I.- Basta de inmigraciones irregulares
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El siguiente enlace muestra, además de la carta -dirigida a las cabezas de los poderes electos, organizaciones políticas de relevancia, iglesias y pueblo en general-, una pequeña historia sobre Kosovo: EE. UU., de Europa al Caribe.
En mayo de 2006 respondimos a una consulta de lo que se denominó Declaración Alternativa de Santo Domingo, una asamblea que reunió a organizaciones sociales, políticas y personas de todas las regiones y países de América -en ocasión de la XXXVI Reunión Ordinaria de la Organización de Estados Americanos (OEA) que se celebró en Santo Domingo los días 4, 5 y 6 de junio de ese mismo año-, que demandaba la inclusión, en el temario del organismo regional, de puntos tan determinantes como la cancelación de la deuda externa, la soberanía energética, la retirada de las bases militares norteamericanas, el cese del bloqueo a Cuba, el respeto a la autodeterminación del pueblo puertorriqueño y el reclamo a Estados Unidos para que desistiera de la construcción del muro en su frontera sur, entre otros.
Acerca de la última de las demandas habíamos expresado que era “una prerrogativa de los norteamericanos establecer las medidas que sean necesarias para controlar el flujo de inmigrantes por sus fronteras…”, y concluíamos diciendo que “respetando el derecho de otras naciones podemos nosotros, los dominicanos, exigir y hacer valer los nuestros, sobre todo con el grave problema de inmigración haitiana que tenemos en la República Dominicana”. Las respuestas al cuestionario pueden encontrarse en la publicación: Declaración Alternativa OEA.
En marzo de 2011 advertíamos a un amigo, que auspiciaba por las redes sociales un grupo cuya finalidad consistía en plantear soluciones a los problemas nacionales, sobre el eterno trauma haitiano y su incidencia en casi todas las crisis que ha vivido la República Dominicana. Hicimos tema central de la comunicación una información pública dada por Reinseinthe Paúl Joseph, exprofesor de la Universidad de Puerto Príncipe y residente en Canadá, en la que expresaba que regresaba a Haití para apoyar al cantante Michel Martelly, en ese momento candidato a la presidencia del país vecino, ya que este mantenía una postura lo suficientemente clara cuando planteaba que “la única solución a la masiva emigración de haitianos a territorio dominicano era la fusión de los dos países en una sola nación”. Recoge la reseña las siguientes palabras que, a todas luces, mueven a preocupación: “Ha llegado el momento de que los haitianos tengan libre acceso a la República Dominicana, porque la llamada frontera que supuestamente nos divide es un mito”. El contenido completo puede leerse en: Haití y un comentario a un amigo... "La tormenta perfecta".
En octubre de 2013 publicamos “El problema haitiano” y la carta de Juan Bosch, un escrito en el que analizamos una sentencia inconstitucional dictada por un “Tribunal Constitucional” que despojaba de la dominicanidad a cientos de miles de compatriotas -negros como casi todos nosotros, que han vivido como esclavos bajo las más desastrosas condiciones humanas, sirviendo, a cambio de insultos, degradación y maltrato, a unos engreídos sociales incapaces de asimilar la igualdad- y una carta de Juan Bosch del 14 de junio de 1943 -seis años después de la matanza de los haitianos ordenada por Trujillo- a la que se le quiere dar, en los actuales momentos, una connotación que no tiene.
Juan Bosch no fue ni pro ni anti haitiano. No debemos olvidar que vivió en Haití y que, para el último lustro de la primera mitad del siglo XX, en la lucha contra Trujillo, recibió del presidente Lescot la suma de 25 mil dólares, dinero con el que se compraron tres aviones. Esas son muy buenas razones para que guardara cariño y agradecimiento por el vecino país, sentimientos que no deben confundirse con una pro haitianidad que nunca exhibió. La carta de 1943 a Emilio Rodríguez Demorizi, Héctor Incháustegui y Ramón Marrero Aristy es una expresión de dolor por la matanza perpetrada por Trujillo, y un freno a ese odio que hoy, desde este mismo artículo, pretendemos nosotros combatir.
Oportunidades tuvo en sus manos para mostrar solidaridad con el pueblo haitiano mientras ocupó la presidencia de la República, pero decidió no colaborar con León Cantave cuando le solicitó espacio para entrenar una guerrilla en suelo dominicano con el fin de derrocar la dictadura de Duvalier, argumentando que preparar fuerzas haitianas para lanzarlas a una invasión era "violar el principio de no intervención, lo cual podía quitarnos autoridad si en esa hora convulsa del Caribe algún gobierno decidía hacer lo mismo con nosotros". Además, tuvo las intenciones de movilizar tropas y concentrarlas en la frontera: "la movilización se haría en tal forma que diera la impresión indudable de que esas fuerzas iban a avanzar por Haití; una vez creado el clima adecuado, la aviación militar dominicana volaría sobre Puerto Príncipe y dejaría caer hojas sueltas en francés pidiendo al pueblo de la capital vecina que evacuara los alrededores del Palacio Presidencial, porque los aviones dominicanos iban a bombardear en un plazo de horas. Yo estaba seguro de que... Duvalier huiría sin que hubiera necesidad de disparar un tiro".
Continuará...
Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
18 de marzo de 2015