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Nemen Hazim, nuestro padre: integridad, honestidad y sacrificio

Reconocimiento al más honesto e íntegro de los empleados públicos. Con un sueldo de subsecretario de Estado, nuestro padre nunca pudo comprarse un auto, ni fincas, ni tierras, ni segundas casas; tampoco pudo tener dinero para abrir un certificado de esos que la corrupción ha popularizado tanto entre los funcionarios

Como expresara el menor de sus hijos, "nuestro padre, después de cumplir 90 años, sufrió una leve fractura de cadera que, en menos de ocho meses, produjo severos cambios que lo llevaron aceleradamente a la paz eterna".

El no poder regresar el mismo lunes 28 de abril a República Dominicana nos permitió meditar acerca de algo muy importante que queremos compartir con amigos, conocidos, allegados, familiares e incluso adversarios en la forma de pensar, para quienes, en este mismo momento, expresamos gratitud eterna por la solidaridad que nos brindaron.

Nuestro padre ocupó en la antes conocida Secretaría de Estado de Trabajo todos los escalafones, desde el más bajo hasta desempeñarse como director general de Trabajo... desde el más bajo hasta convertirse en secretario auxiliar del secretario de Trabajo [cargo que en ese momento significó el de más preponderancia, ya que quien lo ocupaba se convertía en el cerebro del secretario de Estado (hoy ministro de Trabajo)].

Nuestro padre ejerció, diríamos que como funcionario -para no especificar cada escalón-, desde Trujillo hasta el último período de gobierno de Balaguer, del que salió pensionado y condecorado con el más alto honor que se otorga en el país a los empleados públicos.

¿Dónde radica la importancia de lo que queremos expresar? Nuestro padre fue el más puro ejemplo de lo que debe ser un empleado público. Nuestro padre tuvo en sus manos todas las oportunidades que los cargos que desempeñó brindan para la ejecución de lo mal hecho... y nunca violó el más mínimo de los preceptos éticos y morales en el ejercicio de sus funciones.

Con un sueldo de subsecretario de Estado, nuestro padre nunca pudo comprarse un auto... no pudo comprarse fincas, tierras, segundas casas... no pudo nunca tener dinero suficiente para abrir un certificado de esos que la corrupción ha popularizado tanto entre los funcionarios.

Habiendo sido el negociador por el Estado cuando la huelga llamada "paso de tortuga" que se llevó a cabo en el Central Romana, dirigida por Guido Gil, y con quien siempre mantuvo excelentes relaciones, renegó nuestro padre al ofrecimiento que recibiera por parte de la transnacional (cifra de seis dígitos, cuando el peso dominicano estaba a la par con el dólar), por aquellos años de sufrimiento y gloria comprendidos en la década de los sesenta.

Sólo mencionamos este ejemplo para no abrumar, pero muchas fueron las "oportunidades" que despreció por no comprometer su integridad. Nuestro padre murió con una pensión de cinco mil pesos; fue subsecretario de Estado de Trabajo y su pensión, hasta el 28 de abril de 2014, cuando alcanza “la vida eterna” (fecha maldita en la historia dominicana por conmemorarse la intervención militar norteamericana de 1965), fue de 5 mil pesos mensuales. Si sus hijos no hubiesen asumido la responsabilidad de cubrir sus necesidades nuestro padre hubiera muerto de inanición.

Funcionario ejemplar, honesto, serio, responsable, capaz… de más de cuarenta años en el servicio público, nuestro padre murió con una pensión de cinco mil pesos… y hoy, los ladrones que saquean el erario, con menos de 20 años en el gobierno, se retiran con pensiones de más de medio millón de pesos... con pensiones de más de un millón de pesos.

Ese es nuestro país, del que nos fuimos en 1988 porque nos cansamos de tantas inmundicias… Esta es otra más de ellas. ¿Qué herencia nos dejó? Ni un solo centavo… ni uno solo; pero mucha honestidad, abundante capacidad, demasiado compromiso con las mejores causas del pueblo dominicano, seriedad que no puede ser cuantificada y mucho valor para enfrentar las injusticias y las desigualdades donde quiera que se den.

De nuevo, gracias a todos por hacer que el dolor sea más llevadero. Han hecho, con su presencia, cartas, llamadas telefónicas y mensajes, y públicamente por esta red (Facebook) y otros medios virtuales, que veamos el verdadero significado de la vida: amor, amistad, solidaridad, comprensión... Incluso muchos han derramado lágrimas sobre nuestros hombros. Dios los bendiga a todos.

Nemen Hazim Bassa
7 de mayo de 2014
San Juan, Puerto Rico