del individuo, tan postergada en su época en los países latinoamericanos. En esta preocupación fue polifacético; pero hay dos dimensiones, que por su actualidad, todavía a comienzos del siglo XXI, ejemplifican lo avanzado de su pensamiento: su lucha contra la discriminación racial y [su lucha] contra la postergación de la mujer. En ambos casos considera que su superación podía conseguirse a través de una reforma educativa dirigida a la liberación del ser humano integral.

El educador vino por primera vez a la República Dominicana en 1875. En Venezuela se casó el 9 de julio de 1877 ante el Arzobispo de Caracas con Belina de Ayala y Quintana. Fue en esa nación donde se inició en el magisterio con la intención de formar en las Antillas generaciones de hombres cívicos, conscientes de sus derechos y de sus deberes. Se trasladó a Saint Thomas y de allí volvió a la República Dominicana en 1879 encontrando una enseñanza en condiciones lamentables, producto de los distintos hechos sangrientos que habían ocurrido. El poder ejecutivo le encargó la redacción de un proyecto de ley de escuelas normales. Las cámaras lo hicieron ley, y, en 1880, bajo el gobierno provisional de Gregorio Luperón, se inauguró [bajo su dirección] la primera escuela normal de maestros en la ciudad de Santo Domingo.

Hostos tuvo que crear lo que no había en el país: un cuerpo de profesores. Para Hostos, el fin último de la enseñanza es el desarrollo de la razón, que es simultáneamente desarrollo intelectual y moral, pues como él mismo dice, “el criterio más infalible para conocer si un hombre se desarrolló en toda la fuerza de su razón, está en su vida; si hace el mal no es suficientemente racional”.

Eugenio María de Hostos se inscribe en la corriente de pedagogía científica de la segunda mitad del siglo XIX. El propósito de la enseñanza es “despertar las fuerzas orgánicas de la razón y fomentar su evolución”; el rol del educador es entonces servirse de este método natural para recrear las condiciones que permiten el desarrollo de la razón y eliminar las que lo obstaculizan: “Instruir es educar el entendimiento, educarlo es ponerlo en actividad y movimiento funcional, ponerlo en función es hacer correspondientes las operaciones a las funciones, y las funciones a las fuerzas, de modo que la actividad intelectual se dé con toda su salud, energía y vigor en cada uno de los cuatro momentos de la evolución y en cada uno de los sujetos sometidos al régimen de la educación”.

La reforma educativa que Hostos proponía se fundamentaba en la idea de que la libertad y civilización de nuestros pueblos sólo se conseguirían si los individuos que los constituían se educaban en el desarrollo de su capacidad de conocer, es decir de razonar.

Eugenio María de Hostos murió en Santo Domingo, República Dominicana, el 11 de agosto del 1903, a la edad de 64 años. Su cuerpo está enterrado en el Panteón de los Héroes Nacionales en Santo Domingo, República Dominicana. Su último deseo fue morir en Santo Domingo y que sus restos fuesen llevados a Puerto Rico cuando su patria fuera libre.

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12 de enero
Día de la Resistencia Heroica

Tomado del Listín Diario/Ramón Urbáez.
[Edición de lo expresado por Sagrada Bujosa Mieses, Guillermina Bujosa, Gianella Perdomo, Gutiérrez Félix y Raúl Pérez Peña/NH].

El "Día de la Resistencia Heroica" se conmemora en honor a los hombres y mujeres que lucharon por una sociedad más justa, basada en la paz, la verdad, la justicia y el respeto de los derechos fundamentales consagrados en la Constitución dominicana. Honra a "Los Palmeros", también conocidos como "Héroes del 12 de Enero", grupo integrado, entre otros, por Amaury Germán Aristy, Virgilio Perdomo Pérez, Bienvenido Leal Prandy y Ulises Cerón Polanco, quienes cayeron abatidos el 12 de enero de 1972 en el kilómetro 14 de la autopista Las Américas defendiendo sus ideas libertarias.

Los Palmeros llenan de gloria “las páginas revolucionarias de la historia reciente del país...”. Con su trayectoria de lucha, entereza moral y valentía a toda prueba, “los cuatro jóvenes Palmeros caídos el 12 de enero de 1972 entran en alto relieve a las páginas de glorias dominicanas”.

Ulises Cerón Polanco, Bienvenido Leal Prandy, Virgilio Perdomo y Amaury Germán Aristy protagonizaron un capítulo heroico cuando fueron atacados por cerca de 3 mil soldados del Ejército, la Policía, la Aviación y la Marina en un operativo marcado por las garras del imperialismo norteamericano. “Una noche y un día resistieron los héroes, pese a que la inteligencia militar había tendido un cerco a la redonda en las inmediaciones del escondite de los insurgentes. Los atacaron por tierra y aire, en una lucha desigual y sin precedentes en la vida del país

Esa mañana del 12 de enero de 1972 los dominicanos despertaron en medio de rumores. Desde primeras horas se sabía que Amaury, jefe del grupo revolucionario Los Palmeros, estaba rodeado por tropas policiales y militares en una cueva ubicada cerca del kilómetro 14 de la autopista Las Américas. El hecho de que cuatro jóvenes se sacrificaran y cayeran abatidos, tras enfrentar durante doce horas y producirle varias bajas a esas tropas, tendrá que ser validado, en su momento, por la Historia; "de ninguna manera podrá ser inútil"; más aún cuando Germán Aristy y Virgilio Perdomo Pérez, solos, produjeran todas las bajas, ya que sus compañeros, Bienvenido Leal Prandy (La Chuta) y Ulises Cerón Polanco, fueron asesinados sin usar sus armas antes de la salida del sol. “Los atacaron por tierra y aire, en una lucha desigual y sin precedentes en la vida del país”.

La primera gran medalla que consagraba a Los Palmeros era la simpatía a consenso que les dispensaban los más diversos círculos del espectro revolucionario dominicano. “Discretos y de una singular madera revolucionaria, Los Palmeros pasan a la inmortalidad con sus estrellas en la frente”. Su caída fue dolorosa para quienes compartieron con ellos en varios momentos del proceso que inició en 1961, “pero quedan como un ejemplo para cuantos no claudican sus principios”.

Con Los Palmeros y el 12 de enero hay una parte agria, un momento de trascendencia de lo que fue la historia de la izquierda. “Fue el principio del fin de la lucha armada como medio para alcanzar el poder... Vivíamos una cacería sin precedentes por un gobierno establecido por el imperio que aniquiló todas las fuerzas progresistas de la posguerra. Todavía el método de la lucha armada tenía vigencia, pero estaba en decadencia, estábamos acorralados; el balance del exterminio está escrito con sangre”.

La agrupación se creó en La Habana en diciembre de 1967 con el nombre Los Comandos de la Resistencia, y “Los Palmeros fueron la agrupación fundamental. Después de los padres trinitarios, que lo dieron todo, Los Palmeros ofrendaron hasta sus hijos, sus madres… Su compromiso estaba por encima; tenían plena consciencia de que la Patria los necesitaba. Los cuatro estaban convencidos de que debíamos ser libres de las botas americanas, de Trujillo, de los balagueristas... No podemos revivirlos porque los mataron, pero no podemos enterrarlos con el olvido”.

Los Palmeros fueron el mayor ejemplo de valentía: "no hubo otros después de ellos; tenían sentimientos muy nobles. Estaban dedicados por entero a la libertad de nuestro país en esa época tan dura que fue el balaguerato".

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24 de enero
Batalla de Sabana Larga

Tomado del periódico Listín Diario/Escrito de Homero Luis Lajara Solá (16 marzo, 2013) y de la página Historia Dominicana en Gráficas (22 agosto 2017) [Editado/NH].

Juan Luis Franco Bidó

El 24 de enero de 1856 las tropas dominicanas derrotaron al ejército haitiano en la Batalla de Sabana Larga. Este combate tiene gran importancia histórica debido a que fue el que selló el triunfo de la independencia dominicana. En esa insigne batalla, un 24 de enero de 1856, siendo las 07:30 horas, el enemigo inició su ofensiva desatando fuego de artillería continua sobre el ala izquierda del Ejército dominicano, haciendo retroceder las tropas al mando de los coroneles Hungría y Batista. El general Juan Luis Franco Bidó, comandante de las fuerzas militares dominicanas, resolvió enviar refuerzos. Formó una columna de quinientos hombres, que puso bajo el mando del activo comandante José Antonio Salcedo, pudiendo los coroneles Hungría y Batista recobrar fuerzas, gracias al oportuno auxilio, tomando de nuevo la ofensiva y atacando a los haitianos, quienes mordieron el polvo de la derrota.

Siguiendo el parte de guerra, a las 09:00 horas, una columna haitiana, comandada por el general Prophette, atacó a las tropas dominicanas concentradas en Sabana Larga, cuyos jefes, conscientes de la inferioridad numérica de sus fuerzas prepararon una emboscada a las huestes del Oeste, retirando hábilmente parte del personal a la entrada de Arroyo Macabón. Algunas de nuestras piezas de artillería y la infantería quedaban camufladas entre los hierbajos del lugar. Detrás quedaba la caballería.

El mando militar dominicano dejó que los haitianos se acercaran; los cañones comenzaron a rugir y los infantes lanzaron una descarga de fusilería. Las tropas del centro dominicano rechazaron al enemigo haciéndolo retroceder hasta el Cerro de Plata o El Alto de Caobanita, donde se parapetaron defendidos por su artillería y encubiertos por las trincheras que ahí poseían; hasta allí fueron los dominicanos a combatirlos, entablándose una esforzada lucha, mientras el ala derecha del Ejército dominicano se movía en dirección hacia Cayuco, tras la sierra y cerros de Jácuba.

El ala izquierda del Ejército, al mando de los coroneles Hungría y Batista, que se encontraba en las cercanías de Guayabo, al oír hacia el Este los cañonazos, se devolvió hacia el lugar de combate para reforzar las tropas de Valerio que perseguían las huestes del general Prophette (huían del fuego dominicano).

Mientras tanto, el ala derecha del Ejército dominicano bajó hacia el suroeste de la sabana de Jácuba para cortar la retirada haitiana; la rápida acción, y el ataque al centro del enemigo, provocó la dispersión de sus tropas, lo que le produjo a las huestes haitianas una significativa cantidad de bajas. Esta fue la batalla más sangrienta en la guerra dominico-haitiana. Las fuerzas de caballería dominicanas persiguieron a las tropas haitianas, siendo hostigadas sin descanso hasta el poblado de Dajabón.

La Batalla de Sabana Larga se libró el 24 de enero de 1856 en Sabana Larga, Dajabón [La Comisión Permanente de Efemérides Patrias tiene registrado el día 31 de enero como el de la "Batalla de Sabana Larga"]. Tropas dominicanas del ejército del norte, dirigidas por el general Juan Luis Franco Bidó, derrotaron a una fuerza del ejército haitiano al mando del emperador haitiano Faustin Soulouque. Otra parte del ejército haitiano se atrincheró en Jácuba, cerca de Puerto Plata, pero fue vencida por los generales Pedro Florentino y Lucas Peña, poniendo fin a las invasiones haitianas en territorio dominicano.

En la batalla hubo una disputa entre los comandantes Juan Suero y Juan Rodríguez, quienes se peleaban por tomar una pieza de artillería; habiendo sido Rodríguez dos veces rechazado en ese intento, al acometer por tercera vez fue alcanzado por un metrallazo que le ocasionó la pérdida de una pierna. Así, herido, el patriota fue paseado en triunfo sobre el cañón que había conquistado. Finalmente fue llevado en una camilla a Guayubin, donde expiró. El coronel Gerónimo de Peña fue otro oficial que murió en la Batalla en Sabana Larga. En el parte oficial, el general triunfante, Juan Luis Franco Bidó, consigna que, después de una jornada 8 y media horas -a las 16:00 horas-, cesó el fuego y los haitianos eran expulsados a la parte occidental de la isla.

En la Batalla de Sabana Larga las fuerzas militares haitianas perdieron la potencia de combate y la moral al ser derrotados por fuerzas militares menos numerosas. Esta batalla cierra el ciclo de la guerra por nuestra Independencia (1844-1856). Las Batallas de Sabana Larga y Jácuba fueron los últimos y decisivos encuentros armados que sostuvieron dominicanos y haitianos para dar fin a casi 12 años de conflictos después de la independencia dominicana.

Juan Luis Franco Bidó, nacido en Santiago -en 1807-, tuvo, además, un papel destacado en la guerra de independencia dominicana. Como militar, comandó la caballería en la batalla del 30 de marzo de 1844, apostada en los terrenos del antiguo aeropuerto de Santiago. Estas tropas no llegaron a entrar en combate pues este se redujo a un ataque de artillería y a una operación en la retaguardia del enemigo por parte de los "andulleros" de Fernando Valerio. Junto a su hermano -Román Franco Bidó-, aporto la mayor parte de los pertrechos de que disponían los dominicanos para enfrentar a los haitianos en ese episodio de nuestra historia. Franco Bidó era el gobernador político de La Vega. Falleció en Moca, en 1871.

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26 de enero
Natalicio de Juan Pablo Duarte e Inicio del Mes de la Patria
26 de enero: Natalicio de Juan Pablo Duarte
Tomado de Biografías y Vidas. La Enciclopedia Biográfica en Línea

(Santo Domingo, La Española, 26 de enero de 1813 - Caracas, Venezuela, 15 de julio de 1876)

Libertador dominicano. Fundador de la sociedad La Trinitaria y principal ideólogo de la independencia, por dos veces vio Juan Pablo Duarte triunfar la causa por la que luchó toda su vida: en 1844, cuando el país logró la independencia de Haití, y en 1865, cuando, tras la anexión española, se restauró la República Dominicana. En ninguna de ellas, sin embargo, accedió Duarte al poder, ni obtuvo más reconocimiento que el exilio y el olvido. Tras su fallecimiento, hubo que esperar ocho años antes de que fueran repatriados sus restos, y sólo entonces se le tributaron los honores que merecía un padre de la patria.

Nacido en el seno de una familia española de origen humilde, a la edad de quince años fue enviado por sus padres a Inglaterra vía Nueva York para que completase sus estudios; desde allí pasó a Francia y posteriormente a España. En Europa, convulsionada en aquellos tiempos por el romanticismo, el liberalismo, el nacionalismo y el socialismo utópico, se impregnó de los ambientes revolucionarios de la época. Juan Pablo Duarte fue testigo de los nuevos regímenes de libertades y derechos surgidos tras la Revolución francesa; mostró especial interés por los cambios producidos en Alemania y en Francia, pero sobre todo por los acontecimientos de España y las reformas que habían intentado introducir las Cortes de Cádiz. De su etapa en España se sabe que residió en Barcelona, donde es posible que estudiase derecho. Fue entonces cuando comenzó a perfilarse su ideario político, en el cual el nacionalismo y el liberalismo se fundían sobre un fondo romántico: Juan Pablo Duarte entendió que el pueblo dominicano poseía una identidad propia y tenía derecho a la independencia política. Alcanzada ésta, y conforme al pensamiento liberal, la nación debía organizarse sobre la base del institucionalismo de la democracia representativa. En 1833 regresó a su país dispuesto a llevar a la práctica estas ideas.

La antigua isla de La Española, actualmente isla de Santo Domingo, había sido colonizada por los españoles, que, poco interesados en ella, cedieron a finales del siglo XVII la mitad occidental de la isla (el actual Haití) a los franceses. Los movimientos independentistas, iniciados con el siglo XIX, habían sufrido numerosos vaivenes. En 1821, cuando Duarte era todavía un niño, José Núñez de Cáceres proclamó la independencia de la mitad oriental de la isla (actual República Dominicana). Pero el nuevo estado fue ocupado y sometido un año después por Jean-Pierre Boyer, presidente de Haití, que había alcanzado la independencia de Francia muchos años antes.

A diferencia, pues, de otros libertadores, Juan Pablo Duarte no había de luchar contra una metrópoli europea para lograr la independencia de la antigua parte española de la isla, sino contra la dominación haitiana. Fue en el seno de la clase media urbana donde los planteamientos de Duarte encontraron mayor eco. Pero, por aquel entonces, casi toda la aristocracia y demás grupos dirigentes se hallaban conformes con el régimen haitiano, razón por la cual fue imposible obtener, en los primeros años, su cooperación.

A medida que iba ensanchándose el movimiento, Duarte comprendió que se hacía imprescindible crear una organización que, siguiendo el modelo de las sociedades europeas de Los Carbonarios, asumiera la responsabilidad de dirigir las actividades. Así surgió la sociedad La Trinitaria (1838), cuyo objeto era liberar al país del dominio de Haití. El lema de esta sociedad fue "Dios, Patria y Libertad". Luego surgió la sociedad La Filantrópica, que realizó una importante labor de propaganda mediante la representación de piezas teatrales.

Entretanto, el presidente Jean-Pierre Boyer se había hecho enormemente impopular por la elevación de los impuestos, cuyo destino era un pago exigido por Francia para aceptar la independencia de Haití. En 1843 Juan Pablo Duarte apoyó la revolución que logró derrocar a Boyer. Pero el objetivo de Duarte era la independencia de la parte española de la isla, por lo que continuó su lucha tras la caída del presidente. Perseguido por el nuevo gobierno haitiano, el 2 de agosto de 1843 tuvo que exiliarse en Caracas.

Pese a ello, las ideas independentistas de Duarte habían calado y siguieron ganando adeptos, y el 27 de febrero de 1844 sus seguidores declararon la independencia del país. Bajo el liderazgo de Francisco del Rosario Sánchez, y tras capitular las guarniciones haitianas en la capital y otras ciudades, la causa independentista triunfó; los haitianos fueron expulsados a la antigua parte francesa de la isla y se configuraron las fronteras actuales entre Haití y la República Dominicana.

El 14 de marzo de 1844, Juan Pablo Duarte fue recibido por el nuevo gobierno provisional (la Junta Central Gubernativa) como un héroe nacional y nombrado general del ejército. El triunfo del movimiento independentista impulsó al nuevo presidente haitiano Charles Hérard (1843-1844) a invadir la recién creada República Dominicana con un ejército dividido en dos cuerpos, de los cuales uno penetró por el norte y otro por el sur. Correspondió a Pedro Santana enfrentarse a este último y lograr una resonante victoria en Azua, el 19 de marzo.

Así las cosas, la Junta Central Gubernativa ordenó a Duarte que se dirigiera a Baní, con una fuerza militar organizada por Pedro Alejandrino Pina, a fin de llegar a un acuerdo con Pedro Santana sobre la estrategia a seguir contra Haití. Al no ser posible este acuerdo, Duarte requirió de la Junta la necesaria autoridad para actuar por su cuenta. Pero la Junta estaba dominada por Tomás Bobadilla, representante junto con Santana del sector denominado colonialista, que consideraba inviable una república independiente y era partidario de someterse a una metrópoli europea.

La Junta respondió ordenando a Juan Pablo Duarte que regresara con sus tropas a la capital: el desacuerdo entre el sector colonialista conservador y el duartismo liberal e independentista se hizo evidente, y acabó con el triunfo del primero. Pedro Santana fue nombrado primer presidente de la República Dominicana (1844-1848) y eliminó la facción rival declarando traidores y enviando al destierro a Juan Pablo Duarte y a sus más significados seguidores, entre ellos Francisco del Rosario Sánchez y Ramón Mella.

Tras un primer exilio en Hamburgo, Juan Pablo Duarte partió a la isla caribeña de Saint Thomas; luego siguió rumbo a Venezuela, país en el que estuvo doce años. Poco se sabe de la vida de Juan Pablo Duarte durante este período. Es muy probable que no tuviera noticias del decreto de amnistía que, en favor de él y de sus compañeros, había promulgado a principios de septiembre de 1848 el gobierno de Manuel Jimenes (1848-1849), sucesor de Santana.

Durante la Primera República, los haitianos intentaron en numerosas ocasiones recuperar el control sobre la parte dominicana de la isla, pero fueron derrotados una y otra vez. El poder político pasó al grupo conservador de hateros y ex funcionarios boyeristas afrancesados, gracias al control de la presidencia de la Junta Central Gubernativa por Tomás Bobadilla y del Ejército Libertador por el general Pedro Santana, quien gobernó dictatorialmente en varios períodos. La alternancia en el poder de Pedro Santana y Buenaventura Báez, hatero y cortador de madera del suroeste del país, más astuto y no menos anexionista que el primero, caracterizó esta etapa.

Pedro Santana ejerció otras dos veces la presidencia: entre 1853 y 1856 y entre 1858 y 1861. Al final de este último mandato, el presidente Santana decidió anexionar el país a España, poniendo fin a la Primera República Dominicana. Pretendía con ello acabar con la amenaza haitiana y perpetuase en el poder, pues aceptó a cambio el cargo de primer gobernador de la Provincia española de Santo Domingo. Estalló entonces la llamada Guerra de Restauración (1863-1865) entre los partidarios de mantener la anexión a España y los independentistas, cuyo objetivo era restaurar la República y que tuvieron en Gregorio Luperón su más capacitado líder militar. Juan Pablo Duarte regresó a su patria el 25 de marzo de 1864 y fue encargado de recorrer América del Sur en busca de ayuda para la causa independentista.

En noviembre se hallaba ya en Venezuela, donde recibiría las noticias del triunfo del gobierno restaurador y del nacimiento de la Segunda República Dominicana. Pero, tras varios presidentes efímeros, el general José María Cabral se hizo cargo del nuevo gobierno, y Juan Pablo Duarte fue nuevamente condenado al ostracismo, esta vez por sus propios partidarios, que no supieron reconocer su aportación a la causa independentista. Enfermo de cuerpo y alma, su vida se fue apagando en su retiro forzoso de Caracas, donde falleció el 15 de julio de 1876.

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26 de enero: Inicio Mes de la Patria


La primera versión del Mes de la Patria se celebró en el año 2006, justo cuando la República Dominicana cumplía 162 años de haber sido declarada una República independiente. Es a partir de entonces que año tras año, desde el 26 de enero hasta el 27 de febrero, comenzando con la conmemoración del natalicio del prócer Juan Pablo Duarte, se da paso a una serie de actos en los que se resaltan los valores de la dominicanidad.

Esta fue la primera iniciativa desde su designación, la que se ha mantenido hasta la fecha y que ya forma parte del patrimonio cultural de los dominicanos. Los actos conmemorativos del día del natalicio de Duarte se inauguran en San Francisco de Macorís, provincia Duarte, y comprenden desde misa o tedeum en la parroquia de esa localidad por haber sido bautizada con el nombre del Patricio, hasta desfiles militares, ofrendas florales y varios actos más en distintos puntos del país.

En esta etapa de celebraciones, durante los últimos años, se ha puesto especial empeño en los actos de Homenaje a la Bandera Nacional, a celebrarse en febrero, con un emotivo acto que inició en la Plaza de la Bandera, en la intersección de las avenidas 27 de febrero y Gregorio Luperón, y que ahora se realiza en el Parque Independencia, donde está el Altar de la Patria. Después del Homenaje a la Bandera Nacional el día 25 de febrero la Comisión Permanente de Efemérides Patrias (CPEP) celebra el natalicio de Matías Ramón Mella, Padre de la Patria, miembro de la sociedad secreta La Trinitaria y el valiente soldado que el 27 de febrero de 1844 disparó el trabucazo en la Puerta de la Misericordia, con el que anunciara que nacía la República Dominicana. La fecha del nacimiento de Mella es un acontecimiento de vital importancia para este organismo, en la cual se pone empeño de hacerla de conocimiento de todo el país, para que nunca sea olvidada.

El cierre del Mes de la Patria se realiza el 27 de febrero, fecha en que se conmemora la Independencia de la República Dominicana de Haití, siendo este el más grande acontecimiento de celebración patriótico de todos los que se llevan a cabo durante ese mes. No hay un rincón del país donde no se realice siquiera un pequeño acto de recordación de esta fecha, que significa para los dominicanos el paso más importante hacia la independencia y el logro mas trascendente que hemos alcanzado como nación.

Cabe destacar que durante la celebración del Mes de la Patria, representantes de cientos de instituciones publicas y privadas desfilan ante el Altar de la Patria a depositar ofrendas florales a la memoria de los Padres de la Patria, en emotivos actos respaldados por Efemérides. Cómo olvidar aquel acuerdo entre la CPEP y el Instituto Postal Dominicano (IMPOSDOM), cuando unieron voluntades para poner en uso un matasellos alusivo al Mes de la Patria, y que se mantiene como vehículo de difusión nacional e internacional de nuestros valores patrios.

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29 de enero
Los Panfleteros de Santiago

Tomado del periódico Hoy/Escrito de Hamlet Hermann (28 mayo, 2007) [Editado/NH].

Desde mediados de la década de los años 1950, un adolescente llamado Wenceslao Guillén inició un apostolado para crear conciencia ciudadana sobre las perversidades y crímenes de la tiranía de Rafael Trujillo. Los barrios y las escuelas de Santiago fueron los semilleros en los que “Wen” sembró coraje para enfrentar uno de los peores regímenes que la humanidad haya podido conocer. Esta siembra empezó a cosechar fuerzas cuando aglutinaron la Unión de Grupos Revolucionarios Independientes (UGRI), cuyo propósito fundamental sería el derrocamiento de Trujillo.

Las heroicas repatriaciones armadas de junio de 1959 por Constanza, Maimón y Estero Hondo “llegaron llenas de patriotismo, enamorados de un puro ideal y, con su sangre noble, encendieron la llama justa de la libertad”. Y a partir de esa epopeya la UGRI formada por adolescentes y niños, inició acciones que buscaban despertar el pueblo dominicano de la pesadilla trujillista. No disponían de recursos materiales pero, plenos de dignidad, lograron elaborar numerosas octavillas condenando al tirano y a su régimen. E inundaron Santiago.

Aquellos volantes decían por el anverso:
!Viva la Revolución! ¡Abajo el tirano! ¡Libertad o Muerte! (UGRI)”.
Y por el reverso completaban el mensaje así:
“Con perdón de la expresión, Trujillo es una mierda.”
Esos volantes fueron distribuidos en el entonces aldeano Santiago entre las 8 y las 9 de la noche del día de Reyes, martes 5 de enero de 1960. Días después, los esbirros de la tiranía empezaron a apresar decenas de adolescentes santiagueros y, en interminables sesiones, a fuerza de picanas, sillas eléctricas y cuantas barbaridades imaginaron, masacraron hasta la muerte a 27 de estos niños en la noche del viernes 29 de enero de 1960. Esos héroes/mártires de la lucha contra la tiranía trujillista, que nunca llegaron a conocer el miedo, fueron designados desde entonces por el pueblo como “Los Panfleteros de Santiago”. El hecho de que la tiranía fuera repudiada activamente por niños y adolescentes, evidenciaba que sus días estaban contados.

Desgraciadamente, por muchos años esta lucha juvenil no había sido priorizada por los historiadores hasta que la Comisión Permanente de Efemérides Patrias (CPEP) propició que el doctor Ramón Antonio Veras, sobreviviente de aquella gesta, recopilara un libro en el que se rescatara la memoria de esos niños/hombres.

Y allí, en el mismo Santiago, 47 años después, se pudo escuchar la firme y reposada voz de Luis Gómez Pérez, un titán ejemplar que ahora ronda los 70 años de edad, describir cómo era aquella casa de horror que se conoció como “La 40”. Y decía Luis que ese antro del crimen, donde él mismo fue torturado brutalmente, se convirtió en un infierno para aquellos que permitieron que el miedo se apoderara de sus mentes. Pero para niños/hombres como Wenceslao Guillén, Manuel Bueno y otros “panfleteros”, fue un paraíso porque colocaron la lealtad por encima del sufrimiento, cosa que consideraban, revolucionariamente, como un riesgo ocupacional.

Y esa noche de jueves en Amantes de la Luz también vibró “Negro” Veras, único sobreviviente del núcleo central de “Los Panfleteros”. Decía que aquellos niños/hombres habían vivido y luchado con alegría. Y que con esa misma alegría habían enfrentado las torturas y la muerte sin delatar a sus compañeros. Planteó entonces que los 29 de enero de cada año debían ser conocidos, en lo adelante, como día de “Los Panfleteros de Santiago”. Se rendiría así homenaje a “aquellos adolescentes que, no obstante su corta edad, demostraron mucho talento, abnegación, disciplina y sentido de responsabilidad cívica y patriótica”. [La Comisión Permanente de Efemérides Patrias tiene registrado el día 30 de enero como el de la conmemoración de "Los Panfleteros de Santiago"].

Y hechos así nos recuerdan que cada gran acontecimiento en nuestra historia ha sido encabezado por “los muchachos”, por jóvenes desconocidos que han puesto en marcha las conmociones sociales y que hoy añoramos su presencia para recuperar la honestidad y la dignidad que nos merecemos...

¡Larga vida tenga la memoria de “Los Panfleteros de Santiago”!

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.- 6 de febrero: Fallecimiento de Francisco Henríquez y Carvajal [1935, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 9 de febrero: Natalicio de Ulises Francisco Espaillat [1823, Santiago de los Caballeros, República Dominicana]

.- 11 de febrero: Asesinato de Orlando Mazara ejecutado por las tropas represivas del régimen de Joaquín Balaguer [1967, San José de Ocoa, República Dominicana]

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.- 12 de febrero: Natalicio de Ramón Emilio Mejía del Castillo (Pichirilo) [1921 {se citan otros años (1922 y 1923)}, La Romana, República Dominicana]

.- 12 de febrero: Fallecimiento de Federico García Godoy [1924, La Vega, República Dominicana]

.- 16 de febrero: Asesinato del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó ejecutado por las tropas represivas del régimen de Joaquín Balaguer [1973, San José de Ocoa, República Dominicana]

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.- 19 de febrero: Natalicio de Orlando Mazara [1945, El Seibo, República Dominicana]

.- 25 de febrero: Natalicio de Ramón Matías Mella [1816, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 27 de febrero: Día de la Bandera e Independencia Nacional [1844, Santo Domingo, República Dominicana]


[FEBRERO] Februus ha sido nombrado en honor del Februa más antiguo [El mes romano Februarius ("de Februa", de ahí febrero) lleva el nombre del festival Februa/Februatio, que tenía lugar el día 15 del mes romano. Posteriormente, el dios romano Februus personificó el mes y la purificación, por lo que el nombre del dios proviene del nombre del festival y no al revés]. Februarius: dedicado a Februus (más conocido por el nombre de Plutón), dios de las ceremonias de purificación que se llevaban a cabo en este mes para expiar las culpas y faltas cometidas a lo largo del año que acababa, y para comenzar el nuevo con buenos augurios. En la Mitología romana, Februus era el dios de los muertos y la purificación. Fue también adorado por los etruscos, donde podría haberse convertido en Febris, dios de la malaria y la fiebre. Es, posiblemente, nombrado así en honor de los más antiguos Februa, (también Februalia y Februatio), las fiestas de la purificación. Estas se celebraban más o menos al mismo tiempo que las lupercales, en honor de Fauno y de la loba que amamantó a Rómulo y Remo. Como resultado, se pensaba con regularidad que Fauno y Februus eran el mismo dios para los romanos.
Refranes de febrero

«Abrígate por febrero con dos capas y un sombrero».
«Cuando llueve por febrero todo el año a tempero».
«Cuando no llueve en febrero no hay buen prado ni buen centeno».
«En febrero sale la lagartija del agujero».
«Enero y febrero hinchan el granero, con su hielo y su aguacero».
«En enero y febrero un rato al sol y otro al humero».
«En febrero sale el oso del osero».
«En febrero un día malo y otro bueno».
«En febrero un rato al sol y otro al romero».
«Febrero loco, y marzo otro poco».
«En febrero busca la sombra el perro y en marzo el amo».
25 de febrero
Natalicio de Ramón Matías Mella

Tomado de Biografías y Vidas. La Enciclopedia Biográfica en Línea [Editado/NH].

(Ramón Matías o Matías Ramón Mella; Santo Domingo, 1816 - 1864)
Líder de la independencia dominicana. En 1838, dieciséis años después de que la isla La Española fuera unificada bajo el dominio de Haití, Mella participó junto a Juan Pablo Duarte y otros patriotas en la fundación de La Trinitaria (Francisco del Rosario Sánchez se uniría más tarde), sociedad secreta de ideario liberal y separatista cuyo objetivo era la independencia de la mitad oriental de la isla (la actual República Dominicana).

Con Sánchez, Mella lideró -en 1844- la proclamación de la independencia y formó parte del gobierno provisional, pero, tras la victoria en la Batalla del 19 de Marzo -Azua-, el conservador Pedro Santana se hizo con la presidencia y decretó el exilio de los trinitarios. Con la amnistía de 1848 regresó al país y desempeñó importantes cargos militares y civiles en la nueva República. Contrario a la anexión a España, consumada en 1861 por iniciativa del presidente Santana, llegó a participar en la Guerra de Restauración (1863-1865), pero falleció antes de ver restaurada la República.

La antigua isla de La Española (actualmente isla de Santo Domingo) había quedado sometida al dominio español desde los tiempos del descubrimiento de América. En 1697, con la firma del Tratado de Paz de Ryswick [Rijswijk, provincia de Holanda] -que puso fin a la Guerra de los Nueve Años que vio enfrentadas a España, Inglaterra, las Provincias Unidas de los Países Bajos y el Sacro Imperio Romano contra Francia) la mitad occidental de la isla (el actual Haití) pasó a la corona francesa. Los más de doscientos años de colonialismo español y francés, además de otras circunstancias históricas, habían imprimido una personalidad diferenciada a las dos partes de la isla. En 1822 la totalidad de la isla comenzó a ser gobernada con mano dura por el dictador haitiano Jean-Pierre Boyer, quien la consideraba "una e indivisible".

Para Juan Pablo Duarte y los demás miembros de La Trinitaria, imbuidos del ideario nacionalista y liberal que se había extendido por Europa desde la revolución francesa, la antigua parte española de la isla poseía una identidad propia y debía convertirse en un estado independiente. Desde 1838 se dedicaron a la difusión de estas ideas, que hallaron más eco en las clases media y baja que entre las élites. Dentro de La Trinitaria, el joven Ramón Mella, que contaba entonces 22 años y regentaba un negocio maderero, se ganó pronto el aprecio de Duarte, quien lo consideró "uno de sus hombres más capaces".

La aceptación de Boyer había empezado a menguar a causa de la desmesurada elevación de los impuestos, cuyos beneficios no revertían en la población sino en Francia, a la que Boyer había prometido una compensación a cambio de reconocer la independencia de Haití; de este modo surgieron, en el mismo Haití, grupos de oposición.

En enero de 1843, Duarte encargó a Matías Ramón Mella la misión de trasladarse a Los Cayos (Haití) para pactar con los opositores haitianos el apoyo de los patriotas dominicanos al movimiento de La Reforma, que encabezaba Charles Rivière-Hérard. En marzo del mismo año, Mella participó en una reunión en Santo Domingo que culminó con la proclamación del apoyo a dicho movimiento; juntos consiguieron derrocar a Boyer ese mismo mes. Aunque Hérard se había valido de la ayuda de los independentistas dominicanos, nunca compartió sus ideas, e inmediatamente mandó encarcelar a Mella en Puerto Príncipe. Sin embargo, en esta misma ciudad estalló una rebelión contra Hérard, que pudo dominar la sublevación con la ayuda de Mella y sus veteranos encarcelados, por lo que en agradecimiento los liberó. Mella y sus seguidores marcharon a la parte oriental de la isla, de cultura y lengua española, y, en febrero de 1844, declararon formalmente la independencia respecto a Haití y proclamaron la República Dominicana.

Aquella noche del 27 de febrero de 1844, cuando se encontraba reunido con otros conjurados en la puerta de La Misericordia, Mella disparó un trabucazo ante la vacilación que amenazaba dar al traste con los propósitos independentistas: «No hay tiempo de retroceder -dijo-. Habremos de ser libres o morir; es la consigna. ¡Viva la República Dominicana!» Y enseguida disparó el trabucazo. Posteriormente, los patriotas marcharon hacia el baluarte de San Genaro (hoy Puerta del Conde), donde otro patricio, Francisco del Rosario Sánchez, proclamó el nacimiento de la República Dominicana.

Pintura: Matías Ramón Mella, en su lecho de muerte, recibe la visita de Juan Pablo Duarte

Ramón Mella formó parte de la Junta Central Gubernativa, gobierno provisional presidido por Francisco del Rosario Sánchez. Nombrado coronel del nuevo ejército nacional, su principal labor fue el reclutamiento de hombres y la organización y distribución de los efectivos disponibles para repeler la inminente invasión haitiana. Pero no fue Mella quien libró la batalla decisiva: el 19 de marzo Pedro Santana, un hatero unido a la causa independentista, derrotó a los haitianos en Azua. El prestigio obtenido con esa victoria le permitió, con el apoyo del sector conservador de la Junta, asumir la presidencia de la República (1844-1848) y apartar a los liberales, declarando "traidores", y enviándolos al exilio, a Duarte, Sánchez y Mella.

La amnistía decretada en 1848 por el presidente Manuel Jimenes (1848-1849) le permitió a Mella regresar al país. A lo largo de la Primera República Dominicana (1844-1861), Matías Ramón Mella sirvió en el ejército y a los presidentes que se alternaron en el poder durante esos años: Buenaventura Báez y especialmente Pedro Santana, con quien se había reconciliado. Le fue confiada la secretaría de Hacienda y Comercio y el ministerio de Guerra, y ejerció como gobernador y embajador. La relación con Santana terminó al final del tercer y último mandato de este (1858-1861), quien decidió anexionar la República a España; esta decisión de Santana desataría la Guerra de Restauración (1863-1865). Los independentistas o restauradores (pues se proponían restaurar la Primera República) se alzaron en armas contra los españoles.

Al producirse el Grito de Capotillo (en agosto de 1863), acción que dio inicio a la guerra, Matías Ramón Mella se incorporó de inmediato al movimiento restaurador y de nuevo se ocupó de organizar los efectivos militares. Ocupó la vicepresidencia de la República en el gobierno que luchaba por la restauración. Muy enfermo, se mantuvo en el cargo hasta su deceso, en 1864, sin llegar a ver la definitiva Restauración de la República.

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27 de febrero
Día de la Bandera e Independencia Nacional

27 de febrero: Día de la Bandera

La bandera es el más sublime símbolo de la libertad y la soberanía nacional, y es considerada el alma de la patria. Fue concebida por el patricio Juan Pablo Duarte y su diseño aprobado por Los Trinitarios el 16 de junio de 1838. Ondeó airosa por vez primera el 27 de febrero de 1844, día de la Independencia Nacional. Fue elaborada por la señorita Concepción Bona y su prima la señorita María de Jesús Pina.

La Constitución dominicana establece que la Bandera Nacional contiene los colores azul ultramar y rojo bermellón en cuarteles esquinados y alternados de tal manera que el azul de la parte superior debe quedar al lado del asta, separados por una cruz blanca, de un ancho igual a la mitad de la altura de cada cuartel, llevando en su centro el escudo de armas de la República.

Los colores de la bandera nacional poseen un significado particular. El rojo representa la sangre vertida por nuestros libertadores; el azul expresa nuestros ideales de progreso y libertad y la protección de Dios a la nación dominicana; y la cruz es el símbolo de la lucha de nuestros libertadores para legarnos una patria libre. Su color blanco nos recuerda que la paz y la unión deben prevalecer entre todos los dominicanos.

La Bandera Nacional debe ondear en todos los edificios públicos e instalaciones militares y judiciales. El pueblo debe izarla en sus hogares los días de fiestas patrias. Las escuelas, colegios y universidades y, en general, las entidades educativas, deben rendirle homenaje y presentarla izada a sus estudiantes.

El presidente de la República la lleva cruzada en su pecho, en la banda presidencial. Las embajadas y consulados dominicanos la deben izar en sus oficinas en el exterior; además, en las residencias de embajadores nacionales, debe izarse, durante las fechas patrias dominicanas, junto a la bandera del país receptor. La bandera que usan los buques mercantes no llevará el escudo de armas.

Himno a la Bandera Dominicana
Ya empezó su trabajo la escuela / y es preciso elevarte a lo azul / relicario de viejos amores, / mientras reine la mágica luz.

Nos sentimos arder a tu influjo / la luz viva de un fuego interior / cuando flotas alegre, besada / por los cálidos rayos del sol.

¡Dios!, parece decir, ¡oh bandera! / la sublime expresión de tu azul; / ¡Patria!, el rojo de vívida llama; / ¡Libertad!, dice el blanco en la cruz.

Mientras haya una escuela que cante / tu grandeza bandera de amor, / flotarás con el alma de Duarte / vivirás con el alma de Dios.
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27 de febrero: Día de la Independencia Nacional
Tomado de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias

La Guerra de la Independencia Dominicana fue el proceso histórico que culminó con la proclamación de la República Dominicana y su separación de Haití en febrero de 1844. Durante los 22 años que precedieron a la independencia, toda la isla de La Española estuvo bajo el dominio de Haití (a consecuencia de la ocupación por parte de este país del estado de Haití Español, surgido fugazmente en 1822 en la parte oriental de la isla).

Después de los esfuerzos hechos por patriotas dominicanos para independizar el país del dominio haitiano, varias acciones militares ocurridas entre 1844 y 1856 terminaron por consolidar a la república como un nuevo estado. Los haitianos intentaron varias veces volver a dominarla con resultados fallidos hasta que, en 1867, Haití reconoció la independencia dominicana. No obstante, como la situación fronteriza no quedó definida después del conflicto, Haití siguió ocupando el altiplano central, donde están emplazadas las ciudades de Hincha, Las Caobas, San Miguel de la Atalaya y San Rafael de la Angostura. Tras el tratado fronterizo de 1936, la República Dominicana terminó renunciando a esos territorios.

En 1805, Toussaint Louverture llegó a Santo Domingo y proclamó la abolición de la esclavitud en nombre de la República Francesa. Poco después Napoleón envió un ejército que sometió toda la isla y la gobernó durante unos meses. Los negros y mulatos de la parte occidental de la isla se alzaron nuevamente en contra de los franceses en octubre de 1802 y finalmente los derrotaron en noviembre de 1803. El 1 de enero de 1804, los vencedores declararon a Saint-Domingue como la república independiente de Haití.

Después de la derrota a manos de los haitianos, una pequeña guarnición francesa permaneció en la parte oriental de la isla, zona donde la esclavitud fue restablecida y de la que muchos de los colonos españoles habían emigrado. En 1805, tras coronarse emperador, Jean-Jacques Dessalines invadió la parte oriental y llegó hasta la ciudad de Santo Domingo, pero tuvo que retirarse ante la resistencia de un escuadrón naval francés. Durante su retirada a través del Cibao, los haitianos saquearon las ciudades de Santiago y Moca...

Los franceses gobernaron en la parte oriental de la isla hasta que fueron derrotados por los habitantes españoles en la Batalla de Palo Hincado el 7 de noviembre de 1808, hecho que les obligó a concretar la rendición definitiva de Santo Domingo, el 9 de julio de 1809, bajo la presión de la Marina Real Británica. Las autoridades españolas mostraron poco interés en su colonia restaurada por lo que este período de la historia se conoce como España Boba. Este desinterés por la colonia de Santo Domingo se debió a la ocurrencia de la Guerra de la Independencia Española contra los franceses y al proceso independentista que surgió en muchas de las colonias españolas en América. El agotamiento de las riquezas de la colonia provocó el desinterés de la metrópoli...

El 1 de diciembre de 1821, el ex capitán general y escritor José Núñez de Cáceres declaró la independencia de la colonia, llamándola Estado independiente de Haití Español, a la vez que solicitó la incorporación del nuevo estado a la Gran Colombia. El líder haitiano Jean Pierre Boyer invadió y tomó el control de Santo Domingo, unificando la isla entera bajo su gobierno. A tan sólo nueve semanas de que Núñez de Cáceres declarara la independencia, las fuerzas militares de Haití dirigidas por Jean Pierre Boyer ocuparon la nación. Esto se debió, en gran medida, al escaso apoyo internacional dado al nuevo estado.

Desde que Boyer tomó posesión de la parte Este de la isla, dispuso una serie de medidas con el propósito de asegurar su unificación. Una de ellas fue la abolición de la esclavitud, que benefició alrededor de 8 mil esclavos. No obstante, una vez libertos, fueron obligados a permanecer como trabajadores en las parcelas de tierra de los antiguos esclavistas, como una manera de conciliar intereses con este sector oligárquico. Esta nueva forma de producción agrícola pasó a ser la dominante en toda la isla, constituyendo la principal actividad comercial y económica. También impulsó la representatividad electoral de las poblaciones a diversos niveles y la puesta en vigencia del código civil francés en toda la isla. Impuso el servicio militar, a la vez que restringió el uso de la lengua española y eliminó algunas costumbres tradicionales, como las peleas de gallos. En 1827 se dio una situación crítica para el gobierno, debido a que los ciudadanos se opusieron rotundamente a pagar impuestos, que fue una de las medidas decretadas por Boyer. Este apeló entonces al recurso de emitir papel moneda, iniciándose así un proceso de devaluación del gourde, a la sazón moneda oficial en ambos lados de la isla. Al mismo tiempo, aumentó el descrédito internacional del gobierno de Boyer.

Ante esta situación, muchos sectores empezaron a protestar y a conspirar contra el gobierno dictatorial de Boyer. A nivel contestatario tuvo cierta importancia la creación de nuevos movimientos integrados por los pequeños campesinos carentes de mano de obra y recursos financieros adecuados con los que desarrollar su actividad productiva.

A principios de 1830, el extremo control a que fue sometido el sector de los comerciantes determinó una fuerte caída de sus actividades, reduciéndose considerablemente el comercio de productos nacionales y la importación de artículos manufacturados provenientes del exterior. Esto estuvo vinculado a la implementación de una de las medidas más fuertes del régimen de ocupación que fue la prohibición a todos los dominicanos de dedicarse al intercambio comercial. Esta resolución establecía que solo podían ejercer el comercio las personas de origen extranjero, los ciudadanos de origen haitiano y los representantes de casas comerciales internacionales. Toda persona de la parte oriental que quisiera dedicarse a dicha actividad debía juramentarse primero como ciudadano haitiano. Con esta medida, se provocó un incremento de los movimientos conspiradores contra Boyer.

Otro hecho importante que coadyuvó al afán de independencia lo fue el enfrentamiento que tuvo la Iglesia Católica contra el gobierno de Boyer, ya que éste le confiscó sus terrenos y bienes. También el choque directo con el Arzobispo Pedro Valera repercutió en toda la población, la que vio en esas y otras medidas la conculcación de sus derechos políticos, económicos y sociales.

En síntesis, la limitación de celebraciones de las fiestas religiosas, la prohibición de los juegos de gallos y de azar, la obligatoriedad de las labores agrícolas, el no uso del español en los actos y documentos oficiales, el cierre de la universidad, el reclutamiento militar de todos los jóvenes y el pago de los impuestos, fueron medidas que contribuyeron al disgusto y a la posterior revuelta contra el gobierno haitiano. Todo esto fue reforzando la percepción que de sí mismos tenían los «dominicanos», quienes se sentían diferentes a los haitianos en idioma, raza, religión y costumbres.

Juan Pablo Duarte, un pequeño burgués con pensamientos liberales, traza la pauta para separar la parte oriental de La Española del dominio haitiano. Duarte, un joven educado y auténtico nacionalista, fue quien inspiró y ayudó a dirigir la Guerra de la Independencia de 1844. Junto con varios liberales dominicanos fundó, en 1838, la sociedad secreta La Trinitaria, nombrada así porque sus nueve miembros originales se habían organizado en grupos de tres. Cada grupo iba reclutando adeptos, manteniendo estricto secreto, con poco o nada de contacto directo entre sí, con el fin de minimizar la posibilidad de ser detectados por las autoridades haitianas. Aunque muchos fueron los reclutados, la Trinitaria fue descubierta, lo que motivó el cambio de su nombre a «La Filantrópica».

En 1843, los Trinitarios se unieron al partido liberal haitiano que derrocó al presidente Jean Pierre Boyer. Sin embargo, los Trinitarios que participaron en el derrocamiento llamaron la atención del sustituto de Boyer, Charles Riviere-Hérard. Este encarceló algunos Trinitarios y obligó a Duarte a abandonar la isla. Durante su exilio, Duarte buscó sin éxito apoyo en Colombia y Venezuela. En diciembre de 1843, los rebeldes le pidieron que regresara, ya que tenían que actuar con rapidez ante el temor de que los haitianos se dieran cuenta de sus planes de insurrección. En febrero de 1844, como Duarte no había regresado por encontrarse enfermo, los rebeldes decidieron actuar bajo el liderazgo de Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella.

Los principales miembros de La Trinitaria se reunieron clandestinamente en casa de Francisco del Rosario Sánchez, la noche del 24 de febrero de 1844, y acordaron los planes y fecha del alzamiento. El 25 de febrero fueron despachados los emisarios rebeldes hacia las diversas regiones del país con el claro propósito de dar a conocer las decisiones tomadas en la reunión.

El 27 de febrero de 1844, los rebeldes liderados por Sánchez ante la ausencia de Duarte, tomaron la Fortaleza Ozama en la capital Santo Domingo. Otro grupo de insurgentes, liderados por Matías Ramón Mella, llegó hasta la Puerta de la Misericordia donde Mella disparó el legendario Trabucazo de la Independencia y Sánchez izó inmediatamente la nueva bandera dominicana al grito de ¡Dios, Patria y Libertad! Había nacido la nueva república bajo la forma de un gobierno republicano y democrático, en un pueblo libre que rechazaba cualquier imposición extranjera.

En los días que siguieron a la proclamación de independencia, todos los funcionarios haitianos salieron de Santo Domingo. Tomás Bobadilla y Briones, un jurista conservador que había participado en la anterior insurrección, encabezó la junta provisional de gobierno de la nueva república. El 14 de marzo, después de recuperarse de su enfermedad, Duarte regresó y fue recibido con celebraciones.

Durante los siguientes años las fuerzas militares de Santana continuaron defendiendo la república contra los ataques haitianos, derrotándolos en las batallas 19 de marzo, 30 de marzo, El Memiso y en Puerto Tortuguero. A principios de julio de 1844 Duarte fue instado por sus seguidores a convertirse en presidente de la República; estuvo de acuerdo pero sólo si se hacía por medio de elecciones libres. Esta circunstancia fue aprovechada por Pedro Santana, quien asumió el gobierno -cuando fuerzas militares leales a él tomaron Santo Domingo (el 12 de julio de 1844)- y procedió a encarcelar a Duarte, Sánchez y Mella.

El 6 de noviembre de 1844 una Asamblea Constituyente redactó una constitución basada en los modelos de Francia que establecía la separación de poderes y los controles legislativos sobre el ejecutivo. Sin embargo, Santana incluyó el artículo 210, el cual le concedió un poder ilimitado durante la guerra contra Haití. Esta guerra continuó durante todo septiembre y noviembre de 1845 donde los haitianos fueron derrotados en las batallas La Estrelleta y Beller. Santana se mantuvo como presidente hasta 1848, cuando perdió las elecciones. En 1849, el Presidente haitiano Faustin Soulouque atacó la nueva república, pero fue derrotado en las batallas de El Número y Las Carreras.

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.- 6 de marzo: Natalicio del Dr. José Francisco Peña Gómez [1937, Santa Cruz de Mao, República Dominicana]

.- 6 de marzo: Natalicio de Salomé Ureña [1897, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 9 de marzo: Natalicio de Francisco del Rosario Sánchez [1817, Santo Domingo, República Dominicana]

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.- 9 de marzo: Fallecimiento de Francisco Xavier Billini [1890, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 14 de marzo: Natalicio de José Núñez de Cáceres [1772, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 17 de marzo: Asesinato de Orlando Martínez Howley ejecutado por las tropas represivas del régimen de Joaquín Balaguer [1975, Santo Domingo, República Dominicana]

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.- 19 de marzo: Batalla de Azua o Batalla del 19 de Marzo [1844, Azua, República Dominicana]

.- 30 de marzo: Batalla de Santiago o Batalla del 30 de Marzo [1844, Santiago, República Dominicana]

Marzo: 2/3 parte del mes es Invierno; 1/3 parte es Primavera






[MARZO] Mes en el cual inicia la primavera. Su nombre honra al dios Marte -el dios de la guerra-, ya que las campañas militares iniciaban con la llegada del buen tiempo de la primavera (tras la gélida jornada invernal). Era el primer mes del Calendario Romano Antiguo; etimológicamente proviene del latín Mars, Martis, y su adjetivo correspondiente es Martialis o Martius (marcial), y se conserva, por ejemplo, en las artes o marchas marciales. En la mitología romana tenía muchos atributos: era el dios de la guerra, la virilidad masculina, la violencia, la pasión, la sexualidad, el derramamiento de sangre, la valentía, patrón de los guerreros romanos, del horror y victoria en las guerras, la perfección y la belleza. Era hijo de Júpiter en forma de flor y de Juno. Marte dio nombre al cuarto planeta del sistema solar, al segundo (o tercero, según algunas religiones, calendarios o regiones) día de la semana (Martes) y al tercer mes del año (Marzo).
Refranes de marzo

«Marzo en lluvias buen año alubias».
«Marzo marcero, o tan frío como enero, o tan falso como febrero».
«En marzo siembra el garbanzo».
«Nieve en marzo vale un dinerazo».
«Si marzo no marcea, abril ventisquea».
«Cabrito el de marzo, cordero el de enero».
«Sale Marzo y entra Abril; nubecitas a llorar y campitos a reír».
«En Marzo la veleta, ni dos horas se está quieta».
«Si marzo no ha pasado, no hables mal de lo sembrado».
«Cuando tu casa vayas a obrar, en marzo has de empezar».
«Marzo trae las hojas y noviembre las despoja».
«Marzo: los almendros en flor y los mozos en amor».
«Las aguas marceras son muy hierberas».
9 de marzo
Natalicio de Francisco del Rosario Sánchez

Tomado de Tribuna de Nemen Hazim/Escrito del historiador dominicano y presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, Juan Daniel Balcácer [Editado/NH].

Francisco del Rosario Sánchez nació en la villa de Santo Domingo el 9 de marzo de 1817, en la calle Del Tapado o Tapao, hoy 19 de marzo, casa No. 15. Sus padres fueron los señores Narciso Sánchez y Olaya del Rosario. Realizó sus primeros estudios, durante la Dominación Haitiana, en las escuelas particulares de Santo Domingo y luego perfeccionó sus conocimientos bajo las enseñanzas de los presbíteros Antonio Gutiérrez y Gaspar Hernández. Hacia 1838, cuando fue fundada la sociedad secreta La Trinitaria, se dedicaba a fabricar peines de concha de carey; es decir, desempeñaba el oficio, típico de esa época, conocido como peinetero en concha. Ya proclamada la República Dominicana, incursionó en el campo del derecho pragmático y devino Defensor Público, profesión en la que descolló con notable éxito. En 1849 casó con Balbina de Peña, con quien procreó dos hijos: Juan Francisco y Manuel de Jesús Sánchez. Fruto de sus relaciones con la señora Leoncia Rodríguez, durante su primer exilio en 1846, nació Eulalia, primogénita del prócer.

Aunque no figuró entre los nueve fundadores de La Trinitaria, por sus cualidades personales y por sus estrechos vínculos con Duarte –a quien al parecer conoció en las clases de filosofía que impartía el presbítero Gaspar Hernández–, Sánchez se convirtió en uno de los más destacados adeptos de la agrupación revolucionaria. En 1843 participó en la Revolución de la Reforma. En julio de ese año, por encargo de Juan Pablo Duarte, visitó Los Llanos en misión revolucionaria, hospedándose en casa de Vicente Celestino Duarte, quien era el enlace de los trinitarios en todo lo concerniente al Oriente de la parte española de la isla.

En ese mismo mes de julio de 1843 se produce la inesperada visita a Santo Domingo del presidente haitiano Charles Herard, cuyo propósito era desarticular el movimiento revolucionario y reducir a prisión a sus principales cabecillas; en razón de la obstinada persecución de que fueron objeto por parte de las tropas haitianas, Duarte, Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandro Pina se vieron forzados a ocultarse para luego abandonar la isla.

Sánchez, quién se había unido a su jefe político la misma noche del día en que éste se ocultó, no pudo acompañarlo al destierro debido a que estaba muy enfermo. Se dice que sus amigos aprovecharon esta circunstancia para propalar la falsa especie de su muerte y que hasta simularon un funeral en el patio de la Iglesia del Carmen.

Durante la ausencia de los principales dirigentes del partido duartista, Francisco del Rosario Sánchez, Vicente Celestino Duarte y Ramón Matías Mella, que habían sido de los adeptos más destacados de La Trinitaria, permanecieron al frente de los asuntos revolucionarios. Mantuvieron permanente contacto con Duarte, a quien le solicitaron que gestionara en Venezuela, donde se había radicado temporalmente, alguna ayuda económica al igual que pertrechos militares para la Revolución. Los esfuerzos realizados por Duarte, empero, no resultaron muy exitosos; y a no ser porque el sector conservador decidió unirse al movimiento hacia finales de 1843, la separación de Haití no se hubiera convertido en un hecho concreto, cosa que como sabemos acaeció la noche del 27 de febrero de 1844.

Francisco del Rosario Sánchez fue el más jovial y alegre de aquellos gladiadores de reciedumbre espartana que nos legaron el Estado dominicano, y quien siempre exhibió un acendrado fervor patriótico defendiendo el derecho del pueblo dominicano a la autodeterminación y a la soberanía nacional. Era alto, de piel oscura, de contextura delgada y circunspecto. Poseedor de un fino sentido del humor, se destacaba entre sus amigos por su constante sonrisa, siempre a flor de labios.

Al igual que sus demás compañeros de lucha, Sánchez también sintió en lo más profundo de su alma la necesidad de separar las comunidades haitiana y dominicana para proporcionarle a su pueblo un Estado-nación democrático, libre e independiente. Y hacia esos nobles objetivos dedicó sus anhelos y esfuerzos de juventud.

Proclamada la República, y tras reintegrarse al país después de su primer exilio, que duró cuatro años, pudo haber vivido holgadamente de su profesión como Defensor Público, alejado del con frecuencia poco halagador mundo de la política. Sin embargo, prefirió incorporarse militantemente al proceso social que experimentó el país después del 27 de febrero de 1844 con el firme propósito de velar porque a sus compatriotas no se les vedara el derecho a no depender colonialmente de ningún poder extranjero. Sánchez fue un hombre de coyunturas, que actuó conforme a los dictados de su conciencia, siempre alerta contra cualesquiera intentos foráneos para aniquilar la República Dominicana. Mientras dispuso de vigor y energía para ofrecer su concurso a la defensa de la soberanía nacional, lo hizo sin reparar en la magnitud del sacrificio que la Historia suele deparar a los hombres excepcionales.

Mantuvo una irreductible convicción revolucionaria y firme adhesión al esquema duartista de liberación nacional. Cada vez que fue necesario luchar para preservar la autonomía nacional, su presencia no se hizo esperar, ya fuera al través de la tribuna pública o en el campo de batalla. En una de esas fervorosas demostraciones de inquebrantable fe en las potencialidades del pueblo dominicano para sostener su independencia, Francisco del Rosario Sánchez ofreció su vida para convertirse en uno de los más excelsos mártires del patriotismo dominicano.

Cuando la infausta tempestad de la anexión a España se cernía sobre el incierto horizonte de la Patria, y sus demoledores vientos amenazaban con devastar todo vestigio de libertades públicas y de autogobierno, Sánchez se hizo eco del sentir popular que ya se había acostumbrado a disfrutar de las ventajas que se derivan del sistema de gobierno republicano y democrático.

Fue en esos momentos de supremo heroísmo que, al tiempo de lanzarse al rescate de la República mancillada de manera inconsulta, en un Manifiesto político, fechado el 20 de enero de 1861, desmintió los infundios propalados por el gobierno santanista en el sentido de que el movimiento que lideraba promovía el retorno a la esclavitud de común acuerdo con el gobierno haitiano. En ese histórico documento Sánchez exhortó a los dominicanos a derrocar a Santana, a quien llamó tirano, y a no vacilar en declararse libres e independientes, “enarbolando la bandera cruzada del veinte y siete” y proclamando “un gobierno nuevo que reconstituya el país y os dé las garantías de libertad, de progreso y de independencia que necesitáis”.

El primero de junio de 1861 la expedición dirigida por Sánchez y José María Cabral penetró a territorio dominicano y al cabo de días se encontraba en El Cercado, continuando hacia Las Matas. Debido a que la presión internacional ejercida por la monarquía española sobre el gobierno haitiano provocó que este suspendiera el apoyo logístico a los patriotas, fue necesario que estos optaran por iniciar la retirada hacia la frontera con el fin de reconsiderar la situación; fue entonces cuando, al pasar de nuevo por El Cercado, el 20 de junio por la noche, fueron emboscados por leales al gobierno español en las proximidades del paraje Juan de la Cruz, resultando Sánchez herido en la ingle y en una pierna. A principios de julio ya los prisioneros habían sido trasladados a San Juan, en donde el general Pedro Santana ordenó que fueran procesados por un Consejo de Guerra que los condenó a la pena capital. El 4 de julio de 1861 fueron fusilados en el cementerio de San Juan, al pie de una gúasima.
Si la maledicencia buscare pretextos para mancillar mi conducta, responderéis a cualquier cargo, diciendo, en alta voz, aunque sin jactancia, que YO SOY LA BANDERA NACIONAL”.
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19 de marzo
Batalla de Azua o Batalla del 19 de Marzo

Tomado de Tribuna de Nemen Hazim/Escrito del historiador dominicano y presidente de la Comisión Permanente de Efemérides Patrias, Juan Daniel Balcácer [Editado/NH].

Marzo es el mes clave en cuanto se refiere al proceso de reafirmación del proyecto independentista. Fue en marzo de 1844 cuando nuestros antepasados comenzaron a crear las bases institucionales y patrióticas sobre las que se levantaría la República. Entre las primeras medidas adoptadas por la Junta Central Gubernativa a fin de contrarrestar la propaganda adversa al proyecto nacionalista, figura la disposición del 1° de marzo según la cual, de acuerdo con los principios políticos enarbolados por los trinitarios, el nuevo Gobierno no (tendría, NH) intención de expulsar a ningún ciudadano extranjero –especialmente haitiano- ni mucho menos de confiscar sus propiedades, siempre que se respetara la voluntad colectiva de los dominicanos de constituirse en un organismo político auto gobernable.

Asimismo, la Junta Central Gubernativa decretó de manera categórica lo siguiente: “la esclavitud ha desaparecido para siempre del territorio de la República Dominicana”.

La noticia de que los dominicanos se habían constituido en un Estado soberano llegó a Puerto Príncipe el día 3 de marzo y acto seguido el presidente Charles Herard solicitó permiso de la Asamblea Constituyente para dirigirse a la parte del Este, al frente de un imponente ejército de más de 30,000 soldados, con el propósito de sofocar lo que ellos calificaron de movimiento sedicioso que atentaba contra la indivisibilidad de la República haitiana. Así las cosas, Herard no perdió tiempo y de inmediato “puso en movimiento todas las tropas de la República, y confiando la invasión de la parte del Norte al general Pierrot, se reservó dirigir personalmente la del Sur, cuyas fronteras pasó el día 9 dividiendo su ejército en dos cuerpos: uno que tomó la dirección de Neiba al mando del general Souffront, y otro que siguió sobre Las Matas a sus órdenes inmediatas”.

Paralelamente, el mismo 9 de marzo la Junta Central Gubernativa le comunicó oficialmente al Presidente de la República haitiana que “los pueblos de la parte antes Española… han tomado la firme resolución de reivindicar sus derechos, creyéndose por sí más capaces de proveer a su prosperidad, seguridad y bienestar futuro, erigiéndose en un estado soberano cuyos principios están consagrados en el Manifiesto de que acompañamos a Usted dos ejemplares”; al tiempo que le advertía que en caso de persistir en la cuestión de la indivisibilidad del territorio insular, los dominicanos estaban resueltos “a dar al mundo entero el espectáculo de un pueblo que se sacrificará en la defensa de sus derechos y que se reducirá a cenizas y escombros si sus opresores que se vanaglorian de libres y civilizados, nos quisieren imponer condiciones aún más duras que la muerte”.

El presidente haitiano, naturalmente, no prestó atención a las comunicaciones oficiales de los dominicanos y, por el contrario, el día 12 de marzo, mientras se encontraba en Las Caobas, dirigió una Proclama a los haitianos acusando a los dominicanos de actuar resentidos por los excesos del dictador Boyer y de ser unos ambiciosos que sólo pretendían “quebrantar la indivisibilidad de la República”, cosa que él no permitiría. El presidente Herard dijo además que, aun cuando había invadido el territorio dominicano al frente de 30,000 soldados, se presentaba “como mensajero de paz y de la verdad”, pero que si encontraba resistencia no vacilaría en emplear la fuerza para someter a los dominicanos a la obediencia. En esa Proclama, Herard, en un tono algo intimidatorio, también vaticinó que “dentro de unos días llegaré a las puertas de Santo Domingo…”.

Sin embargo, nunca llegaron a Santo Domingo, porque en Azua, el 19 de marzo de 1844, los valientes patriotas de esa comarca y de otros pueblos aledaños, junto con el incipiente ejército nacional, dirigido por el general Pedro Santana, sencillamente no se lo permitieron, frustrando así las pretensiones del ejército invasor de volver a imponerle a los dominicanos el esquema político de dominación que prevaleció desde el 9 de febrero de 1822 hasta el 27 de febrero de 1844.

Es cierto que las hostilidades se habían iniciado el día 11 de marzo entre los patriotas dominicanos y los invasores, primero en la Fuente del Rodeo (en donde según José Gabriel García tuvo lugar el “verdadero bautismo de sangre de la República”), y luego el día 13 en la Cabeza de Las Marías, pero el verdadero combate entre las columnas más numerosas de los dos ejércitos tuvo lugar el día 19 en la villa de Azua. Durante más de tres horas, con la ayuda de artilleros y fusileros azuanos dirigidos por Valentín Alcántara y Vicente Noble, así como por un contingente de macheteros de esta región, entrenados por Antonio Duvergé, el joven ejército criollo, al que también se incorporaron campesinos de todos los pueblos del sur, se enfrentó a las tropas comandadas personalmente por el Presidente Herard, las que fueron repelidas, causándoles numerosas bajas, y obligadas a replegarse desordenadamente al río Jura, en donde intentaron reorganizarse.

El triunfo de las armas dominicanas en Azua, aquél 19 de marzo de 1844, además de que puso de manifiesto –para sorpresa de los invasores- la admirable capacidad de resistencia y defensiva de nuestros antepasados, tuvo un efecto moral positivo en el colectivo nacional. Desde entonces, los dominicanos comprendieron que no sólo eran capaces de haberse constituido en un Estado libre e independiente, sino que también podían luchar con éxito por mantener erguida esa nueva realidad cualitativa. En Azua, luego en Santiago, y después en los diferentes campos de batalla que surgieron en el decurso de la guerra dominico haitiana, nuestros antepasados, inspirados en nobles sentimientos nacionalistas, defendieron su derecho a la autodeterminación de conformidad con el llamado que el día 10 de marzo hizo la Junta Central Gubernativa a todos los dominicanos ante la inminencia de una nueva invasión haitiana:
No déis oído a los que cobardemente piensan intimidaros, esparciendo rumores sobre la próxima invasión de los haitianos, para reduciros a un exterminio total, cuya empresa juzgaría el mundo entero poniéndola en paralelo con el espíritu de civilización que reina en todas partes y la generosidad con que nos hemos conducido. Aun cuando así fuera, opongámosle una resistencia vigorosa, sirvan nuestros pechos de baluartes a los que osaren invadir nuestro territorio, hacernos la guerra y despojarnos de nuestros derechos; perezcan con gloria y honor aquellos a quienes la suerte fije su destino, y los demás aseguremos una Patria que no teníamos para poder cantar un día himnos a la Libertad, y a la República Dominicana. ¡Viva la Religión! ¡Viva la Patria! ¡Viva la Libertad!”.
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30 de marzo
Batalla de Santiago o Batalla del 30 de Marzo

Tomado de Historia Dominicana en Gráficas [Editado/NH].

La Batalla del 30 de Marzo o Batalla de Santiago fue la segunda batalla de mayor importancia, posterior a la Guerra de la Independencia Dominicana y se libró el 30 de marzo de 1844, en Santiago. En esta batalla, el general José María Imbert, al mando de una parte del ejército del norte, derrotó al general Jean-Louis Pierrot, quien comandaba las tropas del ejército haitiano en una relación numérica superior a su favor.

Después de haber sido derrotados en la Batalla del 19 de marzo, primera batalla después de la independencia dominicana, los haitianos volvieron a invadir la recién creada nación dominicana. Antes de iniciar la batalla en Santiago, los dominicanos se aprestaron a realizar preparativos consistentes en obtener dinero para la compra de armas. Con la asistencia de Ramón Matías Mella y Pedro de Mena, se lograron donativos de muchas personas pudientes de Santo Domingo. En Santiago, personajes como Ciprián Mallol, Juan Luis Bidó, Ramón Bidó y otros dominicanos también se unieron a la causa.

Comenzaron a llegar refuerzos a Santiago desde Baní al mando del coronel Ramón Santana. El General Francisco Antonio Salcedo avanzó hasta Talanquera y Escalante con el propósito de contener el avance militar haitiano hacia Santiago. Este militar estableció su cuartel general en Escalante, cerca de Guayubín, Montecristi. Las tropas de Pierrot avanzaron rápidamente y éste tomó a Dajabón el 23 de marzo de 1844.

El 27 de marzo de 1844, el general y comandante de operaciones en Santiago, José María Imbert, fue llamado por la Junta de Gobierno dominicano con el propósito de que organizara el contraataque a los haitianos. Imbert atrincheró la ciudad, construyó fosos y tomó precauciones importantes para ganar una batalla. Se hizo acompañar de los oficiales Pedro Eugenio Pelletier, Achille Michel, Ángel Reyes, Ramón Franco Bidó, José Nicolás Gómez, Fernando Valerio López, José M. López, Lorenzo Mieses, Dionisio Mieses, Toribio Ramírez, Marcos Trinidad López, entre otros.

El 27 de marzo, el general haitiano Pierrot dividió sus tropas. Se acercó a la ciudad de Santiago de los Caballeros con más de 2,000 soldados en cada columna. Antes del amanecer, las tropas invasoras se atrincheraron en Gurabito. Después de haber cruzado el río Yaque del Norte y de atrincherarse, el ala derecha se dirigió hacia el camino de La Herradura.

El 30 de marzo, los haitianos atacaron y fueron embestidos por el general José María Imbert en el fuerte “Dios, Patria y Libertad” frente a la sabana de Santiago de los Caballeros. Los haitianos contraatacaron y fueron rechazados por la artillería dominicana y la fusilería de Fernando Valerio. El ejército haitiano lanzó un ataque desesperado y fue vencido con los cañones del fuerte y por la infantería de Fernando Valerio López. El ejército de Jean-Louis Pierrot se vio obligado a retroceder, dándole la victoria al ejército dominicano liderado por Imbert.

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[ABRIL] Era el segundo mes del año -en el antiguo calendario romano- antes de que se añadiera enero y febrero, alrededor del 700 a. de C. Los antiguos romanos lo llamaban -en latín- Aprilis, aunque no se conoce exactamente el origen de dicha palabra. Se la ha relacionado con el verbo aperire (“abrir”), aunque no hay fundamento etimológico que lo sustente. En el hemisferio norte -donde se originó nuestro actual calendario- era el mes del comienzo de la primavera, el tiempo en que la naturaleza florece. Aunque tampoco hay demasiado sustento etimológico también se ha relacionado el origen de la palabra Abril con el término griego aphrós (“espuma”) de la que algunos suponen que derivó el nombre Aphrodíte (Afrodita), diosa del amor y el deseo. Los romanos la llamaban Venus. Este mes le estaba dedicado. Ella brotó de la espuma del mar después de que el dios Cronos, instigado por su madre -la diosa Gea (la Tierra)-, mutiló a su padre Urano -el cielo-. Cronos, influenciado por Gea -celosa del poder de Urano-, y con una hoz dentada, castró a su padre y arrojó al mar los restos de la amputación, los cuales, creando abundante y blanca espuma, hiceron surgir una hermosa joven, totalmente adulta y desarrollada. La escena la inmortalizó, en el Renacimiento, Sandro Boticelli (entre los años 1485-1486). En síntesis, no hay demasiadas referencias etimológicas de la palabra “Abril”, no obstante, el Arquetipo que lo rige –en razón de estas aproximaciones- es la diosa Afrodita o Venus, la que para este mesw propicia amor, deseo, fuerza vital, renovación, recreación y florecimiento.
Refranes de abril

«En abril cortas un cardo y te crecen mil».
«Ni abril sin flores, ni juventud sin amores».
«En abril, poca lluvia y nubes mil».
«Lluvias de abril y mayo son las mejores del año».
«En abril sólo poda el ruin».
«Abril, deja las viñas dormir».
«Las mañanas de abril son largas para dormir».
«Sol de abril, abre la mano y déjalo ir».
«Abril mojado, de panes viene cargado».
«Quien en febrero malo está, en marzo y abril seguirá».
«Guarda pan para mayo y leña para abril, que no sabes el tiempo que ha de venir».
«Gallina gentil, echada en marzo y sacada en abril».
«El cuco que no canta en abril, o está malo, o se quiere morir».
«Pájaro y flor, en abril buscan su amor».
«Abril trae flores y mayo se lleva los honores».
«Cuando abril se marcha lloviendo, mayo viene riendo».
13 de abril
Batalla de El Memiso

Tomado de EcuRed [Editado/NH].

La Batalla de El Memiso fue la tercera batalla más importante de la Guerra de Independencia Dominicana. Se libró el 13 de abril de 1844, en El Memiso, provincia de Azua, República Dominicana. Las tropas dominicanas estuvieron dirigidas por Antonio Duvergé y Felipe Alfau, quienes se impusieron a las de los haitianos comandadas por Pierre Paul y Auguste Brouard. Con este enfrentamiento post-independentista se logró que las tropas haitianas, y su presidente Charles Hérard, salieran definitivamente del suelo dominicano.

De Azua partieron dos regimientos de línea haitianos: el cuarto regimiento, comandado por el Coronel Pierre Paul y el quinto, por el Coronel Auguste Brouard. Las tropas seguían el camino de El Maniel (hoy San José de Ocoa), buscando no encontrase con las fuerzas del General Pedro Santana en Sabana Buey (Baní). Para ello, bordearon las montañas de El Número y de Lomas de Rincón de Azua, en el margen occidental del Río Ocoa. Las tropas dominicanas asediaron a las haitianas y, de manera estratégica, Duvergé y Alfau condujeron a los haitianos hacia los desfiladeros de la Sección El Pinar del Maniel.

El 13 de abril de 1844, las tropas de Paul y Brouard son interceptadas en el lugar conocido como El Memiso. Los dominicanos poseían pocos suministros, por lo que tuvieron que valerse de estrategias y tácticas que obligaron a los haitianos a retroceder de nuevo hacia Azua. De esta manera, los dominicanos triunfaron en toda la región y mantuvieron absoluto dominio en los puestos estratégicos. El propio 13 de abril de 1844 zarpan desde la caleta los primeros buques de guerra con los que contó República Dominicana. Se les nombraron “Agua de la Estancia”, “Separación Dominicana”, “María Chica”; el primero fue comandado por el Coronel Juan Bautista Cambiaso; el segundo capitaneado por el Comandante Juan Bautista Maggiolo y el último, por Ramón Portugués. Su misión era acercarse al puerto de Azua para interceptar varios buques de guerra haitianos que poco antes habían llegado a dicho puerto con refuerzos y reaprovisionamientos para las tropas del Presidente Hérard.

El 15 de abril tuvo lugar el primer combate naval, en el puerto de Tortuguero. Varias de las embarcaciones haitianas tuvieron que batirse en retirada ante la victoriosa acometida de los marinos dominicanos. Como no había paso por la costa, pues la topografía de la zona comprendida entre el Palmar de Ocoa y Playa Caracoles no les favorecía, y varias goletas dominicanas bien artilladas con cañones se lo impedían, los haitianos tuvieron que permanecer en Azua, estacionados inútilmente mientras Charles Hérard intentaba con poco éxito hacer entrar en acción a su Marina de Guerra, compuesta por unos cuantos barcos de mala calidad. La poca acción combativa, junto a la falta de recursos y provisiones hizo que muy pronto las tropas haitianas comenzaran a desertar en número creciente, al tiempo que el prestigio del Presidente Hérard disminuía.

El 19 de abril de 1844, la Junta Central Gubernativa expide un enérgico decreto de cuatro artículos. Dicho decreto declaraba guerra total a la nación de Haití y autorizaba su hostigamiento hasta tanto los haitianos no abandonaran el territorio dominicano y no reconocieran a la República Dominicana como Estado libre y soberano.

El padre de la Patria dominicana, Juan Pablo Duarte, en su lucha por lograr que el país estuviese libre de toda potencia extranjera, logró que una mayoría de la Junta Central Gubernativa aprobara una resolución que ordenaba que se organizaran algunas de las tropas disponibles en el Cibao, pertenecientes al Ejército del Norte, para que, luego de pasar por el camino de Constanza al Valle de la Maguana, se lanzaran al ataque de las tropas haitianas que ocupaban la zona. La Junta encargó de ello al general Ramón Matías Mella, quien avisó al general Pedro Santana, en Baní.

El 7 de mayo de 1844 Charles Hérard decidió levantar campo y regresar a su país para tratar de mantener su posición política. Los haitianos prendieron fuego a Azua antes de abandonarla, pero en su retirada fueron atacados por guerrillas dominicanas que los persiguieron hasta el último poblado de habla española en la frontera. Antes de llegar a Puerto Príncipe, Hérard comprendió que su causa estaba perdida y que era incapaz de mantenerse en la Presidencia de la República de su país, y, en una playa cercana a Puerto Príncipe, embarcó al exilio.

Las tropas organizadas por el general Mella marcharon sin dificultad, al mando del Teniente Coronel José Durán, para caer el 15 de mayo sobre San Juan. Aunque ya sin tiempo para perseguir a las fuerzas haitianas que se habían retirado hacia Haití, su presencia realizó una efectiva colaboración en las operaciones de ocupación de Azua, que correspondió llevar a cabo al General Antonio Duvergé, así como para apoyar el nuevo pronunciamiento de adhesión al movimiento independentista dominicano que se realizó en la población de Neiba y demás poblados de la frontera.

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21 de abril
Batalla de Las Carreras

Tomado de Educando. Escrito de Homero Luis Lajara Solá [Editado/NH].

En el año de 1848, cuando Francia reconoció la independencia dominicana, los haitianos, con Faustino Souluque a la cabeza, creían que los franceses, al reconocer a los dominicanos, tenían la intención de instalar una base naval en Samaná, lo que motivó otra invasión de la parte este de la isla. El presidente Souluque invadió el territorio de la República Dominicana el 5 de marzo de 1849 al mando de un ejército de 18,000 soldados bien armados, iniciando su avance para reconquistar la naciente nación. Ante este hecho, el presidente dominicano Manuel Jiménez, quien comandaba sus tropas desde el cuartel general de Sabana Buey, en Baní, llamó a la movilización general.

El 6 de abril de 1849, un Viernes Santo, Azua fue tomada por las tropas haitianas gracias a su superioridad numérica, el equipamiento y la traición de algunos oficiales, entre ellos Valentín Alcántara -que cobardemente, hizo poca o ninguna resistencia a los haitianos, fomentando la insubordinación y la indisciplina-; a pesar de la táctica de la guerra de guerrillas, la resistencia ofrecida, el hostigamiento en los caminos del sur y el valor y capacidad combativa del general Antonio Duvergé Duval.

Ante ese panorama, el presidente Manuel Jiménez, con sus generales desbordados por la indecisión e incapacidad de contener militarmente el avance de las huestes haitianas, emitió un decreto (el 2 de abril de 1849) instruyendo al general Pedro Santana, quien se encontraba retirado en su hato, en El Seibo, para que se hiciera cargo del desmoralizado ejército dominicano, quien de inmediato ordenó apresar al traidor Valentín Alcántara y lo envió a Santo Domingo a bordo de la fragata Cibao.

Una vez recuperada la autoridad y la moral perdida, Santana designó a oficiales con reconocido don de mando en posiciones claves. A la flotilla naval, al mando del almirante Cambiaso (con la fragata Cibao como buque insignia, además de las goletas General Santana, 27 de Febrero, y Constitución), se le ordenó cubrir la costa sur, desde Playa Grande a Palmar de Ocoa, con la misión de obligar al ejército haitiano a que la abandonara y se viera precisado a desviarse por montañosas e inhóspitas rutas hacia El Número, forzándolo a que bajara al río Ocoa. En efecto, la presencia de la flotilla naval en el litoral sur obligó a que el enemigo se desviara a la emboscada que le tenían preparada Duvergé y su asistente, el coronel Francisco Domínguez. La estrategia de Santana fue exitosa; el ejército haitiano fue derrotado en El Número por las tropas comandadas por el general Duvergé.

El 18 de abril el resto del ejército haitiano se dirigió a Las Carreras y, tan pronto el general Santana se enteró de la llegada de la tropa enemiga al punto acordado, se dirigió al teatro de operaciones a organizar el ataque en los llanos ribereños del río Ocoa, dividiendo las tropas dominicanas en cuatro regimientos. Se preparaba para una lucha desigual, pues debía enfrentar a 15,000 soldados haitianos, bien entrenados y equipados con caballería, gendarmería, lanceros, metrallas y cañones, y contando apenas con 800 soldados dominicanos.

Siendo aproximadamente las cuatro de la tarde del 21 de abril del año 1849, los haitianos empezaron a cañonear las posiciones dominicanas con una pieza de artillería emplazada en un cerro, apoyando con su fuego sistemático el avance de sus tropas de infantería y caballería que intentaban forzar el paso en el río Ocoa, produciéndose allí un cerrado tiroteo que no permitió al enemigo alcanzar la orilla opuesta, lo que fue aprovechado por el mando militar criollo para contraatacar. El general Santana ordenó a su escolta atacar haciéndose cargo de esa operación. Los haitianos abandonaron en precipitada fuga el campo de batalla.

En esta batalla, los invasores perdieron tres generales, además de que sufrieron grandes bajas entre sus oficiales. Frente a tal desastre, el remanente del ejército haitiano se retiró buscando refugio en las alturas, ya que la oscuridad de la noche impidió que los dominicanos explotaran el éxito. Después de esta importante derrota inicial infringida a los haitianos, el general Santana, previendo un contraataque que permitiera al enemigo -con una fuerza militar muy superior- penetrar con una potente embestida nuestras frágiles defensas, ordenó al coronel Domínguez alejarse con cien hombres hacia la línea enemiga cruzando el río Ocoa, para luego, al sonido del toque de retirada haitiana de cornetas y tambores, regresar, atacando por el flanco izquierdo enemigo de norte a sur, haciendo parecer que a las tropas nuestras les habían llegado refuerzos, sembrando el pánico y la duda en la retaguardia del ejército haitiano, precisamente en momentos en que, en otra zona, tropas haitianas penetraban nuestras defensas cruzando el río. Dichas columnas retrocedieron por orden superior siendo aniquiladas por nuestro ejército, al machete, cuando confundidas y llenas de pánico retrocedían en desbandada camino a sus posiciones anteriores de combate.

El 23 de abril el invasor emprendía la retirada por la costa al compás del bombardeo de nuestra artillería naval de 30 cañones, desde Playa Grande a Caracoles, no sin antes incendiar los poblados de Azua y San Juan de la Maguana. Es así como, después de haberse abonado las ubérrimas tierras dominicanas con sudor y sangre, el 6 de mayo de 1849 volvió a desplegarse en nuestros pueblos fronterizos del sur nuestra Enseña Tricolor. Con este triunfo el general Pedro Santana se había consagrado como nuestra espada libertadora más destacada, estratega vencedor de la Batalla de Las Carreras, y muro de contención de otro intento de invasión haitiana, pero manchó la estela de gloria que le adornaba, descendiendo al averno más oscuro y profundo, cuando en adición a su traidor proceder anexionista, desterró al Padre de la Patria Juan Pablo Duarte y a toda su familia, ordenando el fusilamiento de próceres como María Trinidad Sánchez, su hermano Andrés, Francisco del Rosario Sánchez, Antonio Duvergé, los hermanos Puello, José Contreras y Cayetano Germosén.

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24 de abril
Revolución de Abril de 1965: Guerra Civil y Guerra Patria

Tomado de EcuRed [Editado/NH].

La Guerra de Abril, Revolución de Abril del 65 o simplemente Revolución de Abril, fue un movimiento cívico–militar que se caracterizó por la participación activa, militante y armada de las masas populares, con la finalidad de volver al gobierno legítimo y constitucional de Juan Bosch, derrocado el 25 de septiembre de 1963, siete meses después de haberse juramentado como presidente constitucional de la República, por una facción de las Fuerzas Armadas liderada por Elías Wessin y Wessin y bajo el auspicio de los Estados Unidos. Esto sucedió tras la promulgación de la Constitución de 1963, una constitución moderna que establecía, entre otras cosas, la libertad religiosa y de expresión, la libertad política, el retorno de los disidentes políticos y exiliados durante el régimen trujillista; prohibía los monopolios y contemplaba innovadores proyectos que "provocaron" que sectores oligárquicos acusaran de comunista al profesor Bosch y a su gobierno. Asestado el golpe, Bosch salió al exilio (hacia Puerto Rico).

Las fuerzas armadas nombraron un triunvirato para gobernar el país presidido por Emilio de los Santos e integrado por Ramón Tapia Espinal y Manuel Tavares Espaillat. El 29 de noviembre de 1964 la Agrupación política 14 de junio se levantó en armas en las montañas dominicanas declarando la guerra abierta contra el triunvirato. El 21 de diciembre Manuel Aurelio Tavárez Justo, líder del movimiento, es fusilado en la sección Las Manaclas, en la cordillera central, lo que provocó una gran indignación popular y motivó, por otra parte, la renuncia del presidente del triunvirato, Emilio de los Santos. En el levantamiento guerrillero murieron 32 dirigentes y militantes de la Agrupación política 14 de Junio.

Con el ascenso de Donald Reid Cabral a la presidencia del triunvirato la situación económica del País se deterioró; se firmaron acuerdos con el Fondo Monetario Internacional mientras que la miseria que sufrían los sectores marginados se agudizó. El sábado 24 de abril de 1965 se sublevaron los campamentos militares 16 de Agosto y 27 de Febrero, deviniendo tal acción en la remoción del gobierno que encabezaba Reid Cabral. El pueblo se lanzó a las calles en respaldo del contragolpe de estado. Esa misma noche fue nombrado presidente provisional Rafael Molina Ureña, que había sido presidente del Senado durante el Gobierno de Bosch. Momentos después se anunciaría el restablecimiento de la Constitución de 1963 y el regreso del profesor Bosch desde Puerto Rico.

Sin embargo, en la base aérea de San Isidro, en el llamado Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA), los generales Wessin y Wessin e Imbert Barrera se opusieron al retorno de Bosch y al restablecimiento de la constitución de 1963. De inmediato, comenzaron los bombardeos y los ametrallamientos aéreos al palacio presidencial y otras posiciones que ocupaban los constitucionalistas. La batalla del Puente Duarte fue una de las más sangrientas, pero, al final de la misma, las tropas reaccionarias de Wessin y Wessin fueron derrotadas y obligadas a volver sobre sus pasos. La participación popular fue tal que muy pronto el aparato militar regular quedó virtualmente desarticulado; fue tomada la fortaleza Ozama, en donde se encontraba la Policía Nacional (en su versión de los cascos blancos).

En el momento en que los constitucionalistas se preparaban para el ataque decisivo de San Isidro, base aérea en donde se encontraban concentradas las tropas del CEFA, dirigidas por Wessin y Wessin y el general Benoit, estos, temerosos, solicitaron a los Estados Unidos su intervención militar para evitar un supuesto peligro comunista. El profesor Juan Bosch, desde Puerto Rico y ante la imposibilidad de regresar al país, delegó sus derechos constitucionales al coronel Caamaño, quien sería proclamado, en una reunión de emergencia del Congreso, como Presidente de la República

El presidente de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, envió, el 28 de abril de 1965, más de 40,000 marines norteamericanos a tierras dominicanas con el pretexto de proteger vidas y bienes de los ciudadanos de los Estados Unidos. La presencia de los marines norteamericanos fortaleció al grupo militar que enfrentaba a los constitucionalistas. La ciudad de Santo Domingo quedó virtualmente dividida en dos mitades: de mayo a septiembre de 1965 el país contó con dos gobiernos militares: el Gobierno Constitucionalista, cuyo presidente era el coronel Francisco Alberto Caamaño, y el Gobierno de Reconstrucción Nacional, a cuya cabeza estaba el general Antonio Imbert Barrera, un declarado anticomunista que había formado parte del complot que ajustició a Trujillo.

Los enfrentamientos prosiguieron; Estados Unidos, ante la presión internacional, convocó a la Organización de Estados Americanos (OEA) para crear una "misión de paz" con el fin de que legitimara la invasión que había hecho a República Dominicana, o sea, que la misma quedara amparada bajo la bandera de la OEA.

El 30 de agosto del 1965, con los auspicio de la comisión mediadora de la OEA, se firmó un acuerdo que permitió escoger a Héctor García Godoy como presidente provisional y se acordó la celebración de elecciones para el año siguiente. Con la firma del Acta Institucional finalizaba formalmente la guerra. Se procedió a la eliminación de las trincheras que limitaban la zona constitucionalista y se acordó la concesión de una amnistía general, el desarme de los civiles y el retiro de los invasores, hecho este último que culminó el 21 de septiembre de 1966 después de Joaquín Balaguer haberse juramentado presidente [había ganado unas elecciones hechas a la medida del presidente norteamericano (la cara visible del Pentágono)].

Juan Bosch había sido la cabeza política de la Revolución de Abril, el coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez el arquitecto del movimiento que agrupó a los militares constitucionalistas y el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó la figura máxima de la Guerra de Abril, que además había pasado a convertirse en guerra patriótica por la intervención de las tropas yanquis.

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.- 2 de mayo: Pronunciamiento de José Contreras [1861, Moca, Provincia Espaillat, República Dominicana]

.- 5 de mayo {se dan otras fechas (3 y 7 de mayo)}: Natalicio de Maximiliano Gómez (El Moreno) [1943, San Pedro de Macorís, República Dominicana]

.- 10 de mayo: Fallecimiento del Dr. José Francisco Peña Gómez [1998, Cambita Garabitos, República Dominicana]

***

.- 11 de mayo: Fallecimiento de Pedro Henríquez Ureña [1846, Buenos Aires, Argentina]

.- 19 de mayo: Asesinato del coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez ejecutado por las tropas norteamericanas de intervención [1965, San Carlos, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 19 de mayo {se da otra fecha (20 de mayo)}: Fallecimiento por fusilamiento de José Contreras [1861, Moca, Provincia Espaillat, República Dominicana]

***

.- 21 de mayo: Fallecimiento de Gregorio Luperón [1897, Puerto Plata, República Dominicana]

.- 23 de mayo: Natalicio de Otto Morales Efres [1945, Santiago de los Caballeros, República Dominicana]

.- 23 de mayo: Asesinato de Maximiliano Gómez (Asfixiado con gas durante el régimen represivo de Joaquín Balaguer [1971, Bruselas, Bélgica]

***

.- 25 de mayo: Fallecimiento de Juan Bautista Vicini [1935, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 25 de mayo: Natalicio de Gregorio Urbano Gilbert [1898, Puerto Plata, República Dominicana]

.- 30 de mayo: Ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina [1961, Santo Domingo, República Dominicana]

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.- 30 de mayo: Fallecimiento de Manuel Jesús Troncoso de la Concha [1955, Santo Domingo, República Dominicana]


[MAYO] Está dedicado a Maya y/o Maia, una de las diosas más ancianas de Roma que también era la diosa de la primavera. Los sacrificios a Maia, madre, Tierra, se ofrecían el primero de mayo. En la mitología griega, Maya o Maia significa “pequeña madre”, es la mayor de las Pléyades, las siete hijas de Atlas y Pléyone. Sus hermanas y ella, nacidas en el monte Cilene en Arcadia, son a veces llamadas diosas de la montaña. Maya era la mayor, más bella y tímida. En la mitología romana Maia (Maya) era la diosa de la primavera; como tal recibió su nombre en su honor el mes de mayo. Finalmente en la mitología hindú, Maya es para unos la diosa madre o principio creador, por un lado, y para otros una diosa de la apariencia y la ilusión que es más bien un concepto abstracto o abstracción.
Refranes de mayo

«Tiene mayo la llave del año».
«Agua de mayo, vale para todo el año».
«En mayo, hambre y rosas: ¡Mira qué cosas!».
«Mayo reglado, ni muy seco ni muy mojado».
«¿Cómo os va de amores?: Como a mayo con sus flores; si a el le va bien, a mi también».
«Aparte de otras cosas, en abril lilas y en mayo rosas».
«Heladas de enero, nieves de febrero, neblinas de marzo, lluvias de abril y aires de mayo sacan florido al año».
«Abril y mayo, las llaves de todo el año».
«Agua de mayo, pan para todo el año».
«Flores en mayo, tarde o temprano hallo».
«Mayo hortelano, mucha paja y poco grano».
«Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo».
«Por mayo ríos llenos, preludian grandes truenos».
«Mayo hace el trigo y agosto el vino».
«En mayo el rocín se hace caballo».
«Mayo caliente y lluvioso, ofrece bienes copiosos».
2 de mayo
Pronunciamiento de José Contreras

Tomado de Hoy/Escrito de Ángela Peña y Diario Libre/Escrito de Claudio Espinal [Editado/NH].

Coronel José Contreras

El 2 de Mayo de 1861 el coronel José Contreras encabezó en Moca un levantamiento en armas contra la anexión de la República a España. Circulaba una versión que daba cuenta que los españoles tenían el propósito de restablecer la esclavitud en la aún joven República Dominicana, quizás con el fin de desvirtuar el origen patriótico de la gesta.

La mayoría de los hombres que seguían al prócer José Contreras eran labradores de la ciudad de Moca, partidarios del ex presidente Buenaventura Báez. El presidente Santana, que había había defendido con fiereza la independencia, proclamó la anexión el 18 de marzo; desde que se conoció la noticia se desató en el país un movimiento en contra de tan anti patriótica medida.

El coronel José Contreras vio descender de su asta la bandera dominicana que con tanta entrega y sacrificio había defendido y enarbolado en las batallas libradas contra los haitianos. La desazón invadió las mentes de los mocanos al ver sustituida la insignia tricolor por la bandera roja y amarilla de la otrora potencia colonizadora. Mes y medio después de consumarse la anexión, Contreras comandó un grupo que proclamó su resistencia al dominio de la corona española y enfrentó, armas en mano, a la guardia nacional, ocupando el cuartel local donde resultó muerto su comandante, el teniente Francisco Capellán.

Aquel gesto patriótico había alarmado a Santana. El comandante de la plaza general, a quien el acontecimiento tomó desprevenido pese a que Capellán se lo había advertido, llegó rápidamente al lugar de los hechos y apresó a los rebeldes (después de haberse librado una feroz lucha cuerpo a cuerpo). Santana los trasladó a Moca para instruir una sumaria que condenó a los mismos a la pena capital, sin recurso de apelación.

José Contreras y algunos de sus seguidores fueron fusilados el 19 de mayo de 1861 [ese mismo día, en Aranjuez, lugar de retiro de los reyes españoles, firmaban la reina Isabel II y el presidente del Consejo de ministros Leopoldo O’Donnell el decreto que declaraba unido el territorio de la República de Santo Domingo al de la monarquía española] por los militares españoles que aplastaron el movimiento de Moca, pero la lucha no se detuvo hasta consumar la Restauración de la República. Entre los ejecutados, en el antiguo cementerio de Moca, se encontraban, además de propio Contreras, los militares José María Rodríguez (quien también era hacendado) y Cayetano Germosén, e Inocencio Reyes. Con tan pocas personas (unos historiadores señalan 25 y otros hablan de más de 100 -entre los cuales algunos precisan 145-) el coronel José Contreras había ocupado la plaza militar a la una de la madrugada del 2 de mayo de 1861, y le haría saber a Santana y sus cómplices anexionistas que existían dominicanos valientes, como él, pero colocados del lado de los gestores de la Independencia Nacional y opuestos a toda dominación y protectorado externo.

Santana apagó la llama mocana, pero, a poco tiempo, entrando desde Haití, el líder independentista Francisco del Rosario Sánchez y el general José María Cabral encabezaron una revuelta armada contra la decisión anexionista. La proclama del 2 de mayo tal vez no tuvo gran repercusión nacional, pero pudo haber sido la primera que buscaba la restauración de la República. Dos años y tres meses después, en Capotillo, se avivó la llama encendida en Moca por el coronel José Contreras y dio inicio la guerra restauradora.

Es muy poco lo que históricamente se conoce de José Contreras. Los únicos homenajes que ha recibido el glorioso comandante de la primera rebelión contra la anexión a España, luego de haber sobresalido también como uno de los más decididos combatientes en la Guerra de Independencia, son las designaciones con su nombre de un municipio, en Moca, y de una calle de Santo Domingo. Después, de José Contreras los historiadores sólo han recogido [las mismas palabras] que se repiten en cada nuevo texto publicado y nadie se ha ocupado, siquiera, de rescatar alguna vieja fotografía que debió tener por su condición económica holgada ni a realizar un dibujo o grabado que perpetúe su imagen en la memoria colectiva.

No era ciego, ni viejo, ni pobre cuando se embarcó en la empresa de dirigir la toma de la Fortaleza de Moca junto a un grupo de patriotas el memorable dos de mayo de 1861. Tampoco era nativo de esa comarca, como se ha venido afirmando hasta el presente. Era natural de Montecristi y contaba treinta y cinco años de edad cuando asaltó la plaza, según él mismo declaró horas antes de ser fusilado (por lo que debió haber nacido en 1826).

Emilio Cordero Michel es probablemente el único dominicano que ha profundizado en el estudio del incansable luchador que ofrendó los escasos años de su vida en defensa de la autonomía nacional. Desde hace un tiempo está sumergido en la documentación de la Colección Herrera (del Archivo General de la Nación) que contiene documentos de los archivos de Indias y del Archivo Histórico Nacional de Madrid.

Según Cordero Michel, "Entre esos documentos hay una voluminosa sumaria del juicio que se le hizo a los participantes en la rebelión, con datos personales de cada uno, como sus nombres, edades, lugar de residencia, color, actividad económica, entre otros. Sobre José Contreras existen esas informaciones. Además, obtuve copia de su testamento, que se encuentra en el municipio de Moca, y que fue rescatado por Rubén Lulo Gitte, un gran mocano que se ha ocupado de la historia de su pueblo... La historia se lo tragó; existe un desconocimiento casi absoluto sobre el movimiento conspirativo del 2 de Mayo de 1861 porque nuestros historiadores se han limitado a repetir a José Gabriel García, a Pedro María Archambault y a otros, sin hurgar en la fabulosa documentación existente en la Colección Herrera. José Contreras era un hombre de valor, íntegro en su pensamiento, que tuvo en cuenta a sus amigos y hasta pensó en las deudas contraídas, como se revela en su testamento. A los dieciocho años participó en las campañas militares contra Haití, por lo que alcanzó el grado de coronel, pero no figura ni en las Hojas de Servicio del Ejército Dominicano y los libros que tratan el tema lo que hacen es reiterar la leyenda de que era viejo y ciego; y no lo era".

Cordero Michel reconoce a José Contreras como precursor del primer movimiento de importancia contra la anexión, "porque fue el primero en que hubo un enfrentamiento armado". Esa fue la razón por la que el Presidente Santana, artífice de la incorporación a España, "actuó con mano fuerte, se presentó incluso al Cibao y dio instrucciones de proceder drásticamente y, aunque hubo solicitud de perdón para los complicados, ordenó el fusilamiento de los cuatro dirigentes por ser estos altos militares. A los otros los condenó a muchísimos años de prisión".

"A partir de ese momento se le llamó a Moca la Villa Heroica", destaca el vicepresidente de la Academia Dominicana de la Historia, para quien "Contreras tiene el mérito sublime de haber sido primero en el intento de la lucha armada contra los españoles en un momento en que no había condiciones para ello...".

"Yo -expresa Cordero Michel-, que tengo la sumaria donde a cada uno lo interrogan (casi todos eran mulatos o negros; José Contreras era blanco), he planteado que el movimiento tuvo un móvil más racial que patriótico, porque no hubo proclama, y si la lanzaron, nadie la conoce. Sin embargo, en los interrogatorios se insiste mucho en el problema racial, era la pregunta que hacía el fiscal y ellos se referían al temor que tenían de que se estableciera la esclavitud que se mantenía en Cuba y Puerto Rico".

José Contreras Nació en Montecristi, al igual que su padre, y siendo muy niño fue llevado a Jábaba, Moca, donde residió por algún tiempo. "De ahí que se diga que nació en Moca", comenta el consagrado escritor, y agrega que "tendría como dieciocho años cuando participó como militar en la Guerra de Independencia y llegó a obtener en las campañas contra Haití el grado de coronel". Añade que Contreras estaba en la Reserva cuando se produjo la Anexión, "que él apoyó, firmando un documento de los militares de Moca, porque era santanista. Sin embargo, cuando se plasmó esta, en marzo de 1861, y se enteró de la situación que existía en Cuba y Puerto Rico con las tropas españolas, dirigió ese movimiento en contra".

José del Carmen Contreras y Alonso agrega a su valor el mérito del desprendimiento en pro de la causa que defendía. Poseía cantidad de bienes rurales, fincas, parcelas, tierra, solares, ganado, caballos y cerdos, según se desprende de su testamento en el que declaró ser cristiano, apostólico, romano, hijo legítimo de Francisco Contreras y Dolores Rodríguez, "naturales de Montecristi, de donde también soy natural".

Dijo haber casado "una sola vez, en la 'Facie Eclesie', con la mujer que actualmente poseo, la señora Juliana del Rosario", con quien procreó a Antonio, Celestino y Salutiana. Luego de detallar sus propiedades y deudas, citar acreedores, asignar posesiones pide, casi camino del patíbulo, "que por muerte mía y en bien de mi alma, se me mande a decir dos misas...".

Desde principios de los años 40 del siglo pasado se designó con el nombre de José Contreras a la calle que es prácticamente una continuación de la avenida Bolívar, con la que forma un pantalón antes de llegar a la Máximo Gómez, "en glorificación del bravo coronel dominicano, mártir de Moca en 1861".

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30 de mayo
Ajusticiamiento del Dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina

Tomado de Tribuna de Nemen Hazim/Escrito de Juan Daniel Balcácer [Editado/NH].

El pueblo dominicano conmemora cada 30 de mayo un aniversario más del ajusticiamiento del dictador Rafael L. Trujillo, acontecimiento que tuvo lugar gracias a una vasta conspiración integrada por diversos grupos (uno de acción, otro político y otro militar), que tenían la responsabilidad primero de ajusticiar al tirano y luego, de proceder a una segunda fase consistente en apresar a la familia Trujillo y a sus principales epígonos con el fin de provocar un recambio en la cúpula política y militar del régimen.

Dentro de los grupos que conformaban el complot, el llamado “grupo de acción o de la avenida”, era el responsable de llevar a cabo la ejecución del tirano. Los principales líderes de la conjura habían obtenido la información de que cada miércoles Trujillo, habitualmente, viajaba a su pueblo natal y sobre la base de ese dato confiaron en que la delicada y arriesgada misión tendría lugar a mediados de semana.

Pero el destino quiso que tal acontecimiento sucediera un martes, circunstancia fortuita que provocó que por lo menos tres de los miembros originales del grupo de acción se vieron imposibilitados de participar en el tiranicidio.
Los hombres de la avenida
El grupo de acción que iría a la avenida estaba conformado por nueve personas, que se distribuirían en tres vehículos, pero en vista de que fue necesario actuar con inusitada precipitación antes del día previsto, solo siete de los hombres que tenían la encomienda de fulminar a tiros al tirano se encontraban disponibles en la ciudad de Santo Domingo.

Los hombres de la avenida fueron Antonio de la Maza, Antonio Imbert Barrera, Salvador Estrella Sadhalá, Amado García Guerrero, Pedro Livio Cedeño, Huáscar Tejeda Pimentel y Roberto Pastoriza Neret, los cuales, por lo menos en tres ocasiones (los días 17, 24 y 25 de mayo), intentaron fallidamente enfrentarse al dictador, que extrañamente varió su itinerario en cada ocasión.
La emboscada final
Tan pronto Antonio de la Maza recibió la noticia de que esa noche “el hombre” iría a San Cristóbal, procedió a verificar que la misma era fidedigna, y tras determinar que no disponía de tiempo suficiente para la reflexión pausada, para la planificación cautelosa y mucho menos para tratar de congregar a todos los que debían participar en la emboscada; sin pérdida de tiempo, contactó a los integrantes del grupo de acción accesibles en la capital.

Todo se desarrolló vertiginosamente. De la Maza, con no disimulada precipitación logró convocar a seis compañeros –algunos personalmente y otros por teléfono–, a los cuales advirtió que la hora decisiva había llegado, y que las circunstancias exigían pasar de la teoría a la acción. Dos horas después (Robert Crasweller estima que hacia las 7 de la noche), el teniente García Guerrero se comunicó por teléfono con el ingeniero Pastoriza y le aseguró que había confirmado que el hombre saldría esa noche fuera de la ciudad capital. Pastoriza, a su vez, debió contactar a su íntimo amigo, el ingeniero Huáscar Tejeda (que previamente había sido localizado por De la Maza), y de esa manera las personas claves de la conspiración fueron recibiendo la “valiosa información”, como la calificó uno de los héroes.

Tres vehículos intervinieron en la ejecución de Trujillo. Una vez en la avenida, en las cercanías de la Feria Ganadera, hacia las 8:30 de la noche, los miembros del “grupo de acción” se repartieron las armas y de inmediato decidieron separarse para esperar por su presa, conforme a un croquis que para tales fines había elaborado el ingeniero Pastoriza.

De acuerdo con el plan original, dos de los vehículos debían esperar por una señal de luces para bloquear la autopista y así obligar al carro del dictador a detenerse, de suerte tal que el auto persecutor pudiera alcanzar el blanco entre dos fuegos.

Juan Tomás Díaz - Antonio de la Maza - Tunti Cáceres - Salvador Estrella Sadhalá

En el primer auto, estacionado en las proximidades del Teatro Agua y Luz, en dirección oeste-este, viajaban Imbert Barrera, conductor; De la Maza, quien ocupaba el asiento derecho delantero; Estrella Sadhalá y el teniente García Guerrero, quienes iban sentados detrás. En un segundo carro, estacionado a 4 kilómetros de la Feria Ganadera, también en dirección oeste-este, se encontraban el ingeniero Huáscar Tejeda y Pedro Livio Cedeño; mientras que el tercer automóvil, que se aparcó en el kilómetro 9 de la autopista en dirección hacia San Cristóbal, lo conducía el ingeniero Roberto Pastoriza.

Trujillo viajaba en el asiento trasero de su Chevrolet azul celeste, modelo 57, contiguo a la puerta posterior derecha. En el interior del vehículo había tres ametralladoras, además de la pistola de reglamento que portaba el chofer. Trujillo también tenía un revólver calibre 38 así como el maletín que acostumbraba llevar consigo, repleto de dinero.

Tan pronto los cuatro conjurados avistaron el carro del déspota, se prepararon para perseguirlo. Con cierta premura encendieron el motor de su auto, hicieron un giro y de inmediato enfilaron en dirección este-oeste tras la codiciada presa. En el momento en que el vehículo conducido por Imbert Barrera se colocó paralelo al de Trujillo, De la Maza y García Guerrero dispararon sus armas creyendo, erradamente, que habían fallado en su primer intento; pero en realidad no fue así. El disparo de escopeta que hizo De la Maza dio en el blanco y resultó ser mortal para El Jefe.

Ante el inesperado ataque, el chofer de Trujillo frenó bruscamente provocando que el automóvil manejado por Imbert lo rebasara velozmente.

Fue entonces cuando Imbert (urgido por De la Maza) giró en “U” aceleradamente y se situó a unos 15 metros de distancia del objetivo. De inmediato los cuatro ocupantes del vehículo atacante se desmontaron, armas en mano, dando así inicio a un intenso tiroteo que, según apreciaciones de expertos militares, duró aproximadamente diez minutos. Trujillo y su chofer también salieron del vehículo, detenido en medio del paseo central de la avenida en posición diagonal (pues De la Cruz quiso intentar un giro a la izquierda para regresar a la capital). Una vez fuera del carro, y parapetados detrás del mismo, el capitán De la Cruz respondía con ametralladora al fuego de sus atacantes, defendiéndose, al tiempo que trataba de proteger a su jefe.

Los dos Antonio, Imbert y De la Maza, tirados sobre el pavimento, solicitaron a Estrella Sadhalá y García Guerrero que los cubrieran, ya que tratarían de acercarse al carro de Trujilllo con el propósito de terminar rápidamente el enfrentamiento, que, según consideraban, se estaba prolongando demasiado.

De la Maza logró deslizarse por el pavimento hasta posicionarse detrás del vehículo de Trujillo, mientras que Imbert lo hizo por la parte delantera. La intensidad del tiroteo aumentaba cada vez más cuando, de repente, De la Maza, después de haberle disparado otra vez al tirano, gritó: “¡Tocayo, va uno para allá!”.
El tiro de gracia al ‘Jefe
En medio de aquella lluvia de proyectiles, los atacantes del Jefe no se percataron de que el chofer de éste había cesado de disparar, replegándose hacia la maleza, mientras que Imbert sí pudo notar que una persona, evidentemente mal herida, se tambaleaba frente al vehículo en donde minutos antes se encontraba el hombre más poderoso del país. Era Trujillo, cuyo metal de voz Imbert dice haber reconocido, pues el dictador naturalmente se quejaba de las heridas recibidas o profería palabras que en ese momento resultaron ininteligibles.

Un certero disparo de Imbert, que Trujillo recibió en el pecho, detuvo su marcha, desplomándose estrepitosamente a casi tres metros de distancia de su atacante. En ese preciso instante, Antonio de la Maza, a la velocidad de un rayo, emergió de la oscuridad de la noche aproximándose al cuerpo del dictador –que yacía sobre el pavimento “boca arriba, con la cabeza en dirección a Haina”– y le descerrajó un tiro de pistola en la barbilla, al tiempo que exclamó: “¡Este guaraguao no come más pollos!”. En cuestión de minutos Trujillo estaba muerto y desde entonces es parte de la historia.

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.- 3 de junio: Natalicio de Pedro Mir [1913, San Pedro de Macoris, República Dominicana]

.- 4 de junio: Fallecimiento de Ramón Matías Mella [1864, Santiago de los Caballeros, República Dominicana]

.- 11 de junio: Natalicio del Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó [1932, San Juan de la Maguana, República Dominicana]

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.- 12 de junio: Natalicio de Guido Gil Díaz [1935, Moca, Provincia Espaillat, República Dominicana]

.- 14 de junio: Expedición del 14 de Junio [1959; Constanza, Maimón y Estero Hondo; República Dominicana]

.- 14 de junio: Fallecimiento de Ercilia Pepín Estrella [1939, Santiago de los Caballeros, República Dominicana]

***

.- 16 de junio: Natalicio de Eugenio Deschamps Peña [1861, Santiago de los Caballeros, República Dominicana]

.- 17 de junio: Fallecimiento de Máximo Gómez [1905, La Habana, Cuba]

.- 19 de junio: Expedición de Luperón [1949, Puerto Plata, República Dominicana]
***

.- 29 de junio {se dan otras fechas (29 de julio de 1884 y 26 de junio de 1994 -realmente imposible esta última-)}: Natalicio de Pedro Henríquez Ureña [1884, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 30 de junio: Natalicio de Juan Bosch [1909, Concepción de la Vega, República Dominicana]

Junio: 2/3 parte del mes es Primavera; 1/3 parte es Verano







[JUNIO] Es la puerta del verano; debe su nombre a la diosa Juno, esposa de Júpiter y reina de los cielos. La diosa era la garante de la naturaleza y el matrimonio. Otras teorías apuntan a que era el mes de los jóvenes: junior. El mes se representaba en el calendario como una joven desnuda que señala con su índice un reloj de sol mientras porta en la otra mano una antorcha. Este simbolismo escenifica que a partir de este mes el sol comienza a bajar. La antorcha posee la gama de colores que salpican los campos en verano. Hay otra teoría que apunta a que Junio debe su nombre al primer miembro relevante de la agrupación civil o sistema social de la Antigua Roma, Lucio Junio Bruto. Este personaje fue el primer cónsul de Roma después de la expulsión de su tío, Tarquinio el Soberbio, último rey de origen etrusco. Una vez en su nuevo cargo, ratificado por el recién creado Senado de la nueva república, realizó un sacrificio público en pos de la libertad a la diosa Carna, hacedora de la vida humana.
Refranes de junio

«Junio claro y fresquito, para todos bendito».
«En junio beber y sudar, y el fresco buscar».
«En el mes de San Juan, al sol se cuece el pan».
«Junio soleado y brillante, te pone de buen talante».
«Sin engaño, la noche de San Juan es la mas corta del año».
«Cuando viene la golondrina, el verano está encima».
«Cuando en domingo cae San Juan, vende tus bueyes y compra pan».
«En junio el veintiuno, es largo como ninguno».
«Junio brillante, año abundante».
«Junio es todo día; niños, jóvenes y viejos tienen más energía».
«En junio si pica el sol, ni mujer ni caracol».
«Lo que en junio se moja en junio se seca».
«Agua de junio temprana, grandes males subsana».
«Junio al principio lluvioso, anuncia verano caluroso».
«Mayo seco y junio aguado, todo vendrá trastornado».
«Por junio el mucho calor, nunca asusta al labrador».
14 de junio
Expedición del 14 de Junio (1959)

Tomado de Acento/Escrito de Alejandro Paulino Ramos y barrigaverde.net/Escrito de Eugenio Suárez Pérez [Editado/NH].

Parte de los combatientes del 14 de junio de 1959 mientras esperaban para abordar la nave que los transportaría a República Dominicana para poner fin a la tiranía de Trujillo

Las expediciones del 14 y 20 de junio de 1959, para derrocar por la vía de las armas al dictador Rafael Leonidas Trujillo, tienen como antecedentes las actividades y la propaganda del exilio antitrujillista tanto en Cuba como en Venezuela, Puerto Rico y Nueva York. Muy temprano, iniciado el régimen de Trujillo, comenzó a organizarse, bajo la orientación de Rafael Estrella Ureña, Ángel Morales y otros que habían llegado a Cuba entre 1930 y 1933, la expedición del Mariel. Más tarde, en 1947 bajo el liderazgo de Juancito Rodríguez, Juan Bosch y Juan Isidro Jimenes-Grullón, se organizó la expedición de Cayo Confites, la que, aún saliendo hacia Santo Domingo, no pudo alejarse de las costas cubanas, y dos años después, con partes de las armas de la fracasada jornada y bajo el liderazgo de Horacio Julio Ornes Coiscou, Tulio H. Arvelo y otros exiliados, se efectuó el desembarco de Luperón, el 19 de junio de 1949.

El triunfo de la revolución cubana en 1959, como antecedente regional, exaltó las expectativas de triunfo contra la dictadura de Trujillo, contando con el apoyo de Fidel Castro y Rómulo Betancourt... El liderazgo del Movimiento de Liberación Dominicana, organización responsable de las expediciones de 1959, y los cientos de combatientes que se concentraron en el campamento de “Mil Cumbres”, tenían muy en alto la moral antitrujillista, pero se olvidaron, tal vez por la prisa y la desesperación de ponerle fin a casi 30 años de tiranía e instaurar la libertad y la democracia en la República Dominicana, de preparar la resistencia interna y elaborar planes propagandísticos para promover los fines del movimiento y la justeza de su causa ante el pueblo dominicano. Además, estaban desarticulados de los núcleos y personas que podían formar parte de una estrategia militar que tomara en cuenta la resistencia interna.

Desconectados de la realidad dominicana y desconociendo los niveles alcanzados por Trujillo en la manipulación de la sociedad, olvidaron los controles de inteligencia, el miedo psicológico y las prédicas del régimen que hacían que el pueblo viera como bueno y positivo la persecución, el crimen, la vigilancia y la figura del dictador. Para mantener la enajenación de la sociedad, el gobierno mantuvo activo, siendo muy efectivo en sus propósitos, al Partido Dominicano, el Servicio de Inteligencia Militar, el sistema educativo, la Iglesia Católica y la prensa nacional. Y aún más; todas las instituciones, sin importar su carácter político, cultural, deportivo, religioso, profesional, sindical o de género, obedecían y reproducían las líneas trazadas por el sátrapa.

Por otro lado, la táctica de los expedicionarios descansaba en la lucha guerrillera, inspirados en el ejemplo de los revolucionarios cubanos y el triunfo de Fidel Castro, y como dice el doctor Emilio Cordero Michel, pensaban que el foco guerrillero crearía las condiciones revolucionarias dominicanas sin contar con núcleos de la oposición interna, [con lo que se aseguraba] de antemano el fracaso militar de las expediciones.

Además, aunque los expedicionarios eran conocedores de la importancia de la propaganda para promover la validez de su causa y las razones que lo llevaban a luchar contra la dictadura a través de las armas, no dieron importancia a la propaganda interna y sólo se apoyaron en las transmisiones de radio desde Cuba y Venezuela; transmisiones que si bien podían ser captadas en la República Dominicana -por el nivel de control de los servicios de inteligencia y el miedo a ser sindicado como antitrujillista, que en la mente del pueblo se entendía sinónimo de comunista, ateo, enemigo de la iglesia y de la propiedad privada- eran contados los que se atrevían a escucharlas.

Por esa razón, aunque los expedicionarios tenían un programa mínimo de reivindicaciones económicas, políticas y sociales, los fines perseguidos en ese pliego eran totalmente desconocidos por la población. Parece que los líderes del movimiento no tomaron en cuenta, como dice Regis Debray, que “la propaganda armada tiene que ver con el frente interno de la guerrilla más que con su frente externo”.

Partiendo de las debilidades de los expedicionarios a que hicimos referencia anteriormente, y del control político, de inteligencia y militar de la dictadura sobre la población, el fracaso de los patriotas antitrujillistas parecía previsible. Del lado de la dictadura la situación se dio a la inversa y favorable para su estrategia de contrainsurgencia, pues se tomaron medidas por adelantado que tendían a evitar el triunfo revolucionario. El régimen había infiltrado a los exiliados, conocía los planes que se estaban gestando en Cuba, tenía informaciones sobre el apoyo de los venezolanos y cubanos al Movimiento de Liberación Dominicana, y mantuvo en vigilia su maquinaria de control, poniéndola en condiciones de evitar sorpresas y responder a partir de los planes elaborados para el caso de que los antitrujillistas llegaran a las playas dominicanas. Como lo narra el historiador Emilio Cordero Michel, “Trujillo conocía todos los planes, los nombres de los que se entrenaban y hasta algunas fotografías tomadas en Mil Cumbres”.

La dictadura partía de una estrategia anti guerrillera que ya estaba siendo puesta en marcha por gobiernos antidemocráticos de la región. Haciendo una rápida lectura de la prensa dominicana de entonces, especialmente los periódicos “El Caribe” y “La Nación”, que eran los de mayor circulación nacional, podemos identificar los aspectos más sobresalientes de la táctica utilizada por el gobierno en su lucha contra los expedicionarios: Mantener la población desinformada; presentar la unidad de las fuerzas armadas y toda la estructura del Estado apoyando al gobierno; desarrollar operaciones de inteligencia, propaganda y militar contra los expedicionarios; evitar el contacto de la guerrilla con la población; hacer que la población denunciara y persiguiera a los guerrilleros; denunciar a los gobiernos extranjeros que apoyaban al movimiento; resaltar cualidades negativas de los líderes y de los propósitos perseguidos; aumentar el control político de la población a través de la persecución y la cárcel; llevar al ánimo de la población que todo estaba normal; promover movimientos de apoyo al gobierno y repudio a los expedicionarios; destacar el rechazo de familiares a sus acciones antitrujillistas, condenándolos y apoyando el régimen; [y por último, realizar todo lo anterior] en medio de una intensa y prolongada propaganda a través de manifestaciones multitudinarias que eran destacadas en los medios: mensajes, noticias y canciones de reafirmación trujillistas y de repudio a los expedicionarios a través de la radio, la televisión y la prensa escrita, exaltando la derrota militar de los expedicionarios y presentándolos como traidores a Trujillo, a sus propios compañeros de lucha y a los gobiernos solidarios con la causa dominicana. Todo para demostrar la fortaleza del régimen y la derrota de los revolucionarios, [para] justificar sus planes contra Cuba y Venezuela y, [primordialmente, para] mantener el control político y militar sobre la población dominicana.

Avión C-46 Curtiss utilizado por los expedicionarios

Las informaciones sobre la llegada de los expedicionarios comenzaron a ser publicadas el 20 de junio, cuando el régimen presentó ante la televisión al capitán piloto Juan de Dios Ventura Simó, pero la información apareció disimuladamente en la página 5 del periódico “La Nación”. En sus memorias, quien fuera uno de los jefes del Servicio de Inteligencia Militar, Jhonny Abbes García, describe la forma en que, a partir de las informaciones en poder de los organismos de seguridad, el gobierno comenzó a prepararse para enfrentar las posibles expediciones contra la dictadura. En conocimiento de que los patriotas habían desembarcado en Constanza y que todavía no habían sido derrotados por las tropas leales al gobierno, y como una forma de controlar la situación manteniendo al pueblo alejado de los expedicionarios, el temible jefe del SIM escribió:
Por nuestra parte, hicimos reforzar los servicios de vigilancia interna y el personal del Servicio de Inteligencia Militar fue aumentado notablemente. Se iniciaron los sistemas de patrullas nocturnas en pequeños automóviles de fabricación europea, para hacer visible la presencia de agentes nuestros en las calles de cada población (…) Era una medida de tipo psicológico, encaminada a crear un poco de temor popular, pues tarde o temprano el pueblo se enteraría de la invasión y era necesario que estuviera madura en asuntos de 'intranquilidad'”.
Aunque el silencio y la desinformación, además de la manipulación referentes al desembarco, [se constituían en] regla del régimen de Trujillo, corresponsales de agencias informativas internacionales, como es el caso del periodista Harold Milks, de Prensa Asociada, enviaron cables que no aparecían en la prensa y que en cierto modo dejaban en claro lo que estaba pasando en el país.

Como ya al régimen le era imposible mantener en secreto el desembarco guerrillero, desde el 20 de junio la campaña de prensa contra estos arropaba todos los medios informativos del país. Así aparece en una carta que José Javier Núñez envió a Trujillo, en la que relata sus hazañas como parte de los campesinos que persiguieron a los revolucionarios. Era parte de la campaña para comenzar a dar la impresión ante la población de que todos los sectores eran leales al gobierno de Trujillo. Núñez cuenta con orgullo cómo engañó y ayudó a capturar a varios de los expedicionarios, diciéndole en su carta a Trujillo: “Aquí le doy fe y testimonio de toda mi actitud asumida en ayuda de la defensa de mi Patria, su persona y Gobierno y de todos los Trujillo”.

Debemos destacar que, mientras los expedicionarios eran perseguidos, asesinados y otros capturados, en la prensa dominicana Trujillo daba muestras de que en el país no ocurría nada, y, por lo tanto, la presencia de los guerrilleros no entorpecía las labores del Estado ni la suya. Tal vez por esta razón Trujillo comenzó a aparecer la prensa apadrinando bodas y participando en [otras actividades] sociales. A la vez que hacia esto, presentaba ante la población y la prensa internacional el apoyo recibido por todos los sectores del país, cuidándose de dejar bien claro las fuerzas que lo apoyaban, como por ejemplo el gobierno de los Estados Unidos, las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica.

Logrados los propósitos del régimen, cuando ya se entendía que la expedición había fracasado, se comenzaron a destacar los detalles de lo que hasta ese momento Trujillo entendía como victoria militar definitiva, encargándose de informar sobre las bajas, aunque escondiendo que la mayoría de los expedicionarios habían muerto en las cámaras de torturas de la base área de San Isidro, la Cárcel del kilómetro 9 de la Carretera Mella y en la cárcel clandestina conocida como “La 40”. Concomitantemente, el régimen dio continuidad al proceso para manipular la opinión pública para demostrar que la República Dominicana había sido agredida por fuerzas extranjeras enemigas de la democracia, como sucedió con Cuba y Venezuela, a la vez que se aprovechaba para presentar algunos de los sobrevivientes, dando “testimonios” sobre la responsabilidad de esos países en los preparativos y apoyo del Movimiento de Liberación Dominicana.

Para mediados del mes de julio de 1959 la maquinaria de prensa de Trujillo, principalmente a través de los dos principales medios informativos que eran de su propiedad, resultaba asfixiante. Junto con los trabajos de inteligencia del SIM, el encarcelamiento de personas consideradas opositoras y las muertes de los expedicionarios, el régimen comenzó a desacreditar las personas que eran consideradas traidoras a la dictadura, como aconteció con Homero Hernández, quien había sido funcionario de la embajada dominicana en Ecuador y desertó para apoyar a los expedicionarios, y contra el doctor Emilio Cordero Michel, quien desertó de la embajada dominicana de Nueva York (su hermano José Cordero Michel se encontraba entre los que ofrendaron la vida en la expedición del 14 de Junio).

Para concluir la farsa, todo el que de una manera u otra resultaba sospechoso de ser disidente o desafecto terminaba enlodado por la mentira, desacreditado, y peor aún, humillado, como pasó con muchos de los padres, madres, tíos, hermanos y hasta cuñados de los expedicionarios.

La madre del guerrillero Miguel Gonzalo Almonte agradece a Trujillo la libertad de su hijo

En la Prensa de febrero de 1960, cuando todavía se destacaba a páginas completas el fracaso de la expedición, Trujillo aparecía mostrando una supuesta bondad que nunca tuvo. En medio de la crisis política que resultó de las expediciones de junio de 1959, decidió liberar los seis sobrevivientes dominicanos que todavía guardaban prisión en la cárcel de “La Victoria”. En aquella ocasión se destacó a página completa la humillación sufrida por las madres de Mayobanex Vargas y Gonzalo Almonte Pacheco. De esta última, el régimen enfatizó que además de liberar a su hijo le regaló mil pesos.

Es cierto que Trujillo tuvo una victoria militar contra los expedicionarios -desde el punto de vista de la represión, la propaganda, el descrédito, la humillación, la muerte de tantas personas conocidas y la forma como en definitiva el régimen manejó el desembarco-, [pero] al final saturó la conciencia nacional y todo lo que se hizo para conservar el poder, bañando en sangre a la República Dominicana, se revirtió contra la dictadura, pues el tirano terminó mostrando sus debilidades.

Después de leer los periódicos “El Caribe”, “La Nación” y parte de los documentos encontrados en el Archivo General de la Nación, con relación a las expediciones de junio de 1959 y conociendo cómo durante aquel año comenzó a organizarse definitivamente la resistencia interna que desembocó en la creación del “Movimiento Clandestino 14 de Junio”, desvelado en enero de 1960, hemos llegado a la conclusión, y en esto coincidimos con otros historiadores y con el héroe nacional, Comandante Delio Gómez Ochoa, que “la derrota de los expedicionarios fue la victoria de los caídos”. Con su sacrificio comenzó el final de la dictadura.

CUÁNDO Y CÓMO COMENZÓ LA ORGANIZACIÓN DE LA EXPEDICIÓN

A finales de 1958, mientras el Ejército Rebelde dirigido por el Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, libraba la guerra de liberación en las montañas y los llanos de Cuba, justamente el día en que se conmemoraba la caída en combate del Mayor General Antonio Maceo, aterrizó en Cieneguilla, Sierra Maestra, un avión procedente de Venezuela con armas para apoyar la ofensiva final. En ese vuelo, el 7 de diciembre de 1958, llegó el dominicano Enrique Jiménez Moya, quien se convertiría pocos meses después en el Comandante en Jefe de las Fuerzas Expedicionarias del 14 de junio.

El comandante del Ejército Rebelde, Delio Gómez Ochoa, autor del libro La victoria de los caídos, y protagonista de aquella gesta, cuenta que Enrique Jiménez Moya "era portador de un mensaje escrito para Fidel, en el que la Unión Patriótica Dominicana de Venezuela lo nombraba como su genuino representante en la misión de foguear en la lucha guerrillera a un grupo de jóvenes dominicanos que deberían llegar a la Sierra Maestra. La idea era que esos patriotas estuvieran listos militarmente para combatir a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo Molina y para eso esperaban la ayuda del Comandante". (Editora Collado, segunda edición, República Dominicana, 2007, p. 22.). Veinticuatro días después, el triunfo de la Revolución cubana impidió satisfacer la petición. Jiménez Moya fue el único que recibió preparación militar participando en algunos combates, en uno de los cuales fue herido.

En enero de 1959, ahora la Revolución en el poder, los dominicanos insistieron en su solicitud. Esta se aprobó, y por disposición de la dirección de la Revolución, el comandante Delio Gómez Ochoa asumió la dirección para el proceso de preparación: desde el recibimiento de los patriotas dominicanos, la logística y la selección de los lugares para el entrenamiento hasta la instrucción misma. Varios cubanos, combatientes del Ejército Rebelde, fueron seleccionados como asesores para el adiestramiento militar. El lugar escogido fue Mil Cumbres, en la Sierra de los Órganos, Pinar del Río, y se nombró al comandante Roberto Fajardo Fajardo al frente de la instrucción por la parte cubana, en el campamento. El centro coordinador de la conspiración contra Trujillo se estableció en N y 21, en el Vedado, en los altos del Club 21. Comenzaba a organizarse la primera manifestación internacionalista de la Revolución cubana en el poder.

Poco a poco, desde Puerto Rico, Guatemala, España, Estados Unidos, Venezuela y otros países, fueron llegando a La Habana los hombres que iniciarían la lucha armada contra Trujillo. Cada uno de los pelotones que se iba formando era portador del nombre de un patriota cubano o dominicano. Como los miembros eran representantes de diferentes tendencias y organizaciones, la dirección de la Revolución cubana contribuyó a propiciar la unidad entre ellos, aunque sin participar en sus reuniones y debates. Entre los días 27 y 29 de marzo de 1959, en reunión efectuada en el Palacio de los Trabajadores, los combatientes dominicanos adoptaron los acuerdos definitivos y aprobaron darle el nombre de Movimiento de Liberación Dominicana a su organización revolucionaria.

Asimismo, suscribieron el Programa Mínimo de la Revolución Dominicana, que en lo fundamental dictaba lo siguiente:
"Derrocar al régimen trujillista, establecer un gobierno provisional democrático revolucionario que en un periodo de dos años pusiera en marcha el Programa de la Revolución y convocara una Asamblea Constituyente elegida por sufragio universal; implantar una amplia Reforma Agraria; garantizar la libre organización de la clase obrera y campesina; iniciar una campaña de alfabetización y establecer un amplio sistema de seguridad social; fomentar el desarrollo del mercado interno y el poder adquisitivo del pueblo; desarrollar la industria nacional; expropiar a favor del Estado todas las industrias y propiedades adquiridas por el tirano, sus familiares y otras personas al amparo de la tiranía; crear condiciones para asegurar posibilidades de trabajo a toda la población laboral; y, por último, fomentar las mejores relaciones con los demás pueblos, basadas en la comprensión y el mutuo respeto".
Mientras tanto, la situación del área del Caribe se tornaba compleja, transitaba la triunfante Revolución cubana por sus seis primeros meses. Estados Unidos, dueño del traspatio latinoamericano, no podía permitir que el ejemplo de Cuba fuera imitado. Las puntas de lanza contra la joven Revolución fueron la Organización de Estados Americanos y la [recalcitrante vanguardia del] dictador Trujillo.

Enrique Jiménez Moya, con gorra, y el Comandante Delio Gómez Ochoa, en Holguín, el 12 de junio de 1959

Fueron creados tres grupos de expedicionarios: dos irían por mar y el tercero en un viejo avión C-46. Los compañeros que viajarían en barcos se dirigieron a Holguín, pues desde Punta Arena saldrían hacia la costa septentrional de República Dominicana. Un grupo de 81 combatientes al mando de los dominicanos, doctores José Horacio Rodríguez Vázquez, jefe de las expediciones marítimas, y Virgilio Mainardi Reyna, iría en el yate Carmen Elsa y desembarcaría en Maimón. El segundo, de 47 expedicionarios, comandado también por otros dos dominicanos: Rafael Campos Navarro y Víctor Mainardi Reyna, debería llegar a las costas dominicanas por Estero Hondo.

Cerca de las cinco de la tarde del 13 de junio, el Comandante Camilo Cienfuegos despidió a los dos grupos y ordenó que hicieran la mayor cantidad de fotos que fuese posible. Las tres fragatas, que entonces tenía la Marina de Guerra Revolucionaria, servirían de apoyo y velarían por la seguridad de ambas embarcaciones. Los 54 expedicionarios que viajarían en el avión se trasladaron hasta Cayo Espino en el territorio de Manzanillo, y luego, tras su última caminata de entrenamiento, se dirigieron a Cieneguilla, también en el territorio de Manzanillo, donde la nave aérea los esperaba. En este contingente iría el Comandante en Jefe de la Expedición, Enrique Jiménez Moya, y lo acompañaba el asesor militar cubano, comandante Delio Gómez Ochoa.

Un total de 198 hombres de siete países, "151 patriotas y 47 internacionalistas" se disponían a derrocar a la tiranía que oprimía a República Dominicana. A las dos de la tarde del 14 de junio despegó el avión rumbo a San Juan de la Maguana, pero decisiones de última hora lo llevaron a aterrizar en el aeropuerto militar de Constanza, una ciudad enclavada en las montañas, donde existía una fortaleza castrense. Eran las seis de la tarde cuando tocaron tierra. Sin que el destacamento hubiera acabado de desembarcar fue descubierto por el ejército y se produjo un intercambio de disparos. A partir de entonces, la persecución por las tropas trujillistas fue implacable.

La situación creada al desembarcar provocó que muchos equipos y armamento quedaran en el avión, que el grupo se dividiera en dos, y que tomaran rumbos diferentes [el subgrupo que quedaba constituido por 34 expedicionarios lo encabezaba Jiménez Moya, y, el que conformaban 20 hombres, Rinaldo Sintjago, segundo jefe político de la expedición]. Esa noche, probablemente al cruzar una zanja, el ayudante de Moya perdió la mochila de este. Cuenta Delio Gómez Ochoa, en el libro mencionado, que en ella iban los mapas donde aparecían marcados los puntos de los desembarcos marítimos. Como los yates no arribaron a la costa hasta el 20 de junio, por inconvenientes que se presentaron en la travesía, al encontrar esta mochila, horas después, el ejército supo con varios días de antelación los lugares exactos por donde arribarían las embarcaciones.

Al día siguiente, Sintjago sugirió que el asesor principal cubano de la expedición, comandante Delio Gómez Ochoa, asumiera la responsabilidad del grupo en el que iba, lo cual fue aprobado por sus integrantes.

El plan concebido desde La Habana era que los tres grupos desembarcaran simultáneamente y luego se encontraran en un punto cercano a Constanza, donde el 2 de julio, en horas de la tarde, el comandante del Ejército Rebelde, Pedro Díaz Lanz, jefe de la Fuerza Aérea Revolucionaria, haría un lanzamiento de paracaídas con armamentos y otras necesarias vituallas. El lugar fue salvajemente bombardeado. Para esa fecha, Díaz Lanz había traicionado a la Revolución y desertado. Ese día, ya el traidor Díaz Lanz estaba en Estados Unidos, y el 9 de julio se encontraba en Washington, prestando declaración a un subcomité del Senado norteamericano. Tres meses después, el 21 de octubre de 1959, piloteaba el avión que ametralló la ciudad de La Habana.

La tenaz persecución, el bombardeo y ametrallamiento indiscriminado, la falta de apoyo interno, el hambre y el cansancio, fueron mermando la capacidad combativa del contingente expedicionario. De los dos grupos que desembarcaron en Constanza, el 19 de junio, habían sido capturados y eliminados 20 guerrilleros; el 20 de junio eran 42 los muertos y dos los presos; el 11 de julio cayeron los tres últimos hombres sin conocer la suerte de sus compañeros llegados por mar.

En Maimón y Estero Hondo, los expedicionarios fueron esperados y masacrados por fuerzas navales, terrestres y aéreas de Trujillo. Un número considerable murió en el desembarco. El resto se internó en las montañas hasta que cayeron muertos o apresados para ser criminalmente torturados en las cárceles de La 40 y El 9. Sobrevivieron a la gesta del 14 de Junio los dominicanos Poncio Pou Saleta, Mayobanex Vargas, Gonzalo Almonte Pacheco y Francisco Medardo Germán, y los cubanos Delio Gómez Ochoa y el joven Pablo Mirabal Guerra. Estos fueron hechos prisioneros y sometidos a torturas. A los dominicanos les concedieron la libertad condicional en febrero de 1960. Los dos cubanos se beneficiaron por una ley de amnistía, dictada a raíz de la muerte de Leónidas Trujillo, y llegaron a Cuba el 9 de junio de 1961.

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19 de junio
Expedición de Luperón (19 de junio de 1949)

Tomado de Tribuna de Nemen Hazim/Escrito de José del Castillo Pichardo

Expedicionarios de julio 19 de 1949. De izquierda a derecha: Horacio Julio Ornes Coiscou, Tulio Hostilio Arvelo Delgado, José Rolando Martínez Bonilla, Miguel Ángel Feliú Arzeno y José Félix Córdoba Boniche (nicaraguense)

Expedición de Luperón: la revancha del Cayo

1947 fue un buen año para Trujillo. Clausurado el "interludio de tolerancia", removidos en junio los incómodos pro democracia Braden y Briggs del Departamento de Estado y abortada la invasión de Cayo Confites en septiembre, el reelecto presidente, ahora convertido en cruzado anticomunista, pudo respirar tranquilamente al amparo de la sombrilla de la Guerra Fría y las prioridades de la doctrina Truman de contención del comunismo. Aun así, en junio de 1949 debió sofocar, sin mayores contratiempos, una incursión armada de sus enemigos externos, procedente de Guatemala, que contó con la complicidad de Costa Rica y Cuba, así como de facilidades de autoridades de México. Esta vez, una pequeña fuerza multinacional de 12 hombres comandada por Horacio Julio Ornes, que partió del lago Izabal en Guatemala, logró alcanzar territorio dominicano acuatizando en la bahía de Luperón en un hidroavión Catalina.

El principal contingente que venía en otros dos aviones quedó entrampado en el trayecto. Una nave -en la que viajaba el general Juancito Rodríguez y el Dr. Eufemio Fernández, jefe de la policía secreta de Cuba bajo la presidencia de Prío- debió aterrizar de emergencia en una playa de la península de Yucatán en medio de una tormenta. La otra fue apresada en el aeródromo de la isla mexicana de Cozumel, donde hizo escala para reabastecerse de combustible, siendo detenidos sus ocupantes, encabezados por el general Miguel Ángel Ramírez Alcántara. Otros dos aviones rentados (uno mexicano y otro norteamericano) abandonaron la empresa en la víspera, desertando los pilotos con el dinero.

Como si esto fuera poco, la inteligencia del régimen infiltró el Frente Interno a través del ex capitán Antonio Jorge Estévez -quien al ganar la confianza de los líderes de Puerto Plata viajó como emisario a Puerto Rico y tuvo acceso a los planes expedicionarios-, permitiéndole a Trujillo desinformar a la organización y dislocar las ubicaciones de los grupos locales que debían servir de contraparte. En adición, según afirma Bernardo Vega en Global no.22, quince días antes del desembarco de Luperón, un republicano español se apersonó ante el embajador dominicano en México, Dr. Joaquín Balaguer, para denunciar la invasión. Fue llevado el 16 de junio ante el Jefe por Anselmo Paulino, con el propósito de armar un plan de contingencia, justo a tres días del desembarco de Luperón.

En esta oportunidad, Juancito Rodríguez se hizo asesorar por un grupo de republicanos veteranos de la Guerra Civil Española y de la resistencia francesa contra los nazis, entre los cuales estaba el teniente coronel Alberto Bayo, quien luego entrenaría a Fidel Castro y al Che Guevara en México para la expedición del Granma. Nueva vez, el general Rodríguez -con su dinero, liderazgo y tenacidad- figuraba como el jefe supremo de la revolución, secundado en el plano militar por Ramírez, Ornes y Fernández. Por su ascendencia en la política de Centroamérica se granjeó el respaldo pleno del gobierno de Juan José Arévalo en Guatemala y el más discreto de José Figueres en Costa Rica. Completó su esquema designando como delegado en Cuba a Juan Bosch -influyente en el entorno del presidente Carlos Prío, y lo propio en México al Dr. José Antonio Bonilla Atiles, quien diligenció la colaboración de estamentos del gobierno mexicano en algunos detalles operativos.

La conexión de esta empresa con Costa Rica tuvo su origen en la revolución producida en ese país en 1948 -que llevó a Figueres al poder-, la cual se benefició de las armas devueltas por el gobierno cubano a Juancito Rodríguez -quien tenía su base en Guatemala y había logrado el reintegro de parte del arsenal de Cayo Confites en su calidad de jefe y principal financista de esa expedición- y del aporte de veteranos del Cayo como Horacio Julio Ornes y Miguel A. Ramírez Alcántara, ambos considerados héroes del llamado Ejército de Liberación Nacional. Ornes comandó la Legión Caribe que tomó Puerto Limón y Ramírez Alcántara fue determinante en la batalla de San Isidro del General.

Durante 18 meses, Figueres encabezó la Junta Fundadora de la Segunda República que procedió, mediante decretos de ley, a establecer los derechos sociales, nacionalizar la banca, crear el Instituto Costarricense de Electricidad y la Oficina de Café, aboliendo finalmente el ejército, medidas consagradas en la Constitución de 1949. En su efímero tránsito como ministro de Relaciones Exteriores, entre abril y mayo de 1948, don Pepe Figueres rompió relaciones diplomáticas con el régimen de Trujillo en reciprocidad a la ayuda de los exiliados dominicanos en el triunfo de su Ejército de Liberación Nacional.

Sobrevivientes de la Expedición de Luperón y parte de las armas capturadas

Estos hombres dirigirían en junio de 1949, con el general Rodríguez a la cabeza, la nueva intentona para derrocar a Trujillo. Tanto Ramírez Alcántara, Ornes, y Eufemio Fernández, al igual que los expedicionarios de Luperón Tulio H. Arvelo, Miguel A. Feliú Arzeno, Federico "Gugú" Henríquez y José Rolando Martínez Bonilla, estuvieron previamente en el Cayo, siendo así esta empresa una continuidad reducida de la anterior.

Sin los aprestos del proyecto de Confites, que fue concebido como una invasión masiva acompañada de bombardeo aéreo, desembarco marítimo de infantería y lanzamiento de paracaidistas, al estilo de la practicada por los aliados en Normandía, en esta ocasión el enfoque estratégico descansó en la movilización aerotransportada de una fuerza élite de veteranos, junto a una gran cantidad de armas que serían aprovechadas por hombres preseleccionados del denominado Frente Interno, a los cuales se les sumarían otros voluntarios.

Ornes Coiscou relata en su obra "Desembarco en Luperón" (prologada por Juan José Arévalo), que el plan era provocar un levantamiento interno armando a unos 1,200 insurgentes, número reducido a la tercera parte por razones de transporte. Como en otros planes de los exiliados, se asumía la premisa equivocada de un potencial estado insurreccional en el ánimo de la población.

Pero una vez más Trujillo se saldría con las suyas. El maleficio histórico que ha condenado a todas las expediciones dominicanas fraguadas desde el exterior para cambiar el orden de las cosas en Santo Domingo obraría a favor del dictador. No sólo la población negó apoyo al pequeño contingente que llegó a pisar suelo dominicano, sino que este grupo apenas representaba la sexta parte de la fuerza expedicionaria original que partió desde Guatemala. En efecto, tres grupos debieron arribar a tres puntos diferentes de la geografía nacional. El mayor, de 37, comandado por Juancito Rodríguez, debía desembarcar en el Cibao, ya en Constanza o en otro punto de La Vega, base social del rico hacendado.

El segundo, dirigido por Ramírez Alcántara, formado por 25 hombres, aterrizaría en San Juan de la Maguana, solar familiar del general. Mientras que el menor, de 12 combatientes, capitaneado por Ornes, lo haría por Luperón, Puerto Plata (provincia de donde era oriundo Ornes y desde cuya ciudad cabecera debía salir a su encuentro un grupo del Frente Interno), acuatizando el 19 de junio en un hidroavión Catalina. Estaba compuesto por ocho dominicanos, un costarricense y tres nicaragüenses; y como era costumbre, una tripulación de piloto, copiloto e ingeniero de vuelo, formada por tres norteamericanos.

Carbonizados en el Catalina al explotar los tanques de combustible por ametrallamiento practicado por un guardacosta de la Marina de Guerra, quedaron Hugo Kundhart y el nicaragüense Alberto Ramírez, heridos entre sí en un confuso incidente, el costarricense Alfonso Leiton, herido por un soldado dominicano, y Salvador Reyes Valdez, quien fungía como paramédico. Los tres norteamericanos y el nicaragüense Alejandro Selva fueron los primeros en abandonar el hidroavión y separarse del grupo principal. Tres días después fueron capturados y fusilados en el acto.

Bahía de Luperón: lugar de desembarco de los expedicionarios de 1949

A 52 horas después del desembarco, el 22 de junio, el grupo principal fue emboscado y apresado por guardias y campesinos, entregado a las autoridades encabezadas por el capitán Dominico Pérez y el gobernador de Puerto Plata, Antonio Imbert. Gugú Henríquez y Manuel Calderón lograron evadirse pero fueron capturados más tarde y fusilados por instrucciones de Trujillo. Ya el dictador tenía en sus manos al contingente indispensable para presentarlo ante la OEA como medio de prueba del intervencionismo de Cuba, Costa Rica y Guatemala en los asuntos dominicanos.

Sobrevivieron y fueron enjuiciados: Horacio Julio Ornes Coiscou, Tulio Hostilio Arvelo Delgado, José Rolando Martínez Bonilla, Miguelucho Feliú Arzeno, y el nicaragüense José Félix Córdova Boniche. Diez años después, Feliú Arzeno participaría en la expedición del 14 de junio de 1959, ofrendando su vida por la causa libertaria dominicana.

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30 de junio
Natalicio de Juan Bosch

Tomado de Tribuna de Nemen Hazim/Autor: Euclides Gutiérrez Félix [Editado/NH].

Juan Bosch nació en la ciudad de la Vega el 30 de junio de 1909, hijo de don José Bosch y Angela Gaviño. El padre, de nacionalidad española, y la madre también, nacida en Puerto Rico, se habían establecido en el país a finales del siglo XIX. Vivió los primeros años de su infancia en una pequeña comunidad rural de esa provincia, llamada Río Verde, en la que realizó sus estudios primarios. Más tarde, su familia se trasladaría a La Vega, donde cursó los primeros años del bachillerato. En su juventud vivió en la ciudad de Santo Domingo y trabajó en establecimientos comerciales; luego viajaría a España, Venezuela y algunas de las islas del Caribe.

A su retorno a la República Dominicana, en los primeros años de la década iniciada en 1931, publicó su ensayo "Indios", inmediatamente después "Camino Real", y la novela "La Mañosa", aclamada por la crítica nacional como una obra de extraordinario valor en la literatura dominicana. Fundó y dirigió la página literaria del periódico Listín Diario, con la cual se perfiló como notable crítico de arte y ensayista. Casó con Isabel García, procreando a León y a Carolina.

En los primeros años de la dictadura de Rafael Trujillo Molina fue encarcelado por razones políticas, permaneciendo varios meses en prisión y siendo liberado sin cargos de ninguna naturaleza. En 1938 se ausentó del país estableciéndose en Puerto Rico, y luego se trasladó a Cuba donde dirigió la edición de las obras completas de Eugenio María de Hostos. En 1939, junto a otros exiliados políticos, fundó el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), el cual organizó y dio a conocer en otros países del Caribe y América Latina.

En los años transcurridos entre 1940 y 1945 se destacó como uno de los más notables escritores de cuentos de la región y laboró activamente en la formación de un frente antitrujillista encabezado por el PRD. Colaboró con el Partido Revolucionario Cubano y desempeño un destacado papel en la redacción de la Constitución de aquel país promulgada en 1940. Allí, después de haberse divorciado de doña Isabel García, contrajo matrimonio con la dama cubana Carmen Quidiello, de cuyo matrimonio nacieron sus hijos Patricio y Bárbara. Ganó importantes premios internacionales de cuentos y ensayos, entre los cuales se distingue el premio "Hernández Catá" que se otorgaba en La Habana a los cuentos escritos por autores de América Latina.

Fue uno de los principales organizadores de la expedición militar que se gestó en "Cayo Confite" y en la cual participaron cientos de ciudadanos, cubanos y centroamericanos, con intención de derrocar la dictadura de Trujillo. Fracasada la expedición, Bosch se trasladó a Venezuela y a otros países de América Central, donde desarrolló una activa campaña antitrujillista y consolidó su fama de escritor, cuentista y ensayista de primera categoría. Para ese momento había escrito cuentos de profundo contenido social, entre los que pueden citarse "La Nochebuena de Encarnación Mendoza", "Luis Pié", "Los Amos" y "El Indio Manuel Sicuri", calificados por la crítica como obras maestras del género.

En Cuba, lugar al que regresó requerido por sus amigos del Partido Revolucionario Auténtico, desempeñó importantes papeles en la vida política, siendo reconocido como promotor y autor de importantes leyes y del discurso pronunciado por el Presidente de la República cuando se trasladaron los restos de José Martí al cementerio de Santiago de Cuba. Meses después del derrocamiento del gobierno civil, como consecuencia del golpe de Estado encabezado por Fulgencio Batista, y después de haber sido encarcelado por las fuerzas represivas del gobierno golpista, se ausentó nuevamente del país estableciéndose en Costa Rica. Dedicado a tareas pedagógicas políticas en ese lugar y a sus actividades como presidente del PRD, el más importante partido político opositor del régimen de Trujillo, en el exilio, se produjo en Cuba el triunfo encabezado por Fidel Castro que motorizó un reordenamiento político, económico, y social en los países del Caribe. Bosch, con instinto certero, percibió el proceso histórico que se había iniciado a partir del primero de enero de 1959, con el advenimiento de Castro a la jefatura política y militar de la nación cubana, y dirigió a Trujillo una carta -el 27 de febrero de 1961- en la cual le advertía que su papel político, en términos históricos, había concluido en la República Dominicana.

Ajusticiado Trujillo el 30 de mayo de ese año, Bosch regresó a su país luego de veintitrés años de exilio, cuatro meses después de haberse establecido en territorio dominicano el partido que había fundado en 1939. Su presencia en la vida política nacional, como candidato a la presidencia de la República, revolucionó y modificó sustancialmente el estilo de realizar campañas electorales en el país. Su forma directa y sencilla de dirigirse a las capas más bajas de la población, tanto rurales como urbanas, le permitió desarrollar una profunda influencia y simpatías populares, que lo perfilaron como incuestionable ganador de las elecciones de diciembre de 1962.

Celebrado el torneo electoral, Bosch obtuvo un triunfo arrollador sobre los electores más conservadores del país, representados por la Unión Cívica Nacional. Combatido desde antes de su ascensión al poder por esos mismos sectores que fueron derrotados en las elecciones, tomó posesión como Presidente de la República el 27 de Febrero del 1963. Bosch dio inicio a una gestión gubernativa patriótica, reformadora, de incuestionable honestidad administrativa y de profundo reordenamiento económico y social. Su gobierno fue derrocado por un golpe militar apoyado por las fuerzas más conservadoras de la nación, estimuladas y apoyadas desde el exterior [por Estados Unidos]. Menos de dos años después, la insatisfacción generó el levantamiento militar del 24 de abril de 1965, que tenía como objetivo el restablecimiento del gobierno constitucional que Bosch había presidido, y la vigencia de la constitución que su gobierno había promulgado el 29 de abril de 1963, la más progresista y liberal que ha conocido la República.

Impedido de regresar al poder por la intervención militar de los Estados Unidos, apoyada por la Organización de Estados Americanos (OEA), se vio obligado, por las circunstancias, a participar en las elecciones realizadas el 30 de mayo de 1966, bajo la dirección y el control de las fuerzas de ocupación.

Bosch se marchó al exterior radicándose en España, donde realizó una extraordinaria labor literaria [y sociopolítica] produciendo algunas de sus obras más importantes entre las cuales están: "Composición Social Dominicana", "Breve Historia de la Oligarquía", "De Cristóbal Colón a Fidel Castro… El Caribe, Frontera Imperial" y numerosos artículos de diferentes géneros publicados en revistas, periódicos y otras publicaciones del país y del exterior.

Regresó a la República Dominicana en abril de 1970 con la intención de reorganizar y modernizar al PRD, convirtiendo a sus miembros en militantes activos, estudiosos de la realidad histórica y social de su país; su proyecto no fue aceptado por la mayoría del PRD. Las diferencias y contradicciones entre Bosch y un sector importante de la dirección de ese partido lo llevó a abandonar las filas de esa organización en noviembre de 1973 y fundar el 15 de diciembre de ese año el Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Bajo su liderato y rectoría, el PLD pasó a convertirse en una de las fuerzas políticas más importantes del país.

Su relevante aporte a las letras nacionales y americanas en la narrativa, novelas y ensayos lo han convertido en una gloria literaria viviente, maestro de dos generaciones de escritores, cuentistas, novelistas, ensayistas, periodistas e historiadores entre los cuales se distinguen algunas de las más sobresalientes figuras del país y de América Latina. Su conducta patriótica, cívica, honesta, valiente y militante, como gobernante y líder, lo convierten en un símbolo de la dignidad nacional y en un ejemplo a seguir para las generaciones presentes y futuras de la República Dominicana.

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.- 2 de julio: Fallecimiento de Concepción Bona [1901, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 3 de julio: Batalla de la Barranquita. Homenaje a los Combatientes [1916, Santa Cruz de Mao, Provincia Valverde, República Dominicana]

.- 4 de julio: Fusilamiento de Francisco del Rosario Sánchez por Orden de Pedro Santana [1861, San Juan de la Maguana, República Dominicana]

***

.- 11 de julio: Fallecimiento de Pedro Mir [2000, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 14 de julio: Fallecimiento del Dr. Joaquín Balaguer [2002, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 15 de julio: Fallecimiento de Juan Pablo Duarte [1876, Caracas, Venezuela]

***

.- 16 de julio: Fundación de La Trinitaria [1838, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 16 de julio: Asesinato de Otto Morales Efres ejecutado por el régimen represivo de Joaquín Balaguer [1970, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 19 de julio: Natalicio de Juan Bautista Vicini [1871, Santo Domingo, República Dominicana]

***

.- 25 de julio: Desaparición de Henry Segarra Santos ejecutada por el régimen represivo de Joaquín Balaguer [1969, Dajabón, República Dominicana]

.- 26 de julio: Ajusticiamiento del dictador Ulises Heureaux [1899, Moca, Provincia Espaillat, República Dominicana]


[JULIO] – QVINTILIS / IVLIVS (Julius) El quinto mes / En honor a César Primeramente conocido como Quintilis, debido a que este era el quinto mes. Luego, ya con el calendario Juliano, fue renombrado en honor a Julio César por ser este el mes de su nacimiento. Julius y Augustus no fueron aceptados rápidamente entre la población. Esto se puede notar en varios escritos medievales donde Quintilis y Sextilis siguieron siendo utilizados hasta bien entrado el medioevo.
Refranes de julio

«Aunque raras, muy violentas son por julio las tormentas».
«Dice el labrador al trigo: para julio te espero, amigo».
«En julio, beber y sudar y en balde el fresco buscar».
«En julio normal, seco todo manantial».
«Julio caliente, quema al más valiente».
«Lluvia por Santa Margarita, más que dar, quita».
«Por mucho que quiera ser, en julio poco ha de llover».
«¿En julio dónde anda el mozo? Pues va de la acequia al pozo».
«En julio, agua viene y toalla va, y el verano ya pasará».
«Julio calorero, llena bodega y granero».
«En julio, gran tormenta mucho espanta pero pronto escampa».
«Si en julio no truena, hambre en la aldea».
«Quien trabaja en julio, trabaja con orgullo».
«Julio triguero, Septiembre uvero».
2 de julio
Fallecimiento de Concepción Bona

Tomado de EcuRed

Concepción Bona

Concepción Bona nació en Santo Domingo el día 6 de diciembre de 1824. Desde joven dio muestras de amor a la patria y se mantuvo en todo momento al tanto de todos los acontecimientos independentistas. Era hija de Ignacio Bona Pérez uno de los firmantes del Manifiesto del 16 de enero de 1844, y Juana de Dios Hernández, quien era prima hermana de Josefa Brea Hernández, esposa del patricio Ramón Matias Mella. Era también sobrina del prócer Juan Pina, padre de Pedro Alejandrino Pina, uno de los próceres de la Independencia Nacional y co-fundador de la Sociedad Secreta La Trinitaria.

Sus primeros años y su juventud los pasó en una casa situada en la calle Palo Hincado casi a esquina El Conde (antes 27 de Febrero), calle que figura en la historia de Santo Domingo como el lugar donde se incubó la mayor parte de los movimientos independentistas. Con apenas 19 años, en 1844, era una ferviente admiradora de Los Trinitarios y decidida duartista. Vivía frente al Baluarte del Conde junto con su prima María de Jesús Pina y junto a ésta había preparado la bandera siguiendo los lineamientos trazados por Duarte.

La noche del 27 de Febrero, en el momento sublime de la proclamación de nuestra independencia cruzó hasta el Baluarte, acompañó a los patriotas y pudo presenciar con orgullo, cómo flotaba al viento de la libertad el paño simbólico de la república naciente. Su padre, temeroso de los riesgos y peligros que su hija corría, fue a buscarla; y al negarse ésta a abandonar a sus compañeros, se la llevó amarrada, dejándola así durante varios días en su hogar.

Toda su vida, esta heroína dominicana la puso al servicio de los ideales redentoristas de Juan Pablo Duarte, y su aliento, más de una vez, sirvió para levantar el ánimo abatido de un joven dominicano. Confeccionó la primera bandera dominicana, la misma que ondeó airosa en el asta del Baluarte la noche del 27 de febrero. Su integración a la lucha libertaria, su fervor patriótico, su indoblegable nacionalismo y su firme convencimiento de que los emblemas patrios eran importante para identificar el país, motivaron a Concepción Bona para que labrara con “fina tela, patriótico entusiasmo y nerviosidad femenina” la enseña nacional que enarbolaron los principales dirigentes de la independencia la noche del 27 de febrero de 1844. Fue ella, precisamente, quien le entregó a Sánchez la bandera que éste enarbolaría en el altar de la patria el 27 de febrero de 1844.

Las reseñas de la época cuentan que en tan envidiable tarea Concepción Bona fue acompañada esa noche por su prima hermana, la señorita María de Jesús Pina. Concepción Bona y Hernández contrajo matrimonio con Marcos Gómez y Carvajal. El matrimonio procreó cinco hijos: Marcos Antonio, Manuel de Jesús, José María, Elvira y Rafael María. Falleció el 2 de julio del año 1901 en Santo Domingo.

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3 de julio
Batalla de la Barranquita; Homenaje a los Combatientes que Enfrentaron las Tropas Norteamericanas de Intervención en 1916

Tomado de Vanguardia del Pueblo, CONECTATE.com.do y Mao en la Historia.

Capitán Máximo Cabral
La Barranquita simboliza la resistencia del pueblo y el ejército dominicanos a la violación de nuestra soberanía por parte de un ejército extranjero. El lunes 3 de julio de 1916 un grupo de patriotas comandados por el general Carlos Daniel y el capitán Máximo Cabral hicieron resistencia heroica al ejército norteamericano que avanzaba desde Montecristi hacia Santiago. 80 dominicanos enfrentaron a más de 800 marines norteamericanos. Desde la altura de la barranquita se obstaculizó el avance de los invasores hacia Santiago, sin dejar de rendir su cuota de sacrificio.

En esa desigual batalla unos 26 hombres murieron, entre ellos el capitán Máximo Cabral, su pariente Agustín Cabral, Francisco Peña (Pancho), quien había sido sobreviviente de las gestas restauradoras del 1863, Isaías Gutiérrez, Braulio Cabral, Belarminio y Luis Rodríguez (hermanos); entre los sobrevivientes estaban Carlos Daniel, Juan Infante, Enerio Disla, Máximo Muñoz, Luis Disla, Antonio Lozano, Alfredo Chávez Báez, (hijo de Pedrito Chávez), Luis Rodríguez, Magdaleno Zapata, Pío Villalona, Francisco Gutiérrez (Panchito) y Demetrio Frías, quien volvió al lugar de los hechos, y, entre escombros y cadáveres, rescató la bandera nacional.

La Barranquita encarna sentimientos de patriotismo y de defensa a la soberanía; un ejemplo de la valentía del pueblo dominicano, que desafió la invasión de tropas norteamericanas en 1916. “Ellos fueron sacrificados pero jamás vencidos, pues su martirologio fue la tea que encendió la llama de la desocupación”, dijo de los héroes la maestra santiaguera, señorita Ercilia Pepín, una ferviente opositora a la intervención norteamericana.

La Batalla de la Barranquita representa un monumento de dignidad, una exaltación al patriotismo, un ejemplo al heroísmo. En el 1916 nuestro país vivió un gran vació de autoridad, y, en medio de esa situación, Estados Unidos intervino para imponer sus designios en el Caribe. Con la renuncia del presidente Juan Isidro Jiménez, el 15 de mayo del 1916, desembarcaron las primeras tropas yanquis cerca, de la ciudad de Santo Domingo. Pocos días después los invasores entraban por San Pedro de Macorís, Puerto Plata y Montecristi. Desde las dos ciudades del norte las fuerzas interventoras se dirigieron a ocupar la ciudad de Santiago para así controlar toda la zona del Cibao.

En Mao, un pequeño grupo de hombres se preparaba para defender la patria. Estimulados por el patriotismo, y sin tener idea de la magnitud del riesgo, 80 hombres encabezados por el general Carlos Daniel salieron desde Santa Cruz de Mao para esperar las tropas de ocupación. El punto escogido fue el Cerro de La Barranquita, próximo a los parajes de Guayacanes y Maizal, a unos 6 kilómetros de la ciudad de Mao. Al día siguiente, se les unió el capitán Máximo Cabral, miembro del ejército dominicano.

Desde Montecristi, el 25 de junio de ese 1916, partieron hacia Santiago las tropas norteamericanas (868 hombres). La bravura increíble de los dominicanos detuvo al yanqui invasor por un tiempo prolongado; incluso, en un momento, lo hizo retroceder. Los gladiadores de La Barranquita del 1916 demostraron ser unos gigantes de las luchas patrias del pueblo dominicano; en ellos estuvieron sembrados los principios sacrosantos del Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte.

Para comprender el extraordinario valor de nuestros patriotas, sobre la Batalla de La Barranquita dice -el Capitán de las fuerzas invasoras que estuvo presente en el acontecimiento histórico que hoy recordamos- el señor Sthephen Fuller (que escribió el libro “Los Marines en la República Dominicana 1916 – 1924”): “El 3 de Julio, en Guayacanes, los insurgentes hicieron su segunda resistencia importante contra las fuerzas del Coronel Pendleton. En este combate decisivo para el avance hacia Santiago, los americanos enfrentaron a un enemigo atrincherado; la artillería no pudo encontrar la posición desde la cual observar y dispararle, no pudo soportar el ataque, y la infantería y los que operaban las ametralladoras tuvieron que llevar la carga del combate... Finalmente [los patriotas dominicanos escaparon], dejando a los infantes de marina [que habían sufrido 11 bajas] en posesión de la trincheras... Los rebeldes [tuvieron 27 bajas y 5 fueron apresados]...”.

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16 de julio
Fundación de La Trinitaria

Tomado de Vanguardia del Pueblo [Editado/NH].

El 16 de julio de 1838 un grupo de jóvenes liderados por Juan Pablo Duarte Diez creacron, en la ciudad de Santo Domingo, la Sociedad Secreta La Trinitaria, con el objetivo de fundar la República Dominicana. El historiador José Gabriel García anota, en su obra “Historia de Santo Domingo”, que el acontecimiento se produjo en un momento que ya existía en Santo Domingo un sentimiento dominicano. Resalta que Duarte aprovechó el disgusto que se expresaba en el pueblo haitiano en contra del presidente Pedro Boyer, quien había ocupado el Santo Domingo Español, hoy República Dominicana, en el año 1822.

Duarte había estudiado en Estados Unidos y Europa; sus conocimientos los aprovechó para organizar La Trinitaria. Duarte aprovechó los errores de Boyer para avanzar en su proyecto; se dio a trabajar con toda la energía de su inquebrantable voluntad. Amistades, relaciones; todo lo aprovechó en bien de su empresa. El entusiasmo de Duarte estimuló a los jóvenes de su generación a fundar, el 16 de julio de 1838, la Sociedad Secreta La Trinitaria (en una reunión que celebraron en la residencia de la señora Josefa Pérez).

Acompañaron a Duarte, en el acto de fundación de La Trinitaria, Juan Isidro Pérez, Pedro Alejandrino Pina, Felix María Ruíz, Benito González, Juan Nepomuceno Ravelo, Felipe Alfau, José María Serra y Jacinto de la Concha. Todos asumieron el compromiso de luchar en la clandestinidad y propagar las doctrinas separatistas y mantener siempre encendido el fuego del patriotismo. El juramento que concibió Juan Pablo Duarte para los trinitarios fue el siguiente:

En nombre de la Santísima Augustísima Trinidad de Dios omnipotente: juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro Presidente Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes a la separación definitiva del Gobierno haitiano y a implantar una república libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará república Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor en cuartos encarnados y azules, atravesados con una cruz blanca. Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios con las palabras sacramentales: Dios, Patria y Libertad. Así lo prometo ante Dios y el mundo. Si tal hago, Dios me proteja: y de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición si los vendo”.

Los Trinitarios nombraron a Duarte General en Jefe de los Ejércitos de la República y Director General de la Revolución. El 16 de julio de 1838 comenzó una lucha que, a pesar de las dificultades y la represión del Gobierno haitiano, no se detendría hasta proclamar la República Dominicana el 27 de febrero de 1844 con el trabucazo del prócer Mella.

La organización política fue bautizada con el nombre de La Trinitaria porque se fundó con nueve miembros que debían formar una base triple de tres miembros cada una. El trinitario José María Serra registra en sus apuntes que el grupo tenía un toque de comunicación que significaba “confianza, sospecha, afirmación, y negación, de modo que al llamar trinitario a otro que estaba en su cama, ya éste sabía por el número y manera de los toques, si debía o no responder, si corría o no peligro”.

Con el decurso del tiempo la Trinitaria fue creciendo hasta convertirse en la fuerza política que permitió crear el Estado dominicano. Es un ejemplo de la capacidad de organización y dirección de Duarte, quien cifraba su fe en un régimen democrático y defensor de la patria: “Por desesperada que sea la causa de la patria siempre será la causa del honor”.

En opinión de Juan Bosch, “Juan Pablo Duarte tuvo el coraje de creer que en un territorio pequeño, deshabitado e incomunicado interior y exteriormente podía establecerse una República. Para creer eso era necesario tener una fe inconmovible en la capacidad de lucha del pueblo dominicano, y Duarte la tuvo”.

Aquel día Duarte advirtió que la lucha que debía llevarse a cabo tenía que ser organizada partiendo de la calidad política y humana de los que iban a dirigirla. Según Bosch, Duarte tuvo fe en el proyecto “y también la capacidad política indispensable para reclutar y organizar seres humanos y para percibir, de manera instintiva, cuáles, entre los que reclutaba, podían ejecutar los actos que conducirían a la creación del Estado que él había concebido”. Fue “él quien atinó a darse cuenta de que entre los escasos pobladores de Santo Domingo de Guzmán había hombres como Francisco del Rosario Sánchez, y Matías Ramón Mella, que además de sentimientos patrióticos tenían las condiciones necesarias para convertir en hechos un sueño que parecía irrealizable”.

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26 de julio
Ajusticiamiento del Dictador Ulises Heureaux

Tomado de La Información/Escrito de Nicolás Arroyo Ramos [Editado/NH].

Ulises Heureaux (Lilís)

Aquel 26 de julio de 1899, está marcado en el calendario nacional y en la vida de Moca como una fecha memorable, histórica y gloriosa, ya que en la ocasión un grupo de valientes jóvenes de esta comunidad, dieron muerte al dictador Ulises Heureaux (LILÍS), hecho que puso fin a un régimen sanguinario y cambió el rumbo de la vida nacional. Ramón Cáceres, Horacio Vásquez, Jacobito de Lara, José Brache, Domingo Pichardo, Pablo Arnaud, Vicente de la Maza, Blas de La Maza, protagonizaron en Moca, el valiente hecho del ajusticiamiento del dictador Lilís, con lo que liberaban la nación de un régimen oprobioso, enemigo de las libertades públicas y miserable.

Jacobito de Lara, ahijado de Lilís e hijo de Jacobo de Lara, comerciante mocano en cuyo negocio fue asesinado el dictador Heureaux, fue el primero en disparar, pese a que era un adolescente con solo 16 años. Se afirma que después del atentado estuvo escondido por los campos aledaños y reapareció en su casa el 25 de agosto, un mes después del magnicidio.

En Moca, el día 25 de julio, en la noche, le ofrecieron una recepción y al momento que fue abatido a balazos se disponía a viajar a Santiago. En la ocasión asistió a la ciudad de Moca como parte de un recorrido que inició el día 21 de julio de 1899, para calmar a los hombres de negocio que estaban muy disgustados por los efectos de las emisiones inorgánicas que había hecho el Gobierno. Había prometido a los comerciantes que estaba en ánimo de incinerar los billetes que había emitido para restaurar la confianza en su Gobierno. Su gira la comenzó en Sánchez donde cumplió su promesa. El 25 de julio quemó 4 mil pesos en La Vega y luego se trasladó a Moca.

El cadáver de Lilís fue trasladado horas después de su asesinato a la ciudad de Santiago de los Caballeros por el gobernador de la provincia, general Perico Pepín, quien se afirma abrió paso a balazos para tomar el cuerpo sin vida del Presidente.

Ulises Heureaux había nacido en Puerto Plata, en 1844; fue presidente de la República en dos ocasiones (1882-1884 y 1887-1899). Durante su segundo mandato impuso un férreo sistema dictatorial en el país. Era hijo de Dassas Heureaux y Josefa Level; desde temprana edad fue entregado en adopción, no legal, y durante algún tiempo se llamó Hilarión. Su padre, al reconocerlo, le dio el nombre de Ulises. Muy joven se sumó a las filas restauradoras, donde estuvo al mando de Gaspar Polanco y Gregorio Luperón. Al lado de este último desempeñó las funciones de militar y político, aunque luego, alcanzada la presidencia de la República, traicionaría los postulados de Luperón.

En 1880 respaldó al padre Fernando Arturo de Meriño como candidato a la presidencia de la República, pasando a ser su ministro de Interior y Policía, cargo desde el que, al término del período de Meriño, le sustituyó como presidente de la República (respaldado por el Partido Azul). Conocido popularmente como Lilís, Heureaux asumió por primera vez la máxima magistratura del Estado el 1 de septiembre de 1882 y abandonó el sillón presidencial dos años más tarde con la llegada al Palacio Nacional del escritor Francisco Billini, a quien el mismo Heureaux y otros le hicieron imposible gobernar.

Declarado defensor del independentismo dominicano, Heureaux gobernó en armonía con los dictados constitucionales durante su primer mandato, pero cuando accedió nuevamente a la presidencia, instauró un régimen personalista que liquidó los principios democráticos, favoreció la corrupción y dejó al país en bancarrota. Para garantizar el continuismo, estableció un sistema electoral de votaciones indirectas que justificaban una y otra vez su reelección en el cargo, y así consiguió perpetuar su dictadura en cuatro períodos de gobierno consecutivos: entre 1887 y 1889, entre 1889 y 1893, entre 1893 y 1897 y entre 1897 y 1899.

Demostró una inusitada sagacidad como estadista para seleccionar entre la clase política a todos aquellos personajes que pudieran cumplir con eficacia los dictados de su administración. A su servicio se pusieron líderes del Partido Rojo, cabecillas del Partido Azul y seguidores de otras tendencias ideológicas que, formando parte del mismo bando, garantizaban la estabilidad del gobierno y la consolidación de su presidencia. Además, logró fomentar enemistades entre sus propios compañeros de partido, y acabó con el liderazgo de Luperón para evitar que se organizara una fuerza política sólida con capacidad para limitar sus poderes. Sin oposición, derogó leyes, controló órganos legales y fortaleció el ejército para disuadir posibles levantamientos. Se ganó el apelativo de "pacificador de la patria", pero la estabilidad se sustentaba en métodos de coacción que contemplaban desde detenciones y destierros hasta asesinatos para quien se oponía a su gobierno.


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[AGOSTO] Octavo mes del año en el calendario gregoriano y tiene 31 días. Se le puso este nombre en honor del emperador romano Octavio Augusto (Octavius Augustus). En el antiguo calendario romano, el año comenzaba en marzo y el sexto mes se llamaba sextilis pero, en el año 24 antes de nuestra era, Octavio Augusto decidió darle su nombre y desde entonces sextilis se llamó augustus. Octavio imitaba así al fallecido Julio César quien, veintiún años antes, había hecho lo mismo con el quinto mes, hasta entonces llamado quinctilis y que con él pasó a llamarse iulius en homenaje a la familia Iulia, a la que pertenecía. Pero a Octavio le pareció poco dar su nombre a sextilis, porque consideraba que ese mes no tenía la misma gloria que iulius, ya que iulius tenía 31 días y augustus, solo 29. Por esa razón, el emperador alteró la duración de varios meses, quitando y poniendo días, hasta lograr que ‘su’ mes tuviera 31 días. Por eso aún hoy, dos mil años después, julio y agosto tienen 31 días cada uno. Fue elegido este mes para honrar al emperador porque en él venció a Cleopatra y Marco Antonio y entró triunfador en Roma.
Refranes de agosto

«En agosto ni en enero no tomes el sol sin sombrero».
«Quien en agosto ara, su riqueza prepara».
«En agosto sandía y melón buen refresco son».
«Lo que en agosto madura, septiembre lo asegura».
«Ni en agosto caminar, ni en diciembre navegar».
«Mayo hace el trigo y agosto hace el vino».
«En agosto, aunque sea poco, quien no goza de él está loco».
«El perro en agosto, a su amo vuelve el rostro».
«A quien no tiene labrado, agosto se le hace mayo».
«No hay un mes de agosto que se parezca a otro».
«Agosto seca las fuentes y septiembre se lleva los puentes».
«Si da por ser tormentoso agosto será luctuoso».
«El que en agosto duerme, velará en septiembre».
«Luna de agosto, frío en el rostro».
16 de agosto
Restauración de la República

Tomado de Shorthand Social - teleSUR TV y Wikipedia [Editado/NH].

Gaspar Polanco

La independencia dominicana se concretó el 27 de febrero de 1844, evento que afloró los intereses coloniales de un grupo de dominicanos que deseaban la anexión a Inglaterra, Francia, España y hasta Estados Unidos, oponiéndose a las ideas independentistas de los Trinitarios, en especial de Juan Pablo Duarte por su condición de líder, quien meses después sería desterrado a Venezuela junto a toda su familia por Pedro Santana, que a la fuerza tomó el poder de la naciente República.

El 18 de marzo de 1861, Santana anexó la República Dominicana a España bajo la justificación de que ésta revertiría la pobreza existente. El país europeo mantenía posesión de Cuba y Puerto Rico para la época. Con el dominio de Santo Domingo el imperio español cerraba el triángulo de control de los tres territorios más grandes del Caribe, aprovechando que Estados Unidos estaba sumido en la Guerra de Secesión y no podía emprender un conflicto fuera de sus fronteras. A diferencia de 1492, España ejerció el poder a través de los miles de soldados de su Ejército que mantenía acantonados en el Caribe.

La anexión obtuvo un fuerte rechazo y marcó el inicio de la ruptura con España por parte de un grupo de dominicanos que se organizó para contrarrestar a las fuerzas santanistas y al Ejército español, descontento que se manifestó con varios movimientos insurgentes: la rebelión de Moca (norte) del 2 de mayo de 1861; la expedición desde el sur ese mismo año de los generales Francisco del Rosario Sánchez y José María Cabral; levantamiento en Neiba (sur) el 3 de febrero de 1863; las rebeliones de Sabaneta, Monte Cristi, Las Matas, Puerto Plata, ciudades al norte y noroeste del país, que iniciaron en Guayubín el 21 de febrero de 1863.

La Guerra de la Restauración es la página más notable de la historia dominicana (…) Se desconoce el esfuerzo colectivo gigantesco, heroico y las hazañas militares que libraron los hombres y mujeres que participaron en ella”, afirmó Juan Bosch en su obra Guerra de La Restauración del año 1996. Bosch tiene razón al decirlo, puesto que la Guerra de Restauración fue un combate totalmente desigual, ya que el pueblo dominicano no contaba con buques ni con el armamento que tenían los más de 51 mil soldados (españoles y cubanos, dominicanos y puertorriqueños al servicio de España) a los cuales enfrentaron. Los dominicanos alcanzaban una fuerza de un poco más de 15 mil combatientes provistos de machetes y armas que fueron recopilando a medida que avanzaba la contienda.

El 16 de agosto, el general Santiago Rodríguez y 13 patriotas dominicanos cruzaron la frontera con Haití. Se instalaron en el Cerro de Capotillo de Santiago (norte), desde donde declararon, con el Grito de Capotillo, el comienzo de la Guerra de la Restauración de la República Dominicana. Sobre ese acontecimiento, el historiador dominicano José Gabriel García (1834-1910) destacó el apoyo que recibieron los restauradores en la región Norte: "Todo el Cibao estaba en armas, y la bandera del 27 de febrero de 1844, desplegada en Capotillo el 16 de agosto de 1863, por los merodeadores de las fronteras, que como por encanto se habían convertido en Ejército Revolucionario, iba recuperando, una a una, en marcha triunfal, las astas gloriosas de donde había sido arriada violentamente el 18 de marzo de 1861".

En 1861, el general Pedro Santana había arrebatado la presidencia a Buenaventura Báez, quien había quebrado la Tesorería de la Nación con grandes ganancias para sí mismo. Frente a una crisis económica, así como la posibilidad de un nuevo ataque de Haití, Santana pidió a España que retomara el control de su antigua posesión bajo la categoría de provincia, con tan solo 17 años de independencia. Al principio, la monarquía española estaba preocupada, pero con los Estados Unidos ocupados con su propia guerra civil e incapaces de imponer la Doctrina Monroe, consideraba que había una oportunidad para reafirmar el control en América Latina. El 18 de marzo de 1861, se anunció la anexión, y Santana se convirtió en gobernador general de la recién creada jurisdicción.

Sin embargo, este acto no fue bien recibido por todos. El 2 de mayo, el general José Contreras lideró una fallida rebelión, y Francisco del Rosario Sánchez encabezó una invasión desde Haití (cuyo gobierno aunque oficialmente neutral, le preocupaba que España afianzase su poder en la zona), pero fue capturado y ejecutado el 4 de julio de 1861. Eventualmente Santana renunciaría a su cargo en enero de 1862 tras sostener diferencias con las autoridades españolas en Cuba que limitaron su poder y que destituyeron a sus amistades para colocar a peninsulares en los cargos de poder; la reina Isabel II le confirió el marquesado de Las Carreras como compensación por sus servicios al Reino.

Las autoridades españolas comenzaron a alienar a la población en general mediante el establecimiento de una política conocida como “bagajes”, que requería que los ciudadanos entregaran cualquier animal de trabajo a los militares españoles sin ningún tipo de garantía de indemnización. Esto fue especialmente problemático en la región del Cibao en el norte, donde los agricultores dependían de sus animales para su sustento. Un segundo factor fue cultural: el nuevo arzobispo de España se horrorizó al descubrir que un gran número de parejas dominicanas no estaban casadas bajo la Iglesia Católica. Esta situación se produjo debido al pequeño número de sacerdotes en el país, así como la pobreza y la falta de caminos y transporte para llegar a una iglesia para casarse. Con las mejores intenciones, el arzobispo Bienvenido Monzón quería poner remedio a esta situación en un corto tiempo, pero sus demandas solo irritaban a la población local que había llegado a aceptar el estado actual de los nacimientos "ilegítimos" de forma normal.

Económicamente, el nuevo gobierno también impuso aranceles más altos para los productos no españoles y los buques y trató de establecer un monopolio sobre el tabaco, contrariando a las clases comerciantes también. A finales de 1862, los funcionarios españoles estaban empezando a temer la posibilidad de una rebelión en la región del Cibao (el sentimiento anti-español no era tan fuerte en el sur). Por último, había rumores de que España volvería a imponer la esclavitud y enviar a los dominicanos negros a Cuba y Puerto Rico.

Mientras tanto, España había emitido una orden real en enero de 1862 declarando su intención de recuperar los territorios que Toussaint Louverture había tomado para Haití en 1794. En un intento de sofocar los disturbios en la región dominicana, las tropas españolas habían desalojado a los haitianos que vivían en estas áreas a lo largo de la frontera haitiano-dominicana. El presidente haitiano, Fabre Geffrard, renunció a su posición de neutralidad y empezó a ayudar a los rebeldes dominicanos.

El malestar general que existía en la ahora colonia de Santo Domingo “ya era evidente en los meses de noviembre y diciembre de 1862 cuando los oficiales españoles presentían el estallido de una rebelión en breve plazo”. El Cibao era la región más inclinada a una rebelión.

El comandante Cayetano Velázquez, al mando de un grupo de 150 hombres, asaltó el pueblo de Neiba y tomaron cautivo al Jefe militar del mismo, General Domingo Lázala, tomando municiones y armamento. Este movimiento estaba falto de preparación lo que fue causa de su fracaso. El alcalde ordinario mandó a arrestar al comandante Velázquez y sus hombres se rindieron sin poner resistencia alguna. Esta revuelta estaba desconectada de la conspiración de proporciones faraónicas que se tramaba en el Cibao, sobre todo en la Línea Noroeste.

En febrero de 1863 un movimiento organizado por el poderoso hacendado Santiago Rodríguez, Lucas Evangelista de Peña, Juan Antonio Polanco, hermano mayor del general Gaspar Polanco, Benito Monción, Pedro Antonio Pimentel, entre otros, intentó restaurar los pueblos de Santiago, Puerto Plata, Moca, La Vega, San Francisco de Macorís, San José de las Matas y los pueblos de la Línea Noroeste (La Línea). Las operaciones de San José de las Matas estuvieron a cargo de Gregorio Luperón, un humilde puertoplateño que se había unido a la causa, pero fueron derrotadas por el Coronel de las reservas españolas José María Checo, quien más tarde pasó al lado de los restauradores.

Atacaron la plaza de Guayubín, pero fueron frenados por el General Fernando Valerio, que estaba el mando de las reservas militares de la ciudad, aunque luego tuvieron éxito en un segundo ataque. El General José Antonio Hungría, Comandante de Armas y Gobernador de Santiago puso en marcha las tropas españolas hacia Guayubín y luego hacia Sabaneta donde derrocó a los revolucionarios con la ayuda del general Gaspar Polanco, que comandaba la caballería, todavía al servicio de los españoles.

Cuando en Santiago se supo que la plaza de Guayubín había sido tomada por Lucas Evangelista de Peña y su gente, los directivos de la conspiración en Santiago, que eran los miembros del Ayuntamiento y otras personas prominentes, se rebelaron. La gesta fue derrocada y el 17 de abril fueron fusilados frente al cementerio de Santiago el poeta Eugenio Perdomo, Pedro Ignacio Espaillat, José Vidal Pichardo, Carlos de Lora, Ambrosio de la Cruz, el coronel Pierre Thomas y el General Antonio Bautista, responsables de la revuelta de Santiago.

Gregorio Luperón

El 16 de agosto de 1863, un nuevo grupo de 14 hombres, bajo el liderazgo de Santiago Rodríguez, hizo una audaz incursión en el cerro de Capotillo (Dajabón) izando el pabellón dominicano. Esta acción, conocida como el Grito de Capotillo, fue el comienzo de la guerra. Entre los integrantes se encontraban Benito Monción, Juan Antonio Polanco, hermano mayor del general Gaspar Polanco, Pedro Antonio Pimentel, entre otros. El experimentado guerrero Gaspar Polanco esta vez se coloca a su lado y llega con ellos a las afueras de la ciudad de Santiago, la cual fue sitiada por miles de hombres.

Una ciudad tras otra, en el Cibao, se unieron a la rebelión, y, el 13 de septiembre, un ejército de 6,000 dominicanos dirigido por el Comandante en Jefe de la guerra restauradora, el General Gaspar Polanco, se atrincheró en la Fortaleza San Luis, en Santiago. Polanco fue proclamado Comandante en Jefe de las fuerzas restauradoras por todos los caudillos revolucionarios de la región. Fue aceptado por sus condiciones de valeroso y competente guerrero, por haber sido el único general de las campañas de la Independencia que tomaba parte hasta ese momento en el movimiento, por su peso social, su prestigio y su autoridad. Tomó la decisión de incendiar parte del pueblo de Santiago, rodeando a la Fortaleza de San Luis en un torrente de llamas y humo.

La estrategia surtió el efecto esperado; la ciudad quedó en cenizas y perdió su valor estratégico para los españoles, que no tenían de donde abastecerse ni donde guarecerse. Cuando los sitiados en la Fortaleza San Luis decidieron salir hacia Puerto Plata, les persiguió tenazmente, emboscándoles en El Carril y El Limón, provocando numerosas pérdidas para los españoles. En Gurabito venció a Hungría, Alfau y al brigadier español Manuel Buceta. En Puerto Plata, también venció a los españoles. Libró otras batallas importantes para la gesta restauradora. Polanco alcanzó el grado de Generalísimo por su eficiencia y valor en la Batalla de Santiago.

Cuando se supo que Pedro Santana pretendía invadir el Cibao, se designa a Gregorio Luperón, quien fue entrenado por Polanco en el arte de la guerra y la estrategia, como Jefe Superior de Operaciones en las provincias del sur y del este. Debido al mal estado administrativo y tecnológico del ejército español, existía una gran ausencia de mandos terrestres... José Luis Ceacero Inguanzo, oficial naval, recibió la orden de dirigir una sección de tropas, desde La Romana e Higüey, sin ninguna estrategia sino la de eliminar toda resistencia en dicho camino. Estas tropas fueron derrotadas y Ceacero dio la orden de retirarse, en contra de varios mandos.

En Santo Domingo, se bate de frente al ejército español, que era comandado por Pedro Santana, por entonces Marqués de Las Carreras. Pese a ser poderoso y disciplinado, el ejército español fue derrotado por Luperón en una guerra de guerrillas, estrategia a la que apeló por la inferioridad en número y en calidad de medios por parte de los rebeldes. Luperón luego reforzó las operaciones de Baní y San Cristóbal donde expulsó a los anexionistas.

José Antonio 'Pepillo' Salcedo, quien se había autoproclamado presidente de la República sin la aprobación de la mayoría de los restauradores, inmediatamente calificó a Santana, que ahora era líder de las fuerzas españolas, como traidor. Salcedo intentó pedir ayuda a los Estados Unidos, pero fue rechazada.

España tuvo un momento difícil luchando contra los rebeldes que buscaban restaurar la República Dominicana. En el transcurso de la guerra, España perdería más de 33 millones de pesos y sufriría más de 10,000 víctimas. Santana, quien había sido venerado como un excelente estratega militar, se vio incapaz de romper la resistencia dominicana. En marzo de 1864 desobedeció deliberadamente las órdenes de concentrar sus fuerzas en torno a Santo Domingo y fue reprendido y relevado de su cargo por el Gobernador General José de la Gándara, quien mandó a Santana a Cuba para hacer frente a una corte marcial. Sin embargo, Santana murió repentinamente antes de que esto ocurriera.

De la Gándara trató de negociar un alto el fuego con los rebeldes. Él y Salcedo aceptaron discutir los términos de paz, pero, en medio de las negociaciones, Salcedo fue derrocado y asesinado por órdenes de Gaspar Polanco y con la aprobación de la mayoría de los restauradores. Polanco, que estaba ya disgustado por los errores militares que Salcedo había cometido durante la guerra, no aprobó la actitud vacilante de Salcedo frente a las autoridades españolas, además de su preocupación de que Salcedo tuviera la intención de retornar al expresidente anexionista Buenaventura Báez, a quien los rebeldes odiaban tanto como odiaban a los españoles por sus acciones antes del golpe de Estado a Santana en julio de 1857.

A pesar de haber tomado medidas positivas en el área económica y educativa, Polanco fue acusado de establecer un monopolio del tabaco en nombre de sus amigos y relacionados. Por esta acción arbitraria fue derrocado de la presidencia por un movimiento que su hermano Juan Antonio apoyó, encabezado por Pimentel, Monción y García, quienes no aprobaron algunas de sus decisiones. Fue sustituido por Benigno Filomeno de Rojas y Gregorio Luperón, en enero de 1865. Dándole tregua a la lucha, la junta provisional organizó una nueva constitución, y, cuando se aprobó, el general Pedro Antonio Pimentel se convirtió en el nuevo presidente (el 25 de marzo de 1865).

El 3 de marzo de 1865 la reina Isabel II firmó la anulación de la anexión. El 15 de julio, las tropas españolas abandonaron la isla. Aunque muchas ciudades dominicanas y la agricultura en todo el país fueron destruidas (a excepción del tabaco) durante la guerra, la Guerra de Restauración trajo un nuevo nivel de orgullo nacional a la República Dominicana. La victoria dominicana también le demostró a cubanos y puertorriqueños que España podía ser derrotada. Por otro lado, en la política local, el liderazgo durante la guerra se concentró en las manos de pocos caudillos regionales, quienes podían ordenar la lealtad de las regiones.

La política dominicana se mantuvo inestable durante los siguientes años. Pimentel fue presidente durante solo cinco meses antes de ser reemplazado por José María Cabral. Cabral, a su vez, fue derrocado por Buenaventura Báez en diciembre de 1865, pero retomó la presidencia en mayo de 1866. Sus negociaciones con los Estados Unidos sobre la posible venta de la tierra alrededor de la Bahía de Samaná resultaron ser tan impopulares que Báez fue capaz de recuperar la presidencia una vez más en 1868.

En las relaciones dentro de la isla, la guerra marcó un nuevo nivel de cooperación entre Haití y la República Dominicana. Hasta entonces, Haití había considerado la isla de La Española como "indivisible" y había intentado, sin éxito, conquistar la mitad oriental varias veces en el pasado. La guerra obligó a Haití a darse cuenta de que este objetivo era esencialmente inalcanzable, y fue sustituido por años de disputas fronterizas entre los dos países.

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.- 1 de septiembre: Natalicio del Dr. Joaquín Balaguer [1906, Navarrete, República Dominicana]

.- 4 de septiembre: Natalicio de Henry Segarra Santos [1944, Santiago de los Caballeros, República Dominicana]

.- 8 de septiembre: Natalicio de Gregorio Luperón [1839, Puerto Plata, República Dominicana]

***

.- 11 de septiembre: Fallecimiento de José Núñez de Cáceres [1846, Ciudad Victoria, México]

.- 12 de septiembre: Natalicio de Homero Hernández Vargas [1943, La Romana, República Dominicana]

.- 17 de septiembre: Batalla de la Estrelleta [1845, Las Matas de Farfán, Provincia San Juan de la Maguana, República Dominicana]

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.- 18 de septiembre: Natalicio del coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez [1934, Damajagua, República Dominicana]

.- 21 de septiembre: Expedición de Cayo Confites [1947; Cayo Confites, perteneciente al archipiélago de Camagüey en el océano Atlántico; Cuba]

.- 22 de septiembre: Asesinato de Homero Hernández Vargas ejecutado por el régimen represivo de Joaquín Balaguer [1971, Santo Domingo, República Dominicana]

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.- 23 de septiembre: Natalicio de Orlando Martínez Howley [1944, Las Matas de Farfán, República Dominicana]

.- 24 de septiembre: Asesinato de Amín Abel Hasbún ejecutado por el régimen represivo de Joaquín Balaguer [1970, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 25 de septiembre: Golpe de Estado a Juan Bosch auspiciado por John F. Kennedy y ejecutado por los militares dominicanos [1963, República Dominicana]

Septiembre: 2/3 parte del mes es Verano; 1/3 parte es Otoño






[SEPTIEMBRE] Noveno mes del año en el calendario gregoriano; consta de treinta días y su nombre deriva del latín septem, en alusión al séptimo lugar que ocupaba en el orden de sucesión de los meses del calendario romano, mucho tiempo antes de las reformas del rey Numa Pompilio y de las ocurridas siglos después y que crearon los meses de ‘iulius’ y ‘augustus’. Durante este mes se produce el equinoccio de invierno, en el que los días son iguales a las noches. El mes estaba consagrado al dios Vulcano. Por muy breve tiempo, durante el s.I de nuestra era, el mes fue rebautizado como “germanicus”, en honor al hijo de Claudio Nerón, cambio que no tuvo aceptación y que el emperador Domiciano dejó sin efecto, volviendo al nombre originario de ‘september’.
Refranes de septiembre

«Si en septiembre comienza a llover, otoño seguro es».
«Marzo y septiembre son cual hermanos: uno dice adiós al invierno y otro al verano».
«Septiembre es frutero, alegre y festero».
«Septiembre soleado y brillante, te pone de buen talante».
«Lo que agosto madura, septiembre lo asegura».
«Si en septiembre no tienes fruta, agosto tiene la culpa».
«Septiembre es bueno, si del primero al 30 pasa sereno».
«En septiembre, el que no tenga ropa que tiemble».
«Cuando en septiembre acabes de vendimiar, enseguida ponte a sembrar».
«Treinta días trae septiembre, con abril, junio y noviembre; los demás traen treinta y uno, menos febrero, que es mocho y sólo tiene veintiocho».
«Septiembre, o seca las fuentes o arrastra los puentes».
«Buen tiempo en septiembre, mejor en diciembre».
«Al principio de septiembre, apareja las cubas para vendimiar las uvas».
«La lluvia de septiembre es buena para el que siembre».
8 de septiembre
Natalicio de Gregorio Luperón

Tomado de Biografías y Vidas.

Gregorio Luperón nació en Puerto Plata el 8 de septiembre de 1839. Patriota dominicano, héroe de la Guerra de Restauración y principal dirigente de los liberales durante la Segunda República. Lograda en 1844 la independencia de Haití, la Primera República Dominicana (1844-1861) hubo de sufrir tanto los reiterados ataques de los haitianos, que amenazaban la soberanía nacional, como las maneras dictatoriales de los presidentes que durante aquellos años se alternaron en el poder: Pedro Santana y Buenaventura Báez. Al final de su último mandato (1858-1861), Pedro Santana decidió anexionar el país a España; su idea era acabar con la permanente amenaza de Haití, pero también perpetuarse en el poder, pues aceptó a cambio el cargo de capitán general de la nueva provincia española de Santo Domingo.

Tal decisión desataría la Guerra de Restauración (1863-1865), que enfrentó a los partidarios de la anexión a España con los independentistas o restauradores (pues su objetivo era restaurar la Primera República). Gregorio Luperón destacó como el más capaz de los generales del bando independentista, a cuya victoria contribuyó decisivamente. Pero tampoco la Restauración traería la estabilidad; los continuos enfrentamientos entre los rojos o conservadores (liderados por Buenaventura Báez) y los azules o liberales (como el propio Luperón, que aspiraba a modernizar y democratizar las instituciones republicanas) siguieron desgarrando y empobreciendo el país en las décadas siguientes.

De orígenes humildes, Gregorio Luperón tuvo que trabajar desde niño para colaborar en la economía familiar. A la edad de catorce años encontró empleo a las órdenes de Pedro Eduardo Dubocq, un comerciante establecido en Puerto Plata a quien algunas fuentes biográficas atribuyen la paternidad del muchacho. Conocía bien la lengua inglesa (su madre era una inmigrante de color de las islas británicas), tenía dotes para la oratoria y en la biblioteca de su patrón pudo iniciar una sólida formación autodidacta.

Comprometido con la causa independentista, una pelea contra partidarios de la anexión española le llevó en 1862 a la cárcel, de donde escapó para buscar refugio, primero en Haití y después en los Estados Unidos. En 1863 regresó de forma clandestina a la República Dominicana para participar en varios movimientos de insurrección; las tropas rebeldes le concedieron el grado de general.

El autoproclamado Primer Gobierno Restaurador de Pepillo Salcedo, con sede en Santiago, valoró pronto su patriotismo y su capacidad combativa y le encargó la Jefatura Superior de Operaciones en la provincia de Santo Domingo, con la misión de enfrentarse al ejército anexionista comandado por Pedro Santana. Cumplió con su cometido y consiguió desarrollar una guerra de guerrillas que desgastó severamente las fuerzas militares españolas. Finalmente, España entregó el país a los independentistas. Luperón aceptó la vicepresidencia de la Junta Gubernativa de Santiago y, restaurada la República, regresó a Puerto Plata, donde sus paisanos le recibieron como a un auténtico héroe nacional.

Después del triunfo de la Restauración, dos tendencias se diputaron el poder: la primera agrupaba a los comerciantes e importadores, criollos y extranjeros, en connivencia con la vieja guardia encabezada por Buenaventura Báez, todos ellos procolonialistas; la segunda reunía a los soldados de la Restauración, respaldados por el campesinado joven, los intelectuales y los comerciantes provenientes del Cibao, quienes seguían una línea nacionalista y liberal, orientada por Gregorio Luperón y Ulises Francisco Espaillat, entre otros.

Los primeros conformaron el partido conservador o rojo, y los segundos el liberal o azul, denominados así por el color de la cinta que amarraban a los sombreros para distinguirse en los combates. Pero no debe olvidarse el papel que jugaron numerosos caudillos locales, en su mayoría analfabetos, que con el título de generales se dedicaron a pelear entre sí o contra el gobierno de turno movidos sólo por intereses personales y el afán de enriquecimiento. Fue tal el estado de anarquía y de fragmentación política que, desde 1865 hasta 1899, hubo en el país más de setenta revueltas, alzamientos y asonadas militares que dieron por resultado veinticinco gobiernos de mayor o menor duración.

Desde su ciudad natal, Gregorio Luperón impulsó una severa oposición al régimen de Buenaventura Báez, que en diciembre de 1865 se había hecho de nuevo con el poder, y encabezó el triunvirato (Luperón, Pimentel y García) que en 1866 consiguió derrocar al gobierno y ejercer el poder ejecutivo entre los meses de mayo y agosto de aquel año. Disuelto el nuevo órgano gubernamental en favor de la constitucionalidad, asumió la presidencia el general José María Cabral (1866-1868). Pero Báez derrocó nuevamente al gobierno de Cabral en 1868 y Luperón se vio obligado a abandonar la República.

Durante el llamado gobierno de los Seis Años (1868-1873), Báez negoció la anexión del país a los Estados Unidos; Gregorio Luperón desplegó desde el exterior una intensa campaña de oposición al gobierno e incluso preparó una expedición revolucionaria que no pudo concretizarse con éxito. No cejó en su empeño de impedir la anexión a los Estados Unidos y elevó repetidas protestas ante el Senado estadounidense que finalmente evitaron la incorporación de la isla a la potencia del norte.

Los baecistas siguieron gobernando tres años más sin su caudillo, a quien depusieron para evitar que el partido azul los desplazara del poder por medio de una revolución. Ésta se produjo en 1876 y, por sugerencia de Luperón, se acordó presentar como candidato a la presidencia a Ulises Espaillat, eminente ciudadano y político de ideas democráticas que ganó en las elecciones de marzo de dicho año. Luperón aceptó el cargo de ministro de Guerra y Marina en el nuevo gabinete. Pero apenas siete meses después, la presión de los baecistas forzó la renuncia de Espaillat y devolvió el poder a Buenaventura Báez, el eterno enemigo político de Luperón, quien, una vez más, tuvo que exiliarse.

Durante el siguiente trienio la República Dominicana vivió un periodo de inestabilidad política y rápidas alternancias en el gobierno. Finalmente, en octubre de 1879, los liberales tomaron el poder en firme. Luperón accedió a la presidencia de un gobierno provisional que, con sede en Puerto Plata, estableció una política encaminada a reconducir el país dentro de los patrones del liberalismo de la época: instauró un régimen progresista, trató de institucionalizar la República y preparó el proceso electoral que, a finales de 1880, otorgó el poder a Fernando Arturo Meriño (1880-1882), al que sucedieron algunos gobiernos liberales de duración bianual.

Gregorio Luperón se retiró a Europa en calidad de enviado extraordinario y ministro plenipotenciario. Cuando regresó al país, el ejecutivo de Francisco Gregorio Billini (1884-1885) le nombró delegado del gobierno en el Cibao. Desde su nuevo puesto se enfrentó al movimiento revolucionario de 1886 en Puerto Plata y contribuyó a la llegada al poder, un año después, del presidente Ulises Heureaux (1887-1899), antiguo lugarteniente de Luperón en la Guerra de Restauración y destacada figura de los liberales. Heureaux trajo finalmente la estabilidad a la República al precio de un radical giro ideológico: instauró una corrupta dictadura personalista, fortaleció el ejército, reprimió duramente a la oposición y arruinó las arcas públicas, dejando la nación en manos del capital extranjero.

Decepcionado por las actitudes dictatoriales del nuevo líder, Gregorio Luperón buscó sin éxito el apoyo del gobierno haitiano para combatirlo. Se encontraba en la isla de Saint Thomas cuando, en 1897, enfermó de cáncer. Enterado, Heureaux acudió personalmente en su ayuda. Después de escuchar serias recriminaciones de su antiguo jefe y de aceptarlas calladamente, se reconciliaron. Luperón aceptó regresar a la patria, para lo que abordaron el buque de guerra que había transportado a Heureaux hasta la vecina isla, y retornaron a Puerto Plata. Allí falleció Gregorio Luperón: el 20 de mayo de 1897.

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17 de septiembre
Batalla de la Estrelleta

Tomado de Historia Dominicana en Gráficas

Batalla de la Estrelleta, en las Matas de Farfán. Los dominicanos vencen a los haitianos. El 17 de septiembre de 1845 los dominicanos, comandados por el general José Joaquín Puello, derrotaron a los haitianos en la Batalla de La Estrelleta. El ejército haitiano estuvo comandado por los generales Morisette, Alexis Toussaint y Samedí.

Un informe del general José Joaquín Puello destaca que, luego de tres horas de combate, los haitianos huyeron y dejaron abandonados miles de muertos y algunos heridos, así como pertrechos militares.

El día anterior a la Batalla de La Estrelleta, el general José Joaquín Puello y José María Cabral recibieron militares de infantería de tres brigadas, lo que les permitió tomar los cerros de La Estrelleta y dirigir las tropas hacia Potro Blanco por el camino de Los Jobos. En la madrugada marcharon hacia Matayaya en dirección a La Estrelleta.

El combate entre los dominicanos y los haitianos comenzó a las 8 de la mañana luego que las tropas nacionales reaccionaron a una agresión del general Alexis Toussaint. En esa circunstancia el general José Joaquín Puello dispuso cubrir las entradas en los cerros de la Estrelleta.

A las 10 de la mañana del día 17 de septiembre los haitianos contraatacaron, pero fueron vencidos por los dominicanos comandados por el general José Joaquín Puello. En opinión del Ejército Nacional, el triunfo de las tropas dominicanas en la Batalla de la Estrelleta fue la acción más militarista de la campaña de 1845, porque ella fue marcada para dar un golpe contundente a punta de bayoneta y ataque de caballería.

General José Joaquín Puello

Además del general José Joaquín Puello en la Batalla de La Estrelleta se destacaron los coroneles José María Cabral, Valentín Alcántara y Bernabé Sandoval. En una nota acerca de la Batalla de la Estrelleta, José Joaquín Puello anotó: “Se lanzaron contra el enemigo burlándose de sus balas y metrallas. Los haitianos se alejaron abandonando pertrechos, artillería, cajas de guerra, fusiles, y dejaron miles de muertos abandonados y algunos heridos. El combate sólo duró tres horas. El mismo, puso en alto el grado de organización y disciplina que había alcanzado el Ejército dominicano”.

El general Puello había sido un colaborador de los trinitarios. En el año 1844, cuando los trinitarios -encabezados por Francisco del Rosario Sánchez- quitaron el control de la Junta Central Gubernativa a los conservadores que encabezaba Tomás Bobadilla y Briones, el prócer de La Estrelleta se encontraba entre los que apoyaron el movimiento.

En el año 1845 el general Puello fue nombrado ministro de Interior y Policía, pero el 21 de diciembre de 1847 fue acusado por el presidente Pedro Santana de conspirar contra el Gobierno y el día 23 de diciembre de 1847 fue condenado a muerte. Fue fusilado junto a su hermano Gabino Puello.

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21 de septiembre
Expedición de Cayo Confites

Tomado de EcuRed [Editado por NH]

La Expedición de Cayo Confites fue un movimiento militar contra Rafael Leonidas Trujillo, originado en Cuba en 1947, que promovió la invasión armada para derrocar el régimen. Su nombre proviene del cayo perteneciente al archipiélago de Camagüey en el océano Atlántico llamado Cayo Confites.

A partir de la aplastante derrota del fascismo en Europa, proceso que culminó con el ajusticiamiento en Italia de Benito Mussolini y el suicidio de Adolfo Hitler en Berlín en 1945, la euforia creada en todo el mundo a favor de la democracia favoreció, dentro del exilio dominicano, la idea de organizar la lucha armada contra Trujillo. Tales criterios se fortalecieron con la llegada a Cuba del rico ganadero y hacendado, don Juan Rodríguez (en 1946), y poco después su hijo, José Horacio Rodríguez, y docenas de exiliados que arribaron procedentes de Venezuela, Puerto Rico y Estados Unidos. Desde que pisó la patria de Martí, el rico ganadero dominicano ofreció aportar su fortuna a la organización de una expedición armada para derribar a Trujillo.

También contribuyó a fortalecer la idea de iniciar la lucha armada contra esa tiranía el cálido clima de solidaridad del pueblo cubano y sus principales intelectuales y dirigentes políticos a favor de la libertad de los dominicanos. En Cuba se formaron varias organizaciones de estudiantes, intelectuales y políticos, para ayudar a la causa dominicana.

Para principios de 1947, en medio de los aires democráticos de la Post Guerra, Rafael Leónidas Trujillo se encontraba rodeado de gobiernos opuestos a su dictadura; Rómulo Betancourt en Venezuela, Juan José Arévalo en Guatemala, Ramón Grau San Martín en Cuba, y Elli Lescot en Haití. Luego de un congreso unificador del exilio dominicano celebrado en la Universidad de La Habana, quedó constituido el Frente Unido de la liberación Dominicana, con Ángel Morales como presidente, los doctores Ramón del Lara y Juan Isidro Jiménez Grullón, secretarios, Leovigildo Cuello delegado plenipotenciario y Juan Bosch delegado especial ante los países americanos. Esta dirección hizo gestiones antes los gobiernos americanos del área del Caribe con la finalidad de obtener ayuda para una acción militar contra Trujillo.

Por esa razón, cuando bajo la dirección de don Juan Rodríguez se dieron los primeros pasos en la organización de los planes expedicionarios, como fueron la aportación de los recursos para la compra en Estados Unidos de tres barcos (desechos de la II Guerra Mundial, bautizados El Fantasma, Antonio Maceo y El Aurora) y ocho aviones de combate (cinco P-38 y tres P-51), a los que se sumaron otros dos aviones bimotores Douglas DC-3 aportados con recursos que consiguió Juan Bosch en Venezuela, centenares de jóvenes cubanos (entre ellos Fidel Castro Ruz) se unieron a la causa dominicana integrándose a los entrenamientos que, con la autorización del gobierno cubano de Grau San Martín, se efectuaban en un cayo de Cuba, denominado Cayo Confites (a principios de 1947).

El gobierno cubano, por vía de José M. Alemán, Ministro de Educación, aportó varios millones de dólares que fueron invertidos en la compra de armas (cañones, ametralladoras de varios calibres, rifles, etc.), casi todas al gobierno de Perón, en Argentina, por medio de las discretas diligencias efectuadas por el Dr. Juan José Arevalo, presidente de Guatemala. Manolo Castro, Director de deportes del mismo ministerio de Educación, dirigente del Movimiento Socialista Rrevolucionario (MSR), se puso al frente de las labores de reclutamiento de voluntarios cubanos para la expedición.

En total, y en poco tiempo, el proyecto de Cayo Confites logró reunir, en lo que pasó a llamarse “Ejército de Liberación Dominicano”, cerca de mil doscientos hombres, la mayor parte dominicanos y cubanos, pero también venezolanos, guatemaltecos, nicaragüenses, españoles, puertorriqueños, etc. Por la gran cantidad de personas envueltas en el enrolamiento, era imposible que tal actividad permaneciera en secreto.

En enero de 1945 Juan Bosch viajó a México; a Venezuela en octubre, donde se entrevistó con el presidente Rómulo Betancourt; y en noviembre a Haití donde el Presidente Ellie Lescot le entregó la suma de 25,000 dólares como aporte a la lucha contra Trujillo. Tomando como base de operaciones las instalaciones del hotel San Luis, en la Habana, al grupo de hombres se sumaron veteranos de la guerra civil española y de la Segunda Guerra Mundial.

En julio de 1947 los expedicionarios salieron de la Habana hacia el politécnico de Holguín, en el oriente de Cuba, donde reciben entrenamiento militar bajo las órdenes de Manolo Bordas, quien organizó a los expedicionarios en cuatro batallones:
Batallón Sandino, comandante, Rolando Masferrer, cubano, abogado y veterano de la Guerra Civil Española.
Batallón Guiteras , comandante Eufemio Fernández Cubano, médico y veterano de la Guerra Civil Española.
Batallón Luperón, comandante Jorge Rivas Monte, Hondureño, militar de carrera graduado de la escuela militar de Guatemala.
Batallón Máximo Gómez, comandante Feliciano Mederne, militar de carrera...
Del politécnico de Holguín los expedicionarios fueron trasladados a bahía de Nipe, donde les esperaba el buque Aurora y la goleta Berta con gran parte del cargamento para la expedición; abordaron los barcos y se dirigieron hacia cayo Confites. El Gobierno Norteamericano, al enterarse de los planes de invasión, comenzó a presionar al presidente Grau San Martín para que detuviera la acción militar que se preparaba contra Trujillo. Con ese propósito, su embajador en la Habana, Henry Norweb -en el mismo mes de julio de 1947-, visitó dos veces al presidente Grau y dos veces al canciller de su gobierno. Trujillo, que se había enterado de los planes de invasión contra él desde territorio cubano, inició, el 22 de julio de 1947, una serie de protestas por la vía diplomática contra el gobierno de Cuba. Semanas después, ante la inminente salida de los expedicionarios, Trujillo declaró: "Desde que el primer invasor pise tierra dominicana comenzaremos a bombardear la Ciudad de La Habana".

En medio de ejercicios militares, prácticas de desembarco y otras maniobras, los expedicionarios de Cayo Confites esperaban más barcos, así como los aviones comprados para contar con un sólido respaldo aéreo. El movimiento, que sumaba 1,200 hombres armados, al entrar el mes de septiembre ya tenía 4 barcos y 13 aviones. Entre los expedicionarios se encontraban:
José Horacio Rodríguez
Ramón Emilio Mejía (Pichirilo Mejía )
Mauricio Báez
Fidel Castro
Carlos Gutiérrez Menoyo
Pedro Mir
Francisco Alberto Horacio Vázquez
Federico Horacio Vázquez
Germán Martínez Reyna
Nicanor Saleta Arias
Miguel Ángel Feliu Arseno
Horacio Julio Ornes Coiscou
José Rolando Martínez Bonilla
Ángel Miolán
Dato Pagán Perdomo
Los hermanos Víctor, Rafael y Virgilio Mainardi Reyna.
Antonio Toirac Escasena
La prensa internacional informó al mundo sobre los preparativos de la expedición, hecho que favoreció que el dictador Trujillo se dirigiera el 20 de agosto de 1947 al presidente Grau San Martín, señalando que su gobierno tenía informe de los mismos, y como el gobernante respondió por la vía diplomática con evasivas, amenazó a Cuba con una declaración de Guerra. Aterrorizado por la respuesta evasiva que recibió del presidente de Cuba, el dictador dominicano cambió de método y enterado de que el jefe de las Fuerzas Armadas de Cuba, general Genovevo Pérez Damera, y el jefe de la Policía, coronel Fabio Ruiz Rojas, se encontraban en Washington, envió de inmediato al general Arturo Espaillat para que se entrevistara con ellos, con instrucciones de que pactara el sabotaje a la acción programada por el exilio dominicano a cambio del pago de una suma millonaria (pacto que el general Pérez Damera y el coronel Ruiz Rojas cumplieron rigurosamente pues regresaron de inmediato a Cuba con el propósito de lograr la disolución del campamento de Cayo Confites).

A finales de septiembre de 1947 los jefes de la expedición de Cayo Confites dieron la orden de partida en los buques Fantasma y Antonio Maceo y las dos embarcaciones fueron interceptadas en alta mar por unidades de la Marina de Guerra cubana, que apresó a todos los expedicionarios. Pérez Damera y sus hombres, además, incautaron las armas y los buques. Pudo escapar del apresamiento el joven de 21 años Fidel Castro Ruz, quien se lanzó al mar con un grupo de sus amigos.

Mientras los expedicionarios esperaban que los aviones fueran equipados con armamento de combate para poder iniciar la invasión a Santo Domingo contando con respaldo aéreo, el general Genovevo Pérez Damera, jefe del ejército cubano, viajó a Washington, donde se entrevistó con altos militares del ejército norteamericano y con diplomáticos al servicio de Trujillo. Varios días después, el general Pérez Damera procedió a confiscar un cargamento de armas de la finca del ministro José Manuel Alemán y a intervenir el local que los expedicionarios de Cayo Confites tenían en el hotel Sevilla. Paralelo a la acción de Pérez Damera, el embajador norteamericano en Cuba, Henry Norweb, exhortó a los aviadores Rupert E. Waddel, Thomas Sawyer y Hollis Smith, los tres norteamericanos, comprometidos en Cayo Confites, a que regresaran a Estados Unidos y abandonaran la expedición. Los pilotos se acogieron al llamado y regresaron a su país.

El 21 de septiembre de 1947, los expedicionarios de Cayo Confites deciden salir del Cayo al enterarse por la radio del allanamiento del hotel Sevilla y ante los rumores de que el jefe del ejército se rebelaría contra el gobierno. Luego de deserciones de tropas, confusiones entre las naves expedicionarias y escaramuzas con la marina cubana, los expedicionarios fueron obligados a desembarcar en el puerto de Antillas, donde fueron apresados, desarmados y conducidos a un recinto militar de La Habana.

Estando prisionero, Juan Bosch se declaró en huelga de hambre hasta tanto no fueran liberados todos los expedicionarios. Luego de un acuerdo entre el general Pérez Damera y Bosch, los prisioneros fueron liberados y los dirigentes del movimiento iniciaron gestiones ante el gobierno cubano para que les devolvieran las armas confiscadas. Ante la negativa del gobierno cubano de devolver las armas a los expedicionarios, intervino el presidente de Guatemala, Juan José Arevalo, quien reclamó la propiedad de las mismas.

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"Trata a los demás como te gustaría que te traten a ti".
[OCTUBRE] Las Naciones Unidas (ONU) es la mayor organización internacional existente. Se creó para garantizar el cumplimiento del derecho internacional, el mantenimiento de la paz internacional, la promoción y protección de los derechos humanos, lograr el desarrollo sostenible de las naciones y la cooperación internacional en asuntos económicos, sociales, culturales y humanitarios. Su sede está en Nueva York (Estados Unidos) y está sujeta a un régimen de extraterritorialidad. También hay oficinas en Ginebra (Suiza), Nairobi (Kenia) y Viena (Austria). La ONU se rige por la Carta de las Naciones Unidas, que entró en vigor el 24 de octubre de 1945 y se firmó el 25 de junio del mismo año en la ciudad estadounidense de San Francisco (California), por 51 países, pocos meses antes del final de la Segunda Guerra Mundial. En el preámbulo de la Carta se mencionan explícitamente las dos guerras mundiales. La ONU se financia por las contribuciones voluntarias de los Estados miembros.
Refranes de octubre

«Cuando octubre truena, viento lleva».
«El labrador para octubre sus deudas cubre».
«En octubre de la sombra huye, pero si sales al sol, cuida de la insolación».
«En octubre, de hoja el campo se cubre».
«Octubre lluvioso, año copioso».
«En octubre, el enfermo que no se agarra, cae con la hoja de parra».
«En octubre, agua del diez al veinte es conveniente».
«Octubre que termina claro, favorece lo sembrado».
«Agua de octubre, las mejores frutas pudre».
«La nieve en octubre siete días cubre».
«De duelo se cubre, quien no sembró en octubre».
«En octubre podarás, mas la encina dejarás».
«Octubre vinatero, padre del buen cuero».
«El mes de octubre, de castañas y setas se cubre».
27 de octubre
Batalla de Beller


La Batalla de Beller se produjo el 27 de octubre de 1845 en la misma sabana de Beller, en las afueras del poblado de Dajabón, donde los haitianos, con el general Seraphin al frente, habían construido el fortín llamado “El Invencible”, que fue tomado por tropas dominicanas comandadas por Francisco Antonio Salcedo. El lugar estaba rodeado de trincheras y fortificaciones menores por todos los flancos; Seraphin había colocado su artillería en un promontorio aparentemente inaccesible para las tropas dominicanas.

El entonces presidente y jefe máximo de los ejércitos dominicanos, Pedro Santana, envió las tropas dominicanas a combatir "hasta la muerte si era necesario", pero las tropas regulares del Cibao tenían otro objetivo: desalojar a los haitianos del territorio dominicano. La batalla ha sido reconocida en la historia dominicana como una de las más encarnizadas y de menos duración.

Desde que se produjo la proclamación de la Independencia de la República Dominicana, el 27 de febrero de 1844, las conspiraciones no cesaron y los haitianos no se daban por vencidos, y el mismo día de la proclama independentista reaccionaron y se propusieron recuperar el territorio perdido. El general Jean Louis Pierrot, que era el presidente del Consejo de Estado haitiano, envió su ejército a ocupar el territorio dominicano. Pierrot, dolido porque había sido vencido en Santiago en la Batalla del 30 de marzo de 1844, sostenía el criterio de que la isla era una e indivisible, y se resistía a aceptar la existencia del Estado Dominicano. La Batalla de Beller representó un eslabón en la cadena de eventos que culminaron con la liberación definitiva del país del dominio haitiano.

Las tropas haitianas abrieron fuego contra las dominicanas provocando bajas simultáneas en tres columnas; sin embargo, una vez ubicadas sus posiciones y los principales blancos de ataque, los dominicanos, guiados por los lugareños de la región, volvieron a la carga con más precisión y tesón, avanzando rápidamente sobre el enemigo. El momento más importante, que decidió la Batalla de Beller a favor de los patriotas dominicanos, lo aportó el general Salcedo cuando impetuosamente avanzó con sus tropas proporcionándole respaldo a las que ya estaban en combate. El fuerte "El Invencible" fue sometido y derribado por las tropas dominicanas, que jubilosas gritaron "Viva la República Dominicana".

El Congreso Nacional dio el nombre de Salcedo -en 1891, en honor a Francisco Antonio Salcedo (Tito)- al cantón Juan Núñez, creado el 3 de noviembre de 1880 mediante decreto del presidente Fernando Arturo de Mariño. En 1896 fue elevado a común de la provincia Espaillat cuando se creó el Distrito Pacificador (actual provincia Duarte). Debía su nombre al héroe de la batalla de Beller Francisco Antonio Salcedo (Tito) y no al también héroe restaurador José Antonio Salcedo (Pepillo). Ambos tenían coincidencia de apellido y aunque eran de origen español no lo eran de un mismo linaje familiar.

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.- 1 de noviembre: Fallecimiento del Profesor Juan Bosch [2001, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 1 de noviembre: Asesinato de Florinda Soriano Muñoz (Mamá Tingó) ejecutado durante el régimen represivo de Joaquín Balaguer [1974, Hato Viejo, Yamasá, Provincia Monte Plata, República Dominicana]

.- 6 de noviembre: Día de la Constitución [1844, San Cristóbal, República Dominicana]

***

.- 7 de noviembre: Batalla de Palo Hincado [1808, Sabana de Palo Hincado, El Seibo, República Dominicana]

.- 8 de noviembre: Natalicio de Florinda Soriano Muñoz (Mamá Tingó) [1921, Villa Mella, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 18 de noviembre: Mártires Hacienda María [1961, San Cristóbal, República Dominicana] y Natalicio de Máximo Gómez [1836, Baní, Provincia Peravia, República Dominicana]

***

.- 19 de noviembre: Rebelión de los Pilotos [1961; partieron de la Base Aérea de Santiago a la Base Aérea de San Isidro (en Santo Domingo); República Dominicana]

.- 23 de noviembre: Natalicio de Virgilio Perdomo Pérez [1943, La Romana, República Dominicana]

.- 25 de noviembre: Aniversario Muerte Hermanas Mirabal [1960; La Cumbre, carretera Puerto Plata - Santiago; República Dominicana]

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.- 28 de noviembre: Gesta de Las Manaclas [1963; Las Manaclas, Cordillera Septentrional, San José de las Matas, Provincia Santiago de los Caballeros; República Dominicana]

.- 29 de noviembre: Fallecimiento de Gregorio Urbano Gilbert [1970, Santo Domingo, República Dominicana]


[NOVIEMBRE] La denominación de noviembre ha perdurado desde que ocupaba el noveno lugar (november), sus días sufrieron cambios hasta la llegada de Augusto, quien los dejó en 30 [De novem, nueve en Latín]. Se conmemora en noviembre, el 25, el "Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer o Día Internacional de la No Violencia de Género", con la finalidad de denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo y reclamar políticas en todos los países para su erradicación. La convocatoria fue iniciada por el movimiento feminista latinoamericano en 1981 en conmemoración a la fecha en la que fueron asesinadas, en 1960, las tres hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa), en República Dominicana, por el régimen dictatorial de Rafael Trujillo.
Refranes de noviembre

«Noviembre acabado, invierno empezado».
«Si noviembre empieza bien, confianza es de tener».
«Del veinte de noviembre en adelante, el invierno ya es constante».
«Entrando en noviembre, quien no sembró que no siembre».
«Por "Todos los Santos", frío en los campos».
«Noviembre lluvioso, año copioso».
«Si en noviembre oyes que truena, la siguiente cosecha será buena».
«Si nieva por San Andrés, nieva mucho más después».
«A primeros de noviembre el fuego enciende».
«Treinta días trae noviembre, con abril, junio y septiembre; de veintiocho sólo hay uno, los demás de treinta y uno».
«Entre "Todos los Santos" y Navidad, es invierno de verdad».
«En noviembre, haz la matanza y llena la panza».
«Sembrar en noviembre, barbechar en diciembre».
«A últimos de noviembre coge tu olivo siempre».
6 de noviembre
Día de la Constitución


La mayoría de los pueblos latinoamericanos proclamaron su constitución inspirados en Estados Unidos, España y Francia. Los dominicanos que elaboraron y redactaron nuestra primera constitución se sustentaron en la norteamericana del año 1776, la francesa de 1789 y la de Cádiz (España) de 1812. La misma fue proclamada el 6 de noviembre de 1844 en San Cristóbal, República Dominicana, y es conocida como la Constitución de San Cristóbal.

El 24 de julio de 1844 la Junta Central Gubernativa, presidida por el general Pedro Santana, rechazó la proclama aprobada en Santiago de los Caballeros (por los pueblos del Cibao, el día 19 de julio de 1844) que nombraba a Juan Pablo Duarte Presidente de la República (le había sido entregada a Santana por una comisión encabezada por el coronel Domingo Mallol y por Juan Luis Franco Bidó). En contraposición, Duarte fue declarado traidor a la patria, como traidores a la patria fueron señalados también los demás trinitarios.

El 19 de julio el prócer Matías Ramón Mella, jefe del Departamento de Santiago, envió el informe a la Junta Central Gubernativa en el que comunicaba de manera oficial que Juan Pablo Duarte había sido proclamado por los pueblos del Cibao como Presidente de la República; Mella ignoraba que el 16 de julio, en la capital, el general Pedro Santana había dado un golpe con el que había desalojado a los trinitarios (encabezados por Francisco del Rosario Sánchez) del primer organismo de gobierno. Pedro Santana logró su objetivo con el apoyo de Eustache Juchereau de Saint-Denys, cónsul de Francia.

La Junta Central Gubernativa dictó un decreto convocando las Asambleas Electorales en cada pueblo con la finalidad de elegir los representantes para la conformación de una Asamblea Constituyente, a quienes se otorgó el título de diputados con el propósito de que redactaran la constitución. Las principales obligaciones de la Constituyente eran redactar el Pacto Fundamental de la República Dominicana y elegir al primer ejecutivo para que iniciase labores el 20 de septiembre.

Cuando fueron elegidos los diputados se decidió, por consejo del cónsul francés, que fuera San Cristóbal la ciudad en la que se reunirían los diputados (para que, alejados de la perniciosa influencia político-partidista, actuaran con plena libertad).

Mientras el congreso debatía su reglamento interior y parte del proyecto constitucional, se produjo la primera decisión legislativa; la Junta había sometido a los constituyentes un proyecto de empréstito para que, actuando como congreso ordinario, lo conocieran y decidieran su aprobación o rechazo. El proyecto, promovido por Santana, fue vetado por unanimidad; Santana no pensó nunca en la posibilidad del rechazo. Al conocer la decisión del congreso su descontento se manifestó con un decreto de la Junta Central Gubernativa que daba facultades de enjuiciar a los legisladores por crimen de “traición a la patria”, términos que les fueron comunicados a los legisladores, advirtiéndoles que el organismo que ejercía el poder ejecutivo resumía en sí todos los poderes hasta que fuera sancionada la primera constitución y que, por consiguiente, la Asamblea debía limitarse sólo a la formación del Pacto Fundamental del Estado, y debía hacerse responsable de los perjuicios que pudieran resultar a la Nación si persistía en sus propósitos.

La actitud de la Junta y la situación de alarma de los constituyentes llevó al diputado por Azua, Buenaventura Báez, a plantear una moción que recogía la inmunidad legislativa. La moción fue aprobada y dio origen a la declaración de inviolabilidad de los miembros del congreso.

Una comisión integrada por Vicente Mancebo, Buenaventura Báez, Manuel María Valencia, Julián de Aponte y Andrés Rosón, preparó el programa de la constitución. El proyecto aprobado estableció un gobierno esencialmente civil, republicano, popular, representativo, electivo y responsable; mantuvo como límites de la República los de la antigua colonia de Santo Domingo, dejando así sentado el desconocimiento de la ocupación mantenida por los haitianos en los pueblos de San Miguel de la Atalaya, San Rafael, Hinca y Las Caobas, para cuya representación el congreso decidió elegir diputados, concedió amplias facilidades para la inmigración y estableció como sistema electoral el del voto indirecto.

Estableció el principio de que el Poder Legislativo es el representante de la soberanía nacional, y colocó al Poder Judicial en posición independiente, mientras que al Ejecutivo lo sujetó a normas. Santana y sus asesores mostraron su inconformidad con respecto al proyecto ya que consideraban que este dejaba prácticamente sin facultades al presidente tomando en cuenta que la soberanía del país se encontraba en juego. El general Santana se negó a ser nombrado presidente si las mejoras de lugar no se aplicaban a la constitución, sosteniendo que el poder político no debía ser civil sino militar a raíz del estado de guerra.

En el Congreso Constituyente se negaron a aceptar las propuestas hechas por Santana, lo que desencadenó una crisis política que se escenificó con gran tensión entre la Asamblea y la Junta Central Gubernativa, siendo tal el caso que se llegó a movilizar tropas hasta la ciudad de San Cristóbal. La crisis vio su fin cuando, por coacciones de Tomás Bobadilla (aunque el cónsul Saint-Denys se atribuyó la autoría), se estableció en el texto constitucional el que seria su artículo 210:
"Durante la guerra actual, y mientras no esté firmada la paz, el Presidente de la República puede libremente organizar el ejército y la armada, movilizar las guardias nacionales y tomar todas las medidas que crea oportunas para la defensa y la seguridad de la Nación, pudiendo, en consecuencia, dar todas las órdenes, providencias y decretos que convengan, sin estar sujeto a responsabilidad alguna".
"Los Diputados de los pueblos de la antigua parte Española de la Isla de Santo Domingo, reunidos en Congreso Constituyente Soberano, cumpliendo con los deseos de sus comitentes, que han jurado no deponer las armas hasta no consolidar su independencia política, fijar las bases fundamentales de su gobierno, y afianzar los imprescriptibles derechos de seguridad, propiedad, libertad e igualdad, han ordenado y decretan...". Así inicia la primera constitución dominicana; sin más objeciones por parte de Santana o de la Junta, la constitución fue promulgada el 6 de noviembre de 1844.

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7 de noviembre
Batalla de Palo Hincado


La Batalla de Palo Hincado se escenificó en lo que es hoy el km 3.5 de la carretera El Seibo - Hato Mayor, el 7 de noviembre de 1808. Se enfrentaron las tropas de Napoleón Bonaparte -emperador Francés- con un ejército de 'Criollos' al mando del general Juan Sánchez Ramírez, quien antes de ir al fragor de la batalla arengó a soldados y campesinos con lo que sigue:
"...Pena de la vida al soldado que volviere la cara atrás;
pena de la vida al tambor que tocare retirada;
pena de la vida al oficial que lo mandare. ¡Aunque sea yo mismo!...
"
Al mando del Ejército Francés estaba el General Louis Maria Ferrand, quien al ver a su ejército derrotado optó por el suicidio. Su cabeza fue cercenada por el padre de Pedro Santana y exhibida como trofeo de guerra y forma de amedrentar a aquellos que se opusieran a la reconquista del territorio que había sido de España. Napoleón Bonaparte, al saber el parte de guerra, expresó: "Sólo la nieve de Rusia y el sol de Santo Domingo han vencido a mi glorioso ejército".

En 1808 operaban ya en el suroeste del país, con el apoyo de los haitianos, los líderes Ciriaco Ramírez y Cristóbal Uber Franco, apoyados por el gobernador de Puerto Rico, el general Toribio Montes. El 17 de septiembre de ese mismo año Juan Sánchez Ramírez aprovechó la llegada de un barco español a Samaná para escribir y pedir ayuda al gobernador Montes. El 28 llegó la goleta española Monserrate con la noticia del inminente arribo del apoyo solicitado.

Mientras Ferrand, el gobernador francés, consciente de los acontecimientos, se preparaba para sofocar la inaplazable rebelión, Sánchez Ramírez ganó una a una, para la causa de la Reconquista, a las autoridades criollas que estaban al servicio de Francia en la región oriental. Luego le sería fácil tomar, el 26 de octubre, la Villa de El Seibo.

Por la desembocadura del río Yuma (Boca de Yuma) llegó el apoyo enviado por el gobernador Montes de Puerto Rico. Sánchez Ramírez había ido a caballo a recibir el material embarcado en un bergantín, una goleta y dos lanchas rápidas con cañones: "cuatrocientos fusiles con bayonetas y doscientos sables; además, doscientos voluntarios" (el bergantín y la goleta, que se llamaban respectivamente Federico y Render, debían regresar a Puerto Rico cargados de caoba).

Ferrand había decidido partir hacia El Seibo con un poderoso ejército con el propósito de sofocar la revuelta; el momento era muy difícil para quienes buscaban la Reconquista del territorio que España había cedido. Era urgente convertir a Samaná en un bastión de la Reconquista porque, sin la posesión de un bastión portuario, la comida y los refuerzos serían difíciles de transportar a los rebeldes. Sánchez Ramírez se aprovechó de la presencia de barcos de guerra de la Royal Navy (Reino Unido) frente a la costa y le pidió al comandante que atacara la guarnición francesa de Samaná. A cambio, Sánchez Ramírez le aseguró que podía contar con la colaboración del comandante de Sabana de la Mar, Diego de Lira, aliado de la causa hispana.

El único soldado real (de los que comandaban la flota que había llegado de la isla de Puerto Rico) que permaneció en territorio dominicano para hacer campaña fue el teniente de la milicia Francisco Díaz, quien se unió al contingente de Sánchez Ramírez como compatriota voluntario. Como conocía las tácticas militares, Sánchez Ramírez le encomendó el mando de la logística hasta El Seibo. Luego le encargó que organizara la preparación militar y la elección de la posición más ventajosa para esperar al enemigo que se acercaba. Después de una revisión de toda el área, Díaz eligió los alrededores de Magarín.

En la noche del 5 de noviembre le llegó a Sánchez Ramírez una insinuación del general Ferrand anunciando que llegaría a El Seibo el 7. A la intimación de Ferrand, Sánchez Ramírez respondió que estaba dispuesto a medir su fuerza con los franceses. Debido al armamento y la superioridad táctica de sus hombres, Ferrand se vio a sí mismo triunfador.

El 6 de noviembre llegó Sánchez Ramírez a Magarín y le pareció que el teniente Francisco Díaz no había elegido bien el lugar. Decidió que Palo Hincado, al oeste de El Seibo, tenía mejores condiciones, pero la lluvia fue incesante. Al amanecer del 7, alrededor de Candelaria, las tropas de Sánchez Ramírez tuvieron que establecer un campamento para deshumedecerse y secar armas y municiones, y, además, suministrar lanzas a los jinetes. Sánchez llegó a Palo Hincado entre las nueve y las diez de la mañana y de inmediato ordenó al "puertorriqueño" (porque llegó desde la isla de Puerto Rico) José Rosa que se escondiera con treinta tiradores para distraer la atención del enemigo cuando cesase el fuego en la parte delantera.

General Juan Sánchez Ramírez

Sánchez Ramírez recomendó atacar con arma blanca después de la primera salva para evitar que las tácticas y el mejor armamento de los franceses tomaran el poder. Fue en este momento, al terminar su discurso, que anunció que aplicaría la pena de muerte "al soldado que volviera la cara, al tambor que tocase la retirada y al oficial que lo ordenara" [(incluso a sí mismo). Mort à celui qui retourne la face en arrière, mort au tambour qui sonne la retraite, et mort à l'officier qui le lui a ordonné, même si c'est moi-même]. Había pronunciado estas solemnes palabras con la finalidad de que las tropas se convencieran de que era mejor morir luchando por los intereses de España que deshonrarse a sí mismas; su última exclamación fue un grito para Fernando VII, el príncipe que en ese momento personificaba las esperanzas de España.

La batalla iba a ser decisiva ya que el propio gobernador francés llegó con el grueso de las fuerzas que tenía; su derrota significaría el triunfo de la campaña. Los franceses comenzaron las hostilidades alrededor del mediodía; su caballería avanzó para cortar el ala izquierda hispano-criolla, cuyos jinetes, conducidos por el capitán Antonio Sosa, corrieron a su encuentro, obligándolos a disparar desde sus bridas. Esta primera colisión cuerpo a cuerpo fue sangrienta. Luego, Sánchez Ramírez ordenaría avanzar a la caballería de su ala derecha dirigida por el capitán Vicente Mercedes, operación que fue ejecutada a gran velocidad para derribar al enemigo. En poco tiempo el campo de batalla quedó cubierto con cadáveres franceses.

Las tácticas de Sánchez Ramírez consistieron, como se registra en su diario, en transformar rápidamente el duelo de fuego lejano en combate cuerpo a cuerpo, en el que los "dominicanos" eran expertos. Lo realizaron con tal audacia y gallardía que solo hubo siete muertos de su lado, entre los que estaban los líderes de los dos cuerpos de caballería: los capitanes Antonio Sosa y Vicente Mercedes.

Al ver derrotados sus batallones, el general Ferrand huyó precipitadamente hacia Santo Domingo con los pocos oficiales supervivientes, perseguidos por un escuadrón comandado por el coronel Pedro Santana, padre homónimo del futuro presidente de la República. Los fugitivos ganaron terreno y cruzaron un río; el escuadrón que los perseguía detuvo la persecución por temor a la vulnerabilidad que proporciona el campo abierto, lo que les permitió a los franceses detenerse y descansar. Fue en este el momento en que Ferrand, triste y desalentado por la derrota que había sufrido, se disparó en la cabeza.

Los militares franceses que sobrevivieron siguieron huyendo (lo hicieron por 15 días) hasta llegar a la ciudad de Santo Domingo, en la que se unieron a compatriotas suyos que habían declarado alerta de guerra cuando se enteraron de los resultados de la Batalla de Palo Hincado [los franceses habían ocupado la parte oriental de la isla de Santo Domingo por la firma, el 22 de julio de 1795, del Tratado de Basilea entre Francia y España, mediante el cual esta última cedía a la primera la colonia de Santo Domingo a cambio de las tierras que había perdido (en la guerra que ambos países libraron en la Península Ibérica)].

La batalla de Palo Hincado fue determinante para los españoles lograr su objetivo de reconquistar su colonia (Santo Domingo), que desde 1844 pasó a llamarse, ya como un Estado soberano, República Dominicana. Los colonos españoles lucharon por mantener su nacionalidad y por preservar su identidad ya que los franceses, que iniciaron la ocupación en 1802, pretendían someter una nación que se había conformado en un proceso de más de tres siglos, con todos los elementos que componen la nacionalidad: el origen, la historia, la lengua, la religión y las costumbres. Por esa razón, en la Reconquista se reafirma la identidad criolla.

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18 de noviembre
Mártires de la Hacienda María y Natalicio de Máximo Gómez


18 de noviembre: Mártires de la Hacienda María

La Hacienda María era uno de los lugares favoritos del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina. Ubicada en San Cristóbal, se convirtió en el escenario utilizado por Ramfis Trujillo para asesinar a quienes tuvieron la valentía de enfrentar y ajusticiar a su padre, el hombre que gobernó República Dominicana con mano de hierro durante 31 años.

La historia consigna como los Mártires de Hacienda María a Modesto Díaz, Roberto Pastoriza, Luis Manuel Cáceres (Tunti), Pedro Livio Cedeño, Huáscar Tejeda y Salvador Estrella Sadhalá, todos asesinados a sangre fría el 18 de noviembre de 1961 por el propio Ramfis (junto a colaboradores del régimen). En horas de la tarde de ese 18 de noviembre fueron trasladados desde la Penitenciaría Nacional de la Victoria hacia la Hacienda María (en San Cristóbal). Supuestamente iban a ser traslados a la avenida 30 de mayo, al lugar donde había sido ajusticiado Rafael Leónidas Trujillo Molina.

El traslado se llevó a cabo en una vagoneta de la Policía Nacional; Pedro Livio Cedeño fue el primero en ser sacado y amarrado a un árbol, a unos 5 metros de donde Ramfis tomaba tragos con Gilberto Sánchez Rubirosa, Luis José León Estevez (el entonces esposo de Angelita trujillo), Fernando Sánchez hijo, Federico Cabral Noboa, el coronel Juan A. Disla y José Alfonso, entre otros. Ramfis, que había expresado en varias ocasiones y diversos foros que él solo quería vengar la muerte de su padre, realizó una serie de disparos que arrancaron la vida a Pedro Livio Cedeño. En la misma forma, y bajo los disparos del mismo Ramfis, fueron asesinados Modesto Díaz, Roberto Pastoriza, Huáscar Tejeda, Salvador Estrella Sadhalá y Tunti Cáceres.

LLegó a hacerse una solicitud de extradición contra Ramfis, Gilberto Sánchez Rubirosa, Fernando Sánchez hijo y Luis José León Estévez, pero el expediente desapareció y no fue hasta hace poco que se hizo posible su recuperación, gracias a la labor del Museo Memorial de la Resistencia Dominicana, cuya directora, Luisa de Peña, destacó el valor de los documentos (que han sido registrados por la Unesco como “Memoria del Mundo”).

Dos oficiales de la Fuerza Aérea Dominicana se llevaron los seis cadáveres en una camioneta y jamás se supo de ellos. Uno de esos oficiales era el coronel Disla, que antes había retirado los restos de Antonio de La Maza y Juan Tomás Díaz -las dos principales figuras del complot que culminó, la noche del 30 de mayo de 1961, con la eliminación física del dictador-, asesinados el 4 de junio de 1961 por agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM). Se ha especulado de que fueron incinerados en la base aérea de San Isidro, mientras que existe otra versión que señala que fueron lanzados al Mar Caribe.

Ramfis había elaborado un plan que incluyó el asesinato de tres delincuentes a quienes se vistió de policías y cuyos cadáveres fueron colocados en la vagoneta en la que fueron trasladados los seis héroes para simular que estos los habían matado y habían huido. A las nueve de la noche del mismo 18 de noviembre la vagoneta, con los tres delincuentes que habían sido asesinados, fue llevada a la carretera que conduce al penal de La Victoria y chocada contra un árbol. Se hicieron varios disparos contra la camioneta chocada con el fin de hacerle una gran cantidad de orificios. Uno de los delincuentes asesinados, vestido de policía, fue colocado en el volante de la camioneta mientras que los otros dos (también uniformados) fueron arrojados a una cuneta. Se informó a Ramfis que el "trabajo" estaba realizado y a eso de las 10 de la noche se daba la noticia de que el vehículo que transportaba a los seis prisioneros implicados en el asesinato de Trujillo había sido encontrado a tres millas de la prisión y los tres policías que los custodiaban estaban muertos.

Decenas de agentes policiales fueron enviados a capturar a los prisioneros: "¡vivos ó muertos!". El fiscal del Distrito Nacional, nombrado en julio de ese mismo año en el cargo, llegó a la escena del crimen y de inmediato supo que todo había sido una patraña para encubrir lo que realmente sucedió con los héroes que mataron al dictador. Se supo que Ramfis ordenó preparar el yate Angelita para un largo viaje, realizó grandes transacciones de dinero e incluso instruyó a su esposa (Lita Milán, que estaba en Francia) para que comprara una residencia en París por 275,000 dólares, sin saber que el destino no le permitiría disfrutar por mucho tiempo: se encargaría de cobrarle (en Madrid, el 28 de diciembre de 1969), ocho años después, la crueldad con la que había actuado con quienes liberaron a la República Dominicana de una de las más perversas y horroríficas dictaduras que ha conocido América.

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18 de noviembre: Natalicio de Máximo Gómez
Tomado de EcuRed [Editado por NH]

Generalísimo Máximo Gómez

Máximo Gómez Báez (Baní, República Dominicana, 18 de noviembre de 1836 - La Habana, Cuba, 17 de junio de 1905) fue general en la Guerra de los Diez Años y el General en Jefe de las tropas revolucionarias cubanas en la Guerra del 95. (La fecha de nacimiento es estimada y se basa en las celebraciones por su cumpleaños). Ejemplo de internacionalista y genio militar.

Máximo Gómez nace en el poblado de Baní, provincia de Peravia, a 84 kilómetros al oeste de Santo Domingo, capital de la República Dominicana, hijo de Andrés Gómez Guerrero y Clemencia Báez Pérez. Su infancia y adolescencia las pasó en su tierra natal. A los 16 años se unió al ejército dominicano en la lucha contra las invasiones haitianas de Faustine Soulouque logrando obtener el grado de alférez. Luchó para las tropas anexionistas en la Guerra de Restauración Dominicana.

Decidió debutar en combate en la Batalla de Santomé, el 22 de diciembre de 1856, cuando los haitianos, encabezados por el emperador Souloque, invadieron la ya establecida República Dominicana. La derrota parecía inminente para los dominicanos cuando el general José María Cabral constituyó el escuadrón de caballería de Baní, al que desvió de su ruta hacia otra parte de la frontera. "La presencia de esa aguerrida brigada, en cuya fila estaba un joven soldado de veinte años llamado Máximo Gómez, decidió a favor de los patriotas el curso de la batalla". Comandaba las fuerzas de la caballería el general Modesto Díaz, destacado combatiente en la posterior Guerra de los Diez Años en Cuba. En Santomé quedó enterrado para siempre el sueño estéril de los que habían alentado desde hacía tiempo la unidad de la isla de Santo Domingo bajo la autoridad de los haitianos.

Cinco años después, durante la Guerra de la Restauración, Máximo Gómez luchó a favor de la anexión de la República Dominicana a España propiciada por Pedro Santana. Luchó como voluntario en el Ejército español y, tras restaurarse la República, gracias al coraje y determinación de hombres como Gregorio Luperón y Gaspar Polanco, Gómez marchó a Cuba a bordo del vapor Pizzarro, en compañía de familiares y una gran cantidad de oficiales de reserva de las fuerzas españolas.

En 1866 logra su baja del ejército español y se establece en el ingenio Guanarrubí, El Dátil, jurisdicción de Bayamo, donde se dedica a tareas agrícolas y venta de madera. En enero de 1867 su amigo José Vázquez lo acerca a la conspiración por la independencia de Cuba y se integra al grupo de El Dátil, liderado por Eduardo Bertot Miniet. En 1868 Carlos Manuel de Céspedes se alza contra la dominación española, en su ingenio La Demajagua, y da la libertad a sus esclavos. Comienza la Guerra de los Diez Años.

Máximo Gómez se incorporó al ejercito mambí el 14 de octubre de 1868 y sobradas fueron sus entregas a la causa independentista. Cuenta entre sus proezas la primera carga al machete, estrategia que convertiría en la más temible arma de los libertadores. Desde ese momento el movimiento revolucionario cubano contó con un jefe militar indiscutido, capaz de preparar un ejército popular y aguerrido y de enfrentarse al enemigo con extraordinarias posibilidades de triunfo.

El 16 de octubre de 1868 Gómez se alza en El Dátil junto a otros patriotas. Se le otorgan los grados de sargento y luego es ascendido por Carlos Manuel de Céspedes, en la finca Santa Isabela, a mayor general, y es asignado a las fuerzas del mayor general Donato Mármol Tamayo en la jurisdicción de Santiago de Cuba. El 4 de noviembre de 1868 ocurre la Acción de Tienda del Pino, llamada así por Gómez en su Diario de Campaña y también conocida por Venta del Pino, Pinos de Baire y Ventas de Casanova. Fue la primera carga al machete en las guerras por la independencia de Cuba; el arma blanca había sido empleada por los dominicanos contra los invasores haitianos. Este tipo de lucha fue introducido en Cuba por Gómez y alcanzó mayor dimensión con la combinación machete-caballería, que se convertiría progresivamente en la forma fundamental de combatir al enemigo.

En diciembre del mismo año pasa a ser segundo del general Donato Mármol y asume el mando directo de las fuerzas de Jiguaní. En agosto de 1871 ejecuta las acciones de La Indiana, Sagua de Tánamo, Monte Líbano, Monte Rus, Monte Septiembre Toro y El Oasis, para luego, en 1872, asaltar, tomar e incendiar el importante poblado fortificado de Tiguabos. El 8 de junio de 1872, debido a un malentendido con el presidente Carlos Manuel de Céspedes, es destituido del mando de la División Cuba. El 11 de junio de 1873 es designado jefe del Departamento Provisional del Cauto. En julio de 1873 reorganiza las tropas del Camagüey y Las Villas y en octubre se entrevista con el Mayor General Vicente García, a quien le niega rotundamente incorporarse a un movimiento para destituir al presidente Céspedes.

El 6 de marzo de 1878 sale rumbo a Montego Bay, Jamaica, arribando al día siguiente como exiliado por su participación en la Guerra de los Diez Años. Llega a Kingston donde se encuentra con su familia (mujer, hijos y hermanas) sumida en una profunda miseria. "Nos estamos manteniendo casi con mangos", dice de su estado. Pero luego de pasar grandes necesidades logra establecer una vega de tabaco en un pedazo de monte que había arrendado en Corbet (con la ayuda financiera del mayor general Julio Sanguily y del coronel Manuel Codina). En diciembre de ese mismo año deja a su familia en Kingston para aceptar la oferta del presidente de Honduras de un cargo militar en ese país centroamericano. El 9 de febrero de 1879 se presenta ante el presidente de Honduras, quien le otorga el diploma acreditativo al grado de general de división. Le ofrece un sueldo de 60 libras mensuales, facilidades para fomentar alguna empresa privada y la misión inmediata de organizar una fuerza militar permanente en Amapala. El 7 de junio ocupa el mando de jefe militar del puerto de Amapala, pero debido a dificultades que presenta su familia pide permiso al presidente para salir del país y reunirse con ella.

El 2 de octubre de 1884, durante los preparativos para reiniciar la lucha armada en Cuba (Plan Gómez-Maceo), ambos generales conocen personalmente a José Martí Pérez en Nueva York. Como consecuencia de sus actividades conspirativas por la independencia de Cuba es reducido a prisión en República Dominicana y encarcelado en la Fortaleza de Ozama por orden del presidente Alejandro Woss y Gil (a instancia de los representantes del Gobierno español en la isla). El 9 de enero de 1886 es puesto en libertad y expatriado de Santo Domingo.

El 31 de marzo, en compañía de Rafael Rodríguez, firma el Acta de Tups Islands, en la que se explican los motivos por los que se suspenden los preparativos para reiniciar la lucha, y con ello concluye el Plan Gómez-Maceo. El 11 de septiembre de 1892 José Martí lo visita en Montecristi, República Dominicana. Desde Santiago de los Caballeros, Martí le escribe proponiéndole el mando del Ejército Libertador de Cuba.
"El Partido Revolucionario Cubano viene hoy a rogar a usted que, repitiendo su sacrificio, ayude a la Revolución, como encargado supremo del ramo de la guerra, a organizar, dentro y fuera de la Isla, el Ejército Libertador (...) Yo ofrezco a usted, sin temor de negativa, este nuevo trabajo hoy que no tengo más remuneración que brindarle que el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres..."
El 15 de septiembre le contesta a José Martí:
"Desde ahora puede usted contar con mis servicios."
El 3 de junio de 1893 se entrevista por segunda vez con Martí (en Montecristi). El 10 de enero ocurre el revés del Plan de Fernandina. El 7 de febrero José Martí llega a Montecristi y le refiere lo ocurrido en Fernandina. El 24 de febrero de 1895 inicia la guerra. El 25 de marzo firma con José Martí el Manifiesto de Montecristi (programa de la Revolución de 1895).

Máxino Gómez y José Martí

Finalmente, en abril de 1895, llegaron Gómez y Martí a Cuba, desembarcando en Playitas de Cajobabo, costa sur de Guantánamo. En otra expedición arribaron a Cuba los hermanos Maceo por Duaba, cerca de Baracoa. Pocas semanas después, luego de constituida la jerarquía militar del Ejército Libertador, con Gómez como General en Jefe y Antonio Maceo como Lugarteniente General, caía Martí en Dos Ríos, con gran pesar de Gómez, quien lo seguía como a un maestro pero cuidaba como a un hijo. A finales de ese mismo año comenzaría la Invasión a Occidente, una ingente gesta militar libertadora librada por Gómez y Maceo desde Mangos de Baraguá hasta Mantua, donde llegó Maceo hacia octubre de 1896.
"Su incesante batallar junto a los cubanos lo llevó a ocupar el cargo de General en Jefe, el más alto de las fuerzas libertadoras, el mismo que puso en sus manos José Martí".
La Invasión a Occidente fue llevada por una larga columna, cuyos mandos, de extrema flexibilidad y excelente coordinación, la fragmentaban para la guerra de guerrillas o para el combate campal, según las necesidades del momento. La columna marchaba mandada por Maceo como su Lugarteniente y por Quintín Bandera como General de División de la infantería mambisa.

Mientras Maceo avanzaba con Quintín Bandera más al oeste que Gómez, éste llevó a cabo en Camagüey un movimiento constante alrededor de la capital provincial, llamada la "Campaña Circular", que sumó numerosos adeptos de la juventud camagüeyana, admiradores del gran guerrero. Igualmente llevó a cabo una campaña en Las Villas, que esta vez sí fue coronada por el éxito. Anteriormente había sido herido en el cuello durante el primer cruce de la Trocha Militar de Júcaro a Morón (actual provincia de Ciego de Ávila), un sistema de cercas, puestos militares y fortines que los españoles habían declarado inexpugnable. Después de eso casi siempre usaba un pañuelo en el cuello, con el que lo pintaría el periodista norteamericano Grover Flint en varios de sus históricos bocetos.

En lo que es la frontera actual de Las Villas con Matanzas, Gómez llevó a cabo el célebre "Lazo de la Invasión", estrategia que le sirvió para que un gran contingente de tropas españolas fueran hostigadas y diezmadas por guerrillas que, si bien eran muy inferiores en número, estaban en pleno conocimiento del terreno, exterminando a una gran parte de los infelices "quintos" (jóvenes que al cumplir la mayoría de edad hacían el servicio militar y eran traídos por decenas de miles a pelear en Cuba).

En La Habana, además de recibir su segunda y última herida de bala, llevó a cabo una estrategia de movimientos extremadamente simple pero eficaz para eludir el combate abierto. Se movía en cuadriláteros de dos o tres kilómetros de lado, dejando atónitos a los expertos generales españoles, veteranos de guerras en Europa y África. Refugiándose por pocas horas en los montes habaneros, atacaba luego a las fuertes columnas hispánicas por la retaguardia con cargas breves pero feroces. Con esos movimientos volvió a retirarse al este, para reunirse con los patriotas en la histórica Asamblea de La Yaya, que se produciría a comienzos de 1897.

El Viejo, o Chino Viejo, como era conocido Gómez por sus íntimos, se llenó de pesar al conocer de la caída en combate de Antonio Maceo y junto a él de su bravo y querido hijo, Francisco "Panchito" Gómez Toro. Su pena la dejó plasmada en carta a María Cabrales, esposa de Antonio Maceo.

Inmediatamente designó como Lugarteniente al experto Mayor General Calixto García, quien sería el encargado de llevar las acciones de guerra en todo el departamento oriental. Gómez se mantuvo durante todo 1897 operando entre Las Villas y Las Tunas, mientras en Occidente operaban los generales Lacret y Mayía Rodríguez. El verano de 1897 fue fatídico para las armas españolas no sólo por el exterminio a manos de las guerrillas mambisas que las hostigaban hasta de madrugada, sino por el paludismo, la disentería y otras enfermedades tropicales.

El Generalísimo se hizo célebre por la disciplina implacable que imprimió a sus tropas. Tanto sus soldados, como los prefectos mambises corruptos, conocieron penas de muerte por fusilamiento y/o la degradación. Para las indisciplinas menores, no relacionadas con cobardía, habían castigos menores. La cobardía, si no tenía consecuencias graves, era castigada con la obligación de avanzar en solitario hacia filas enemigas y procurarse armas, uniformes, etc. Los robos o agresiones a campesinos eran castigados con el fusilamiento.

Gómez entró en fuertes contradicciones con el Gobierno de Cuba en Armas presidido por Salvador Cisneros Betancourt por la concesión de grados militares a jóvenes de buena posición social que recién se unían a las filas mambisas. Ante los esfuerzos de muchos emigrados por lograr el reconocimiento de la beligerancia cubana por los Estados Unidos, Gómez expresó:
"El reconocimiento de los americanos es como la lluvia: si viene está bien, y si no, también."
Al producirse la intervención norteamericana en la guerra Gómez se hallaba en el centro del país en su tarea de diezmar las decadentes tropas españolas y a punto de avanzar por segunda vez a La Habana para invadirla definitivamente. Reaccionó airado ante la prohibición de entrar a Santiago de Cuba a las tropas cubanas, emitida por el general estadounidense Shafter, pero no tomó acción alguna, no sintiéndose con derechos de cubano, a pesar de su papel preponderante en la campaña.

Ya en 1898 se trasladó a La Habana, para la Quinta de los Molinos, donde fue recibido por una multidudinaria manifestación de simpatía. Al establecerse la Asamblea del Cerro como Gobierno Provisional, Gómez entró a formar parte de ella, pero se negó a dirigirla, alegando su carácter puramente militar y su condición de extranjero.

Pronto entró en contradicciones con los asambleístas. La contradicción principal estaba dada por si aceptar el donativo ofrecido por el Gobierno estadounidense de tres millones, o si pedir un empréstito mayor que asegurara un descanso decoroso a los soldados del Ejército Libertador. Gómez era partidario de tomar el donativo del Gobierno estadounidense por temor al nacimiento de una República endeudada. Mientras que la Asamblea del Cerro era partidaria de un empréstito mayor, pues, aunque la República naciera endeudada, ella sería reconocida como el organismo legal representante de los intereses del pueblo cubano, destinado a devolver el empréstito a los bancos estadounidenses.

El 12 de marzo de 1899, la Asamblea del Cerro acordó la destitución de Máximo Gómez como General en Jefe del Ejército Libertador y la eliminación definitiva de ese cargo. Gómez, mediante un manifiesto a la nación, expresó:
"...Extranjero como soy, no he venido a servir a este pueblo, ayudándole a defender su causa de justicia, como un soldado mercenario; y por eso desde que el poder opresor abandonó esta tierra y dejó libre al cubano, volví la espada a la vaina, creyendo desde entonces terminada la misión que voluntariamente me impuse. Nada se me debe y me retiro contento y satisfecho de haber hecho cuanto he podido en beneficio de mis hermanos. Prometo a los cubanos que, donde quiera que plante mi tienda, siempre podrían contar con un amigo."
Al conocerse la noticia, las masas populares realizaron manifestaciones de condena a la Asamblea del Cerro y de solidaridad con Gómez. Bajo las consignas “Abajo los Asambleístas” y “Viva Máximo Gómez” durante tres días, el pueblo desfiló ante la habanera Quinta de los Molinos en espontánea acción de agravio. En toda la isla se quemaron monigotes que representaban a los asambleístas; el 15 de marzo aparecieron fuertes críticas y burlas hacia los asambleístas en la prensa, a quienes el pueblo acusaba de ir hacia el abismo de la anexión. Días después de la destitución de Gómez la Asamblea se disuelve bajo presiones populares, quedando el pueblo de Cuba sin representante.

El 2 de abril, en carta abierta a Bernarda Toro, Gómez expresa en relación con la situación del país:
"Los que esperan, están desesperados. Como... no espero nada, estoy muy tranquilo con mi inesperada situación, descargado de toda responsabilidad y gozando del cariño de este pueblo que ahora, más que nunca, me lo ha demostrado comprometiendo, por modo tan elevado y sentido, mi gratitud eterna... La actitud del Gobierno Americano con el heroico Pueblo Cubano, en estos momentos históricos, nos revela a mi juicio más que un gran negocio... Nada más racional y justo que el dueño de una casa [que la va a vivir con su familia] sea el que la amueble y adorne a su satisfacción y gusto; y no que se vea obligado a seguir, contra su voluntad y gusto, las imposiciones del vecino. La situación pues, que se le ha creado a este pueblo, de miseria material y de apenamiento, por estar cohibido en todos sus actos de soberanía, es cada día mas aflictiva, y el día que termine tan extraña situación, es posible que no dejen los americanos aquí ni un adarme* de simpatía."
El Generalísimo Máximo Gómez falleció el 17 de junio de 1905, sin fortuna personal, en su villa habanera, a la edad de 69 años.

*[Antigua unidad de masa castellana, equivalente a la dieciseisava parte de una onza].

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Máximo Gómez, el más brillante general mambí
En la memoria de casi todos los cubanos, Máximo Gómez permanece como el viejo general de cabellos y barbas blancas, copioso bigote, esbelto sobre su corcel.
Por PEDRO ANTONIO GARCÍA
Fotos: Archivo de BOHEMIA

El 26 de octubre de 1868, por el camino de Santiago venía el general español Quirós con 700 soldados experimentados y la misión de someter a Bayamo, entonces la capital de la insurrección. A un kilómetro del poblado de Baire, en un lugar que llaman Tienda o Venta del Pino, aguardaban 40 mambises bajo las órdenes de Máximo Gómez, dispuestos a detener el avance enemigo.

Los cubanos andaban escasos de armas de fuego y municiones. Solo abundaban los machetes y Máximo Gómez aconsejó adaptarles una guarda o cazoleta en la empuñadura para transformarlos en armas de guerra. “Nadie haga fuego hasta que yo dé la orden”, dijo. La columna integrista, entretanto, iba por el camino real en correcta formación sin apercibirse de la emboscada.

De pronto se oyó el grito de Gómez: “Al machete”. Los fusileros dispararon los pocos cartuchos que tenían y, junto con los demás, se lanzaron detrás de su jefe sobre la tropa peninsular, que retrocedió primero y luego huyó a la desbandada. Más de la mitad quedó tendida en el campo o trasladada herida en angarillas hacia Baire. La columna española no pudo continuar su marcha.

Desde ese día, por lo que hizo después, el nombre de Máximo Gómez se volvió imprescindible en la historia de Cuba.

Retrato

Desembarcó el 11 de abril de 1895 en Playita de Cajobabo, junto con Martí, para incorporarse a la guerra necesaria

Máximo Gómez Báez nació en Baní, República Dominicana. Aunque la tradición fija como fecha natal el 18 de noviembre de 1836, él mismo confesaba desconocerla, “pues por más que busqué en los libros de mi parroquia no pude dar con ella”. Ante la amenaza de una invasión haitiana a su país, se enroló en el Ejército dominicano y tuvo su bautismo de fuego en el combate de Santomé, el 12 de diciembre de 1856. Tras la anexión de su patria a España (1861), pasó a ser capitán de las fuerzas ibéricas y luego lo ascendieron a comandante.

En 1865 fue destacado en Santiago de Cuba. Lo licenciaron un año después y se asentó en El Dátil, finca ubicada en la jurisdicción de Bayamo. Al ver la prepotencia y las arbitrariedades del colonialismo español, se solidarizó con los cubanos y comenzó a conspirar junto con los independentistas. El 16 de octubre de 1868 se incorporó a la insurrección iniciada por Carlos Manuel de Céspedes y recibió el grado de sargento. Dos días después, el Padre de la Patria le confirió el de mayor general y lo destinó a la tropa de Donato Mármol.

El cronista y general mambí José Miró Argenter, quien le conoció entonces, lo describía de buena estatura, flaco, de tez trigueña y mirada viva, penetrante. Muy sobrio en las comidas, añadía el doctor Gustavo Pérez Abreu, uno de sus ayudantes. “No fumaba, ni profería malas palabras ni permitía tampoco que las dijeran en su cuartel”.

Sin embargo, en la memoria de casi todos los cubanos, Máximo Gómez permanece como el viejo general de cabellos y barbas blancas, copioso bigote, esbelto sobre su corcel, tal aparece en la célebre fotografía del venezolano Gregorio Casañas, captada en el central Narcisa, en octubre de 1898.

Vestía muy sencillo. Al cinto, el machete curvo que perteneció a Martí y un revólver con cabo de nácar. No usaba distintivo militar; sus únicas insignias eran el escudo nacional y una estrella de cinco puntas, al lado izquierdo del pecho.

El primer guerrillero de América

Junto con Antonio Maceo llevó a cabo la Invasión a Occidente

Organizador enérgico, lo calificó Martí, “de quien solo grandezas espero […] Donde está él, está lo sano del país, y lo que recuerda y lo que espera”. A lo que agregaba Maceo: “¿No es el más capaz de todos, y el que ahoga la ambición mezquina con su gloria y con su espada, más grande y más brillante que todos?”.

Sus compañeros de lucha lo llamaron de diversas formas: el Chino, el Viejo General… Pero la historia lo reconoce, para siempre, desde que Martí le designó en nombre del Partido Revolucionario Cubano, “encargado supremo de la guerra, a organizar dentro y fuera de la Isla”, como “El Generalísimo”.

Luego fue el vencedor de mil batallas, el estratega brillante de las invasiones a Guantánamo (1871), Las Villas (1875) y Occidente (1895), y de la Campaña de La Reforma (1897), el táctico genial de La Sacra, Las Guásimas, Mal Tiempo.

Solían decir sus ayudantes y escoltas que en los combates su voz sonaba imperativa y rápida, cuando lanzaba el grito de “¡Al machete!” y levantaba su brazo armado del arma “de ancha y curva hoja de fino acero” y “partía como un rayo, sin preocuparse de si lo seguían o no sus bravos hombres”. Según cuentan, en la guerra del 95, durante la invasión a Occidente, una vez Gómez le orientó al general colombiano José Rogelio Castillo que contabilizara las municiones. “Solo se dispone de dos cartuchos por cada arma”, le informó el internacionalista sudamericano. Antonio Maceo intervino en el diálogo y aseguró que a los cubanos les bastaba el machete para vencer. “Pues adelante, general”, precisó Gómez. “Si se avista al enemigo, un tiro y al machete”.

Uno de sus más enconados rivales, Arsenio Martínez Campos, artífice del Pacto del Zanjón, le calificó como “el primer guerrillero de América”. Otro militar ibérico, el general Armiñán, le llamó “el que más valía de nuestros enemigos”. El político Cánovas del Castillo, contrario jurado de la independencia cubana, le denominaba “el mejor general de ambos bandos”.

Ante la neocolonia

Al cese de la dominación española, con sus declaraciones y su actitud definidamente independentista, disuadió a Estados Unidos en su proyecto de anexarse a Cuba. Definió como su objetivo fundamental “la constitución definitiva de la República para que Cuba sea realmente libre e independiente” en una famosa carta al presidente yanqui.

Cuando Washington apeló al neocolonialismo, mediante la Enmienda Platt, impugnó fuertemente ese apéndice a nuestra soberanía, y, junto con Juan Gualberto Gómez y otros patriotas, convocó solemne y públicamente a luchar contra esa imposición.

Enfrentado al reeleccionismo de Estrada Palma y a la amenaza de la llegada al poder de elementos autonomistas y anexionistas, falleció en La Habana, el 17 de junio de 1905.
Fuentes consultadas: Los libros Mi diario de la guerra, de Bernabé Boza; Crónicas de la guerra, de José Miró Argenter; Mis primeros treinta años, de Manuel Piedra Martel; Con Maceo en la invasión, de José Llorens; y Máximo Gómez Báez, sus campañas militares, del Centro de Estudios Militares de las FAR. La compilación Máximo Gómez en la independencia patria.
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19 de noviembre
Rebelión de los Pilotos


La Rebelión de los Pilotos fue un levantamiento militar, encabezado por el coronel piloto Pedro Rafael Rodríguez Echavarría el 19 de noviembre de 1961, que provocó la salida del país de la familia de Trujillo, completando así la Gesta del 30 de Mayo. Los sublevados atacaron con cohetes y bombas las instalaciones del Batallón Blindado y la Compañía de Artillería dentro de la Base Aérea de San Isidro. Las escuadrillas aéreas, que salieron de la Base Aérea de la ciudad de Santiago, estuvieron encabezadas por los coroneles pilotos Nelton González Pomares y Federico Fernández Smester. Es un hecho histórico que no ha recibido el reconocimiento que merece.

Fue una insurrección armada, protagonizada por seis miembros de la Fuerza Aérea Dominicana, que impidió que Ramfis Trujillo, José Arismendy (Petán) y Héctor Bienvenido Trujillo Molina (Negro) retornaran al poder y reeditaran el régimen de terror que había encabezado su hermano Rafael Trujillo Molina. Mejor conocida como la “gesta ignorada”, fue encabezada por el general Pedro Ramón Rodríguez Echavarría, a la sazón comandante de la base aérea de Santiago de los Caballeros, y los oficiales Nelton González Pomares, Pedro Santiago Rodríguez Echavarría (Chaguito), Raymundo Polanco Alegría, Manuel Durán Guzmán y Federico Fernández Smester. Estos hombres evitaron el plan, ideado por Petán, Negro y Ramfis, para destronar a Joaquín Balaguer de la Presidencia de la República.

La confabulación de los Trujillo, que se materializaría precisamente el 19 de noviembre de 1961, también incluía el asesinato de los principales líderes de los movimientos Unión Cívica y el 14 de Junio, así como la dispersión de las naves aéreas ubicadas en la Base de San Isidro en el interior del país.

Pedro Rafael Rodríguez Echavarría había recibido el apoyo de las tropas de la base de Santiago para una conjura que consistía en desobedecer las órdenes del general Tunti Sánchez de dispersar los aviones a distintos puntos del país. Los sublevados acordaron aterrizarlos todos en la base aérea de Santiago y desde allí proceder con el proyecto de impedir el retorno de los hermanos del sátrapa. A las 8 de la mañana del 19 de noviembre la artillería y la escuadra de tanqueros de la Base Aérea de San Isidro fue bombardeada: “Parecía que eran aviones venezolanos, pero después nos dimos cuenta que eran dominicanos y que era el general Rodríguez Echavarría que se había sublevado”, relató Miguel A. Hernando Ramírez, para ese entonces coronel de infantería.

La noticia llegó al Palacio Nacional donde el presidente Balaguer; este, por sugerencia de sus más cercanos colaboradores, se comunicó con el general Pedro Rodríguez Echavarría, quien le ofreció apoyo a su gestión presidencial. Fue entonces cuando Balaguer se comunicó con el coronel Hernando Ramírez en la Base Aérea de San Isidro y le pidió que llevara al Palacio al general Tunti Sánchez y a Petán, quienes no opusieron resistencia. Horas después, los Trujillo salían para siempre* del suelo dominicano.

*[Un siempre que ha sido burlado desde hace varios años por unos cuantos Trujillo, entre ellos Angelita (hija del dictador), Ramfis Domínguez (hijo de Angelita que de manera insólita e inexplicable, al día en que se escribe esta reseña -14 de agosto de 2019-, aspira a la presidencia de la República para las elecciones de 2020) y Aída Trujillo {nieta del dictador e hija de Rafael Leónidas Trujillo Martínez (Ramfis) y Tantana Ricart (ha sido la única que ha reconocido los crímenes de su abuelo; que ha pedido perdón al pueblo dominicano; y que no ha disfrutado de los millones de dólares que su padre, Angelita y otros familiares del déspota le hurtaron al erario. Ha escrito obras que la enaltecen y han servido para ampliar la historiografía relacionada con la dictadura que ejerció su abuelo. Es una escritora de prestigio, admirada en República Dominicana y otros países, que, por su primera novela, “A la Sombra de mi Abuelo”, en la que separa de forma magistral a su ascendiente del dictador, recibió el Premio Nacional de Novela de República Dominicana en 2008)}].
Integrantes del complot

Manuel Durán Guzmán: Fue el ideólogo de la conspiración. Su plan era ejecutar la conspiración en los meses siguientes a la muerte de Trujillo pero no pudo llevarlo a cabo por la fortaleza de las fuerzas represivas y el riesgo que corrían de ser denunciados.

Raymundo Polanco Alegría: fue el primer contacto de Durán Guzmán. Oriundo de Santiago de los Caballeros y compañero de graduación de Guzmán en 1948; era comandante del Escuadrón de Caza Ramfis y tenía bajo su mando 60 aviones de todo tipo durante la Época de Oro de la Aviación Militar Dominicana. Luego del complot se retiró de la aviación militar y fue designado como agregado militar en Europa. Al retornar a su país, fundó la empresa Aeromar Cargo, dejando un gran legado en el ámbito de la aviación comercial.

Nelton González Pomares: fue otro de los primeros contactos de Durán Guzmán. Era el comandante del Grupo de Caza y Bombarderos. Finalizada la gesta fue designado agregado militar en Washington y más tarde fue Director de Dominicana de Aviación.

Federico Fernández Smester: junto a González Pomares, encabezo el ataque a la base de San Isidro. Durante los años 50 había sido el fundador y director de la primera escuadrilla aérea acrobática del país.

Pedro Rafael Rodríguez Echavarría: general de brigada, comandante de la Base Aérea de Santiago, convencido por Durán Guzmán a liderear el complot por su dote de mando, prestigio y relación con otros jefes militares y algunos políticos de la época. Apoyó a Balaguer en la creación del primer Consejo de Estado. Se dice que a pedidos del presidente John F. Kennedy fue nombrado secretario de Estado de las Fuerzas Armadas.

Pedro Santiago Rodríguez Echavarría (Chaguito): hermano de Pedro Rafael e integrante del complot, fue nombrado Jefe de Estado Mayor de la Fuerza Aérea Dominicana (en el mismo momento en que Pedro fue hecho jefe de las Fuerzas Armadas). Perdió la vida el día 10 de septiembre del año 1990, junto a su copiloto Ángel Amador, en un accidente aéreo ocurrido sobre el Canal de la Mona mientras realizaban un vuelo de carga San Juan, Puerto Rico (Aeropuerto Luis Muñoz Marín) - Santo Domingo, República Dominicana (Aeropuerto Internacional Las Américas, donde radicaba la base operacional de la aerolínea de carga Aerochago). La aeronave siniestrada era un Convair CV-240-23 de su propiedad.
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25 de noviembre
Aniversario Muerte Hermanas Mirabal


Patria, Minerva y María Teresa Mirabal nacieron en Ojo de Agua, paraje perteneciente a una pequeña provincia de la República Dominicana llamada Salcedo. Tuvieron la valentía de luchar por la libertad política de su país, oponiéndose firmemente a una de las tiranías más férreas que ha tenido Latinoamérica, la de Rafael Leónidas Trujillo, actitud por la que fueron perseguidas, encarceladas varias veces y finalmente asesinadas el 25 de noviembre de 1960.

En honor a estas valientes hermanas, cada 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer, establecido en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe celebrado en Bogotá, Colombia, en el año 1981. Las hermanas Mirabal son también conocidas y representadas como las "Mariposas", por ser este el nombre secreto de Minerva en sus actividades políticas clandestinas en contra de la tiranía trujillista.

Pedro Mir (poeta nacional dominicano) utilizó este nombre en su poema "Amén de Mariposas", donde expresa la tragedia que fue el asesinato de las tres heroínas. La destacada escritora dominicana Julia Alvarez titula su novela basada en la vida de las hermanas Mirabal "En el tiempo de las mariposas", publicación que establece aún más la representación de las hermanas Mirabal como las "Mariposas". Heroínas de la lucha antitrujillista, hijas de Mercedes Reyes Camilo (alias Chea) y Enrique Mirabal, comerciante y hacendado.

La primera en nacer fue Patria Mercedes, el 27 de febrero de 1924, poco antes de que abandonaran nuestro país las tropas de intervención de los Estados Unidos; la segunda, bautizada con los nombres de María Argentina Minerva, nació el 13 de marzo de 1926 y, la tercera, Antonia María Teresa, vino al mundo el 15 de octubre de 1935.

En Ojo de Agua realizaron sus primeros estudios. En 1938, Patria, Minerva y otra hermana, Bélgica Adela, alias Dedé (2 de marzo de 1925 - 1 de febrero de 2014) fueron enviadas a estudiar al colegio Inmaculada Concepción, en La Vega. María Teresa permaneció en el hogar por cuestiones de edad: apenas tenía tres años.

En junio de 1949, Minerva y sus padres, invitados por las máximas autoridades de su provincia, asistieron a una fiesta ofrecida en Santiago en el Palacio de la Gobernación en honor al dictador Trujillo, que marcaría el inicio del rumbo trágico para toda la familia; Trujillo conoció a Minerva Mirabal y se sintió atraído por su belleza.

El 12 de octubre de ese mismo año, día del descubrimiento de América, con el supuesto propósito de homenajear a la sociedad de la provincia Espaillat, Trujillo organizó una fiesta a la que invitó a la familia Mirabal que, sin avisar, se retiró de la misma, desatando la cólera del dictador, que vio en esa actitud una irreverencia hacia su persona. Días después de la fiesta, Enrique Mirabal fue detenido y encarcelado; más tarde Minerva, junto a varias de sus amigas.

Todas las prisioneras fueron investigadas sobre las supuestas relaciones de Minerva con miembros del Partido Socialista Popular, particularmente, con el dirigente comunista Pericles Franco. Duraron en prisión varias semanas, pero a partir de este momento se montó sobre la familia Mirabal un riguroso espionaje. Trujillo era informado permanentemente sobre todas sus actividades. El padre fue sometido a graves humillaciones y a varias prisiones que terminaron enfermándole espiritual y físicamente, muriendo el 14 de diciembre de 1953.

En 1954, encontrándose de vacaciones en Jarabacoa, Minerva conoció a Manuel Aurelio Tavares Justo (Manolo), estudiante de derecho, con quien estableció relaciones que la llevarían al matrimonio en noviembre del año siguiente. El mismo año que conoció a Manolo, su hermana, María Teresa, se inscribió en la universidad a estudiar arquitectura, carrera que no terminó pues solo alcanzó el grado de técnica en Agrimensura. Durante ese período ambas vivieron juntas en una pensión de la ciudad capital. Poco después María Teresa conocería a Leandro Guzmán, con quien contrajo matrimonio.

Al igual que Minerva, Manolo tenía una elevada sensibilidad por los problemas sociales y políticos y ya para ese momento, aunque secretamente, era un fervoroso opositor al régimen de Trujillo. Por ello sus amistades eran cuidadosamente seleccionadas en función de la unidad de criterios respecto a la trágica situación imperante en el país. Los últimos años de la década de los cincuentas fueron de inquietud social en toda América Latina, pues las caídas de los dictadores Rojas Pinilla, en Colombia, y Pérez Jiménez, en Venezuela, y la huida de Cuba de Fulgencio Batista -tras el triunfo revolucionario de las fuerzas rebeldes de Fidel Castro-, no sólo abrieron las compuertas de la democracia en esos países, sino que levantaron la esperanza de cambios profundos en todo el continente.

Nuestro país no escapó a esa realidad; no es casual que en enero de 1959 en una reunión familiar efectuada en la residencia de Guido D’Alessandro, sobrino de Manolo, donde se encontraban Minerva, Manolo, María Teresa, Leandro Guzmán y otras personas, se pasó revista a la situación política creada en el Caribe, muy particularmente a la cubana, después del triunfo de Castro. En la reunión Minerva examinó por primera vez la posibilidad de organizar un movimiento para el derrocamiento de Trujillo. Las ideas de Minerva prendieron en todos los asistentes y fue acordado ese día iniciar los contactos con amigos y relacionados en todo el país.

Por otra parte, la expedición armada del 14 de junio, procedente de Cuba, si bien fue aplastada por la dictadura, también influyó en la conciencia de la juventud dominicana, y esa es la razón que explica que el nuevo movimiento político antitrujillista que comenzó a construirse, y que efectuó su primera asamblea constitutiva en la hacienda de Conrado Bogaert, en Mao, el 10 de enero de 1960, adoptara como nombre el de la fecha de esa expedición (14 de Junio - 1J4). En esa asamblea clandestina asistieron delegados de todo el país y sólo participaron dos mujeres, Minerva y Dulce María Tejada Gómez.

Para presidir la Agrupación 14 de Junio fueron elegidos: Manolo Tavares Justo - Presidente; Pipe Faxas - Secretario General; y Leandro Guzmán – Tesorero. A los pocos días, una delegación llevó a los servicios secretos informes no sólo con los nombres de los principales conjurados, sino detalles sobre lo tratado en la asamblea.

La acción de los agentes represivos fue inmediata. El primero en ser detenido, en su residencia en Montecristi, fue Manolo Tavares, a mediados de enero; días más tardes, Minerva, María Teresa y su esposo Leandro Guzmán, y también Pedro González. Al final de ese mismo mes más de un centenar de miembros del 14 de Junio habían caído presos. Todos pasaron por la cárcel de La Cuarenta donde fueron sometidos a increíbles torturas. No pocos perdieron la vida.

Es importante apuntar que la prisión de tantas personas, en su mayoría jóvenes procedentes de la clase media alta, algunos cuyos padres tenían vínculos muy estrechos con el tirano, creó un clima de tensión nacional, adverso al gobierno. A ello se agregó la denuncia hecha por la iglesia católica por medio de una carta pastoral condenando la acción. Tal situación obligó a Trujillo, al parecer, a poner en libertad a las mujeres detenidas, el 7 de febrero de 1960, y, al mes siguiente y subsiguiente, a decenas de hombres jóvenes, presos por simples sospechas.

Sin embargo, el Dr. Tavares Justo, Leandro Guzmán, Pedro González y los demás dirigentes de importancia del movimiento, quedaron detenidos. Meses después, encontrándose la dictadura en una fase represiva general que bordeaba la locura –días en los que Trujillo ordenó el asesinato de Rómulo Betancourt, Presidente de Venezuela-, Minerva y María Teresa fueron de nuevo apresadas y sometidas a la justicia por “atentar contra la seguridad del Estado”.

En agosto de 1960 la Organización de Estados Americanos (OEA), en reunión de Cancilleres efectuada en San José de Costa Rica, condenó al Gobierno dominicano con sanciones económicas por encontrar a Trujillo culpable del atentado al Presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt. Al mismo tiempo, la OEA acordó que una comisión visitase la República Dominicana para que rindiera un informe sobre la situación del país. En el marco de esta circunstancia fueron liberadas, "bajo palabra", las hermanas Mirabal y otras mujeres detenidas.

En octubre, Manolo Tavares y Leandro Guzmán fueron trasladados a la cárcel de Salcedo, y varias semanas después, en noviembre, fueron enviados a la de Puerto Plata. En esa población visitaron Minerva y María Teresa a sus maridos presos, a pesar de que habían recibido informaciones de que se preparaba un "accidente" contra ellas.

El 25 de noviembre de 1960, Minerva y María Teresa partieron de nuevo hacia Puerto Plata, en esta ocasión acompañadas por Patria, esposa de Pedro González, que guardaba prisión en La Victoria. Para tal ocasión contrataron un “jeep”, un vehículo fuerte, pues la carretera elegida, la que conduce a Puerto Plata por la vía de Tamboril, era difícil y se encontraba en muy mal estado. Le acompañaba como chofer Rufino de la Cruz Disla, campesino, conductor y héroe, nacido en Salcedo en 1923 -en cuyos campos se dedicó al cultivo de la tierra de sus familiares-, simpatizante de la causa antitrujillista.

En la visita que hicieron a Manolo y Leandro, las hermanas Mirabal comentaron a sus maridos los rumores que circulaban en Salcedo sobre la posibilidad de que sufrieran un “accidente”, estilo clásico que utilizaba la dictadura cuando ordenaba la desaparición de un opositor importante, con la supuesta intención de ocultar el crimen. El informe preocupó enormemente a los dirigentes del 14 de Junio y Manolo sugirió que cesaran los viajes y se mudaran a Puerto Plata para evitar transitar por carretera.

La recomendación llegó tarde pues la orden de asesinar a las hermanas Mirabal ya había sido cursada por el tirano, Rafael L. Trujillo; José René (Pupo) Román, Secretario de las FFAA; y Cándido Torres Tejada, Jefe de Operaciones del SIM en Ciudad Trujillo. En Puerto Plata se encontraban los ejecutores Ciriaco de la Rosa, Ramón Emilio Rojas Lora, Alfonso Cruz Valerio, Víctor Alicinio Peña Rivera, Néstor Antonio Pérez Terrero y Emilio E. Malleta, cubano que había prestado esos mismos servicios a la dictadura de Fulgencio Batista.

Cuando las hermanas Mirabal abandonaban Puerto Plata rumbo a su hogar, fueron detenidas por un vehículo que interceptó el jeep que las conducía. Introducidas a empujones al carro de los matones, y llevadas a un lugar previamente escogido en la carretera bordeada por un precipicio, fueron asesinadas a garrotazos junto al chofer Rufino de la Cruz Disla. Luego de poner los cadáveres en el jeep, los sicarios lo precipitaron hacia el abismo.

En junio de 1962 se inició el juicio contra los ejecutores. El magistrado Osvaldo B. Soto presidía el Tribunal Especial. El Procurador Fiscal era el doctor Rafael Valera Benítez, mientras que la parte civil estaba representada por los doctores Héctor Sánchez Morcelo, Ramón Pina Acevedo y Francisco Carvajal Martínez, entre otros. El abogado de la defensa era el abogado de oficio Héctor Barón Goico. El tribunal los condenó a la pena máxima. Tiempo después, y con la ayuda de grupos militares trujillistas, fueron sacados de la República Dominicana.
(…)

habían caído asesinadas
¡oh, asesinadas!

a pesar de sus telares en sonrisa,
a pesar de sus abriles en riachuelo,
a pesar de sus neblinas en reposo.

(…)

roto el cráneo,
despedazado el vientre,
partida la plegaria.
¡oh, asesinadas!

(…)

¡Oh, eternas!

(…)

Pero aún no era el fin.
¡oh, dormidas!, aún no era el fin,
aún no era el fin.

(…)


Trozos de Amén de Mariposas, del Poeta Nacional Pedro Mir.
Testimonio de Ciriaco de la Rosa, uno de los asesinos, ante el tribunal, en junio de 1962.
"Después de apresarlas, las condujimos al sitio cerca del abismo, donde ordené a Rojas Lora que cogiera palos y se llevara a una de las muchachas. Cumplió la orden en el acto y se llevó a una de ellas, la de las trenzas largas, María Teresa. Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta, Minerva; yo elegí a la más bajita y gordita, Patria; y Malleta al chofer, Rufino de La Cruz. Ordené a cada uno que se internara en un cañaveral a orillas de la carretera, separadas todas para que las víctimas no presenciaran la ejecución de las demás. Traté de evitar este horrendo crimen, pero no pude, porque tenía órdenes directas de Trujillo y Johnny Abbes García. De lo contrario, nos hubieran liquidado a todos".
Minerva llegó a proclamar:
–¡Si me matan, sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte!...
Y fue más fuerte...

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28 de noviembre
Gesta de Las Manaclas

Tomado de Bono Cimarrón/Escrito de Leandro Guzmán, Latinoamérica sin Fronteras/A cuarenta años de la sublevación de Manaclas/Escrito de H. Galván y La Nación al Día/Escrito de Félix Jacinto Bretón [Editado/NH].

El 28 de noviembre de 1963 es una fecha prácticamente desconocida por las nuevas generaciones. Ese día se produjo el alzamiento guerrillero de Manolo Tavárez Justo y sus demás compañeros, en protesta y reclamo contra el funesto golpe de Estado del 25 de septiembre 1963 contra el Gobierno Constitucional de Juan Bosch (el reclamo era volver a la constitucionalidad sin nuevas elecciones).

Era una empresa idealista y patriótica. Los guerrilleros carecían del debido entrenamiento militar y táctica política. Fue esencialmente romántica y de compromiso, pues Manolo había dicho, en el mitin del Parque Independencia, que si se atentaba contra la Constitución él y sus hombres sabían dónde quedaban “las escarpadas montañas”.

Era cuestión de principios, pues ni Manolo ni sus seguidores eran del PRD derrocado, sino de un 14 de Junio que había aceptado los postulados consignados en el Programa Mínimo de Liberación Nacional que trajeron los expedicionarios en junio de 1959 contra la tiranía de Trujillo. Una vez ajusticiado el tirano, los dominicanos creíamos que en el país se establecería una democracia formal, y esa era la intención, pero un sector reaccionario conspiró, estimulado por fuerzas extranjeras y asociado con sectores militares (también reaccionarios).

El golpe dio paso a la rebeldía, que tuvo su máxima expresión con el Movimiento Constitucionalista encabezado por jóvenes militares que defendieron la democracia vulnerada, primero en una guerra civil y luego en lo que pasaría a convertirse en Guerra Patria (cuando los infantes de Marina de los Estados Unidos ocuparon nuestro país).

El resto de la historia es conocida: hubo elecciones en 1966 y, naturalmente, ganaron las fuerzas reaccionarias con Joaquín Balaguer a la cabeza (candidato de los norteamericanos. Bosch no podía salir de su casa a realizar campaña debido a la represión).

Las lecciones que pueden derivarse de todos estos acontecimientos, pero sobre todo del 28 de noviembre de 1963, es que nadie debería pensar en la posibilidad de que se quebrante el proceso constitucional, porque siempre habrá hombres y mujeres atentos y dispuestos a luchar por la libertad y en contra de las injusticias.

"El punto más notable y profundo en aras de rescatar la soberanía popular, burlada con ese golpe de Estado, lo significó el alzamiento de Manolo Tavárez Justo y los jóvenes que hicieron suya esa vocación democrática y ofrendaron sus vidas en pro de que se rescatara la voluntad popular burlada como consecuencia de la intolerancia de los sectores más retardatarios de la sociedad dominicana" (Historiadora y Catedrática Carmen Durán).

Los jóvenes eran del Movimiento Revolucionario 14 de Junio; los que murieron “de cara al sol, como caen los valientes", cuyos nombres quedarán plasmados en el recuerdo de todos, son:
Francisco del Carmen Bueno Zapata,
Dr. José Rafael Minaya Fernández,
Manuel de los Santos -Reyito- Reyes Díaz,
Manuel de Jesús -Piculín- Fondeur,
Luis Ibarra Ríos,
Antonio Faxas Canto,
José Padua Falet,
Félix Gerónimo -Guancho- Escaño Peña,
Leonte Schott Michel,
Dr. Francisco José Cabrera,
Jaime Ricardo Socías,
Alfredo Peralta Michel,
Domingo Antonio -El Manchao- Filión,
Domingo Sánchez Bisonó (El Guajiro),
Roberto Hernández,
Julio Adolfo Pérez Sánchez,
Caonabo Abel,
Pedro Emerson Mota Galarza,
Juan María -Ñaño- Candelario Mercedes,
Rubén Díaz Moreno,
Gustavo Adolfo -La Yerba- González,
Enrique Almánzar Frómeta,
Juan Ramón -Monchi- Martínez,
Hipólito Rodríguez Sánchez,
Rubén Alfonso -Fonsito- Marte Aguayo,
Fernando Arturo -Papito- Ramírez Torres,
Jesús Antonio Barreiro Rijo,
José Daniel Fernández y
Manuel Aurelio -Manolo- Tavárez Justo, líder nacional del movimiento.
En varios frentes había dividido la dirección del Movimiento la lucha guerrillera: frentes que eran puntos importantes de nuestra geografía. El frente en cuya zona de operaciones se encontraba el “Comandante General de todos los Frentes” era el Jiménez Moya (montañas de Las Manaclas, en la provincia de Santiago). Su meta era alcanzar un centro de operaciones en torno al Monte de Gallo Grande, una zona de mas de 2,000 metros sobre el nivel del mar, y cuyo objetivo era establecer una línea de abastecimiento desde las poblaciones más cercanas, pero fue truncado porque las fuerzas antiguerrilleras (que utilizaron esos mismos puntos como centros de operaciones -Cabirmal y La Indiferencia-).

Los frentes en que se organizaba la Guerrilla eran:
1. Frente Mauricio Báez en la Cordillera Oriental (Seybo).
2. Frente Hermanas Mirabal en la Cordillera Septentrional (San Francisco de Macorís).
3. Frente Gregorio Luperón en la Cordillera Septentrional (Altamira).
4. Frente Ventura Simó entre Bonao y San José de Ocoa.
5. Frente Francisco delRosario Sánchez en la Sierra de Bahoruco (Enriquillo).
6. Frente Enrique Jiménez Moya en la Cordillera Central (San José de las Matas).
Esa fue la estructura guerrillera del Movimiento 14 de Junio, que luchó contra las fuerzas del Estado dominicano, un Estado gobernado por un Triunvirato golpista, defendido y financiado por Washington y las fuerzas tradicionalmente contrarrevolucionarias.

Los guerrilleros comenzaron las largas caminatas de ascenso la noche del 28 de noviembre y permanecieron internados en la zona hasta que una mayoría de ellos cayó el 21 de diciembre de 1963, 23 días después. El frío implacable, la falta de agua y comida, la oscuridad de la noche y las prolongadas caminatas causaban mayores problemas a los combatientes que los torpes bombardeos a que fueron sometidos. El primer guerrillero en caer fue Francisco Bueno Zapata, atrapado por las fuerzas militares mientras se perdía en una misión de contacto. El próximo resultaría ser El Guajiro, quien, en otra misión de contacto para el abastecimiento, fue asesinado por un campesino en una bodega de la zona (atacado por la misma gente por las que venia a luchar).

Después de fracasar las misiones de abastecimiento y contacto, y de verse frustrados en llegar a la zona prevista para establecer el mando, y en vista de las condiciones físicas y de salud de muchos de los milicianos, el alto mando de la guerrilla se planteó otra opción: aceptar la propuesta del Gobierno de que iba a respetar las vidas de los combatientes (con el objetivo de continuar la lucha en otro momento). Sin embargo, los guerrilleros en mejores condiciones solicitaron permanecer en las montañas y continuar la lucha para tratar de ofrecer una ultima resistencia ante la ineficaz persecución de las brigadas antiguerrilleras.

El grupo guerrillero que se entregó confiaba en que su vida sería respetada; fue apresado y conducido a una zona desconocida en la que fue cobardemente acribillado. Los asesinos a sueldo trajeron consigo un grupo de campesinos para demostrarles “como se matan los comunistas”.

Manolo Tavárez estaba entre los apresados; fue el último en morir. Le torturaron permitiéndole ver caer a todos sus compañeros. Murió sosteniendo que era el único culpable, en una última y desesperada acción para tratar de salvarles la vida. Veintinueve hombres perdieron la vida; veintinueve combatientes cayeron luchando.
Óiganlo señores de la reacción: si imposibilitan la lucha pacifica del pueblo, el 14 de Junio sabe muy bien donde están las escarpadas montañas de Quisqueya; y a ellas… a ellas iremos, siguiendo el ejemplo y para realizar la obra de los Héroes de Junio de 1959, y en ellas mantendremos encendida la antorcha de la libertad, el espíritu de la Revolución… porque no nos quedará, entonces, otra alternativa que la de Libertad o Muerte (Manuel Aurelio Tavárez Justo).
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.- 1 de diciembre: Independencia Efímera [1821, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 1 de diciembre: Natalicio de Francisco Xavier Billini [1837, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 5 de diciembre: Descubrimiento de la Isla de Santo Domingo [1492; llegada de la expedición encabezada por Cristóbal Colón a la costa norte del actual Haití]

***

.- 6 de diciembre: Natalicio de Concepción Bona [1824, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 7 de diciembre: Natalicio de Ercilia Pepín Estrella [1886, Santiago de los Caballeros, República Dominicana]

.- 19 de diciembre: Asalto al Hotel Matún [1965, Santiago de los Caballeros, República Dominicana]

***

.- 20 de diciembre: Fallecimiento de Manuel Rueda González [1999, Santo Domingo, República Dominicana]

.- 21 de diciembre: Asesinato Manolo Tavárez Justo [1963; Las Manaclas, Santiago de los caballeros (por orden del represivo Triunvirato que sucedió al gobierno de Juan Bosch, derrocado el 25 de septiembre; República Dominicana]

.- 22 de diciembre: Batalla de Santomé [1855, Sabana de Santomé, San Juan, República Dominicana]

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.- 25 de diciembre: Natalicio de Federico García Godoy [1857, Santiago de Cuba, Cuba]

Diciembre: 2/3 parte del mes es Otoño; 1/3 parte es Invierno


[DICIEMBRE] El Día para la Abolición de la Esclavitud se celebra el 2 de diciembre en conmemoración al 2 de diciembre de 1949, fecha en la que la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó el Convenio para la represión de la trata de personas y la explotación ajena. El objetivo del día es reclamar la erradicación de las formas contemporáneas de esclavitud como son la trata de personas, la explotación sexual, el trabajo infantil, el matrimonio forzado y el reclutamiento de niños para utilizarlos en conflictos armados. Para recordar el Convenio, un informe realizado por el equipo de trabajo sobre Esclavitud de la ONU recomendó en 1985 que el 2 de diciembre fuera proclamado "Día Mundial para la Abolición de la Esclavitud" en todas sus formas. Por ello de 1985 a 1994 se celebró el "Día Mundial contra la Esclavitud" y en 1995 pasó a denominarse "Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud".


[DICIEMBRE] "La Libertad guiando al pueblo". Los derechos humanos (DD.HH.) fueron recogidos en las leyes -positivación- a raíz de las revoluciones burguesas de los siglos XVII y XVIII: la Revolución inglesa, la Revolución Americana y la Revolución francesa; esta última promovió la aprobación, en la Asamblea Nacional de 26 de agosto de 1789, de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. La ONU aprobó, el 10 de diciembre de 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos que recoge en sus 30 artículos los derechos humanos considerados básicos. Pintura de Eugène Delacroix (1830).
Refranes de diciembre

«En diciembre se hielan las cañas y se asan las castañas».
«Amanecé' y anochecé', en diciembre son casi a la vé'».
«En diciembre no hay valiente que no tiemble».
«Por diciembre el trueno, anuncia año bueno».
«Diciembre mojado, enero bien helado».
«Ni en agosto caminar, ni en diciembre navegar».
«Cuando en diciembre veas nevar, ensancha el granero y el pajar».
«Días de diciembre, días de amargura; apenas amanece, ya es noche oscura».
«El año nuevo nos viene anunciando cuando diciembre se va tiritando».
«Sol en diciembre y nieve en mayo, nunca buen año».
«En diciembre sale el sol con tardura y poco dura».
«En diciembre día templado, es que viene soplado».
«Un mes antes y otro después de Navidad, es el invierno de verdad».
«En las frías noches de diciembre, si ves lucir la luna blanca, echa en la cama cobertor y manta».
«Diciembre gozoso hace el mes grandioso».
1 de diciembre
Independencia Efímera


Se conoce como Independencia efímera al período de la historia de la República Dominicana que transcurre entre la proclamación del Estado Independiente del Haití Español el 1 de diciembre de 1821 y su anexión a la República de Haití el 9 de febrero de 1822 debido a la ocupación del ejército haitiano encabezado por Jean Pierre Boyer. La denominación "efímera" se debe precisamente al corto período de tiempo durante el cual se mantuvo la independencia: apenas dos meses y ocho días. Fue proclamada por un sector de la pequeña burguesía urbana, liderada por el político y académico José Núñez de Cáceres, quien creía en la anexión a la Gran Colombia de Simón Bolívar.

Desde 1809, la entonces colonia española de Santo Domingo sufría una gran crisis económica. A este período se le conoce como el de la España Boba; la metrópoli no podía atender su colonia por los problemas que atravesaba (invasión napoleónica y movimientos independentistas en toda Hispanoamérica). A estos hechos se sumaban el agotamiento de las riquezas de Santo Domingo, el poco estímulo para la producción y la actividad de corsarios que en nombre de los grancolombianos atacaban a las naves peninsulares en todo el Mar Caribe.

Se había ordenado la movilización de las tropas de la colonia, pero no se les había pagado el sueldo. Había rumores de que algunos criollos influyentes planeaban declarar la independencia derrocando al gobierno colonial, sobre todo después de que agentes de Caracas hubiesen hecho llegar una carta animando a los nativos a la insurrección. Ante la situación de crisis económica se produjo un gran descontento en toda la población de la colonia, por lo que el escritor criollo José Núñez de Cáceres formó un grupo para conspirar y lograr la independencia de España.

El grupo conspirador pronto se dividió en dos tendencias. Una era favorable a la anexión a Haití, país cuyo presidente -Boyer- había empezado a preparar el ejército para invadir Santo Domingo, además de buscar el apoyo de los negros y mulatos que vivían en la parte occidental de la colonia española; su objetivo era unificar la isla para defenderse de cualquier intento francés de recuperar su colonia. La otra la componían aquellos que eran favorables a la anexión a la Gran Colombia presidida por el libertador Simón Bolívar.

En la primavera de 1821 el grupo que favorecía la anexión a la Gran Colombia intentó un golpe de estado contando con el apoyo armado que Bolívar le había garantizado, pero las previsiones militares del gobernador -brigadier Sebastián Kindelán y O'Regan- lo hicieron fracasar. Sorprendentemente Kindelán no tomó medidas severas contra Núñez, quien pudo demandar al capitán Manuel Martínez, delator del movimiento, por injurias y calumnias. Al poco tiempo Kindelán fue reemplazado, pero su sucesor, que asumía como verdaderas las acusaciones contra Núñez, no tenía poder militar para enfrentarse a los aristócratas locales por lo que sólo pudo vigilarlos e intentar ganar el apoyo del coronel Pablo Alí, comandante del batallón de mulatos (quien a pesar de mostrarse colaborador con el nuevo gobernador había jurado lealtad a los conspiradores junto a la mayoría de los oficiales).

Para mediados de noviembre de 1821 surge un nuevo movimiento en las zonas fronterizas con Haití con el propósito de derrocar al Capitán General, que gobernaba Santo Domingo en nombre del Rey de España, y de incorporar la colonia española al territorio haitiano. El 8 de noviembre el comandante Andrés Amarante declaró la independencia en el poblado fronterizo de Veler y quince días después el movimiento se extendió a Dajabón y Montecristi, donde sus dirigentes solicitaron a Boyer su intervención. Este movimiento, desde sus inicios, estuvo integrado por la clase media y pobre de la colonia, así como pequeños comerciantes, mulatos propietarios y algunos sectores importantes de los hateros.

El movimiento pudo extenderse hacia otras poblaciones de la región sur y Cibao (algunas personas de las clases sociales más altas se unieron), por lo que el proyecto de Núñez de Cáceres quedó aislado. Por esta razón, Núñez de Cáceres se vio obligado a apresurar el golpe de estado al gobernador colonial, el brigadier Pascual Real, que había llegado en mayo de 1821.

El 30 de noviembre Alí y sus hombres apresaron a Real y pasaron a controlar la capital; al día siguiente (1 de diciembre de 1821) Núñez de Cáceres proclamó el nuevo Estado bajo el nombre de Estado Independiente del Haití Español. La noticia de inmediato fue conocida en España y Núñez temió grandes represalias, no solo de España sino también de Haití y los dirigentes del movimiento fronterizo, por lo que el nuevo Estado quedó sin apoyo. De hecho, en Santiago de los Caballeros la Junta Central Provisoria rechazó los actos de Núñez y le pidió a Boyer su intervención.

Núñez de Cáceres se vio obligado a buscar ayuda de otros países para defender la reciente nación de Haití Español; buscó la ayuda de Simón Bolívar, pero este no estaba presente (se encontraba combatiendo en Ecuador) y el vicepresidente José Antonio Páez no aceptó: los grancolombianos no estaban en condiciones de emprender una empresa bélica de tal envergadura, pero tampoco podían traicionar al gobierno haitiano [Alejandro Petion, siendo presidente de Haití (17 de octubre de 1806 al 29 de mayo de 1818), había ayudado a Simón Bolívar (exiliado en Haití) a organizar un nuevo intento de recuperación de Venezuela].

Núñez recibió una carta del presidente haitiano Jean Pierre Boyer, el 11 de enero de 1822, en la que le comunicaba su interés en -y la importancia de- la unificación de los dos pueblos. A inicios de ese mes Boyer recibió la autorización del Congreso haitiano de defender la independencia y la unificación de la isla; Núñez de Cáceres y sus aliados tenían muy pocos soldados, mal armados y poco entrenados. Al no recibir el suficiente apoyo de los sectores más importante de Santo Domingo, se vio en la obligación de ponerse bajo la protección de las leyes de la República de Haití, por lo que, el 9 de febrero, el presidente Boyer cruzó la frontera con 12,000 hombres y tomó posesión de Santo Domingo, iniciándose así el periodo de la unificación de la isla de Santo Domingo que duraría veintidós años (hasta el 27 de febrero de 1844).

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5 de diciembre
Descubrimiento de la Isla de Santo Domingo

Tomado de Wikipedia y http://www7.uc.cl/sw_educ/historia/conquista/parte2/html/nh002.html [Editado por NH]

La isla que hoy comparten Haití y República Dominicana fue descubierta por Cristóbal Colón el cinco de diciembre de 1492, durante su primer viaje al continente americano, al que llegó por error (pensaba que había llegado a la India). A su llegada, Colón la bautizó con el nombre de “La Hispaniola”.

[Para entonces, la isla estaba habitada por taínos o arahuacos, y dividida en cinco cacicazgos:

Marién (gobernado por Guacanagarix y dividido en 14 nitaínos, que eran demarcaciones de menor categoría. En República Dominicana abarcaba Dajabón, Montecristi, Santiago Rodríguez, Valverde y Parte de Puerto Plata; en Haití Artibonito, Departamento Centro, Departamento Nordeste, Departamento Noroeste y Departamento Norte),

Maguá (gobernado por Marién y dividido en 21 nitaínos. En República Dominicana abarcaba Duarte, Espaillat, La Vega, María Trinidad Sánchez, Monseñor Nouel, Puerto Plata, Salcedo, Samaná, Sánchez Ramírez y Santiago),

Jaragua (gobernado por Bohechío y dividido en 26 nitaínos. En República Dominicana abarcaba Bahoruco, Barahona, Independencia y Pedernales: en Haití Artibonito, Grand'Anse, Nippes, Departamento Oeste, Departamento Sur y Departamento Sudeste),

Higüey (gobernado por Cayacoa y dividido en 21 nitaínos. En República Dominicana abarcaba Distrito Nacional, El Seibo, Hato Mayor, La Altagracia, La Romana, Monte Plata, San Pedro de Macorís y Santo Domingo) y

Maguana (gobernado por Caonabo y dividido en 21 nitaínos. En República Dominicana abarcaba Azua, Bahoruco, Elías Piña, La Vega, Peravia, San Cristóbal, San José de Ocoa, San Juan y Santiago),
cada uno de los cuales era dirigido por un cacique].


Antes de regresar a España a dar la noticia de su “descubrimiento”, Colón construyó, en donde hoy está la ciudad de Cabo Haitiano, el primer asentamiento colonial (mejor conocido como el Fuerte de la Navidad por haberse construido el 25 diciembre de 1492 utilizando los restos de la embarcación La Santa María, la cual se accidentó contra un arrecife de coral y zozobró).

La isla era llamada por los taínos Haití, que significaba tierra montañosa. La isla poseía una tierra fértil y era de mayor importancia para los españoles porque de ella se podía obtener oro (haciendo trueques con los indígenas).

[Gonzalo Fernández de Oviedo y Bartolomé de las Casas documentaron que la isla fue llamada Haití (tierra montañosa) por los taínos. Pedro Mártir de Anglería (humanista y cortesano italiano al servicio de los Reyes Católicos, cronista de Indias y miembro del Consejo de Indias; se le conoce principalmente por sus escritos acerca del descubrimiento de América) añadió otro nombre -Quizqueia (con el significado de madre de todas las tierras)-, pero investigaciones posteriores demuestran que la palabra no parece derivar de la lengua arahuaca, que era la lengua taína.

Aunque el uso de Haití por los taínos fue verificado y el nombre fue utilizado por los tres historiadores, la evidencia sugiere que probablemente no era el nombre taíno de la isla, sino que Haití era el nombre específico de una región localizada al noreste de la isla (actualmente conocida como Los Haitises). En el mapa más antiguo documentado de la isla, creado por Andrés de Morales, esa región se denomina Montes de Haití. Todo apunta a que la tendencia a denominar a toda la isla como Haití se inició con Bartolomé de las Casas].

Los términos Saint-Domingue y Santo Domingo todavía se aplican a toda la isla. La Constitución de la República Dominicana, en el artículo 9, denomina a la isla como isla de Santo Domingo

[CAPÍTULO III
DEL TERRITORIO NACIONAL
SECCIÓN
DE LA CONFORMACIÓN DEL TERRITORIO NACIONAL
Artículo 9.- Territorio nacional. El territorio de la República Dominicana es inalienable. Está conformado por:

1) La parte oriental de la isla de Santo Domingo, sus islas adyacentes y el conjunto de elementos naturales de su geomorfología marina. Sus límites terrestres irreductibles están fijados por el Tratado Fronterizo de 1929 y su Protocolo de Revisión de 1936...].

Para el año 1493 Colón llegó por segunda vez a la isla y encontró el fuerte de la Navidad destruido; los indígenas habían matado, debido al trato recibido, a todos los españoles que dejó. Esto motivó a Colón a realizar otro asentamiento más hacia el este, el cual llamó la Isabela (en honor a la reina de España que lo había ayudado a financiar sus viajes).

[La presencia de los españoles en las Antillas produjo distintas reacciones por parte de los nativos, predominando en el comienzo una acogida favorable y cálida. La hospitalidad hacia los recién llegados se manifestó, por ejemplo, en los intentos por establecer un diálogo con Colón, en la entrega de alimentos y obsequios y el alojamiento los españoles en sus poblados.

En La Española sobresalió la figura de Guacanagarix, cacique del cacicazgo Marién en el noreste de la isla, quien trabó amistad con el Almirante y aceptó la construcción del fuerte Navidad en sus dominios (diciembre de 1492). Así las cosas, Colón retornó a España confiando en una rápida sumisión de los aborígenes de las Antillas. El panorama que encontraría al regresar en 1493 sería muy diferente.

Una vez desembarcó en la isla, Colón observó las ruinas del fuerte Navidad; Guacanagarix lo recibió en su bohío y explicó lo sucedido: la guarnición se había comportado en forma abusiva con los indígenas, especialmente con las mujeres, lo cual motivó una furiosa reacción de caciques vecinos, encabezados por Caonabo, quienes incendiaron el fuerte y mataron a los treinta españoles que allí había].

Hacia 1498 Bartolomé Colón -hermano del Almirante Cristóbal- fundó una ciudad sobre la margen oriental del río Ozama que llamó Santo Domingo, que pasó a convertirse en el principal puerto de la isla Española. En 1502, al ser destruida por un huracán, el gobernador de la colonia -que lo era Frey Nicolás de Ovando- dispuso su traslado a la margen Occidental del río Ozama, que es donde actualmente se encuentra lo que hoy es la capital de la República Dominicana.

[Las represalias de Colón y sus sucesores con los nativos sólo engendraron más violencia y motivaron mayores tentativas por enfrentar a los extranjeros. Otras cargas impuestas a los taínos, como los tributos en oro y algodón, también generaron recelos.

Caonabo sería el primer gran conductor de la resistencia taína hasta su apresamiento y muerte; su mujer, Anacaona, continuó la lucha hasta que, engañada por el gobernador Ovando, fue quemada viva junto a otros caciques. En otras islas, la resistencia se expresó en alzamientos (como el liderado por Hatuey en Cuba).

La rebelión taína más exitosa fue, sin lugar a dudas, la encabezada por Enriquillo en La Española. Enriquillo era conocido por los indígenas como Guarocuya o Huarocuya, mientras que su nombre español era Enrique Bejo. Nació a orillas del lago Jaragua (hoy lago Enriquillo) y era parte de la familia real de Jaragua: su tía Anacaona fue reina de Jaragua y su padre Magiocatex fue príncipe heredero del nitaíno Bahoruco. Magiocatex murió en una redada española contra una protesta pacífica de indígenas en Jaragua y el huérfano fue criado en un monasterio en la actual capital de República Dominicana (Santo Domingo). Uno de sus mentores fue Bartolomé de Las Casas.

Enriquillo fue encomendado a don Francisco de Valenzuela, pasando al hijo de este, Andrés de Valenzuela, tras su fallecimiento. Andrés trató a Enriquillo como una mera posesión. Trató de amedrentarlo burlándose de él; con doña Mencía, su esposa, se relacionó de forma violenta y la despojó de su corcel, que era reconocimiento de su nobleza taína. Al tratar de recurrir a los tribunales locales y no recibir justicia, fue azotado frente a todos los otros taínos para dejar claro quién era el amo y quién era el esclavo. Al recurrir a otro tribunal de más alto nivel, sus solicitudes fueron denegadas y se le amenazó de muerte.

Enriquillo se quitó la camisa -que representaba su vida en el mundo de los españoles- y, llevándose a su esposa Mencía (nieta de Anacaona) y a otros, huyó a las sierras que le habían servido de recreo. Comenzaron el alzamiento con un gran grupo de taínos en la Sierra de Bahoruco y pudieron continuar la rebelión gracias al conocimiento que poseían de la región. Derrotaban todas las expediciones enviadas a subyugarlos. Las rebeliones antillanas implicaron asimismo el abandono de los conucos para derrotar al invasor dejándolo sin alimentos, lo que también derivó en una elevada mortandad indígena a causa del hambre].

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19 de diciembre
Asalto al Hotel Matún

Tomado de Somos Pueblo/Relato del Mayor General Héctor Lachapelle Díaz, uno de los sobrevivientes, El Día [Editado/NH].

En la Batalla del Hotel Matum cientos de tropas militares trataron de aniquilar el reducido grupo de militares constitucionalistas encabezados por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, que habían viajado desde Santo Domingo hasta Santiago para rendir homenaje al ideólogo del movimiento constitucionalista Rafael Tomás Fernández Domínguez, muerto el 19 de mayo de 1965 por las tropas de intervención yanquis mientras se proponía tomar el Palacio Nacional [al coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez corresponde la gloria de haber encabezado el Movimiento Militar Constitucionalista (Movimiento Enriquillo), que tenía como objetivo derrocar el gobierno de facto del triunvirato, presidido por Donald Reid Cabral, y restaurar la Constitución del 63 para reponer en el poder al profesor Juan Bosch (depuesto el 25 de septiembre de 1963 por un golpe de Estado concebido y planificado por el Pentágono y ejecutado por la cúpula militar dominicana)].

Finalizado el homenaje, los militares constitucionalistas fueron atacados por las tropas leales al desaparecido Gobierno de Reconstrucción Nacional (encabezado por Antonio Imbert B.). Este ataque al hotel Matum duró alrededor de 5 horas y en él perdió la vida, entre numerosas personas, el coronel Juan María Lora Fernández, uno de los grandes héroes de la Revolución de Abril (de 1965) y participante en todos los momentos determinantes de esa gesta [se encontró en la toma de la Jefatura de Estado Mayor del Ejército la mañana del sábado 24 de abril, a la que fue engañosamente convocado, junto a los cabecillas del movimiento subversivo, por los jefes militares que apoyaban el triunvirato (con el fin de degradarlo militarmente y frustrar su patriótica conspiración). También estuvo presente la mañana del domingo 25 de abril en el momento en el que el triunvirato fue derrocado y apresado su presidente Donald Reid Cabral y, cumpliendo órdenes del líder de los constitucionalistas, Francisco Alberto Caamaño Deño, dirigió con arrojo la toma de la Fortaleza Ozama (el 30 de abril). Con su genio militar logró que las fuerzas constitucionalistas redujeran a pocas cuadras el avance de las fuerzas interventoras yanquis hacia la Ciudad Colonial (el 15 y el 16 de junio), lo que vino a constituirse en un rotundo fracaso para el comandante Bruce Palmer, quien había asegurado al presidente Lyndon B. Johnson que tomaría la zona en una mañana].

Relata el Mayor General Héctor Lachapelle Díaz, sobreviviente de esa batalla...

«Estando yo sentado en una mesa del comedor del Hotel Matum, acompañado entre otros por mi padre y mi cuñado Bello Veloz, se acercó el alférez de navío Jesús de la Rosa Canó informándome que tropas estaban llegando al Monumento a los Héroes de la Restauración, situado aproximadamente a 400 metros del hotel. Acto seguido, ráfagas de ametralladoras comenzaron a hacer impacto en las ventanas y paredes del hotel, por lo que de inmediato se oyeron las voces de mando constitucionalistas: «Al segundo piso, todo el mundo al segundo piso a tomar posiciones».

El capitán Lorenzo Sención Silverio, combatiente, describe este difícil momento así: «La Plana Mayor de los constitucionalistas celebró una reunión de emergencia para analizar la situación y tomar las decisiones pertinentes, convirtiéndolas en órdenes que consistían en montar una defensa a toda costa en el interior del Hotel, dividiéndolo en cuadrantes. La parte del frente, quedaba bajo la responsabilidad del comandante Montes Arache; el flanco izquierdo, del coronel Lora Fernández; el derecho, del teniente coronel Lachapelle Díaz; y, la parte trasera, el coronel Caamaño Deñó (quien además era el Comando en Jefe)».

Con gran velocidad subimos al segundo piso; el coronel Montes Arache y los Hombres Rana tomaron posiciones de ataque y comenzaron a disparar. Lo mismo hicimos los demás. Los que tenían las armas largas dentro de los vehículos tuvieron que, bajo el fuego enemigo, salir del hotel a buscarlas; se habían dejado en los vehículos dando cumplimiento una orden de Caamaño. Inicialmente el coronel Montes Arache y los Hombres Rana se habían ubicado frente al monumento.

Durante el transcurso del combate el teniente coronel Rafael A. Quiroz Pérez y yo nos ubicamos dando frente al monumento. Quiroz accionaba su ametralladora Thompson y yo mi fusil Fal. Entre el monumento y el hotel Matum no había para la época ninguna construcción; existía una explanada descubierta con una pequeña ondulación, y, cuando los atacantes llegaban a ella y avanzaban, recibían un concierto de balas.

El coronel Juan María Lora Fernández y yo nos fuimos al corredor del segundo piso, desde donde se domina la piscina y toda la parte trasera de atrás de hotel, y vimos soldados disparando avanzando hacia el hotel, algunos parapetados detrás de matas de coco o de palma. Comenzamos a defendernos disparándoles a ellos; el poder del fusil Fal que yo portaba y el del fusil G-3 de Lora era tan grande que, al disparar a los árboles detrás de los cuales se protegían los atacantes, las balas los atravesaban impactando a quienes pretendían sitiarnos para matarnos.

Estando en ese lugar fue la última vez que tuvimos contacto Lora y yo; tiempo después una bala de un tanque de guerra hizo doblegar a este titán, defensor de la Constitución y de la dignidad nacional, junto a su ayudante, el sargento Domingo Peña Liriano (apodado Peñita).

En determinado momento entré a una habitación donde había militares y civiles y allí mi amigo Pedro Russo, compañero del Colegio Santo Tomás, me dijo: «Hector, tengo seis cápsulas en mi revólver: cinco son para dispararle a estos asesinos y la última es para mí, pues no voy a dejar que me cojan vivo». El doctor Jottin Cury se dirigía a su esposa, que la tenía a su lado, diciéndole, para todos oyéramos: «Valor Julia, valor». Pude observar las actitudes serenas de José Augusto Vega Imbert y su esposa doña Rosa María, a Salvador Jorge Blanco y su esposa doña Asela, a Hugo Tolentino Dipp y a muchos más demostrando valor en momentos tan críticos.

En otras habitaciones observé mujeres y niños (hospedados en el hotel) llorando, y a hombres (que también estaban como huéspedes) temerosos de perder sus vidas (por las balas de los atacantes o si estos llegaban a penetrar al hotel y se dieran a la tarea de matar a diestra y siniestra).

Yo le había pedido al capitán Ernesto González y González que mantuviera a su lado a mi padre, Luis Enrique Lachapelle Urbáez, para poder yo concentrarme en el combate. En una ocasión, reptando sobre mi vientre hasta llegar a la habitación donde se encontraban, una bala disparada por un tanque hizo un hueco en una de las paredes. La onda expansiva lanzó al capitán González y González hacia atrás, quien de inmediato se irguió y con revólver en mano asomó al hueco disparando a los soldados que avanzaban junto al tanque. ¡Tanto heroísmo! El capitán William García Duval también estuvo apoyando a mi padre.

Para estos momentos el hotel estaba rodeado, recibiendo disparos desde todos los lados. pero también los atacantes recibían el fuego de los constitucionalistas desde todos los lados. Como al medio día hubo una interrupción del fuego para permitir que entraran al hotel, para ver si lograban una tregua, los sacerdotes católicos Emilio Lapayese, Miguel Otura y Juan José Cerceda. Hablaron con Caamaño, Hector Aristy y Montes Arache. Luego se retiraron y los disparos comenzaron de nuevo.

El coronel Caamaño había establecido contacto telefónico con el presidente Héctor García Godoy y le informó del cruel ataque sobre nosotros; García Godoy le expresó que impartiría órdenes al Secretario de las Fuerzas Armadas para detener el ataque y que enviaría miembros de la Fuerza Interamericana de Paz (FIP) para que ayudaran a resolver el problema. Yo mismo, luego de muchos intentos, me comuniqué en Palacio Nacional con Franklin Domínguez y le informé de la situación. Me dijo que el presidente estaba haciendo las diligencias de lugar.

A eso de las 11:00 a.m. llegó al Hotel Matum el cónsul de EE.UU. con asiento en Santiago, señor Leslie Scott, quien solicitó al coronel Caamaño le entregara 18 ciudadanos norteamericanos que estaban en el hotel, a lo que Caamaño le dijo que no y le agregó que él tenía que quedarse en el hotel como seguridad para todos los que estábamos allí. Quedó como rehén, convirtiéndose así en «la gallina de los huevos de oro».

A la 1:30 p.m. se tuvo la información de que los norteamericanos que integraban la FIP habían llegado en helicópteros a la Base Aérea de Santiago. A las 3:30 p.m. llegó al hotel el teniente coronel John J. Costa, comandante de las tropas que arribaron a Santiago, acompañado de tres a cinco soldados, para conversar con el coronel Caamaño acerca de la evacuación de los constitucionalistas (militares y civiles que estábamos en el hotel). Costa subió a la segunda planta del hotel a conferenciar con Caamaño; estuvimos presentes Montes Arache, Hector Aristy, el coronel Marte Hernández, otros oficiales y yo (entre otros).

Al salir el teniente coronel Costa y los soldados norteamericanos que le acompañaban, el cónsul Scott le solicitó a Caamaño que le permitiera salir para ayudar, con su influencia, a la solución de la crisis, dando su palabra de honor en ese sentido. Contrario a la opinión de varios, Caamaño se impuso y tomó la decisión de dejar salir al cónsul Scott. Inmediatamente salieron del se produjo el ataque más terrible de toda la batalla. El número de tropas era mayor y atacaban por todo el perímetro del hotel con infantería armada de fusiles y ametralladoras (y tanques de guerra).

A las 5:00 p.m. ocurrió un cese de fuego, que a la postre se convirtió en el punto final de la lucha. Los soldados de la Fuerza Interamericana de Paz (FIP) rodearon el hotel y se interpusieron entre los constitucionalistas y los atacantes, dando el frente a los atacantes y la espalda a los defensores del hotel Matum (los constitucionalistas). Se permitió la salida del hotel a los residentes de Santiago, lo que se llevó a cabo terminando la tarde; lo hicieron caminando. Caamaño y muchos otros agradecimos su presencia, su valor y su apoyo. Aunque todo indicaba que los norteamericanos no permitirían que nos atacaran de nuevo ni se notaba en ellos animadversión hacia nosotros, organizamos algunos puestos de centinela que inspeccionábamos constantemente.

Pasado el combate, comenzaron los preparativos para que los militares constitucionalistas viajaran al caer la tarde hacia Santo Domingo utilizando helicópteros de los norteamericanos. Antes de que los primeros oficiales y alistados que saldrían abordaran los helicópteros sucedió lo que el fotógrafo Milvio Pérez narró a la periodista Florángel Cárdenas para la Revista Ahora (No. 114, de fecha 3 de enero de 1966, p.15): «Caamaño llamó al coronel Lachapelle para decirle que se fuera en el primer grupo; Lachapelle le replicó: «No Francis, tú eres quien debe ir primero. Tú eres el líder de esta Revolución»… El coronel Caamaño contestó: «Si lo que dices es cierto, yo debo ser el último en salir … Saldré cuando lo haga el último de mis hombres»… Lachapelle dijo entonces: «Yo no iré primero Francis. Me quedaré para el último momento»… Milvio Pérez terminó diciendo: «Estaba asistiendo al diálogo de dos valientes que me hacían sentir el orgullo de ser dominicano».

Los oficiales y alistados que fueron evacuados el mismo día 19 de diciembre, día de la batalla, salieron al anochecer y llegaron a su destino, una explanada (donde una vez hubo un campo deportivo) frente al Campamento 27 de Febrero, en Sans Souci, asiento de la Brigada Mixta General Gregorio Luperón (recinto de los constitucionalistas). Caamaño, Montes Arache y yo viajamos a la mañana siguiente usando helicópteros norteamericanos. Una gran parte retornó en vehículos a Santo Domingo.

Días después de la batalla acompañé al coronel Caamaño en visita que le hiciera al Presidente Provisional García Godoy al Palacio Nacional y, al solicitarle pensión para la viuda del coronel Juan M. Lora Fernández, el presidente dijo: «Por ahora no es posible, pues tendría que darles pensión también a las viudas de los 72 soldados que murieron».

Nunca se sabrá el número exacto de bajas, pero, como nuestros comandantes de tropas escribían los Partes de Guerra en el siglo XIX, «El campo de batalla quedó sembrado de cadáveres»

Después de llegar procedente de Santiago, el 20 de diciembre de 1965, me enteré que, al conocerse los incidentes que ocurrían (en el hotel Matum de Santiago el 19 de diciembre de 1965), Santo Domingo (la capital) se puso en pie de guerra. Se tomaron estaciones de radio y de inmediato se pusieron en contacto organizaciones políticas y se alertaban por teléfono a los excombatientes constitucionalistas. Estas acciones ayudaron a que muchos constitucionalistas no fueran asesinados en el Hotel Matum.
La Revolución de Abril de 1965 es una advertencia para que a nadie ni a ningún sector se le ocurra derribar gobiernos constitucionales y atentar contra la Constitución del país, ya que fuerzas de la luz estarán siempre dispuestas a hacerle frente, junto al pueblo dominicano, a las fuerzas de las cavernas, y lucharemos por los principios democráticos y la defensa de la soberanía nacional.
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21 de diciembre
Asesinato Manolo Tavárez Justo

Tomado de Diariodominicano.com/Escrito de Héctor Tineo [Editado/NH].

El 21 de diciembre de 1963, tropas del Ejército Regular fusilaron, en Las Manaclas, al doctor Manuel Aurelio -Manolo- Tavárez Justo y a 15 compañeros que lo acompañaron en el movimiento guerrillero que había iniciado el 28 de noviembre de 1963. Una versión da cuenta de que Manolo Tavárez Justo y sus compañeros fueron arrestados en el momento que iban a entregarse desarmados acogiéndose a una promesa del gobierno de facto del Triunvirato que había prometido respetarles las vidas si abandonaban las armas. Sin embargo, sus captores los fusilaron en el lugar de la detención.

El 19 de diciembre de 1963, el triunviro, ingeniero Manuel Enrique Tavares Espaillat, anunció que la guerrilla había sufrido 16 bajas y el Ejército dos. Acusó al movimiento guerrillero que lideraba Tavárez Justo de tratar de establecer en la República Dominicana "una dictadura comunista, análoga a la que oprime al pueblo fraterno de Cuba". No obstante, el miembro del Triunvirato dio seguridades a los guerrilleros de que si abandonaban su lucha y se entregaban a las autoridades sus derechos serían respetados. "Es innecesario reiterarles que sus vidas y derechos serán religiosamente respetados", habría manifestado Tavares Espaillat.

En el momento que hizo el anuncio ya se conocían las noticias sobre las muertes de los guerrilleros Francisco Bueno Zapata, Pipe Faxas, Luis Ibarra Ríos y Domingo Sánchez Bisonó (El Guajiro), guía guerrillero del Frente de Las Manaclas -Comandante Enrique Jiménez Moya-. El 19 de diciembre de 1963, el triunviro dijo que los focos de insurrección habían sido dominados, "a excepción del que opera en El Rubio". Aseguró que las autoridades militares habían tomado 87 prisioneros, ametralladoras, fusiles máuser, pistolas y revólveres.

De su lado, familiares de los guerrilleros solicitaron al gobierno de facto del Triunvirato que declarara una tregua para los insurrectos a fin de que pudieran entregarse sin poner sus vidas en riesgo. La petición también fue apoyada por el Partido Revolucionario Social Cristiano.

El Triunvirato también anunció, el día 19 de diciembre de 1963, que suspendió las garantías individuales a los detenidos, inculpados de delitos de subversión, por lo que no podrían obtener libertad provisional, con o sin fianza.

El doctor Manolo Tavárez Justo, Comandante del Frente Enrique Jiménez Moya, y sus compañeros fueron detenidos por miembros del Ejército Nacional, a cinco kilómetros del caserío de Las Manaclas. De los que integraban el grupo que se acogió a la promesa que había hecho el Triunvirato de garantizarles la vida si se entregaban desarmados sólo sobrevivió Emilio Cordero Michel, quien formaba, con otros guerrilleros, la Comisión de Avanzada que negociaría la rendición de los insurgentes con los militares.

Al salir a la carretera, la comisión gritó que iba a entregarse; y a pesar de mostrar prendas blancas, fueron ametrallados por militares que viajaban en un jeep. Los integrantes del otro grupo de guerrilleros que permanecían ocultos con el doctor Tavárez Justo fueron apresados y fusilados en el acto. Los guerrilleros que fueron fusilados junto al doctor Manolo Tavárez Justo fueron Leonte Schott Michel, Alfredo Peralta Michel, Rubén Díaz Moreno, Jesús Antonio (Tony) Barreiro Rijo, Juan Ramón (Monchi) Martínez, Manuel de los Reyes (Reyito) Díaz Herrera y el doctor Federico José Cabrera, quien era el médico del frente guerrillero Enrique Jiménez Moya. También fueron fusilados Jaime Ricardo Socías, Fernando Arturo (Papito) Ramírez Torres, Carlos Manuel Fondeur, Rubén Alfonso (Fonsito) Marte Aguayo, Caonabo Abel, Antonio (Manchao) Filión y José Daniel Fernández Santos.

El historiador Tulio H. Arvelo publicó la versión que da cuenta del acto de fusilamiento y echó por el suelo la versión del gobierno de que el grupo de guerrilleros que acompañaba a Manolo Tavárez Justo murió en combate. Arvelo explica los hechos en una historia que publicó en la Revista Ahora número 737 del 26 de diciembre del 1977 (páginas 65, 66, 67 y 68). El contenido es el siguiente:
El 21 de diciembre de 1963, el Dr Manuel Aurelio Tavárez Justo (Manolo) y catorce compañeros más perecieron en Las Manaclas, inmediaciones de San José de las Matas, a manos de efectivos del Ejército Nacional. Según el parte oficial, murieron en combate, pero los sobrevivientes aseguran que fueron asesinados después de rendirse, atendiendo un llamado que hizo por la Radio el ingeniero Manuel Tavares Espaillat, miembro del Triunvirato en el poder, prometiendo que se les respetaría la vida. Tavárez Justo y sus compañeros habían iniciado un foco guerrillero el 26 de noviembre de 1963, conjuntamente con otros cinco grupos que operarían en La Horma, Berrenda, Bahoruco, El Limón y Los Quemados, diseminados en el Norte, en el Este y en el Sur del territorio nacional.

El motivo de la acción estuvo claramente expuesto en la Proclama al Pueblo, al decir "la hora llama a la restitución y mejoramiento del régimen constitucional derogado por el golpe de Estado". Se refiere a la asonada que derrocó el gobierno constitucional del Presidente Juan Bosch el 25 de septiembre de 1963. La proclama no limita el alcance del movimiento a esos objetivos; considera que esas metas enriquecen las perspectivas de la revolución que nosotros auspiciamos. Más adelante aclara este concepto cuando dice "y transformado este combate constitucional y antigolpista en una resistencia por la revolución reivindicadora que es nuestra misión fundamental".

El foco guerrillero de Las Manaclas estaba compuesto por 29 combatientes; sólo ocho salvaron la vida. A través de relatos de los sobrevivientes se conocen los últimos momentos en la vida de los mártires del 21 de diciembre del 1963. Aunque hay divergencia en sus versiones, todos coinciden en que a última hora decidieron acogerse a las garantías del ingeniero Tavares Espaillat.
Un informe de Luís Peláez, sobreviviente de Las Manaclas, publicado en la edición del 26 de febrero de 1973 de la revista ¡AHORA!, dice que el día 19 el estado de la tropa era de agotamiento progresivo. Los comestibles se habían terminado y los esfuerzos para abastecerse eran inútiles porque habían fallado las medidas tomadas antes de subir a las montañas. Los almacenamientos de provisiones habían desaparecido y las bodegas y carnicerías instaladas en lugares estratégicos habían sido incautadas por el Gobierno.

El día 20, sigue el informe, castigados por el hambre y el frío, se planteó por primera vez considerar las garantías dadas por el Ingeniero Tavares Espaillat. En una reunión celebrada en la noche la mayoría opinó que debían acogerse a ellas; cinco se opusieron aduciendo el temor de que las intenciones de los militares golpistas fueran contrarias a las aparentemente expresadas por el miembro del Triunvirato. Tampoco Tavárez Justo era partidario de la entrega. La reunión se disolvió sin que se llegara a un acuerdo; la decisión final se tomaría al día siguiente. El 21, a las cinco de la mañana, ya estaban en pie.

Aunque no se hizo una nueva reunión formal, las conversaciones entre grupos habían convencido a Tavárez Justo a decidirse por la entrega. Con esa adhesión comenzaron los preparativos para rendirse a las autoridades. A los cinco opuestos a la rendición se les permitió marcharse a eso de las 10:30 a.m.

En una entrevista hecha al doctor Emilio Cordero Michel, sobreviviente del grupo, en el número seis de la Revista ¿Qué?, en 1971, hay más detalles de las últimas horas de los héroes y mártires de Las Manaclas.

Se acordó que la rendición se haría de día y ante un oficial del Ejército. Se comisionó a un grupo comandado por Cordero Michel e integrado, además, por Leonte Schott Michel, Alfredo Peralta Michel y Juan Ramón Martínez (Monchi) para que fueran a realizar los arreglos pertinentes a la entrega. Después de cinco horas de camino se encontraron con un jeep del que se apearon dos soldados armados de ametralladoras. Uno abrió fuego matando en el acto a Schott Michel, a Peralta Michel y a Martínez. Cuando el soldado homicida recarga su arma para disparar sobre Cordero Michel, que había resultado ileso de sus primeras ráfagas, el otro soldado se la quitó increpándolo de asesino y evitando que lo matara.

En esa misma entrevista está el siguiente detalle: Fidelio Despradel, Marcelo Bermúdez, Juan García Arias (Chanchán) y Domingo Bisonó (El Guajiro) habían abandonado el grupo de Manolo del 15 al 16 a cumplir una misión. Eso salvó la vida a los tres primeros. El guajiro murió al ser reconocido en una bodega por el segundo alcalde del lugar. Allí fue herido de una puñalada. Despradel, Bermúdez y García fueron capturados más tarde.

Los caídos en Las Manaclas fueron Dr. Manuel Aurelio Tavárez Justo, Ing. Jaime Rafael Ricardo Socias, Dr. José Cabrera González, Juan Ramón Martínez (Monchi), Jesús Antonio Barreiro Rijo (Tony), José Daniel Fernández Matos, Ing. Rubén Días Moreno (Rudy), Agr. Domingo Sánchez Bisonó, Manuel de Jesús Founder, Leonte Antonio Schott Michel, Fernando Arturo Martínez Torres, Antonio Filión (Manchao), Caonabo Abel, Manuel de los Santos Reyes Díaz (Rayito), Alfredo Peralta Michel (Alfredito), Francisco del Carmen Bueno Zapata y Rubén Alfonso Marte Aguayo (Fonsito)

En la Horma, entre San José de Ocoa y Valle Nuevo, murieron Hipólito Rodríguez Sánchez (Polo) -Jefe del grupo de los Quemados-, Adolfo González y Negro Rodríguez de Jesús. En esa misma zona fueron capturados Arsénico Ortiz Fernández (cubano), Francisco Peralta Trinidad, Arturo Romero, José Rafael Pérez Modesto, Gonzalo Pérez Cuevas, José Altagracia Suazo y la Dra. Carmen Lora Iglesias (Piky).

En Loma Colorada, jurisdicción de San Francisco de Macorís, fueron capturados José Chaljub Mejía, Luís Adolfo Domínguez, Dr. Abel Rodríguez del Orbe, José Anibal Guzmán, Cruz Peralta y Homero Hernández (este último sería muerto años después, durante el régimen despótico de Joaquín Balaguer, por una patrulla de la Policía Nacional en una calle de Santo Domingo).

En el Calvario de Nagua fueron capturados Manuel de Jesús Checo, Dr. Nathanael Díaz González, Emil Elías Esmurdoc Ariza, Juan Lantigua Javier, Aquiles Reynoso Paulino, Oscar Edgard Cabral Rodríguez, Ramón Euclídez Morillo Martínez y Reyes Saldaña.

En Villa Nizao -Enriquillo- capturaron a José Antonio Moquete Capell, Juan José Javier Reyes, Gil Alberto Pérez Rijo (Belisario), Lilo Coss Batista, Dr. José Dionisio Bautista Fabián, Ángel Luís Pertnella Ceballo (de nacionalidad española) y Federico Cuello Dávila. En El Fondo -Polo, Barahona- fueron capturados el Ing. Jaime Capell Bello, Dr. Enrique Batista Gómez, José Hungría Sánchez, Raymundo Cuevas Sena y Nelio Hernández Bautista.

En la Región Este murieron Rafael Faxas Canto (Pipe), Herniquillo Almánzar, Caqui Meléndez y Minaya Fernández. En Pedro Sánchez fueron capturados el Dr. José Antonio Contando y Cristobita. En la Región Septentrional murió Félix Jerónimo Escaño Peña y fueron capturados Edmundo Díaz, Ing. Daniel Matías, Francisco Tello, Dr. Sóstenes Peña Jáquez (más tarde muerto en el asalto a San Francisco de Macorís durante la Guerra de Abril de 1965) y el Dr. Juan Miguel Román (muerto heroicamente en el asalto al Palacio Nacional, también durante la Guerra de Abril de 1965).

En Los Quemados -Bonao- fueron capturados el Dr. Juan José Matos Rivera, Marcelino Grullón Jiménez, Teódulo Radhamés Guerrero, Dr. Bienvenido Aquino Pimentel, Benito Alejo Germán Vargas, Arquímedes Pagan, Eduardo Rosa Aristy, Ing. Manuel Lulo, Antonio Mirabal Jiménez, Julio Lora Genao, Freddy Reyes, Marcelino Antonio Rosado, José Romero Bello Suriñach, Julio Enríquez Montandón, Marcelino Antonio Vargas, Zoilo Batista, Hugo Alberto García Muñoz, Ángel Rafael Abud y Manuel de Regla Medrano.

El motivo del fracaso es uno de los puntos más tratados en artículos, entrevistas y otros medios por los sobrevivientes del movimiento guerrillero. Señalan muchos de los sobrevivientes que "el aislamiento de las masas fue un factor principal que impidió el triunfo. Así como la falta de una línea política, es decir la estrategia y la táctica, para desarrollar la lucha guerrillera; estas consideraciones fueron expresadas por Emilio Cordero Michel y corroboradas por Josesito [¿?] Crespo, del frente de la Las Manaclas que comandaba Manolo Tavárez Justo.

José Daniel Ariza, otro combatiente del Frente de Las Manaclas, acorde con la falta que significó la ausencia del apoyo popular, dijo que la línea política que se siguió fue incorrecta y que el pueblo es el único sabio y si le indicamos un camino errado no nos sigue, demostrándonos que estamos equivocados.

Los cadáveres de los mártires de Las Manaclas fueron enterrados en una fosa común; la mayoría fueron sacados y trasladados a las localidades de donde eran oriundos. Manuel Aurelio Tavárez Justo, fundador del Movimiento Revolucionario 14 de Junio (IJ4), y Comandante Supremo de los Frentes Guerrilleros de noviembre del 1963, reposa en el cementerio de la ciudad de Salcedo, de la Provincia Hermanas Mirabal, junto a su esposa Minerva Mirabal.

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22 diciembre
Batalla de Santomé

Tomado de Actualidad, Historia Dominicana en Gráficas y Vanguardia del Pueblo/Escrito de Héctor Tineo [Editado/NH].

El 22 de diciembre es una fecha especial por celebrarse el día de la Batalla de Santomé. Es la historia de las luchas de los dominicanos por conservar su identidad como pueblo y la supervivencia como nación. En esa batalla los dominicanos pusieron a prueba la decisión de enfrentar en cualquier terreno a sus enemigos haitianos para conservar esa patria que Juan Pablo Duarte les había entregado libre de todo poder extranjero once años antes.

Desde que se proclamó como Estado, Haití se convirtió en el principal enemigo de la tranquilidad de los dominicanos y en la principal amenaza para su soberanía. Esta media isla tenía otros enemigos y otras amenazas representadas por las potencias que ejercían dominio sobre los mares de la geografía mundial: Estados Unidos, Francia, Inglaterra y España, pero la más cercana, hostil y con mayor inspiración guerrerista por la superioridad militar de sus fuerzas, mejor equipadas, adiestradas y con mayor fogueo en la guerra, era la encarnada por estos vecinos que en el año de la Batalla de Santomé estaban gobernados por Faustin-Élie Soulouque, auto erigido en Emperador.

El 22 de diciembre de 1855 tropas dominicanas, comandadas por el general José María Cabral, derrotaron a las fuerzas haitianas comandadas por el general Soulouque. El informe militar destaca que, en un extraordinario enfrentamiento, el general José María Cabral mató al general haitiano Antoine Pierre. El mismo día 22 de diciembre de 1855 las tropas dominicanas, comandadas por el general Francisco Sosa, vencieron a los haitianos en la Batalla de Cambronal.

Durante el mes de diciembre de 1855 los haitianos organizaron varias invasiones contra la República Dominicana, pero fueron vencidos. El gobierno haitiano se negaba a reconocer la soberanía dominicana. Por ello, los primeros 12 años de vida republicana fueron de guerra contra Haití, pues cada cierto tiempo, desde que se convirtió en Estado soberano, organizaba invasiones militares contra República Dominicana.

Solouque invadió el territorio dominicano con mas de 12,000 hombres armados, bajo el pretexto de impedir que la parte Este fuera anexionada a los Estados Unidos, una nación esclavista, como pretendía el entonces presidente de la naciente República el general Pedro Santana. Un cuerpo del ejército haitiano invadió por Neyba, otro por los lados de Enriquillo, en Barahona, y el otro comandado por el general Antoine Pierre, que venía por el camino de Punta Caña.

El ejército dominicano estaba compuesto por 4,500 hombres. El general Cabral, viendo que la batalla estaba indecisa, y recordando la admonición del presidente Santana bajo la que tal vez fuera su única frase célebre: "porque los mañeses, coño, no pueden beber el agua del río San Juan, y porque si pasan de allí, usted es hombre muerto, general", llamó a su ayudante el coronel Eusebio Puello y le dijo "creo que ha llegado la hora de morir", y ordenó a sus soldados y oficiales la lucha cuerpo a cuerpo.

El machete y las lanzas se blandieron, los fusiles detonaban y arremetieron contra el ejército haitiano hasta hacerlo retroceder, internándose en su territorio. Se había ganado la Batalla de Santomé para gloria de la república y de las armas dominicanas.

Integraban el ejército de San Juan los regimientos Ozama y Azua, con dos batallones de Las Matas, San Juan, San Cristobal e Higüey, compuestas muchas compañías por tropas de San José de Ocoa, Monte Plata, Bayaguana, Boyá y Los Llanos. La caballería estaba formada por soldados de casi todos esos lugares y de Santo Domingo.

Se distinguieron el general José María Cabral, coronel Eusebio Puello, general Juan Contreras, general Modesto Díaz, general Benardino Pérez, coronel José Leger, general José María Pérez Contreras, Blas Maldonado, Sandoval, general Santiago Suero, general Aniceto Ramírez, sargento Juan Vélez y Juan Ciriaco Fofá, entre otros.

Los dominicanos debemos homenajear al ciudadano de gloria, al héroe magnánimo que fue José María Cabral, quien a golpe de sable y fusil estuvo dotado de las destrezas, coraje y sabiduría en el combate para mantener la bandera dominicana en alto, poniendo de rodillas al invasor, en aquella brava y noble gesta que la historia reconoce como la Batalla de Santomé.

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