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VII [Último].- Los descarríos de Leonel Fernández en la vida política dominicana...

Comprendemos que Andrés L. Mateo -escritor, novelista, poeta, filósofo, educador, crítico literario, ensayista e investigador dominicano, ganador del Premio Nacional de Literatura 2004- se exprese de manera culta, fina, elegante, decente..., pero nosotros -que hicimos nuestra investidura en Ingeniería Electromecánica (en la UASD), la carrera que, además de ser la más compleja para la época (1970-1976), era, junto a la de Agronomía, la de más "tigueraje", la de la "gentuza"-, que no somos novelista, ni poeta, ni crítico literario, ni filósofo, ni hemos ganado ningún premio de historia o literatura, debemos hablar en el lenguaje que la crápula que saqueó los recursos del pueblo dominicano entiende. Leonel Fernández, que llegó a considerarse "La Última Coca Cola del Desierto, Dios" (plasticidad divina le llama Mateo), es un corrupto, un cínico, un indolente, un perverso (Mateo llama demencial a la cantidad de dinero que saqueó, y diluyó a la forma en la que lo gastó), es todo lo malo que se le puede atribuir a un ser humano, porque, siendo un hombre inteligente, culto, formado por Juan Bosch (a quien traicionó), prefirió, además de gobernar para la oligarquía -antes que enfrentarla para despojarla de todos los privilegios de los que goza desde que Trujillo pasó a otra vida-, instituir un entramado de corrupción e impunidad que ha conmocionado a todo el país y que llevará tiempo extirpar de la sociedad.

"A la patria no se le usa, se le sirve": uno de los tantos postulados de Juan Bosch que Leonel Fernández hizo trizas

La corrupción, durante los doce años que gobernó Leonel Fernández, alcanzó niveles grotescos, nunca antes vistos, igualados sólo por Danilo Medina, su compañero de partido y bellaquería. Desde el golpe de Estado perpetrado contra Juan Bosch (por la oligarquía dominicana y el gobierno de Estados Unidos), lo hurtado al erario por los gobernantes de facto (militares), los triunviros y bajo la enclenque democracia que hemos vivido con la regencia de los partidos Reformista, Revolucionario Dominicano y Revolucionario Moderno, no se aproxima al desfalco cometido por nuestro adulterado Cantinflas (que perdone ese superbo mexicano que tanta gloria brindó a México y tanta felicidad proporcionó a todos los latinos; lo aludimos por las cantinfladas con las que el señor Fernández ha mantenido vigencia embaucando a los débiles de entendimiento) y su secta de malhechores morados y verdes. Habría que mantenerse en perenne trajín para estampar toda la truhanería cometida por el "discipulado" que de manera ignominiosa traicionó a Juan Bosch. El adalid de esa truhanería es un perturbado que de nuevo pretende camelar a los dominicanos.

Antes de concluir este opúsculo, debemos cristalizar los esfuerzos invertidos por Leonel Fernández en reelegirse, modificar constituciones y cuanta necedad se le ocurre con tal de enquistarse de nuevo en un poder que usó para pasear y saquear, y, peor aún, envilecer la sociedad dominicana hasta convertirla en una sin valores morales, enviciada, humillada, deshonrada... Como cuando le conviene apela a la figura de nuestro enorme Juan Bosch, comenzaremos a restregárselo cual lija a madera para pintura. ¿Por qué? Porque nadie más que Bosch combatió la reelección, y él, como buen "discípulo", mientras el Maestro tenía su mente presta, también lo hizo, pero tan pronto Bosch inició esa etapa normal de la vida en la que a los seres humanos, cuando envejecen, se les atrofia la memoria, el cobarde y traicionero Leonel Fernández comenzó la transformación que lo llevaría a convertirse en una farsa, en un ser incoherente, simulador, nada raro para un originario de la baja pequeña burguesía dominicana (la peor que ha conocido la América hispanoparlante).

«Tras su elección como presidente en la contienda del 20 de diciembre del 1962, Juan Bosch impulsó una reforma constitucional, la más democrática y avanzada que ha tenido el país, en la que se consignó la prohibición de la reelección presidencial, convirtiéndose este en un precepto invariable en toda su trayectoria política». Este señalamiento lo hicimos el 6 de marzo de 2007, ante la prematura campaña llevada a cabo por el PLD y el propio Leonel Fernández, y, para resaltar la posición de Bosch frente a la reelección -tarea a la que el Dr. Fernández dedicó mucho tiempo-, incluimos, en el artículo que lo recoge [La reelección], las palabras que plasmó en "El Partido" (páginas 103-105, Editora Alfa y Omega, 2.ª Edición): «Los dominicanos no se dan cuenta de lo que puede hacer un gobierno que está decidido a mantenerse en el poder. Dentro del sistema llamado de la democracia representativa no hay nadie ni nada que tenga la fuerza necesaria para impedir que un gobierno haga trampas para ganar unas elecciones y retener el poder. Lo único que evita que un gobierno falsifique los resultados de cualquier elección es el desarrollo político de la sociedad».

Leonel Fernández, durante su trayectoria, repitió hasta la saciedad lo perjudicial que resultaba la reelección; incluso, ante una eventual modificación a la Constitución, se sumó a la corriente que clamaba porque la misma se hiciera por vía de una Asamblea Constituyente [propuesta que incluso estaba consignada en el Programa de Gobierno del PLD para el período 2004-2008: «Propiciar la Asamblea Constituyente, compuesta por miembros electos libremente por la ciudadanía, como un órgano de amplia base popular que sea, por eso mismo, una genuina expresión de la democracia» (negritas e itálicas de NH)], pero cambió de parecer y se inventó una consulta popular (rollo que acostumbra a embarullar para burlarlo y hacer lo que le viene en ganas) bajo la cual impuso, casi de manera dictatorial, lo que más convenía a sus caprichos.

La cara típica del arribista dominicano

Sin los cojones necesarios para ejercer como dictador, pero con la argucia que le caracteriza, Fernández fue desarrollando un gobierno «carente de ética e irrespetuoso del orden jurídico establecido; un nuevo ejercicio de gobierno permanente, de fuerza dominante y de violación constante al orden institucional que nacía bajo el esquema de una "DICTADURA CONSTRUIDA POR LA MISERIA HUMANA, POR LA IGNORANCIA Y POR LA MEDIOCRIDAD"» [Aires de dictadura en República Dominicana]. Concluiría, tanto el segundo como el tercer período, irrespetando la Carta Magna y haciendo con el Estado, además de su fuente natural de riqueza, un aparato para la corrupción y la impunidad, para la permanencia vitalicia en el poder (de ahí sus pretensiones de acomodar la reelección a su gusto y la propuesta de modificación constitucional bajo la tutela de su "conceptualizada" figura), para sus viajes de placer, para sus reconocimientos internacionales bajo el esquema del soborno, para que sus jueces le otorgaran el perdón eterno...

«Para que haya un debate mis contrincantes tendrían que saber conceptualizar y si usted observa hay un déficit de conceptualización, y entonces frente a eso ir a un debate carecería de sentido, es una ridiculez, hay una severa crisis de pensamiento (sic)». Fueron las palabras que pronunció el presidente Fernández, ante la matrícula de la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), en el hotel Jaragua, el miércoles 9 de abril de 2008. Las mismas fueron parte de un enmarañamiento que hiciera con relación a su reelección a partir de 2012, sobre lo que señalamos que los miembros del PLD que justificaban «la reelección para el período 2008-2012 tendrán que hacerlo para los períodos 2012-2016, 2016-2020, 2020-2024; y así hasta que fallezca el Dr. Fernández, quien se estará repostulando mientras vida tenga, quizás con la anuencia de aquellos que hoy reciben salarios sin hacer ningún esfuerzo, y que el propio mandatario valida argumentando que si no se hace lo de las "nominillas" se cae el gobierno» [Ibíd.].

No puede haber mejor conclusión para este ensayo que lo publicado hace algún tiempo por Andrés L. Mateo: una relación de gastos que retrata al Dr. Fernández (exabogado de oficio; actividad que, según Hipólito Mejía, ejercía con anterioridad) de cuerpo entero ante la contienda que se avecina, misma que debe mantener alerta al electorado ante la labia de quien hizo carrera como un farsante profesional. Dice Mateo:
Entre el 2004 y el 2012 el Presidente Leonel Fernández salió del país 70 veces, y permaneció fuera de la nación 392 días [¡más de un año; sólo le faltaron tres días para completar un año y un mes vacacionando con fondos públicos que debieron destinarse a salud, educación, energía, etc.!]. Le acompañaron 1,556 personas y gastó US$49,100,000.00 (49.1 millones de dólares) [¡casi 50 millones dólares!], es decir RD$1,939,000,000.00 (1.939 billones o 1,939 millones de pesos). La descripción de gastos, arrojada contra los resultados concretos de estos viajes, es sencillamente demencial. US$23,900,000.00 (23.9 millones de dólares) se gastaron en transporte aéreo. US$1,300,000.00 (1.3 millones de dólares) en trasporte interno; los gastos en restaurantes se estiman en US$3,100,000.00 (3.1 millones de dólares), y en hospedaje $16,400,000.00 (16.4 millones de dólares). Igualmente, en compras del Presidente se diluyeron $4,100,000.00 (4.1 millones de dólares). Es extraordinariamente prolijo el detalle de gastos, y nadie en su sano juicio puede apoyar que este hombre que nos gobernó se constituyera una plasticidad semidivina, echando manos de los recursos públicos.
[Corchetes de NH].
Andrés L. Mateo -escritor, novelista, poeta, filósofo, educador, crítico literario, ensayista e investigador dominicano, ganador del Premio Nacional de Literatura 2004-, gloria del intelecto dominicano que con su exquisito lenguaje hace sentir a los adulterados peledeístas, cuando los juzga por su consuetudinaria vileza, como si estuvieran recibiendo merecidas honras

Recordamos una conversación con Andrés L. Mateo en un local en Nueva York -no podemos precisar qué actividad se realizaba-, en la que, bromeando, le expresamos: "Andrés, cuando escribes alguna crítica sobre algún acto reñido con la ley realizado por algún funcionario [Leonel Fernández incluido; para la época hacía de presidente], la persona aludida cree que le estás haciendo un reconocimiento, un homenaje". ¿Por qué traemos esta anécdota? Porque la expresión final con la que el intelectual dominicano termina la publicación citada se hace muy difícil de entender para el dominicano común. Nos atrevemos a decir que algunos considerarán sus palabras un halago y un agradecimiento a la figura del Dr. Leonel Fernández.

Comprendemos que el escritor, novelista, poeta, filósofo, educador, crítico literario, ensayista e investigador dominicano, ganador del Premio Nacional de Literatura 2004, se exprese de esa manera: culta, fina, elegante, decente... Pero nosotros -que hicimos nuestra investidura en Ingeniería Electromecánica en la UASD, la carrera que, además de ser la más compleja para la época (1970-1976), era, junto a la de Agronomía, la de más "tigueraje", la de la "gentuza"-, que no somos novelista, ni poeta, ni crítico literario, ni filósofo, ni hemos ganado ningún premio de historia o literatura, debemos hablar en el lenguaje que esa crápula que saqueó los recursos del pueblo dominicano entiende. Leonel Fernández, que llegó a considerarse "La Última Coca Cola del Desierto, Dios" (plasticidad divina le llama Mateo), es un corrupto, un cínico, un indolente, un perverso (Mateo llama demencial a la cantidad de dinero que saqueó, y diluyó a la forma en que lo gastó), es todo lo malo que se le puede atribuir a un ser humano, porque, siendo un hombre inteligente, culto, formado por Juan Bosch (a quien traicionó), prefirió, además de gobernar para la oligarquía -antes que enfrentarla para despojarla de todos los privilegios de los que goza desde que Trujillo pasó a otra vida-, instituir un entramado de corrupción e impunidad que ha conmocionado a todo el país y que llevará tiempo extirpar de la sociedad.

FIN

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Ing. Nemen Hazim Bassa
San Juan, Puerto Rico
4 de octubre de 2023