III.- Judíos y peledeístas: traidores. Reflexión de Semana Santa
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¿Cuántas veces escuchamos a Leonel, a Euclides, a Lidio, a Felucho, a Temo y a otros más (exceptuando a Danilo, que nunca habló; se mantuvo siempre en la oscuridad, detrás del telón, "serruchando el palo" como le señalara el Dr. Fernández en las "primarias" del PLD el 14 de abril de 2007) hablar de lo que haría el Partido (con mayúscula, como Juan Bosch los acostumbró) al llegar al gobierno? ¿Quién no recuerda a estas perfeccionadas muestras de la desfachatez aducir que "el Partido debe luchar a brazo partido para asegurarle al pueblo que lo que haremos desde el gobierno se hará con fines de beneficios sociales, no personales. Que por el camino de los beneficios personales se llega, rápidamente, al establecimiento de una situación generalizada de privilegios, y de ese estado de privilegios se cae en la corrupción, que es la meta que persiguen los partidarios del populismo"?
Otros argumentos sobre hacer lo contrario a lo que se aprende (o, lo que es lo mismo, ir en contra de las enseñanzas) no harán más explícito este escrito, que pretende mostrar el inmoral comportamiento de una agrupación política que exhibe hasta la saciedad el más alto grado de traición a su fundador y al pueblo que depositó su confianza en ella por considerarla legado fiel de uno de los más grandes pensadores de América. Pero no fue así; la agrupación resultó ser un fiasco, una mentira... un engaño. La traición a los más altos valores morales fue concebida, y planificada, desde el momento mismo en que el partido comenzó a regodearse del crecimiento cuantitativo; no fue fortuita la renuncia de Juan Bosch a la presidencia del PLD en marzo de 1991 cuando, en medio de una reunión para escoger los miembros del Comité Político, expresara que "la mayoría de los miembros del PLD son bajos pequeños burgueses, y se han dado cuenta de que en el partido hay gente que ha alcanzado posiciones como senadores, diputados, síndicos, regidores... y eso ha provocado una corriente de aprovechados y oportunistas, buscadores de posiciones y puestos públicos, que han empezado a formar grupos, y como yo no puedo formar grupos ni puedo presidir un partido en el que haya grupos, decidí renunciar al PLD".
La agrupación fundada por Bosch se vio fortalecida gracias a la férrea posición que sus miembros asumieron contra la corrupción de reformistas y perredeístas gobernantes; pero no era una posición real, no tenía solidez (y no podía tenerla; las raíces de la mayoría de los miembros surgen de la baja pequeña burguesía, responsable de la deformación social dominicana), era pose para tiempos futuros... pura pantomima, farsa que se vería coronada con la traición al más alto grado porque, esos mismos miembros, hoy flamantes gobernantes, se han atrevido a justificar sus acciones con las mismas malas mañas que antaño "criticaron y combatieron". Y si esto no es traicionar los más puros ideales del profesor Juan Bosch, si esto no es traicionar una generación que buscaba hacer transformaciones profundas, si esto no es traicionar el último hálito de esperanza que estimulaba a un pueblo moribundo, saqueado y vituperado, que alguien nos diga qué es.
El listado de traiciones que recoge la historia no estará completo, por lo menos para esta parte del mundo, hasta tanto no sea incluida la versión dominicana. Así como los judíos, Napoleón, los Rosenberg, Arnold y unos cuantos más nutren tan "importante documento histórico", se hace imperativo que los peledeístas, porque se lo han ganado por mérito propio, estén junto a los más grandes traidores de la humanidad.
Fin...
Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
1 de marzo de 2016