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[VI de IX] ¿Dictadura o Petróleo? Las garras del imperio sobre Venezuela

Período democrático en Venezuela (de Betancourt a Maduro). Estados Unidos, la derecha y la crisis política. Existe una marcada diferencia en las crisis que han asolado a Venezuela desde que Hugo Chávez llegara al poder en febrero de 1999: oligarquía y burguesía han sido desplazadas por vía de elecciones, siendo la primera y única vez en la historia que eso sucede y el gobierno revolucionario se ha mantenido funcionando por espacio de 4 lustros

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Con el golpe de Estado a Pérez Jiménez concluyen las dictaduras y Venezuela entra en un período de democracia, a pesar de que los dueños de los grandes capitales, que son los menos, se mantendrán disfrutando de toda la riqueza de un país que debería ser el más próspero del mundo. Los ingresos que genera el petróleo permitirían la construcción de obras y la situación del país comenzó a mejorar. ¿Quiénes se beneficiaron? Los mismos que históricamente lo han hecho: pequeños burgueses de capa alta, burgueses y oligarcas; la porción más grande de la población, constituida por campesinos, obreros y pequeñoburgueses de las capas media y baja, continuó subsistiendo en el mismo escenario de incertidumbre económica.

Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Rafael Caldera, Carlos Andrés Pérez [a quien a partir de este momento llamaremos CAP (¿suenan conocidas esas iniciales?)], Luis Herrera Campins, Jaime Lusinchi, de nuevo CAP y otra vez Caldera, electos en procesos electorales, gobernaron el país desde 1959 hasta 1999 (durante 40 años). Betancourt había ejercido un primer mandato por vía de lo que, en 1945, se dio a conocer como la 'Revolución de Octubre', un golpe de Estado cívico-militar ejecutado por una coalición de las Fuerzas Armadas y el partido Acción Democrática contra el gobierno del general Medina Angarita. Su segunda gestión, de 1959 a 1964, estímulo el desarrollo industrial por el camino necesario de la sustitución de importaciones y durante ella Venezuela, junto a Kuwait, Arabia Saudita, Irak e Irán, suscribió el acta de creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Construyó escuelas, liceos y obras de comunicación vial por todo el país y restituyó los derechos laborales de los trabajadores y les facilitó el acceso a la vivienda.

Raúl Leoni (1964-1969) continuó con la política de Betancourt; materializó importantes proyectos de infraestructura, impulsó la inversión extranjera y nacional, aumentó la influencia estatal en el petróleo, fortaleció las industrias siderúrgica y agroindustrial y diversificó el aprovechamiento de productos básicos. Cuando terminó su mandato Venezuela producía más del 80% de su consumo alimentario; el desempleo había disminuido a menos de un 7%, la moneda -el bolívar- estaba estable y la inflación acumulada apenas alcanzó un 7%.

Rafael Caldera, en su primer período (1969-1974), nacionalizó el gas, priorizó la educación y la vivienda y dio continuidad a la política de ampliación de la infraestructura. Revaluó el bolívar, dio vigencia a la ley de carrera administrativa e impulsó la descentralización. En su segundo mandato (1994-1999) enfrentó una severa crisis financiera: el petróleo había vuelto a bajar y de nuevo resurgió la crisis económica que perjudica sólo a los de abajo.

Luis Herrera Campins (1979-1984) se encargó de describir, en su toma de posesión, lo que le había dejado el primer gobierno de CAP: "una economía desajustada, con grandes desequilibrios estructurales y presiones inflacionarias especulativas que han erosionado la capacidad adquisitiva de las clases medias y de los innumerables núcleos marginales del país...". En su gestión se hicieron obras de infraestructura y se impulsaron las reformas del Código Civil y de la Ley de Educación. Los ingresos por las ventas de hidrocarburos incrementaron sustancialmente debido a la guerra entre Irak e Irán, pero aun así las grandes mayorías, por las mismas razones, seguían viviendo en extrema penuria: una elevada deuda externa cuyo pago inducía a la devaluación del bolívar. Todo se importaba bajo un nuevo postulado -partidario del libre mercado- puesto en ejecución por ministros de Economía formados en ‘University of Chicago Booth School of Business’ (¡Chicago, la ciudad de los grandes gánsteres!). Dos ganadores del Nobel, George Stigler (en 1982) y Milton Friedman (1976), fueron sus abanderados.

Jaime Lusinchi (1984-1989) trató de refinanciar la deuda y activar la economía. Los precios del petróleo siguieron aumentando, pero tan excesivo era el déficit que le impedía disponer de recursos para, en una economía que había vuelto a ser monoproductora, aliviar la pesada carga de las grandes mayorías. Las tensiones sociales aumentaron con la corrupción imperante, la pérdida del poder adquisitivo del bolívar y el crecimiento de la inflación, lo que llevó a Lusinchi a aumentar los salarios e intentar controlar los precios y las divisas, algo muy difícil de lograr cuando se produce una espiral inflacionaria que constantemente disminuye el valor de la moneda.

En la década de los 70 el precio del petróleo subió vertiginosamente permitiendo a CAP gobernar con recursos extraordinarios. Bajo su gobierno se nacionalizaron las industrias del hierro y del petróleo y, aunque hubo significativas inversiones, las grandes mayorías siguieron en la inopia. Esa gran masa de obreros y pequeños burgueses que producía la riqueza que engrosaba los bolsillos de los perennes dueños del país no era la que visitaba Estados Unidos o Europa y dejaba propinas de 100 y 200 dólares a maleteros y taxistas.

Al finalizar los 70 los precios del petróleo volvieron a caer, reiniciándose el histórico ciclo de endeudamiento y el desvío de recursos para honrar los compromisos contraídos. El gobierno de CAP, fiasco que en América Latina pretendió implementar la Social Democracia como parte del núcleo político que se dio a conocer como Internacional Socialista, instauró un plan de austeridad que sólo afectaría a los que siempre han vivido en la estrechez y la penuria (a los portentosos capitalistas las crisis los enriquecen). En su segundo mandato (1989-1993) bajaron los precios del petróleo, la moneda siguió devaluándose, la inflación se elevó a niveles muy altos y la deuda externa seguiría siendo un enorme fardo para el pueblo. Se instauró un plan de austeridad para liberar las importaciones, eliminar los controles de precios y privatizar las empresas públicas (por ineficientes y baja rentabilidad); se aumentó el precio de la gasolina y se congelaron los salarios, lo que generó protestas en todo el país al aumentar el importe de la transportación pública. Ante los saqueos, el gobierno empleó al Ejército para frenar la violencia, medida que devino en un elevado número de muertes: en apenas 8 días -del 27 de febrero al 6 de marzo de 1989- policías y soldados usaron más de 4 millones de balas para reprimir un pueblo arruinado y hambriento que batallaba por reclamar sus derechos. Dos mil personas asesinadas y varios miles de desaparecidos fue el saldo no oficial de lo que se conoció como el "Caracazo". Según el gobierno de CAP, sólo murieron 276 personas.

En 1992 el comandante Hugo Chávez intenta dar un golpe de Estado, pero fracasa y es encarcelado. Otros oficiales se embarcaron en un segundo golpe, que también fracasó. Venezuela se deterioró de manera alarmante: la corrupción, la miseria, las alzas en los precios, la devaluación de la moneda, la inseguridad y el narcotráfico se apoderaron de la sociedad. Hugo Chávez, liberado por indulto del presidente Caldera, en 1996, va elecciones (en 1998) enarbolando un programa socialista que asegura la repartición de la riqueza. Chávez ganó y dio inicio a su mandato con programas de ayuda para las clases más desposeídas (a las que siempre han vivido relegadas y empobrecidas por el protagonismo de los grandes capitales).

En el ejercicio de su segundo mandato (había vuelto a triunfar en las elecciones de julio del año 2000) la oposición intenta derrocar a Chávez (11 de abril de 2002); luego le haría una huelga general que devino en sabotajes y paralizó las industrias del país por 2 largos meses. Sus integrantes conspiraron con total libertad luego que una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia decretara, de manera desconcertante, que los "militares golpistas del 11 abril de 2002 actuaron con una conducta que estuvo preñada de buenas intenciones" ("Ese día tuve que tragar arena, amarrar mis demonios internos", diría Chávez). Los medios televisivos se sumaron a la huelga: suspendieron la programación regular y sólo presentaban en pantalla "¡Vete ya!", en alusión al "dictador" (¡ay si lo hubiese sido!). Los bancos restringieron el horario y la anarquía y el caos reinaron en las grandes filas (la oposición enarboló el eslogan "Navidad sin Chávez"). Durante 63 días el pueblo venezolano soportó el sabotaje a la industria petrolera, la que, con sus alzas y bajas, es vital para su economía.

En la primera década del siglo XXI el precio del petróleo volvió a treparse, dándole a Hugo Chávez recursos para continuar su programa de ayudas sociales. En el año 2007 Chávez es reelegido por tercera vez; consolida sus relaciones internacionales con naciones diversas y bajo regímenes políticos de todas las corrientes ideológicas "sin pedirle permiso al imperio", lo que hace que Venezuela sea declarada, por los "dueños del mundo", parte del “Eje del Mal”.

Comenzó la segunda década con una sequía sin precedentes que durante dos años provocó crisis en el abastecimiento de agua y en la producción de energía eléctrica, afectando significativamente la agricultura y la industria. En octubre de 2012, enfermo de cáncer, Chávez gana sus cuartas elecciones; Nicolás Maduro, inmediatamente después, es nombrado Vicepresidente Ejecutivo. En la antesala de la muerte que le ocasionara un tumor cancerígeno (¿sabremos algún día la "verdadera verdad"?) Chávez lo designa Presidente del Consejo de Ministros. Maduro asume el cargo de Presidente Encargado el 5 de marzo de 2013, fecha en la que fallece Hugo Chávez, y lo ejerce hasta la celebración de nuevas elecciones presidenciales, de las que saldría triunfador por un estrecho margen.

Desde que inicia la presidencia, Nicolás Maduro ve bajar el precio del petróleo y Venezuela entra a otra de sus acostumbradas crisis; se produce escasez, inflación, desempleo y surgen serias dificultades para pagar la deuda con otras naciones y organismos internacionales. La mano amiga de la desestabilización, la vorágine y los golpes de Estado para destronar gobiernos progresistas y apropiarse de recursos ajenos -"la mano del único país que Dios bendice"- se ha encargado de coadyuvar para que resurja ese ciclo histórico que constantemente ha golpeado a las clases más vulnerables.

Existe una marcada diferencia en las crisis que han asolado a Venezuela desde que Hugo Chávez llegara al poder en febrero de 1999: oligarquía y burguesía han sido desplazadas por vía de elecciones, siendo la primera y única vez en la historia que eso sucede y el gobierno revolucionario se ha mantenido funcionando por espacio de 4 lustros, aún bajo las más inverosímiles e incalificables tropelías cometidas tanto por EE. UU. como por la derecha venezolana. Salvador Allende, el primer humano en llegar a jefe Estado por vía de un proceso electoral, fue derrocado por el imperialismo norteamericano apenas 2 años 10 meses y 1 semana después de haber juramentado.

Continuará… [7ma Parte: Las mentiras del imperio. El verdadero propósito del embargo. Conclusiones I]

Anteriores:
5ta Parte: Una resumida historia sobre Venezuela. El petróleo y la sempiterna crisis económica
4ta Parte: Venezuela y su incomparable ejercicio democrático
3ra Parte: Salida de los “ricos” y bloqueo de EE. UU. El espejo de Allende en Chile
2da Parte: Dictadura y características. La realidad venezolana
1ra Parte: Dictaduras en América Latina. La “ayuda humanitaria” de EE. UU.

Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
23 de febrero de 2019