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V - Los peligros de comer en el capitalismo

La escuela es un espacio propicio para la publicidad porque los niños pasan muchas horas en ella. Todo esto sin contar la enorme cantidad de juguetes que venden dentro de sus paquetes de comida, fabricados por niños y adolescentes que trabajan entre 14 y 18 horas al día por salarios de dos pesos la hora en países del Tercer Mundo

LOS PELIGROS DE COMER EN EL CAPITALISMO
Quinta Parte
Interesante obra de Jorge Veraza (coordinador), Ricardo Aldana, Karina Atayde, Andrés Barreda, Rolando Espinosa, Silvia Espinosa, Gonzalo Flores, Fabiola Lara, Juan Vicente Martínez, David Moreno, Luis Eduardo Pérez y Mónica Vázquez. En esta publicación, Nemen Hazim (a quien corresponderán las negritas e itálicas) recopilará parte de los análisis y conclusiones; lo que se transcriba es propiedad exclusiva de los autores del libro, a quienes corresponde mérito y reconocimiento...
La comida chatarra ha invadido cada vez más espacios, incluidos los espacios históricos de casi todas las grandes ciudades del mundo...

Hamburguesas, pizzas, hot dogs, papas fritas, pollo frito... La comida rápida o fast food representa uno de los productos más emblemáticos del capitalismo contemporáneo y particularmente del modo de vida estadounidense, propagado conscientemente a nivel mundial por sus élites emblemáticas. Este tipo de comida tiene como característica fundamental reproducir al cuerpo humano y prepararlo para una jornada de trabajo cada vez más intensa, a la vez que se reduce al mínimo el tiempo que se dedica a comer (para producir plusvalía). La “comida rápida” es una dieta exclusivamente energética y proteica porque sólo así se consigue una recuperación casi inmediata del trabajador para que este pueda sostener un intenso ritmo de trabajo. La comida rápida no es lo mismo que la comida chatarra. Esta última está conformada por alimentos de muy bajo o nulo valor nutricional. La industria de fast food, además de atraer hacia las grandes metrópolis fuerza de trabajo barata y de baja calificación proveniente de países pobres, también puede trasladarse a cualquier parte del mundo. McDonald’s y Burger King están presentes en 128 países donde, además, promueven la ruptura de los sistemas dietéticos locales y de los sistemas de producción agrícolas, con lo cual provocan la pérdida de la soberanía alimentaria y el encadenamiento de esas naciones a la dependencia del mercado mundial de alimentos, "hegemonizado" por el capital de Estados Unidos, así como a la destrucción de la salud que esos pueblos habían logrado produciendo sus alimentos a lo largo de siglos.

El público predilecto de empresas como McDonald’s son los niños; hacia ellos dirigen la mayoría de su publicidad. En Estados Unidos, McDonald’s gestiona 8 mil parques infantiles y las empresas de comida rápida llenan con su propaganda los pasillos, corredores, gimnasios y autobuses escolares, además de los libros de texto a cambio de aportar una determinada cantidad de dinero a los condados y a los mismos colegios, que así intentan compensar las restricciones presupuestales impuestas por los gobiernos neoliberales. La escuela es un espacio propicio para la publicidad porque los niños pasan muchas horas en ella. Todo esto sin contar la enorme cantidad de juguetes que venden dentro de sus paquetes de comida, fabricados por niños y adolescentes que trabajan entre 14 y 18 horas al día por salarios de dos pesos la hora en países del Tercer Mundo.

El acelerado ritmo de las cadenas productivas hace que los alimentos estén expuestos a muchos factores contaminantes durante su elaboración. Además, en la industria de la “comida rápida” es muy común que se utilicen sistemáticamente como materia prima animales y vegetales enfermos, descompuestos y podridos. Las enfermedades infecciosas que resultan de esta contaminación han costado la vida a miles de personas. Pero esto no es todo. Las empresas de fast food son importantes promotoras y consumidoras de los productos transgénicos, que han generado una intensa polémica por el efecto negativo que tienen en la salud. Todos estos “inconvenientes” productivos son aderezados y maquillados por una industria de sabores y aromas apoyada en compuestos químicos que en muchos casos conllevan el riesgo de producir cáncer. La ignorancia de la gente es, incluso, objetivo estratégico deliberado.

La llamada comida chatarra no es únicamente poco nutritiva, sino que es nociva para la salud en virtud de que contiene calorías, grasas, sal y azúcares en exceso, además de conservadores, colorantes y saborizantes artificiales. Asimismo, es escasa en proteínas, vitaminas, hierro, calcio y fibras. Ejemplos de comida chatarra son las bebidas gaseosas, refrescos de sabores, pizzas, hamburguesas, frituras, dulces, palomitas, hot-dogs, nachos, etc. La comida chatarra contribuye también al aumento de enfermedades crónicas como diabetes, cáncer, hipertensión arterial, alteración en los lípidos (colesterol, triglicéridos) y afecciones cardiovasculares. Las gaseosas o cualquier bebida carbonatada o con cafeína disminuyen o retardan la absorción del calcio que es tan importante para la salud de los huesos, producen irritación en el estómago e intestinos y gastritis. Es generalmente reconocido que agudizan las caries dentales y el estreñimiento. Las principales empresas productoras de comida chatarra son McDonald´s Corporation, Coca-cola Corporation, PepsiCo, Burger King, Kentucky Fried Chicken, Pizza Hut, Bimbo, Nestle, Kellog´s. La comida chatarra es íntimamente embaucante, de ahí que los consumidores habituales de comida chatarra sufran el mismo tipo de enfermedad que los adictos crónicos al alcohol o a los estupefacientes.

Prácticamente, todas las instituciones y especialistas que tratan sobre este problema coinciden en que la causa fundamental de la obesidad y el sobrepeso no es la herencia de problemas metabólicos, sino todo un “estilo de vida” sustentado, por una parte, en el consumo creciente de alimentos de gran densidad energética y alto contenido de grasas saturadas, azúcares y sal, y, por la otra, en una cada vez más restringida actividad física cotidiana. En la actualidad la obesidad y el sobrepeso ya están considerados como enfermedades. Además, son ubicadas como factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades crónicas como la diabetes en sus dos tipos, artritis, desórdenes cardiovasculares, hipertensión y derrames, y varias formas de cáncer (pecho, colon, próstata, endometrio, riñón y vejiga).

Continuará...

Autores: Jorge Veraza (coordinador), Ricardo Aldana, Karina Atayde, Andrés Barreda, Rolando Espinosa, Silvia Espinosa, Gonzalo Flores, Fabiola Lara, Juan Vicente Martínez, David Moreno, Luis Eduardo Pérez y Mónica Vázquez

Sinopsis: Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
15 de junio de 2023