II.- Ensañamiento desmedido contra Juan Bosch
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En un país que no lee ni da la dimensión a sus próceres ni a sus grandes hombres no es de extrañar que cualquier vividor del izquierdismo universitario de los años sesenta y setenta adquiera preponderancia por traer a la luz pública disparates encubiertos por décadas. Ese vividor del izquierdismo, hoy capitalista, irresponsable y consumado, propiciador de todas las infamias que Mario Vargas Llosa plasmó en “La Fiesta del Chivo”, no tiene calidad moral para hablar, mucho menos para expresar pendejadas en busca de protagonismo. Ese vividor no tiene nada que mostrar ante Juan Bosch ni ante el pueblo dominicano; es muy fácil hablar disparates, sobre todo cuando don Juan está muerto y sin defensores, salvo dos o tres que, a mucha honra y valor, tendrá que enfrentar.
Con la inversión de valores que vive la República Dominicana no es de extrañar que Joaquín Balaguer, Vincho Castillo, Leonel Fernández, Salvador Jorge Blanco, Antonio Imbert Barreras, Mario Read Vittini, Félix Bautista y un listado interminable de ladrones, corruptos, asesinos y traidores sean enterrados en el Panteón Nacional, como “verdaderos próceres”, y que Duarte, Sánchez, Mella, Luperón, Caamaño y Fernández Domínguez sean declarados traidores a la patria.
Los oligarcas dominicanos son muy pocos, pero controlan los medios de comunicación y determinan las informaciones que debe asimilar un pueblo ajeno a sus valores y a su historia: esos oligarcas trazan las pautas para que la conducta sea una equivocada y la inversión de valores se constituya en norma. Balaguer mató y doblegó la sociedad; Trujillo, además de saquear y esclavizar al pueblo dominicano, propició un genocidio que dejó más de quince mil haitianos muertos; Salvador Jorge Blanco robó y fomentó la corrupción, a la vez que se constituyó en el principal responsable de los cientos de muertos por la poblada que se originó cuando su gobierno dictó un alza en los precios de los artículos de primera necesidad, devaluó el peso dominicano y firmó un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional; Leonel Fernández saqueó el país e institucionalizó la corrupción, la burla y la indolencia como patrones de conducta en el ejercicio del poder… Entonces, ¿qué fue lo extraordinariamente malo que hizo Juan Bosch? ¿Merece ser sacrificado y calumniado el único líder político y jefe de Estado que no mató a nadie, que no robó… que cuando salió del poder lo hizo sin haber terminado de pagar los muebles de la casa donde vivía?
Hay periodistas que han hecho carrera escribiendo en contra de Juan Bosch; hay medios que diseminan la calumnia y la mentira porque es parte de “su modo de vida”. Esos mismos periodistas y esos mismos medios son los que han detractado en Dominicana a Hugo Chávez y hablan de “la dictadura de Maduro”. Es una lucha cuesta arriba y la libraremos… ¡Hasta el final! Juan Bosch no merece ese ensañamiento; fue humano y como humano cometió errores, pero nunca de la magnitud de los cometidos por el asesino Joaquín Balaguer, por el pilluelo y arrogante Jorge Blanco o por el corrupto, cínico e indolente de Leonel Fernández.
Leonel Fernández y Balaguer articularon aquel desgraciado y diabólico "Frente Patriótico" para despojar a José Francisco Peña Gómez de un triunfo seguro, y lo hicieron levantando la mano de un Bosch de avanzada edad en el que se advertía su decadencia física, llenándonos de vergüenza a quienes sabíamos que en plenas facultades mentales Juan Bosch nunca hubiera actuado de manera semejante. En aquel momento nos opusimos a tan descabellada y macabra acción y hoy también nos oponemos a que su nombre aparezca al lado de un vulgar asesino que aterrorizó la sociedad dominicana. ¡Bien hecho, Matías Bosch!
Fin...
Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
9 de mayo de 2014