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[XIV de XIV] Estados Unidos y su moral en bikini. Una nación que desde sus inicios se formó bajo la mendacidad y la expoliación

Los desmanes que comete Estados Unidos no interesan para nada a su pueblo, que desestima hasta los más insólitos reconocimientos de las felonías que cometen sus propios funcionarios. Ni siquiera son necesarias las mentiras; las aberraciones se hacen públicas con la mayor insolencia. No se guardan las formas. Cuando un imperio entra en esa etapa de prostitución, de no importarle nada, de que todo le da igual, es síntoma de que ha iniciado el camino de la decadencia; Rusia y China, las dos superpotencias que han revertido ideologías de antaño y han creado economías iguales o superiores a la norteamericana (en el mismo ámbito capitalista), están prácticamente en el nivel superior en que se encuentra el poderío militar yanqui

Bombardeo de Estados Unidos en la ciudad de Raqa, Siria

Con el desplome de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), Estados Unidos iniciaría una especie de dictadura global que se extendería hasta mediados de la segunda década del siglo XXI, cuando dos nuevas fuerzas, tanto en el plano económico como en el militar, saldrían a la luz para dar comienzo a un equilibrio de poderes que, aunque necesario, envuelve cierto riesgo para la humanidad: Rusia, con renovados bríos después del descalabro soviético, y China, con la novedad del "socialismo capitalista", o "capitalismo socialista", harían frente a la hegemonía con la que el mundo venía siendo avasallado.

El control imperial impuesto por EE. UU. alcanzó niveles nunca antes vistos; Juan Bosch había definido esa etapa superior del imperialismo con el nombre de pentagonismo, "una máquina de guerra que necesita la guerra en la misma forma en que los seres vivos necesitan aire y alimento para no perecer", y requiere de conflagraciones -para promover negocios favorables a su industria armamentista - que el Pentágono, con el auxilio de la CIA, crea y fomenta, en la mayoría de los casos, sin el uso de tropas propias.

El pentagonismo persigue la riqueza involucrada en la industria de guerra, y lo hace sojuzgando a su propio pueblo y con la menor soldadesca posible, pero, de la misma forma en que se convirtió en la etapa más alta del imperialismo, era de esperarse el surgimiento de una fuerza antagónica que sólo podría ser alcanzada con la fusión de las históricas ideologías alternas y el desarrollo económico que proporciona el capitalismo desmesurado, fuerza antagónica de la que Rusia y China disfrutan hoy.

Ese poder excesivo llevó a Estados Unidos a destruir y desintegrar naciones, desestabilizar y cambiar regímenes y apropiarse de recursos foráneos en todo el mundo, no sólo en América, la que siempre ha considerado suya. En 1992, la tiranía mundial auspició en Perú el golpe de Estado llevado a cabo por Alberto Fujimori y las Fuerzas Armadas contra el Congreso; al mismo tiempo, invadía a Irak, con la finalidad de "liberar a Kuwait", que había sido ocupada por las tropas de Sadam Hussein, y a Somalia, con el propósito de "fortalecer la seguridad de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG)". En 1993, Macedonia sería invadida; a Haití le correspondería en 1994 (bajo el pretexto de defender la democracia), y a Bosnia-Herzegovina en 1995. En 1998, Irak sería bombardeado por enésima vez con el fin de destruir "objetivos militares" e industriales (alusión perversa a la fabricación de armas biológicas o químicas), mientras en Sudán se destruían "fábricas de drogas sospechosas de pertenecer a bin Laden". En 1999, le tocaría a Yugoslavia ser destruida y desmembrada; siete naciones saldrían de los sombríos bombardeos de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN.
George H. W. Bush, Bill Clinton y George W. Bush: cuadragésimo primero, cuadragésimo segundo y cuadragésimo tercer presidentes de Estados Unidos

En 2001, después del derribo de las Torres Gemelas y los daños ocasionados al Pentágono por aviones congestionados de pasajeros -secuestrados por los monstruos creados por el propio imperio y estrellados contra los centros de poder económico y militar-, Estados Unidos llevaría a cabo una serie de represalias que pondría en práctica con métodos extremistas similares a los usados por los mismos grupos terroristas que había creado y financiado para hacer el trabajo sucio en favor de sus intereses. Afganistán y Filipinas serían los primeros objetivos en esa agenda terrorista y vengativa contra el terrorismo. En 2002, EE. UU. participaría en el golpe de Estado del 11 de abril contra el presidente Hugo Chávez, del que saldría con el rabo entre las piernas con el retorno de Chávez al poder, dos días después, gracias a la voluntad y la determinación del pueblo venezolano, que se lanzó a las calles como un solo hombre para regresar a Chávez al Palacio de Miraflores.

En el año 2003, Irak sería invadido de nuevo, esta vez por tropas gringas que operaban bajo las órdenes de George W. Bush, hijo del que ejecutó la primera incursión, y profano que, como vil monigote, sirvió a las directrices del Pentágono. La mentira sería la base de sustentación de tal atrocidad, que ha dejado hasta hoy desolación, saqueo y cerca de 2 millones y medio de muertos, la gran mayoría, niños, mujeres y ancianos. Haití, en 2004, sería invadido de nuevo por Estados Unidos, ahora para expulsar del poder al presidente Jean-Bertrand Aristide, quien había sido secuestrado por un comando estadounidense de fuerzas especiales. Somalia sería nuevamente bombardeada en 2006 bajo la argucia de "destruir objetivos de Al-Qaeda". En 2008, Estados Unidos estimuló el fallido golpe de Estado contra Evo Morales, cuyo gobierno -democrático, popular y nacionalista-, mientras más se alejaba de la influencia yanqui, más se acercaba a los regímenes de Cuba y Venezuela, liderados por los más grandes prohombres que ha alumbrado América en más de un siglo. En 2009, Manuel Zelaya, presidente de Honduras, sería derrocado por otro golpe de Estado patrocinado por la CIA y el Pentágono. En 2010, de nuevo fallaría Estados Unidos en ejecutar otra de sus fechorías: sería en Ecuador, cuando participó en un intento fallido por derrocar a Rafael Correa.

«En una entrevista de Julian Assange al Presidente Correa, este expresó:Vea, como dice Evo Morales, el único país que puede estar seguro de que nunca va a tener golpes de Estado es EE. UU., porque no tiene Embajada estadounidense”»

Bombardeo en la ciudad de Sirte, Libia

En 2011, bajo el falso pretexto de establecer la democracia, Libia sería intervenida militarmente por Estados Unidos y demás interesados de la OTAN. El verdadero objetivo era tomar posesión de sus reservas de petróleo, privatizar la industria y transferirla a los históricos imperialistas. Con la invasión, Muamar el Gadafi, el presidente que había dado a Libia la mejor calidad de vida de toda África, sería cruelmente asesinado por las turbas pagadas por Estados Unidos. Paraguay, en 2012, sería el escenario del primer golpe parlamentario en la región, orquestado bajo la estampa de la persecución judicial. El presidente Fernando Lugo sería depuesto en un anómalo juicio político llevado a cabo por la oligarquía paraguaya y bendecido por EE. UU. Contra Cristina Fernández de Kirchner, en 2014, se daría otro intento fallido de golpe de Estado aupado por Estados Unidos. Ese 2014 sería el año en el que Barack Obama se encargaría de orquestar el golpe en Ucrania que tiene hoy a la humanidad al borde de una confrontación nuclear.

En 2016, se ejecutaría el segundo golpe parlamentario (aguijoneado por Washington), y Dilma Rousseff, presidente de Brasil, sería destituida. En 2018, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, sufriría un intento de magnicidio, elaborado por Estados Unidos, mientras participaba en una actividad con efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana. Desde 2013, el gobierno venezolano venía siendo acosado por los yanquis, que, a como diera lugar, buscaban deshacerse de quien, dando continuidad a la obra iniciada por Chávez, se negaba a desprenderse de los recursos naturales que posee Venezuela y son propiedad de todos los hijos de Bolívar. En 2019, con la santificación de la OEA, y las manos ensangrentadas del imperialismo yanqui, cae derrocado Evo Morales, presidente de Bolivia.
Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden: cuadragésimo cuarto, cuadragésimo quinto y cuadragésimo sexto presidentes de Estados Unidos

Los desmanes que comete Estados Unidos no interesan para nada a su pueblo, que desestima hasta los más insólitos reconocimientos de las felonías que cometen sus propios funcionarios. John Bolton, exasesor de Seguridad Nacional, se jactó en televisión de ayudar a planear golpes de Estado en otros países ("Como alguien que ha ayudado a planear golpes de Estado, no aquí, en otros lugares, se necesita mucho trabajo"). James Woolsey, exdirector de la CIA, a quien se preguntó si Estados Unidos ha intervenido en las elecciones de otros países, respondió que "probablemente, pero era para el bien del sistema, para evitar que comunistas tomaran el poder, por ejemplo en Europa en 1947, 48, 49, con los griegos y los italianos". Al preguntarle si se continúa haciendo, respondió que “sólo por una muy buena causa y siempre en el interés de la democracia”. Mike Pompeo, exsecretario de Estado de EE. UU. y exdirector de la CIA, expresó, durante una entrevista, que cuando era director de la CIA "Mentimos, engañamos y robamos. Teníamos hasta cursos de entrenamiento. Era como si tuviéramos todos los cursos de capacitación"... ¡Y fue aplaudido delirantemente!

Ni siquiera son necesarias las mentiras; las aberraciones se hacen públicas con la mayor insolencia. No se guardan las formas. Cuando un imperio entra en esa etapa de prostitución, de no importarle nada, de que todo le da igual, es síntoma de que ha iniciado el camino de la decadencia; Rusia y China, las dos superpotencias que han revertido ideologías de antaño y han creado economías iguales o superiores a la norteamericana (en el mismo ámbito capitalista), están prácticamente en el nivel superior en que se encuentra el poderío militar yanqui. Y como están "prácticamente" igualándolo, "se hace necesaria una confrontación en los momentos actuales", y ahí radica el peligro: los millones de muertos serán muchos, incontables, pero saldrán de todos los rincones del planeta, no sólo de Asia, no sólo de Europa... saldrán también de "América", a la que, por arrogarse un nombre que no le corresponde, sí le "corresponderán" los muertos.
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Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
29 de julio de 2022