I.- La necesidad de las oligarquías imperiales de seguir usurpando recursos y la mentira como objetivo fundamental de la "prensa" occidental aproximan a la humanidad a su extinción...
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Después del derribo de las Torres Gemelas y los daños ocasionados al Pentágono, en 2001, Estados Unidos se embarcaría en una serie de represalias, esgrimiendo métodos extremistas similares a los usados por los grupos terroristas (que había creado y financiado para hacer el trabajo sucio en favor de sus intereses). Afganistán y Filipinas serían los primeros objetivos en esa agenda terrorista y vengativa. Seguiría Venezuela, en 2002, con el golpe de Estado ejecutado contra Hugo Chávez, su presidente, mismo que sería auspiciado y respaldado por el Pentágono, y que se vería frustrado, dos días después -gracias al coraje y la determinación del pueblo venezolano-, con el retorno de Chávez al poder.
La primera gran mentira del siglo XXI la constituyó la acusación norteamericana a Sadam Huseín de que Irak poseía armas de destrucción masiva, infamia que no tenía relación alguna con el ataque terrorista, pero serviría para desnudar la motivación real que se ocultaba detrás de la misma: el saqueo de los recursos naturales, modus vivendi del imperialismo yanqui desde su creación. Lo que viviría la humanidad en las próximas dos décadas sentaría las bases para una hecatombe que podría verse consumada antes de se cumplan 30 años del inicio de los bombardeos por parte de las fuerzas "aliadas" sobre el pueblo iraquí. Se ha alcanzado el nivel más alto de tergiversación de la información para mantener, con ridículas y descabelladas mentiras, el saqueo de energéticos y materiales -vitales para el consumismo- a las naciones que los poseen. Occidente "requiere", y se apropia de los mismos -con guerras y golpes de Estado-, valiéndose de los grandes emporios de la comunicación (CNN, NBC, CBS, El País, DW, Le Monde, BBC, France 24, etc.).
George W. Bush declaró, ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en septiembre de 2002, que "Sadam Huseín está desarrollando armas de destrucción masiva; puede ser que estemos completamente seguros de que tiene armas nucleares. Dios no permita que las use". ["Dios" es la acostumbrada muletilla a la que recurren los gobernantes gringos para conmover a sus enajenados coterráneos]. "Irak posee y produce armas químicas y biológicas; conociendo esta realidad, América no puede seguir ignorando la amenaza que se avecina", diría posteriormente. [América es el continente, pero los yanquis se han arrogado el nombre (como muchas otras cosas)].
Enviados a Irak, inspectores de la ONU [y un agente de la CIA (Charles Duelfer)] no pudieron encontrar un solo indicio de la existencia de dichas armas. Ese "fracaso" fue convertido por Bush y su camarilla en "prueba evidente" de que sí existían. ¿Argumento? "¡Sólo quien las posee pude esconderlas tan bien! En adelante, los medios oligárquicos harían su labor, pero la farsa alcanzaría el clímax cuando, en febrero de 2003, Colin Powell, Secretario de Estado, presentó ante el Consejo de Seguridad de la ONU la siguiente "prueba": "Irak distribuye lanzadores de ojivas con agentes biológicos... Tiene por lo menos siete fábricas móviles para la fabricación de substancias biológicas; no cabe duda que Huseín posee armas biológicas y que puede producir armas químicas para llenar 16,000 cohetes de guerra"...
¿Qué hicieron los medios que controlan al gobierno de los Estados Unidos? Proclamaron los cargos como "irrefutables": el Washington Post publicó que "las pruebas que Powell presentó deberían mostrar al mundo que Irak tiene armas de destrucción masivas", y el New York Times que "hay suficientes pruebas de que Irak ha producido y ha escondido armas químicas y biológicas; Sadam Huseín ha mentido y ha decidido no informar a los inspectores".
¿Fueron embaucados? ¡Imposible! Precisamente son esas grandes cadenas, asentadas sobre los 11 principios de la propaganda nazi de Joseph Goebbels, las que ejercen el poder en Estados Unidos. Como ente primordial del pentagonismo, se amparan en la mentira, arma muy efectiva para turbar la mente de aquellos cuyos juicios han sido dilapidados por la banalidad y el deseo supremo de "no saber nada". Conocida la manera oprobiosa en la que actuó el gobierno yanqui, la "prensa" optó por sacar de circulación la noticia, estrategia a la que los ciudadanos imperialistas se han acostumbrado porque han llegado a creerse, hasta la médula, que "América lo hace mejor".
Paradigmas de intervenciones, bombardeos y asesinatos, incluyendo el de otro jefe de Estado: Muamar el Gadafi (Libia)
Los medios norteamericanos -incluidas las llamadas redes sociales- acusan las administraciones de China y Rusia de controlar la prensa, pero no son capaces de reconocer que, precisamente ellos, de la mano del Pentágono, son quienes regentean a "América". Estos cuatro años han puesto en evidencia esa realidad. El imperialismo yanqui no requiere de presidente; el cargo no es más que una figura decorativa. Joe Biden, con un deterioro cognitivo progresivo debido a su edad, lo ha demostrado (incluso expresaría, en un momento de luz, y ante las cámaras, que lo que estaba diciendo se lo habían "ordenado")
En 2011, bajo el falso pretexto de establecer la democracia, Libia sería intervenida militarmente por la OTAN (encabezada por Estados Unidos). Tomar posesión de sus reservas de petróleo, privatizar la industria y transferirla a los perennes imperialistas serían los verdaderos motivos. Muamar el Gadafi, quien brindó a Libia la mejor calidad de vida de toda África, sería cruelmente asesinado por las turbas pagadas por Estados Unidos. ["Llegamos, vimos y él murió", fueron las "tiernas" palabras pronunciadas por la Secretaria de Estado Hillary Clinton al "enterarse" de la muerte del coronel]. Paraguay, en 2012, vendría a ser el escenario del primer golpe parlamentario en la región, orquestado bajo la estampa de la persecución judicial. El presidente Fernando Lugo sería depuesto en un anómalo juicio político llevado a cabo por la oligarquía paraguaya y bendecido por EE. UU. Contra Cristina Fernández de Kirchner, en 2014, Estados Unidos propiciaría el intento de otro golpe de Estado.
En 2016 se ejecutaría el segundo golpe parlamentario (aguijoneado por Washington), y Dilma Rousseff, presidente de Brasil, sería destituida. Desde la reelección de Rousseff, en octubre de 2014, Lula se convertiría en el objetivo de una caza judicial detrás de la cual subyacían los tentáculos del imperialismo yanqui. La oligarquía brasileña, con los monopolios de la prensa y una banda de difamadores profesionales, se movilizó para encontrar un crimen –el que fuera– para acusar a Lula y llevarlo a los tribunales, tal y como sucedió. Después de 580 días en la cárcel, su condena fue anulada, como anulada fue la acusación de asociación ilícita contra Dilma Rousseff. Este sería el nuevo esquema bajo el que trabajarían la derecha internacional y sus repulsivos y nocivos medios propagandísticos. En 2018, Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, sufriría un intento de magnicidio, planificado por la CIA, mientras participaba en una actividad oficial. En 2019, con la bendición de la OEA, y bajo las tinieblas yanquis, es derrocado Evo Morales, presidente de Bolivia.
Ese mismo 2014 sería el año en el que Barack Obama se encargaría de orquestar el golpe en Ucrania que tiene hoy a la humanidad al borde de una confrontación nuclear
Continuará...
Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
21 de marzo de 2024