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[Completo] El peligroso derrotero al que Estados Unidos está llevando a la humanidad...

En medio de tanta confusión, se requiere de informaciones precisas. No se debe seguir validando la propaganda imperialista (con sus miedos y mentiras); se hace necesidad cribar las noticias con un poco de sentido común y algo de cautela. Es obligatorio contrastar la información en distintas fuentes para la formación del juicio básico acerca de lo que es mentira y lo que es verdad. Occidente, con los yanquis como rectores, se ha empecinado en censurar cualquier testimonio proveniente de Rusia, China, Irán o cualquier otra nación que no se arrodille a sus caprichos. Con un público envuelto en la menudencia y la vulgaridad, y con las herramientas estratégicas para manipularlo, Estados Unidos ha comenzado a recorrer un peligroso camino que podría llevarlo al mismo final que la vida real le deparó al nazismo. El imperialismo, o pentagonismo, como se le quiera llamar, en su etapa final, ha comenzado a dar zarpazos a ciegas que podrían acercar a la humanidad a una tragedia de proporciones nunca antes vistas...

El peligroso derrotero al que Estados Unidos está llevando a la humanidad...
"Quienes van a ser persuadidos por la propaganda deben estar completamente inmersos en sus ideas, sin darse cuenta de que forman parte de ella"

Adolf Hitler escribió que la tarea primordial de la propaganda "no consiste en hacer un estudio objetivo de la verdad, en la medida en que favorece al enemigo para luego exponerla ante las masas con justicia académica; su tarea es servir a nuestro propio derecho, siempre y de manera inmutable". De esa manera, en 1933, poco después de haber tomado el poder, Hitler creó un Ministerio del Reich para "Ilustración Pública y Propaganda", a cargo del cual estaría Joseph Goebbels, uno de sus colaboradores más cercanos, conocido por su gran talento como orador, profundo antisemitismo y respaldo a una rancia discriminación racial.

El Ministerio estableció leyes de control, vigilancia y censura absoluta en toda la producción cultural del país; coartó las libertades de opinión, prensa e individuales, a la vez que "legalizaba" los registros de viviendas y facilitaba la confiscación de bienes.

«La prensa es un gran tablero en el que el gobierno puede jugar»

La función de dicho ministerio consistió en la elaboración de material antisemita y pro nazi para el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán "a través del arte, los libros, la radio, los materiales educativos y la prensa". Goebbels estuvo, por tanto, "al mando de una maquinaria de propaganda que impregnó todos los ámbitos de la sociedad alemana". [Joseph Goebbels y el decálogo de la manipulación nazi]

¿Qué hicieron los nazis con tan eficiente maquinaria de odio? Usaron la propaganda para ganarse el apoyo de la mayoría de los alemanes (primero durante la efímera democracia posterior a la Primera Guerra Mundial, y posteriormente durante la dictadura), con el fin de facilitar la persecución y el exterminio. Con técnicas modernas para la época, encubrían y diseminaban sus mensajes dándole forma a la opinión y estableciendo patrones conductuales en el carácter del pueblo alemán. La propaganda nazi fue determinante en la creación de una "raza superior" que germinó, con el odio y la indiferencia de toda la sociedad, en la alienación para extinguir al pueblo judío europeo.

«Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan»

La educación en el Tercer Reich se ejerció bajo la influencia del nacionalsocialismo; «los educadores e intelectuales nazis exaltaban la raza nórdica y otras razas “arias”, y clasificaban a los judíos y a otros pueblos considerados inferiores como “razas bastardas”, parásitas, incapaces de crear una cultura o civilización». [La propaganda nazi. El adoctrinamiento de la juventud]. ¿Cuál fue el resultado de tan vil adoctrinamiento? Una guerra mundial que originó con el odio y las ínfulas de supremacía y desencadenó el exterminio de seis millones de judíos europeos, la destrucción y devastación de prácticamente toda Europa y varios países de otros continentes, y la aniquilación de la aterida cifra de 55 millones de personas.

«Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave»

Museo Nacional de Historia de EE. UU. - Escena que muestra a los mexicanos, "seres inferiores", mientras eran "fumigados". Muchos no sabían qué les estaban rociando. Un funcionario norteamericano, enmascarado, fumiga la cara de un joven mexicano desnudo con el pesticida DDT en un centro de procesamiento en Hidalgo, Texas, mientras otros esperan en fila.

¿Nació y terminó con Hitler toda esa maldad?

Para nada. En las primeras décadas del siglo XX, poco antes de que Hitler adquiriera notoriedad, ya Estados Unidos hacía carrera con la expoliación y la mendacidad. Los norteamericanos, esos "seres superiores que Dios creó", empleaban, desde 1917, DDT y Zyklon B para fumigar a los inmigrantes mexicanos, catalogados como "sucios piojosos indigentes" que "sin duda, van a traer y propagar el tifus". Los mexicanos, considerados de "segunda clase", eran sometidos a abusivos chequeos que incluían vejaciones y revisiones de sus partes más íntimas. Debían pasar por un proceso de fumigación cual insecto en una madriguera. Pero lo peor no era eso: debían ser ultrajados en sus propias tierras, que les habían sido despojadas por la avaricia y el germen imperialista con los que se formó un país que vino a este mundo a destruir, saquear y asesinar "en nombre de la democracia y la libertad".

«Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar»

Los trabajadores agrícolas eran sometidos a una serie de injusticias y abusos. "Muchos se enfrentaron a alojamiento deficiente, discriminación e incumplimiento de contratos, incluso fueron estafados al recibir sus salarios. Pese a estas investigaciones, ningún presidente o autoridad de alto cargo a nivel nacional en EE. UU. ha ofrecido disculpas públicas ni reparaciones por los efectos negativos que desencadenó el programa; tampoco existe una investigación exhaustiva sobre el impacto de pesticidas, incluido el DDT, en la salud de millones de braceros que fueron fumigados". [El gas usado para "desinfectar" a mexicanos en EE. UU. que sirvió como ejemplo a la Alemania nazi].

«La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas que deben repetirse incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas»

De la tiranía de Estado a la tiranía mundial: del aparato represivo del Estado a la hegemonía de la información

La propaganda que sirvió a Hitler/Estado nazi sería la misma a la que apelaría Estados Unidos, a quien le funcionaría a la perfección porque la sociedad gringa ha sido condicionada para formar parte de ella de manera consustancial. No analiza, no juzga, no cuestiona, como viene sucediendo con otras sociedades que se han ido integrando a ese conglomerado de autómatas para no objetar; para aceptar, de manera robótica, lo que ese enorme complejo de la propaganda dicta por vía de los grandes emporios de la comunicación. ¿Cuál es la nacionalidad de estos exponentes?
John Bolton: "Como alguien que ha ayudado a planear golpes de Estado, no aquí, en otros lugares, se necesita mucho trabajo".

James Woolsey: "Probablemente [hemos intervenido en las elecciones de otros países], pero era para el bien del sistema, para evitar que comunistas tomaran el poder, por ejemplo en Europa en 1947, 48, 49, con los griegos y los italianos; [continuamos haciéndolo] sólo por una muy buena causa y siempre en el interés de la democracia".

Mike Pompeo: "Mentimos, engañamos y robamos. Teníamos hasta cursos de entrenamiento. Era como si tuviéramos todos los cursos de capacitación".
El embelesamiento no permite a los ciudadanos yanquis ni a sus rémoras cuestionarse cómo es posible que semejantes barbaridades sean dichas (y hechas) sin régimen de consecuencias. El poder de Hitler y Goebbels descansaba en el aparato represivo del Estado; el de Estados Unidos ha mutado al poder que la oligarquía ejerce sobre los medios de difusión, y es este poder, cuyas estructuras se multiplican dentro de un frente oligárquico bastante amplio (bancos, Pentágono, industria de guerra, universidades, etc.), el que rige los destinos de una gran parte de la humanidad, haciéndola compromisaria de la hecatombe que se hace previsible en estos momentos.

«Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones fragmentarias»

Desde sus orígenes comienza Estados Unidos a fomentar la supremacía enfermiza, a difundir mentiras y calumnias y a apropiarse de lo ajeno:
A partir de la carta que Luis de Unzaga le escribe a George Washington, «el nombre de 'los 13 estados' o 'los 13 estados unidos' -como se conocía a EE. UU. en la Declaración de Independencia- se convierte en Estados Unidos de América», con lo que se usurpa lo que se dio a conocer como “Nuevo Mundo” (América).

En 1786, Thomas Jefferson, uno de los más prominentes fundadores de la nación norteamericana, diría: “Nuestra Confederación debe ser considerada como el nido desde el cual toda América, así la del Norte como la del Sur, habrá de ser poblada. Más cuidémonos (...) de creer que interesa a este gran Continente expulsar a los españoles. Por el momento aquellos países se encuentran en las mejores manos, y sólo temo que estas resulten demasiado débiles para mantenerlos sujetos hasta que nuestra población haya crecido lo suficiente para írselos arrebatando pedazo a pedazo”.

En 1823, el mismo Jefferson sentenciaría: “Yo confieso, con toda sinceridad, que siempre consideré a Cuba como la adición más interesante que pudiera hacerse a nuestro sistema de Estados. El control que con la Florida nos daría esa isla sobre el Golfo de México y los países del istmo contiguo [Centroamérica], así como [sobre] las tierras cuyas aguas desembocan en el Golfo, asegurarán completamente nuestra seguridad continental”.

John Adams no se quedaría atrás con una de las típicas expresiones de superioridad de los norteamericanos: “La gente de Kentucky está llena de ansias de empresa y aunque no es pobre, siente la misma avidez de saqueo que dominó a los romanos en sus mejores tiempos. México centellea ante nuestros ojos. Lo único que esperamos es ser dueños del mundo”.

John Quincy Adams tampoco: "Por su ubicación geográfica, Cuba y Puerto Rico constituían apéndices naturales de Estados Unidos".
Ante tanta arrogancia, tanta mentira y tanta expoliación, Simón Bolívar se vería precisado a sentenciar:
"Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar la América de miserias a nombre de la Libertad".

"Recomiendo a Usted [Santander] que haga tener la mayor vigilancia sobre esos americanos que frecuentan las costas: son capaces de vender a Colombia por un real".
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«Guardar silencio ante las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contra programando con la ayuda de medios de comunicación afines»

La “propaganda” de Goebbels había que enterrarla; se hacía necesario articular otras maneras de implementar la propaganda, por lo que la CIA se vio precisada a elaborar tres vertientes: la “blanca”, la “gris” y la “negra”: la blanca, para ponerla en práctica de manera abierta, proveniente de agencias gubernamentales de Estados Unidos; la gris, a ejecutarse por personas u organizaciones ajenas al gobierno de Estados Unidos como responsable del material; y la negra, «que no se atribuye a ninguna fuente, o se atribuye a una fuente inexistente, o bien es materia falsa atribuida a una fuente real. La CIA es la única agencia del gobierno de los EE. UU. autorizada a participar en operaciones de propaganda negra, pero también comparte las responsabilidades de la propaganda gris de otras entidades» [La propaganda anticomunista durante la Guerra Fría]

Estados Unidos entendía que estaba destinado a expandirse hacia los territorios no conquistados de América del Norte y sobre América del Sur. Tan descarada teoría, concebida durante el gobierno de James Monroe y sostenida hasta el día de hoy, ha mantenido la convicción nacional de que Dios eligió a los Estados Unidos para ser una potencia política y económica, una "nación superior".

¿Qué dijo Franklin Pierce, presidente de EE. UU. de 1853 a 1857: «Las conquistas y la expansión son compatibles con las instituciones de Estados Unidos; la adquisición de ciertas posesiones en el Hemisferio Occidental que “aún no están bajo la bandera norteamericana son sumamente importantes para la seguridad nacional y quizá esenciales (...) para la preservación del comercio y la paz del mundo”».

Para Abraham Lincoln, Estados Unidos representaba «la última mejor esperanza en la tierra, y que por ello no podía esconderse en tiempos de conflicto y dejar que la historia evolucionara por sí sola», expresión que, para estar en consonancia con las aberraciones formuladas por mandatarios anteriores, se convertiría en una mancha que le acompañaría, no sólo hasta el día de su asesinato sino, hasta nuestros días.

Entre 1882 y 1898, las intervenciones de Estados Unidos en México, Panamá, Guatemala, Haití, Argentina, Chile, República Dominicana, Nicaragua, Brasil, Cuba y Venezuela fueron constantes, siempre bajo los mismos pretextos: tránsito de bandidos por la frontera, libre circulación, carácter político de los movimientos integracionistas latinoamericanos, resguardar el patrimonio de sus ciudadanos, proteger a sus diplomáticos, preservar la vida y las propiedades de sus nacionales, derecho de compensación por daños a sus pertenencias, reciprocidad comercial, compra de armas, etc. Lo peor de todo es que esas fechorías las cometió fuera de sus fronteras naturales, arrogándose un derecho de pertenencia sobre toda la América nuestra que, según sus fundadores, "le había sido otorgado por Dios".

«Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas»

«Nuestro objetivo en la guerra fría no es conquistar o someter por la fuerza un territorio. Nuestro objetivo es más sutil, más penetrante, más completo. Estamos intentando, “por medios pacíficos”, que el mundo crea la verdad. La “guerra psicológica” será el recurso a emplear para extender esta verdad. Es la lucha por ganar las mentes y las voluntades de los hombres» [Dwight D. Eisenhower]

“Se trata de utilizar a cualquier hijo de puta siempre que fuera anticomunista” [Harry Rositzke, antiguo colaborador de la CIA]


Desde su participación en la Primera Guerra Mundial, de la que Estados Unidos saldría convertido en un poderoso imperio, los desmanes cometidos contra otras naciones se multiplicarían, en ocasiones varias veces contra un mismo país, y por las mismas causas esgrimidas para, como dueño y señor del mundo, establecer por la fuerza "reglas de juego" favorables a sus mezquinos intereses. Toda acción por parte de otro gobierno debía supeditarse a los intereses norteamericanos. Tal fue, y sigue siendo, el poder ejercido en toda América, que hasta el pensamiento crítico debía, y debe, ser condicionado al supremacismo yanqui.

En 1965, en República Dominicana, militares constitucionalistas iniciaron una revolución armada por la vuelta a la Constitución de 1963 y el retorno de Juan Bosch al poder, lo que provocó la ira de Washington y el envío de 42 mil soldados equipados con modernas armas que poco sirvieron al imperio para arrodillar al bravo pueblo dominicano... En los próximos diez años, hasta 1975, Bolivia, Argentina, la misma República Dominicana, Nicaragua, Uruguay, Chile y Perú sufrirían los zarpazos de la Casa Blanca, del Pentágono y de la CIA, ya sea bajo los acostumbrados golpes de Estado, la modalidad de elecciones amañadas o con el apoyo militar y financiero a dictadores sangrientos que sojuzgaban a sus pueblos.

Los desmanes que comete Estados Unidos no interesan para nada a su pueblo, que desestima hasta los más insólitos reconocimientos de las felonías que cometen sus propios funcionarios. Ni siquiera son necesarias las mentiras; las aberraciones se hacen públicas con la mayor insolencia. No se guardan las formas. Cuando un imperio entra en esa etapa de prostitución, de no importarle nada, de que todo le da igual, es síntoma de que ha iniciado el camino de la decadencia; Rusia y China, las dos superpotencias que han revertido ideologías de antaño y han creado economías iguales o superiores a la norteamericana (en el mismo ámbito capitalista), están prácticamente en el nivel superior en que se encuentra el poderío militar yanqui.

«Llegar a convencer a mucha gente que se piensa “como todo el mundo”, creando impresión de unanimidad»

Según la idiosincrasia yanqui, "Los tiranos tienen una confianza megalómana en sus propias habilidades; se consideran liberadores de todos los sufrimientos. Están convencidos de que sólo ellos pueden salvar al mundo. Se creen el centro del universo y piensan que todo debe suceder según su voluntad. Buscan a quien culpar y se presentan como únicos salvadores". Necesitan, más que nada, "un militar despiadado que haga cumplir los caprichos por medio de la fuerza" [el Pentágono] y "un jefe de propaganda que controle las informaciones y dé rienda suelta a la insistencia y la repetición" [CNN, FOX, NBC, CBS, ABC, etc., etc., etc.]. ¿Alguna diferencia con los métodos de Hitler y Goebbels?

Roosevelt modificó la política exterior de Estados Unidos apelando al ‘Gran Garrote’, "postulado" que retomaba los argumentos de la Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto, que de nuevo sólo tendría la claridad que la palabra "garrote" le impregna a las acciones que definen el comportamiento de EE. UU. en el contexto externo y la oficialidad del carácter tiránico.

Esta foto representa la versión más acabada de la propaganda yanqui (versión mejorada de la hitleriana) para ir creando en la mente del espectador lo terrible que era el enemigo (Japón). Se hizo circular mucho antes de que las bombas atómicas fueran lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. Ya la mente del norteamericano común (por encima del 97% de la población de Estados Unidos) contaba con estereotipos de los "satánicos" japoneses: representaban la maldad, el demonio... ¡Había que aniquilarlos! ¿Y qué mejor manera que recurrir a las bombas atómicas, que servirían, además, para sugestionar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)?

Estados Unidos pondría fin a la Segunda Guerra Mundial al lanzar dos bombas atómicas (en dos ciudades japonesas) que provocarían desolación y muerte entre la población civil que nada tenía que ver con el ejercicio bélico (con tan ruin acción pasaría a convertirse en el único país en lanzar bombas nucleares contra seres humanos, ¡y todavía se arroga el derecho de prohibir su fabricación a otras naciones!). Para silenciar semejante atrocidad, Estados Unidos apela a la máquina de propaganda y enjabona los cerebros de los apocados.

Rambo III fue una película que los gringos dedicaron "al pueblo valiente de Afganistán". ¿Quiénes fueron esos "valientes" que enfrentaron a la URSS? ¿A quiénes se refería el presidente Reagan cuando dijo «Ver los valientes afganos luchadores por la libertad contra modernos arsenales "con simples armas de mano" es una inspiración para aquellos que aman la libertad»? Es tanto el engaño envuelto en todo desafuero emprendido por el imperialismo yanqui que llega un momento en que no encuentra cómo desenmarañarlo. Realmente, la película está dedicada a los "valientes combatientes muyahidines de Afganistán", esos querubines que tumbaron las Torres Gemelas, destruyeron parte del Pentágono, poco les faltó para arrasar con la Casa Blanca y arrebataron la vida a más de 3 mil inocentes.

La destrucción causada por el imperio del mal no es cuantificable en moneda alguna; la vida de un ser humano que interactúa fuera de sus fronteras no vale un céntimo; la violación a reglamentaciones internacionales, emanadas por las organizaciones que han sido creadas para mantener la paz y la armonía entre las naciones, no preocupa en absoluto a la tiranía mayor, mucho menos a su pueblo, que aprueba sin el menor reparo sus atrocidades y es, en gran medida, beneficiario de las riquezas puestas a su disposición, provenientes de la depredación, la devastación y el exterminio.

Estados Unidos, con frentes abiertos al mismo tiempo contra dos naciones que cuentan con armas de destrucción masiva en cantidades iguales o superiores a las que posee, está llevando a la humanidad a una hecatombe... Vladímir Putin se adelantó a lo que a todas luces era visible: la Federación Rusia debía ser desmembrada, no en siete Estados como Yugoslavia, sino, en 22, que es el número de Repúblicas que la conforman.

Aun con acuerdos que pongan fin a la crítica situación geopolítica actual, no hay forma de frenar una Segunda Guerra Fría, que inició en el más gélido ambiente del golpe de Estado perpetrado por Estados Unidos en 2014 en Ucrania -cuyos ciudadanos podrían morir todos y a Estados Unidos le importaría un bledo- y ha comenzado a calentarse con las llamas que significan la propia Ucrania y Taiwán. Sólo con reconocer las bellaquerías que comete, la pérdida de su poder hegemónico y la aparición de dos nuevas super naciones -que proporcionan equilibrio al orden internacional-, puede el imperialismo yanqui poner punto final a tan aciago momento; de lo contrario, el día final dejará de ser un celuloide o el clisé favorito de los oportunistas religiosos en su búsqueda constante de nuevos "siervos".

Los medios de comunicación de masas actúan como voz de ultratumba; dirigen la información y la canalizan en un ambiente mundial cada vez más enajenado, convirtiendo seres humanos en zombis. Hay toda una estructura creada, sujeta a todo tipo de escrutinio de la conducta humana, para hacer de la propaganda la máquina perfecta de manipulación que antaño sirvió a los nazis y hoy permea lo inimaginable. El salto ha sido cualitativo, pero perjudicial: del aparato represivo del Estado al aparato oligárquico que encarnan las grandes industrias de las noticias y del espectáculo. De las armas y la represión al lavado de cerebro con mentiras y falsedades; el primero tenía sus propias fronteras y el segundo goza de un campo de acción infinito.

Las diez estrategias más comunes y efectivas a las que recurren las agendas “ocultas” para manipular la población (específica o mundial) a través de los medios de comunicación

Según Noam Chomsky, estas son las 10 estrategias de manipulación mediática:
1. La estrategia de la distracción
Desviar la atención del público de los problemas importantes de la sociedad y de las decisiones tomadas por las élites político-económicas, mediante el bombardeo continuo de informaciones llamativas, pero insignificantes. Impide al público interesarse y centrarse en la adquisición de los conocimientos esenciales en materias vitales: ciencia, tecnología, economía... Mantener al público ocupado, sin tiempo para pensar por sí mismo.

2. Crear problemas para, después, ofrecer soluciones
Se crea un “problema controlado” para que el público, ante sus “efectos”, demande una “solución” que interesa a la clase dominante.

3. Estrategia de la gradualidad
Aplicar una medida dura -inaceptable de ser aplicada en su totalidad de forma inmediata-, poquito a poco, "despacito, despacito"... en períodos sucesivos.

4. La estrategia de diferir
Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Se presenta una decisión impopular hoy como “imprescindible, dolorosa y necesaria”, obteniendo así su aceptación pública, para su aplicación en un futuro no muy lejano. La masa espera ingenuamente que “todo tiende a mejorar” y que el sacrificio anunciado podrá ser evitado. Se acostumbra a la idea del cambio y lo acepta resignada cuando llega el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad
Mensajes simples –contenido, argumento, personaje, entonación– para personas de edad mental de 12 años. Emocionantes y sugestivos, de fácil asimilación y de previsible y controlable reacción, desprovista de sentido crítico.

6. Motivar por la emoción y no por la reflexión
La emoción –ira, alegría, envidia, odio, etc.– impide el análisis racional y el sentido crítico de las personas. El registro emocional graba en el inconsciente ideas, deseos, miedos, temores, que inducen comportamientos.

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad
La educación dada a la masa debe ser la más simple y mediocre, de manera que siempre se la mantenga en la ignorancia de la tecnología y alejada del conocimiento de los medios necesarios para su control.

8. Estimular al público para que desee la mediocridad de la igualdad
Lo mediocre, al ser mayoritario, es lo deseable en defensa de la “igualdad”. Por ello, se debe promover a que la masa crea que “la moda” es ser estúpido, vulgar, inculto...

9. Reforzar la auto culpabilidad
Hacer creer a cada individuo que sólo él es el culpable de su propia desgracia, por la insuficiencia de su inteligencia, de su capacidad y/o de su esfuerzo. Se le genera así un estado depresivo de auto inculpación y baja autoestima, que le inhibe para la acción. Y, sin acción, no hay ni evolución ni revolución.

10. Conocer a los individuos mejor que lo que ellos mismos se conocen
Gracias a las nuevas ciencias y tecnologías, -biología, psicología, TIC y Big Data, etc.- las élites del “sistema” consiguen tener un conocimiento avanzado del comportamiento del ser humano. Conocen mejor al “individuo mediocre” que lo que cada persona se conoce a sí misma. Así, “el sistema” ejerce un poder sobre los individuos mayor que el control de cada persona sobre sí misma.
«Goebbels utilizó en su momento todos los medios de comunicación a su alcance. No sólo controlaba los periódicos y la floreciente industria cinematográfica germana, sino también ese nuevo invento, la radio, el “receptor del pueblo” que se colaba en los hogares alemanes a cualquier hora. Si hubiera podido servirse de la televisión y las aplicaciones que todos utilizamos a cada instante hoy en día, la eficacia de su propaganda podría haber sido aún mayor. Su propaganda apuntaló el acceso al poder del partido nacionalsocialista y sirvió para trasmitir los mandamientos del indiscutible líder (cuya palabra era ley). Pero lo malo es que su legado parece tener herederos intelectuales bien dispuestos a poner en práctica sus eficaces recomendaciones y alimentar la infodemia imperante.

«Nos hemos acostumbrado a hablar de fake news para designar los bulos y trolas que corren por las redes o a designar como “hechos alternativos” patrañas que pretenden escamotear datos objetivos. En el Siglo de la Ilustración se creía que bastaba con acceder al conocimiento para erradicar los estragos del fanatismo. Sin embargo, ahora tenemos un exceso de información y lo que falta es saber cribarla para no verse programado por las consignas o eslóganes que se repiten hasta la saciedad, calando en un imaginario colectivo que formatean estos mensajes extraordinariamente simples e incluso contradictorios». [¿Seguimos viviendo bajo los principios de propaganda de Goebbels?].

«Nunca antes nuestra dependencia de los medios digitales había sido tan evidente como durante la actual crisis sanitaria. El confinamiento y la necesidad del distanciamiento entre personas físicas nos empuja a trasladar los contactos sociales al mundo virtual. Internet ha invadido nuestras vidas de manera irreversible. El mundo digital se ha convertido en una parte integral de nuestro mundo de la vida. Nos protegemos del contagio comunicándonos a través de dispositivos digitales, pero ahí paradójicamente nos encontramos con una amenaza viral que traspasa las pantallas y afecta las mentes de los usuarios: los bulos, las fake news y las teorías de conspiración que menudean en ese entorno.

Las "fake news" se constituyen en una de las principales armas a las que acude la perversa propaganda yanqui. Los gobernantes de Estados Unidos (el Pentágono... el establishment) se basan en la mentira para justificar sus desafueros en todo el mundo: "las armas químicas de Saddam Hussein", el "establecimiento de la democracia en la Libia de Muammar Gaddafi", "el control que ejercían los comunistas en la Revolución de Abril de 1965 en República Dominicana", etc.

«Las fake news no son más que la variante digital de los bulos de toda la vida: desinformación vertida en redes sociales con la intención de causar incertidumbre, distorsionar la visión de la realidad y vender ideologías o productos. Lo novedoso consiste en que el propio diseño de las plataformas a través de las cuales se difunden asegura su proliferación mediante algoritmos que producen efectos como cámaras de eco y filtros de burbujas. Su propagación masiva contribuye a la solidificación de nuevos criterios, de un cambio furtivo de la racionalidad y del sentido común, de lo que nos convence y parece creíble. Los límites entre lo real y lo virtual, entre el hecho y su interpretación, entre verdad y mentira, se desdibujan.

«Están surgiendo nuevas reglas de discurso, una retórica que se basa en estrategias escépticas y relativistas y que mide todo en términos cuantitativos. Jugando con miedos y prejuicios latentes, estas estrategias socavan el fundamento de nuestro conocimiento. En una cultura donde la opinión pública está dominada por referentes sociales (los denominados influencers, que dependen de emocionales likes), las puertas al populismo y la manipulación están bien abiertas.

«¿Estamos entonces en el camino hacia una sociedad entregada a la posverdad, impregnada de odio y miedo, de escepticismo y desconfianza, de tal manera que cualquier debate cuidadoso, crítico y equilibrado se hace imposible?

«El componente deliberativo inherente a cualquier democracia que se precie necesita ciudadanos autónomos, bien informados, críticos y responsables, pero el ciudadano digital está en camino de perder precisamente estas virtudes. Las redes sociales han contribuido a la extrema fragmentación ideológica de la esfera pública. Se han creado universos políticos en paralelo, de tal manera que los simpatizantes de diferentes partidos políticos están percibiendo ahora realidades diferentes.

«La lógica de la publicidad entra cada vez más en las tácticas políticas, convirtiéndolas en estrategias de marketing y aprovechándose de mecanismos psicológicos que producen perspectivas sesgadas. Sesgos cognitivos como el sesgo de confirmación, la polarización de grupo que radicaliza las opiniones, los efectos de repetición o la excitación afectiva alimentan así una serie de falacias informales que inhiben el razonamiento crítico». [Coronabulos, conspiranoia e infodemia: claves para sobrevivir a la posverdad]

En medio de tanta confusión y tanta incertidumbre (guiadas por la oligarquía mediática que encabeza Estados Unidos), se requiere de informaciones precisas. No se debe seguir validando la propaganda imperialista (con sus miedos y mentiras); se hace necesidad cribar las noticias con un poco de sentido común y algo de cautela. Es obligatorio contrastar la información en distintas fuentes para la formación del juicio básico acerca de lo que es mentira y lo que es verdad. Occidente, con los yanquis como rectores, se ha empecinado en censurar cualquier testimonio proveniente de Rusia, China, Irán o cualquier otra nación que no se arrodille a sus caprichos. Con un público envuelto en la menudencia y la vulgaridad, y con las herramientas estratégicas para manipularlo, Estados Unidos ha comenzado a recorrer un peligroso camino que podría llevarlo al mismo final que la vida real le deparó al nazismo. El imperialismo, o pentagonismo, como se le quiera llamar, en su etapa final, ha comenzado a dar zarpazos a ciegas que podrían acercar a la humanidad a una tragedia de proporciones nunca antes vistas...

Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
2 de abril de 2023