II.- A Juan Bosch hay que desgarrapatizarlo
|
Todos “los que erran por el mundo en pos de abrigo contra la miseria…” siguen, gracias al arquitecto del “Nueva York chiquito”, “errando” como Johnny Walker, lógicamente sin el placer que esta exquisita bebida brinda a quienes tienen “el gusto” de consumirla. En sus doce años (¡qué casualidad, doce años, igual que el “otro”!), “los que erran por el mundo” sumaron medio millón, llevando a tan sacrificados y sufridos dominicanos a una cifra que supera en la actualidad los 2 millones. Esos que “erran por el mundo” se han convertido en el principal producto de exportación: generan divisas por encima de los 5 mil millones al año… ¡y contando!
¡Cuántos de nosotros llegamos a pensar eso mismo! Pero Leonel Fernández y sus corruptos se encargaron de enterrar, no sólo la figura de Juan Bosch; además, sus ideas… y sin ellas jamás verá nuestra generación, ni la que nos sigue, la liberación del pueblo dominicano. Es ardua tarea que corresponde a la juventud la de rescatar sus enseñanzas y dejar de lado las mezquindades, mediocridades y apetencias personales e ir creando un liderazgo comprometido, inmaculado, que plantee la principalía de la patria y los valores morales y éticos por encima de todo lo demás.
“Si no puedo ver por mí mismo la liberación de este pueblo, la veré a través de mis ideas” (Juan Bosch).
¡Qué difícil encomienda! Si para el proceso reeleccionista del 2008 sus mejores discípulos, ¡que de discípulos no tienen un carajo!, lo calumniaron y lo empequeñecieron, ¿qué puede esperarse de los detractores, gratuitos e ignorantes, que históricamente se han encargado de manchar su nombre? Plantear que Juan Bosch combatió la reelección por coyunturas, y no por principios, constituye una inmoralidad, una mediocridad y una falta de respeto a su persona y a lo que fue su lucha contra el continuismo. Juan Bosch no fue hombre de coyunturas, siempre fue fiel a sus principios. Si hubiese sido un hombre de coyunturas, como quisieron presentarlo algunos de sus “discípulos”, hubiese sido presidente de la República Dominicana en innumerables ocasiones.
"Nuestra aspiración es que un día, cuando los niños que están empezando hoy a hablar sean hombres viejos y de nosotros no quede sino una cruz sobre una tumba, esos viejos les digan a sus hijos que el compañero Juan vivió y murió pensando cada hora de cada día en servir a su pueblo" (Juan Bosch).
Tras su elección como presidente el 20 de diciembre del 1962, Juan Bosch impulsó una reforma constitucional, la más democrática y avanzada que ha tenido el país (mucho más que la del Cantinflas dominicano), en la que se consignó la prohibición de la reelección presidencial, convirtiéndose en un precepto invariable en toda su trayectoria política. Los serviles que seguían (y siguen) ciegamente a Leonel Fernández, en su afán reeleccionista, asumieron posiciones vacías, sin fundamentos… simplistas, a tal punto que arrastraron su amor propio poniendo bajo cuestionamiento su intelecto. Sólo generaron respuestas torpes, sin base científica, tales como: “no es bueno cambiar el caballo cuando se cruza el río” (de Balaguer), “hay que votar por el que puede ganar”, “yo no invento”, etc. Muy por el contrario a las aspiraciones del profesor Bosch, Leonel Fernández y sus viles colaboradores aspirarán a ser recordados como aquellos que no desperdiciaron un segundo en la vida de cada quien para servirse del pueblo dominicano.
Por suerte, en el mundo, y muy desperdigados, existimos unos cuantos que nunca, y bajo ninguna circunstancia, dejaremos de respetar la memoria de Juan Bosch. Aún más; existimos algunos que, mientras la vida nos acompañe, no cesaremos en enaltecer su nombre, símbolo de compromiso y honestidad al servicio de un pueblo; símbolo de patriotismo y entrega; símbolo de entereza y responsabilidad… símbolo de grandeza. Leonel Fernández y sus secuaces están trillando el camino de la envidia y la mezquindad, “virtudes” con las que pretenden enterrar a Juan Bosch y borrar prédica y ejecución, tal y como han hecho con lo que él consideró su obra más importante: el Partido de la Liberación Dominicana, misma que han convertido en una pocilga, y no llena de cerdos, sino de ladrones, corruptos e indolentes a quienes les importa un carajo burlarse del pueblo dominicano en su propia cara.
“Nadie se muere de verdad si queda en el mundo quien respete su memoria” (Juan Bosch).
Continuará...
Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
30 de abril de 2013