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II.- Promesas incumplidas - Presidentes para un país de lerdos... Caso Danilo Medina

El triunfo de Danilo Medina reflejó la fortaleza organizativa y clientelar del PLD, así como la debilidad de su principal rival, Hipólito Mejía, cuya imagen continuaba lastrada por la crisis bancaria de 2003 (un episodio en el que Leonel Fernández desempeñó un rol protagónico, alimentando y estimulando la misma para arruinar el mandato que el pueblo había dado a Mejía). Medina logró imponerse gracias a la perversa inversión hecha por Leonel Fernández, quien incurrió en un déficit fiscal del 3.8 % del PIB, invirtiendo cerca de 75 mil millones de pesos en la campaña (dinero que generó ese déficit). Su victoria representó la continuidad del modelo peledeísta: modernización del Estado y desarrollo de la infraestructura, pero a un costo que el pueblo terminó pagando con lágrimas de sangre...

Danilo Medina
Figura trágica y adulterada de la República Dominicana...

En 2012 llega Danilo Medina al poder en un escenario dominado por el PLD, tras ocho años de Leonel Fernández marcados por acusaciones de corrupción, despilfarro en viajes de megalomanía, entrega de la soberanía a los impenitentes yanquis y creciente desigualdad. Medina supo venderse como un candidato distinto dentro del mismo partido: más sencillo, cercano y “de pueblo”, prometiendo no reelegirse y enviar a la cárcel a los depredadores del erario. Promesas que el viento se encargó de borrar en su primer período, y mucho más en el segundo.

La reelección, que drenó el patrimonio nacional y multiplicó compromisos imposibles de cumplir, lo mantuvo en el poder hasta 2020. Ese año, un pueblo harto de las aberraciones de quienes alguna vez se pintaron de honestos e íntegros —Leonel Fernández y sus secuaces incluidos— los expulsó del escenario político. La campaña de Medina se sustentó en la idea de continuidad económica con rostro social, a un precio de putrefacción nunca antes visto, con promesas de más atención a la educación, al empleo y a la inclusión que terminaron, como tantas otras, en el baúl del olvido.

En el plano político, el triunfo de Danilo Medina reflejó tanto la fortaleza organizativa y clientelar del PLD como la debilidad de su principal rival, Hipólito Mejía, cuya imagen continuaba lastrada por la crisis bancaria de 2003 (un episodio en el que Leonel Fernández desempeñó un rol protagónico, alimentando y estimulando la misma para arruinar el mandato que el pueblo había dado a Mejía).

Danilo Medina logró imponerse gracias a la perversa inversión hecha por Leonel Fernández, quien incurrió en un déficit fiscal del 3.8 % del PIB, invirtiendo cerca de 75 mil millones de pesos en la campaña (dinero que generó ese déficit). Su victoria representó la continuidad del modelo peledeísta: modernización del Estado y desarrollo de la infraestructura, pero a un costo que el pueblo terminó pagando con lágrimas de sangre.

Los peledeístas, que en 1996 llegaron al poder con camisas contadas (usaban pañuelos en el cuello para no ensuciarlas) y zapatos remendados (no totalmente; algunos hoyos permanecían en la suela y servían para refrescar los pies), no solo se enriquecieron desmedidamente; además, exhibieron con descaro lo obtenido y se burlaron en la cara de la ciudadanía.

Lejos de materializar el cambio que había enunciado, "y que su formación peledeísta hacía suponer" (como el anterior, aquel que fue llamado cantinflista o ilusionista por los absurdos que hablaba o por lo etéreo de sus planteamientos), Medina consolidó la degradación moral de la sociedad, y acabó de aniquilar totalmente con el PLD, la obra más grande que Juan Bosch había dejado al pueblo dominicano. De nuevo: "como este país nuestro no lee, quien quiera nutrirse de los desafueros de esta figura" trágica y adulterada, "está obligado a interpretar, en los escritos que mostramos a continuación, quién es en realidad" Danilo Medina:
De nuevo: "si después de leer todo lo que hemos escrito sobre" Danilo Medina, el pueblo decide llevarlo a él o algún secuaz suyo "de nuevo al poder, el razonamiento lógico que merecería tal acción sería el de que, ese pueblo, acostumbrado a idolatrar aberrantes, corruptos, criminales e inmorales, se haría merecedor de la guillotina, aquel aparato para ejecutar mediante decapitación con el que Maximilien Robespierre arrancó la vida de los enemigos de la Revolución Francesa, y con el que él mismo fue ejecutado".

Continuará...

Ing. Nemen Hazim Bassa
Santo Domingo, República Dominicana
27 de septiembre de 2025