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"Sangre y Oro", película de Netflix que, en este preciso momento, pretende atribuir a los alemanes un antinazismo que nunca profesaron

La cinta hace evidente la falta de escrúpulos de los nazis, que son los mismos nazis a quienes Estados Unidos y Alemania ayudan en Ucrania con la finalidad de destruir a Rusia, porque "es demasiado grande, demasiado rica, tiene demasiado petróleo, demasiado gas, demasiada agua, demasiada tecnología, tiene un armamento nuclear equivalente al nuestro y, por lo tanto, cualquiera que sea el régimen político va a ser un obstáculo para el interés nacional de los EE. UU. y para nuestras posiciones en Euroasia y fundamentalmente en Europa oriental...".

La Cámara de Representantes de EE. UU. admitió que los principales medios del país ocultaron que el régimen de Ucrania usa nazis para ejecutar el genocidio contra los rusos étnicos

"La Administración Obama estuvo detrás del golpe de Estado que tuvo lugar en 2014 en Ucrania, más conocido como la revuelta del Maidán". Estas palabras, pronunciadas por Donald Trump a principios de año, no aportaron nada nuevo; la importancia de las mismas radica en que fueron pronunciadas por un expresidente de Estados Unidos, seguro candidato para las próximas elecciones por el Partido Republicano y, con toda certeza, próximo presidente (si no lo inhabilitan o eliminan las armas que nunca serán prohibidas, porque su función es esa, sacar de circulación a quien pretenda dar al traste con el establishment; ejemplos sobran: John y Robert Kennedy, Martin Luther King, Abraham Lincoln, James A. Garfield, William McKinley, etc.). Loco o desarticulado, las expresiones de Trump ratifican lo que se sabía desde que Víktor Yanukóvich -presidente de Ucrania desde el 25 de febrero de 2010, electo en un certamen electoral validado por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa y el Consejo de Europa- fuera defenestrado.

En noviembre del 2013, con el inicio de los disturbios (patrocinados por Barack Obama y los títeres de Alemania, Reino Unido y Francia; a eso se refería Trump), se creó la organización neonazi Pravy Sektor -conformada por ultranacionalistas-, que fungía como brazo político del Batallón Azov, una milicia paramilitar creada para luchar contra las fuerzas prorrusas en la Guerra del Dombás, financiada por Estados Unidos y los demás miembros de la OTAN [Maidán o Euromaidán fue el nombre que se dio a esos disturbios, encabezados por ultraderechistas ucranianos (a los que se sumaron mercenarios de varios países, pagados por la Unión Europea) que venían cometiendo genocidio contra la numerosa población rusa que habita la región].

Tan evidente se hizo el carácter neonazi de los ultraderechistas que las fotografías, mostrando los símbolos del Nacional Socialismo, inundaron los pocos medios determinados a difundir la verdad, no las mentiras que interesan a occidente, que, en un hecho sin precedentes, ha implementado una dictadura de la información con el bloqueo de los recursos propios de la comunicación objetiva. "Hitler lo hizo todo bien", declaró un soldado ucraniano capturado, cuya ignominia le impulsó a hacer un llamado para "asfixiar en cámaras de gas" a los habitantes de Donbás y al pueblo ruso.

Fotos con soldados y fuerzas paramilitares, exhibiendo los emblemas del nazismo, han sido comunes en esos limitados medios, como también lo han sido las atrocidades que se cometen contra combatientes rusos hechos prisioneros. Imágenes e informaciones han sido restringidas por los buscadores occidentales que ofrece Internet; muy pocas han visto la luz, y, cuando son difundidas por la prensa oligárquica, reciben la etiqueta de "fake news" (noticias falsas: depravación muy propia de NBC, El país, FOX, BBC, CBS, France 24, CNN, DW, etc.). Estos medios al servicio imperialista ni siquiera se molestan en condenar el nazismo, esa inescrupulosa ideología que dejó un saldo de 45 millones de muertos en un acontecimiento que la humanidad conoció como Segunda Guerra Mundial.

El acuerdo de Minsk fue un intento de ganar tiempo para Ucrania”, diría la excanciller alemana Angela Merkel en una entrevista que le hiciera el semanario Die Zeit. ¿Qué se perseguía con ese acuerdo? ¿Quién instigaba? El objetivo era desmembrar a Rusia, tal y como se hizo con la antigua Yugoslavia, y patrocinaba tan descabellado proyecto el imperialismo yanqui, el eterno intervencionista que desde que se disgregó la Unión Soviética se propuso destruir a Rusia, porque "es demasiado grande, demasiado rica, tiene demasiado petróleo, demasiado gas, demasiada agua, demasiada tecnología, tiene un armamento nuclear equivalente al nuestro y, por lo tanto, cualquiera que sea el régimen político va a ser un obstáculo para el interés nacional de los EE. UU. y para nuestras posiciones en Euroasia y fundamentalmente en Europa oriental. Así que tenemos que avanzar con sanciones, hostigando a Rusia, etc.". Estas declaraciones corresponden a Paul Wolfowitz, flamante Subsecretario de Defensa de los Estados Unidos durante la gestión del fantoche George W. Bush. "Nosotros debemos seguir combatiendo a Rusia. No importa que ya no sea comunista. No importa que sea capitalista", continuó diciendo Wolfowitz.

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Con el golpe de Estado a Víktor Yanukóvich, perpetrado por milicias nazis bien conocidas por Angela Merkel (canciller alemana para ese momento), y patrocinado por Barack Obama (nigger casero que bombardeó siete países y asesinó cientos de miles de personas), iniciaban las sanciones contra Rusia (por la previsión que tuvo que asumir Vladímir Putin con relación a Crimea), que al embarcarse en una guerra contra la desnazificación de Ucrania "vería su territorio desintegrarse y la economía languidecer" (esos eran los planes de Estados Unidos y sus lacayos europeos); pero, la Federación Rusa se mantiene intacta, y su economía, en lugar de languidecer, creció, mientras la europea y la yanqui se deprimen.

Para dar sustancia a esa guerra, Estados Unidos y la OTAN se valdrían de Ucrania, a la que suministraron armas a sabiendas de que el grupo nazi estaba a la vanguardia de las fuerzas militares. Alemania conocía muy bien esta situación; sus gobernantes se prestaron a facilitarle millones de euros y armas de todo tipo. Reverdecía el Nacional Socialismo subyacente en muchos alemanes, que se prestan hoy a realizar una ridícula película con la que pretenden distanciarse de lo que siempre han sido: nazis, vulgares asesinos inescrupulosos; lo demuestran las fotografías tomadas por los pocos periodistas que se atreven a desafiar la perversa censura occidental.

¡Quién mejor que Netflix para difundir tan ridícula propaganda! "Sangre y Oro" es un esfuerzo mancomunado del imperialismo yanqui y Alemania para mostrar a las mentes perezosas (que por mucho se constituyen en mayoría en este planeta llamado Tierra) que los alemanes condenan las atrocidades del nazismo, pedestre mentira que incluso ha sido sancionada por los propios norteamericanos (también por franceses e ingleses) en los documentales que han realizado acerca del nazismo, con los cuales han dejado plasmada la culpabilidad de todo el pueblo alemán "por estar plenamente consciente del genocidio que llevó a cabo Hitler contra los judíos y otras etnias". Pero la perversidad no tiene límites cuando se trata de Estados Unidos: lo peor del nazismo, al finalizar la guerra, fue llevado a "América" para aprovechar lo malévolo y perverso que encarnaba. Así nació la CIA -la organización de inteligencia que más daño ha ocasionado a la humanidad-; así vieron la luz las armas químicas y biológicas; así vieron la luz bombas capaces de hacer desaparecer a toda la humanidad; etc.

La propaganda, llevada muy sigilosamente, es alimentada con el heroísmo (no podía faltar) de una mujer alemana que salva a un exsoldado nazi, y con la búsqueda en la que este se embarca para encontrar a su hija [mientras, militares de la SS (Schutzstaffel) rastrean un tesoro judío, y, en ese afán, le hacen la vida imposible]. La cinta hace evidente la falta de escrúpulos de los nazis, que son los mismos nazis a quienes Estados Unidos y Alemania ayudan en Ucrania con la finalidad de destruir a Rusia, porque "es demasiado grande, demasiado rica, tiene demasiado petróleo, demasiado gas, demasiada agua, demasiada tecnología, tiene un armamento nuclear equivalente al nuestro y, por lo tanto, cualquiera que sea el régimen político va a ser un obstáculo para el interés nacional de los EE. UU. y para nuestras posiciones en Euroasia y fundamentalmente en Europa oriental...".

El nazismo ha sido común denominador para alemanes y ucranianos. No fue fortuita la lucha mancomunada contra las tropas soviéticas durante la Segunda Guerra Mundial. Ese "Eje del Mal" al que se integró Ucrania honra la depravación de sus integrantes (nazis por demás). Los alemanes llevan el nazismo en la sangre, y el día que se les permita crear unas fuerzas armadas sin limitaciones en ramas, número y armas (de todo tipo), ese día brotará de nuevo el nazismo (en la propia Alemania, donde no ha resurgido por la custodia a la que es sometida; hoy lo ha hecho en Ucrania), y con plena seguridad se embarcará en una nueva guerra mundial (si es que la próxima, con características de hecatombe, permite una cuarta, que seguramente será, como dice una frase que se atribuye a Albert Einstein, "con palos y piedras").

Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
29 de mayo de 2023