III.- República Dominicana: tarea inconclusa
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Francisco Alberto Caamaño Deñó -líder indiscutible de la Revolución de Abril de 1965-, Hernando Ramírez, José Francisco Peña Gómez, Yolanda Guzmán, Mario Peña Taveras, Piky Lora, Héctor Lachapelle Díaz, Hilda Gatreaux, Juan Lora Fernández, Emma Tavárez, Manuel Ramón Montes Arache, Héctor Aristy, Aniana Vargas, Maximiliano Gómez (El Moreno), Asdrúbal Domínguez, Amín Abel Hasbún, Ramón Emilio Mejía (Pichirilo), el haitiano Jacques Viaux Renaud; el francés André Riviere, el italiano Ilio Capozzi y otros, varios muertos y algunos vivos, escribieron las más lindas páginas de la historia dominicana en busca de la conclusión de los sueños de nuestros forjadores, pero, como siempre, el objetivo se quedó en el camino.
Hemos sido un pueblo bravo… valiente, pero nunca hemos podido darlo todo, como han hecho los vietnamitas, los alemanes… los árabes. Algo nos falta o algo se interpone en el camino para que las cosas no culminen de la forma esperada.
La etapa inconclusa de la falsa democracia… De Balaguer a Danilo Medina.
La Revolución de Abril de 1965 culminó y la corrupción, la inmoralidad, el cinismo, la indolencia y el desprecio por el pueblo continuaron sus cursos “establecidos”, como si nada hubiese sucedido; peor aún, la guerra civil creó pésimas condiciones de vida para los dominicanos (mala educación, inseguridad, terrorismo, falta de esparcimiento y recreación…), algo inconcebible en un país con un ápice de civilización y respeto por sus instituciones. Si la protesta es la mejor representación del descontento, ¿qué podemos esperar de una revolución -con sus miles de muertos y heridos, destrucción de infraestructura y otras desgraciadas consecuencias- que estuvo al borde desplazar del poder a la clase gobernante?
Joaquín Balaguer, en sus primeros 12 años de gobierno, asesinó lo mejor de la juventud combativa y comprometida; sometió a la población al mismo terror vivido durante la tiranía. Tan grande fue el descaro que públicamente dijo que la corrupción se paraba en la puerta de su despacho. Similar irrespeto mostró en Punta del Este, Uruguay, en una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno, al plantear al mandatario norteamericano, si este se lo pedía, su renuncia a la presidencia.
Corrupción, trampa, fraude y falta de institucionalidad caracterizaron sus últimos diez años de gobierno. No era de esperarse nada bueno en favor de las grandes masas.
Continuará...Cabe hacer un espacio a la guerrilla de Caracoles, encabezada por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, cuyas intenciones eran las de cambiar, radicalmente, el estado de cosas imperante en 1973. Pero el fracaso estaba a la vuelta de la esquina en un país donde la izquierda era, única y exclusivamente, cuestión de manos… ¡Nada más!
Salvo muy contadas excepciones, la izquierda no tenía idea, siquiera, de lo que era el marxismo… y mucho menos el leninismo; partidos marxistas leninistas sin un sólo obrero, conformados por todas las capas de la baja pequeña burguesía, cuyos integrantes no eran más que potenciales calieses al servicio del aparato represivo del Estado.
¿Para qué Caamaño, Prócer Nacional, sacrificó su vida? ¿Para que estemos a estas alturas analizando donde están sus restos? ¿Para que los seguidores de Peña Gómez acusen a Juan Bosch de haberlo traicionado? ¿O para que los seguidores de Juan Bosch acusemos al Dr. José Francisco Peña Gómez de haberlo hecho?
Las intenciones de culminar un cambio se diluyen en trivialidades y lo único que se logra es, cada vez más, dividir la voluntad que se requiere para hacer algo grande que transforme el país por siempre.
Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
26 de mayo de 2013