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IV.- República Dominicana: tarea inconclusa

Del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y sus gobiernos se esperaba un cambio a lo ofrecido por Balaguer y la secuela de infortunios vivida antes, pero sus correligionarios traicionaron los sentimientos históricos de un pueblo que siempre estuvo a su lado. Un presidente se mató -Antonio Guzmán- porque la corrupción casi le arropa; y otro -Salvador Jorge Blanco- fue sometido a la justicia y hecho preso por las mismas o peores razones...

Del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y sus gobiernos se esperaba un cambio a lo ofrecido por Balaguer y la secuela de infortunios vivida antes, pero sus correligionarios traicionaron los sentimientos históricos de un pueblo que siempre estuvo a su lado. Un presidente se mató -Antonio Guzmán- porque la corrupción casi le arropa; y otro -Salvador Jorge Blanco- fue sometido a la justicia y hecho preso por las mismas o peores razones. El tercero -Hipólito Mejía- no pudo hacerlo peor; su gestión fue más un chiste que otra cosa, aunque las risas que arrancaba no lo eximen de ser el responsable directo de una de las peores crisis económicas. De defensores históricos del pueblo pasaron, al detentar el poder, a saqueadores empedernidos. Sólo pudo lograrse cierto grado de institucionalización en las Fuerzas Armadas y un respeto condicionado a la expresión pública y a las libertades individuales.

Ahora, el mayor trauma, el más grande de los desengaños, el peor fracaso… el enorme fiasco ha sido, en la consecución de los fines que atañen a la sociedad, la gestión que ha desempeñado el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), "hijo preferido de Juan Bosch, negación radical y absoluta del PRD, formado a imagen y semejanza de los cuerpos castrenses y la iglesia católica". El PLD ha devenido en la peor de las catástrofes nacionales sólo porque a un narcisista y megalómano enfermizo se le ocurrió la brillante idea de desvirtuar la estructuración que Juan Bosch impregnó en un partido conformado por dominicanos, que requería de la formación de sus miembros, de la fiscalización del trabajo de los mismos y de la sanción ejemplarizadora.

El PLD -que hace mucho debió cambiar de nombre porque la L de liberación le queda muy grande-, que para el 1996 encarnaba la última esperanza del pueblo en la solución a sus eternos problemas, degeneró en una compañía por acciones cuya única finalidad consiste en saquear el erario a como dé lugar, sin importar burlas e indolencias con las que se manifiestan sus miembros al frente de la administración del Estado.

Leonel Fernández, presidente por doce años, cometió los desmanes más grandes contra una sociedad que quería ver culminar el hambre, el atraso, la corrupción, la ignorancia, la falta de institucionalidad, la inmoralidad, etc. Actuó de una forma tan descabellada que, previendo lo que podría sucederle, dejó atados todos los cabos para evitar rendir cuentas ante la justicia. Este es, quizás, el mayor evento que el pueblo dominicano debe concluir: someter al más inmoral, corrupto e indolente de los presidentes que ha tenido la nación.

Aunque el 30 de mayo de 1961 el pueblo no culminó con la tiranía del sistema, sí dejó sentadas las bases para decirle al mundo que por más abusivo, corrupto y malvado que sea un gobernante, es posible ponerle fin a una parte importante de ella.

En este momento es posible descabezar la indolencia, la soberbia, el cinismo y la corrupción del sistema sociopolítico dominicano; en este momento hay que dar un gran paso a favor de culminar uno de los procesos más dañinos que ha encarado la sociedad, podrida hasta el punto de su reformulación. Leonel Fernández debe ser sometido a la justicia o, de lo contrario, este país debe olvidarse por siempre de institucionalización. Debe pagar con cárcel los sufrimientos que ha ocasionado a los dominicanos o será imposible pensar que algún día la corrupción tendrá fin.

Danilo Medina apenas se aproxima al primer año de gobierno. Ha escuchado reclamos del pueblo y ha sabido rectificar a tiempo; incluso ha tomado medidas e iniciativas que han impactado favorablemente. Pero no debe seguir el camino de la no conclusión. Es mandatorio que las nominillas se acaben dentro del estamento gubernamental; es necesario que el parasitismo de Estado culmine en los consulados, embajadas y organismos internacionales; es obligatorio que la corrupción desmedida llevada a cabo por sus compañeros de partido sea sancionada. ¡Ya basta de trabajos a medias!

Aunque el actual mandatario asuma con severidad su papel de corrector de lo mal hecho, cosa que dudamos, no intentará optar por la reelección en el 2016... no porque no pueda sino porque no debe. Y este espacio disponible, en un PLD corrupto, que en nada se diferencia del PRD, será ocupado por la máxima representación de la inmoralidad, la simulación y la corrupción, siempre que la ineficiencia, el conformismo y la "benevolencia de la obsoleta justicia" lo permitan.

Guillermo Moreno, a quien quieren descalificar con mentiras y calumnias ridículas puestas a circular por los vividores a sueldo del PLD dentro de los núcleos de avanzada, libra una batalla ardua y desproporcionada contra los saqueadores del Estado y su cabecilla principal: el doctor Leonel Fernández. Lo menos que debe hacer la parte no contaminada de la sociedad es mostrar un apoyo militante al exfiscal y presidente de Alianza País, condición esta última que de por sí no lo hace depositario de la confianza para el proceso electoral venidero.

Concluyamos por primera vez una acción que beneficiará a la sociedad por siempre; llevar a la justicia a Leonel Fernández por la interminable cantidad de violaciones a las leyes, aunque la imitación de fiscal haya dicho que están tan oxidadas que las violaciones han sido hechas con manos de seda, como las hacía el ladrón aquel que dio origen a una serie que los mayores de cincuenta años recuerda: "Raffles, el ladrón de las manos de seda". La diferencia es que este "Raffles" roba al Estado para sus secuaces; el otro, el de la serie, robaba a los ladrones...

Fin...

Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
28 de mayo de 2013