Nuestro primer escrito desde República Dominicana en poco más de 36 años"... Regreso a la selva
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En 1988, cuando el "motoconcho" (forma anormal de transportación de personas y bienes no colectiva que se ha adueñado de la República Dominicana) hacía pininos, Balaguer gobernaba por enésima vez, el desorden comenzaba a institucionalizarse y el "tigueraje" (depravación de las sociedades que en Dominicana ha adquirido ese mote) iniciaba camino para convertirse en protagonista de la sociedad dominicana, decidimos abandonar la tierra que nos vio nacer, despedirnos de nuestros familiares (sobre todo, dejar a nuestros padres) y sacrificar nuestro amado trabajo en la Corporación Dominicana de Electricidad, empresa de la cual renunciamos —ese mismo año— al cargo de Gerente de Turbinas de Gas y Motores Diésel.
Durante 36 años de "exilio voluntario" no fueron pocas las veces que nos sentamos a analizar, en la paz de las madrugadas, si había sido correcta la decisión tomada. Dejamos en Dominicana (así nos referiremos) el cariño de amigos y familiares, unos padres que amamos, el inicio de una carrera política y una posición privilegiada dentro de la mayor empresa del país. Siempre concluimos con el mismo razonamiento: perdimos un nombre ganado con honestidad, capacidad y entereza, para pasar a convertirnos en el número asignado por el seguro social. Pero —siempre hay un pero (positivo o negativo)— ganamos en orden, en paz e en instituciones, y, de nuevo, con entrega absoluta y mucho sacrificio, adquirimos, aunque en tierra expraña (¡y amada!), el nombre que habíamos dejado atrás, pero al margen de la política, ciencia a la que nos hemos entregado con pasión y de la que, desde el punto de vista partidista, quedamos excluidos.
Nunca pasó por nuestra mente retornar a vivir a Dominicana. En más de tres décadas en Puerto Rico aprendimos a vivir dentro de su sociedad y a formar parte de ella, defendiendo las cosas buenas que exhibe —que son muchas— pero, a la vez, condenando con determinación los desvíos que fuimos encontrando, mismos que fueron incrementándose con el correr de los años por las mismas razones que en sociedades como la dominicana: solo se aplican las leyes para los de abajo, mientras, los eternos ricos, y los nuevos ricos provenientes de la guardia, la política y el saqueo al erario, las drogas, el tráfico de influencias, la desviación musical y el béisbol, hacen lo que les viene en gana con un derroche de impunidad que asombra.
Por razones familiares, con las que estuvimos de acuerdo, decidimos volver; y lo hicimos con la esperanza de encontrar un país mejor. Aunque en esos 36 años viajamos infinidad de veces a Dominicana, lo hacíamos por dos y tres días, cuatro máximo, casi siempre fin de semana, razón por la cual no podíamos palpar el deterioro que se iba acumulando, que superaba con creces la sociedad que habíamos dejado.
Ya instalados, con cerca de cuatro meses viviendo en el país, no podemos salir del asombro que nos provoca la forma de vida de la sociedad, en la que casi todos sus integrantes están totalmente de acuerdo con el desorden y la falta de institucionalidad. No ha habido una sola gestión, de todas las que hemos hecho, en la que las cosas funcionen como deberían funcionar en una sociedad organizada, establecida. Las instituciones del gobierno, los bancos, el tránsito, la prensa, las perversidades enquistadas en las redes sociales... son un caos. El tránsito es un suicidio, y lo peor es que, desde el presidente hasta el más vilipiendiado de los conserjes del entramado gubernamental, lo ignoran; no les importa para nada que motoristas, choferes de carros, camiones y guaguas hagan lo que les dé la gana.
Guarida que alberga los grandes males de Dominicana
Tramitar un documento en una oficina del gobierno (o mejor dicho, del Estado) es una odisea. Se pierden papeles; hay que depositarlos varias veces y, como si fuera poco, hay que pagar impuestos tantas veces haya que realizar la misma gestión. ¡Hay que pagar impuestos por todo! ¿Para qué? Para enriquecer a los buitres que van al gobierno a saquear. ¿Cómo es posible que se tenga que pagar impuesto por el impuesto del 3 % a la compra de una nueva propiedad? ¿Por qué hay que pagar impuestos al gobierno y comisiones a los bancos (esos oligarcas que hasta la sangre pretenden chuparle al ahorrante sin siquiera haber puesto un centavo de los suyos) cuando, dentro de una misma institución, y en una misma sucursal, se transfiere dinero entre cuentas de un mismo propietario?
Lo peor de esta sociedad no radica en sus deficiencias, ni en sus precariedades... ¡ni en su caos! Lo peor es que, desde el más encumbrado de sus nuevos ricos hasta el más hundido "tiguere" de la clase marginada, validan el estado de cosas con un desparpajo que espanta. El "tigueraje" se ha convertido en gentilicio; a nadie le importa encender un vehículo, salir a la calle y guiar hacia una bomba de tiempo; a nadie le importa el saqueo al erario (cierta lógica avala esta sentencia: cada quien espera su turno); a nadie le importa que los seguros médicos sean una farsa (por todo hay que pagar); a nadie le importa que ladrones confesos, que incluso han devuelto parte de lo robado, circulen libremente por las calles; a nadie le importa que la falta de educación nos posicione entre los más brutos de este planeta...
Claro, lo que importa es la bachata, el dembow, el reguetón, la "Presidente", el "Brugal", la prostitución, el "teteo" (perversidad que permite hacer a cualquier persona lo que le salga del "alma"); lo que importa es que una pandilla de perversos diga lo que se le antoje por las redes sociales; lo que importa es el escalamiento de capas a como dé lugar. Dominicana es el único país del mundo en el que a una guagua le llaman "yipeta" (quien la posee se considera el dueño del universo). En fin, Dominicana es el único país en el que su presidente se siente orgulloso de que su padre haya luchado en una revolución, del lado de los constitucionalistas, enfrentando las tropas invasoras yanquis, mientras él se arrodilla ante los imperialistas sin el más mínimo pudor; el único país cuyo presidente es de ascendencia libanesa pero apoya el genocidio sionista y a Israel en su enfrentamiento contra Irán...
En esta República Dominicana nos corresponde vivir lo que nos resta de vida... y morir.
Ing. Nemen Hazim Bassa
Sato Domingo, República Dominicana
27 de junio de 2025