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II.- Jamás cambiará EE. UU. su forma de escoger al presidente

Si Bernie Sanders, catalogado de socialista, hubiese optado por nominarse por una organización política diferente, y hubiera ganado con mayoría simple de votos electorales (asumamos 190 para Sanders -no los 270 requeridos-, 175 para Trump y 173 para Hillary Clinton), no sería él la persona que el Congreso escogería para presidir la nación.

¿Cambiará la forma de elegir al presidente en Estados Unidos? ¡Jamás! Lo que produce frutos no se cambia, mucho menos cuando se ha estructurado tal poder económico y militar, que ha sabido proporcionar a sus súbditos el más alto nivel de protección, autoestima y calidad de vida al margen del conocimiento sociopolítico. Ciudadanos con avances tecnológicos al alcance de sus manos, con alimentación, alojamiento y servicios asegurados, incluyendo entretenimiento y diversión, jamás tendrán que acudir a la sabiduría y al entendimiento para transformar su sistema político. No es fortuito que Estados Unidos sea uno de los pocos países industrializados incapaces de darse gobiernos socialistas.

Cuando los candidatos más importantes son del sistema (de los Partidos Republicano y Demócrata), como sucedió en el año 2000 y acaba de suceder ahora, en el 2016, la situación parece tener solución ante los ojos del pueblo (George W. Bush le "ganó" a Al Gore habiendo este sacado 543 mil 895 votos populares más, de la misma forma que Donald Trump le gana a Hillary Clinton habiendo contabilizado esta, hasta el momento en que escribimos este artículo, 668 mil 483 votos populares por encima). En la eventualidad de que surgiera un tercer candidato con posibilidades reales, que lógicamente estaría en desacuerdo con el sistema, la nación más poderosa del mundo diseñó un proceso de selección que, de no alcanzarse el mínimo de compromisarios electorales, da poderes al Congreso para escoger al que considere "idóneo" para ocupar la jefatura del Estado.

Si Bernie Sanders, catalogado de socialista, hubiese optado por nominarse por una organización política diferente, y hubiera ganado con mayoría simple de votos electorales (asumamos 190 para Sanders -no los 270 requeridos-, 175 para Trump y 173 para Hillary Clinton), no sería él la persona que el Congreso escogería para presidir la nación. Con toda seguridad la señora Clinton sería seleccionada, incluso por encima de Donald Trump, porque encarna todo lo que el establishment requiere para consustanciarse. El señor Trump también, aunque sin el “curriculum” que ella exhibe y sin “la experiencia imperial” que ella encarna. Además, el acaudalado empresario ha demostrado ser, al margen de su éxito económico, una persona que luce incapaz de articular las políticas necesarias para que el imperio prevalezca.

Surge una esperanza para la señora Clinton, sus “fieles seguidores” y, por qué no, para ese reducido grupo que controla y manipula la humanidad: la señora Clinton aún puede ser seleccionada presidente de Estados Unidos. No existe una disposición constitucional o una ley federal que requiera de los compromisarios votar según los resultados. La Suprema Corte no se ha pronunciado al respecto y la Constitución no contempla sanción por incumplimiento; ningún elector ha sido enjuiciado por no honrar el voto comprometido. Se ha hecho costumbre, buscando fidelidad a sus compromisos, que los electores sean escogidos por sus años de lealtad al partido y que ocupen posiciones de liderazgo.

Podría ser tarea titánica, de política al estilo de “House of Cards” y muchos millones de dólares, ya que la diferencia sería de 74 votos electorales [306 correspondientes a Donald Trump y 232 a Hillary Clinton, siempre que se mantenga la ventaja que el candidato del Partido Republicano exhibe, con el 96% de los votos computados al día 9, en el estado de Michigan (hoy se cumplen 5 días sin cambios en esos resultados; bastante raro, ¿no?)], por lo que habría que “convencer”, por la vía y los métodos “que sean necesarios”, a por lo menos 38 compromisarios (22 si Trump “pierde” Michigan). De “esta forma” Hillary Clinton alcanzaría los 270 votos que el sistema de votación requiere para seleccionar al presidente de una nación desprovista de nombre real y que se hace llamar Estados Unidos.

¿Qué sucederá el lunes 19 de diciembre (primer lunes después del segundo miércoles de diciembre del año electoral), día en el que los electores del Colegio Electoral se reúnen en sus respectivas capitales de estado para depositar sus votos? Esperemos…

Fin...

Nemen Hazim
13 de noviembre de 2016
San Juan, Puerto Rico