III.- Condena a la reforma fiscal, juicio a los corruptos...
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El nuevo gobierno, encabezado por Danilo Medina (otro pequeñoburgués de capa alta de quien desconocemos los medios bajo los cuales escaló esta última posición dentro de la división de clases –al llegar a la presidencia ya pertenecía a ella; por tanto, no fue la primera posición del Ejecutivo quien le dio esa categoría-), se ha visto “forzado” a implementar una reforma fiscal para compensar un déficit dejado por su predecesor que no tiene más raíces que la corrupción, la compra de voluntades en el reciente proceso electoral y la construcción e inauguración de obras inconclusas con la finalidad de proyectar su imagen para la contienda del 2016, poniendo en manos de los “favorecidos contratistas” el capital necesario para cubrir los gastos de la campaña proselitista.
Consciente el pueblo, como lo está, de lo abusivo e inmoral de la reforma fiscal, ha tenido que despertar, militante y combativamente, en las calles dominicanas y de muchos otros países (donde hay millones de dominicanos desterrados, en su mayoría, por las miserias que les ofrecía el lar de origen), con la participación protagónica de lo que los capitalistas llaman clase media, que no es más que la pequeña burguesía de las capas media y alta que, al verse acorralada por el irremediable estrechamiento de sus posibilidades en el mercado, no ha tenido otra alternativa: defender el poder adquisitivo que abarca con sus ingresos, lucha que le ha servido para conocer a fondo los desmanes de que fue objeto por parte de los gobiernos corruptos, cínicos e indolentes de un pequeñoburgués de capa baja que como tal llegó al poder en 1996, siendo la primera vez que el país vivía este escenario desde aquel fatídico 16 de agosto de 1930 que parió al más sanguinario y ladrón de los dictadores (Juan Bosch, el otro mandatario procedente de los mismos estratos sociales, alcanzó el poder como un mediano pequeñoburgués; ahora, la educación recibida de sus ascendentes, el grado de conciencia alcanzado y la comprometida intelectualidad con el sufrimiento del campesino dominicano hicieron de su gestión la única que no estuvo al servicio de la oligarquía).
Los orígenes de Leonel Fernández se encuentran en la baja pequeña burguesía, la misma que alumbró al déspota y criminal Rafael Leónidas Trujillo Molina. Las mejores referencias las ofrece Wikipedia: “Leonel Antonio Fernández Reyna nació el 26 de diciembre del 1953 en Villa Juana, un barrio de clase media-baja-baja de Santo Domingo en la República Dominicana. Hijo de José Antonio Fernández Collado y Yolanda Reyna Romero, más tarde su familia emigró a los Estados Unidos donde pasó toda su infancia y algunos años de adolescencia, básicamente Washington Heights, Nueva York” (sic).
Lo de “media-baja-baja” es la complicación natural que se da el sistema capitalista para la explicación de la división de clases, basada erróneamente en las categorías de las personas por la condición social –de primera, de segunda…-; lo que quiere decir Wikipedia cuando señala “en Villa Juana, un barrio de clase media-baja-baja”, desde el horizonte marxista –o boschista (marxismo regionalizado)-, es que sus orígenes están en la capa baja de la pequeña burguesía que, además, ramifica a la baja pobre y a la baja muy pobre.
Otro punto que ratifica el nivel social de Leonel Fernández es el destino neoyorquino final: “Washington Heights”, que es, por excelencia, el escenario de los guetos de última generación con que cuenta la metrópolis. En él viven los pequeños burgueses de las capas baja pobre y muy pobre que emigraron de la República Dominicana y que el país norteamericano (EE. UU.) ha acogido para la ejecución de los “trabajos marginales” que los naturales no realizan; viven, en un mismo y pequeñísimo departamento, cuatro y cinco familias sin el más mínimo respeto a la intimidad y en las condiciones más perjudiciales de insalubridad.
Es posible que, en un ambiente como el descrito, haya crecido el niño Leonel Fernández quien, incluso, después de haber regresado al país -y haberse investido de abogado en la Universidad Autónoma de Santo Domingo-, seguía haciendo visible, por la vestimenta y medio de transportación, la posición que la división de clases le otorgaba (el poder adquisitivo propio de su trabajo no era suficiente para el cambio de imagen): pequeña burguesía de la capa baja propiamente dicha -en virtud del limitado ejercicio de su profesión-, de la que saldría como candidato a la primera posición del Estado por el Partido de la Liberación Dominicana. La presidencia de la República se encargaría de premiarlo con la categoría de alto pequeñoburgués, clase a la que el cargo, intrínsecamente, lleva a todo el que lo ocupe.
Continuará...
Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
17 de noviembre de 2012