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¿Por qué tanto encarnizamiento con Venezuela?

La desgracia de poseer petróleo y otros recursos naturales. Estados Unidos, en nombre de la libertad y el bienestar de los pueblos, ha sembrado de miseria, muerte y desolación cada rincón que usurpa; y esa destrucción y ese dolor han estado precedidos, siempre, de la infamia y la mentira

La vida de los seres humanos se desarrolla dentro de un escenario en el que los hechos se muestran, no importa si así suceden, en un contexto altamente influenciado por la hipocresía, la cobardía y los intereses, bajo la distorsión que les proporcionan los medios de comunicación con objetivos muy marcados, así como aquellos que, por satisfacer ciertos apetitos y actuar como cáfilas, descaradamente se prestan a pregonar informaciones que redundan en detrimento, incluso, de una nación.

Si comparamos las actuaciones de Estados Unidos y Venezuela, dentro y fuera de sus límites geográficos, podríamos apreciar las grandes diferencias que existen en el accionar de cada uno con relación a sus connacionales o a los nacidos más allá de sus fronteras. Estados Unidos ha llegado al mundo para, como dijera Simón Bolívar -en carta que el 5 de agosto de 1829, desde Guayaquil, destinara al coronel Patricio Campbell, encargado de negocios de la corona británica-, "plagar la América de miseria en nombre de la libertad". Esas expresiones de 'El Libertador', transcurridos casi dos siglos (sólo doce años nos separan para que se cumplan doscientos de tan reconocida clarividencia), cobran extraordinaria notoriedad porque no es solamente América el continente que ha sido plagado de miseria "en nombre de la libertad"; Asia, África y el mismo continente europeo han vivido las desgarradoras intervenciones de quienes se creen "destinados por la Providencia".

Dos meses antes el mismo Bolívar había escrito, a José Rafael Revenga -jurista venezolano que fungía como su secretario privado y había sido Ministro de Relaciones Exteriores y embajador de la Gran Colombia en el Reino Unido-, "Jamás conducta ha sido más infame que la de los norteamericanos con nosotros: ya ven decidida la suerte de las cosas y con protestas y ofertas, quien sabe si falsas, nos quieren lisonjear para intimar a los españoles y hacerles entrar en sus intereses...". Como "la América del Norte nos ha vejado tanto, exijámosle servicios que compensen sus humillaciones y fratricidios...".

Son más de dos siglos que lleva Estados Unidos obstaculizando el ejercicio soberano de Venezuela. Los hiatos que muestra la historia no son otra cosa que ciclos de entreguismo y subordinación que han aflorado gracias a abyectos desempeños gubernamentales que se han entronizado en el quehacer político venezolano. Sea una u otra la razón, el imperialismo norteamericano no ha cejado en su afán de apropiarse de su suelo, y es que este es poseedor, en demasía, de petróleo, gas, agua y minerales (hierro, bauxita, oro, carbón, arcilla, arena, caliza, feldespato, sílice y, entre otros más, coltán, un mineral metálico, negro y opaco, que proviene de dos minerales óxidos: colombita y tantalita -que dan origen a su nombre-; es muy usado en microelectrónica, telecomunicaciones y en la industria aeroespacial, por lo que no hay que ser un experto para deducir que la posesión de tan importantes características lo convierten en un objetivo "altamente atractivo" para el imperio).

Esa propaganda que procura demonizar al gobierno legítimo de Venezuela, que encabeza la más poderosa maquinaria de guerra que ha conocido la humanidad, a la que se subordina el adocenamiento marcado por "la hipocresía, la cobardía y los intereses", se ejerce gracias a la prensa de ciertos países que, en lugar de fungir como áulica, sometida y claudicante, debería dedicar tiempo y espacio suficientes para destellar los desmanes de ese endriago que José Martí aludía en una carta que había escrito para su amigo Manuel Mercado, el 18 de mayo de 1895, un día antes de su caída en combate por la independencia de Cuba: "Estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber; de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América... Viví en el monstruo y le conozco las entrañas".

La lucha actual, siglo y cuarto después de tan categórica sentencia de Martí, no es exclusiva de la faena para impedir que Estados Unidos se extienda "por las Antillas"; busca evitar que se apropie del mundo y lo esclavice. Daniele Ganser, profesor de historia en la universidad de Basilea (Suiza), en su libro «Los ejércitos secretos de la OTAN», explica cómo Estados Unidos organizó en Europa, durante más de 50 años, "atentados falsamente atribuidos a la izquierda y a la extrema izquierda para desacreditarlas ante los electores. Esa estrategia perdura hoy en día como medio de propiciar el miedo hacia el Islam y de justificar guerras por el petróleo". No hay que buscar una lupa para encontrar a Venezuela dentro de esas palabras. Esa obra de Ganser, para los interesados en conocer el perverso funcionamiento del imperio, ha sido insertada en dos pestañas de nuestra página «Foro de Nemen Hazim»; la transcripción proviene de la «Red Voltaire».

Llama a suspicacia que personas que lucen ser íntegras y honestas, y medios que se maquillan con la vanguardia y el compromiso, se hagan eco de la infamia que se vierte cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo sobre Venezuela sin hacer mínimos esfuerzos por encontrarse con la verdad; sin molestarse en viajar a la patria de Bolívar y Chávez y constatar, con indagaciones y recursos propios, lo que repiten y pregonan cual si estuvieran presentes donde se desarrollan los hechos. ¿Por qué las evidencias, de audio y visuales, que muestran a los verdaderos autores de las atrocidades, no son incorporadas al raciocinio de la maquinaria de desinformación? ¿Por qué, siendo el imperio tan destructivo y perverso, esas reproductoras de infamia no lo martirizan, tal y como hacen con el gobierno que el pueblo venezolano eligió de forma libérrima? ¿Cuántas veces se ha mostrado, y demostrado, que la represión que exhibe la derecha internacional como ejecutada por el gobierno corresponde al método anárquico que sirve de instrumento a la oligarquía por haber sido desplazada como clase dominante?

Estados Unidos, desde su creación, ha invadido cerca de 70 países, y, desde 1945, unos cincuenta. ¿Resulta extraño lo que el imperio ha hecho en cada lugar donde ha desembarcado tropas? No hay un solo lugar en el mundo que haya sido intervenido por los norteamericanos que no extrañe miles, decenas de miles, centenas de miles y hasta millones de sus seres más queridos, asesinados vilmente por esas tropas. ¿Cuántas veces ha invadido Estados Unidos a República Dominicana? ¿No fueron los gringos quienes derrocaron a Juan Bosch? Estados Unidos, en nombre de la libertad y el bienestar de los pueblos, ha sembrado de miseria, muerte y desolación cada rincón que usurpa; y esa destrucción y ese dolor han estado precedidos, siempre, de la infamia y la mentira. El imperio calumnia, crea monstruos y los desarrolla; propaga iniquidades con sus adinerados y potentes medios de comunicación y subordina la falta de entereza y carácter a intereses confusos.

Venezuela tiene derecho a darse el gobierno que sus grandes mayorías escogieron en las urnas; no ha intervenido ningún país, ha sido una nación solidaria y respetuosa de las relaciones y los acuerdos internacionales, ha alfabetizado a todos sus hijos y ha sacado de la pobreza a millones de sus ciudadanos (para lo que se ha visto precisada a eliminar los privilegios de los que siempre gozaron los millonarios y poderosos). Su historia contrasta seriamente con la del imperio, pero es más fácil creerle a este, aceptarle sus vilezas y doblegarse ante él. ¿Tendrán poder de persuasión los billones de dólares que la expatriada oligarquía venezolana, el Pentágono y la CIA tienen en las calles de muchos países silenciando verdades y amplificando mentiras?

El socialismo que aspira establecer la Revolución Bolivariana no es perfecto; sus dirigentes han cometido errores... ¿Quiénes no los han cometido? Pretender convertir en demonio el único gobierno democrático que beneficia a los pobres y necesitados es una aberración, más si quienes aspiran a imposibilitar sus ejecuciones son los imperialistas, campeones mundiales en hacer un infierno de la vida de los demás, y, peor aún, si los que hacen de marionetas y repetidoras son aquellos que, por algún compromiso inexplicable y túrbido, traicionan la confianza que va de la mano con la irreductible verdad.

Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
30 de agosto de 2017